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The developments of patrimony and the growth of tourism: conflicts surrounding the growth in the Quebrada de Humahuaca
The developments of patrimony and the growth of tourism: conflicts surrounding the growth in the Quebrada de Humahuaca
Pampa. Revista Interuniversitaria de Estudios Territoriales
Universidad Nacional del Litoral, Argentina
ISSN: 1669-3299
ISSN-e: 2314-0208
Periodicidad: Semestral
núm. 19, 2019
Recepción: 03 Abril 2018
Aprobación: 25 Octubre 2018
Resumen: Este artículo se propone indagar en los conflictos que surgen a raíz de la articulación entre patrimonio, turismo y desarrollo en la Quebrada de Humahuaca (Jujuy, Argentina) a partir de su inscripción como patrimonio mundial por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en el año 2003, bajo la categoría de paisaje cultural. Se analizan brevemente los discursos que justificaron la inscripción y el proceso de valorización patrimonial y turística. Luego se realiza un breve recorrido conceptual por la categoría de desarrollo, teniendo en cuenta su vinculación con el patrimonio. Y, por último, se abordan las tensiones y demandas que emergen a partir de los usos del patrimonio y el territorio como un recurso económico para el desarrollo de la región. La investigación doctoral que sustenta este artículo se llevó a cabo a partir de una perspectiva socioantropológica y se recurrió a diferentes estrategias metodológicas de recolección, construcción y análisis de la información proveniente tanto de fuentes primarias como secundarias.
Palabras clave: Patrimonio , Turismo , Desarrollo , Conflictos , Demandas.
Abstract: This article examines the conflicts that arise from the relationship between heritage and tourism development in the Quebrada de Humahuaca (Jujuy, Argentina), from its inscription as world heritage for the Organization of United Nations for Education, Science and Culture (UNESCO) in 2003, under the category of cultural landscape. We analyzed the speeches that justified the inscription of the Quebrada to the World HeritageList and the process of patrimonial and tourist valorization. We work with the category of development, taking into account its link with heritage. And finally, we analyse the tension and demands arising from the uses of heritage and territory as an economic resourse for the development in the region. The doctoral investigation that sustains this article was carried out from a perspective socio anthropological and we used different methodological strategies for the collection, construction and analysis of information from both primary and secondary sources.
Keywords: Heritage , Tourism , Development , Conflicts , Demands.
1. Introducción
El presente artículo se propone indagar en los conflictos que surgen a raíz de la articulación entre patrimonio, turismo y desarrollo en la Quebrada de Humahuaca a partir de su inscripción como patrimonio mundial por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en el año 2003, bajo la categoría de paisaje cultural.
La Quebrada de Humahuaca (en adelante Quebrada) se encuentra en la provincia de Jujuy, al noroeste de la República Argentina. Este valle andino se ubica entre altos cordones montañosos y tiene una marcada dirección norte–sur; su longitud es de aproximadamente 120 km de extensión y está conformada por varios valles fluviales de distinto tamaño, cuyo eje principal es el río Grande (Reboratti, García Codrón, Albeck, Castro y Arzeno, 2003). A su alrededor se ubican distintas localidades, distribuidas en tres departamentos, que son, de sur a norte: Tumbaya, Tilcara y Humahuaca. Cabe señalar que los vestigios humanos más antiguos de la región datan de aproximadamente 11.000 años y que el sitio posee una gran riqueza natural, cultural e histórica, donde gran parte de su población se reconoce como perteneciente a pueblos indígenas.
La postulación de la Quebrada ante la UNESCO fue impulsada por el gobierno provincial en un contexto de crisis económica y social tanto nacional como provincial y justificada ante diferentes actores locales y organismos nacionales e internacionales como una alternativa de «desarrollo educativo y sustentable» de la región, y presentó a la cultura como un recurso que podía generar una mejora socioeconómica para la población quebradeña a través de un mayor impulso a la actividad turística. De hecho, desde la devaluación de la moneda nacional en 2002 y su inscripción como patrimonio mundial (en adelante Inscripción), se observa un importante crecimiento en este sector y en los servicios vinculados, que han generado una reconfiguración del territorio y una proliferación de diferentes usos, valores y apropiaciones del patrimonio.
Estos procesos profundizaron y/o despertaron una multiplicidad de tensiones y conflictos que pueden ser vinculados a diferentes fenómenos. Por un lado, al modo en que se llevó a cabo la postulación ante la UNESCO y la baja participación de la población local en el proceso. Por otro, al despliegue de una política patrimonial y de desarrollo del turismo en una región atravesada desde la época colonial por relaciones de sometimiento y expropiación de los medios de producción y de vida de la población quebradeña. Por último, otro fenómeno conflictivo fue el de las demoras de los gobiernos (municipales y de la provincia) para aplicar medidas de regulación de la actividad turística y de resguardo del patrimonio, que provocó transformaciones materiales y simbólicas que afectaron de forma significativa a la región y su población (Salleras y Borghini, 2014; Troncoso, 2012; Bidaseca, Borghini, Millan y Salleras, 2011; Bergesio y Montial, 2008; Belli, Slavutsky y Argañaraz, 2005a y b, entre otros)[1].
En este artículo analizaremos algunos de los principales conflictos que desató la patrimonialización y el crecimiento del turismo en la región, con foco en los «discursos» en torno al desarrollo, sus limitaciones y tensiones. A tal fin, en primer lugar, realizaremos un breve recorrido por el proceso de inscripción y de valorización patrimonial y turística de la Quebrada. Luego, nos adentraremos en la categoría de desarrollo, teniendo en cuenta las distintas adjetivaciones que ha adquirido a lo largo de los años, especialmente en su vinculación con la cultura–patrimonio. Por último, se abordan las tensiones que emergen a partir de los usos del patrimonio y el territorio como un recurso económico para el desarrollo del turismo en la región, como también las demandas y disputas territoriales (viejas y nuevas) que emergen a raíz de los procesos señalados.
Estos aspectos fueron trabajados en el marco de una investigación doctoral que se desarrolló entre los años 2009 y 2012 y cuya tesis fue defendida en junio del 2016. La misma se desarrolló a partir de una perspectiva socioantropológica (Guber, 2005). Se adoptaron distintas estrategias metodológicas de recolección, construcción y análisis de la información tales como: entrevistas en profundidad, observación participante, charlas informales, participación en reuniones con: pobladores locales (indígenas y no indígenas), dueños y empleados de negocios turísticos (hoteles, restaurantes, locales de venta de artesanía y productos regionales), funcionarios municipales y provinciales, investigadores, entre otros. Además se trabajó con fuentes secundarias, tales como: documentos y legislación provincial, nacional e internacional sobre patrimonio, turismo y desarrollo, prensa provincial, folletos y páginas web de turismo de la Quebrada, audiovisuales de promoción turística, revistas locales, estadísticas de turismo, tierras, etcétera.
2. La justificación de la propuesta de inscripción de la Quebrada como Patrimonio Mundial
Empecemos con el por qué patrimonializar la Quebrada de Humahuaca. Para esto recurriremos a los discursos pronunciados por el gobierno para justificar la Inscripción, haciendo hincapié en el contexto de surgimiento de este proceso[2].
Desde el gobierno provincial destacan que fueron dos hechos los que promovieron la toma de conciencia respecto a la importancia de preservar el patrimonio cultural quebradeño. El primero, la instalación de dos gasoductos (año 1998) que comprometieron y causaron graves daños al patrimonio natural, biológico y arqueológico. Además, los gasoductos pasaban por el territorio para llegar a Chile sin generar ningún beneficio para los lugareños. El segundo, la intención de construir un electroducto (años 1999–2000) siguiendo la traza de la ruta que atraviesa toda la Quebrada (Ruta Nacional 9), cuyo inicio de obras estaba previsto para el año 2000 (Fellner, 2006) [3].
Tal así que, llegado el año 2000, desde distintos medios de comunicación se comenzó a anunciar el inicio de las obras del electroducto haciendo hincapié en que las mismas producirían la modernización de toda la red energética de la zona, una mejor calidad de vida de sus habitantes y la infraestructura necesaria para la instalación de grandes hoteles y nuevos emprendimientos mineros.
En paralelo, desde la Secretaría de Turismo y Cultura, a cargo en ese entonces de la Dra. Liliana Fellner (hermana del exgobernador Eduardo Fellner[4])), ya se venía ideando el proyecto de postular a la Quebrada como Patrimonio Mundial. Los argumentos de este proyecto hacían foco en la importancia de la defensa del patrimonio cultural y natural de la región frente al impulso de una obra que podía generar un gran impacto en el territorio quebradeño. De esta manera, el discurso de un sector del gobierno provincial se centró en señalar la relevancia de la articulación entre cultura y desarrollo —basado principalmente en la actividad turística— como justificación de la Propuesta de Inscripción del sitio como Patrimonio Mundial[5].
En un contexto de crisis social y económica, de creciente desempleo,[6] este proyecto fue presentado como una vía de «desarrollo» y «progreso» para una región históricamente marginada, que se constituyó como ámbito de producción y reproducción de mano de obra para los sectores más dinámicos de la economía provincial, principalmente la producción azucarera y en menor medida la tabacalera y minera. Actividades que en los últimos años habían desplazado un número importante de trabajadores. [7]
Sin embargo, más allá de estos argumentos, pobladores, asociaciones y organizaciones de la Quebrada se movilizaron y pronunciaron un fuerte rechazo a la obra a través de diversas estrategias como la realización de afiches, reuniones, foros, audiencias públicas para debatir el Proyecto.
Finalmente, la obra del electroducto se frenó y —casi inmediatamente— el gobierno anunció el inicio de las actividades necesarias para su postulación como Patrimonio Mundial ante la UNESCO. Para armar el documento de postulación ante la UNESCO «se necesitaba» del saber experto y para ello se convocó a un grupo de profesionales de diferentes disciplinas, con la finalidad de que produjeran conocimiento sobre la Quebrada. Asimismo, entre 2001 y 2002 se organizaron talleres de difusión e información sobre la iniciativa de postular a la Quebrada como Patrimonio Mundial. En paralelo se crearon Comisiones de Sitio Locales compuestas por representantes de las nueve localidades del área patrimonial (entre ellos miembros de las comunidades indígenas).[8] Así, en distintos diarios de la época se hacía eco del carácter participativo del proceso de elaboración de la propuesta de inscripción.
Como señalamos anteriormente, esta iniciativa fue elogiada por significar, en palabras de la secretaria de turismo y cultura de la provincia de Jujuy, la transformación «de un proyecto cultural en política de Estado» (Fellner, 2006). 9] Por su parte, el entonces gobernador Eduardo Fellner señaló: «se va a poner en marcha un plan de gestión de desarrollo sustentable, que comprenderá el turismo solidario» y se consideró que el reconocimiento de la UNESCO conduciría a la elaboración de «políticas que saquen a la gente de Humahuaca de tanta marginación y postergación» (La Nación).
Este entramado de discursos celebratorios en relación a la nominación de la UNESCO y su importancia para el desarrollo fue pronunciado tanto por funcionarios del gobierno provincial como nacional. La secretaria de cultura y turismo de Jujuy destacó la relevancia de la Inscripción en alusión al valor de proteger una «excepcional aula de la naturaleza y de la historia de la región, cobijada por un paisaje que merece el respecto y compromiso del mundo entero en su resguardo y desarrollo» (Fellner, 2006).Daniel Scioli, en ese entonces secretario de turismo y deporte de la Nación, remarcó que esta iniciativa hecha realidad iba a generar «muchos beneficios para la región. La UNESCO se compromete a apoyar para el desarrollo educativo y sustentable de la zona. Ahora las comunidades locales van a poder desarrollarse y preservar su cultura»[10] (destacados propios, en adelante: d/p).
Sin embargo, más allá de todos estos discursos y de los «talleres participativos» realizados durante el proceso de elaboración de la Propuesta de Inscripción, el procedimiento llevado a cabo fue motivo de diversas opiniones y críticas. Los principales cuestionamientos refieren al grado de participación que tuvo la población quebradeña en la elaboración de la Propuesta de Inscripción y, fundamentalmente, en relación al tiempo en el que esta se desarrolló. En una entrevista, el secretario de cultura de Humahuaca manifestó: «las comunidades reclaman su derecho a decidir». Son muy pocos los pobladores que declararon estar conformes con cómo se desarrolló el proceso, Rubén, miembro de la Comisión de Sitio Local (CS) de Tilcara destacó que fue todo muy rápido y que «entre gallos y medianoche estaba todo armado». Si bien hay quienes mencionaron que creían que la Inscripción conduciría a «un futuro mejor» (Lorena, coplera de Humahuaca) o veían que los «objetivos estaban todos buenísimos» (secretario de cultura de Humahuaca), inmediatamente dicen que fueron engañados, que no se hizo lo que se esperaba, sus expectativas se frustraron. Hay quienes señalaron haber participado de algunas reuniones pero que sus opiniones no fueron plasmadas en la Propuesta de Inscripción, y mientras que otros directamente se opusieron a la postulación argumentando, muchos de ellos, que «el patrimonio es de los pueblos originarios».
Como señalamos, si bien se hicieron talleres donde se informó sobre los motivos y criterios de inscripción, qué medidas de cuidado y preservación adoptar, su carácter era comunicar, «concientizar» y «sensibilizar», no tanto construir de manera conjunta esos criterios y de tomar en cuenta realmente las miradas y preocupaciones de la población sobre su patrimonio.
3. La valorización patrimonial y turística de la Quebrada
Partimos de considerar que el patrimonio no es algo dado, ni definido de una vez y para siempre, sino una construcción social e histórica que se elabora a través de un proceso y escala valorativa, en el que intervienen actores individuales y colectivos en posiciones desiguales y de poder (Prats, 1997; García Canclini, 1999; Bonfil, 1991). Arantes (2006) insiste en destacar que el patrimonio es una realidad constituida por el Estado que surge de una interrelación de prácticas desarrolladas por agencias gubernamentales y los expertos en estas temáticas. Si bien la sociedad, diversos agentes sociales o culturales pueden adherir, oponerse y/o consensuar una representación, imagen, discurso e incluso proponer la patrimonialización de bienes y/o manifestaciones culturales, esto no quiere decir que la activación se haga efectiva, ya que necesitan del apoyo del poder político. En definitiva, no activa quien quiere sino quien puede, sin poder no existe patrimonio (Prats, 1997).
En lo que respecta a la Quebrada de Humahuaca, desde principios de la década de 1980 hasta entrado el año 2000, se sancionaron y proclamaron una serie de decretos, leyes y declaraciones en un intento, desde el gobierno nacional, provincial y algunos municipios, por «valorizar» el patrimonio cultural y paisajístico de la región e instalar con más fuerza el territorio como un lugar de turismo destacado dentro del país (Troncoso, 2012; Tommei y Mancini, 2011 y 2012; Bergesio, Montial y Scalone, 2012). Los discursos de valorización y activación patrimonial pronunciados desde el gobierno buscaban por un lado, «promover la preservación» paisajística, arquitectónica y las expresiones culturales de la región, y por otro, posicionar a la cultura como recurso para el desarrollo a través de la actividad turística.[11]
Distintos investigadores han analizado la construcción de la Quebrada como lugar turístico y patrimonial a lo largo del siglo XX, para desembocar en el período posterior a su Inscripción como Patrimonio Mundial (Troncoso, 2012; Bergesio, Montial y Scalone, 2012; Tommei y Mancini, 2012, etc.). Asimismo, estos autores señalan que el atractivo turístico de la Quebrada se construyó en paralelo al proceso de patrimonialización, en este camino «el patrimonio y el turismo se han entrecruzado en varias oportunidades y en otras han ido por caminos diferentes» (Mancini y Tommei, 2012:99). En dichos trabajos se analiza, principalmente, cómo el saber de expertos de distintas disciplinas —geografía, arqueología, antropología, entre otros— y la práctica turística intervinieron e intervienen actualmente en la construcción y transformación del lugar. Dado que estos aspectos fueron trabajados por los autores citados no realizaremos un análisis detallado de los elementos valorizados a lo largo de la historia. Lo que nos interesa señalar es que hasta aproximadamente fines de la década de 1980 los bienes culturales institucionalizados y valorizados turísticamente pertenecían al pasado prehispánico, el período colonial y, principalmente, al proceso independentista. En ese entonces, las referencias a la cultura de los pueblos indígenas se centraban en los diferentes sitios y restos arqueológicos que dejaron las antiguas civilizaciones del «norte de Jujuy» y en algunos aspectos del folclore local. A partir de mediados de la década de 1990, y principios del año 2000, las manifestaciones culturales y modos de vida de los pueblos indígenas pasaron a ocupar un lugar predominante tanto en las selecciones patrimoniales como en los atractivos turísticos promocionados, para dar cuenta de la interrelación entre el patrimonio cultural material e inmaterial con el ambiente natural. Estos procesos se desarrollaron en un contexto ligado al reconocimiento de la diversidad cultural y de reivindicación de derechos de los pueblos indígenas, y a los cambios en el concepto de patrimonio cultural, en los que tienen un rol primordial organismos internacionales como la UNESCO.
De acuerdo con Abreu (2010), las manifestaciones culturales y conocimientos tradicionales que antes eran considerados vestigios de antiguas formas de organización social ya desaparecidas o en vías de desaparecer, cosas del folclore y del pasado, adquieren un nuevo estatus y se tornan en objetos de políticas de preservación de los patrimonios locales, nacionales y hasta universales. La categoría de paisaje cultural, a partir de la cual la Quebrada es inscripta en la Lista de Patrimonio Mundial, aglutina e intenta vincular los distintos patrimonios existentes en el lugar, y también identificar los momentos históricos de cada uno, el grado de autenticidad y la fusión de elementos de diferentes culturas.
De esta manera, con la Inscripción del sitio bajo esta categoría se buscó articular una selección de elementos tanto naturales como culturales (de carácter material e inmaterial) de la Quebrada, muchos de los cuales fueron objeto de investigaciones y patrimonializaciones previas. Como ya fuera señalado, en la Propuesta de Inscripción se recupera mucho de lo que se patrimonializó y construyó como atractivo turístico a lo largo de los años. Se describen aspectos de su ambiente natural (geomorfología, clima, sistema hídrico, bioecología, rutas naturales y pasos de montaña, vertientes, pasturas naturales, «volcanes» y «angostos»); su patrimonio tangible, espacios de tránsito (rutas de vinculación física y articulación económica, social y cultural, tanto en dirección norte–sur, como este–oeste); su patrimonio arquitectónico (arquitectura religiosa, ferroviaria, civil, viviendas rurales, los molinos), los sitios de ocupación prehispánica; y su patrimonio intangible (música, fiestas, ceremonias, lengua, etc.). En esa descripción se intentan vincular los diferentes elementos que la conforman para demostrar toda la riqueza cultural y natural del sitio, destacando que el valor está dado por la articulación entre «arquitectura y urbanismo, paisaje y medio» y «la imbricación de numerosas formas culturales tradicionales con las formas propias de la sociedad contemporánea» (Provincia de Jujuy, 2002:21).
Cabe señalar, que en este artículo no vamos a detenernos en un análisis detallado de cómo se estructuran los espacios a raíz de la actividad turística. Sino que nos interesa concentrarnos en los usos del patrimonio y el territorio vinculados con la práctica turística para dar cuenta de cómo las lógicas sociales que estructuran el espacio del turismo actúan «valorizándolo de distintas formas, apropiándolo material o simbólicamente, actuando y ejerciendo poder a través de él» (Bertoncello, 2002:9). Para ello nos centraremos en los efectos que tiene el turismo como actividad para el desarrollo en un territorio que arrastra problemas históricos irresueltos como el del acceso a la tierra, y en los conflictos vinculados a los usos del patrimonio como recursos para explotar turísticamente el lugar.
4. El «mito del desarrollo» y su vinculación con el patrimonio
Cuando
te hablan de lo que significa el aprovechamiento del turismo como desarrollo en
la comunidad implica que tenés que transformar tu pensamiento comunitario y no
especulativo de explotar desmedidamente la cuestión. Ahí está el tema porque
cuando hablás de desarrollo hay que preguntarse qué es y hacia dónde tenemos
que apuntar (…). No puede estar la cultura al servicio del turismo. El turismo
tiene que estar sujeto a las condiciones de la cultura. Secretario de Cultura
de Humahuaca, d/p
Nos
dicen «el progreso, el progreso» pero es mentira, para nosotros no es progreso,
quizás es progreso para las grandes empresas.
Fuente: Victoria, artesana de
Tilcara[12]
Las citas que elegimos para comenzar este apartado dan cuenta que la noción de desarrollo es controversial y que genera más interrogantes que certezas. Aún más en una región donde en nombre del desarrollo se silenciaron otras formas de ser, hacer y estar en el mundo para abrir el camino al «progreso y la civilización».
Históricamente se han desatado múltiples críticas y revisiones de la noción y rumbo del desarrollo tanto en el campo académico como en el de los organismos internacionales. El discurso y la estrategia del desarrollo nacieron en el contexto de posguerra y de aparente descolonización por parte de los pueblos africanos y asiáticos de mediados de siglo XX. La «era del desarrollo» es señalada como el período histórico que comenzó el 20 de enero de 1949, cuando el presidente estadounidense Harry Truman definió a la mayor parte del mundo como «áreas subdesarrolladas». Desde entonces, el desarrollo entró en la agenda de organismos internacionales y políticas de estados nacionales, en un proceso orientado por los parámetros de occidente y sustentado en una progresiva profesionalización e institucionalización de sus prácticas, que tuvo como correlato la privación a los pueblos de culturas diferentes de la oportunidad de definir las formas de su vida social (Escobar, 1999,2010; Esteva, 1996; Sachs, 1997).
De acuerdo con Escobar (2010), el desarrollo es un proyecto tanto económico (capitalista e imperial) como cultural (surgido de la experiencia de la modernidad europea, que subordina a las demás culturas y conocimientos a los principios occidentales). Bajo este concepto dominante se privilegia el desarrollo económico, la explotación de los recursos naturales y culturales, la lógica de mercado, la búsqueda de satisfacción material e individual.
A pesar de todas las críticas que esta meta —idea, fin, concepto— acarrea, su fuerza continúa. Desarrollo sigue asociándose a efectos positivos y benéficos de progreso y/o crecimiento y al tiempo que dota de sentido la existencia de pueblos o regiones en posiciones desiguales (desarrollado/subdesarrollado, avanzado/atrasado, etc.), «prometiéndoles» la posibilidad de una salida a esa situación de «atraso o inferioridad».
En respuesta a las múltiples críticas que este concepto acarrea, el discurso hegemónico del desarrollo ofrece variadas resignificaciones y adjetivaciones: local, endógeno, sustentable, cultural, territorial, entre otros. Sin embargo, los nuevos ingredientes del desarrollo no han demostrado un cambio en el modelo de acumulación capitalista imperante. En definitiva, las múltiples ideas de desarrollo y las tentativas por reformar el concepto reflejan no solo las experiencias históricas acumuladas por diferentes grupos de poder, sino también la lógica de un campo de poder político y económico por tornar hegemónicas sus perspectivas acerca de cómo debe procederse con relación con el desarrollo (Lins Ribeiro, 1992).
La inscripción de la Quebrada en la Lista de Patrimonio Mundial se justificó a partir de una relación inexorable entre cultura y desarrollo.[13] Esta relación comenzó a ser defendida por diferentes expertos en la década de 1970 como crítica a la sociedad occidental y la fuerte denuncia del etnocidio practicado en nombre del «desarrollo» (Rist, 2000), pero es recién a finales de 1980 y principios de 1990 cuando los organismos internacionales y las agencias de cooperación para el desarrollo empezaron a impulsar estudios y trabajos que analizan cómo la cultura puede transformarse en un motor de «desarrollo sustentable». Así, otro de los conceptos que acompaña al desarrollo y la cultura es el de sustentabilidad.
El desarrollo sustentable fue definido en 1987 por la Comisión Brundtland (Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo), en un informe titulado Nuestro Futuro Común, como «el desarrollo que satisface las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades».[14] La idea de sustentabilidad es creada para conciliar progreso y crecimiento económico con la conservación del ambiente y de los «recursos naturales», poniendo en primer plano la consideración de factores sociales y culturales en los proyectos de desarrollo (Escobar, 1999).
En la Quebrada los conflictos que surgen a raíz de los usos y valores construidos alrededor del patrimonio, no solo están vinculados a las representaciones que se hacen de él, sino también a su utilización como un producto transable en el mercado turístico. Si antes las culturas eran consideradas un atraso para el progreso y crecimiento económico, ahora son vistas como su fuente.
Yúdice (2002) plantea que los usos dados a la cultura, lo que entendemos por el concepto y lo que hacemos en su nombre se han transformado. El giro utilitario o instrumental por el que ha transitado la noción de cultura ha producido que actualmente sea concebida y funcione como un recurso (destacado original), es decir, como una herramienta o instrumento, al que pueden apelar y apelan diversos grupos sociales —el poder político, las organizaciones no gubernamentales, los bancos multilaterales de desarrollo, las corporaciones, los grupos subalternos, entre otros— con diversos fines e intereses como la construcción de ciudadanía, la generación de renta económica, la resolución de problemas sociales y políticos, el desarrollo social.
En este marco de creciente valorización de la cultura como recurso y su importancia en los procesos de desarrollo, el patrimonio cultural no solo es incorporado en los discursos del desarrollo, sino que ha pasado a ocupar un lugar relevante en las agendas de los Estados. Así se plantean acciones específicas para su preservación y salvaguardia y su estrecha vinculación con el desarrollo sustentable, como por ejemplo a través del turismo.[15]
La conformación de la Quebrada como un lugar turístico (Troncoso, 2012) es el resultado de una serie de procesos que se dieron a nivel local, pero que, al mismo tiempo, se vincula con procesos globales. En este sentido, cabe señalar que la expansión y la diversificación de la actividad turística es un fenómeno que se desarrolla en distintas partes del mundo en respuesta, muchas veces, a la crisis del sector agrícola e industrial, y la consecuente expulsión de un número importante de trabajadores del mercado laboral.
Como señalamos en la introducción, el proceso de Inscripción de la Quebrada se dio en un contexto de intensa crisis social y económica del país. En una entrevista, el intendente de Tilcara hizo hincapié en los beneficios del turismo en tanto «industria sin chimeneas» y habló de convertir a esa localidad en un «pueblo hotel». Así, los administradores políticos suelen perseguir con entusiasmo el desarrollo de esta actividad con la «esperanza» de atraer inversiones y, así, generar crecimiento económico, crear puestos de trabajo, en fin, diversificar la economía a través de la explotación de los recursos naturales y culturales del sitio (Tarlombani da Silveira, 2004).[16]
De acuerdo con Tarlombani da Silveira (2004), los responsables de formular las políticas turísticas se concentran en los efectos económicos positivos de la actividad e ignoran los efectos producidos sobre los aspectos de naturaleza física y biológica, sociocultural y económica.[17] Si bien a partir de la década de 1980, debido al debate sobre los problemas de degradación ambiental, comenzó a difundirse la idea de turismo sustentable o desarrollo sustentable del turismo, apoyado en la idea promovida a partir del Informe Brundtland, este concepto ha sido para la Quebrada un proyecto más ficticio que real, aun cuando se elaboraron distintos proyectos que albergan esta idea.[18]
La definición de la Quebrada como destino turístico y patrimonial ha significado no solo la construcción de nuevos significados y valores sobre el sitio sino también un proceso de dominación (económico político) y apropiación (simbólico–cultural) por diferentes actores, por supuesto, no exento de conflictos.
Por lo expuesto, para el análisis de los conflictos que se desataron a partir de la patrimonialización y el incremento del turismo en la región, el territorio, al igual que el patrimonio, es entendido como una construcción, un producto conflictivo y contradictorio, resultado de relaciones sociales y de poder. Para Porto Gonçalves (2001) el territorio es espacio apropiado, instituido por sujetos y grupos sociales que se afirman por medio de él a partir de procesos dinámicos y mutables. Así, según este autor, siempre hay territorio y territorialidad, o sea, procesos sociales de territorialización. Por consiguiente, en un mismo territorio existen múltiples territorialidades, aun cuando tiendan a naturalizarse las relaciones sociales y de poder que lo conforman. En este sentido, consideramos que en el proceso de patrimonialización de la Quebrada también se producen múltiples territorialidades. El territorio es un campo en disputa en el que se ponen en evidencia las desiguales capacidades organizativas y de acceso a recursos —materiales y simbólicos— para apropiarse de él (Haesbaert, 2004).
En el acápite que sigue presentaremos los devenires de la patrimonialización donde se entrelazan demandas por el territorio y el patrimonio a la luz de los procesos que se desarrollaron como consecuencia del incremento del turismo en la región.
5. Los conflictos del después: crecimiento del turismo y sus implicancias sociales, culturales y económicas
5.1 El crecimiento del turismo
En Argentina, luego de la devaluación de la moneda en 2002, el turismo aumentó significativamente.[19] En lo que respecta a la provincia de Jujuy, de acuerdo con los datos presentados en el Anuario Estadístico de la Secretaría de Turismo de Jujuy (AETJ, 2014), entre 2009 y 2014, los arribos a la provincia aumentaron un 82 %.[20] Cabe señalar que en el 2014, del 84 % de los arribos registrados, un 47 % se concentraron en la Quebrada principalmente en: Tilcara (27 %), Purmamarca (13 %), Humahuaca (7 %) (Secretaría de Turismo de Jujuy, 2014).
El número de hospedajes también creció significativamente: la Quebrada tenía en 2003, 49, y en el 2014 se registraron 193, lo que significa un aumento de casi un 300 % en 11 años. Si observamos la ubicación de los hospedajes habilitados, la gran mayoría se encuentran en las tres localidades que analizamos aquí: Tilcara con 86, Humahuaca 47 y Purmamarca 40. En el resto de las localidades la oferta hotelera es significativamente menor: Huacalera, 5; Maimará, 9; Uquía, 3; Volcán, 2.[21] Esta región es la que más cantidad de establecimientos posee y la que más ha crecido en oferta hotelera en los últimos diez años. En lo que respecta al número de plazas, entre 2003 y 2014, el incremento en la Quebrada fue de casi un 300 %, en números absolutos esto significó pasar de ofrecer 1097 plazas a 4181 plazas.[22] Otra vez la Quebrada se presenta por encima del resto de las regiones de Jujuy.
En función de los datos expuestos se observa que la Quebrada es la región más visitada de la provincia y la que más ha crecido en oferta hotelera en la última década. Consideramos que este incremento se explica por la conjunción de una serie de factores que ya hemos mencionado, pero que nos parece importante recordar: por un lado, la devaluación de la moneda argentina en 2002 y el crecimiento del llamado turismo «alternativo» a nivel mundial. Por otro lado, a estos factores que impulsaron la actividad en diferentes regiones del país, se sumó la inscripción de la Quebrada de Humahuaca como Patrimonio Mundial en 2003. Este proceso estuvo acompañado de un discurso gubernamental que presentó al turismo como motor, que permitiría resolver problemas de desempleo, desigualdad y desarrollo.
5.2 «El producto es la Quebrada». ¿Recurso cultural y económico para el desarrollo?
No
puede estar la cultura al servicio del turismo. El turismo tiene que estar
sujeto a las condiciones de la cultura.
Secretario
de Cultura de Humahuaca
La
puesta en valor no puede ser solo económica, sino de otros valores.
Fuente: Laura, pobladora de
Humahuaca
En la tesis de doctorado (Salleras, 2016) analizamos las disputas en relación con la construcción del valor patrimonial, dando cuenta de diferentes «lenguajes de valoración» (Martínez Alier, 2014) que se ponen en juego en los procesos de patrimonialización.[23] En este acápite nos interesa detenernos en los valores del patrimonio en tanto recurso para el desarrollo y su transformación en un producto turístico, entendido como una operación compleja, llena de tensiones y contradicciones en la que se ponen en diálogo, e incluso en confrontación, los distintos valores que se construyen alrededor del patrimonio.
En 2006, la entonces secretaria de turismo y cultura de la provincia de Jujuy, Liliana Fellner, resaltaba, en un artículo de su autoría donde narra el proceso de patrimonialización de la Quebrada, que
el turismo basado en los recursos naturales y culturales es una actividad que bien ideada y gestionada puede ser un factor decisivo de progreso tanto para los actores directamente vinculados como para las comunidades que directa o indirectamente participan en él… (2006: s/d)
Pero al mismo tiempo asumía las dificultades de llevar a la práctica la articulación entre patrimonio, turismo y desarrollo.
Cabe destacar también que en la Propuesta de Inscripción entre los valores socioeconómicos del sitio se menciona la posibilidad de desarrollar un «turismo sustentable» y un «turismo cultural», que en forma «participativa y responsable», harán «crecer a la Quebrada y a sus valores patrimoniales para las generaciones venideras» (Provincia de Jujuy, 2002:22).
Por su parte, el actual gobernador de la provincia, Gerardo Morales, en su campaña política del año 2015, señaló:
Nuestro compromiso es reestructurar un modelo de desarrollo referenciado en la Pachamama que valorice Jujuy desde su cultura, su gente, su patrimonio, sus paisajes y sus industrias culturales, creativas y las múltiples posibilidades que ofrece la enorme diversidad cultural, paisajística y patrimonial que tenemos. Pero además debe ser un modelo que ponga término a los impactos negativos que tuvo el modelo extractivo que provocó impactos ambientales y sanitarios y representó un escaso aporte al desarrollo (destacados originales).[24]
No es extraño entonces, que la idea de patrimonio cultural como recurso económico para el desarrollo esté tan fuertemente instalada en la Quebrada, y que se presente como una conjunción inevitable cuando se habla de fomentar el turismo. Incluso se menciona recurrentemente que se debe preservar la cultura para el turismo, tal como se observa en la siguiente cita:
el tema cultural es el único recurso que tiene la gente para salir a flote (…) la única alternativa está en el turismo, no hay otra. Pero busquemos que del turismo participemos todos y preservemos a la gente que ha permitido que explotemos ese lugar como turístico… (María, hotelera de Tilcara, d/p).
En la misma línea Martín, hotelero de Tilcara, sostuvo que «el turismo tiene que ser una herramienta de preservación y de rescate de los valores propios de una región. De la cultura propia de la región. A eso tiene que tender el turismo de la Quebrada». Por otra parte, el responsable de turismo de Humahuaca destacó que hay que «crecer a través de la cultura afianzando que es el hecho cultural lo que nosotros podemos mostrar al turismo…».
Pero no solo son los hoteleros y los responsables de las áreas de turismo los que plantean esta estrecha relación entre patrimonio y turismo, sino también pobladores locales. Marcelo, artesano de Purmamarca, afirmó que el turismo tendría que enfocarse en «un turismo de artesanía pura, gente viviendo dentro de su cultura, y a su vez protegiendo lo que es de ellos». Para nuestro entrevistado, la cultura puede ser una fuente económica, pero a la vez hay que protegerla. Se considera que lo que hay que ofrecer al turista es una artesanía pura, es decir, original, auténtica, en correspondencia con lo que se demanda desde el mercado turístico y patrimonial. Por otra parte, Héctor, guía local de Tilcara, planteó que se empezó a trabajar con algunos miembros de comunidades originarias en desarrollar etnoturismo, para evitar que «se pierda la esencia de lo que es la identidad del quebradeño».
De las citas expuestas se desprende la idea de que la protección del patrimonio es importante en tanto recurso para el desarrollo del turismo y se espera que a través de ese uso se produzca un mejoramiento de la calidad de vida de la población local. El patrimonio aparece como un recurso que debe ser de utilidad para resolver problemáticas socioeconómicas de la región, y a la vez debe servir para protegerlo. Pero no es cualquier patrimonio el que sirve a estos fines, sino que, para poder alcanzar ese desarrollo, se tiene que poder garantizar y mostrar cierta «esencia» y «pureza».
Como sostiene Yúdice (2002), la noción de cultura como recurso supone luchas específicas en torno a su definición que dependen de la sociedad o el campo de fuerzas en que operan. Por lo tanto, no se trata de desestimar esta estrategia en un deseo de restaurar el lugar de la cultura como ámbito separado de sus aspectos e intereses sociales y económicos, sino de reconocer las tensiones, disputas y negociaciones que sus usos generan en la Quebrada.
La promoción del patrimonio cultural como un recurso turístico es avalada por algunos pobladores, pero a la vez cuestionada por otros que rechazan que la cultura esté al servicio del turismo, o directamente, se manifiestan cansados de la utilización de sus recursos en beneficio de unos pocos. Así lo afirmó Marcelo, artesano de Purmamarca: «la gente está cansada de la utilización de sus productos, cultura y paisajes en pos del beneficio de unos pocos», y Laura, pobladora de Humahuaca, sostuvo que «se hizo un reduccionismo del patrimonio al turismo». Por su parte, Carlos, concejal de Tilcara, argumentó que «siempre se pensó que hay que declarar la Quebrada para que venga el turismo, pero eso no es lo único». En 2011, en una reunión entre funcionarios de la Secretaría de Turismo y Cultura de la provincia y representantes de las Comisiones de Sitio de la Quebrada, el Secretario de Cultura de Humahuaca dijo: «Hay que preguntarse qué vamos a hacer con nuestra cultura, con nuestro patrimonio. Si lo cultural se va a transformar en un objeto de lucro turístico estamos frente a un problema peligroso».
En línea con lo que expusimos respecto a poner el patrimonio al servicio del turismo, encontramos que el director de turismo provincial mencionó la importancia de preservar el patrimonio referido a lo que el turista espera encontrar y experimentar en la Quebrada: «gente viviendo dentro de su cultura» o hacer «un turismo vivencial, donde se participe de las actividades tradicionales de ellos». Hoteleros, e incluso funcionarios municipales o provinciales, lo presentan como un «producto» que sirve a los fines de convocar turistas y que debe ser adaptado a sus demandas. Un funcionario de la Municipalidad de Tilcara señaló: «nosotros tenemos que sostener la parte intangible para que se pueda ofrecer el paquete cultural» (Director de Cultura de Tilcara). Es decir, que el patrimonio inmaterial se debe sostener como un producto —paquete— a ofrecer a los turistas. Ese producto tiene que ser vendible y consumible para el mercado turístico.
Mariel, dueña de un hotel de Purmamarca, manifestó: «están en boga los hoteles boutique, lo cultural, lo étnico, el adobe, hay una valoración de lo originario. Entonces hoy el más calculador hace todo de adobe». Estos usos van en sintonía con una tendencia orientada a la mercantilización de lo auténtico que se sustenta en conceptos como autoctonía, tipicidad, origen. El patrimonio cobra valor en la medida en que representa algo singular, exótico, como señala Frigole (2014), el pasado y la autoctonía generan un valor de autenticidad para el presente que puede verse en frases que buscan representar: «pueblos detenidos en el tiempo», «pueblos que han conservado su carácter original, con sus calles empedradas, casas de adobe, su gente con rasgos andinos y churros».[25] En diálogo, y a la vez en oposición, a estas miradas folclóricas de la cultura como algo fijo y estático, el Secretario de Cultura de Humahuaca manifestó «no podemos volvernos a pensar como hace 500 años porque hoy es hoy, esa es la gran diferencia y nadie es igual, ni sirve ser igual».
Como señala Nivón (2010), el patrimonio como un producto que se ofrece en un mercado de bienes simbólicos es el resultado de un proceso de interpretación que consiste tanto en su selección como en su presentación, esas selecciones se ajustan a lo que buscan los consumidores. Convertir el patrimonio en producto supone un proceso de selección e interpretación que a su vez es terreno en disputa. Por su parte, Laura, pobladora de Humahuaca, remarcó: «la puesta en valor no puede ser solo económica, sino de otros valores». En la misma línea, Chango, un músico de Humahuaca, crítico a pobladores locales que buscan revitalizar la cultura como una moda y para vender al turista: «vos vas a escuchar que se dice: «tenemos que hacer nuestras comidas», «tenemos que sembrar nuestros productos», «tenemos que hacer ropas propias», «tenemos que hacer nuestra música». ¿Para qué? Para vender al turista». Según nuestro entrevistado el patrimonio tiene un valor inalienable, mientras que para otros no es un problema escenificar sus prácticas y conocimientos frente a los turistas, ajustándose a lo que esperan ver, aun conscientes de que se trata de una puesta en escena. Es preciso tener en cuenta que los reclamos y demandas de los pobladores locales, se reconozcan como indígenas o no, no siempre están ceñidos a la protección de su cultura. Tampoco debe perderse de vista que no se trata de un actor unívoco y homogéneo en su interior, sino que se presentan diferentes perspectivas entre sí, y evocan distintas posturas en torno a los usos del patrimonio y el territorio para fines turísticos.
Estos procesos ligados a los usos económicos del patrimonio y, como veremos a continuación, también del territorio, nos hablan de una relación conflictiva con lo que se concibe como desarrollo. Poner la cultura o el patrimonio al servicio del turismo es un hecho que despierta fuertes cuestionamientos en relación con cómo se representa el patrimonio, quiénes lo hacen y para quiénes. En este sentido, resulta interesante pensar en el territorio no como un mero escenario donde los procesos se desarrollan por sí solos y en armonía, sino como un espacio de lucha material y simbólica donde los actores buscan dominarlo y apropiarlo e imponer su mirada como hegemónica.
A continuación veremos las diferentes problemáticas que emergieron a raíz del incremento del turismo en la Quebrada. Para ello nos nutriremos de otras investigaciones que han abordado las transformaciones y reconfiguraciones territoriales que se desplegaron en la región (Salleras y Borghini, 2014; Borghini, 2012; Troncoso, 2012; Bergesio y Montial, 2008 y 2010; Belli, Slavutsky, y Argañaraz, 2005 a y b), asimismo recurriremos a las entrevistas y notas de campo elaboradas durante el período de nuestro estudio. Cabe señalar que, si bien no fue objetivo de nuestro trabajo detenernos en un análisis detallado de las transformaciones que se sucedieron a raíz del crecimiento del turismo —ya que fueron analizadas en otras investigaciones, nos interesa dar cuenta de los múltiples conflictos que generó la patrimonialización en la Quebrada y de la complejidad del caso analizado.
5.3 «La infraestructura colapsó»
Es
que vos no podés presentar un patrimonio sin la proyección de cómo va a crecer.
Joaquín,
presidente de la Cámara de Turismo, San Salvador de Jujuy
Y
dónde colapsó todo, colapsó desde la infraestructura, la falta de agua, gente
que se ha tenido que ir, gente que ha tenido que devolver plata porque había
venido por muchos días y se tuvo que ir, porque no había agua, no había nada
Fuente: Carlos, concejal de Tilcara[26]
Entre febrero y marzo de 2011 realizamos junto con una compañera un largo trabajo de campo en la Quebrada. Ese año comenzaba a correr el nuevo calendario de Feriados Nacionales y días no laborables, entre los que se incluían dos días de Feriado Nacional por Carnaval (Decreto 1584/2010). La movilización de turistas hacia los distintos destinos del país fue masiva, incluida la Quebrada donde el Carnaval es una fiesta anhelada durante todo el año por los jujeños, y muy diferente a la del resto del país. La mayoría de nuestros entrevistados señalaron que durante esos días la Quebrada se vio «colapsada» y que la «falta de previsión ocasionó muchos inconvenientes». Además de esta fecha puntual donde la capacidad hotelera y de servicios se vio (y suele verse) superada, todos nuestros entrevistados manifestaron que el aumento del turismo no fue acompañado por las obras de infraestructura necesarias para contener el incremento en el número de pobladores y visitantes.
Cabe señalar, que desde la Inscripción de la Quebrada como Patrimonio Mundial, distintos documentos elaborados por organismos públicos y privados fueron dejando constancia de la ausencia o déficit de la infraestructura básica para sostener el crecimiento del turismo en la región. En tales documentos se manifiestan problemas tales como: la falta o escasez de agua, la falta de defensas fluviales, de gas, de comunicaciones, de cloacas, de energía eléctrica, el manejo inadecuado de residuos, el aumento de la construcción sin la elaboración de un plan de ordenamiento territorial, entre otros (Programa de fortalecimiento y estímulo a destinos turísticos emergentes —PROFODE—, 2004; Plan de Desarrollo Turístico Sustentable, 2006[27]; AGN, 2010[28]).
En este sentido, en 2011 casi todos los actores entrevistados coincidieron en que no se había adecuado aún la provisión de servicios básicos al aumento de la población y a la gran cantidad de turistas que visitaron las distintas localidades en temporada alta. Durante el Carnaval de ese mismo año se pudieron registrar cortes de agua y de luz en la mayoría de los grandes hoteles y viviendas particulares, dificultades en la provisión de alimentos en los restaurantes, falta de higiene en las calles, tanto como problemas de tránsito en la entrada de las localidades. Silvia, docente de la Tecnicatura de Turismo de Humahuaca, señaló: «No da para más porque no había agua, no había comida, no había nafta (…) fue un caos». Algunos pobladores mencionaron también el colapso de las cloacas (en especial en Purmamarca), inundaciones y dificultades en la recolección de residuos sólidos. A todas estas cuestiones se suma la existencia de hospedajes con piletas, jacuzzi y tanques de agua que reservan muchos litros de agua en una región donde el recurso es escaso y se ve agravado en épocas de auge turístico: «Cuál es el problema, yo soy una persona corriente y gasto poca agua, pero los hoteles gastan en jacuzzi, en las personas que hospedan, en piletas, en lavar un montón de cosas» (Marcelo, artesano de Purmamarca).
Si bien los funcionarios municipales mencionaron algunas acciones puntuales llevadas a cabo,[29] también reconocieron la gravedad de estos problemas y la necesidad de implementar políticas para enfrentarlos. No obstante, atribuyen al gobierno provincial la responsabilidad de efectuar reformas.
En 2009, en contraposición con los planteos efectuados por los funcionarios de las intendencias, el director de turismo provincial mencionó las responsabilidades municipales:
también ha generado [el turismo] efectos negativos por falta de planificación donde hoy nos vimos superados. (…) Donde no hubo una planificación, ni siquiera hubo a nivel local, municipal de cómo se iba a hacer el crecimiento de estos pueblos. (…) Porque, lamentablemente o no, depende como uno tome la situación, los estados municipales son autónomos y se hicieron antes de que exista una legislación provincial, de que tome el patrimonio. (…) Realmente en esos años faltó una planificación. Esto ha generado no solo estos inconvenientes, sino también problemas de agua, cloacas, energía eléctrica, recolección de residuos, etcétera
Interesa recordar que el Plan de Gestión de la Quebrada de Humahuaca Patrimonio Mundial recién fue presentado en 2009 y hasta nuestra última visita a la Quebrada, en 2012, no había comenzado a implementarse, y tampoco se había logrado alcanzar un consenso respecto a la conformación del Instituto de Gestión. En el Informe de la AGN (2010) detallado anteriormente también se menciona esta falta de consenso con el Instituto de Gestión y entre los referentes del sitio para su administración (gobierno provincial, intendencias, comisiones de sitio locales, comunidades indígenas). Entonces, la idea de un desarrollo sustentable ha quedado entrampada en una apelación más retórica que real. Así, durante ese año, el responsable de la Unidad de Gestión de la Quebrada (UGQ) volvía a reconocer los problemas de infraestructura:
Falta infraestructura, creo que hay que fortalecer las escuelas, las cloacas, todos los servicios, aguas, caminos, todo ese tipo de cosas. Hay que empezar a hacer un desarrollo de conciencia realmente importante con el tema del turismo. El turismo arrasó con todo.
Como puede apreciarse, la superposición de jurisdicciones hace que se responsabilicen entre sí los distintos niveles estatales. Los municipios reclaman recursos y obras, y la provincia mayores controles en las habilitaciones.
En relación con las posibilidades de impulsar emprendimientos turísticos en la región, veremos que han quedado en manos de quienes tuvieron el capital necesario para desarrollarlo (por lo general personas «de afuera»[30] o gringos[31]) y los pobladores locales han debido desempeñarse como empleados, tal como veremos a continuación.[32]
5.4 Beneficios económicos y trabajo: «de qué, para quién y a costa de qué»
Lo
bueno de esto es que ha generado la posibilidad de tener trabajo.
Pablo,
guía de Tilcara
Acá
estuvimos viendo que la población de Purmamarca por ahí trabaja en los hoteles,
pero en los puestos menos pagos.
Dante,
docente de los Talleres Libres de Artes y Artesanías de Purmamarca
Nosotros
decíamos que no queríamos que la gente de Humahuaca sean «empleados de», sino
que queríamos que sean protagonistas.
Fuente: Lorena, coplera de
Humahuaca
El crecimiento del turismo es visto por varios actores como un aspecto positivo de la Inscripción en la medida en que generó fuentes de trabajo y aumentaron las ventas para quienes tenían algún comercio o decidieron poner un puesto en las plazas de las localidades. Por ejemplo, en Purmamarca casi todos nuestros entrevistados mencionaron que un número importante de la población vive del turismo y que: «el turismo es lo mejor que le puede haber pasado a Purmamarca (…) En lo personal fue buenísimo, con el turismo pude armar mi casa, mis hijos están estudiando, me dediqué a hacer instrumentos y vendí bien» (Román, artesano de Purmamarca).
Ahora bien, sobre el mercado de trabajo no se cuenta con datos estadísticos actualizados de la provincia y de la región Quebrada luego del Censo Nacional de Población y Vivienda, realizado por el INDEC en 2001.[33] Borghini (2012) y Troncoso (2012) han analizado la relación entre turismo y trabajo en la Quebrada a partir de entrevistas, la primera, y de encuestas y entrevistas grupales, la segunda.
En base a las investigaciones mencionadas y a nuestra experiencia de campo observamos que, en líneas generales, los trabajadores del sector turístico reconocieron que el incremento de la actividad en la región generó «beneficios» pero a la vez profundizó desigualdades (Borghini, 2012; Troncoso, 2012). En relación con los aspectos positivos, hay una percepción bastante difundida de que el turismo ha generado bienestar para la población local, debido al aumento del empleo que ayudó también a detener la emigración de jóvenes hacia otras ciudades en busca de trabajo o bien, a través de la generación de iniciativas más informales de venta de productos u ofrecimiento de alojamiento:
Hay nuevas fuentes de trabajo, algunas en relación de dependencia en hoteles y restaurantes, y algunas pequeñas actividades independientes. El que puso puestito en la plaza, la señora que vende tortillas en la calle, el que habilitó el patio de la casa para poner carpas o alquila camas. (Gustavo, hotelero de Tilcara)
Asimismo, en los últimos años proliferó la apertura de «comedores» donde asisten pobladores locales y también turistas porque su precio es más accesible a otros instalados por emprendedores «de afuera», entre otras actividades. A pesar de esto, muchos entrevistados se mostraron críticos del proceso de crecimiento turístico, sostuvieron que hubo una apropiación desigual de los beneficios de esta actividad que favoreció a «los de afuera», a «los gringos» y a aquellos que tuvieron el capital necesario para desarrollar emprendimientos de mayor envergadura (Borghini, 2012; Troncoso, 2009).[34] En esta línea, de acuerdo con Borghini (2012), muchos trabajadores del sector, en especial los nacidos y criados en Humahuaca, Tilcara y Purmamarca, expresaron el deseo de realizar inversiones turísticas aunque remarcaron los obstáculos que tuvieron, a diferencia de «los de afuera», por no contar con un capital económico inicial o una propiedad y por la inaccesibilidad a las líneas de crédito existentes.
La mayoría de los residenciales son de gente de afuera. Nosotros lo que esperábamos es que el Estado nos ayudara, pensábamos que al ser patrimonio íbamos a poder contar con préstamos o créditos más flexibles para poner una casa de venta de artesanías, poner un residencial, pero nada de eso ocurrió. (Luis, artesano de Humahuaca)
Para obtener un crédito se solicita contar con recibo de sueldo o con garantías propias o de terceros, muchos pobladores de estas tres localidades no pueden cumplir con estos requisitos por trabajar en negro y no tener títulos de propiedad de las tierras.
Los créditos para esta gente, te pedían títulos de propiedad de las tierras cosa que ya el 80 % quedaba afuera porque son sucesiones indivisas o asentamientos o lo que sea. Después tenés última cuota de autónomo, 130 % de garantía real, con lo cual era imposible que la gente local saque el crédito para mejorar sus emprendimientos (…) con el aumento de las tierras mucha gente joven se quedó queriendo aprovechar, pero ya no podían comprar la tierra porque valen una fortuna, entonces se quedaron y terminaron trabajando de empleados en los emprendimientos hoteleros. (Presidente de la Cámara de Turismo)
A fin de poder desentrañar el origen de estos conflictos, Borghini (2012) analizó los recursos y la procedencia de propietarios de inversiones turísticas (en especial de los hoteleros). En base a la información recabada en entrevistas realizadas a pobladores, propietarios y funcionarios de estas tres localidades y a documentos entregados en las tres intendencias, la autora señala que los hoteleros en Tilcara, Purmamarca y Humahuaca no constituyen un grupo homogéneo y cohesionado, sino que se trata de actores que atravesaron diferentes trayectorias y contaron con diversos capitales. No obstante, casi todos ellos tuvieron inicialmente los recursos económicos necesarios para la compra o contaron con terrenos familiares. Esto confirma la situación de desventaja en que se ubicaron los pobladores locales.
Además, se registró otra controversia en torno a quiénes obtuvieron los puestos de trabajo más calificados, que en general son los mejor remunerados. Nuevamente la mayoría de los trabajadores entrevistados coincidieron en que los trabajadores asalariados calificados son personas nacidas fuera de la región Quebrada o que han vivido un tiempo afuera, generaron contactos y obtuvieron conocimientos que les permitieron acceder a mejores puestos de trabajo en turismo. Solo hay algunas excepciones de lugareños que se formaron en la Tecnicatura de Turismo de Humahuaca y han accedido a una mejor posición laboral.[35] Al indagar sobre los puestos en los que trabaja la población local de más bajos recursos, dos entrevistados diferentes señalaron: «Mechero, mucamas… terminás siendo negrito de ellos. Me parece que es una forma también de esclavitud» (Roberto, secretario de los Talleres Libres de Purmamarca); «es raro que haya gerentes morochos» (Mariana, empleada de hotel de Tilcara).
De acuerdo con la cita que expusimos al inicio de este apartado acerca de que la población de la Quebrada esperaba ser protagonista de este proceso y no empleada de quienes tuvieron los recursos financieros para hacer sus emprendimientos, Lorena (coplera de Humahuaca) sostuvo que: «en Tilcara hay hosterías y hostales por todos lados y la gente del lugar sigue siendo empleada, o sea que no es protagonista».
Por otra parte, identificamos tensiones entre los hoteleros que tienen sus emprendimientos en regla y los lugareños que ofrecen alojamiento en sus casas sin estar inscriptos y habilitados para recibir turistas. Los primeros se quejan porque dicen que es competencia desleal y que «genera perjuicio para los que pagan los impuestos y los que trabajan en el marco de la Ley» (Darío, hotelero de Humahuaca). Además, señalan que el ofrecimiento de hospedajes a tan bajo costo promueve un turismo de hippies que quieren evitar. Otro hotelero de Humahuaca mencionó: «Nadie regula acá, acá si vos mañana esa pieza la querés alquilar la alquilás, nadie te va a decir nada; no hay Secretaría de Turismo, como te digo, no hay política de turismo» (Pablo, hotelero de Humahuaca).
Por último, se observaron fuertes críticas hacia la precariedad en las condiciones de trabajo. Nos referimos al gran número de empleados en negro, sin protección estatal ni seguros sociales que existen en el mercado de trabajo turístico de estas localidades.
Hasta aquí hemos analizado brevemente las posibilidades y desigualdades que generó el incremento del turismo tanto en términos de acceso a fuentes de trabajo como en relación con las oportunidades para que la población de la Quebrada pueda desarrollar sus emprendimientos. Vimos también las tensiones entre los «locales» y aquellos que vinieron de «afuera» a instalarse en la región con distintos emprendimientos turísticos. Esta situación de desigualdad en el acceso a los «beneficios económicos» del turismo está vinculada también con las posibilidades de acceso a la propiedad de la tierra. Problemática que, como señalamos, se profundizó luego de la Inscripción y del incremento del turismo. Además, los conflictos ligados con la provisión de servicios (agua, luz, tratamiento de basura) están relacionados tanto con el crecimiento de la infraestructura hotelera, de restaurantes y locales, y también con procesos locales que expondremos a continuación vinculados al incremento poblacional y los problemas de acceso a la tierra y vivienda.
5.5 Tierra, crecimiento poblacional y nuevos barrios
Y
cuando se hizo la Declaración de patrimonio, nadie era propietario, entonces
ahora viene cualquier persona para comprar.
Fabricio,
miembro de CS de Purmamarca
No
tenemos las escrituras, no tenemos los títulos, antes de la formación de la
República vivían nuestros abuelos aquí, es un problema grande. Esto genera
problemas internos entre los pueblitos.
Fuente: Chango, músico de Humahuaca
Uno de los problemas más graves que identifican los distintos actores como consecuencia de la Inscripción es la valorización de las tierras y la intensificación de los conflictos para acceder a los títulos de propiedad: «Ya había conflictos de tierra, falta de títulos y ahora surgen nuevos porque la tierra se revalorizó» (presidente de la Cámara de Turismo). Esta problemática histórica se profundizó con el crecimiento del turismo en la región y la especulación inmobiliaria, el aumento poblacional de algunas localidades, entre otros factores (Troncoso, 2012; Borghini, 2011; Bergesio y Montial, 2008, Belli, Slavutsky, Argañaraz, 2005a). La mayoría de nuestros entrevistados señalaron que «con la Declaración de patrimonio se encarecieron los terrenos y la gente del lugar no puede acceder a la tierra» (Fernando, docente de Humahuaca), y que además «aparecieron más «dueños» reclamando tierras y comenzaron a abrirse un montón de juicios» (Laura, pobladora de Humahuaca). Un integrante de una comunidad indígena señaló: «La Declaración de patrimonio fue un proceso jurídico, pero también no debemos perder de vista que, por detrás, y antes incluso, hubo todo un proceso económico de valorización de las tierras» (Mario, ICI en reunión realizada en Humahuaca) (ver Imágenes 3 y 4).
En la Propuesta de Inscripción presentada a la UNESCO se hace una breve referencia a la situación de la tierra en la Quebrada pero no se mencionan los múltiples conflictos y demandas existentes respecto a esta problemática de la provincia y de la región. Si bien se reconoce la situación de precariedad de las tierras, no se realiza un análisis de largo plazo que prevea los impactos del crecimiento de la actividad turística.[38]
Jujuy, como muchas otras provincias de nuestro país, ha estado históricamente atravesada por demandas y luchas de la población por el acceso a la propiedad de sus tierras. Hay numerosas porciones de tierra ocupadas desde hace décadas por pobladores que no poseen títulos de propiedad, y que tampoco han hecho juicios de prescripción adquisitiva para obtener la posesión.[39] A esto se suman la gran cantidad de comunidades indígenas que han obtenido personerías jurídicas en la provincia y que reclaman el derecho a sus territorios ancestrales.[40] Tal como se menciona en la cita que sigue, hay quienes señalan que:
los pueblos originarios no están acostumbrados a pedir papeles, a tener escritura, porque nosotros somos muy respetuosos, tiene que ver con cuestiones mucho más profundas que son filosóficas en el mundo andino, si vos vivís ahí nadie te va a ir a ocupar tu tierra. La gente no tenía papeles, en general, la mayoría de las casas estaban en tierras fiscales. Entonces qué pasó, se generó un negocio… (Héctor, guía local de Tilcara)
Recordemos que uno de los requisitos para poder solicitar los títulos de propiedad de las tierras es que las comunidades tengan la personería, por lo tanto, tal como mencionó una entrevistada: «Todas las comunidades piden la personería jurídica para poder hacer un arreglo con el tema de las tierras» (Lorena, coplera de Humahuaca).
Los problemas de tierra se fueron profundizando a lo largo de los años, a lo que se sumó el aumento poblacional de la Quebrada. Según datos del Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda (1991, 2001 y 2010) entre los años 2001 y 2010 el crecimiento poblacional de los departamentos de Tilcara y Tumbaya fue de un 8,4 %. De acuerdo con Cowan Ros (2008) diversos hechos permiten explicar este crecimiento. Por un lado, la profundización de la crisis y concentración de la industria azucarera durante la década de 1990 hizo que muchas familias de excañeros que emigraban por la búsqueda de trabajo volvieran a la Quebraday se instalaran en la producción agrícola. Por otro, se registró, desde las últimas décadas del siglo XX, una tendencia novedosa de migraciones dentro de la Quebrada desde los ámbitos rurales hacia los principales centros urbanos (en particular en Tilcara y Humahuaca), como consecuencia del arribo de gran cantidad de trabajadores expulsados de las minas El Aguilar y Pirquitas (Janoschka, 2003).
Por lo demás, el aumento del turismo también tuvo un efecto en el incremento poblacional, tanto por la llegada de nuevos actores que invirtieron allí, como por la permanencia de otros que solían migrar en busca de trabajo. Si a estos datos migratorios sumamos los referidos al aumento en el número de comunidades indígenas con personería jurídica que reclaman sus territorios, la falta de los títulos de las tierras y el incremento en alojamientos abiertos allí, es posible comprender el enorme crecimiento del valor de las tierras en Tilcara, Humahuaca y Purmamarca y la intensificación de los conflictos. Esto generó un mercado inmobiliario que potenció aun más la valorización y terminó por provocar el desplazamiento de una parte de la población a las periferias de estas localidades.[41] El director de turismo de la provincia reconoció que,
La tierra se ha valorado muchísimo. (…) Se produjo una explosión de estas inversiones, un revalúo de las tierras muy grande (…) Esto ha generado en algunos casos, conflictos. Se habla de gente que no es de la Quebrada, pero somos jujeños lo mismo. Entonces por ahí ocurre un enfrentamiento.
En este proceso se enmarcó la formación de nuevos aglomerados urbanos en las periferias de Tilcara, Purmamarca y Humahuaca. Nos referimos, por ejemplo, a la creación del barrio Sumaj Pacha, a la vera de la Ruta Nacional 9 en las afueras de Tilcara. Al establecimiento del asentamiento de Chalala, sobre la Ruta Nacional 52 en el camino al Paso de Jama, a poco más de 2 kilómetros de Purmamarca; y en Humahuaca a los barrios Santa Rita, Santa Bárbara, 23 de agosto y Alto Independencia.[42]
Cabe señalar que en el caso de Humahuaca, este crecimiento estuvo más vinculado al cierre de la mina El Aguilar en la década de 1990, que se encontraba en las cercanías de este centro urbano. En los otros dos, la creación de los barrios no fue valorada del mismo modo por los distintos actores entrevistados. Aquellos que lo describen de manera positiva señalaron como una conquista la asignación de estos terrenos para sus residentes. En Tilcara, el intendente remarcó la creación de Sumaj Pacha como una victoria del municipio en la resolución de los problemas de vivienda. El caso de Chalala es narrado por sus habitantes como un triunfo de la comunidad indígena en la entrega y titulación comunitaria de su territorio. Para los críticos, la creación de estos barrios da cuenta de la falta de espacios en los centros urbanos que, según algunos manifiestan, comenzaron a ser ocupados en su mayoría con establecimientos de servicios turísticos, que genera un desplazamiento de habitantes. En una de las entrevistas realizadas en Purmamarca, mencionaron: «la tierra se valorizó muchísimo y hoy la gente originaria del lugar se ha visto desplazada a las afueras de Purmamarca» (Roberto, secretario de los Talleres Libres de Purmamarca).
6. Conclusiones
Hasta aquí hemos abordado distintos conflictos que se viven en la Quebrada a raíz del crecimiento del turismo, la falta de planificación de la actividad, los usos del patrimonio para fines turísticos, y otros hechos —de más larga data— como la entrega de la titularidad de las tierras a la población local, que ponen en cuestión el concepto de «desarrollo».
Además, observamos que la «sustentabilidad» por la que tanto se aboga ha sido más retórica que real. Entendiendo que la sustentabilidad no debe ser solo económica sino también ambiental y social. Frente a estos conflictos, cabe preguntarse cómo es posible pensar en un «desarrollo sustentable» en una región donde una parte importante de la población no tiene el acceso a la propiedad de la tierra, que porta significado no solo como un elemento de reproducción social y económico sino también como sustento material y simbólico para la creación y recreación de sus prácticas y manifestaciones culturales.
En el trasfondo de estas iniciativas de aprovechamiento del patrimonio como un recurso «rentable» para promover el desarrollo del turismo en la región se consideró al territorio como un mero escenario donde lleva a cabo estas políticas y no como una construcción, un artefacto, un producto conflictivo y contradictorio en el que distintos actores —Estado, sector turístico, pobladores indígenas y no indígenas— disputan y ponen en juego distintas estrategias, intereses y valores para apropiárselo (Mançano Fernández, 2005). El territorio no es un dato fijo o previo, sino el resultado de relaciones sociales y de poder. Se trata de un recurso estratégico que podrá ser movilizado por diversos grupos sociales en particulares contextos históricos y geográficos (Haesbaert, 2004). En este sentido, la patrimonialización fue acompañada por un proceso de reconfiguración de la Quebrada como lugar turístico donde se dio lugar a una apropiación desigual del territorio tanto en su dimensión material como simbólica. Los pobladores locales no solo tuvieron mayores dificultades para acceder a la tierra sino que también, en muchos casos, fueron desplazados por el incremento de los emprendimientos hoteleros y subsumidos a ser sus empleados.
Muchas veces las políticas públicas impulsadas por los gobiernos, limitan las ventajas de la relación entre cultura/patrimonio y desarrollo sustentable, a los beneficios materiales/económicos y a la generación de ingresos. Sin embargo, tal como advierte Prats (2003), no siempre la ecuación patrimonio más turismo es igual a desarrollo, ya que con frecuencia el incremento e impulso de esta actividad se lleva a cabo ignorando o devastando el patrimonio (natural o cultural) y provocando impactos insostenibles a largo plazo. Es importante preguntarse qué se entiende por desarrollo y cómo es interpretado por los diferentes actores, y también los sentidos que tiene para la población su patrimonio, que —como hemos visto— muchas veces son distintos a los definidos desde las instituciones del Estado, desde el sector turístico y desde organismos internacionales. Parece existir una tendencia a creer que la simple patrimonialización de un lugar no solo va a generar «protección», sino también procesos de (re)valorización y desarrollo. Sin embargo, los hechos desencadenados en la Quebrada nos han permitido observar que las políticas y acciones en pos del desarrollo y el reconocimiento cultural y patrimonial, no resuelven por sí mismas las desigualdades económicas, sociales y culturales, si no hay un trabajo orientado a desmantelar las relaciones estructurales de poder y dominación sobre los que se montan.
Referencias
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Otras fuentes y documentos consultados
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INDEC – Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI), 2004–2005.
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Ministerio de Turismo de la Nación (2014). Anuario Estadístico de Turismo.
Documentos e informes nacionales y provinciales:
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Secretaría de Turismo y Cultura de Jujuy (2009). «Plan de Gestión de la Quebrada de Humahuaca – Patrimonio Mundial».
Horwath Argentina–Horwath Consulting (2006). «Plan de Desarrollo Turístico Sustentable de Jujuy», elaborado para la Secretaría de Turismo y Cultura de Jujuy.
Secretaría de Turismo de la Nación (2004). «Programa de Fortalecimiento y Estímulo a Destinos Turísticos Emergentes (PROFODE)».
Provincia de Jujuy (2002). «Quebrada de Humahuaca. Un itinerario cultural de 10.000 años. Propuesta para la inscripción en la Lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, San Salvador de Jujuy.
Notas