Artículos de investigación

Análisis de la obra Conceptos sobre las artes por Juan León Mera (1894)

LUIS FERNANDO CARRERA
Ecuador

Designio. Investigación en diseño gráfico y estudios de la imagen

Fundación Universitaria San Mateo, Colombia

ISSN-e: 2665-6728

Periodicidad: Semestral

vol. 3, núm. 1, 2021

designio@sanmateo.edu.co

Recepción: 28 Septiembre 2020

Aprobación: 15 Octubre 2020



© Fundación Universitaria San Mateo, 2021.

Resumen: El presente artículo aborda la obra Conceptos sobre las artes del escritor y político ecuatoriano Juan León Mera, escrito en 1894. El ensayo de Mera sienta perspectivas personales del autor con respecto al mundo de las artes, sus características y su rol espiritual en la sociedad decimonónica. Entonces, el objetivo es analizar la definición del concepto de “las artes”, proporcionada por el autor. A través de una examinación del texto, se vislumbran los alcances y límites de esta palabra dentro del contexto de las sociedades modernas de finales del siglo XIX consideradas por Mera como culturas civilizadas.

Palabras clave: artes, estética, espiritualidad, belleza.

Abstract: The present paper approaches “Conceptos sobre las artes” work from the Ecuadorian writer and politician Juan León Mera, who wrote it in 1894. The Mera’s essay sets personal perspectives from the author in regard to arts world, its characteristics and spiritual role in nineteenth-century society. This article analyzes the “arts” concept definition, provide by the author. Through a text examination, it is glimpsed the scope and limits of this word within modern societies context late XIX century that Mera considered as civilized cultures.

Keywords: arts, esthetic, spirituality, beauty.

Introducción

Juan León Mera, personaje sobresaliente en la historia ecuatoriana; ensayista, novelista, político, pintor y creador del himno nacional. En el ámbito político Mera era partidario del gobierno de García Moreno, en el ámbito pictórico solía crear pinturas costumbristas y románticas. Hijo de madre soltera, a los veinte años de edad dejó su natal Ambato para convertirse en alumno del afamado pintor Antonio Salas.

En 1854 publicó sus primeros trabajos literarios en el periódico “La Democracia”. En 1874 fue miembro de la Real Academia Española y fundó la Academia Ecuatoriana de la Lengua. En 1879 publicó su novela Cumandá y con este trabajo literario fue considerado uno de los precursores de la novela ecuatoriana. En su carrera política desempeñó los cargos de gobernador de la Provincia de Cotopaxi, secretario del Consejo de Estado, senador y presidente de la Cámara del Cenado y del Congreso Nacional.

Entre sus numerosos escritos, la obra Conceptos sobre las artes plasma sus propias reflexiones con respecto al mundo del arte en sus varias formas. El presente artículo explica bajo qué parámetros el autor define “las artes”; así como los alcances y límites de esta definición dentro de la sociedad decimonónica moderna propuesta por el autor.

De la mano de diferentes autores, se resumirá y analizará la obra Conceptos sobre las artes de Juan León Mera. Cabe resaltar que este trabajo fue escrito por un autor conservador del siglo XIX por lo cual no es de extrañarse que esta obra se encuentre dotada de una mirada religiosa, europeizada y regionalista. De igual manera, el punto de vista que el autor otorga a su trabajo es netamente personal, por lo tanto, al repasar esta lectura se estudia exclusivamente el pensamiento de un escritor del siglo XIX, el cual no representa el pensamiento de toda la sociedad ecuatoriana de la época.

Por este motivo, el objetivo primordial de este análisis es el de examinar exclusivamente la mirada de Juan León Mera sobre el arte. Así, se dividirá en tres (3) partes. En la primera parte se expone sobre el concepto de la estética, el buen gusto y la espiritualidad en la práctica artística. En la segunda se trabaja el rol de las artes y la moral. Por último, se describen las condiciones climáticas y los aspectos que Mera considera debe poseer una sociedad para generar arte; además, se abarcan ciertos ejemplos propuestos por el autor donde se advierte cómo su propio concepto se ve aplicado en el entorno cultural en el que se encuentra situado.

La estética y buen gusto en el arte

Aunque a lo largo de su vida Juan León Mera tuvo un estrecho vínculo con la pintura, es importante mencionar que él no se consideraba a sí mismo un artista. Con respecto a este punto, Mera confiesa: “no soy arquitecto, ni escultor, ni pintor, ni músico.” (Mera, 1894, p. 291). Mera se autodefine como escritor quien en este ensayo presenta conceptos personales sobre el arte. Estos conceptos compaginan con una visión conservadora y moral sobre la producción de arte.

Es importante notar que la sociedad conservadora en Ecuador a lo largo de la historia se ha caracterizado por un arraigado catolicismo; por esta razón es comprensible que el autor posea una visión espiritual que abarque todos los aspectos de su vida, en este caso el arte. Un ejemplo de esto es el comparar al concepto de la estética con el dogma católico, con respecto a este tema el autor afirma que “la estética no es invención humana, pues existe esencialmente en la creación; puede compararse, bajo este aspecto, con el dogma religioso que existe innato” (Mera, 1894, p. 295).

De esta manera, el autor asume la existencia de una relación estrecha entre el arte y la religión; sienta a la estética como la piedra angular para criticar y evaluar una obra artística ya que, según Mera, la estética es un elemento que forma parte de la creación divina al encontrarse presente en la naturaleza. Con respecto a la naturaleza, Mera encuentra estética en la habilidad de los “seres irracionales” de crear elementos de cualidades arquitectónicas y musicales para sus vidas cotidianas. Sin embargo, el autor alega que este tipo de acciones no pueden ser consideradas arte puesto que vienen de las necesidades materiales, mientras que el arte refiere a una necesidad de crear obras que responden a las inquietudes del espíritu.

Con este fragmento en su ensayo, el escritor desea proponer la idea de que la estética ha estado presente en los seres y elementos de la naturaleza desde cientos de años pues forma parte de la creación divina. No obstante, aunque la estética exista en la naturaleza, Mera explica que los animales no han de ser considerados artistas puesto que sus habilidades permanecen estáticas en el tiempo. En palabras de Mera: “el castor y la abeja son arquitectos, el ruiseñor y el canario son músicos; pero se han quedado con sus artes como las aprendieron de la naturaleza cuando Dios los creó” (Mera, 1894, p. 291); en cambio, la habilidad artística en el ser humano es perfectible.

Ahora bien, como Mera menciona que la estética forma parte de la creación divina, este concepto se eleva como “autoridad” a la hora de evaluar una obra de arte puesto que es una de las “leyes justas y sabias” (Mera, 1894, p. 295) que rigen a la naturaleza. Más adelante en su texto, el autor señala que los cánones bajo los cuales se mide la estética en el arte responden a parámetros europeos provenientes de las escuelas de arte italianas. Mientras la estética es un concepto que nace del trabajo de Dios y responde a ciertos parámetros preestablecidos, el “buen gusto” es una cualidad que viene de la inteligencia del ser humano y sus procesos reflexivos.

Cuando Mera habla de la estética la relaciona al buen gusto. Esta cualidad en el arte es enteramente subjetiva y depende de las preferencias personales del autor, sin embargo, Mera destaca “el buen gusto” como una cualidad que yace en el ser humano y que es muy importante para la creación de una obra de arte de calidad. Para explicar el concepto del buen gusto, Mera resalta el proceso de pensamiento crítico que conlleva a la creación de una obra arquitectónica declarando que “en una obra arquitectónica se ve la labor de las ideas, se comprende el designio que ha guiado esa labor, se siente el aliento de aquella facultad del ser humano llamada gusto” (Mera, 1984, p. 292). Para Mera el buen gusto era clave para que el artista plasme belleza en la obra de arte. Como el buen gusto formaba parte de la inteligencia del ser humano, esta cualidad debía ser desarrollada hasta alcanzar la “belleza celestial”.

De acuerdo con este primer resumen de la lectura, se puede apreciar que tanto la estética cómo el buen gusto son cualidades otorgadas por Dios a la humanidad y la naturaleza. Sin embargo, es importante resaltar que mientras la estética se encontraba presente en todos los elementos de la creación divina, el buen guasto sería una cualidad exclusiva del ser humano que puede ser desarrollada en el tiempo. Este pensamiento era muy común dentro de una sociedad católica conservadora.

Como ya se ha mencionado, dentro de una sociedad conservadora todos los aspectos de la vida giran en torno a Dios y el dogma católico. De igual manera, las ideas que plasma Mera en este ensayo poseen una relación estrecha con el arte romántico. El Romanticismo fue un periodo artístico que nació en los últimos años del siglo XVIII y se extendió a lo largo del siglo XIX en Europa. A través de esta lectura, se puede ver cómo el Romanticismo también llegó a ser adoptado por artistas y pensadores latinoamericanos como Mera.

La corriente romántica buscaba una reconciliación en el arte entre el plano terrenal y el plano celestial. Para Friedrich Hegel, el arte romántico “tiene como su contenido sustancial la unión del espíritu con su esencia […] la reconciliación de Dios con el mundo” (Hegel, 1989, p. 391). Este fragmento rescatado de la obra Lecciones sobre Estética, escrito entre 1820 y 1829, engloba de forma concreta la visión de Juan León Mera con respecto al arte, aunque se hable de obras con casi 60 años de diferencia.

El Romanticismo en Europa se extendió por un largo periodo de tiempo. Este movimiento buscaba una unión con la divinidad; de acuerdo con lo expresado en la obra del autor, el romanticismo puede ser un movimiento relacionado con la visión católica de Mera pues promueve una conexión espiritual entre la materialidad de la obra de arte y el espíritu humano. Para el autor parecería ser que tanto el arte como la espiritualidad pueden ser trabajados y perfectibles hasta alcanzar un grado de “belleza celestial”. En este caso, la belleza celestial de la que parecería hablar Mera es una condición en la obra de arte donde muestra tener su propia alma, o bien, donde el autor de aquella obra haya logrado plasmar su propia alma en la obra.

Para Mera la “belleza celestial” es el grado máximo de unión entre la materialidad del arte y el espíritu. A través de su ensayo se evidencia cómo el autor consideraba al buen gusto y la estética como elementos importantes que conducían a la obra de arte a cumplir con el objetivo de expresar un grado celestial de belleza. Esta perspectiva del escritor lo convierte en un hombre bastante crítico de las efigies religiosas exhibidas en algunas iglesias y conventos de Ecuador. Como católico practicante, Mera hubiese esperado que los templos de adoración cristiana estuviesen colmados de pinturas y esculturas con una belleza celestial inimaginable.

No obstante, en su texto se aprecia que el arte religioso ecuatoriano no cumple sus expectativas personales; Mera arremete de forma tajante contra el “mal gusto” en el arte sacro de los templos al punto de plantear la destrucción y el “iconoclasticismo” de las efigies “que obligan al pueblo a formarse una erradísima idea de la belleza celestial” (Mera, 1984, p. 320). Al repasar este fragmento, la actitud radical de Mera refleja su intolerancia contra obras de arte que no cumplen con sus parámetros personales de belleza. Sin embargo, al ubicar las ideas de Mera dentro de la corriente del Romanticismo del siglo XIX, se ilustra la frustración del autor. A partir del pensamiento romántico, el ideal de Mera en el arte era la búsqueda incansable porque la diciplina artística logre una compenetración sólida con la divinidad del mundo espiritual; característica que no vio reflejada en el arte sacro ecuatoriano.

Arte y moral

Mera opina que las artes son “hijas de un pensamiento divino” (Mera, 1894, p. 291). Esto quiere decir que el arte posee atribuciones espirituales que tienen el objetivo de iluminar la vida y el pensamiento de la “la humanidad civilizada” (p. 291), refiriéndose de esta manera a la sociedad de la cual el autor forma parte. Basado en este pensamiento el autor privilegia a las artes que vienen de la inspiración y el espíritu del artista, haciendo de menos aquellas manufacturas creadas por necesidad. Además, Mera considera que esos procesos son enteramente materiales, ajenos a las inquietudes espirituales que conlleva la creación de una obra de arte.

Para el autor, el arte está destinado para labores de alta moral e importancia en la sociedad, como la conmemoración de héroes y sucesos históricos; aquellos “arrancan hoy suspiros y lágrimas por escenas dolorosas de otros siglos” (Mera, 1894, p. 292). Así, el autor destaca que una obra sobresaliente es aquella que logre despertar emociones profundas en el espectador.

Para Juan León Mera era muy importante que las obras realizadas por los artistas retrataran hechos gloriosos y personajes ilustres de la historia; consideraba que esas obras poseían alta moral y hacían que el espectador avivara su espíritu y su pensamiento. Como se puede apreciar, de acuerdo con el autor existen varios elementos altamente esenciales para que la obra de arte adquiera un carácter elevado de espiritualidad y perfeccionamiento, entre ellos la moral. Según Mera, el arte no solo debía ser bello, también debía despertar los sentidos del espectador y una de las temáticas que merecían ser retratadas eran aquellas que avivaran el sentido patriótico en el pueblo. Un ejemplo de esto lo podemos ver plasmado en la figura 1, “La libertad guiando al pueblo” pintada por Delacroix tras la creación de la República Francesa.

El patriotismo en el ecuador del siglo XIX es visto como una característica clave de la “virtud republicana” como lo resalta Guillermo Bustos en su libro El culto a la nación (2017). De acuerdo con Bustos, el filósofo y humanista Andrés Bello propone el concepto de “virtud republicana” dentro de la construcción de la nación. Para mediados y finales del siglo XIX muchos países latinoamericanos habían sido conformados, la Gran Colombia se separó y se dividió en tres (3) diferentes repúblicas. Juan León Mera escribió este ensayo 40 años después de la consolidación de la República del Ecuador, los diálogos y discursos nacionalistas y patrióticos aún se encontraban frescos ya que el naciente pueblo ecuatoriano se encontraba en búsqueda de su propia historia e identidad.

La búsqueda de identidad, lindada a la alta religiosidad de las sociedades conservadoras, llevó a Mera y otros escritores a proponer al patriotismo y el arte patriótico como características y elementos que servían como catalizadores de la espiritualidad y la moral. Para Andrés Bello “resulta importante recalcar que el concepto hispanoamericano de virtud republicana incluía atributos morales (coherentes, probablemente, con la importancia atribuida a la religión),” (Jaksic, 2001, p.158).

De acuerdo con este fragmento de Bello rescatado por Iván Jaksic, se deduce que la “virtud republicana” era un concepto ampliamente conocido entre las esferas culturales latinoamericanas. A través de esta pequeña cita se evidencia cómo la moral era vista como una característica vinculada estrechamente a la religión y la espiritualidad de un individuo. Al repasar el texto de Mera se aprecia una congruencia ideológica con respecto a filósofos como Andrés Bello, en cuanto al patriotismo y la moral. Según Mera, si un individuo o, en este caso, una obra de arte mostraba un grado elevado de patriotismo, significaba que su moral era elevada y por lo tanto era digna de ser admirada.

La libertad guiando al pueblo
Figura 1
La libertad guiando al pueblo
Eugène Delacroix, “La libertad guiando al pueblo”, 1830, óleo sobre lienzo, 260 x 325cm.

El arte y el clima

Ahora bien, en su ensayo Mera expone que el arte requiere de ciertas condiciones geográficas para que sea de calidad. El autor opina que “el ingenio artístico no es igual en todos los grupos en que está dividida la familia humana […] las condiciones de la tierra, el clima de cada latitud y las diferencias de razas ejercen en ese ingenio.” (Mera, 1894, p. 293). Este fragmento del texto es clave para entender la manera en la que el autor percibe a la humanidad y sus formas de consumir y producir arte en las diferentes regiones del planeta.

Entre los “grupos familiares” que el autor favorecía se encontraban aquellas comunidades rodeadas por vegetación y clima cálido. Más adelante el autor alega que las comunidades asentadas en climas fríos y paisajes brumosos difícilmente podían crear arte de gran belleza puesto que se encontraban alejados de la luz del sol. El autor creía que este factor afectaba en gran manera la genialidad y el “ingenio” de un artista pues un clima oscuro y brumoso daba como resultado una sociedad con las mismas características. Es importante recordar que para Mera el arte debía alegrar el alma por lo cual es probable que el autor haya generado (en su mente) una conexión entre la felicidad del ser humano y calidez de lugares donde el sol brilla de manera constante.

Al desarrollar más a profundidad su idea sobre el arte y los “grupos familiares” Mera confirma que, “las Artes viven más contentas y son más delicadas y amables, donde hay cielo despejado, abundancia de luz y ambiente tibio” (Mera, 1894, p. 294). No solo el ambiente cálido y soleado es más favorable para el arte, según el autor, la calidad en la producción del arte también varía de acuerdo con la raza del artista. Esta actitud altamente regionalista en el autor refleja el marcado hispanismo de la época; el autor no tarda en recalcar la “superioridad” de las culturas latinas ante aquellas provenientes de otras regiones de Europa.

Para Mera, el mejor arte se encuentra en países como Italia y España, mientras que en los países nórdicos es difícil que las expresiones artísticas puedan desarrollarse. Como ya se mencionó, Mera no solo consideró que el clima era un factor importante para la creación artística, las raíces del artista también se veían involucradas en la calidad de la obra artística. El autor alega que “los sajones, germanos, […] no pueden ufanarse de haber vencido, ni aun igualado, a los helenos y a los hijos del Lacio en el desenvolvimiento ordenado y fecundo de las facultades artísticas” (Mera, 1894, p. 293). A pesar de criticar constantemente a la cultura nórdica en su ensayo, Mera procura no caer en la ignorancia y el orgullo sentando excepciones en las pinturas de Rembrandt y Rubens, pintores altamente valorados en el siglo XIX.

Aunque ante la mirada de Mera el arte de mejor calidad esté situado en tierras cálidas como en las comunidades europeas de raíces latinas, se puede apreciar que el autor otorga cierto reconocimiento a la habilidad artística de los países de Europa del Norte. No obstante, el autor neciamente recae de forma abrupta en la idea de que pintores de la talla de Rubens no podrían competir con un artista como Miguel Ángel. Esta posición ideológica plasmada por Mera visibiliza un sentimiento de competitividad entre regiones; si bien el autor no es europeo, claramente siente la necesidad de defender las raíces latinas a las cuales aparentemente se siente ligado.

Por otro lado, es importante recalcar que la mayoría de artistas ecuatorianos enviados con becas del estado, para ser educados en Europa, iban a academias italianas. La educación de los becarios en escuelas italianas y españolas pudo haber tenido un peso lo suficientemente considerable para que, a través de sus palabras, Mera quisiera resaltar la calidad educativa que era recibida, y posteriormente impartida por los artistas nacionales.

A pesar del marcado regionalismo del escritor, analizando su punto de vista, se puede concluir que para Mera Europa es una región donde el arte poseía una academia y una estructura sólida. Esto es una característica de la cual carecía el arte en Ecuador y el autor lo destaca en su ensayo, argumentando que “el clima […] y otras circunstancias son propicias en el Ecuador a la concepción artística […] ha habido y hay todavía aislamiento, bastante falta de atinada dirección y de modelos de las buenas escuelas de Europa” (Mera, 1894, p. 296). Para Mera la falta de dirección artística de la academia europea en Ecuador era el obstáculo que impedía el desarrollo de un arte estético y digno de admiración en la región.

Aunque Mera no se considerara a sí mismo un pintor, poseía conocimientos pictóricos que le permitían plasmar paisajes en óleo y lienzo. La obra a apreciar en la figura 5 es atribuida a Juan León Mera y actualmente es propiedad del Banco del Pacífico. Con respecto al paisajismo, el autor destaca que “era un género olvidado por nuestros pintores antiguos” (Mera, 1894, p. 305), aspecto que Mera considera extraño ya que, según él, Ecuador era una región donde abunda la naturaleza.

A lo largo de su ensayo el autor destaca que los pintores ecuatorianos modernos han rescatado el paisaje y señala que en este género es importante plasmar elementos como casas o barcos, los cuales evitarían que la escena se vea desolada. En Paisaje se aprecian todos los elementos que consideraba importantes en la composición de una obra como la fauna local y la presencia de viviendas que irrumpen en el espacio para alegrar la escena. De igual manera, esta imagen ilustra todos los elementos esenciales, según el autor, para que el arte florezca de manera exitosa como el clima cálido y la presencia constante de la luz del sol.

La figura 6 muestra un paisaje de la ciudad de Quito realizado por el afamado pintor Rafael Salas. De acuerdo con Mera, Salas, Rafael Troya, Luis Martínez y Alfonso Stübel fueron algunos de los pintores que rescataron el género del paisajismo del olvido. Según el autor, aunque el país no se encontraba lo suficientemente desarrollado en el ámbito artístico, de sus tierras salieron figuras importantes en el género de la pintura. No obstante, más adelante destaca en su escrito que las otras disciplinas artísticas todavía tenían que ser edificadas de acuerdo con los parámetros de belleza preestablecidos en las escuelas de Europa.

 La adoración
Figura 2
La adoración
Pedro Pablo Rubens, “La adoración”, 1629, óleo sobre lienzo, 355,5 x 493 cm

Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp
Figura 3
Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp
Rembrandt, “Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp”, 1632, óleo sobre lienzo, 1,70 x 2,16 (m)

Sagrada familia
Figura 4
Sagrada familia
Galería Uffizzi, “Sagrada Familia”, 1505, óleo sobre lienzo, 120 x 120 (cm)

Paisaje
Figura 5
Paisaje
Juan León Mera, “Paisaje”, óleo sobre lienzo, 66 x 42 (cm)

Quito
Figura 6
Quito
Rafael Salas, “Quito”, óleo sobre lienzo, Siglo XIX

Civilizaciones que producen arte

Como ya se había mencionado con anterioridad, de acuerdo con Mera la creación de una obra de arte bella depende del desarrollo del buen gusto y la estética. Para medir los índices de estética y belleza en el arte, como punto de referencia propuso los cánones de las obras académicas europeas, con marcado énfasis en las escuelas italianas. A partir de estas ideas Mera creó una perspectiva idealizada con respecto al rol y la imagen de las artes en la vida de los ciudadanos “civilizados”. Este factor se debe a que tal nivel de logro en una obra artística solo podría ser alcanzado por sociedades que se encuentren bajo la influencia de la cultura europea, de la cual carecía la producción de arte ecuatoriano (según Mera).

En la figura 7 se evidencia un grupo de estudiantes de la Escuela de Bellas Artes de Quito en 1908. Aunque la foto es posterior al ensayo de Mera, es importante mencionar que en los primeros años del siglo XX la forma de estudio dentro de la academia artística ecuatoriana se basó en el modelo europeo. Los alumnos recibían clases de profesores educados en academias de bellas artes italianas. Como se aprecia en la fotografía, el estudio de la pintura y la escultura clásica eran primordiales.

Cabe recalcar que en la época en la que Mera escribió este ensayo la educación artística en Ecuador no estaba institucionalizada; la mayoría de los pintores y escultores de la época eran educados en los talleres de artistas importantes de la ciudad. Como se mencionó en la introducción de este artículo, Mera recibió educación en pintura en el taller de Antonio Salas, padre del paisajista Rafael Salas. Otro conocido pintor que recibió este tipo de educación, ante la falta de posibilidades de conseguir una beca de estudios a Europa por el gobierno garciano, fue el reconocido pintor costumbrista Joaquín Pinto.

En su ensayo Mera asegura que:

El cultivo de las artes contribuye a la civilización de los pueblos […] el desarrollo y perfección que ellas alcanzan sirven para medir el grado de cultura de las naciones [...] Los salvajes casi no tienen artes, o las tienen rudimentarias. (Mera, 1894, p. 293)

Con esta cita, el autor afirma que el arte posee un rol civilizatorio debido a su naturaleza virtuosa. De igual modo, aclara que esta cualidad solo pertenece a las naciones con una cultura elevada, puesto que “los salvajes” por su nivel cultural bajo (determinado por los cánones europeos) solo podrían producir arte rudimentario. Esta idea probablemente ocurrió por los modos de vida de estos grupos alejados de las expectativas culturales y espirituales que propone Mera.

Con este pensamiento el autor reduce la creación de arte a una cuestión circunstancial. Sus conceptos de la producción artística solo pueden ser aplicados en las sociedades cristianas y europeizadas, invalidando las expresiones artísticas de las comunidades no hegemónicas en sentido étnico, cultural y religioso por considerarlas “salvajes”. Con este punto el autor parece determinar que la producción artística es una habilidad que se limita solamente a los genes del artista y las condiciones climáticas de una región.

En su ensayo, Mera destaca que “no han faltado pintores y escultores que han honrado la patria con obras verdaderamente artísticas y se han honrado a sí mismos.” (Mera, 1894, p. 296). Sin embargo, lamenta la falta de arquitectos de nacionalidad ecuatoriana cuando declara: “buenos frutos han dado también la arquitectura; pero no tenemos noticias de que ninguno de ellos pueda alegar que viene de padre ecuatoriano.” (p. 296). De igual manera, el autor alega que “la escultura ha tenido larga época de decadencia” (p. 312) pues la escultura a lo largo del tiempo fue reducida al comercio debido a su gran apogeo y demanda por parte de los países vecinos.

Finalmente, con respecto a los músicos expresa que “es seguro que nunca tuvimos compositores, sino de cosas volanderas, de esas que hoy se ponen a la moda y mañana desaparecen. Nuestros músicos no han sido otra cosa que ejecutores de ajenas melodías” (Mera, 1894, p. 312). Como bien se mencionó en anteriores párrafos, para Mera la creación de arte era un oficio que servía para alegrar el alma del público y responder a las inquietudes espirituales del artista. Para el escritor, Ecuador todavía era un país donde el arte no se desarrollaba ni era estimulado. Según Mera, a excepción de la pintura, en las demás ramas artísticas había una carencia de creadores nacionales; además, estas ramas estaban siendo influenciadas por necesidades e inquietudes materiales.

En el ámbito de la escultura, la creación de efigies estaba enfocada en el comercio y en el ámbito musical los músicos no componían sus propias melodías; se enfocaban en reproducir tonadas extranjeras que, de acuerdo con el pensamiento del autor, eran creadas para la satisfacción de los sentidos del cuerpo y no de los sentidos morales del espíritu. Con esta crítica general y breve sobre el arte ecuatoriano, el autor vio frustrada su visión romántica del arte en el ámbito nacional, lo cual también se interpreta como una llamada de atención a la sociedad ecuatoriana para que pudiese trabajar en la institucionalización y academización de su propio arte.

Alumnos de la Escuela de Bellas Artes de Quito
Figura 7
Alumnos de la Escuela de Bellas Artes de Quito
Revista de la Escuela de Bellas Artes, no. 8, “Alumnos de la Escuela de Bellas Artes de Quito”, 1908

Conclusiones

El ensayo presentado por Juan León Mera sienta varias perspectivas del autor con respecto al arte. Por un lado, el pensamiento espiritual de Mera (con respecto a la creación de la obra artística y su “belleza celestial”) responde a una visión estrechamente ligada al romanticismo. A través de Hegel se comprobó cómo el pensamiento que expresa el escritor en la primera parte de su ensayo responde a la corriente romántica que venía implantándose en Europa desde finales del siglo XVIII, donde el arte pretendía generar una reconciliación entre el mundo terrenal y celestial. Por otro lado, se evidenció el involucramiento del discurso nacional dentro del concepto espiritual de Mera a través de la “alta moral” de la obra de arte, mediante la creación de obras patrióticas. La unión entre la religión y la política es una característica dentro de las sociedades conservadoras y es claro que Mera, en este caso, encontró una manera de vincular y enaltecer el arte que honre los discursos nacionales.

En la tercera y última parte de este artículo se percibió el reflejo de la hispanidad y el regionalismo en el sentimiento del autor cuando destaca que el arte posee grandes alcances relacionados a la belleza y la espiritualidad, siempre y cuando obedezca parámetros artísticos generados o influenciados por la cultura europea de origen latino. Los grandes limitantes de estos conceptos se encuentran relacionados con el discurso segregacionista y las perspectivas irreales del autor con respecto al proceso artístico. Este punto de vista ocasiona que Mera minimice las creaciones y expresiones de culturas que no se atañen a los parámetros hegemónicos del arte europeo clásico. Por otro lado, las expectativas de Mera con respecto al rol del arte en la sociedad moderna sientan rangos de calidad muy elevados.

Para el autor, el arte es un medio de comunicación con el mundo celestial y, por lo tanto, la estética, el gusto y la moral debían estar presentes todo el tiempo en dosis altas. A pesar de que el escritor documenta la presencia de pintores sobresaliente en la región, en varios casos, las expectativas manifestadas por Mera resultan inalcanzables para la mayoría de edificaciones, esculturas y melodías ecuatorianas, de las cuales el escritor sienta tajantes observaciones al respecto. No obstante, al generar un análisis sobre el ensayo de Juan León Mera es necesario recordar que es la perspectiva personal de un escritor del siglo XIX. Al ser esta obra el producto de una visión personal es de esperarse que el autor posea expectativas elevadas con respecto una diciplina que lo apasionaba tanto.

Referencias

Andrade, I. J. (2001). Andrés Bello: La pasión por el orden. Santiago de Chile: Editorial Universitaria S.A.

Bustos, G. (2017). El culto a la nación: Escritura de la historia y rituales de la memoria en Ecuador, 1870-1950. Quito: Fondo de Cultura Económica.

Hegel, G. W. (1989). Lecciones sobre la estética. Madrid: Ediciones Akal, S.A.

Mera, J. (1894). Conceptos sobre las artes. En B. C. Ecuador, Teoría del arte en el Ecuador (pp. 291-321). Quito: Coporación Editorial Nacional.

Pino, E. Á. (29 de Agosto de 2020). Personajes históricos: Juan León Mera Martínez. Enciclopedia del Ecuador. Recuperado de http://www.enciclopediadelecuador.com/personajes-historicos/juan-leon-mera-martinez/

Rubens, P. (1629). La adoración. [Pintura]. Recuperado de https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/5/54/La_adoraci%C3%B3n_de_los_Reyes_Magos_%28Rubens%2C_Prado%29.jpg

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