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“LA GUERRA HA LLEGADO A SER LA FORMA DE HACER ECONOMÍA Y NO LA INTERRUPCIÓN DE LA ECONOMÍA.” ENTREVISTA A DARÍO AZZELLINI
“LA GUERRA HA LLEGADO A SER LA FORMA DE HACER ECONOMÍA Y NO LA INTERRUPCIÓN DE LA ECONOMÍA.” ENTREVISTA A DARÍO AZZELLINI
Diferencias. Revista de Teoría Social Contemporánea, vol. 1, núm. 6, 2018
Universidad de Buenos Aires
Quisiera comenzar la entrevista con algunas referencias relativas a su formación y a su trayectoria intelectual.
Actualmente soy investigador y estoy dando clases en Estados Unidos. Hice un doctorado en Sociología y otro en Ciencias Políticas. Sociología estudié en Puebla, México, y Ciencias Políticas en Frankfurt, Alemania. He trabajado en Austria como profesor asistente, y mi trayectoria de investigación, lo que me interesa desde que hice mi maestría en 1993, que la hice de hecho sobre conflictos étnicos y procesos de autonomía en la Costa Atlántica de Nicaragua es movimientos sociales, emancipación de las relaciones sociales y modelos socialistas de gobierno, de vida y de trabajo. Y en esto ya que me he concentrado mucho en mi trabajo en América Latina principalmente pero ampliando, la dimensión inevitable de los conflictos militares, las guerras.
He estado en Nicaragua, luego a principios de los 90s en El Salvador, luego en Chiapas, en Colombia. Y al mismo tiempo siempre he tenido la línea alternativa de investigaciones sobre cuestiones económicas y de trabajo. Entonces estudiando Colombia y el narcotráfico llegué a analizar el narcotráfico como un modelo posfordista de producción y comercialización. Es decir, con todos los elementos que tiene el posfordismo del just in time: la externalización, la fragmentación de las cadenas productivas, etc. De ahí empecé a estudiar más todo ese proceso posfordista en la economía legal, y de ahí otra vez regresé a los cambios en la conducción de guerra, como también un desarrollo posfordista neoliberal, que implica cambios sustanciales sobre cómo hay que entender la guerra y de cómo funciona. De allí, por un lado mi foco en la externalización, que serían las empresas militares privadas, pero no solo eso, sino también fenómenos como el paramilitarismo que considero el hermano "malo" de las empresas militares. En el sentido que también el paramilitarismo, de por sí, aparece siempre apoyado por élites y representando sus intereses y apoyado muchas veces también por servicios secretos, por militares, etc. Especialmente en Colombia, pero también en México, y en otros países, si queremos salir de esa área a otros conflictos en el mundo, en África, o en donde sea. Entonces, es el hermano feo, o el hermano ilegal de la privatización oficial que se ha vuelto un negocio limpio. Es decir, mientras antes los mercenarios tenían esa aura de ser feos, malos y sucios, ahora ya son empresas cotizadas en la bolsa. A mí lo que me chocó en un primer momento fue conocer la situación en Colombia. Hay análisis que parten de que hay "Estados fallidos", que los Estados están perdiendo el control sobre las acciones militares, etc., a causa de la privatización de operaciones militares, del paramilitarismo, etc. Pero si tu vienes del análisis empresarial a nadie se le ocurriría pensar que alguna empresa está perdiendo el control de la producción de carros porque ha externalizado el 90% de sus operaciones a otras empresas. Pues no. Y creo que lo mismo pasa con los asuntos de la militarización y de la guerra. Entonces por eso, de allí mi camino para llegar al final a analizar otra vez aspectos de guerra, militarización y especialmente privatización de servicios militares.
¿Qué son estas empresas militares privadas y qué relación tienen con los mercenarios?
Empresas militares privadas, contratistas militares privados: hay varios términos que se usan, hay también contratistas de seguridad privados. Ahí se mezcla, porque cada vez es más difícil diferenciarlos, entonces muchas veces ya se habla de contratistas, militares y seguridad privados.
Son empresas que asumen cualquier tipo de tareas que antes eran tareas específicas de ejércitos nacionales, bajo el control de una estructura militar nacional. Y eso hace una gran diferencia, no es que sea defensor de los ejércitos nacionales o de las guerras. Pero obviamente, estructuralmente hacen una gran diferencia si hablamos de una empresa privada o si hablamos de un ejército o estructura militar nacional que tiene que responder a unas instancias políticas por ejemplo. Las empresas militares privadas son compañías legales, que ofrecen un muy amplio rango de servicios y que se supone compiten entre sí (digo se supone porque luego voy a explicar un poco más). El asunto es que un negocio global que probablemente alcanza, según varias estimaciones, alrededor de los 250.000 mil millones de dólares al año. Y es uno de los sectores económicos que crecen más rápidamente. Tiene un crecimiento anual de un 7.4 o 7.5 %. Esas son estimaciones del relator especial de la ONU sobre empresas militares privadas. Entonces ya no son mercenarios en el sentido anterior que se veían como algo sucio, o como algo extra-legal, o como algo que no era bien visto en el juego político, en la guerra ni por otros países. La misma declaración de independencia de Estados Unidos define que es uno de los actos más deplorables y repudiables que el Rey Inglés esté usando mercenarios para combatir a los rebeldes americanos que luchan por la independencia. Hoy, Estados Unidos es el país que más empresas militares privadas tiene, y que más las usa, para cualquier asunto que uno se pueda imaginar. Desde drones y misiles que son manejados por empresas militares privadas a unidades especiales, secretas, cárceles militares manejadas por empresas militares privadas. De esos 250.000 millones de dólares que se gastan al año en empresas privadas, Estados Unidos gasta más de la mitad de esa suma global ¿Qué ofrecen? desde construcción y administración de campos de entrenamiento en Estados Unidos y en el mundo, hasta prisiones militares, transporte, entrenamiento, modernización de fuerzas militares, mantenimiento de sistema de armas. Ese es un buen ejemplo de cómo el negocio cambia la estructura de la guerra. Es decir, las empresas de producción de armas, como por ejemplo helicópteros de combate, antes te vendían el helicóptero, eso significaba que la agencia nacional necesitaba un año o dos para poderlo usar, necesitaba formar mecánicos, entrenar pilotos, etc. Hoy en día esas la empresas, si quieres, te venden o te prestan de mecánicos y pilotos con las armas que te venden. Por lo tanto, un asunto importante es que el uso de todas esas armas llega a ser inmediato. Además, se evade la responsabilidad y la posibilidad de control democrático institucional.
El primer concepto que obviamente cambia es quien es combatiente. La reglamentación que existe respecto a la guerra o a los conflictos bélicos, o de intervenciones, o las cuestiones de decisiones democráticas sobre intervenciones militares, etc. están basadas en conceptos de ejército nacional de combatientes que no tienen ya nada que ver con la realidad. Para dar algunos ejemplos: primero si alguien que pertenece a un ejército comete algún crimen de guerra es sentenciado según la ley marcial del ejército del cual pertenece, esas empresas militares privadas no son militares. Ellos según la ley son civiles, así que no están sometidos a ninguna ley marcial como tampoco están sometidos a la ley civil de los países en los cuales actúan, porque normalmente esas empresas firman contratos. Por ejemplo, las empresas que trabajan para Estados Unidos en Iraq: Estados Unidos firma los contratos diciendo que ellos no pueden ser sometidos a ley civil en los países donde actúan. Entonces se crea ahí un campo de impunidad organizada. De ahí las consecuencias que vemos, masacres que han sido cometidas por empresas militares privadas. La más conocida es la cometida en el 16 de septiembre del 2007, cuando siete empleados de Blackwater abrieron fuego en la rotonda Nusoor en Bagdad, matando 17 personas, y dejando 27 más gravemente heridas. Se sintieron amenazados y empezaron a disparar a mansalva a personas y a carros.
Luego se averiguó que no había ninguna amenaza y que si había alguna no estaba justificada esa reacción. Pero no pudieron someterlos a juicio en Iraq, y es uno de los pocos casos, porque ha sido tan conocido, que al final un juicio que terminó hace poco en Estados Unidos. El gobierno Iraquí prohibió a Blackwater continuar operando. Unas pocas semanas después la decisión fue revocada por Estados Unidos. Debido a la presión pública, el FBI investigó el incidente, y en el 2015 un ex empleado de Blackwater fue sentenciado a cadena perpetua y otros tres a 30 años por una corte de los Estados Unidos. Treinta testigos vinieron desde Irak a testificar. Pero eso fue un caso excepcional. El Centro de Derechos Constitucionales de Estados Unidos, una organización de DDHH de Estados Unidos, se encargó del juicio. Llevó a testigos de Iraq a Estados Unidos, para hacer una causa contra esos mercenarios. Pero eso también te hace ver que no caen bajo las leyes existentes. Entonces tú tendrías que llevar un juicio en el país de origen de esa gente y ser capaz de conocer sus nombres y, además, llevar acusadores y testigos del país donde se ha cometido el crimen.
Estaba pensando, por ejemplo, en el caso de la cárcel de Abu Ghraib donde la empresa militar estaba contratada como servicios de traducción. Un contrato que ocultaba, entre otras cosas, la práctica de la tortura, y donde los delitos contra los DDHH finalmente descubiertos terminaron cayendo en la culpabilidad de los soldados individuales, como si hubiesen sido delitos de esas personas y no de una estructura estatal coordinada de tortura.
La mayoría de las prisiones militares en Irak y Afganistán son administradas por CPMS. En cuanto a la infame tortura en la prisión Abu Ghraib en Irak, sólo diez soldados fueron presentados ante la justicia porque los interrogatorios y la seguridad de la prisión eran responsabilidad de los empleados de Caci and Titan – que nunca han sido llevados a juicio. El otro asunto es que la responsabilidad penal pasa desde una estructura de comando estatal organizada a un nivel individualizado, donde se evita por cualquier medio asumir esa responsabilidad. Y cuando ya no se puede evitar son los pocos individuos que quedan condenados, pero nunca la estructura que tomó las decisiones ni que dio las órdenes. Además, tenemos también el lado de la responsabilidad política. Esto es, si una estructura militar hace algo –más allá de la confianza que tengamos en la democracia liberal burguesa– formalmente el parlamento le puede pedir al ejército que rinda cuentas, y ellos están obligados a hacerlo. En cambio, con una empresa militar privada, no tienen ninguna responsabilidad de rendirle cuenta a nadie. Al contrario, todas las leyes prevén que si ellos se podrían culpar a ellos mismos, tienen el derecho de rehusar cualquier testimonio. Muchas veces firman contratos con el Pentágono que no están obligados de testimoniar, o directamente lo tienen prohibido.
Me gustaría preguntarle ¿bajo qué matriz o constelación teórica se ubica su trabajo? ¿Cuáles son, en su opinión, las limitaciones o reformulaciones teóricas necesarias para el estudio de las guerras contemporáneas?
Puedo decir más bien en qué me diferencio de los conceptos teóricos más comunes y corrientes: no creo en absoluto que haya una pérdida de control de parte de los Estados. O donde la hay creo que se quiere perder el control para perder la responsabilidad.
Hay entre muchos analistas una concepción errónea de lo que es el Estado. Es decir, ven al Estado como un conjunto de instituciones y no desde un análisis más marxista o gramsciano, donde el Estado es un conjunto de fuerzas institucionales, sociales, etc. que comparte ciertos intereses generales pero también puede tener ciertas diferencias y contradicciones, y siempre actúa en diferentes campos. Si lo vemos así, eso no es una pérdida de control del Estado ni está fuera de control del Estado, sino que el Estado representa la posibilidad para las élites de seguir ciertos intereses, y lo hacen fuera y dentro de las instituciones, conectando con las instituciones a veces de manera más oficial, a veces de manera menos oficial, pero el control sobre eso no desaparece – a menos de que sea el Estado mismo el que quiera que desaparezca.
Es un planteo muy interesante. Gran parte de la bibliografía presenta las compañías militares como una erosión del poder estatal y muchas veces lo que señalan es por ejemplo como las compañías militares privadas no terminan obras o rehúyen al combate, donde prima la lógica capitalista del beneficio y termina perjudicando al propio Estado. Esos serian algunos indicadores que ven estas posiciones teóricas ¿Cómo ve ese problema donde la empresa tiene una lógica mercantil capitalista en contra del interés particular del Estado de ganar una guerra?
Creo que el asunto es que ha cambiado qué es la guerra y para qué es. Yo diría que antes la guerra era la interrupción de la economía corriente. Claro que había otra economía en tiempos de guerra, pero luego se regresaba a un modelo económico diferente, si se trataba de cambiar el sistema político- económico, o igual, bajo otro mando, o el mismo bajo el mismo mando si la parte ganaba la guerra. Hoy en día, la guerra es la economía y no en el sentido de que lo es sólo por la venta de armas y el uso de armas. Sino que lo es por varias razones. Primero porque cierto tipo de relaciones laborales sólo se pueden mantener en situaciones de guerra: en Colombia que hubo una reducción del 90% del salario industrial en 20 años, pues sin el paramilitarismo que mata a trabajadores y sindicalistas no puede haber eso. Por eso también creo que en el contexto colombiano no puede haber una paz, hasta que no cambie el modelo económico. El modelo económico colombiano está basado en una guerra permanente, sin guerra ese país no puede funcionar económicamente. En el sentido en que en una situación en la que los pueblos indígenas y afro-descendientes pueden reclamar sus derechos constitucionales sobre las tierras pues no puede seguir el modelo extractivista que tiene Colombia.
Es el fin de la utopía liberal del fin de las guerras por el capitalismo.
Es exactamente lo contrario, hay que mantener la guerra porque es la posibilidad de mantener los márgenes de ganancia y las posibilidades de inversión que se dan con la existencia de esa guerra y que desaparecerían si no la habría.
Ahí hay teorías que enfocan más en lo político, por ejemplo la llamada "Desestabilidad estabilizadora". Hay análisis que dicen que la estrategia militar en Estados Unidos respecto a América Latina y a otras zonas del mundo ha cambiado, en el sentido de que hoy se trata de generar una desestabilización continua porque eso es lo que daría estabilidad. Eso se puede conectar con el asunto de la guerra permanente. También hay que ver cómo ha cambiado el modelo del Estado, del que se hablaba en los 60 y 70. El Estado liberal y esa burguesía liberal ilustrada que, aunque capitalista, proponía “desarrollo” (dejando a un lado, por ahora, toda la crítica correcta al concepto de desarrollo y la noción eurocéntrica, racista etc. que conlleva). Las estructuras capitalistas mafiosas de hoy, y no en el sentido del crimen organizado, lo saben mejor que todos. Como el caso de Macri en Argentina. Me refiero a esa economía financiera que está completamente conectada con estructuras criminales, que no te asaltan en las calles, que te asaltan en los bancos, que ven el Estado como un mecanismo para enriquecerse, donde el Estado tiene cada vez menos capacidad de ser el capitalista ideal que pone en balance los diferentes intereses capitalistas para salvar al capitalismo. Si no que está cada vez más cercado por esas fuerzas depredadoras. De hecho cuando se hacen análisis de las empresas militares ¿porque no se miran simplemente quién está en el directorio de esas empresas? Son todos políticos o ex políticos, o jefes o ex jefes de servicios de inteligencia y de estructuras militares en Estados Unidos. Es decir, son todas personas que vienen desde el corazón de la estructura institucional de los Estados Unidos, y están justo ahí por los buenos contactos que tienen y que mantienen con toda la política del gobierno y del Estado. Y, sin embargo, son ellos mismos los que una vez tras otra estafan al Estado y al gobierno. Empresas que cobraron 50 millones de dólares para volar fruta y verdura para los soldados desde Estados Unidos a Iraq cuando lo podían comprar en el mercado de al lado, o que facturaron un precio de combustible varias veces superior al precio real. La “Base Federal de Datos de Contratistas de Conducta Inadecuada“ listó 893 instancias de conductas inadecuadas que reunían montos mayores a 40 billones de dólares. Todas cosas que evidencian que es un cuento de hadas liberal que esa clase tenga ese interés o esa integridad de preservar.
Pareciera que se está borrando esa dicotomía que se había conformado en la modernidad entre lo militar y lo civil, y de ahí la necesidad de llamar a empresas militares privadas, ¿algo así?
La posibilidad también de poder llevar a cabo operaciones militares sin tener que pasar por la política. Esto es, las empresas militares privadas ofrecen la posibilidad de que las élites, las empresas y los militares hagan su política de intervención militar sin tener que pasar por las instancias políticas supuestamente responsables de tomar esas decisiones según la ley vigente. Es decir, si quiero hacer una intervención militar en algún país tengo que pasar por el parlamento que tiene que decidir que el ejército va a intervenir militarmente allí. Todo eso no lo tengo que hacer sí el Pentágono simplemente contrata a una empresa privada para hacer un trabajo privado (entre comillas) en algún país. Así, por ejemplo, el senado de Estados Unidos puso el tope máximo de quinientos soldados de Estados Unidos en Colombia, más no podía haber al mismo tiempo. El pentágono tuvo dos mil empleados de empresas militares privadas que envió a Colombia con experiencia de guerra en medio mundo (en El Salvador, en Chile, por ejemplo). El senado en Estados Unidos tiene que ser consultado sobre que cualquier contrato con empresas militares privadas de más de cincuenta millones de dólares, tiene que hacerse público y tiene que ser aprobado por el senado. Entonces lo que hace el Pentágono es fragmentar los contratos y darle a la misma empresa varios contratos de menos de 50 millones cada uno.
Pareciera entonces que la utilización de mercenarios tiene alguna utilidad en lo que es la conflictividad social, la lucha de clases, ¿qué relación hay con esos fenómenos?
Muy grande, muchas de las empresas militares privadas surgen –especialmente luego de las nuevas estrategias de guerra– porque Estados Unidos tiene problemas de guerra. En Vietnam son tres elementos que han hecho que perdiera la guerra: seguro el Vietcong, pero también la resistencia dentro del mismo ejército de Estados Unidos en contra de la guerra con los soldados que se rebelaban y rehusaban luchar, y, por el otro lado, también la resistencia en Estados Unidos en contra la guerra. Todo eso prácticamente desaparece. Los empleados de las empresas militares privadas son pagados para actuar, saben el riesgo que corren, y ganan muy bien. Es decir, no es gente que sea forzada a hacer nada. Los muertos que tienen no tienen ningún peso público. Sabemos que en Estados Unidos uno de los peores traumas son los body bags, o sea, los sacos negros que regresan a Estados Unidos con los cuerpos de los caídos, que son jóvenes. Eso ya no pasa porque si muere un empleado de una empresa de seguridad en Iraq, en Afganistán o donde sea – y han muerto miles y miles y miles–, tiene tanto efecto en la opinión pública como si muere un empleado de una transnacional de un infarto en Hong Kong. No se cuentan en las estadísticas de caídos, ni las acciones militares que ellos hacen. Aparecen en los reportes militares, pero eso es otro elemento.
¿Cómo se llega a conocer en la guerra de Irak un agrupamiento cada vez más amplio de empresas militares privadas en combates? Bueno, hay un campamento militar en el cual se encuentran varios periodistas y en un momento es atacado por fuerzas los rebeldes. Se desarrolla un combate de más de nueve horas, hasta con armas pesadas, entre los atacantes y los defensore,s y después esos periodistas intentan obtener informes oficiales militares sobre lo que pasó. ¿Qué pasa? Pues qué no los hay, ¿porque no los hay?
Pues el ejército de Estados Unidos contesta que es porque no había militares de Estados Unidos involucrados. Fueron todos empleados de empresas militares privadas que estaban encargados como servicio de seguridad. Por eso digo que también los límites ahí son difíciles de separar. Es una empresa, supuestamente, con tareas de seguridad que está encargada de prestar seguridad al campamento militar de Estados Unidos. Como es una empresa privada militar no es parte de la estructura militar del ejército, lo que pasó no aparece en los reportes del ejército de Estados Unidos – que es la única fuente oficial para reportar sobre lo que pasó en las zonas de guerra. Lo que ha pasado no ha pasado, no existe. Sólo existió porque, por casualidad, había cuatro o cinco periodistas gringos ahí, pero de otra manera no existiría. Es un mecanismo de ocultar intervenciones militares, de hacerlas, de sustraerlas al control liberal democrático, al control parlamentario, a la atención pública. Un mecanismo para evitar que haya un conocimiento y un desconcierto público por lo que está pasando, por los muertos que puede haber, por los muertos del propio lado pero también del otro lado. Todo esos son elementos para hacer más invisible la guerra al tiempo que más incontrolable.
Generalmente se piensa que el nacionalismo es la forma más acabada del poder de movilización de un Estado. Pareciera que ya no lo necesita, con un Estado que se mueve a través del capital.
De hecho muchas de esas empresas militares están también en una alianza con propietarios de empresas de recursos naturales, empresas mineras, por ejemplo. Algunas hasta han sido pagadas, especialmente en África, en participaciones mineras. Las llevaban para hacer acciones militares para asegurar una mina de diamantes y luego les pagaban con acciones mineras. Hay algunas que son copropietarias de otras empresas mineras o al revés. También se decía que, por ejemplo, Monsanto, supuestamente, había comprado una empresa militar privada. No me sorprendería porque si queremos entrar en un escenario apocalíptico tipo MadMax, podemos imaginar empresas militares privadas llevando servicios militares de seguridad para defender los campos de soja en Argentina en contra de los locales que se les están cayendo los pies o los brazos por los agroquímicos que usan, o por campesinos que necesitan tierra o agua. Hacia esos escenarios apocalípticos nos estamos moviendo, hacia esas alianzas perversas que le sustraen el control formal sobre las acciones militares al Estado formal.
Muchos Estados, Australia por ejemplo, han tenido que reformar sus estatutos militares para permitir a sus soldados pasar ciertas temporadas en las compañías militares privadas, puestoque ganan más en el sector privado ¿Qué pasa con esta mano de obra armada flotante al servicio de cualquier empresa? Hay soldados ugandeses, colombianos, chilenos, es esa situación. Realmente es una masa internacional de mano de obra.
El primer problema es que obviamente ellos están acostumbrados a esa impunidad que gozan trabajando como privados. Una ventaja para Estados Unidos es, obviamente, que los estándares que se usan en las empresas militares privadas la mayoría son de Estados Unidos. Entonces ellos ya tienen prácticamente un ejército escondido a nivel mundial o global, que está acostumbrado tanto al armamento como a las directrices y líneas de comando estadounidense. Es decir, que el ejército de Estados Unidos prácticamente tiene pequeños ejércitos stand by, que en cualquier momento podrían también movilizar cuando corresponda a sus intereses políticos – especialmente en Latinoamérica, pero también en otros lados. El problema adicional es que muchos de esos pequeños ejércitos son, para decirlo así, de proveniencia dudosa. Cada vez que termina un conflicto en algún lado hay una masa de ex militares acostumbrados a la guerra que son altamente valorados por las empresas militares privadas. Vemos que durante un tiempo muchos de los ex militares expulsados del ejército chileno por crímenes en contra de los derechos humanos son asumidos por las empresas militares privadas. En su momento fue con esos militares expulsados del ejército chileno por crímenes en contra de los DDHH, luego pasó lo mismo con muchos de los militares de El Salvador y de Colombia.
Con lo que he publicado sobre empresas militares privadas se da la absurdidad que sigo recibiendo desde hace años, una vez al mes mínimo, un correo en mi página web de alguien (casi siempre colombianos) que me dice: “soy colombiano, tengo experiencia con ese tipo de combates, sé manejar esas armas, no me puede dar algún contacto con una empresa militar privada para encontrar trabajo”.
Tendrá que pensar en fundar una.
Sí (Risas).Es gente que ve mi página web, ve el mapa con las empresas militares y piensa: “bueno voy a preguntarles si tienen trabajo”. Se está creando esa masa global-internacional de mercenarios de verdad del peor tipo, que están dispuestos a trabajar por dinero en cualquier circunstancia. Están acostumbrados al poder violar los derechos humanos y obtener impunidad prácticamente completa. Y si luego leemos las entrevistas de ex trabajadores de esas empresas, algunas pocas hay, dicen que la mayoría de estos soldados están bajo la influencia de drogas todo el tiempo (cocaína, heroína, etc.). A cada rato se dan en casos de violaciones, de tráfico de mujeres, de niñas. Hubo casos en Colombia, en Kosovo y en otros lados. Es realmente una masa espantosa porqué así los quieren, eso es lo que se necesita para esas guerras.
Las compañías militares privadas parecería que han florecido en contextos donde los Estados luchaban con sujetos no estatales. Hoy se tiende a considerar que la superpotencias, a punta de lanza de Estados Unidos, están poniendo su foco nuevamente la guerra entre Estados, pensando sobre todo en China. ¿Considera que esto va a fortalecer el sistema de las compañías militares privadas?
Sí, en el sentido en que los Estados no tienen responsabilidad. Es decir, para tomar un caso que no es en los Estados Unidos, sino el de Rusia, por ejemplo. Cuando hace algunos meses hubo ese ataque de parte de Estados Unidos a una base militar (como supuesta respuesta a un ataque anterior de las fuerzas mercenarias a una zona petrolera bajo control de Estados Unidos) y mataron un centenar, algo más, de mercenarios rusos en Siria. Rusia también está usando muchos mercenarios en Siria porque no quiere repetir algunas experiencias de Afganistán o de otros lados donde regresaron demasiados muertos. También porque sí tú tienes una empresa privada puedes hacer cualquier acción y si algo sale a la luz pública, si algo va mal, siempre puedes decir: bueno, nosotros no tenemos nada que ver no hemos dado la orden de hacer esto, nos distanciamos de eso, o lo que sea. Así fue con Rusia que no se asumió ninguna responsabilidad sobre los supuestos ataques de parte de esa base a otros lados.
Hay una reconfiguración de lo político y de lo que es lo militar, es una reconfiguración de absolutamente todo. Por eso digo que hay que verlo con un concepto diferente de lo que hoy es el Estado. Hay que verlo con un concepto diferente de qué es la guerra y para qué, y de cuál es la forma de crear plusvalía en ese contexto. No es que se gasta para luego crear plusvalía, si no la guerra misma es la que crea las condiciones para la creación de plusvalía necesaria. Entonces, no le veo ninguna contradicción con el asunto que se regresa cada vez más a guerras entre Estados. Muchos de los servicios se han privatizado y tienen que ver con este tipo de guerra. Si piensas en campos de entrenamiento, por ejemplo, que están casi todos privatizados en Estados Unidos, llevados adelante por empresas como CUBIC u otras. Hasta hay empresas privadas que prestan servicios de inteligencia y las mismas transnacionales de minería petróleo y los recursos naturales también están cada vez más enredadas con empresas militares o asumen ellos mismos servicios que hasta hace poco eran considerado servicios militares. Como por ejemplo, muchas de las empresas de petróleo asumen cada vez más tareas que hasta hace poco eran considerados militares, de seguridad y de asesoría de riesgos, etcétera. Entonces es cada vez más difícil distinguir. Y por eso digo que la guerra ha llegado a ser la forma de hacer economía y no la interrupción de la economía, o no la forma de introducir otro modelo económico sino que la guerra es el modelo. No en el viejo sentido de vender las armas sino por las condiciones que se crean.
En este sentido, parte de su obra se dedicada a varios tema economía, control obrero de fábrica. ¿Ve algunos puntos de contacto entre el estudio de la guerra, las empresas militares privadas y tus otros campos de estudio?
Sí, un punto fue claramente el del cambio de las estructuras del Estado, cómo cambia la economía del Estado en el sentido neoliberal y postfordista. Veo ese cambio desde la estructura del narcotráfico a la privatización de la guerra a los sectores clásicos de producción y las cadenas de valor en la producción. Me he dedicado, también al estudio de la guerra, de la privatización militar, de las estrategias de militares, etc. Creo que para no terminar completamente loco y paranoico, me empecé a dedicar a aspectos más positivos como el control obrero, la autogestión, la autogestión local y la autogestión laboral para ver que sí hay alternativas a ese infierno que nos está pintando como decía Thatcher: “TINA – There is no alternative”. En ese sentido es un punto de conexión. Y el otro es que, obviamente, si no queremos ser demasiado voluntaristas, cada construcción de lo positivo implica, también, la lucha en contra de todas las fuerzas que quieren destruir lo que estás haciendo y lo quieren impedir. Construir otro mundo no es un mero acto de voluntarismo y de tu voluntad férrea, sino, también, de combatir y enfrentar a todas las fuerzas que lo quieren impedir. La guerra y la militarización, que sigue aumentando, la conexión entre explotación capitalista que necesariamente tienen, que abarcan cada vez más áreas y más territorios. Significa una constante destrucción de los tejidos sociales y de todo lo que necesitas para poder crear otro mundo.
La solución no es volver al estado anterior al Estado moderno de los 50’ ni a esa forma de capitalismo.
No, más allá de que considero que es simplemente imposible, por varias razones: es imposible porque yo parto de un análisis marxista y consideró que el modo de producción que tienes determina el modelo político que vas a tener. El modelo político liberal democrático fue un modelo ligado de manera muy intensa al capitalismo industrial, luego la época de la democracia liberal ha significado el marco en el cual fue posible ampliar derechos, y siempre a través de la lucha porque esa ampliación nunca ha sido parte del modelo liberal democrático. El Fordismo fueron las décadas doradas en las cuales la democracia liberal fue el marco para poder ampliar derechos. Pero ya ha pasado, ha terminado el fordismo y no logramos ni mantener el status quo de antes. Entonces, significa que no es el marco ideal, de hecho hemos visto millones y millones de personas en las calles. La Argentina fue uno de los primeros países en levantamientos anti-representativos.
Hemos visto que la gente siente profundamente que la democracia liberal no es democrática, que no tienen nada que decir en la democracia liberal, que no tienen posibilidad de participación democrática. Primero por las estructuras económicas de la globalización no podemos regresar al viejo Estado nacional. Segundo, también el Estado nacional, no hay que olvidarlo, nos trajo la guerra (una característica intrínseca del Estado nacional). El modelo que acompañó a esa modernidad, el modelo de la de la democracia liberal, no es un modelo político que es democrático, ni puede funcionar. Yo creo que lo que hay que construir es una alternativa desde abajo, una alternativa que es, también, una línea con la realidad. Tenemos un mundo qué tiene límites, y entonces, la idea del crecimiento ilimitado que está en la base del capitalismo no puede funcionar, no puede haber un crecimiento ilimitado en un planeta con límites en sus recursos y capacidades. Tenemos que pasar a un modelo donde la gente tome decisiones sobre su propia vida y donde participe en esas decisiones. Creo que es todo un proceso.
Por lo que dice, las políticas anti-sistémicas de izquierda también se construyeron a partir de identidades nacionales ¿Usted plantea que debería haber una reconfiguración por ese lado?
Sí, una reconfiguración como proceso, no lo podemos ni forzar, muchos de los parámetros que existe no van a desaparecer porque los negamos o porque no los queremos. Yo estoy convencido que el Estado no es un mecanismo de liberación, sin embargo, sólo porque el Estado no me gusta no lo puedo ignorar, ni va a desaparecer. Es un poder fáctico, hay relaciones de poder, y estamos en una situación internacional. Si hoy abolimos el Estado no vamos a tener el comunismo igualitario sino vamos a tener las empresas militares privadas en conjunto con las empresas transnacionales que van a tomar el poder y decidir ellas que hacer. Hay que manejar todo en relación con las realidades en las cuales vivimos. Me han parecido muy interesantes varios de los procesos en América Latina durante las últimas dos décadas. Los llamé un tipo de cambio de dos bandas, desde un poder constituyente y un poder constituido, lo analizo como una relación conflictiva y como un antagonismo. El antagonismo es el motor pero no es, como algunos vieron, que el Estado y la izquierda (o los movimientos) ahora forman una fuerza en conjunto y el conjunto cambia. No, juntos cambian las cosas pero es una relación de antagonista, de cooperación y conflicto. No un juntarse armónico de las fuerzas, son dos lógicas opuestas. Sin embargo creo que no nos queda otra, vivimos en el mundo en el cual vivimos, debemos tomar en serio las relaciones de fuerza y las condiciones que existen. La revolución se hace bajo las condiciones que uno encuentra, como decía Marx en el Dieciocho Brumario.
¿Le gustaría agregar algo?
Sí, un asunto que es cómo con esas guerras o el uso de esas empresas militares privadas y la primacía de las compañías extractivas, se regresa a un modelo colonial en muchos lugares. Construyendo un tipo de economía de enclave como había en el Caribe en el mil seiscientos. Es decir, donde se defendían militarmente unos pequeños lugares de donde se sacaba el jarabe de azúcar de caña o el oro y la plata, para transportarlo a España, asegurando las rutas de transporte y las ciudades portuarias.
Sí, un asunto que es cómo con esas guerras o el uso de esas empresas militares privadas y la primacía de las compañías extractivas, se regresa a un modelo colonial en muchos lugares. Construyendo un tipo de economía de enclave como había en el Caribe en el mil seiscientos. Es decir, donde se defendían militarmente unos pequeños lugares de donde se sacaba el jarabe de azúcar de caña o el oro y la plata, para transportarlo a España, asegurando las rutas de transporte y las ciudades portuarias.
Algo parecido a la Liga Helvética al principio de la modalidad que manejaba caminos, ejércitos.
Eso es lo que vemos, por ejemplo, en Irak o en Libia, o en otros lugares, donde las fuerzas de empresas militares privadas, que muchas veces cuando ha pasado la punta alta del conflicto hasta son pagadas directamente por las empresas privadas y también pasa en muchos lugares en África, como el Congo con el coltán o en Sierra Leona con los diamantes. Se ocupan exclusivamente de asegurar militarmente sus lugares de extracción, todo el resto del país no importa, sólo la infraestructura para sacar sus recursos, importa salvaguardar y darle seguridad a esos lugares de extracción y punto. Todo el resto del país no importa, hasta el colonialismo clásico tenía la idea de construir un modelo político o de crear cierto tipo de infraestructura, claro que para sus intereses; pero hoy en día no se transfiere ni parte de su aparato a esos países. Es la simple extracción, sin la creación de absolutamente nada más allá de la extracción, ni de estructuras políticas.
El ejercicio del poder como algo menos sutil.
Sí, eso ya no se hace, a las empresas no les importa el gobierno, ni que haya estructuras. Lo mismo pasa en muchas otras zonas de los Países Árabes, en África también. Lo mejor para ellos es que no haya gobierno que cobre impuestos. Estamos regresando ahí a un modelo con una economía de guerra que no es ni la clásica economía de guerra. Ésta era una economía centralizada que producía para la guerra, para luego en algún momento terminar la guerra. Hoy la producción nacional es destruida, muchos de los actores de la guerra se financian a ellos mismos, las empresas transnacionales pagan a las empresas privadas militares, que al mismo tiempo tal vez les pagan en acciones o en minas. Las elites locales se financian no en un cuadro nacional o colonial ordenado, sino que lo hacen por los impuestos que ellos mismos ponen sobre la exportación de recursos naturales.
Y se empieza a perder la distinción entre paz y guerra.
Es la guerra global permanente, ya la paz no existe. La distinción oficial sí existe, pero, durante los últimos 20 años, ninguna de las guerras que hemos tenido sido declarada, ni la guerra de Arabia Saudita contra Yemen, ni la guerra en Libia, ni la de Irak.
Pareciera que este escenario va a seguir.
Lamentablemente sí. Ese es, por lo menos por un rato, el camino y la tendencia que tenemos. Lo más importante es crear conciencia, porque todo el modelo que se creó con las empresas militares privadas está hecho para ocultar de la percepción y de la decisión pública lo que está pasando.
Hay cambios a nivel de ciudadanía o población que busque restringir el uso de las compañías militares.
Muy pocos, hubo algunos intentos en Sudáfrica donde se prohibieron las empresas militares privadas. Entonces los mercenarios se fueron y trabajaron para otras empresas, o las empresas se declararon empresas de seguridad. En algunos países están pensando en cambiar sus leyes para prohibir a sus ciudadanos combatir en ejércitos foráneos pero no en empresas militares. Hay unos poos intentos en la ONU, en la comisión que investiga a esos asuntos, pero es muy contradictorio porque la ONU ha pasado, también, a usar en sus misiones empresas militares privadas, por ejemplo en Haití. Hay muy poco conocimiento, hay muy poca conciencia, y donde hay conocimiento es porque están interesados en que sea así.
Notas de autor
Más información: www.azzellini.net