Dossier
Donald, sus lecturas y la formación en nuestras universidades
Donald, His Readings and Education at Our Universities
Tram[p]as de la comunicación y la cultura
Universidad Nacional de La Plata, Argentina
ISSN: 2314-274X
ISSN-e: 2314-274X
Periodicidad: Frecuencia continua
núm. 86, e055, 2021
Recepción: 14 Octubre 2021
Aprobación: 19 Noviembre 2021
Publicación: 25 Noviembre 2021
Resumen: Para leer al Pato Donald (1971) es un libro icónico por varios motivos, entre los que se encuentra, sin lugar a dudas, haber marcado una época. A partir de su publicación se desencadenaron multiplicidad de debates políticos y académicos que asumieron distintas formas, lenguajes y géneros. Entre todas esas incidencias se encuentra la educativa. Hoy sigue presente, de diversas maneras, en la formación de las/os estudiantes de las carreras de comunicación a lo largo de todo el país. Esta presencia constante en los espacios académicos, nos motiva a preguntarnos sobre su recuperación y a pensar cómo circula en la actualidad por las aulas.
Palabras clave: Pato Donald, lecturas, formación, universidades.
Abstract: How to read Donald Duck (1971) is an iconic book for several reasons, among which is, without a doubt, having marked an era. Since its publication, a multiplicity of political and academic debates were unleashed that assumed different forms, languages and genres. Among all these incidents is the educational one. Today it is still present, in various ways, in the training of students of communication careers throughout the country. This constant presence in academic spaces motivates us to ask ourselves about their recovery and to think how it circulates in classrooms today.
Keywords: Donald Duck, readings, education, universities.
¿Un libro pensado para el campo académico?
No, definitivamente no. Si bien no lo excluía, no constituía su principal objetivo, más allá de que sus autores estaban muy vinculados a las universidades. Entonces, cabe preguntarse por qué se convirtió en un texto que, hasta el día de hoy, sigue siendo recuperado por docentes y por estudiantes de la Argentina y de América Latina en su conjunto.
En 2001, Javier Esteinou Madrid publicó un artículo en la revista Razón y Palabra que problematizaba el conocimiento que en las universidades mexicanas se tenía sobre Armand Mattelart. Luego de revisar su amplísimo aporte al campo de la comunicación en América Latina, expuso los resultados de una encuesta realizada a docentes y a estudiantes. Los datos eran contundentes: solo el 9 % del estudiantado conocía a Mattelart, mientras que el porcentaje de docentes era del 22 %. En ambos casos, el libro mayormente recordado y/o que se considera más significativo en la obra del autor es Para leer al Pato Donald (1971). A continuación, Esteinou Madrid (2001) se detiene a explicar las 14 razones por las cuales considera que se produce esta «amnesia académica» en relación con el conocimiento y la valoración de la obra de Mattelart. No seguiremos esa línea de reflexión, sino que nos quedaremos con la recuperación de este libro en particular.
Aunque el porcentaje parece bajo, que un libro de estas características, a treinta años de su primera edición, siguiera circulando por las aulas y se lo recuperara como una obra significativa, no deja de ser un dato menor. Menos aún si consideramos que a cincuenta años los porcentajes son relativamente iguales.1 Por consiguiente, la vigencia es un dato relevante del libro. Aunque cabría preguntarse sobre el alcance de esta vigencia o sobre el modo en cómo se presenta. Para transitar este recorrido, lo haremos a partir de concebir al libro como un material educativo recuperado en las carreras de comunicación.
Sobre los usos, los consumos y las resignificaciones
En un relevamiento realizado para la escritura de este artículo, se indagó sobre el conocimiento acerca del libro, sobre las valoraciones y sobre los usos y circulaciones en las carreras de comunicación de cuatro universidades públicas argentinas. Cabe aclarar que las encuestas no pretendieron criterios de representatividad, ni fueron aleatorias. Vinieron a complementar la propia experiencia y la sistematización de diálogos con colegas y con estudiantes a lo largo de veinte años.
De todo este recorrido errático, podemos proponer ocho ejes de aproximación a Para leer al Pato Donald (1971) desde un aspecto educativo:
1. El mundo Disney. La lectura crítica del libro se posa sobre un objeto conocido, cotidiano, podríamos decir, inesperado. Es transgeneracional y perenne. Su alcance no registra fronteras geográficas ni culturales. Nos habita en algún recuerdo, una canción, una imagen, algún deseo, un juguete, una sonrisa. En la actualidad, el mundo Disney se ha consolidado en una lógica transmedia que permea prácticas y consumos. Es difícil no saber de qué estamos hablando cuando hablamos del Pato Donald, y más difícil aún es no sentirlo cercano a alguna de nuestras experiencias presentes o pasadas. No importa la edad que tengamos, tanto docentes como estudiantes tienen / tenemos algún tipo de referencia a la cual acudir cuando se habla de Donald. Por estos motivos es que sigue siendo contemporáneo y, en algún sentido, un objeto del pasado, pero plenamente actual.
Hablar del Pato Donald es hablar del mundo cotidiano –el del deseo, el hambre, la alegría, las pasiones, la tristeza, el amor– en que se resuelve la vida concreta de los hombres, nos dirá Héctor Schmucler en la introducción (Dorfman & Mattelart, [1971] 2005, p. 4).
Su recuperación como objeto de análisis no se presenta como exógena, sino como algo cercano, de la vida diaria, lo cual facilita el surgimiento de una primera empatía. Nos habla de la familiaridad del objeto, que no es otra cosa que la familiaridad con nuestra propia vida.
2. El lenguaje. La narrativa del texto nos invita a transitar conceptualizaciones sin casi darnos cuenta que lo estamos haciendo. En el capítulo «PRO-LOGO PARA PATO-LOGOS», los autores reflexionan sobre la construcción discursiva.
El lector que abre este libro seguramente se sentirá desconcertado. Tal vez no tanto porque observa uno de sus ídolos desnudado, sino más bien porque el tipo de lenguaje que aquí se utiliza intenta quebrar la falsa solemnidad con que la ciencia encierra su propio quehacer (Dorfman & Mattelart, [1971] 2005, p. 9).
Esta estrategia discursiva, que perseguía fines concretos en ese contexto político, que buscaba problematizar lo más cercano como paso para el cambio social, nos continúa interpelando desde la proximidad. Al estallar el lenguaje académico, se estallan a la vez las barreras del alcance del lector modelo. Entonces, nos hablan coloquialmente de ese pato que tanto conocemos. Nada puede salir mal.
3. Todo lo abstracto se concreta en la viñeta. Si bien el lenguaje es una invitación a la cercanía intelectual, el libro se dedica a operacionalizar conceptualizaciones todo el tiempo, en cada dibujo, situación e intercambio discursivo. En este sentido, nos muestra los indicadores de la presencia de dicho concepto en los distintos ejemplos transitados, en la selección minuciosa de los cuadros, los diálogos y las viñetas mostradas. Es un ejercicio permanente en el que se corre el velo de lo obvio, y se anclan los sentidos de los relatos, las imágenes y las construcciones discursivas. El anclaje no nos deja lugar a duda, intenta cercar las interpretaciones posibles sobre la historieta explicitando un significado.
4. La parte por el todo. Como una figura retórica, Para leer al Pato Donald (1971) se constituye en la sinécdoque que nos habla no del pato ni de esta historieta solamente, sino del todo, ese todo al que podemos denominar capitalismo. Y aquí, el juego de ir a lo particular cercano para generar familiaridad juega, a la vez, otro juego mayor, que es hablarnos de un sistema social y de un proyecto político/ideológico. «Para muestra sobra un botón», dirá el dicho popular y Héctor Schmucler lo refuerza al afirmar:
Los personajes de Disney, en cambio, no son míticos. Son axiológicos: en este mundo se actúa por interés, en este mundo se engaña, en este, el de todos los días, se establecen las diferencias entre los hombres (Dorfman & Mattelart, [1971] 2005, p. 7).
5. Transferencia. Asumir el punto anterior implica el necesario movimiento hacia la búsqueda de otros ejemplos: trasladar las lentes que nos permitieron leer al pato, para leer otras prácticas, otros discursos, otros productos culturales. Entonces, los/as lectores/as se sienten invitados/as y provocados/as por esta propuesta que aventura tantos caminos como objetos posibles, llegando al mismo final. Para leer al Pato Donald abre puertas, seduciéndonos para generar nuestras propias búsquedas y lecturas.
6. Transposición didáctica. El saber científico de la perspectiva teórica conceptual de Mattelart y de Dorfman logra transformarse en el texto en un saber enseñable, un saber que en sí mismo es un objeto de enseñanza que tiende a ser aprehensible por parte del/la lector/a. En dicho tránsito, se da una transformación del contenido que supone una nueva construcción (pasando, previamente, por una deconstrucción). No es un simple ejemplo, sino una estructuración del conocimiento donde se interviene y se reelabora la estructura de los conocimientos previos. Nos dirán los autores:
Para acceder al conocimiento, que es una forma de poder, no podemos seguir suscribiendo con la vista y la lengua vendadas, los rituales de iniciación con que las sacerdotisas de la «espiritualidad» protegen y legitiman sus derechos, exclusivos, a pensar y a opinar (Dorfman & Mattelart, [1971] 2005, p. 9).
Este proceso se da sin intencionalidad pedagógica previa (en clave de la educación formal) por parte de los autores, o por lo menos eso parece.
7. La crítica como didáctica. La afirmación del párrafo anterior es, por lo menos, engañosa. Si Para leer al Pato Donald (1971) propone una lectura crítica de la sociedad, de las prácticas culturales y de los proyectos políticos, podemos pensar dicho movimiento como un proceso educativo, en clave de la perspectiva de comunicación / educación. Todo proceso crítico busca ser transformador en el plano material y/o simbólico, desplegando una lucha por el sentido que acompañará la reflexión comunicacional y, también, educativa / pedagógica. El proyecto del libro, entonces, está imbricado en un proceso educativo, transformador y revolucionario, que no pretende anclarse en los espacios educativos formales, pero que lo hace en los no formales, en las prácticas diarias, en el plano cotidiano. Es necesario aclarar que la finalidad de generar y de promover lectura crítica es en sí misma un objetivo educativo en el marco de las prácticas sociales y políticas. Tenemos aquí, entonces, una doble entrada al libro.
8. Su lectura. Podríamos hablar de las múltiples lecturas que el libro generó: las lecturas políticas que llevaron a que se convirtiera en un libro prohibido y quemado o a que lo alzaran como bandera en los espacios de trinchera contra la dictadura y el liberalismo. Las lecturas académicas que permitieron generar el debate sobre los modos de conocer, sobre la concepción misma del conocimiento y su relación o no con lo ideológico y lo político. Los debates producidos en el marco de las revistas Lenguajes y Comunicación y Cultura fueron y son tan ricos para comprender las disputas del campo académico que en la actualidad siguen vigentes y recorren, también, las aulas universitarias. Así, el libro generó nuevos productos también con usos educativos.
¿Puede pensarse como un material educativo?
Para comprender la clave de lectura que recuperamos del libro, nos detendremos, muy brevemente, a conceptualizar los materiales educativos. Podríamos partir definiéndolos como, retomando a Daniel Prieto Castillo ([1982] 2004), un puente entre lo que se es y se sabe con lo que se busca saber. Son artefactos físicos recuperados para prácticas de enseñanza. Entonces, nos proponen una experiencia mediada que nos invita a relacionarnos con sentidos y con conocimientos.
Los materiales pueden ser de dos tipos: aquellos producidos con intencionalidad pedagógica, y aquellos que, contando con otras motivaciones en su producción, son recuperados para fines educativos. Los materiales producidos con finalidad educativa deberían contemplar y presentar, mínimamente, los siguientes aspectos:
Uno o más objetivos pedagógicos (todo material educativo busca fomentar, apoyar y/u optimizar el desarrollo de una experiencia de aprendizaje).
Destinatarios/as ideales (aquellas personas a quienes el material va dirigido prioritariamente).
Posicionamiento educativo / comunicacional.
Materialidad (un material educativo es un objeto que puede ser transportado, aun cuando su soporte sea digital).
Una estructura / guión que propone un modo de recorrerlo.
Contenidos.
Unidad entre la materialidad y el mensaje/los mensajes (el material educativo debe ser considerado en su integralidad, lo que incluye: qué dice, cómo lo dice, para quién lo dice y en qué lenguaje (gráfico, sonoro, audiovisual, multimedial).
Una contextualización local y temporal precisa.
Supone, además, un contexto de uso y define un lugar para quienes mediarán –o no– ese proceso de aprendizaje (supone, por ejemplo, que habrá docente mediador o, por el contrario, podrá pretender que no lo haya, como en el caso de los materiales educativos autoadministrados frecuentemente utilizados en educación a distancia).
Un proceso de validación.
La mediación de contenidos o procesamiento didáctico es la puesta en diálogo de los contenidos organizados disciplinarmente y la planificación de un proceso educativo. Implica, por un lado, conocer ampliamente el tema que se tratará; pero supone, por otro lado, dimensionar que ese contenido debe ajustarse al proceso de aprendizaje que se promueve, a los/as educandos/as, al momento y al lugar de implementación.
Consideramos que Para leer al Pato Donald (1971) es un producto cultural que es recuperado como material educativo, es decir lo analizamos como un libro que no tuvo intencionalidad educativa en los términos antes mencionados, pero que es trabajado para estos fines en el ámbito universitario.
Los ocho ejes antes mencionados dan cuenta de ciertas características del libro, de su producción y de sus lecturas, que nos permiten pensar en las apropiaciones que sigue teniendo en las carreras de comunicación de la Argentina.
En las encuestas realizadas, se constata que el libro se encuentra presente de manera explícita en los programas de algunas asignaturas, pero que también aparece en otras materias como recurso didáctico para trabajar algún aspecto teórico. Las particularidades enunciadas en los ejes facilitan la recuperación del libro como material educativo: interpela, genera proximidad, posee un lenguaje claro y llano, aborda un universo conocido que facilita el diálogo con saberes previos, trabaja cierto contenido, presenta ejemplos, promueve la transferencia…
En mayor medida, el libro es recuperado en asignaturas vinculadas a las denominadas teorías de la comunicación. También, se lo encuentra presente en materias como semiótica o análisis del discurso. Los/as docentes encuestados/as rescatan varios elementos del libro para su uso en el aula. Entre ellos, predomina la capacidad de anclaje que permite ante ciertos debates teóricos y epistemológicos vinculados con las perspectivas teóricas de la década del sesenta, las críticas latinoamericanas al desarrollismo a partir de los postulados de la teoría de la dependencia y la invasión cultural.
Lo nombran como un material que puede fragmentarse en un par de historietas y algunos párrafos, por lo que resulta de lectura rápida y ágil en el tiempo reducido de una clase. Asimismo, la contextualización para el trabajo con dicho material se repone rápidamente, dado que las experiencias de los/as estudiantes con la historia del Pato Donald ayudan a dicha reconstrucción. También permite recuperar la historia latinoamericana reciente, las últimas dictaduras cívico militares; especialmente, la chilena.
Los/as docentes refieren que resulta difícil encontrar textos de dicha época y de dichas corrientes teóricas para abordar la temática. Por tal motivo, una estrategia que se visualizó como transversal es narrar la perspectiva y anclarla con un fragmento del libro como mediación pedagógica hacia el contenido. En ningún caso se constató que se utilizara el libro entero, sino que se segmenta y el modo de circulación es mediante fotocopias.
Los/as estudiantes expresan fascinación cuando recuerdan el contacto que tuvieron con el libro o, mejor dicho, con una parte de él, ya que ninguno leyó la obra completa. Sin embargo, a pesar de contar con una lectura fragmentada, se dejaron llevar por la propuesta de lectura crítica y afirman que, en gran medida, el libro les permitió revisar productos culturales más actuales que presentan las mismas características en sus lógicas discursivas y en sus condiciones de producción. Rápidamente, asocian y mencionan la articulación del libro con la teoría crítica de Frankfurt, los postulados semióticos y la perspectiva marxista.
Un dato significativo aparece con la referencia a los autores. Varios/as estudiantes mencionaron que el libro fue escrito por Mattelart y por Schmucler. Intuimos que Esteinou Madrid tendría mucho para escribir sobre esto. Si bien es cierto que Schmucler escribió el prólogo, se lo recuerda más que a Ariel Dorfman y se lo ubica en calidad de autor. No podríamos precisar el motivo. ¿Tal vez, por la nacionalidad argentina? ¿Por haber vivido en Córdoba y haber trabajado tanto en las universidades seleccionadas para las entrevistas? ¿Por haber fallecido hace poco y tenerlo más presente a partir de los distintos homenajes realizados? ¿Por ser un intelectual imprescindible para los estudios de comunicación en Argentina y en América latina? ¿Por ser tan generoso en su modo de compartir el conocimiento y la vida? En fin... Esta referencia abre seguramente un nuevo artículo.
Pero volvamos al libro. Si bien la mayoría de los/as estudiantes estudió con una parte del libro hace dos o tres años, lo tienen presente e insisten que el debate es actual. Casi un cuarto de los encuestados asoció Para leer al Pato Donald con un hilo de Twitter publicado en 2018 acerca de una investigación realizada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) sobre la película de Disney «El Rey León».2 Asimismo, mencionan que luego de trabajar con el libro debatieron sobre artículos que recuperaban la transición del Pato Donald a Donald Trump (Browne Sartori, 2021).
En las encuestas se evidencia que el libro es un excelente recurso educativo y que sigue siendo seleccionado por el cuerpo docente porque presenta varias características específicas que no se suelen encontrar en otros libros. Por ello, tiende a ser un material usado mucho más en las instancias de los prácticos de las asignaturas que en los espacios teóricos, aunque la cita aparece también allí. Se lo presenta como un material imprescindible en la formación de comunicadores críticos.
La lectura de Donald camina por nuestras universidades públicas, por sus pasillos, por sus aulas. Toma carrera y se lanza al infinito y más allá, atravesando innumerables productos culturales, multiplicándose en relecturas y resignificaciones críticas que (nos) permiten leer al pato, pero sobre todo leer el mundo.
Referencias
Browne Sartori, R. (2021). Del pato Donald a Donald Trump. Una revisión distópica desde el pensamiento de M. Foucault. Utopía y Praxis Latinoamericana, 26(92), 116-127. Recuperado de https://produccioncientificaluz.org/index.php/utopia/article/view/35051
Dorfman, A. y Mattelart, A. (2005) [1971]. Para leer al Pato Donald. Comunicación de masas y colonialismo. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI.
Esteinou Madrid, J. (2001). El impacto del pensamiento de Armand Mattelart en la Academia de Comunicación Mexicana. Razón y Palabra, (22). Recuperado de http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n22/22_jesteinou.html
Prieto Castillo, D. (2004) [1982]. La comunicación EN la educación. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina: Stella / La Crujía.
Notas