Artículos de reflexión
Las antropotécnicas desde Peter Sloterdijk: la ingeniería genética y la información como técnicas para la mejora del hombre contemporáneo
The Antropo-Techniques From Peter Sloterdijk: The Genetic Engineering And The Information As Techniques For The Improvement Of The Contemporary Men1
Revista de Investigaciones de la Universidad Católica de Manizales
Universidad Católica de Manizales, Colombia
ISSN: 2539-5122
ISSN-e: 0121-067X
Periodicidad: Semestral
vol. 16, núm. 27, 2016
Recepción: 15/03/2016
Aprobación: 14/04/2016
Resumen: ¿Cómo se forma la subjetividad en tanto interiorización y transformación cultural, a través de la nueva tecnicidad? Una tecnicidad digitalizada que, a su vez, se convierte en soporte para el despliegue de la subjetividad y nuevo dispositivo de poder contemporáneo. Para su abordaje se sigue la propuesta de Peter Sloterdijk, quien plantea la emergencia de un sujeto operable que encuentra en la ingeniería genética un campo para la mejora y el logro del equilibrio homeostático que hace posible la vida en comunidad. Se trata pues de una reflexión antropológico-filosófica, en la que se supera la crítica superficial que denuncia el supuesto antagonismo entre técnica, humanidad y cultura.
Palabras clave: antropotécnica, humanización, ingeniería genética, perfectibilidad.
Abstract: How is subjectivity formed regarding cultural transformation and interiorization through new technicality? A digitalized technicality, which in turn, becomes a support for the display of subjectivity and a new device of the contemporary power. For its approach, a Peter Sloterdijk proposal is followed. This author presents the urge of an operable individual who finds in the genetic engineering a field for the improvement and for the achievement of the homeostatic equilibrium which makes community life possible. It is about an anthropological-philosophical reflection, in which the superficial criticism is overtaken and which claims the supposed antagonism among technique, humanity and culture.
Keywords: antropo-technique, humanization, genetic engineering, perfectibility.
Introducción
Hablar de ingeniería genética y la disponibilidad de información como antropotécnicas contemporáneas, exige presentar la idea de hombre y mundo que se asocian paulatinamente a ellas en la obra del pensador alemán Peter Sloterdijk, por lo que resulta preciso iniciar este texto con la reconstrucción breve de la imagen de hombre y mundo que ofrece en sus textos Normas para el Parque humano (2006a), Los latidos del mundo (2008) y Si Europa despierta (2004).
En la primera, cuya versión inicial se conoció en 1997, el autor propone que la historia del humanismo, cuya raíz se encuentra en la antigüedad, ha pasado de las utopías de la justicia a las fantasías biopolíticas de selección. Nos encontramos entonces, frente a seres humanos que creen que pueden mejorar, y hasta suprimir, la herencia deficitaria del nacimiento y que el destino de la humanidad no se traduce en un forzoso y doloroso camino ascendente a aquello que nos hace “hombres”, sino que podemos intervenir nuestra condición biológica y equiparnos para vivir al máximo (Vásquez Rocca, 2009a). Hemos heredado del proyecto greco-romano antiguo y de la Ilustración una idea que se puede expresar así: “la lectura educa”. Simultáneamente, esta acción alfabetizadora sirve para sobreponerse a la barbarie que hay en la especie humana; es de anotar que en muchas propuestas que dan cuerpo a la tradición educativa occidental, según Sloterdijk, siempre se encuentra latente una idea de lo bestial como aquello que debe ser encauzado o controlado a través de técnicas de humanización, por ello:
Estos breves apuntes dejan clara una cosa: la cuestión del humanismo es de mucho mayor alcance que la bucólica suposición de que leer educa. Se trata nada menos que de una antropodicea, es decir, una definición del hombre teniendo en cuenta su apertura biológica y su ambivalencia moral (Sloterdijk, 2006a, p. 35).
Este hombre que ahora debe enfrentarse a la pregunta por los medios que lo hacen tal es el que se perfila a lo largo del texto. Seres que, según el proyecto humanista, fracasan como animales, pero cuya condición imperfecta es la que precipita su humanización. El nacimiento prematuro, la permanencia de rasgos del nacimiento a lo largo de la vida y la crítica a cualquier determinación biológica en el hombre resultan ser los elementos de un cuadro que ofrece el pensador alemán, que nos recuerda como “ese claro en el bosque”, una alusión directa al Dasein heideggeriano, tiene a su alrededor una “penumbra” que resulta uno de los focos de mayor interés para las teorías clásicas y contemporáneas de Bildung (Runge, 2012); pero que por encontrarse en esa condición confusa e indeterminada, es capaz, a través de diferentes estrategias o técnicas domesticadoras, de embellecerse y constituirse en “Animal de lujo”. Esta última afirmación no es transparente, es una metáfora de las tantas que emplea el autor para dejar en claro que el humanismo es una propuesta que nos obliga a pensar la constitución del hombre, quien no puede renunciar a su animalidad aunque ahora debe relacionarse con ella de otro modo. No quiero pasar de largo por la expresión mencionada, “Animal de lujo”, para comprender su significado considero oportuno traer a colación a Rocca, quien señala que “el hombre es un animal de lujo y ya no es capaz de seguir siendo un verdadero animal. Para Sloterdijk la humanidad se ha vuelto incapaz de quedar recluida en el mero territorio de la animalidad. Somos seres condenados a la fuga hacia adelante y en esa carrera nos volvemos extáticos (Rocca, 2008, p. 108).
Ser o llegar a ser este tipo de animal supone que la humanidad está signada por un constante movimiento, ya no ascendente, al carecer de imágenes directrices, sino en una suerte de espiral sin retorno y meta, donde lo que cabe es la perfectibilidad como guía del camino y cuyas posibilidades se revelan múltiples. Bajo las condiciones contemporáneas, enfrentamos pues, una ingeniería social que se cuela por los pliegues del proyecto Genoma Humano2 (Fränquel, 2008), por las pruebas de amniocentesis que ponen en jaque los alcances de la biotecnología en el marco de la ética (Lolas, 2010) y por las propuestas visuales de mundos distópicos como Blade Runner3 (Erreguerena, 2011), Gatacca4 (Erreguerena, 2008) o Equilibrium5. En estos ejemplos se reviven propuestas neo- darwinistas al límite, donde la herencia de rasgos fuertes para la supervivencia es garantizada a través de la detección de las falencias genéticas, su intervención o la supresión de aquellos rasgos que demarquen nuestra autorrealización.
Una segunda imagen de la humanidad aparece en Los latidos del mundo (2008), una obra que es producto de una conversación entre Peter Sloterdijk y Alain Finkielkraut. La reconstrucción que hago se desprende del análisis a los apartados VII y VIII de este diálogo que están centrados en la discusión sobre “la democratización del lujo”. En primer lugar, el autor compara el modo de vida norteamericano con el modo europeo, e indica que de no ser por la Revolución Francesa, este proceso de norteamericanización se hubiese concretado en Europa mucho antes de lo que ocurrió en Estados Unidos. En segundo lugar, encuentra en este modo de asumir la vida, una extensión de la idea de progreso que dio forma al proyecto moderno eurocéntrico, en cuyo centro se encuentra el confort como meta de la existencia y no la supervivencia, en otras palabras: interesa la comodidad aunque se agoten los recursos terrestres para lograrla.
Una tercera visión de los hombres europeos se encuentra en su texto Si Europa despierta (2004). Este texto es un ensayo en donde el autor se toma la palabra para hacer un llamado a sus contemporáneos frente a los cambios que enfrenta el mundo. Lo primero que nos ofrece es una reconstrucción de la idea de estado en Europa y el modo como se administraron las fuerzas en la antigüedad, por ejemplo en la constitución del Sacro Imperio Romano-Germánico6, en el proyecto moderno7 y en las crisis recientes8. Este recorrido le permite a Sloterdijk observar de qué manera a idea de lo público ha contado, históricamente, con el respaldo de “lo grande”, “lo excelso” y “lo absoluto” como meta, de tal manera que todas las fuerzas han de disponerse para crear el ambiente y los tipos de hombres que se necesitan para responder a esta demanda. Con esta idea del filósofo se ilustra lo anterior:
Los imperios universales y regionales que se han ido sucediendo desde entonces no tuvieron más remedio que apropiarse de esta idea de Virgilio. Este partiendo de la fortuna romana en la guerra a lo largo de los siglos, creía que el Imperio en su totalidad debía su nacimiento a una predicción divina [...] En el momento en que los pueblos de la era moderna reemplazan a sus reyes, tampoco tardan mucho en tomar de ellos el viejo gesto de establecer su derecho al poder bajo el signo de lo sagrado. De este modo en Europa los pueblos-sol sucedieron a los reyes-sol (Sloterdijk, 2004, p. 68-70).
Concretar esta transferencia supuso la producción de una sociedad maniaca, de acuerdo con lo que expone el pensador, necesitada de una gimnasia psicofísica de alta demanda que le permitiera a cada miembro del cuerpo social responder frente a los reyes o a su condición de pueblo soberano. Nos hacemos humanos en tanto que nos hacemos parte de esa vida pública que, en ocasiones, se identificó en muchos sentidos con la existencia individual. Lo que ha hecho Europa es revivir el mito imperial bajo el llamado a imitar el proyecto democrático que proponen los Estados Unidos de América, dejando de lado su historia como foco de revueltas contra la miseria humana. Si reconocemos que lo absoluto o lo excelso son invenciones y no esencialidades, nos ubicamos en un esfuerzo por pensar sin trascendentes, tal como lo hace Sloterdijk, asumiendo que esto exige pararse en el desfondamiento y reconocer los límites de las ideas sobre la constitución de la humanidad o el Estado. Es una vía para proponer una gran política en contra y más allá del Imperio, que serviría de alternativa a la Europa que sucumbe ante el proyecto estadounidense.
Sobre las antropotécnicas o los modos de hacernos hombres
Continuando con el desarrollo de este escrito, es necesario explorar el concepto de antropotécnica. La idea de una antropotécnica aparece en Sloterdijk de manera clara en Normas para el parque humano (2006a) y en Has de cambiar tu vida (2012), en el primero describe las acciones sistemáticas que, en nombre del humanismo, han sido emprendidas para nuestro desalvajizamiento y en la segunda muestra los tipos de técnicas existentes para tal fin, estableciendo diferencias entre aquellas dirigidas al individuo o al colectivo, así como las que resultan inhibitorias y las desinhibitorias.
En el centro del concepto se encuentra la idea de “mejora” ligada a unas acciones intencionalmente orientadas hacia ello y que es deudora de una condición humana deficiente. Esta propuesta responde a la tradición de la antropología filosófica alemana, donde se encuentran autores como Max Scheller, Helmuth Plessner, Ernst Cassirer y Arnorld Gehlen.
De este último retoma la idea del hombre carencial por naturaleza que debe, a través de técnicas, procurarse una segunda naturaleza artificial para sobrevivir. Así las cosas, la techné de la que habla Gehlen, es entendida como destreza, actividad y competencia, gracias a las que el hombre coordina sus acciones y sobrevive. El hombre es constitutivamente técnico, cuenta con una condición tal que le permite salir adelante frente a su fragilidad biológica, sobre esto Castro-Gómez indica que para Gehlen:
La técnica, en este caso, no son las herramientas que el hombre fabrica, sino el conjunto de acciones coordinadas, estratégicas, reglamentadas y orientadas al logro de una finalidad precisa. Podríamos decir que la técnica es producto de la inteligencia práctica del hombre, aquello que le permite “disponer” del entorno y someterlo a las necesidades vitales (Castro-Gómez, 2012, p.65).
En ese orden de ideas, las técnicas suplen lo que los órganos no le permiten al hombre, no son artefactos sino acciones orientadas a una meta clara: la administración de nuestras fuerzas con el fin de crear un medio en el que podamos vivir como “humanos”. Lo anterior supone un autodisciplinamiento, un aplazamiento y postergación de la satisfacción del deseo que se traduce en lo que denominamos “cultura”. Esto permite formular una idea fuerza en torno a las antropotécnicas, a saber: son acciones intencionales que posponen los impulsos con el fin de generar habilidades de tipo social e individual.
vivir como “humanos”. Lo anterior supone un autodisciplinamiento, un aplazamiento y postergación de la satisfacción del deseo que se traduce en lo que denominamos “cultura”. Esto permite formular una idea fuerza en torno a las antropotécnicas, a saber: son acciones intencionales que posponen los impulsos con el fin de generar habilidades de tipo social e individual.
El héroe de esta historia, el homo immunologicus, que ha de dar una armadura simbólica a su vida, con todos sus peligros y excedentes, es el hombre que lucha consigo mismo, preocupado por su propia forma. Lo caracterizaremos más de cerca como el hombre ético, o mejor dicho, el homorepetitivus, el homo artista, el hombre inmerso en el training (Sloterdijk, 2012, p.25).
El hombre no desaparece, es un ser que se ejercita. Se ha comprometido con su construcción desde el principio, para el autor solo hay seres humanos si existe un puente entre lo biológico y lo cultural, en sus términos, “somos seres pontificales” y, por ello, empeñados en crear arcos que muestren el vínculo entre la corporeidad y programas culturales. Existirá, de acuerdo con esta perspectiva, un espacio intermedio donde emergen las prácticas corporeizadas, las lenguas, los rituales y el manejo de la técnica, con las que se hacen procedimentales los artificios automatizados que nos humanizan. Es por ello que
tal zona intermedia constituye una región pródiga en formas variable y estable, que provisionalmente puede ser designada con suficiente claridad mediante expresiones convencionales como educación, usos, costumbres, entrenamientos y ejercicios, sin tener que esperar a los representantes de las ciencias humanas, los cuales siembran con el ruido de su cultura, el desconcierto, para cuya disolución luego ofrecen sus servicios (Sloterdijk, 2012, p.26).
Aparece ante nosotros un “jardín de lo humano” compuesto por poderosas acciones reguladas, dirigidas tanto al interior como al exterior, orientadas a hacernos resistentes al medio y crear espacios que permitan vivir, logrando así que el “marginado biológico” crezca en un ambiente adecuado a él (Méndez, 2013). En este orden de ideas, el mundo se configura en estructura protésica que cubre al hombre, le ofrece resguardo y nutrición adecuada para crecer. Lo anterior ha sido producto de la combinación durante muchos siglos de técnicas inhibitorias o técnicas hegemónicas que se oponen al deseo y técnicas desinhibitorias que estimulan ciertos comportamientos, pero ambas tienen como fin ayudarle al hombre a crecer. Siguiendo los planteamientos de Sloterdijk, es importante aclarar que estas acciones ordenadas pueden ser ejercidas por los hombres entre sí o por los individuos sobre sí mismos.
Las antropotécnicas generales o globales son identificadas por el autor con el humanismo, pues en este proyecto hay un compromiso abierto por parte de unos hombres de rescatar a otros de la barbarie. Se trata de un esfuerzo planeado para que unos hombres salven a otros de su animalidad, a través de prácticas de apaciguamiento que unos superiores jerárquicos practican sobre aquellos sumidos en la bestialidad; no obstante, eran pocos los escogidos para cumplir esta misión, situación que conduce a Sloterdijk a afirmar que es un proyecto elitista.
Con el advenimiento de la modernidad, las antropotécnicas globales descritas, que corresponden a la antigüedad greco-romana, son reemplazadas por otras donde caben todos los que sean “ciudadanos” de los nuevos Estados emergentes, tenemos entonces a la masa como objeto de estas técnicas que ahora buscan transformar el mundo a través de la mejora del mayor número de hombres. Este trabajo con la población será ejercido por los nuevos maestros a partir de la modernidad y el discurso pedagógico hace parte de esta nueva forma de gobierno. Siguiendo este análisis biopolítico que adelanta Sloterdijk, con el surgimiento de la pedagogía y del interés por pensar la humanización por medio de la formación se instaura una perspectiva en la que las disciplinas o ejercicios repetitivos y mecánicos se convierten en garantía de entrenamiento de la masa que ayudará a sostener el nuevo orden mundial.
Las antropotécnicas también tienen un costado de autoproducción individual, ligado al global, que encuentra en la antigüedad sus inicios, especialmente en las prácticas ascéticas que ayudaron a la división de los humanos en virtuosos y no virtuosos. Se trata aquí de cambiar la actitud de los hombres hacia las adversidades que debe enfrentar, es un camino arduo que le permite al hombre elevarse frente a lo horroroso y salir bien librado, en otras palabras, aprende resistir en medio de situaciones dolorosas sin que estas deban ser cambiadas, gracias a que sigue unos ejercicios que inmunizan al futuro virtuoso. Este tipo de técnicas de autoformación han pasado del ascetismo antiguo a los nuevos agenciamientos desinhibitorios y de experimentación constante consigo mismos que realizan los hombres de hoy, de modo que sus acciones coordinadas no buscan protegerlo, sino ponerlo de cara al peligro.
La Ingeniería genética y la información: antropotécnicas biológicas y comunitarias
En el apartado anterior se mencionaron los dos textos donde este filósofo alemán ha dado forma a su concepto de antropotécnica, es precisamente en ellos donde introduce el tema de la ingeniería genética y las disciplinas biológicas como el horizonte donde la humanización se juega en el presente, aunque una de sus lecturas más amplias sobre la biotecnología se encuentra en su conferencia El hombre operable (2006b) que servirá de eje a lo que sigue.
La ingeniería genética sería una antropotécnica orientada a producir el bien, asumido como homeostasis9. En Normas para el Parque humano (2006a), Sloterdijk pone en evidencia el fracaso del proyecto humanista centrado en la lectura como técnica de disciplinamiento, al ser una propuesta que actuaba sobre lo humano sosteniendo la dualidad humano/bárbaro e identificando lo segundo con lo natural. Ante el fracaso de este proyecto, al reconocer que no hay trascendente que sustente la función de los maestros o los políticos para guiar a los hombres en su “humanización” y al lograr ver en el trabajo genealógico que lo humano tiene una base biológica, aparecen la moral y filosofía como aquellas disciplinas que pueden ofrecer luces a estas técnicas de humanización, y eso es lo que pretende hacer Peter Sloterdijk con su trabajo.
Desde su propuesta filosófica abre otra lectura de la humanidad como no acabada e incapaz de agotar sus múltiples modos de ser; nuestra existencia se trata entonces, de continuar con la meta de transformarnos, logrando así que la sociedad sea una unidad equilibrada. En el presente son las técnicas biológicas la vía para lograr el camino que haga expedita la homeostasis, será el hombre operable quien defina estos nuevos rumbos, porque “las biotecnologías y las nootecnologías nutren, por su propia naturaleza, a un sujeto refinado y cooperativo, y con tendencias a jugar consigo mismo” (Sloterdijk, 2006b, p.21).
Este mundo se enmarca en una economía de la inteligencia donde los seres humanos están abocados a eliminar lo malo, que para el autor se entiende como aquello que impida crecer a la especie, y con ello, a permitir que el bien se muestre. La contemporaneidad es la época de una tecnología inteligente, no de aquella que provoca heteronomía, sino de una forma de funcionamiento no dominante en la que se produce una suerte de “homotecnología” y donde solo se desea- y logra- ser aquello que las cosas mismas pueden ser, en otras palabras, en nosotros como especie está el querer y poder ser mejorados, por ende, las acciones emprendidas para realizarlo no son arbitrarias o contra la constitución propia de la especie.
Las disciplinas biológicas nos muestran que el hombre, el mundo, el sujeto y el objeto tienen en común la información que está inscrita en cada uno y que requiere de una lectura que ayude a orientar las acciones, no como apaciguamiento, sino como un ejercicio de apertura de los rasgos constitutivos humanos; Ringelheim (s.f.) siguiendo a Sloterdijk, dice que “las ciencias y biotecnologías no pueden imponer sobre las cosas violentamente algo que ellas mismas no tienen para ofrecer. Se suprimiría de este modo la antigua dominación de los hombres sobre los entes” (p.5). Los seres humanos somos entendidos como seres constituidos y modificados por la naturaleza, no por ningún otro tipo de esencia o material, dicha naturaleza deviene información y lo que permiten las ciencias biológicas es una interacción amplia con eso que somos, es por ello que:
La homeotecnología [....] no hace más que avanzar en el camino de la no violación de los entes; gana en inteligencia inteligentemente creando así nuevos estadios de inteligencia; toma en cuenta eficazmente las cualidades de los cuerpos [...] Se caracteriza más por la cooperación que por la dominación, incluso en relaciones asimétricas. Importantes científicos del presente expresan ideas similares con la metáfora de un “diálogo con la naturaleza” [...] Desarrollar tecnologías significará en el futuro: leer las partituras de las inteligencias encarnadas, y contribuir a las interpretaciones subsiguientes de sus propias obras (Sloterdijk, 2006b, p.17).
Lo anterior permite colegir que el autor propone una tecnoteleología cooperante, donde las antropotécnicas van de la mano con la naturaleza. Este hecho hace posible considerar que no hay una crítica a la biotecnología, sino un llamado desde su propuesta filosófica a apoyar la transformación de los hombres, quienes ahora se exponen a sí mismos a la subsiguiente creación y manipulación, y no hacen nada perverso si se cambian a sí mismos autotecnológicamente (Váquez Rocca, 2013). Lo anterior es posible siempre cuando tales intervenciones y asistencia permitan asumir tales transformaciones como algo posible gracias a la dotación con que cuenta la especie; en este sentido, los seres humanos somos modificables al no existir una idea última de hombre, de mundo, de naturaleza y de cultura, a lo que se agrega que nos encontramos en una relación de dependencia con los productos culturales que, a su vez, configuran el mundo junto a los otros seres no humanos.
Ante el ocaso de las descripciones de lo humano que partían de Jonia y llegaban a Jena10, Sloterdijk nos presenta un hombre que ha comprendido que es hacedor de sí mismo y hacedor de soles (Vásquez Rocca, 2009b). Recuperando a Hegel, nos dice el pensador que es en la propuesta del “espíritu objetivo” en la que encontramos una lógica que permite definir el estatuto ontológico de los artefactos que fue bloqueado curiosamente, por el carácter intelectualista del mismo análisis hegeliano. La anterior situación entra en tensión gracias a los debates sobre el ser que abrieron la cibernética y la biología, a partir de las teorías de sistemas y de los organismos.
No se habla de espíritu objetivo bajo estos cambios, sino de un principio de información que circula entre el pensamiento y las cosas, generando un tercer polo para la relación sujeto/objeto al tener que reconocer que a todos los artefactos culturales, entre ellos las máquinas inteligentes, se les ha infundido un espíritu que está en ellas listo para ser recuperado y reelaborado. Según Sloterdijk, las máquinas y artefactos son la objetivación de los recuerdos, son negaciones de aquello que existía antes de que se imprimiese la información en las cosas y que se tornasen objetivas. Cuando el autor indica que solo hay información, se refiere a que el mundo tecnológico exige de nosotros aceptar la existencia de afirmaciones negadas, de negaciones afirmadas, nadas que son entes y entes que son nadas, así las cosas:
En la frase “hay información” hay implicadas otras frases: hay sistemas, hay recuerdos, hay culturas, hay inteligencia artificial. Incluso la oración “hay genes” solo puede ser entendida como el producto de una situación nueva: muestra la transferencia exitosa del principio de información a la esfera de la naturaleza (Sloterdijk, 2006b, p.8).
Este enfoque supone la superación de una lectura dicotómica entre cultura y naturaleza. En otros términos, enfrentarse a una lectura dominante donde las cosas, en apariencia, pueden atentar contra nuestra subjetividad. Considero, siguiendo al autor, que existe un temor infundado frente a la tecnología genética como algo invasivo que pone a nuestra disposición lo humano. La lectura del alemán conduce a pensar en una tecnología que logre dialogar con nuestra información biológica (Sloterdijk, 2003), por ello no basta con la propaganda frente a las posibilidades de lo génico, se requiere otra relación simbólica con las órdenes que tienen inscritas nuestros genes.
En el Hombre operable (2006b) indica Sloterdijk que los seres humanos nos encontramos en una histeria antitecnológica producto de la desinformación que recibimos, en la que persiste la separación entre seres y naturaleza, presentando así a lo tecnológico como algo que atenta contra nuestra libertad de ser. Acepta el pensador que el hombre es claro, pero simultáneamente es producido tecnogénicamente, está en el claro con piedras u otras herramientas en sus manos y lo que hace es pasar de una a otra técnica que, en definitiva, es la que nos hace posible, nos agencia y permite que encontremos las condiciones para nuestra incubación.
Actualmente, la incubadora para el hombre y la humanidad es producida por las tecnologías del hardware y el clima es determinado por las tecnologías del software (Sibilida, 2005). Si existimos como humanos es porque una tecnología nos ha hecho evolucionar desde lo pre-humano. De modo que los seres humanos no nos enfrentamos a algo radicalmente nuevo con la manipulación genética, pero recordemos que esto resulta productivo si conocemos nuestra dotación biológica y nuestra configuración social; en ese orden, esta asistencia e intervención se harían efectivas “como coproducciones auténticas, inteligentes y nuevas en trabajo con el potencial evolutivo” (Sloterdijk, 2006b, p.14). Se requiere entonces, considerar bajo las coordenadas contemporáneas, un trabajo educativo y una reflexión pedagógica que apunten a comprender las tecnologías expuestas como antropotécnicas, de modo que rehagamos el camino de la relación simbólica que hemos construido con ellas y reconozcamos nuestra condición “humana”.
Referencias
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Notas
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