Pensamientos desde las orillas
Aportaciones de Emmanuel Lévinas1 a una educación como acogida y hospitalidad
Revista de Investigaciones de la Universidad Católica de Manizales
Universidad Católica de Manizales, Colombia
ISSN: 2539-5122
ISSN-e: 0121-067X
Periodicidad: Semestral
vol. 17, núm. 29, 2017
… ese otro con el que me relaciono, y que me permite la entrada en un espacio asimétrico de alteridad, como fuente de responsabilidad y de respuesta a su llamada, es un otro que reclama una relación de sensibilidad con él, una relación desinteresada y gratuita. El otro no pide el reconocimiento de sus derechos, sino que apela a mi capacidad de acogimiento (Bárcena y Mèlich, 2014, p. 157).
No existe educación sin la presencia del Otro, no es posible relacionarnos en la Escuela ni en la vida social sin la (s) interrupción (es) de los demás, sin la interpelación de los otros. El siglo pasado, siglo lleno de avances en la ciencia y desarrollos tecnológicos, estuvo marcado por el horror, la barbarie y la inhumanidad, más bien, una deshumanización de unos sobre otros por pretensiones de dominación, homogenización o totalización. Esta última expresión es fuente de estudio de múltiples intelectuales interesados en analizar todas las manifestaciones en el ámbito de lo filosófico, lo político, lo social y lo cultural tras la guerra.
Uno de los filósofos más sensibles a la humanidad, incluso, sobreviviente ante la inhumanidad, esa que se pone en cuestión y es reclamada y obligada con la aparición del rostro del Otro y me “ata” con una responsabilidad infinita, es Emmanuel Lévinas, quien funda unas reflexiones que transitan por la filosofía, la literatura y la filosofía judía, entre ella el estudio del talmud y de la biblia, está última como testimonio ético que “nos lleva hacia las tareas humanas de los hombres” (Lévinas, 2015, p. 99); estas fuentes soportan toda una filosofía primera centrada en la ética, en la subjetividad como recibimiento, como acogida a la alteridad radical del otro, a la enseñanza como dar y recibir, o sea, dar-nos y recibir-nos en los encuentros educativos con los demás.
Decía Derrida (1998) sobre Lévinas “aquí mismo (…) enseñaba un pensador que no fue sólo un gran profesor en la Sorbona sino un maestro” (p. 35), maestro que se cuestionaba a sí mismo y a su pensamiento, buscando otorgarle la primacía al Otro, al menos favorecido, al más desamparado y desprotegido. En este sentido, su tesis sobre la enseñanza más que sobre lo educativo, se centra en la acogida, en el recibimiento de alguien que no soy yo y que llega de afuera y que interrumpe; por tal motivo, implica la enseñanza o lo que se quiere mostrar aquí, la educación en sentido de relación, cercanía y proximidad con el otro.
Una educación como acogida y hospitalidad tomará como posibilidad de realización la cercanía y la proximidad, esa distancia mínima que bordea los encuentros entre unos y otros, los actores sociales que habitan las escuelas con toda su humanidad, quienes responsablemente donan y atienden el rostro que interpela no solo como mandamiento, ley, norma o prohibición, sino como respuesta responsable y desinteresada hacia el Otro, en palabras de Lévinas (2014) “la proximidad del otro mostrándome su rostro, en sociedad conmigo […]” (p. 64).
Vivimos hoy día en sociedades cansadas (Chul Han, 2012), sociedades moralistas que pronuncian voces de reclamos cínicos y desvergonzados y se callan en silencios estremecedores que se naturalizan poco a poco hasta generar expresiones tales como: ¡todo va bien!, ¡siempre se ha hecho así!, ¿para qué hacer más o por qué hacerlo de otra forma?, ¡desde que no sea conmigo…!; sin embargo, es necesario una educación que promueva la acogida y la hospitalidad no meramente como discursos tolerables y aceptables de la presencia distinta del Otro, tampoco para tratarlo según su origen, procedencia, apariencia, pues estos discursos legitiman la tematización del Otro, lo que llama Lévinas (1977) la reducción del Otro a lo Mismo, una pretensión de igualdad y simetría que destruye la alteridad y vuelve añicos la riqueza de la diversidad.
Se hace urgente, tanto en las prácticas sociales como en la educación (otras manifestaciones de la socialidad de las prácticas), la acogida, la ayuda, el recibimiento con el que llega el nuevo, desconocido, extraño y extranjero a una institución social como la Escuela, allí el papel clave del maestro que no solo transmite conocimiento o información, sino que alberga y hospeda con toda su humanidad al Otro, dice Lévinas (1977) “lo Otro en tanto que otro es Otro. Es necesaria la relación del discurso para ” (p. 94), ayudar a ser, acompañar a ser, elevar el ser más allá del mismo ser, esa es una tarea del maestro, de la educación y de la escuela, sobre todo en estos tiempos de modernidad encarcelada (Lévinas, 1977, p. 10) y la soberanía absoluta y extrema del individuo sobre los demás.
Referencias
Bárcena, F. y Mèlich, J. C. (2014). La educación como acontecimiento ético. Natalidad, narración y hospitalidad. (ed. revisada y aumentada). Buenos Aires: Miño y Dávila.
Chul Han, B. (2012). La sociedad del cansancio. Barcelona: Herder.
Derrida, J. (1998). Adiós a Emmanuel Lévinas. Palabra de acogida. (Trad. Julián Santos Guerrero). Madrid: Editorial Trotta.
Lévinas, E. (1977). Totalidad e infinito, ensayo sobre la exterioridad. Salamanca: Ediciones Sígueme.
Lévinas, E. (2014). Alteridad y trascendencia. (Trad. Miguel Lancho). Madrid: Arenas libros.
Lévinas, E. (2015). Ética e infinito. Madrid: Machado libros.
Notas
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