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Enfermedades y médicos de la pareja imperial. Maximiliano y Carlota
Moisés Morales Suárez
Moisés Morales Suárez
Enfermedades y médicos de la pareja imperial. Maximiliano y Carlota
Lux Médica, vol. 17, núm. 50, 2022
Universidad Autónoma de Aguascalientes
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Resumen: El Segundo Imperio Mexicano fue una época de transición complicada para el emperador Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota, en el cual estuvieron involucrados diversos conflictos armados en la toma de poder en el "nuevo mundo". Sin embargo, dentro de esta lucha de poder y origen de nuevos gobiernos, la medicina no podía quedar rezagada, dando así la inclusión de médicos de origen austriaco y el desarrollo de la medicina en nuestro país, además del tratamiento de las principales enfermedades que aquejaban a las autoridades en dicha época.

Palabras clave: medicina,Segundo Imperio Mexicano,Maximiliano,Carlota.

Abstract: The Second Mexican Empire was a time of complicated transition for emperor Maximilian of Habsburg and his wife Carlota, in which several armed conflicts were involved in the seizure of power in the "new world". However, within this power struggle and origin of new governments, medicine could not be left behind, thus giving rise to the inclusion of austrian doctors and the development of medicie in our country, as well as the treatment of the main diseases that afflicted tha authorities at that period.

Keywords: Sencond Mexican Empire, medicine, Maximilian, Carlota.

Carátula del artículo

Ars médica

Enfermedades y médicos de la pareja imperial. Maximiliano y Carlota

Moisés Morales Suárez
Universidad Autónoma de Aguascalientes, México
Lux Médica
Universidad Autónoma de Aguascalientes, México
ISSN: 2007-1655
Periodicidad: Cuatrimestral
vol. 17, núm. 50, 2022

Recepción: 16 Abril 2021

Aprobación: 21 Enero 2022


Fueron cuatro médicos los que atendieron al emperador, sus médicos personales de origen austriaco, los doctores Federico Semeleder –que introdujo el uso del laringoscopio– y Samuel Basch (figura 1) –quien fue director de la Escuela de Medicina de Viena y del Hospital General de la misma ciudad e inventó el esfingomanómetro– y los médicos mexicanos doctor Rafael Nájera Lucio y doctor Miguel Jiménez.1 Durante la intervención francesa, el doctor Samuel Bash fue designado director del hospital militar de Puebla. El doctor Jiménez, padre de la clínica mexicana, era del bando conservador, y el doctor Lucio, director de la Escuela de Medicina y del Hospital para leprosos San Lázaro, del partido liberal. Fue él quien describió una forma cutánea de lepra que había pasado desapercibida, una variedad conocida como lepra manchada o lepra de Lucio. También fue uno de los médicos de Benito Juárez y, en su honor, hay una estatua en el Paseo de la Reforma. Apreció mucho el arte colonial, y fue un coleccionista de obras de pintores europeos.1



Figura 1. Retrato del doctor Siegfried Karl Ritter von Basch
Fuente: El médico imperial antes y después del Imperio15

El doctor Lucio y el doctor Jiménez, fueron miembros de la Academia Nacional de Medicina, así como profesores y directores de la Escuela Nacional de Medicina. El doctor Jiménez, considerado padre de la clínica mexicana, aplicó la punción evacuadora del absceso hepático amebiano, con lo cual redujo la mortalidad de esta grave complicación de la amebiasis. Los doctores austriacos, junto con los médicos mexicanos, integraron el grupo facultativo para cuidar el estado de salud de Maximiliano durante su estancia en nuestro país. Posteriormente, los médicos mexicanos serían consultados por los doctores Semeleder y Basch respecto a las diarreas disentéricas padecidas frecuentemente por el emperador y que no habían sido resueltas, así como a sus fiebres intermitentes, síndrome que pudo haber sido paludismo.1

Sus médicos europeos carecían de experiencia en el tratamiento de la disentería, pues mencionaban que esta era muy rara en Austria, mientras que en México era frecuente; posiblemente por ello consultaron a los doctores Lucio y Jiménez, quienes tenían amplia experiencia en el diagnóstico y tratamiento de estas enfermedades, particularmente de la disentería. Poco tiempo después, el doctor Semeleder pidió al emperador que aceptara su renuncia como su médico personal. Durante la lucha armada entre liberales y conservadores, el doctor Lucio, desde el punto de vista ético, atendió por igual al Archiduque Maximiliano, emperador del efímero Segundo Imperio, y al presidente Benito Juárez, sin importar el diametralmente opuesto bando político y de sus cargos.

Sobre Maximiliano

Refieren quienes han escrito acerca su vida que, en Europa, el emperador padecía frecuentes cuadros de amigdalitis, problemas gástricos y hepáticos, que presentaba después de consumir alimentos condimentados en las reuniones. Relatan que, al terminar de cenar, se retiraba temprano a sus habitaciones porque acostumbraba levantarse de madrugada para disfrutar de los bosques, ríos y lagunas.2,3,4

El doctor Basch atendió enfermos y heridos durante el Sitio de Querétaro de 1867 y, posteriormente, participaría en la primera necropsia del emperador en el Convento de las Capuchinas en la ciudad de Querétaro, así como en la segunda necropsia y embalsamamiento, realizados en el Hospital de San Andrés de la Ciudad de México. En ninguna de las dos necropsias se reportaron lesiones macroscópicas de sífilis, enfermedad que se sospechaba padecía Maximiliano, la cual habría adquirido en un viaje que realizó a Brasil. En aquella época no existían las pruebas serológicas que utilizamos en la actualidad para el diagnóstico temprano y solo en casos avanzados se podían encontrar lesiones macroscópicas del padecimiento. Por algún tiempo, se pensó que la sífilis era la causa de su supuesta esterilidad, aunque también se le atribuía a una probable impotencia sexual. Actualmente, se sabe que la infertilidad pude ser causada también por algunos problemas anatómicos u hormonales en la mujer.

Se cuenta que después de ser embalsamado Maximiliano, estando en su ataúd vestido y con botas, don Benito Juárez indicó que lo llevaran a la sala del hospital de San Andrés donde se habían realizado la segunda necropsia y el embalsamamiento para conocerlo, puesto que, por las circunstancias históricas ya conocidas, no lo había hecho en vida, exclamando al verlo: “¡Maximiliano, pero qué largas piernas tenías!”.2

En relación con su fusilamiento, los proyectiles de los fusiles, al estar muy cerca del tórax (de acuerdo con el cuadro plasmado por su pintor Eduard Manet en 1867 y de la ilustración del portal electrónico de la SEDENA), lo atravesaron por completo, como se observa en la fotografía de la camisa que portaba (figura 2), lesionando seguramente órganos vitales. Por esto, se infirió que su agonía debió ser muy rápida, quizás de segundos. Sin embargo, de acuerdo con el medico húngaro doctor Szender Ede, testigo presencial que estuvo a unos pasos de donde cayó abatido, al estar caído el emperador aún pronunció dos palabras (“hombre, hombre”), por lo cual el oficial del pelotón de fusilamiento le tuvo que dar dos tiros de gracia apuntando al corazón. Se menciona que Maximiliano pidió que el pelotón de soldados fuera de los mejores tiradores, por lo cual fueron designados ocho sargentos y un oficial, cuyos nombres y fotografías se puede conocer en diversos portales electrónicos (Mediateca INAH; La muerte del Emperador; nota del periódico Hungría, y El Mundo, 18 de junio 1876, traducción de Roberto Wallentin).5



Figura 2. Camisa de Maximiliano de Habsburgo, 1867
Fuete: “Sobre su cadáver: diplomacia entre México y Estados Unidos, y la ejecución de Maximiliano de Habsburgo en México”16

El médico húngaro Szender Ede llegó a México con el ejército austrohúngaro comandado por el General Bazaine en 1865 y vivió en México durante 10 años, posiblemente en la ciudad de San Luis Potosí, donde ejercía su profesión. Viajó de esa ciudad a Querétaro en diligencia, acompañado de un comerciante alemán, la princesa Slam Slam y el Barón Magnus, consejero de Prusia. Fue este quien le informó del deseo de Maximiliano de que se encargara de realizar la autopsia, embalsamarlo y regresar su cadáver a Europa, por lo que llevó consigo instrumental y soluciones que utilizaría al realizar la autopsia en la ciudad capital para cumplir con el encargo del emperador. En la mencionada carta, Szender Ede relata haber estado a unos pasos de donde fue abatido el emperador, y describe los preparativos que hizo para llevar lo que necesitaría para la necropsia, pues dudaba que en la ciudad de Querétaro pudiera encontrarlos después del prolongado sitio.

También narra cómo llegaron vestidos Maximiliano y sus generales Miramón y Mejía, así como las últimas frases que pronunciaron antes de ser fusilados. Describe el estado físico y emocional del emperador cuando lo visitó en su celda del convento varias horas antes de su ejecución, dice haberlo visto muy delgado y, por sus palabras, resignado y triste, y detalla el destino final de algunas pertenencias personales de Maximiliano. Asimismo, refiere el trato altivo y teatral que le dio el general Mariano Escobedo, comandante del triunfante Ejército Republicano del Norte –dice que se comportaba como Napoleón Bonaparte cuando ganó la batalla de Wagram– cuando le entregó el salvoconducto que llevaba para visitar al emperador. Se agregan en esta nota periodística las elucubraciones del traductor de la carta, el señor Wallentin, acerca de lo que hubiese sucedido de no haber sido fusilado Maximiliano (figura 3); cómo, al haber perdonado a los generales Miramón y Mejía, finaliza dando la razón a los jueces y al presidente Benito Juárez.



Figura 3. La amistad de dos emperadores
Fuente: Fusilamiento de Maximiliano por Manet.17

La carta describe con todo detalle los resultados de la necropsia realizada por los doctores Rivadeneira, Licea y Rivas. Se infiere que el presidente Juárez había designado para realizar este procedimiento a médicos de la Ciudad de México, ¿o queretanos?. El vicepresidente doctor Lerdo de Tejada, secretario de Gobernación, autorizó la participación del doctor Szender Ede en la autopsia, procedimiento que finalmente realizó solamente con el doctor Rivas y un ayudante, puesto que el doctor Samuel Basch padecía disentería. Por su parte, los doctores Rivadeneira y Licea también se rehusaron por sentirse indispuestos.

El doctor Basch, además de ser médico de cabecera del emperador, fue su confidente. Durante el sitio de Querétaro de 1867, antes de ser fusilado, le encargó escribir un libro que llevara el título de Los últimos cien días del Imperio. El galeno le cumplió este deseo, pero con el título Recuerdos de México. En este libro se describen la personalidad de Maximiliano, sus errores tácticos, el valor que demostró al enfrentarse al numeroso Ejército Republicano con el menor número de soldados que conformaban el suyo. Mencionan algunas fuentes de la época e historiadores de la medicina, que el doctor Basch, además, ayudó en la organización de la atención médica durante el sitio.6 El médico posteriormente participaría en la segunda necropsia y el embalsamamiento, procedimientos que se realizaron en el Convento de las Capuchinas de Querétaro y en el Hospital de San Andrés de la Ciudad de México, como fue explicado. Asimismo, le acompañó en el barco Novara (irónicamente el mismo que lo había traído) para entregarlo a sus familiares en Viena.

El Hospital San Andrés estaba en el sitio que actualmente ocupa el Museo Nacional de Arte (MUNAL), sobre la calle de Tacuba, cerca del Eje Uno (vialidad actual de la Ciudad de México). Una vez terminado el conflicto bélico, los doctores Semeleder y Basch se quedaron en la Ciudad de México para ejercer su profesión, aunque en poco tiempo el doctor Basch regresó a Viena para continuar sus investigaciones en medicina interna y fisiología, como fueron los efectos de la nicotina y estudios sobre la presión arterial. También realizo investigaciones de bacteriología, antes de fallecer en esa ciudad.

El doctor Basch, como se mencionó, inventó el esfigmomanómetro aneroide y el de mercurio en 1886, el que, con algunas modificaciones, utilizamos hoy en día para tomar la presión arterial, Con el avance de la tecnología desde la década de los años 70, estos aparatos son ahora electrónicos. Los historiadores médicos comentan que, de haberlo inventado antes, seguramente le hubiera tomado la presión arterial al emperador durante los chequeos médicos que le hacía con frecuencia.

Los médicos europeos de Maximiliano se quedaron en la Ciudad de México y pertenecieron a varias sociedades médicas prestigiosas, como la Academia Nacional de Medicina. El doctor Semeleder organizó reuniones médicas semanales en el Hospital General de San Andrés, enriqueciendo así a la Medicina Mexicana y extranjera con sus conocimientos e inventos, los cuales fueron publicados en revistas médicas de la época.7

Sobre Carlota

Carlota hablaba varios idiomas, como francés, austriaco, belga, italiano y castellano. Tocaba el piano, montaba a caballo y practicaba equitación, siendo buena amazona.

Ha sido la única mujer que ha dormido en el Vaticano. En una ocasión, cuando terminaron de analizar asuntos de la Iglesia mexicana con el Vaticano, rogó encarecidamente al Papa Pío IX que le permitiera dormir dentro del Vaticano. Finalmente, así fue y durmió en la biblioteca. También le pidió probar de su chocolate, pues pensaba que al salir podía ser envenenada por los agentes de Napoleón III.

Sus principales problemas de salud estuvieron relacionados con la conducta. Al principio, fue de tipo neurótico obsesivo-compulsivo, manifestado por escribir a Maximiliano frecuentemente durante la travesía del Novara. Por ejemplo, cómo deberían vestir y la forma de comportarse, y sobre su futura corte, cuando aún no la conocía. En algún escrito le decía que les enseñaría el idioma francés. Todos estos planes y otros temas los continuaba escribiendo en forma reiterada a Maximiliano ya estando en la Ciudad de México. En este problema conductual obsesivo-compulsivo, las personas no pierden el sentido de la realidad, como sucedió en su caso.8

Posteriormente, padeció locura o psicosis, probablemente esquizofrenia, por los síntomas que presentaba fuera de la realidad. De acuerdo con la psiquiatría moderna, pudo haberse tratado de esta enfermedad, que es la más frecuente dentro de las psicosis.8 Vivía siempre con el temor de ser envenenada, tenía ideas de grandeza y le agregaba a su ya de por sí extenso nombre los de su ascendencia real, así como el nombre de los sitios en donde había gobernado antes de trasladarse a México. En otras ocasiones, se decía ser emperatriz de América y princesa de Chichen Itzá, tal vez en recuerdo de las zonas arqueológicas del sureste mexicano que visitó.8,2,3

Estando en el manicomio, le escribía con frecuencia a Maximiliano describiendo escenas idílicas e históricas tanto de México como de Europa, adulando sus rasgos físicos –sobre todo los faciales– cuando el emperador ya había sido fusilado, comportamiento que es relatado por sus biógrafos. En la novela histórica ampliamente documentada de Fernando del Paso, se menciona que frecuentemente se presentaba con todos sus nombres y títulos de la nobleza europea con los cuales emparentaba, y enfatizaba sus nombres completos, los cuales fueron: María Carlota Amalia Augusta Victoria Clementina Leopoldina de Sajonia Coburgo y Orleans Borbón Dos Sicilias y de Habsburgo Lorena, (en francés: Marie Charlotte Amélie Augustine Victoire Clémentine Léopoldine de Saxe-Coburgo-Gotha et Orleans Bourbon-Deux-Siciles et de Habsbourg-Lorraine.2,3

Cuando se agudizaba su trastorno mental, se ponía violenta, como lo refirió el director del manicomio de Viena, doctor Riedel, quien confirmó la realidad de la locura. Sus biógrafos y los médicos que la atendieron durante su internamiento en el castillo de Beuchot, en Bélgica, describen episodios de locura destructiva. Por ser hereditario el padecimiento en varias generaciones, cabe recordar que los Reyes Católicos, ascendientes de los Borbón, tuvieron una hija conocida como Juana la Loca y, aunque el parentesco con Carlota fuera lejano, considero que un antecedente familiar de esta naturaleza debe tomarse en cuenta como importante para su trastorno mental. También se atribuyen otras dos causas al desencadenamieno o agravamiento de la psicosis; una fue el fracaso en obtener el dinero para sostener al imperio y la otra el fusilamiento de Maximiliano. Carlota falleció en el castillo de Beuchot en el año de 1927 siendo una anciana de 87 años. Para ese entonces, ya había terminado la Primera Guerra Mundial y se había inventado el aeroplano.

Hechos históricos poco conocidos

El nombre completo de Maximiliano era tan extenso como el de Carlota, aunque ambos utilizaban solamente dos nombres ampliamente conocidos. Maximiliano fue registrado como: Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena (Ferdinand Maximilian Joseph Marie Von Habsburg-Lorraine).

Carlota y Maximiliano eran parientes por ser ambos ascendientes de los Habsburgo y Borbón. Maximiliano se preparó para ser marinero, hizo numerosos viajes por el Mediterráneo y exploró las costas de África y las de Brasil. También estudió Botánica y gustaba de coleccionar mariposas e insectos.4,9

Maximiliano acostumbraba visitar las provincias y pasar varios días en su casa de descanso de Cuernavaca. Durante sus ausencias, Carlota actuaba como regente, tomando toda clase de decisiones, como las sanitarias, educativas, de ganadería, agricultura, minería y hospitales, e incluso trazos de carreteras. Por indicaciones suyas, Maximiliano mandó construir una amplia calzada a la que se le llamó Calzada del Emperador, la cual comunicaba el Castillo de Chapultepec con el Palacio Nacional; al triunfo de la República se transformaría en el actual Paseo de la Reforma.2 Carlota y Maximiliano vivieron siempre en habitaciones y camas separadas, las cuales se pueden conocer en el Castillo de Chapultepec. Maximiliano tenía un defecto en su labio inferior, que era más grueso con relación al superior, pero no se notaba por su enorme barba.

Maximiliano reorganizó la Academia de San Carlos, fundó el Museo de Historia Natural y el de Arqueología, así como la Academia Real de Ciencias, inclinándose más por la ciencia y el arte que por lo relacionado con los asuntos de gobierno.2,3 Apoyó la construcción de barcos de vapor que navegaban del lago de Xochimilco al lago de Chalco, la ampliación de los telégrafos y la terminación del ferrocarril que unía el Puerto de Veracruz con la Ciudad de México. También fundó el hospital de la Maternidad e Infancia de la Ciudad de México. Al historiador decimonónico García Icazbalceta le solicitó un informe sobre el estado de los hospitales, los cuales se encontraban en pésimas condiciones, pues eran de la época colonial. A la mayoría no les habían hecho mejoras y estaban mal abastecidos.10,11

Carlota facilitó la instalación de varias camas para niños en el Hospital de San Andrés.7 Al no tener hijos para heredar el Imperio, pensaron en el nieto de Agustín Iturbide, Emperador del Primer Imperio, por lo cual Maximiliano lo apadrinó y educó. Acudió a Dolores Hidalgo un 15 de septiembre para dar el Grito de Independencia e iba vestido de charro (curiosamente muy parecido al traje de los guerrilleros juaristas llamados chinacos, traje que le gustaba portar).2,3

La primera noche de su llegada a la Ciudad de México tuvieron que dormir en el Palacio Nacional. Carlota se quejó diciendo que se sentía como en un cuartel, y que no pudo dormir en el sillón por las chinches y por el constante tronar de los cohetes; mientras que Maximiliano durmió en una mesa de billar sin quejarse.2

Se cuenta que Maximiliano era mujeriego y que le gustaban las mujeres mexicanas. De acuerdo con una leyenda, tuvo una amante de ascendencia indígena en Cuernavaca, conocida como la India Bonita, escribe Elizabeth Corral en su Capítulo III, Rumores y Comadreos, página 135. Según el coronel Blanchot, se llamaba Mercedes Meade y Levigarían, página 180.3 Mandó a construir un jardín en Cuernavaca, actualmente conocido como el jardín de la Borda, el cual está abierto al público.

Como gobernante, Maximiliano quiso mejorar la pobreza de los indígenas, de la cual se daba cuenta al recorrer las provincias generalmente cercanas a la Ciudad de México, como el Estado de México, Hidalgo y Tlaxcala, entre otras; aunque también viajaba a provincias alejadas como Yucatán y Campeche, donde acudía siempre acompañado de Carlota. Sus edictos eran traducidos a las lenguas correspondientes, como el otomí, el náhuatl y el maya; sin embargo, por el alto grado de analfabetismo existente, es dudoso que los hayan podido leer.

Al poco tiempo de su llegada a la Ciudad de México, Maximiliano recibió una insólita visita de un grupo de pacíficos indígenas del grupo étnico de los kikapúes, quienes radicaban en el lejano Wisconsin. Se trasladaron a caballo y caminando a la Ciudad de México al ser presionados por los apaches y soldados. Le habían solicitado a Guadalupe Victoria, primer presidente de México, algún espacio para vivir en la amplia frontera norte de nuestro país, como Texas, cuando aún no se la habían anexado los estadounidenses. Como la petición no fue resuelta por los gobiernos posteriores, tuvieron que viajar nuevamente desde su lejana tierra a la Ciudad de México (fotografías de estos indígenas pastando a sus caballos en los alrededores del Castillo de Chapultepec se pueden apreciar en la Revista del XV Aniversario de Artes de México año 1974)4 para reanudar los trámites de dicha solicitud. El diálogo con los indígenas kikapúes fue plasmado por el pintor personal de Maximiliano, Jean Adolph (figura 4). La pintura resulta muy interesante de analizar. La escena se desarrolla en alguna sala del Palacio Nacional, de la pared cuelga el cuadro con un personaje que al parecer se trata de Napoleón III, en un segundo cuadro apenas se vislumbra parte de otra persona. El jefe de la comitiva kikapú habla de igual a igual con el emperador, pues sus rostros se encuentran a la misma altura, le acompañan en el diálogo Carlota y miembros de su Gabinete, uno de ellos les traduce del español al inglés y un hombre de raza negra que los acompaña, traduce a su lengua. El cuadro muestra la escena conmovedora de una madre indígena que, inclinando su cuerpo, observa a su bebé lactante gatear despreocupado a la izquierda de las personas que acompañan al emperador (por el ángulo en que se tomo esta fotografía no se puede observar la escena completa).



Figura 4. Visita de la embajada de indios kikapúes al emperador Maximiliano, 1865
Fuente: ¿Propiedad privada o comunal? La tierra y los pueblos indígenas en tiempos de Maximiliano.18

Se imprimieron billetes y monedas de diferentes denominaciones que llevaban la efigie de ambos, las cuales se pueden apreciar en la colección numismática del Castillo de Chapultepec.

El doctor Pablo Martínez del Río fue otro médico mexicano reconocido por haber introducido el cloroformo en las cirugías. No tuvo que ver con la salud de Maximiliano, pero formó parte de su Gabinete y el emperador le encomendó visitar al Sultán de Turquía para entregarle la Condecoración del Águila Imperial Mexicana y otros obsequios en agradecimiento a las atenciones que le brindó cuando lo visitó, aprovechando un viaje de navegación que hacía por el Mediterráneo.4,9

El emperador iniciaba sus actividades de gobierno a las cinco de la mañana. Los conservadores que lo trajeron vieron en él muchas virtudes, entre ellas su inteligencia; decían por su frente ancha y benevolencia –y por el color azul de sus ojos– que era un buen católico.9 Junto con su esposa, fueron devotos de la Virgen de Guadalupe (en las monedas que mandó imprimir aparecen sus efigies mirando a la guadalupana; las monedas se pueden observar en la colección numismática del Castillo de Chapultepec). A pesar de ello Maximiliano reconoció las Leyes de Reforma que había emitido Benito Juárez, como la incautación de los bienes de la Iglesia católica, así como la libertad de cultos. Maximiliano emitió un decreto para que los servicios religiosos fueran gratuitos, medida acertada y es raro que don Benito Juárez no la hubiera incluido en las Leyes de Reforma.

Durante el sitio de Querétaro y viendo el riesgo para Maximiliano de ser capturado, sus generales y oficiales le recomendaron que abandonara la plaza, y para ello le tenían preparada la ruta para escapar que sería por la Huasteca, rumbo a Veracruz.2,3 Al comunicarle la huida a Carlota, esta le contestó que no estaba de acuerdo y que debería seguir al frente del Imperio, ya que, siendo un emperador de tan regia ascendencia, se vería muy mal si escapaba, palabras más palabras menos. Por ello, regresó a Querétaro, con las consecuencias por todos conocidas. De cualquier manera, él ya preparaba su abdicación al enterarse de la locura de Carlota, que había sido confirmada por el doctor Riedel, director del manicomio de Viena.2,3,8,12

Al ser derrotado por el ejército de Benito Juárez al mando del general Mariano Escobedo, comandante del Ejército del Norte, el emperador entregó su espada como acto formal de rendición. Antes de ser fusilado, Maximiliano entregó una moneda a los soldados del pelotón, el cual estuvo integrado por ocho sargentos y un capitán; el emperador había solicitado que se escogiera a los mejores tiradores.13 Este hecho fue corroborado por el doctor húngaro Szender Ede, quien presenció su fusilamiento y dijo que fue una onza equivalente a 20 pesos de oro.5

El día de fusilamiento, el doctor Basch padecía disentería, por lo cual no participó en la necropsia de Maximiliano, como igual se rehusó el médico Rivadeneira, Basch le pidió a su amigo el médico húngaro Szender Ede, que realizara este procedimiento en el Convento de las Capuchinas. El doctor Szender dice haberlo visto muy delgado por las enfermedades crónicas ya descritas que padecía y el prolongado sitio, comparado con el aspecto que tenía cinco meses antes cuando estuvieron en una cena con un grupo de personajes conservadores nacionales y de la nobleza europea.

Fue testigo del fusilamiento al haber estado a unos pasos y refiere que le cubrió con una sábana una vez caído. Coordinó el embalsamamiento junto con los médicos militares Rivadeneira y Licea –seguramente republicanos–designados por el presidente Juárez, y su reporte señala: en la parte anterior del tórax, seis heridas penetrantes de bala, dos en la región cardiaca, la tercera en la región izquierda del esternón, dos en la región hepática, y la sexta herida bajo el ombligo; en la parte posterior del tórax, cinco heridas y una bala incrustada en la columna vertebral. Deseaba conservar este proyectil, pero se lo impidieron los médicos mexicanos,12 como fue explicado en un segundo estudio de necropsia y embalsamamiento que fue realizado en el Hospital de San Andrés en la Ciudad de México; desconozco si hay alguna publicación sobre el reporte de la misma.

El emperador murió fusilado a la edad de 36 años en el Cerro de las Campanas en Querétaro (figura 5). En ese lugar se levantaría una capilla en donde cada año, desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX, acudían europeos y mexicanos para rendirle homenaje; posiblemente familiares y simpatizantes de Maximiliano. Durante la primera mitad del siglo XX, se construyó casi al frente de la misma una gran estatua de Benito Juárez, cuya altura sobrepasa al tamaño de la capilla.



Figura 5. Fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo y los generales Miramón y Mejía, 19 de junio de 1867
Fuente: Secretaría de la Defensa Nacional.19

Considero que se debe agregar al médico húngaro Szender Ede como un galeno más que lo atendió, aunque solamente lo haya observado y escuchado desde el punto de vista humanitario pocas horas antes de ser fusilado.12,5

Se han realizado obras de teatro, una ópera y películas basadas en sus personalidades, hechos y acciones, así como publicaciones de numerosos libros y folletos. Las siguientes estrofas son parte de la canción del ejército juarista y, curiosamente, se dice que era favorita de Maximiliano. Fue compuesta por el general e historiador republicano Vicente Riva Palacio.15



Adiós, mamá Carlota Adiós mi tierno amor Se fueran los franceses Se va el emperador.14

Material suplementario
Referencias
1. Martínez Guzmán M. Cuatro médicos personales de Maximiliano de Habsburgo. 1864-1867. Bol Mex His Fil Med. 2003; 6(1):17-19.
2. Del Paso F. Noticias del Imperio. Segunda edición ilustrada. México: Editorial Diana; 1993.
3. Corral Peña, E Noticias del Imperio y los nuevos caminos de la novela histórica; Tesis de Doctorado. México; Editorial Universidad Veracruzana; 1997.
4. Galeana P, y Quirarte V. Maximiliano Íntimo Luis Blasio y Prieto. Coordinación de Humanidades, Instituto de Investigaciones bibliográficas; UNAM. 2013;13-233.
5. Ede S; Wallentin, R., traductor. La muerte del emperador Maximiliano. Disponible en: http://www.cmmayo.com/maximilian-la-muerte-del-emperador.html.
6. Fajardo-Ortiz G. Orden y desorden y en la atención médica durante el sitio de Querétaro de 1867. Gac Med Mex.1994; 133(1):36-39.
7. Cerecedo VB, Cerecedo Olivares F, Aguilera C. El Hospital General de San Andrés, reuniones y sociedades médicas del siglo XIX Rev. Fac Med. 2008; 51(1):1-38.
8. U. S. Department of Health and Human Services, National Institutes of Health, National Institute of Mental Health. (2015). NIMH Strategic Plan for Research (NIH Publication No. 1–MH–8082S). Disponible en: https://www.nimh.nih.gov/health/publications/espanol/la-esquizofrenia.
9. Arnaiz y Freg A. La amistad de dos emperadores. Artes de México XV Aniversario; Número extraordinario; 1974.
10. Wagner HR, García Icazbalceta J. [Consultado 4 Dic 2021] Disponible en: https://www.americanantiquarian.org/proceedings/45647920.pdf.
11. Morales Suárez M. en La atención médica del recién nacido en el Hospital de Maternidad e Infancia de México. Siglo XIX. Rev Mex Ped. 2009; 76(6):271-277.
12. Taibo II, PI. Patria3 La caída del Imperio. La gloria y el ensueño que forjo una patria. México: Editorial Planeta; 2017.
13. Cerecedo VB, Cortina, Cerecedo Olivares JF, Romero Salinas G, Camacho Aguilera J. El Hospital General de San Andrés. Reuniones y Sociedades Médicas del siglo XIX (3ª parte). Rev Fac Med UNAM. 2008; 51 (2):75-82.
14. Adiós mamá Carlota. Mediateca INAH: [Consultado 4 Dic 2021]; Disponible en: http://mediateca.inah.gob.mx/repositorio/islandora/object/musica%3A56 .
15. Delgado García G, Vidal B, Zubirán S, Nacional I, Médicas C, Zubirán N, et al. El médico imperial antes y después del Imperio. Gaceta Médica de México. 2012; 148: 487-96 [Internet] https://www.medigraphic.com/pdfs/gaceta/gm-2012/gm125i.pdf
16. Sweeney, Lean. Sobre su cadáver: diplomacia entre México y Estados Unidos, y la ejecución de Maximiliano de Habsburgo en México, 19 de junio de 1867. Hist. mex. 2019; 68(4) [Internet] https://doi.org/10.24201/hm.v68i4.3857.
17. Barajas Pérez, JM. Fernando Maximiliano de Habsburgo y los Médicos. 2012. Tuércele el cuello a Clío [Internet] https://tuerceleelcuelloaclio.blogspot.com/2012/04/fernando-maximiliano-de-habsburgo-y-los.html
18. Hernández López, AR. ¿Propiedad privada o comunal? La tierra y los pueblos indígenas en tiempos de Maximiliano. Revista BiCentenario. El ayer y hoy de México. 2018; 40 [Internet] http://revistabicentenario.com.mx/index.php/archivos/propiedad-privada-o-comunal-la-tierra-y-los-pueblos-indigenas-en-tiempos-de-maximiliano/
19. Secretaría de la Defensa Nacional. 19 de junio de 1867, fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo y los Generales Miramón y Mejía. México: Gobierno de México; 2019 [Internet] https://www.gob.mx/sedena/documentos/19-de-junio-de-1867-fusilamiento-de-maximiliano-de-habsburgo-y-los-generales-miramon-y-mejia#:~:text=El%2019%20de%20junio%20de,fin%20del%20Segundo%20Imperio%20Mexicano.&text=Su%20fusilamiento%20provoc%C3%B3%20controversias%20en%20el%20%C3%A1mbito%20nacional%20e%20internacional.
Notas


Figura 1. Retrato del doctor Siegfried Karl Ritter von Basch
Fuente: El médico imperial antes y después del Imperio15


Figura 2. Camisa de Maximiliano de Habsburgo, 1867
Fuete: “Sobre su cadáver: diplomacia entre México y Estados Unidos, y la ejecución de Maximiliano de Habsburgo en México”16


Figura 3. La amistad de dos emperadores
Fuente: Fusilamiento de Maximiliano por Manet.17


Figura 4. Visita de la embajada de indios kikapúes al emperador Maximiliano, 1865
Fuente: ¿Propiedad privada o comunal? La tierra y los pueblos indígenas en tiempos de Maximiliano.18


Figura 5. Fusilamiento de Maximiliano de Habsburgo y los generales Miramón y Mejía, 19 de junio de 1867
Fuente: Secretaría de la Defensa Nacional.19
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