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El “proceso de reproblematización teórica”. Una propuesta metodológica para la investigación en teoría sociológica[1]
The “Theoretical Re-Problematization Process”. A Methodological Proposal for Research in Sociological Theory
De Prácticas y Discursos. Cuadernos de Ciencias Sociales
Universidad Nacional del Nordeste, Argentina
ISSN-e: 2250-6942
Periodicidad: Semestral
vol. 12, núm. 20, 2023
Recepción: 28 Febrero 2023
Aprobación: 29 Septiembre 2023
Resumen: Este artículo presenta el “proceso de reproblematización teórica” como una propuesta metodológica especialmente diseñada para llevar adelante investigaciones sociológicas eminentemente teóricas. Parte de la libre articulación de las nociones de “problematización” de Robert Castel y de “teorización” de Richard Swedberg. Luego, aborda en detalle los tres “momentos” operativos implicados en la propuesta: primero, la “puesta a punto” supone la toma de ciertas decisiones iniciales en lo que refiere al modo de abordaje del objeto de estudio. Segundo, la “puesta en marcha” refiere al momento de despliegue del proceso analítico propiamente dicho. Y, finalmente, a modo de conclusión, el “cierre autorreflexivo” propone una mirada retrospectiva sobre el camino recorrido, con el fin de identificar emergencias, recurrencias, tensiones, que habiliten la apertura de nuevas trayectorias, preguntas e hipótesis. Para ilustrar todo esto, se echa mano del “caso” de las sucesivas reproblematizaciones de la cuestión urbana en la obra de Gino Germani.
Palabras clave: problematización, teorización, teoría sociológica.
Abstract: This article presents the Theoretical Re-Problematization Process as a methodological proposal specially designed to carry out eminently theoretical sociological research. It starts from the free articulation of the notions of “Problematization” (Castel) and “Theorization” (Swedberg). Then, it addresses in detail the three operational “moments” involved in the proposal: first, the “set-up” supposes the initial decision making regarding the way of tackling the study object. Second, the “start-up” refers to the moment of deployment of the analytical process itself. And, finally, as a conclusion, the “self-reflexive closure” looks back in retrospective upon the path travelled in order to identify emergencies, recurrences, tensions, which enable the setting of new trajectories, questions and hypotheses. To illustrate all this, the article draws upon the “case” of the successive re-problematizations of the urban question in the work of Gino Germani.
Keywords: problematization, theorization, sociological theory.
Introducción
La reflexión sobre la especificidad de la “teoría” en el campo de las ciencias sociales y, particularmente, en la sociología ha acompañado el desarrollo de la disciplina desde su nacimiento. Ahora bien, el establecimiento de un campo específico de indagación “teórica” encuentra uno de sus puntos fundacionales recién hacia fines de la década de 1930, cuando Talcott Parsons pone de relieve su autonomía relativa y la considera una “variable independiente en el desarrollo de la ciencia” (Bialakowsky, 2017, p. 117). Desde entonces y hasta nuestros días, los aportes a la reflexión acerca de “cómo” trabajar en/con teoría en sociología se han incrementado exponencialmente (la lista es afortunadamente muy extensa; Trovero, 2019). Este artículo se inscribe en esta línea de reflexiones y dialoga con una serie de trabajos que en el último tiempo se han trazado objetivos similares (a modo ilustrativo, cabe mencionar los de Bialakowsky, 2017; Fraga, 2019; Grondona, 2016; Haidar, 2021; Zavala Pelayo, 2011; o el volumen colectivo coordinado por de Marinis, 2019. Volveremos sobre esto en el próximo apartado).
Este artículo presenta, pues, una propuesta especialmente pensada para favorecer el diseño metodológico de investigaciones teóricas en el campo de las ciencias sociales y, específicamente, de la sociología. En este sentido, quizás, su originalidad radique en el punto de vista adoptado: uno que prioriza el énfasis puesto en los aspectos práctico-metodológicos implicados. La propuesta se basa en la puesta en marcha de lo que convenimos en llamar un “proceso de reproblematización teórica” de carácter continuo, permanente y dinámico. El objetivo del artículo consiste en delinear los principales rasgos que caracterizan la propuesta, así como señalar sus alcances y posibilidades heurísticas, pero sobre todo intenta dar cuenta del devenir del proceso, procurando identificar distintos “momentos” por los que discurre. Para ilustrar todo esto, se vale del “caso” de la problematización de la “cuestión urbana” en la obra de Gino Germani, objeto de nuestra investigación doctoral (Trovero, 2020). En este sentido, este ejercicio supone la reelaboración analítica y reflexiva de los instrumentos y perspectivas metodológicas allí introducidas.
En el primer apartado se definen las nociones centrales que estructuran la propuesta, es decir, las de problematización y teorización, reapropiadas de Robert Castel y Richard Swedberg. A continuación, se precisan ciertas definiciones iniciales que contribuyen en la “puesta a punto” del proceso: la delimitación y fundamentación del objeto de estudio, la identificación de un área de vacancia, la confección de la serie inicial de textos que serán objeto de análisis y las estrategias de relectura implicadas. Luego, se impone observar cómo todo esto adquiere “movimiento”, es decir, cómo se “pone en marcha” el proceso: para ello, se retoma el “caso” mencionado y, a partir del planteamiento de una hipótesis de trabajo inicial fundamentada en un exhaustivo relevamiento bibliográfico, se observa el despliegue de las sucesivas reproblematizaciones. Finalmente, el artículo se “cierra” volviendo la mirada sobre el camino recorrido, procurando señalar emergencias, recurrencias, permanencias, callejones sin salida, que lleven a nuevas preguntas y a la eventual reformulación de la hipótesis inicial.
Propuesta metodológica general: organizando la caja de herramientas
La propuesta metodológica abreva en dos nociones centrales, la de “problematización” de Robert Castel (1997) y la de “teorización” de Richard Swedberg (2012), e intenta articularlas libremente de acuerdo con sus objetivos. Pretende orientar al lector no tanto hacia una discusión de índole teórico-conceptual (en la que desde ya se inscribe), sino más bien hacia el reconocimiento de su potencialidad heurística en tanto que herramienta metodológica. En tal sentido, se entiende que ambas nociones se inscriben dentro de un proceso de investigación de carácter dinámico, en donde se ponen de relieve sus aspectos prácticos, operacionales. El énfasis está puesto aquí en lo que “son capaces de hacer”, y en los cambios y transformaciones que “permiten captar” para favorecer el despliegue de dicho proceso. Se trata sólo de una cuestión de énfasis, ya que son muchas las variables que acompañan el desarrollo de cualquier proceso de investigación. Pero existe una constante inherente a su “naturaleza científica” que los atraviesa a todos por igual: el intento por acceder a mayores niveles de profundidad y complejidad en la búsqueda (siempre inacabada) de explicaciones cada vez más precisas acerca de un determinado fenómeno. Según la siguiente propuesta, cuya especificidad se circunscribe al campo de la investigación teórica, tales explicaciones se hilvanan conformando una “serie” al interior de un “proceso de reproblematización” continuo y permanente.
El término “problematización” remite indiscutiblemente a la obra de Michel Foucault. Dentro de ella, se articula con nociones como las de genealogía, historia del presente, prácticas discursivas, entre tantas otras. Foucault utiliza el término, al menos, en dos sentidos: como descripción de su método de análisis y como referencia al proceso histórico de producción de objetos para el pensamiento (Aguilar et al., 2014; Bacchi, 2019). Según el propio francés, en relación con lo primero, el término se vincula con la idea de “pensar problemáticamente”, es decir, buscar la respuesta a una pregunta en el propio “problema” y correr el umbral de su solución a partir del desplazamiento de la “cuestión” (Foucault y Deleuze, 1995, p. 33); y en relación con lo segundo, busca seguir la pista de “cómo y por qué ciertos asuntos (conductas, fenómenos, procesos) se convirtieron en un problema” (Foucault, 2004, p. 214). Estos sentidos del término son desplegados, por ejemplo, en sus célebres estudios sobre la historia de la “sexualidad” o la “locura”, donde queda de manifiesto el objetivo principal de un estudio sobre la base de las problematizaciones: “desmontar objetos como entidades fijas dadas por sentado y mostrar cómo han llegado a ser” y, más aún, “estudiar cómo surgen estas ‘cosas’ […] pone en cuestión su presunto estado natural y nos permite revisar las relaciones” (Bacchi, 2019, p. 286).
El pensamiento foucaultiano al respecto es sumamente vasto y ha abonado múltiples derivas. De acuerdo con nuestros objetivos, interesa retomar específicamente una de ellas: la que se vincula con la obra de Castel. E interesa hacerlo de un modo atento a reconocer su potencialidad heurística y metodológica, no sólo para la historia, sino también para las ciencias sociales (y como se intentará demostrar, para el subcampo específico de la teoría social-sociológica). Castel establece que una “problematización” supone “la existencia de un haz unificado de interrogantes (cuyas características comunes es preciso definir), que han emergido en un momento dado (que hay que datar), que han sido reformulados varias veces a través de crisis e integrando datos nuevos (hay que periodizar esas transformaciones), y que siguen vivos en la actualidad” (Castel, 1997, p. 19). Y, en otra parte, sostiene que “una problematización comienza a gestarse a partir de un momento histórico determinado, y se despliega, pero no se repite, sino que se transforma” (2001, p. 71). Por un lado, tal “haz de interrogantes” se compone de elementos y relaciones múltiples y dispersas que son “el resultado contingente del encuentro-desencuentro de diversos interrogantes” (Grondona, 2016, p. 157). Por otro lado, se destaca el carácter histórico de las problematizaciones, ya que “estas existen en una ‘duración’ y que el mismo concepto, entonces, ‘estabiliza’ o ‘fija’ algo” (Haidar, 2021, p. 2).
En resumidas cuentas, al respecto de la noción de “problematización”, como puede verse a simple vista, la presente propuesta realiza un doble corrimiento. Primero, la retoma vía la reelaboración de Castel, sin desconocer, pero sin adentrarse, en las largas discusiones de raigambre foucaultiana y sus derroteros. Por sobre todas las cosas, interesa este uso específico del término en el sentido en el que el autor lo “pone a funcionar” en el estudio de las metamorfosis -transformaciones, mutaciones- que atraviesan a una determinada problematización a lo largo del tiempo (en su caso, el régimen salarial). Es decir, en el análisis de un proceso histórico. Y de aquí se desprende el segundo corrimiento: debido a que nuestro objeto de estudio no es netamente uno de carácter histórico (aunque desde ya como todo proceso supone un contexto y una secuencia temporal), interesa aquí sobre todo recuperar algunos aspectos de índole metodológica, útiles, según se sostiene, para llevar adelante investigaciones eminentemente teóricas en el campo de las ciencias sociales.
Por el otro lado, la noción de “teorización” se inscribe en el marco de una pregunta acerca de la naturaleza del trabajo en/con teoría y fue abordada desde diversas perspectivas. En términos bien generales, el ámbito de la teorización es el de la práctica. El término refiere a lo que se hace para desarrollar una teoría y al proceso de pensamiento que precede al momento en que se la pueda considerar terminada (lo que de hecho nunca sucede) y a cómo se lo hace, es decir, priorizando su función crítica en un sentido desvelador y constructivo. Para llevar esto al plano más específico de la investigación teórica en ciencias sociales, introducimos a continuación algunas ideas propuestas por Swedberg para avanzar en lo que denomina el “proceso de teorización”.
El autor entiende la investigación social como un quehacer que implica una actividad a un tiempo intelectual (teórica) y artesanal (práctica), en la que la labor del científico social se asemeja a la que se desempeña en un “oficio” o en la confección de una “artesanía” (ambos términos provenientes del inglés craft) o, más aún, incluso se asemeja a una “forma de arte”. Para Swedberg, al igual que un artesano o un carpintero, que desarrollan una relación especial con los materiales con los que trabajan y saben “cómo se sienten y actúan”, de manera similar “un científico social tiene que desarrollar un sentido íntimo de lo que sienten y piensan los actores” (2012, p. 16). Bajo la influencia de la idea de “abducción” propuesta por el filósofo pragmatista estadounidense Charles Sanders Peirce hacia fines del siglo XIX, Swedberg señala que la labor de tipo “artesanal” que asume el científico social supone también una buena cuota de “intuición científica”, idea que se puede sintetizar en la capacidad humana de “acertar” (guess right) que en parte se halla en su propia naturaleza y en parte se cultiva a través del “trabajo duro y la imaginación” (Swedberg, 2012, p. 18). Para que todas estas ideas puedan llevarse a cabo en el proceso de investigación propiamente dicho, recomienda cuatro “reglas de procedimiento” para avanzar en el “proceso de teorización”: 1) observar y escoger algo interesante, 2) nombrar y formular el concepto central, 3) construir la teoría, y 4) completarla tentativamente incluyendo una explicación. Con él, entendemos que es posible -y fructífero- concebir un proceso de investigación como uno de carácter dinámico que puede ser entendido como un acontecer, en donde la teoría está implícita en el devenir de todas sus etapas constitutivas. Teoría y práctica no se entienden, así como compartimentos cerrados que refieren a esferas epistemológicamente diversas, sino como partes necesarias y constitutivas de un mismo proceso.
Ahora bien, para concluir, cabe señalar todavía dos cuestiones más. Por una parte, resulta imposible soslayar que un proceso de investigación –sea del tipo que fuere– se encuentra atravesado por condicionamientos materiales, estructurales, geopolíticos, epistemológicos. En este punto resulta indispensable tomar los recaudos necesarios para reconocerlos e intentar reducir sus efectos. A tales fines, resulta sumamente útil la propuesta del “abordaje simultáneo” (Bialakowsky, 2018; Bialakowsky y de Marinis, 2023), que parte de poner en el mismo plano de relevancia a las teorías de los así llamados “Sur” y “Norte”, habilitando lecturas simultáneas atravesadas por “encrucijadas epocales”, en vez de leer a las primeras como meras recepciones, adaptaciones o como insumos de las segundas. En la misma dirección, es importante mantener cierta “vigilancia epistemológica” sobre el devenir del propio proceso. Para ello, conviene tener presentes las limitaciones y condicionamientos que se desprenden de la desigual y no-equitativa distribución del conocimiento científico en las coordenadas “Norte-Sur” globales (Alatas, 2003; Beigel, 2013; Bourdieu, 1999). Resulta sobremanera importante para nosotros poner en discusión (para disputar sus sentidos) los “lugares” que se les suele asignar a las academias “periféricas” (como productoras de datos empíricos) y a las “centrales” (como productoras de teorías).
Por otra parte, existe a priori una tensión entre las nociones de reproblematización y teorización: la primera supone una operación de dispersión en su búsqueda de nuevos interrogantes –y por ende tiende a la apertura de unidades analíticas–, mientras que la segunda implica la sistematización de una serie de procedimientos y elementos heurísticos en el proceso de producción de teoría –y por ende tiende a la síntesis teórica–. Esta propuesta plantea que, lejos de pretender resolver tal tensión y mucho menos hacer caso omiso de la misma, el desafío está puesto en articularla de un modo que le sea útil a sus objetivos –en todo caso, en sus instancias autorreflexivas, el propio proceso de investigación habilitará canales específicos para la evaluación y revisión de sus presupuestos metodológicos–. Las operaciones de problematización-dispersión y sistematización-teorización no se presentan de un modo lineal o secuencial, sino que suelen solaparse y superponerse en el devenir del proceso, lo que sin embargo no obsta para que puedan ser diferenciadas operacionalmente. En tal sentido, en relación con las decisiones y tareas asociadas con la operación de “problematización”, se intenta distinguir en la dispersión elementos, relaciones y articulaciones relevantes, orientando el “haz de interrogantes” en torno al objeto de estudio. Aun en instancias preliminares, se espera acceder así a una delimitación de una “serie de reproblematizaciones” sobre la que se monta una propuesta de periodización, para luego poder identificar en ella los “interrogantes comunes” que la atraviesan. Si bien una vez iniciado el proceso de investigación este ya no se detiene, es posible -y deseable- alcanzar puntos intermedios, jalones que suponen cierto grado de estabilización o sedimentación del trabajo realizado. Es a partir de allí que la operación de “teorización” se pone en marcha, abriendo un proceso de sistematización de la información relevada y los datos obtenidos, proceso que se orienta hacia la concentración y profundización de los elementos, relaciones y articulaciones identificados. En tal sentido, es esperable construir a partir de allí ciertas “explicaciones” que se desprenden de las hipótesis de trabajo, que permitan, por un lado, el planteo de conclusiones (siempre provisorias) y, por el otro, la emergencia de nuevos interrogantes. El objetivo principal de esta propuesta será contribuir en la “construcción” de una “explicación tentativa” sobre el fenómeno bajo estudio, en el marco de un proceso continuo, permanente y dinámico de reproblematización teórica. Y este proceso, afortunadamente, nunca se detiene.
La “puesta a punto”: definiciones y decisiones iniciales. Delimitación y fundamentación del objeto de estudio: ¿Qué investigar y por qué?
El “proceso de reproblematización teórica” se inicia fundamentalmente con una decisión que se desprende del interés puesto por parte del investigador en un determinado objeto y no en otro. Sobre esta decisión inicial, más o menos intuitiva, más o menos fundamentada, se comienza a trabajar buscando el mayor nivel de precisión posible, para avanzar en la definición del objeto de estudio. Este momento incluye a su vez la delimitación del área de vacancia y el planteo inicial de hipótesis.
El caso de Germani, del que echaremos mano para acompañar los desarrollos que siguen, es elocuente al respecto. Llegó a la Argentina, donde se consagrará como destacado sociólogo y alma máter de la primera carrera de sociología del país, perseguido por -y exiliado del- fascismo italiano. Cargó con la “experiencia del totalitarismo” a cuestas, lo que signó su interés por el estudio de la “crisis de la modernidad” (Amaral, 2018; Serra, 2016). Aun cuando su trayectoria académica lo llevó a recorrer casi todos los grandes temas de las ciencias sociales, este interés lo acompañó a lo largo de toda su vida, atravesándola como un hilo rojo (Grondona, 2017).
Independientemente de que se trate de una obra, un autor, un concepto, una teoría, un problema, o todo esto combinado del modo que fuere, una vez seleccionado el objeto, se impone su definición. Para ello, se vuelve no sólo necesario, sino imprescindible una revisión profunda y exhaustiva de la bibliografía primaria y secundaria. Si bien el contacto inicial con la bibliografía primaria resulta de vital importancia para dimensionar su volumen e ir identificando puntos ciegos y posibles áreas de vacancia y relevancia, a la hora de plantear hipótesis iniciales se vuelve indispensable conocer lo mejor que se pueda la bibliografía secundaria y volverla manejable de algún modo. En nuestro caso, nos fue útil construir un esquema de sistematización a partir de la identificación de rasgos compartidos entre los distintos trabajos (Trovero, 2021). Encontramos así que en las interpretaciones acerca de la vida, obra y legado de Germani se podía demarcar un punto de quiebre hacia mediados de la década del 2000, signado por la irrupción y posterior profundización del interés puesto en problematizar algunas de sus aristas menos concurridas. De este modo, distinguimos unas “primeras” y unas “nuevas” interpretaciones de la obra de Germani, separadas precisamente por la aparición de estudios pioneros como los de Ana Germani (2004), Alejandro Blanco (2006) o Diego Pereyra (2005), entre muchos otros.
Qué se dijo y cómo, pues, se convierten en las principales incógnitas a despejar en este primer momento. Las hipótesis iniciales o preliminares de trabajo orientan y establecen ciertos criterios, que desde ya se irán refinando y/o reformulando a medida que se avance en el proceso de investigación. Volviendo a nuestro caso, partimos de una hipótesis en estado germinal, en gran medida presente ya en la bibliografía secundaria. Comenzó, como toda hipótesis, como una intuición cargada de cierta incomodidad respecto de cierto sentido común bastante difundido: el mote despectivo de “sociólogo de la modernización” –o peor aún: de “importador del estructural-funcionalismo” en el país–, nos parecía como mínimo injusto hacia la figura de Germani, autor de una obra prolífica y voluminosa que a medida que nos adentrábamos en su estudio, se mostraba cada vez más compleja, profunda y heterogénea. Advertíamos, todavía de modo incipiente, que como mínimo esta aseveración debía ser puesta en cuestión o matizada. ¿Cómo podía convivir tal visión esquemática dentro de la obra de un autor comprometido con el antifascismo y con todas las formas de los autoritarismos modernos? Recordemos simplemente la célebre y trágica sentencia que abre su último trabajo publicado en vida, que sostiene que, paradójicamente, la sociedad moderna que había logrado desarrollar las formas democráticas “hasta sus últimas consecuencias lógicas” encierra también “ciertas tensiones que en el pasado y presumiblemente en el futuro, llevan a la supresión de la democracia misma, a menos que se puedan intentar nuevos caminos, los que -en opinión del autor- son por ahora utópicos” (1979, p. 1). No podemos extendernos demasiado en este punto, sólo cabe decir que el análisis de la bibliografía secundaria arrojó que el camino trazado por esta hipótesis era viable y que, si bien había sido ya transitado o bosquejado por algunos trabajos, se imponía su profundización. Más aún, se abría ante nosotros la posibilidad de hurgar en cierta área de vacancia, habilitada por el revival que gozaban los estudios acerca de la vida y obra Germani, sobre todo a partir del cambio de milenio y articulada en torno a dos ejes centrales: la problematización de la cuestión urbana, que atravesaba toda la extensión de la obra germaniana pero que no había sido todavía estudiada en profundidad, y su modo de abordaje, uno que pusiera el énfasis principalmente en los aspectos teóricos, metodológicos y epistemológicos implicados, procurando no descuidar el análisis sociohistórico o histórico-institucional. En conclusión, nuestra hipótesis de trabajo, si bien se nutrió de una “intuición” surgida de la bibliografía primaria, sólo adquirió fuerza y precisión a medida que avanzábamos en la lectura y el análisis de la bibliografía secundaria.
La confección de las series de textos y la identificación de “estaciones de sedimentación teórica”
Para el caso de investigaciones eminentemente teóricas, los materiales que son objeto de análisis refieren en su gran mayoría a documentos textuales: artículos, libros y comunicaciones, pero también borradores, proyectos de investigación, notas personales, correspondencia. De acuerdo con esta propuesta metodológica, corresponde identificar primero al interior de la obra de un autor, o de varios, o de un conjunto de documentos que versan sobre un tema en común, aquellos documentos que se corresponden con el “problema” bajo estudio. Y debido a que todo proceso de investigación -y más uno de tipo teórico- atraviesa a lo largo de su recorrido múltiples metamorfosis que incluyen añadiduras, correcciones y en algunos casos verdaderas reformulaciones, conviene disponer los documentos textuales que interesan de un modo que conformen una o varias series. Desde ya, este es un ejercicio necesario pero dinámico. La constitución del corpus no representa un punto fijo inicial, sino “un punto de partida” del trabajo de investigación lo que, sin embargo, no significa que no pueda lograr ciertos momentos de “estabilización provisoria” (Aguilar et al., 2014). La serie de textos está compuesta por documentos que remiten a una problemática común y en torno a los que se anuda una serie de interrogantes. En nuestro caso, tal problemática común refiere a la tematización, conceptualización y/o abordaje de la “cuestión urbana” en la obra de Germani desde inicios de la década de 1940 hasta fines de la de 1970, y su relación con otros conceptos, procesos y problemas asociados (como los de integración, inmigración masiva, secularización, modernización, civilización y crisis urbana). Desde ya, para la confección de esta serie resulta indispensable tener un conocimiento relativamente acabado de la bibliografía primaria e, idealmente, también de la secundaria.
Según hemos tenido oportunidad de comprobar en nuestra investigación, pueden identificarse ciertas estaciones de sedimentación teórica (EST), es decir, “textos clave”, trabajos destacados que en general -aunque no necesariamente- asumen el formato de libro, en los que se compila, reescribe, reedita una serie de estudios previos, incorporando a su turno conceptos, dimensiones y problemas que llevan en muchos casos, incluso a una nueva reproblematización del objeto de estudio. Este modo de proceder, muy característico en la obra de Germani, tiende a replicarse en todo/a autor/a de considerable renombre y sobre todo abultada producción académica. Si nos atenemos a los principios básicos, más extendidos y legitimados de la ciencia occidental, el conocimiento se produce por “agregación”. Lo que es importante señalar, que no significa mera “acumulación”, sino algo parecido a lo que preferimos denominar “sedimentación”. A medida que el horizonte explicativo acerca de un determinado fenómeno se extiende (la búsqueda de conocimiento supone siempre el intento de conocer más y mejor la realidad), diferentes capas de explicaciones van “acumulándose”, a prueba y error, en jalones en los que se van depositando restos sedimentarios de explicaciones previas. Con el paso del tiempo, tales explicaciones se vuelven cada vez más complejas, más profundas y, en el mejor de los casos, más precisas.
Todo esto, desde ya, va a depender de cada caso. En el nuestro, a medida que el análisis de la obra de Germani se volvía más y más específico, se desmarcaron claramente algunas EST respecto de la cuestión urbana, por ejemplo: 1) Estructura social de la Argentina, aparecido en 1955, que reúne el esfuerzo de más de diez años destinados por parte del autor al estudio de la sociedad argentina con los métodos y herramientas de la sociología empírica; 2) Política y sociedad en una época de transición, de 1962, y 3) Sociología de la Modernización, de 1969, que representan sus mayores intentos teóricos por presentar el esquema de la “transición” a la sociedad moderna, eje central de su “teoría de la modernización”, y finalmente, 4) Urbanización, desarrollo y modernización, aparecido originalmente en inglés en 1973, en donde se puede observar una reformulación de dicho esquema que incluye un cambio en la escala analítica a partir de la incorporación de una perspectiva global, “civilizatoria”, y una fuerte preocupación por la “nueva crisis urbana” y los “peligros” que en ella enfrentan las democracias modernas. Por ejemplo, en este último trabajo identifica que “con la aceleración del cambio, típica de la civilización moderna, vuelve a aparecer una nueva conciencia del lado ‘oscuro’ de la vida urbana” ([1973] 1976, p. 65). Cabe mencionar, finalmente, que estas no son las únicas EST en la obra de Germani (aunque sí, quizás, las más significativas respecto de nuestro objeto de estudio). Asimismo, tampoco representan, como se verá, los únicos documentos sometidos a análisis (ver más adelante el Cuadro 1).
Estrategias de relectura: ¿Cómo leer aquello que ya fue leído?
Ahora bien, la “puesta a punto” implica también establecer alguna estrategia para la relectura en clave de reproblematización teórica de las series de textos seleccionadas. En el caso de las investigaciones teóricas, de modos más o menos directos, se trata siempre de realizar una interpretación sobre lo ya interpretado. Anthony Giddens (1999) logró condensar esta idea en el término “doble hermenéutica”, que da cuenta del modo que tiene la teoría social de relacionarse con el “mundo” que pretende comprender: a diferencia del lenguaje técnico de las ciencias naturales, la teoría social no puede aislarse de su mundo-objeto.
Atendiendo a esto, la propuesta de relectura supone para nosotros una lectura “a contrapelo”, lo que nos remite a las célebres Tesis sobre el concepto de historia, de Walter Benjamin. En la VII Tesis sentencia que, para evitar reproducir la “historia de los vencedores”, hay que “cepillar la historia a contrapelo”. Michael Löwy, quien estudió en profundidad estas ideas, señala que este imperativo posee una doble significación: por un lado, “histórica”, ya que “se trata de ir a contracorriente de la versión oficial de la historia” y, por el otro, “política”, porque “la redención/revolución no se producirá debido al curso natural de las cosas […] habrá que luchar contra la corriente” (Löwy, 2003, pp. 86-87). A nuestros objetivos cabe añadirse una tercera significación: en la acción-tarea de “cepillar la historia a contrapelo” también se pone de relieve el modus operandi característico del materialismo histórico: la crítica dialéctica como desafío de lo establecido e inversión del orden “dado por natural” de las cosas.
Con estas ideas en mente, de lo que se trata es de realizar una “lectura a contrapelo” de los documentos que componen las series de textos identificadas, así como de la bibliografía secundaria especializada, con el objetivo de producir una nueva lectura que desafíe las lecturas establecidas, lo que en algún punto implica producir “otro objeto”. A modo ilustrativo, conviene al respecto pasar revista de algunos trabajos que, según entendemos, tomaron este camino en sus respectivas relecturas de la obra de Germani. En primer lugar, tanto Blanco (1999) como Luis Ignacio García (2007) reconocieron en ella los trazos de la Escuela de la Frankfurt, una referencia que contrasta fuertemente con la visión ampliamente difundida de Germani como mero “importador” del estructural-funcionalismo en la Argentina. Por ejemplo, García (2007), en tal intento, apunta a releer la producción del ítalo-argentino a partir de una doble revisión: por un lado, de su lectura de la modernidad y del proceso de “modernización” y, por el otro, de su planteo teórico-metodológico y de su proyecto intelectual. Por otra parte, Adrián Gorelik (2008) propone un cambio de perspectiva al desanclar la sección de la obra de Germani que tiene que ver con los “estudios urbanos” de su inserción disciplinar únicamente en la sociología, para identificar que en realidad tales estudios se dieron en el marco de un debate “socioantropológico” mucho más amplio, que incluye a la antropología y al pensamiento urbano latinoamericano (por tanto, a autores como Robert Redfield, Oscar Lewis o Andrew Pearse). Finalmente, en la misma sintonía, Grondona (2017) elabora su propia relectura “dejándose llevar” por los ecos y resonancias que produce la tematización de la “cuestión racial” dentro de la obra de Germani. Según reconoce, esta aparece a lo largo de sus trabajos como una “melodía que suena a lo lejos” pero de un modo constante, incluso cuando no lo hace como tema central: detenerse en tal “murmullo” es, pues, una “invitación a extrañarnos del Germani que creemos conocer” para “encontrarnos (o, quizás, para producir) otro que pueda conversar con nosotros y nuestras inquietudes actuales” (Grondona, 2017, p. 36).
La “puesta en marcha”: el despliegue analítico del proceso de reproblematización teórica. Denme una hipótesis y pondré en marcha un proceso de investigación
Nuestra propia estrategia de relectura fue doble: se realizó, por un lado, sobre la propia serie de textos germanianos acerca de la cuestión urbana, una lectura atenta a reconocer las profundizaciones y metamorfosis de los conceptos que son puestos en juego en una perspectiva longitudinal que atraviesa toda su obra y, por el otro, sobre las interpretaciones de su vida, obra y legado, algunas de las que o bien mantenían una visión para nosotros sesgada, parcial o fragmentaria de la importancia que tuvo para la sociología latinoamericana, o bien no problematizaron o profundizaron en algunas de las múltiples aristas que supo abrir. Una y otra se sobreimprimieron sobre el intento de desmontar una visión hermética de su esquema analítico, es decir, producir “otro Germani”, lo que a su vez se desprende, en primera instancia, de nuestra hipótesis de trabajo inicial.
Esta hipótesis articuló el desarrollo de la investigación. La misma sostenía que las investigaciones empíricas acerca del proceso de urbanización en la Argentina llevadas adelante por Germani hacia fines de la década de 1950 representan un “proceso de investigación” de suma importancia para entender el lugar de privilegio que ocupa la cuestión urbana dentro de su obra, pero que, sin embargo, sus estudios al respecto no se agotan en ellas, sino que adquieren mayor profundidad, nivel de abstracción y densidad teórica a partir de la década de 1960 y, sobre todo, hacia fines de la misma. El esquema teórico germaniano resulta más ecléctico, dinámico y heterogéneo de lo que muchos sostenían, y abreva no sólo -ni mucho menos únicamente- en el marco teórico estructural-funcionalista estadounidense, sino que se nutre de tradiciones, autores, disciplinas y teorías muy diversas. A lo largo de toda su obra, el proceso de investigación que pone en funcionamiento Germani para el abordaje de la cuestión urbana adquiere a su paso mayor complejidad a medida que extiende su alcance. Esto queda en evidencia, por ejemplo, con el cambio en el “nivel de análisis” y por tanto en las referencias teórico-metodológicas de sus investigaciones, que pasan de una escala local-nacional en sus investigaciones empíricas de fines de la década de 1950 (Germani, 1958a y 1958b) a una escala regional-global a partir de la década de 1960 ([1962] 1979, 1963, 1967, [1969] 1980, [1973] 1976).
Con el devenir del proceso, sostenemos, se produce una profundización y metamorfosis del esquema teórico germaniano. Si lo primero supone la identificación de un mecanismo analítico mediante el que se buscan explicaciones cada vez más precisas y al mismo tiempo más complejas, lo segundo se relaciona con una mirada atenta a la identificación de las continuidades y rupturas, lo homogéneo y lo heterogéneo, lo igual y lo diferente. Tal como señaló Castel, “una metamorfosis hace temblar las certidumbres y recompone todo el paisaje social” permitiendo “identificar las transformaciones históricas, subrayar lo que sus principales cristalizaciones traen a la vez de nuevo y de permanente” (1997, pp. 18-19).
La serie de sucesivas reproblematizaciones de la cuestión urbana en la obra de Gino Germani: los cuatro “momentos”
Munidos de estas hipótesis, y persiguiendo nuestros objetivos, se confeccionó una serie de textos que remiten a una problemática común y en torno a los que se anuda una serie de interrogantes que tienen que ver con la tematización, conceptualización y/o abordaje de la cuestión urbana en la obra de Germani y su relación con otros conceptos, procesos y problemas asociados. La serie inicial fue incorporando textos a medida que avanzaba el proceso, incluyendo sus primeras investigaciones en el marco del Instituto de Sociología de la Universidad de Buenos Aires en la década de 1940, hasta sus últimos trabajos sobre la cuestión urbana hacia mediados de la década de 1970, cuando se encontraba ya instalado en los Estados Unidos desempeñándose como profesor en la Universidad de Harvard (ver más adelante el Cuadro 1).
Desde el comienzo de nuestro análisis encontramos que respecto de la cuestión urbana Germani pone en el centro de la escena el concepto-proceso de urbanización, aun cuando por momentos queda desplazado u opacado por otros. Este concepto-proceso es entendido tanto como un fenómeno de concentración ecológica como un proceso histórico-social complejo y dinámico. En sus palabras, “el término urbanización se refiere tanto al proceso por el cual una determinada área y su población se tornan urbanas, como al estado alcanzado por el proceso mismo, en un momento dado” (Germani, 1963, p. 625-cursivas en el original). En su definición intervienen tres componentes básicos que se presentan desdoblados: un “significado” demográfico o sociológico, un “carácter” estático o dinámico y un “registro temporal” sincrónico o diacrónico.
Encontramos, en sintonía con nuestra hipótesis inicial, que esta distinción, pieza central de todo el entramado teórico-conceptual germaniano para el estudio de la cuestión urbana, aparece explícitamente sobre todo a partir de la década de 1960, en sus trabajos de corte marcadamente teórico; lo que no significa que no pueda reconocérsela, en modo operativo o implícito, en sus investigaciones empíricas previas. Por ejemplo, en su informe sobre “El proceso de urbanización en la Argentina” sostiene que “dos rasgos caracterizan la distribución de la población argentina sobre el territorio del país”: primero, “el constante desplazamiento del centro demográfico del interior hacia el litoral” y, segundo, el “alto nivel de población urbana” (Germani, 1958a, p. 3).
Ahora bien, como se sabe, estas cuestiones se inscriben en la obra de Germani en un esquema general para la explicación del cambio social. En este esquema se destacan, principal y resumidamente, dos ideas fundamentales: la “transición” como el motor del cambio y el “desarrollo-modernización” como la dirección que este asume en su dimensión histórica. Muy brevemente, la “transición” desde el tipo de “sociedad tradicional” hacia el de “sociedad moderna, industrial o desarrollada” supone un proceso de cambio en los tres “principios básicos de la estructura social”: el tipo de acción social (prescriptiva a electiva), la actitud frente al cambio (institucionalización de lo tradicional a institucionalización del cambio) y el grado de especialización de las instituciones (indiferenciación en las instituciones a diferenciación y especialización crecientes; Germani, [1962] 1979). Con todo, lo que a partir de la publicación de Política y sociedad en una época de transición en 1962 comienza a ser ampliamente conocido y discutido como el esquema de la “transición” a la sociedad moderna (el núcleo de su “teoría de la modernización”), ya aparecía de modo prefigurado, velado o como telón de fondo en indagaciones previas y se verá ampliado, profundizado y/o reformulado en estudios posteriores. En efecto, hacia fines de la década del 60 y, sobre todo a inicios de la del 70, nuestro autor extiende los alcances de su análisis, entendiendo el proceso de urbanización como formando parte de la dinámica del cambio social pero ya no sólo en los términos de la “transición global”, sino que incluyéndolo en una “historia de largo plazo”, de escala planetaria y civilizatoria (Germani, [1973] 1976).
En pos de avanzar en la sistematización de estos análisis, nos resultó útil distinguir “cuatro momentos” a través de los que se despliega la serie de reproblematizaciones sobre el concepto-proceso de urbanización y en torno a los que orbita una serie de procesos componentes asociados. El primero se compone de ciertas I) “aproximaciones preliminares y complementarias al estudio de la urbanización”, en las que se anudan temas como el peronismo, la industrialización, las clases medias y la inmigración masiva como fenómenos privilegiados de estudio; mientras que el segundo se corresponde con las II) “investigaciones empíricas sobre el proceso de urbanización”, en el que la atención está centrada en los problemas relacionados con las causas y efectos de la urbanización sobre la integración de los habitantes en las sociedades modernas-urbanas. Por su parte, el tercer momento refiere a las III) “investigaciones teóricas acerca de la urbanización-modernización y el esquema de la transición global”, y representa el esfuerzo de Germani por extender el dominio de su análisis más allá de las fronteras locales-nacionales, al tiempo que incluirlo dentro de una teoría general acerca del cambio social que implica que el proceso de urbanización forma parte de una constelación de procesos asociados, en el marco de la “transición a la sociedad moderna”, lo que lleva al cuarto momento, el de las IV) “investigaciones teóricas acerca de la urbanización-civilización en el marco de la crisis urbana”, en el que encontramos, a la vez, una profundización y metamorfosis del esquema analítico germaniano. A modo de síntesis, presentamos el siguiente cuadro:
Hallazgos y emergencias
Como resultado de nuestro análisis, hemos encontrado que el esquema analítico germaniano, y en él la problematización de la cuestión urbana, experimentan sobre todo a partir de fines de la década del 60 un fuerte proceso de profundización y metamorfosis, que lleva en muchos casos a verdaderas reformulaciones.
Identificamos un doble cambio operando, a diferentes niveles de profundidad, a través de los “cuatro momentos”. Por un lado, 1) un cambio de foco aparecido entre los momentos II y III en lo que refiere a la perspectiva teórico-metodológica puesta en funcionamiento por Germani para el estudio de la urbanización, incidiendo en la escala y el nivel de análisis. En este sentido, pasa de poner el foco casi exclusivamente en la estructura social, la inmigración masiva, la integración, “en la Argentina”, a adoptar una perspectiva más abarcativa que incluye la urbanización como fenómeno local en un proceso global de cambio social que, a su vez, incluye otros procesos componentes, como los de secularización, desarrollo económico, movilización, integración, etcétera. En este sentido, se puede identificar un desplazamiento de una escala de análisis local-nacional a una regional-global. Asimismo, en términos teórico-conceptuales, el esquema analítico germaniano adquiere, sobre todo a partir del momento III, marcados matices y algunas reformulaciones. Germani se distancia del “paradigma Wirth-Redfield”, por ejemplo, en donde la idea de transición funciona más bien como un pasaje de un estado a otro a lo largo de un continuo (Germani, 1963), para inclinarse hacia el esquema propuesto por Oscar Lewis, que cuestiona la aparente “homogeneidad” y “heterogeneidad” de los sitios de “partida” y de “llegada”, respectivamente, de los migrantes, al tiempo que reconoce que el cambio no siempre se manifiesta de manera unidireccional (admitiendo, pues, un proceso de “urbanización sin rompimiento”; Germani, 1967, p. 392).
Por otro lado, también hemos observado 2) un cambio de énfasis en el nivel teórico-conceptual en donde evidentemente las preocupaciones teóricas adquieren más y mayor centralidad. Se pudo observar en Germani un marcado interés por abordar la cuestión urbana a partir de un esquema conceptual dinámico, que permita articular contingencias y habilite la posibilidad de su creciente reproblematización. Según se ha constatado, a partir del momento III Germani destina importantes esfuerzos a llevar adelante investigaciones eminentemente teóricas, lo que lo lleva a incorporar crecientemente dimensiones, procesos, conceptos a su esquema analítico. De tal modo que, incluso, hacia inicios de la década de 1970 abandona paulatinamente el hermetismo al que lo condujo la noción de “modernización” (Germani, [1973] 1976) para acercarse a la más versátil idea de “modernidad” (que encuentra su momento de mayor despliegue hacia el final de la década; Germani, 1979). Con total claridad, el entramado teórico germaniano adquiere con el paso del tiempo mayor robustez, admitiendo mayor complejidad y permitiendo acceder a mayores niveles de profundidad en la búsqueda de explicaciones.
Ahora bien, todo esto no se da sin tensiones ni contradicciones. Ciertos desplazamientos producen paradojas a nivel teórico-conceptual, que obtienen repuestas por parte de Germani, en el mejor de los casos, parciales. Esta figura retórica consiste en la unión de dos ideas opuestas que resultan contradictorias, pero que sin embargo pueden estar encerrando una “verdad oculta”. En nuestro caso, el ejemplo más elocuente se encuentra, quizás, en las investigaciones que lleva adelante Germani en Isla Maciel (Germani, 1958b), donde encuentra, a la vez, signos de organización y desorganización, lo que lo lleva a incursionar en el estudio de la “familia” e incorporarse con el tiempo a las discusiones en torno de la “marginalidad”. Sin embargo, esta paradoja funciona como válvula de escape ante la emergencia de lo que el campo “arroja” a Germani, lo que, en gran medida, contradice sus hipótesis iniciales de investigación (es decir, el encuentro de una sociedad completamente desorganizada). Aun sin lograr resolver tal paradoja, es evidente que logra correr, a medida que avanzan sus investigaciones, su umbral explicativo: el final del callejón sin salida, a cada retorno, se encuentra un paso más lejos.
Consideraciones finales y perspectivas: un balance
El proceso de reproblematización teórica aquí introducido tiene un carácter continuo y permanente. Esto quiere decir que a cada punto de llegada le corresponde un nuevo punto de partida. En nuestro caso, pudimos observar que Germani participa activa y tempranamente de un clima académico preocupado por comprender los cambios económicos, políticos, culturales (“civilizatorios”) que irrumpirían en escena hacia fines de los años 60, en donde comenzaría a imponerse la idea de “lo global” (“mundial”, “planetario”, “internacional”) como eje desde el que reinterpretar el mundo. En tal sentido, emerge con total claridad una nueva pregunta: ¿Fue Germani, quizás prematuramente, un “sociólogo de la globalización”? Y en todo caso, ¿en qué medida?
Para responder estas preguntas, que desde ya excedieron la investigación inicial y continúan en la etapa actual, fue necesario identificar y plantear una nueva hipótesis: el reconocimiento de un doble vínculo entre Germani y otras teorías que adquirieron gran renombre en la época o lo harían en el futuro cercano (vínculos que, además, por lo general, no habían sido abordados en profundidad por la bibliografía secundaria). Por un lado, 1) un vínculo “negativo” o “de oposición” con las teorías de la dependencia y el sistema-mundo (Pablo González Casanova, Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, André Gunder Frank, Immanuel Wallerstein, entre otros) surgidas en los 60 y que se extenderían muy fuertemente durante los 70, recuperando la tradición marxista y poniendo su foco en la conceptualización de la inherente desigualdad entre el centro y la periferia (específica pero no únicamente en la región latinoamericana). Y, por otro lado, 2) un vínculo “positivo” o “de refuerzo” con las teorías de la modernidad-globalización (de Octavio Ianni, Anthony Giddens, Daniel Bell o Shmuel Eisenstadt, por ejemplo) que a grandes rasgos parten de la caracterización de “lo global” como un fenómeno de aceleración de las comunicaciones y relaciones sociales permitido por los avances tecnológicos que desarticulan la distancia espacio-temporal de las personas y naciones, y la idea de un “sistema singular” que conecta a los individuos “diversos” que sin embargo comparten elementos comunes.
Llegados a este punto, estamos en condiciones realizar un breve cierre autorreflexivo, volviendo la mirada sobre los principales ejes que plantea la presente propuesta metodológica. ¿Cómo discernir hasta qué punto se ha avanzado en el proceso de reproblematización teórica? Esta pregunta exige un “balance”, lo que supone por definición llevar adelante un ejercicio que es siempre posterior al momento de escritura de las conclusiones de una investigación. Por tal motivo, se impone recurrir nuevamente a nuestro caso testigo. A fin de cuentas, este artículo, además de presentar una propuesta metodológica general para contribuir en el diseño de otras investigaciones, representa un balance sobre el propio trabajo de investigación realizado, en el marco de un proceso de reproblematización teórica que aún no se detiene.
Retomando las “reglas de procedimiento” propuestas por Swedberg para avanzar en el proceso de teorización, aunque esquemática y simplificadamente, podemos decir que respecto de 1), en la obra de Germani, desde sus comienzos hasta casi sus últimas indagaciones, se ha encontrado “algo interesante”, “relevante”, “digno” de ser estudiado, es decir, se ha demarcado un “objeto de estudio”: el interés puesto en comprender la problemática urbana y el modo de integración de los individuos a la sociedad moderna; a partir de ello, 2) se ha “nombrado y formulado” el concepto central en torno al que se estructuró el análisis, el concepto-proceso de urbanización y sus conceptos-procesos asociados, como los de integración, modernización, gran transformación y civilización; a continuación, 3) se ha construido un esquema analítico dinámico, que incluía muchos otros conceptos, procesos y dimensiones, al que se ha referido como “la serie de reproblematizaciones en torno al concepto-proceso de urbanización” (ver Cuadro 1) y, finalmente, 4) se ha propuesto una explicación tentativa acerca del propio proceso de problematización teórica germaniano acerca de la cuestión urbana, en donde se pudo observar un certero intento por dinamizar, complejizar, problematizar y reproblematizar de un modo permanente y constante el objeto de estudio para proponer cursos de indagación alternativos que extiendan a su paso el umbral explicativo y los límites inherentes a toda teoría. Llegados a este punto, emergieron nuevos interrogantes que orientaron el proceso de reproblematización teórica más allá del propio Germani y de la problematización de la “cuestión urbana”. Así, se plantearon nuevas hipótesis que amplían el horizonte interpretativo hacia otros problemas, tradiciones, disciplinas, autores y teorías. Esta hipótesis sostiene que la idea de “lo global” aparece tempranamente en la obra de Germani, articulándose dentro del esquema de la “transición” a la sociedad moderna, pero que luego va paulatinamente distanciándose de él para acercarse a uno mucho más complejo y multidireccional que se vincula con ciertas “teorías de la modernidad” que acapararán el centro de la escena a partir de la década de 1970.
Resta decir, para finalizar, que la propuesta del “proceso de reproblematización teórico” delineada en este artículo, por su propia naturaleza, invita -es más, obliga- a ser modificada, recalibrada, reorientada, de acuerdo con los objetivos y necesidades que cada proceso de investigación demande. Aquí se intentó simplemente, a partir de un “caso” específico, proponer al lector/a un posible curso de acción, que resultó ser efectivo o útil en la propia práctica de investigación: permitió el planteo inicial de hipótesis, diseñó estrategias para el abordaje de los documentos, accedió a momentos de “sedimentación teórica” donde se fijaron algunas ideas y conceptos, construyó explicaciones que dieron lugar a conclusiones y, sobre todo, habilitó la emergencia y el planteamiento de nuevas hipótesis.
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Notas