Dossier: "Escenarios, tensiones y convergencias en los campos de la cultura, el patrimonio y el turismo de América Latina. Procesos colectivos y experiencias de gestión"
La pesca artesanal en Bella Vista (Corrientes) como una práctica cultural comunitaria que conforma identidades[1]
Artisanal fishing in Bella Vista (Corrientes) as a community cultural practice that shapes identities
De Prácticas y Discursos. Cuadernos de Ciencias Sociales
Universidad Nacional del Nordeste, Argentina
ISSN-e: 2250-6942
Periodicidad: Semestral
vol. 12, núm. 19, 2023
Recepción: 15 Diciembre 2022
Aprobación: 10 Mayo 2023
Resumen: El artículo plantea la relevancia de la pesca artesanal como objeto para el estudio de aspectos económicos, organizativos y territoriales, interpretando las implicancias de distintos actores de la región. La pesca artesanal se desarrolla en todas las provincias del Nordeste argentino. En esta ocasión, me concentraré en compartir el estudio basado en la comunidad pesquera de la localidad de Bella Vista (Corrientes), con el objetivo de identificar, caracterizar e interpretar su relevancia en términos de manifestaciones culturales. Se utiliza una metodología etnográfica para recuperar las voces de los miembros de una comunidad correntina a partir del trabajo de campo. La investigación se propone dar cuenta de algunos indicios que revelan la conformación de una identidad forjada por una variedad de elementos culturales. Es de interés para quienes estudian comunidades de oficio ligadas al río como para quienes se dedican a las tareas de gestiones patrimoniales.
Palabras clave: pesca artesanal, cultura, territorio.
Abstract: The article raises the relevance of artisanal fishing as an object for the study of economic, organizational and territorial aspects, interpreting the implications of different actors in the region. Artisanal fishing is carried out in all the provinces of Northeast Argentina. On this occasion I will focus on sharing the study based on the fishing community of the town of Bella Vista (Corrientes) with the aim of identifying, characterizing and interpreting its relevance in terms of cultural manifestations. An ethnographic methodology is used to recover the voices of the members of a Corrientes community from field work. The research intends to account for some indications that reveal the conformation of an identity forged by a variety of cultural elements. It is of interest to those who study trade communities linked to the river as well as to those who are dedicated to heritage management tasks.
Keywords: artisanal fishing, culture, territory.
1. Introducción
La pesca, en tanto práctica productiva y económica, se desarrolla en la región NEA (Nordeste argentino), en distintos puntos estratégicos de las provincias del Chaco y Corrientes[3]. En el recorrido del río Paraná, específicamente en el tramo del Paraná Medio, podemos encontrar comunidades muy bien organizadas que incluyen asociaciones de trabajadores del río con trayectoria de lucha por el resguardo de su comunidad y, al mismo tiempo, es posible encontrar trabajadores no asociados, sin protección legal y atacados por grupos e intereses que comprometen la actividad.
En esta ocasión, me concentraré en compartir el estudio basado en la comunidad pesquera de la localidad de Bella Vista (Corrientes). Este contexto permite interpretar cuál es la relevancia de esta actividad no sólo como espacio productivo, sino como potencialidad en términos culturales, dada la vinculación identitaria entre elementos territoriales, económicos y los miembros de la comunidad.
Figura Nº 1. Mapa de ubicación del Departamento de Bella Vista, Corrientes (Instituto Geográfico Nacional, 2023).
Me propongo presentar la sistematización lograda a partir de la identificación, caracterización e interpretación de algunas manifestaciones culturales encontradas en esta comunidad pesquera y que considero vinculadas con las prácticas del oficio. También es un propósito de este trabajo mostrar los elementos constitutivos de la esfera formativa del oficio, considerándolos parte de una dimensión mayor que delinea aspectos específicos de la identidad para estas comunidades. Finalmente, hago una propuesta de conceptualización provisoria sobre una categoría emergente, la cultura de ribera.
Las características de la producción familiar pesquera, tal como se manifiestan en las representaciones que los pescadores poseen sobre su propia actividad y su modo de producción, requieren observar y analizar sus relaciones entre colegas, el conocimiento en tanto patrimonio familiar y oficio cultural, es decir, la pesca como “modo de vida”. El estudio puede arrojar datos relevantes no sólo para investigaciones en ciencias sociales, sino que puede ser de utilidad para quienes se dedican a la gestión patrimonial.
En este punto, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, 2014) redefine la actividad pesquera artesanal atribuyendo a la misma su carácter cultural. Si bien no desestima que sus miembros están vinculados a la actividad por tradición o descendencia, sostiene que existe la posibilidad de que su desarrollo se deba a la necesidad de adaptarse al modo de vida que exige la comunidad y los recursos que están a su alcance, ya que se considera que la pesca artesanal es prácticamente “una forma de vida y cultura” (FAO, 2014, p. 20).
Es necesario, entonces, aproximar estas referencias al concepto de cultura. En este sentido, Giménez (2007) la entiende como construcción humana que se ha constituido por las maneras en que las sociedades se integran a través de símbolos, historias y ambientes comunes. Sumado a esta propuesta, la Unesco (2005) señala que las culturas de los pueblos se conforman por una serie de bienes llamados culturales, que van desde las normas y reglas sociales, los saberes y conocimientos, el folclor literario, hasta las prácticas cotidianas que los portadores de la cultura reafirman en su hacer diario.
Estas nociones están señalando cómo distintos grupos sociales intervienen y definen su cultura por medio de repertorios específicos. La propuesta de cultura como proceso, compartida por García Canclini (2004), habilita a interrogarnos sobre los símbolos o conjuntos de símbolos presentes en la trama cultural de la ribera, por los repertorios culturales propios o apropiados y por los escenarios que posibilitan su observación empírica.
En este artículo, me propongo hacer observables las manifestaciones culturales en esta comunidad pesquera que comparte, además del oficio, otros elementos identitarios propios de los grupos que habitan en la ribera o humedales.
Algunas de las discusiones que propongo surgen de la construcción dialogada entre lo recuperado en el trabajo de campo como sistematización lograda y la relación con nuevos enfoques teóricos. De este diálogo emerge un nuevo interrogante orientado a responder cómo una práctica de oficio ligada a la pesca artesanal puede ser entendida como promotora de conformación de prácticas culturales y formadora de identidad.
Para la elaboración de este trabajo, utilicé una metodología cualitativa de tipo etnográfico, la que permite la descripción o reconstrucción analítica de escenarios y grupos culturales. Entiendo a la etnografía, siguiendo a Goetz y LeCompte (1988), como un proceso que requiere de estrategias que proporcionen datos que representen la concepción del mundo de los participantes.
En cuanto al trabajo etnográfico, recupero los datos sistematizados de entrevistas en profundidad y observaciones participantes realizadas en periodos previos de investigación (2015-2016, 2020-2022). Involucrada desde 2014 en la temática, y manteniendo vínculo todos estos años con la misma población de estudio, me permito desarrollar esta presentación como parte de un ejercicio de reflexividad en el que rescato y revisito ciertos aspectos de esta sistematización de entrevistas y cuadernos de campo que fueron trabajados en su momento y que, a partir de nuevas categorías teóricas, toman otro significado.
La experiencia en Bella Vista se inició en 2015, en el marco de sucesivas becas[4] y proyectos de investigación[5], situación que me facilitó hacer varias visitas por un periodo extenso.
Para este análisis, recurro especialmente a la entrevista realizada a don Quico y su familia, quienes señalan aspectos constitutivos de las prácticas cotidianas del oficio de la pesquería: los actores, los espacios, rutinas de trabajo y transmisión de conocimientos vinculados a la actividad.
De lo relevado hasta el momento, puedo afirmar que estas comunidades de práctica del oficio pesquero se sostienen por el conjunto de conocimientos, prácticas y formas organizacionales comunitarias que se replican en distintas circunstancias y que de manera inconsciente/invisible consolidan y mantienen la cultura propia de la ribera. Los saberes que se observan, se generan en diálogo con lo que sucede afuera y adentro de la embarcación, y los actores que participan son varios: comúnmente el hombre que pesca, el joven que acompaña y la mujer que recibe y organiza económicamente la producción.
El artículo se organiza en cinco apartados. Tras la introducción, presento la comunidad bajo estudio, sus características y relaciones atendiendo al concepto de territorio. En tercer lugar, presento un análisis sobre los procesos formativos relacionados con el oficio. En el cuarto apartado desarrollo la pesca como práctica cultural identitaria y, por último, pongo en diálogo la definición de cultura fluvial y lo que entiendo por cultura de ribera.
2. Un mismo río. Características de la pesca artesanal en Bella Vista en términos territoriales
La pesca como actividad comercial-artesanal o deportiva-recreativa se despliega en todas las provincias del Nordeste argentino (NEA). Se puede denominar como pesquería de agua dulce o continental que a su vez comparte algunas características similares con la pesquería de costa marítima, la que incluye un conjunto de saberes que va desde la navegación, la identificación de especies locales, el manejo de diferentes artes para la obtención de piezas específicas, el conocimiento de los cebos o carnadas según la especie, el registro de la época del año más propicia para la captura, la especialización en las condiciones del lecho del río, la vigilancia de las reglas que rigen la actividad, el conocimiento intensivo del hábitat hasta las técnicas de tejido, carpintería, calafateado y preparación de alimentos para su comercialización (FAO, 2014).
En este caso específico, la comunidad de pescadores de la ciudad de Bella Vista se ubica a 138 km de la capital de la provincia de Corrientes. A modo de caracterización, debo resaltar que hay un importante aliento a la actividad turística relacionada con propuestas en la ribera del río Paraná, como concursos de pesca variada embarcada con devolución que llevan 17 años de promoción.
La pesca comercial-artesanal es desarrollada por más de 100 embarcaciones de grupos familiares que se turnan en su uso y que sostienen esta actividad. Estos grupos familiares se dedican a la pesca y a otras actividades afines como la carpintería y la elaboración de redes, además de la venta y comercialización del producto, tarea asumida por las mujeres. Sus viviendas se encuentran ubicadas a orillas del río, a unos 25 minutos del centro de la ciudad, y se los identifica como barrio Piscicultura, haciendo referencia al espacio donde se encontraba un laboratorio y una pileta creada en los años 80 para el estudio y criadero de ciertas especies ícticas. Este proyecto se mantuvo sólo unos años y algunos pescadores participaron en él.
Mi vinculación con la comunidad pesquera no fue directa, pero debo aclarar que tengo como factor facilitador ser oriunda de la ciudad y que logré contactar con personas ligadas a algunos pescadores por haber compartido jornadas de pesca y que, mediante este contacto, pasaron a ser informantes clave en las entrevistas y visitas.
A partir del contacto de una persona que conocía el barrio, pude concretar la primera entrevista con un pescador referente para la comunidad. Este pescador también colaboró en determinar y concertar cita con otros colegas. Las entrevistas se desarrollaron en la casa de cada familia, usualmente por la mañana, los fines de semana, días en que tenían prohibida la salida al río por la veda estricta.
Entre las conversaciones, también se dio el espacio de incluirme en jornadas de trabajo en la embarcación, específicamente con este referente llamado don Quico, lo que me permitió acompañar en tareas de preparación de las redes, embarcación y posteriormente lanzada y recuperación de la red en la cancha[6].
El desarrollo de la actividad tiene una característica paradójicamente particular y es que la actividad está prohibida y la desarrollan sobre las orillas santafesinas dadas las condiciones impuestas por la Declaración de Zona de Reserva, por el Decreto provincial Nº 1970/89, la que desalienta la reproducción de la actividad económica en su lugar de residencia y provoca una migración constante de los pescadores.
Frente a esta particularidad, Piñeyro (2020) señala esta misma cuestión en la que “la pesca comercial está prohibida en casi toda su longitud [del Río Paraná en Corrientes] mientras que la pesca deportiva sigue creciendo como atractivo turístico” (2020, p. 24). Este aliento de la actividad deportiva, ligada a las ventajas naturales y la direccionalidad con la que muestran una opción ecoturística, demuestra cómo se promueve la pesca deportiva, mientras que la pesca comercial-artesanal que se desarrolla en barrios costeros se ve opacada y restringida por la variedad de circunstancias que deben atravesar los trabajadores para mantenerse y no abandonar un oficio que promueve el comercio interno y abastece la demanda del mercado local.
Para la conceptualización de territorio, recurro a Lopes de Souza (1995), quien, desde una perspectiva crítica y abarcadora de los aspectos políticos y culturales usualmente señalados para el término, entiende al territorio desde las complejidades y las relaciones de poder que interfieren como:
un campo de fuerzas, una tela, una red de relaciones sociales, que a la par de su complejidad interna, define al mismo tiempo un límite, una alteridad: la diferencia entre “nosotros” (un grupo, los miembros de una comunidad) y los “otros”. (Lopes de Souza, 1995, p. 86)
En este sentido, encontramos una red de relaciones conflictivas sobre los intereses en torno al río Paraná como territorio y que recrudecen en momentos específicos.
Más allá de las circunstancias que hacen particular a la comunidad de pescadores de Bella Vista, hay que considerar que la actividad de la pesca no sólo debe comprenderse desde estos escenarios conflictivos, tratados con extensión en producciones presentadas por Piñeyro (2020), sino desde lo que estas comunidades de oficio ofrecen en términos de prácticas culturales y formación para el oficio.
Siguiendo con esta caracterización del territorio y su comunidad, puedo sostener que, aunque la escala es familiar, la organización económica es similar a la del grupo doméstico propuesto por Alcalá Moya (1995). Asimismo, las relaciones entre grupos domésticos tienen los rasgos de una comunidad de oficio (Alcalá Moya, 2012). Es posible, entonces, que la pesquería esté promoviendo vínculos parentales específicos (no necesariamente sanguíneos) e interrelaciones de trabajadores que excedan la lógica de las asociaciones.
Dentro del escenario donde se desarrolla la actividad y quienes lo practican, es posible apuntar como primera conclusión que, dentro de esta trama, en el territorio, emerge una serie de coprotagonistas que, con mayor o menor relevancia, interviene en la dinámica territorial y aporta elementos para conocer su historicidad. Cuadra (2010) señala que:
La dinámica territorial no es ajena a la cotidianeidad humana, por el contrario, es el resultado de la vida de los grupos humanos, de los pueblos, comunidades y sociedades, que en su diario trajín van generando, incorporando o exportando ideas, convicciones, costumbres, decisiones y acciones, algunas más importantes que otras, que van perfilando a un territorio con el paso del tiempo. (2010, p. 3)
Entonces, es posible observar cómo dentro de un mismo territorio pueden realizarse distintas acciones y usos sobre un mismo espacio: el río. A su vez, esta comunidad pesquera hizo de este espacio un territorio propio para su actividad y con características que inciden en ellos mismos a partir de procesos, transformaciones y prácticas cotidianas en los que imprimen su identidad cultural.
A la vez, nos encontramos con otras fuerzas (centrípetas) que coaccionan en la decisión y forma de vida de este conjunto: otros actores como el Estado, los pescadores deportivos, los turistas e inclusive la visión de la comunidad en la que están insertos.
En un estudio similar para el caso del Delta del Paraná, Méndez (2020) propone trabajar sobre las prácticas territoriales para comprender las experiencias, los sentidos sobre el territorio y la forma de ejercicio de la territorialidad que tienen los pescadores de esta zona en interacción con otros sujetos. Las distintas territorialidades pueden estar contenidas en un mismo espacio, pero atravesadas por relaciones de poder bajo otras lógicas e intereses. A modo de retratar estas prácticas territoriales, nos basamos en un estudio realizado en 2015, en el que se exploraron escenarios de conflicto donde advertimos características comunes y diferencias entre colectivos: comerciales-artesanales y deportivos.
El hecho de ser pescador nomás… Yo tuve cientos de encontronazos por culpa de eso. Yo soy pescador y estoy orgulloso, yo no tengo ningún problema […] El rubro del pescador siempre ha sido así, que te miran por arriba. En una oportunidad, me dijo un [pescador] deportivo, que eso hasta hoy… Me dijo: “Eh, ¿no tenés un pescado? Ahora te doy una damajuana de vino”. Y fue algo que me tocó el corazón. Le llamé y le dije: “Yo no voy a cambiar mi trabajo por un vino. Si quiero tomar vino, me lo compro, y si vos querés pescado, te lo voy a vender, pero jamás me vuelvas a decir esas cosas. (Don Quico, Bella Vista, 2015)
Uno de los rasgos compartidos es el trato violento que se ejerce sobre los trabajadores del río, un oficio que entendemos está siendo desalentado desde distintos actores que participan con sus intereses sobre el mismo territorio en disputa. Y es cómo en estos espacios surgen distintas estrategias cotidianas que realizan los sujetos basados en las representaciones sobre el territorio.
Lo que señala don Quico es una superposición de representaciones que diariamente se encuentra y que marca un límite entre lo que uno siente y lo que se construye como pescador.
Con las entrevistas realizadas a don Quico, a su cuñado Blas y a un joven pescador llamado Milton, se buscaba comprender en qué consiste la actividad en sí misma, su cotidianeidad y que se haga manifiesto el valor que el oficio tiene para estos trabajadores del río, que si bien ellos acuerdan que su vinculación estuvo dada inicialmente por falta de otras oportunidades y haber recurrido al oficio por necesidad, eso no quita la carga afectiva al defender su oficio en situaciones como las descritas por los pescadores.
Y mirá… no, la verdad que no… Me gusta la pesca. Sí, me gusta más la pesca porque uno es independiente, ¿viste? No tenés patrón, te vas cuando querés, venís cuando querés, no tenés que estar obligado […] La verdad que sí… es así… Sí, porque muchas veces tenés que andar y eso es un desafío, ¿viste? Por ahí, hay veces que te vas y venís y no traes nada. Y hay días que te vas y te va bien. (Milton, Bella Vista, 2016)
Esta definición también puede encontrarse en otros ámbitos como el cancionero popular que define de manera romántica e idealizada algunos aspectos del hacer, pero que estarían indicando al mismo tiempo una carga cultural de lo que suponen estos personajes en la representación del territorio como bien cultural.
Pescador del río bravo
Canoero, canoero
Nacido entre los sauzales
A orillitas del Paraná
Tomador de mate amargo
A la lumbre del lucero
Hace noche sobre el agua
Y defiende su libertad.
Partir, reír, hogar, soñar
Un cigarrito en el andar
Y una coplita pa esperar
El alba que ha de llegar...
(Retrato de un pescador, Ramón Ayala)
3. Dimensiones en contacto: aspectos formativos y culturales de la pesca en Bella Vista
La palabra oficio es portadora de distintos significados, los que usualmente suelen emparentarse con el saber hacer o producir algo en particular. Alliaud y Antelo (2009), destacados en sus trabajos sobre pedagogía de la formación, recuperan el término de oficio para ligarlo con la enseñanza. En este sentido, lo definen como “la capacidad de producir algo, de conocerlo y de hacerlo conocer” (Alliaud y Antelo, 2009, p. 93), como una demostración objetiva de señalar lo logrado.
En la pesca, el saber hacer está sostenido por procesos formativos implícitos o que no aparecen a primera vista. Esto no significa que los conocimientos que se transmiten en la comunidad sean simples, sino que estos se vuelven observables cuando se realiza una tarea, un conjunto de tareas o se exige una habilidad.
Sennet (2009), refiriéndose a la temática, señala que el trabajo artesanal está basado en un conocimiento tácito y compartido entre los trabajadores, en el compromiso con la materialidad y en el interés por obtener un trabajo bien hecho. En este sentido, el autor aborda todos los procesos que llevan a un animal laborans, es decir, al artesano, a involucrarse con su trabajo y a estar consciente y compenetrado en el quehacer mismo. Es durante el proceso y en la práctica donde la cabeza y el cuerpo se unen en una misión común, en ese momento de fusión como el vínculo entre la tradición heredada y la capacidad para innovar y resolver problemas.
También se pueden vincular los saberes específicos del oficio con lo que Berkes et al. (2000) denominan conocimiento ecológico tradicional, haciendo referencia a componentes básicos del conocimiento propio de grupos de una cultura dada. Se los define como:
Un cuerpo acumulativo de conocimientos, prácticas y creencias que ha evolucionado mediante procesos adaptativos y que pasó a través de las generaciones por la transmisión cultural, sobre la relación de seres humanos entre sí y con su ambiente. Es decir, es acumulativo y dinámico, construido en la experiencia y adaptado a los cambios. (2000, p. 1522)
En relación con el conocimiento tradicional, García Dueñas, Soler Marchán y Castellanos González (2021), en un estudio de las comunidades pesqueras del Caribe, señalan la emergencia y necesidad de recuperarlos y abandonar la postura de los años 70 que los subestimaban y desautorizaban frente a otros conjuntos de saberes institucionalizados.
Además, estos autores avanzan en considerarlos como saberes populares y, por ende, en convertir a los miembros de la comunidad en portadores de estos conocimientos que forman parte de su cultura. Al mismo tiempo, dentro de los saberes populares se encuentran los saberes tecnoproductivos que están:
establecidos por el conocimiento empírico acerca de la naturaleza y las relaciones sociales, culturales, ideológicas, entre otros; los elementos o vías de transmisión del mismo; la conciencia y la necesidad de transmitir el conocimiento. (2021, p. 417)
Además de estas categorías conceptuales, la actividad pesquera artesanal puede considerarse como un conjunto de saberes socialmente productivos (Rodríguez, 2011), generados y sustentados por ellos mismos a través de su cultura. Ese factor es determinante para la reproducción y perdurabilidad en el tiempo. Los modos de hacer en el oficio y formas organizacionales en la comunidad configuran entramados sociales. Se los identifica como socialmente productivos, porque tienen la capacidad de contribuir a la construcción de trama social.
Estos saberes no sólo se vinculan al trabajo, sino también a otro tipo de saberes como los de integración. Se trata de aquellos saberes que permiten organizar colectivos, adaptarse a situaciones cambiantes, incorporar a los recién llegados, analizar coyunturas locales en términos políticos. Estos espacios de integración estarían dando cuenta de formas y mecanismos que toma la comunidad para resaltar sus aspectos identitarios.
Entendidas en sus rasgos comunitarios, las experiencias que se generan en ella y las prácticas que se realizan por y para el oficio son vertebradoras de la comunidad de práctica (Wenger, 1998, p. 23). La autora menciona cómo ocurren procesos circulares y de retroalimentación en el aprendizaje de la actividad: desde la experiencia como una capacidad de interactuar con el mundo y estilo de vida como algo significativo, como hacer de una práctica con perspectivas compartidas de recursos sociales sustentadas por el compromiso mutuo en la acción, y desde la afiliación por configuraciones sociales donde la participación es valiosa y es reconocida como competente en sentido comunitario. Estos tres elementos concluyen con el devenir en el contexto de la comunidad que configuran identidad y crean historias personales.
En este mismo sentido, Coll (2001) se basa en los aportes de Wenger (1998) para construir su propuesta de comunidades de aprendizaje entendiendo que, sin importar la categoría o nivel educativo (formal o informal), el concepto radica en:
los diferentes niveles de experiencia, conocimiento y pericia, que aprenden mediante su implicación y participación en actividades auténticas y culturalmente relevantes, gracias a la colaboración que establecen entre sí, a la construcción del conocimiento colectivo que llevan a cabo y a los diversos tipos de ayudas que se prestan mutuamente. (2001, p. 3)
Finalmente, cabe señalar que un elemento importante en estos ámbitos de formación es la participación real de quienes integran la comunidad y se interesan en actividades en común. Para Wenger (1998), participar de una manera activa en las prácticas de las comunidades sociales y en construir identidades en relación con estas es consecuente con una teoría social del aprendizaje, que debe integrar componentes necesarios para caracterizar la participación social como un proceso de aprender y de conocer. Por tanto, la participación es la clave para la inclusión social y productiva, y está asociada fuertemente a una forma de habitar y concebir el territorio y las relaciones sociales. Esta compleja trama constituye, además, una manera de recuperar conocimientos propios -no valorados en otros contextos, pero imprescindibles para la reproducción de su forma de vida-.
Al reconsiderar la pesca desde las categorías conceptuales acuñadas en educación como procesos formativos implícitos, conocimiento tácito, conocimiento ecológico tradicional, saberes tecnoproductivos, saberes socialmente productivos o comunidad de aprendizaje, se vuelve patente la complejidad cognitiva que se pone en juego en estas comunidades de oficio. En palabras de don Quico, el proceso se daría de la siguiente manera:
Yo le llevaba, le enseñaba cómo se hace, cómo se pesca. Y, bueno, fueron grandes y siguieron el mismo curso que yo. La pesca no tiene muchos secretos. Le muestro cómo se hace, un par de días, un par de años. Y después comprás tus herramientas, te independizás y trabajás para vos. No es muy complicado, no se necesita estudio para ser pescador. Lamentablemente, yo cometí un error, porque tenés que sufrir las inclemencias del tiempo, bichos, comés fuera de hora, no tenés horario para salir, no tenés horario para volver. Hay días que te va bien, hay días que te va mal. (Don Quico, Bella Vista, 2016)
Los procesos de transmisión no siempre son conscientes o visibles para los actores como situaciones de enseñanza-aprendizaje. Pero ello no implica que no sean sistemáticos ni que no se sostengan en una lógica de gradualidad.
y yo hace mucho tiempo ya, más o menos a los 10 años empecé a pescar… Sí, y me entreveraba con todos ellos y con todos los que pescaban… Sí, y ahí aprendí, así nomás, mirando, entreverándome con ellos. (Milton, Bella Vista, 2016)
La participación y el nivel de involucramiento se da en situaciones precisas en las que los pescadores intentan señalar al “entreverarse” con los demás pescadores, ocurre “mirando”, ligado a la premisa fundamental de que “se aprende haciendo”, es decir, que corresponde a un saber hacer que se da con contenidos culturales propios de la formación comunitaria del oficio y se realizan de manera colaborativa, a través de la experiencia y por medio de la transmisión intergeneracional.
En estos aspectos sitúo a lo formativo, en las experiencias cotidianas que son capaces de traducirse como espacios de encuentro entre los que saben y practican y los nuevos miembros a participar del convite de conocimientos ligado a la introducción de una actividad productiva que, a su vez, se le otorga significado por su implicancia cultural en estrecha relación con su territorio ribereño.
La importancia de este conjunto de conocimientos, prácticas y formas organizacionales comunitarias reside en cómo recuperar, preservar y resaltar saberes específicos de su área y conocer el lugar que ocupan en la propia comunidad de pescadores para la generación de mejores mecanismos de conservación de los conocimientos y prácticas específicas, no sólo como parte de su oficio, sino como un conjunto de elementos culturales regionales que suceden en la región del NEA y es en este punto donde es posible discutir la viabilidad y potencialidades para ser considerados como saberes culturales intensivos en conocimiento.
4. La actividad pesquera como práctica cultural identitaria: una expansión de significados
Recuperando los aspectos formativos, es posible plantear que esta experiencia hace emerger la necesidad de hacer foco en otros procesos de transmisión de saberes fuera de los tradicionales espacios áulicos y potenciar la incidencia de la realidad contextual como esfera de construcción de conocimientos y habilidades.
Entonces, la exploración de espacios de construcción de conocimientos y preservación de saberes se da como procesos formativos, los que se propician desde y para los integrantes de la comunidad como medio de conservación y resguardo.
Siguiendo la conceptualización de comunidades de práctica, el oficio pesquero se sostiene por el conjunto de conocimientos, prácticas y formas organizacionales comunitarias que se replican en distintas circunstancias y que de manera inconsciente/invisible consolidan y mantienen la cultura propia de la ribera.
La relevancia de estos conocimientos culturales se observa en distintas esferas de interacción de sus portadores:
- De sus prácticas en el río: en la navegación, reconociendo condiciones estacionarias, lugares apropiados, limpieza de las canchas. Fuera de la embarcación conlleva un trabajo de preparación de los elementos de pesca: cebo, redes, suministros, reparación de algunos elementos como la misma embarcación.
- De formas organizacionales dentro de la comunidad: las estrategias de afiliación de nuevos miembros que se suman a la actividad luego de iniciarse en la aplicación de prácticas esporádicas; las de asociarse con colegas para compartir turnos en el uso de la embarcación o de redes; la distribución de tareas por género, ya que con la producción alcanzada se organiza la limpieza, venta y subproducción encaradas, mayoritariamente, por mujeres.
Estos saberes específicos, producidos en el territorio, son validados por la comunidad que los generan. Ese reconocimiento de lo producido es determinante para la perdurabilidad de la cultura ribereña en el tiempo. Los modos de hacer en el oficio y formas organizacionales en la comunidad configuran entramados sociales específicos, adaptados a su entorno.
Si bien estos modos organizacionales para el desarrollo del trabajo no son explicitados, sí son reconocidos en la práctica por todos los miembros: iniciando por los más jóvenes que ven y comparten el momento de la preparación o recepción de lo generado en la pesca, dando comienzo al involucramiento de la actividad por intermediación de un mayor y avalado por su experiencia calificada para sumarlo a su equipo.
Hay muchos elementos que detallan la especificidad de este saber hacer. Menciono, a modo de ejemplo, algunos contenidos que se materializan en distintos momentos de la actividad: el reconocimiento de las características del río, la identificación de especies comercializables, los tipos de carnadas y la elaboración y reparación de herramientas de trabajo. Todos estos saberes sólo se adquieren con la práctica. También están quienes se quedan del otro lado del río, encargados de la comercialización, elaboración de productos y, paralelamente, a cargo de la organización familiar.
Como sostiene McGoodwin (2002), la pesca artesanal implica más que una actividad económica, un modo de vida constituido por un conjunto de intereses, valores y una identidad cultural vinculada al territorio. Esto nos habilita a pensar que todos estos elementos analizados cuentan con espesor suficiente para considerar a la pesca y la comunidad que lo sostiene como portadora de bienes culturales relevantes para constituir rasgos identitarios aglutinantes y diferenciadores. Se puede señalar nuevamente que los aspectos detectados y relevantes son:
- Lo comunitario y la ayuda mutua como un ámbito de reproducción del oficio.
- El conocimiento ecológico de la pesca como saber productivo.
- Transmisión intergeneracional y apropiación de lo heredado.
- El territorio como determinante de la identidad.
Estos aspectos vinculados a lo económico, lo político, lo formativo y lo cultural confluyen en darle forma a una identidad que está muy ligada al territorio que, como señala Méndez (2020), son elaboradas y compartidas socialmente en representaciones las que generan:
emociones de afecto, respeto, orgullo, entre otras, que les permiten la elaboración y la transmisión de saberes prácticos para lograr un dominio del ambiente en el que viven y trabajan. (2020, p. 212)
Entonces, es posible señalar estos elementos como manifestaciones culturales que se desarrollan diariamente en el mismo escenario comunitario, que son parte de su vida y por ende son aspectos significativos que resguardan y revalorizan su memoria.
Dada la singularidad cultural manifestada en los ámbitos de formación, trabajo y organización social de estas comunidades, es posible imaginar estos procesos como prácticas culturales envolventes, en el sentido de que atraviesan todos los procesos que se desarrollan y guardan un punto en común hacia el mantenimiento vívido de las comunidades y sus acciones.
Para los miembros de la comunidad de pescadores de Bella Vista, sus acciones muchas veces no son evidentes, están ligadas a una reproducción heredada de conocimientos y prácticas productivas que colaboran en la generación y mantenimiento de un identitario positivo hacia adentro de las comunidades y hacia afuera de las mismas.
El oficio del pescador sufre actualmente una deslegitimación de sus conocimientos, la falta del reconocimiento de sus prácticas y sus saberes prácticos resultan excluidos de los sistemas escolares.
Englobar las experiencias y saberes que se forjan a través de la participación activa de sus miembros es una manera de salvaguardar conocimientos propios que en estos contextos no son valorados a los ojos de los saberes considerados científicamente legítimos.
Conocer las prácticas participativas de los pescadores y sus experiencias formativas reflejadas en el acercamiento de los jóvenes con los más expertos, y sus prácticas con las herramientas de trabajo de elaboración propia, están indicando el ejercicio deliberado de una práctica cultural sostenida en el tiempo.
Teniendo en cuenta la propuesta de García Canclini en Cultura y sociedad (1984) y la motivación de considerar estos aspectos como constitutivos de la identidad de la comunidad de pescadores, todo indicaría que la propuesta primaria es sostener la práctica cultural dando cuenta de la interiorización de significados, emociones e identificaciones que se conectan en el estilo de vida sobre el territorio.
Si bien hay muchos elementos en común que podemos señalar en vinculación con el Patrimonio Cultural Inmaterial que aporta esta comunidad, en este análisis apunto a incluir estas manifestaciones como constitutivos del valor cultural que estas comunidades tienen y hacen circular como prácticas culturales que, al mismo tiempo, son un reconocimiento comunitario de lo que Smith (2011) señala como:
un proceso de comunicar, transmitir y actualizar el conocimiento y las ideas; consiste en afirmar y expresar la identidad, y re/crear los valores y significados sociales y culturales que respaldan todo esto. (2011, p. 60)
A modo de síntesis, considero que promover este camino de construcción desde la investigación de y con la comunidad, y desde la visión local, permitiría la elaboración simbólica de su patrimonio para representar su identidad. Pero este ejercicio de análisis y diálogo con la realidad ya está dando cuenta de las oportunidades de construir socialmente, de comunicar y reconocer otros significados respecto del valor que tienen las comunidades pesqueras y los aportes del mundo ribereño a la localía del nordeste, una región atravesada por el agua dulce.
5. Aproximaciones al concepto de cultura ribereña
A partir de aquí surgen nuevos interrogantes: ¿Es la pesca o el territorio el eje que organiza la vida de ribera? ¿La pesca ribereña cuenta con espesor suficiente en sus contenidos culturales para poder hablar de una cultura ribereña?
En un repaso por algunas experiencias entre comunidades pesqueras, Hernández García y Sandoval Moreno (2015), en el caso de México, señalan formas de identificar a los trabajadores lacustres en consecuencia de una explosión de lógicas mercantiles producto de la globalización y disputas territoriales, llegando así a la construcción de un estereotipo que, en las zonas de nuestro interés, también se perciben e indican la necesidad de conocer mejor cuál es la identidad y los rasgos que estos grupos asumen.
En la misma línea, la colega mexicana Aviña Escot (2020) avanza al incorporar como elemento los aspectos culturales de estas comunidades pesqueras. Nuestro punto de contacto con esta investigadora es el reconocimiento de los procesos culturales sobre la pesca, en el que emergen aspectos identitarios en los actos de transmisión:
los pescadores se denominan así por poseer un saber heredado, por crear sus artes de pesca y por manejar las técnicas de la pesca; además, por perpetuar la tradición de la pesca mediante su ejecución. (2020, p. 172)
La importancia de estudiar los espacios de formación laboral y las relaciones intergeneracionales que están en la base de la reproducción de esta actividad y de la vida de ribera en la región NEA reside en hacer observables las formas en que estas comunidades preservan y recrean saberes específicos y que son, a su vez, parte constitutiva de una forma de vida que los identifica.
García Allut (2003) y Florido del Corral (2003) proponen estrategias de patrimonialización sobre la cultura pesquera en la región de Andalucía (España). Lo interesante de los aportes de los autores es la discusión acerca del “objeto” que se desea poner en valor en las comunidades pesqueras artesanales y cómo trasladar el planteo de lo que se radica como importante en estas comunidades, al tratarse del conocimiento de los pescadores como un rasgo específico y suficiente como para considerarlo como parte del patrimonio intangible.
Específicamente, García Allut (2003) señala que este conocimiento no debería ser comprendido sólo por sus procesos de prácticas y técnicas de trabajo que se aprenden y transmiten, sino por la continuidad en las formas de representación y comprensión del ambiente en el que los pescadores desarrollan su actividad.
Estos aportes están indicando aspectos destacables que tienden a hacer emerger cualidades y rasgos característicos de estas comunidades en términos culturales, entendiendo que el contenido cultural y los saberes específicos de su oficio están cargados de particularidades dadas por el territorio y, con esto, su forma de vida ligada a la pesca.
Y yo no puedo decir que me junté con un pescador. Soy de la isla, me crie en la isla, pesqué en la isla, soy de familia de pescadores. Así que, para mí, la rutina que él hace es lo mismo, mis hijos son pescadores. (Norma, Bella Vista, 2016)
Hay que considerar que el repertorio de prácticas de estas comunidades de pescadores artesanales se construye a partir de una fuerte identidad cultural vinculada al territorio, lo que muchas veces los hace altamente resistentes a los cambios de ordenamiento provenientes de las políticas públicas, pero si bien podrían existir cambios o desestabilizaciones, McGoodwin (2002, p. 9) señala que se caracterizan por su “alta capacidad de adaptación a los nuevos contextos sociales, económicos y culturales”.
En tal sentido, propongo abordar al río como territorio vertebrador de la producción de un conocimiento especializado, pues los saberes que se observan, se generan en diálogo con lo que sucede afuera y adentro de la embarcación. Los actores que participan son varios: comúnmente el hombre que pesca, el joven que acompaña y la mujer que recibe y organiza económicamente la producción. De esta manera, se hace necesario el estudio y reconocimiento de estos ámbitos como esferas de construcción de procesos de transmisión de saberes, entendiéndolos como experiencias formativas para el oficio en las que se gestan y se (re)construyen identidades culturales.
Ella es pescadora, también ella. Me ayuda, me ayuda con la pesca, me ayuda a armar la red; si tiene que ir conmigo, se va. Por supuesto, ella se queda a hacer los quehaceres de la casa, cocina, lava la ropa, pero si tiene que ponerse ahí, lo va a hacer. Ella sabe pescar, sabe lo mismo que yo. Ella me ayuda en un cien por ciento […] Ella vende, ella corta el pescado, ella se queda acá, ella va a pescar. Pesa, corta, vende. Ella se encarga acá, yo traigo. (Don Quico, Bella Vista, 2016)
Entonces, es pertinente señalar que en estos espacios se pueden desarrollar procesos de apropiación de significados y prácticas culturales, tal como lo señala Rockwell (2018). Esta misma autora explica que el término sitúa la acción en la persona en el momento en que toma posesión y utiliza los recursos culturales disponibles, pues esta noción de apropiación está ligada al concepto emergente de la cultura, “definida como múltiple, situada, histórica y que, claramente, no es un agente” (2018, p. 141). Esto, precisamente, alude al tipo de cultura arraigada en la vida cotidiana: en los objetos, las herramientas, las prácticas, las palabras, entre otros, según son experimentados por las personas.
Sigo también a García Canclini (2004), quien propone, entre muchos otros conceptos de cultura, “el conjunto de procesos sociales de producción, circulación y consumo de significaciones en la vida social” (2004, p. 34) desde una perspectiva sociosemiótica. En este concepto se deja entrever la propuesta del autor, en la que la cultura es un instrumento clave para la reproducción de la sociedad. Teniendo en cuenta estas comunidades, en las que el oficio ha permanecido por muchos años, transmitido de manera sostenida, brindando particularidades, parece pertinente revisitar la propuesta de práctica cultural. García Canclini (1984) explica, desde los aportes de Bourdieu, que de los hábitos surgen prácticas, entendiendo que en la medida en que los miembros de la sociedad interiorizan el capital cultural de los aparatos culturales, a su vez desarrollan prácticas culturales distintivas, en este caso podemos situar a los grupos familiares de esta comunidad de oficio al administrar, transmitir y propiciar hábitos, estilos de pensamiento y sensibilidad.
Hasta aquí es posible señalar que la identidad y la cultura son dos conceptos vinculantes e importantes para esta investigación, en la que las prácticas culturales que distinguen a las comunidades pesqueras por sus valores, creencias, formas organizacionales y relacionales inciden en la construcción y reproducción de identidad arraigada en su sentido de pertenencia al territorio ribereño y a la pesca.
Andrade Pérez y García Cháves (2016), en un estudio desde las voces de pescadores de Colombia, proponen una conceptualización identitaria referida a la cultura fluvial:
como formas cotidianas de habitar, apropiar y percibir el río como territorio, así como el uso y conocimiento de sus recursos las que se inscriben dentro del universo de la cultura fluvial. (2016, p. 6)
Esto nos habilita a pensar que las comunidades de pescadores de nuestra región, además de sus particularidades en el oficio, comparten con otros colectivos la cultura fluvial, y que la misma tiene un espesor cultural mucho más antiguo y extenso.
La importancia de lograr descripciones densas de estas formas de vivir en un territorio de humedal reside en valorizar saberes específicos disponibles en las comunidades de práctica, hasta ahora poco privilegiados en los estudios académicos locales. Estos conocimientos y prácticas específicas no sólo forman parte de su oficio, sino que hacen parte de un conjunto de elementos culturales regionales, específicamente relacionadas con las poblaciones ribereñas de la región nordeste de Argentina.
Entiendo por cultura ribereña al conjunto de conocimientos, valores y significados transversales que permean y trascienden las esferas laboral, económica, organizacional y territorial, se trata de contenidos culturales específicos que se elaboran, conservan, validan y transfieren en las comunidades que viven en-del río.
Bibliografía
Alcalá Moya, G. (1995). La ayuda mutua en las comunidades de pescadores artesanales de México. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropología Social.
______ (comps.) (2012). Pesca y pescadores en América Latina y el Caribe. Espacio, población, producción y política. Facultad de Ciencias-Unidad Multidisciplinaria de Investigación y Docencia de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de México.
Alliud, A. y Antelo, E. (2009). Los gajes del oficio. Enseñanza, pedagogía y formación. Aique Educación.
Andrade Pérez, M. y García Cháves, M. (2016). Tiempo de vidrio y de abundancia. Saberes y oficios de la cultura fluvial en el Alto Magdalena, Colombia. Revista de Estudios Sociales, 55. https://bit.ly/3pos5q1
Aviña Escot, P. (2020). Los pescadores sin agua: los sujetos sociales producidos desde la transformación territorial. En A. Sandoval Moreno (coord.) Dinámicas socioterritoriales y agua en las comunidades ribereñas del lago de Chapala, Michoacán y Jalisco (pp. 159-178). Universidad Nacional Autónoma de México, Serie Sociedad y estudios regionales.
Berkes, F., Colding, J. y Folke, C. (2000). Rediscovery of traditional ecological knowledge as adaptive management. Ecological Applications, 10(5), 1251-1262.
Coll, C. (2001). Las Comunidades de Aprendizaje y el Futuro de la Educación. Simposio Internacional sobre Comunidades de Aprendizaje. Universidad de Barcelona, 5-6 de octubre de 2001.
Cuadra, D. (2010). Escenarios, actores y discursos en la territorialidad del Chaco (pp. 3-23). XI Encuentro de Profesores y Licenciados en Geografía de Formosa. Universidad Nacional de Formosa. Facultad de Humanidades.
FAO (2014). El estado mundial de la pesca y la acuicultura.https://bit.ly/3nNmOrG
Florido del Corral, D. (2003). Hacia una patrimonialización de la cultura pesquera en Andalucía. Revista PH 44. https://bit.ly/3Mh7pt8
García Canclini, N. (1984). Cultura y sociedad: una introducción. Cuadernos de información y divulgación para maestros bilingües. Dirección General de Educación Indígena de la SEP México. https://bit.ly/2mnLp6E
_____ (2004). La cultura extraviada en sus definiciones. En Diferentes, desiguales y desconectados. Mapas de la interculturalidad. Gedisa.
García Dueñas, R. Y., Soler Marchán, S. y Castellanos González, M. E. (2021). Saberes tecnoproductivos tradicionales de pesca y buenas prácticas en la comunidad costera Castillo de Jagua-Perché. Revista Universidad y Sociedad, 13(5), 416-430.
García-Allut, A. (2003). La pesca artesanal, el cambio y la patrimonialización del conocimiento. Revista PH 44. https://bit.ly/3MfXEeI
Giménez, G. (2007). Estudios sobre la cultura y las identidades sociales. Conaculta-Iteso. https://bit.ly/3nIjlLf
Goetz, J. P. y Lecompte, M. D. (1988). Etnografía y diseño cualitativo en investigación educativa. Morata.
Hernández García, A. y Sandoval Moreno, A. (2015). Agua y Tierra: Organización y reordenamiento de las tierras ganadas y actividades emergentes en el Lago de Chapala, México (1904-2014). Agua y Territorio, 5, 111-120. https://bit.ly/41l3Lmo
Lopes de Souza, M. (1995). O territorio: sobre espaço e poder, autonomia e desenvolvimento. En I. De Castro, P. da Costa Gomes y R. Lobato Correa (eds.) Geografia: conceitos e temas. Bertrand Edit.
McGoodwin, J. (2002). Comprender las culturas de las comunidades pesqueras. Clave para la ordenación pesquera y la seguridad alimentaria. En FAO. Documentos Técnicos de pesca Nº 401.
Méndez, F. M. (2020). Territorialidades en tensión: el caso de los pescadores artesanales en el Delta del Paraná (2012-2017). Revista Huellas, 24, 1. https://bit.ly/3LSL4kf
Piñeyro, N. (2020). Procesos de acumulación-desposesión en la ribera del Paraná: las transformaciones en el territorio del Chaco y su impacto en las comunidades de pescadores artesanales entre 2005 y 2015. Tesis doctoral por el título de doctora en Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad Nacional de Misiones. [Obra inédita].
Rockwell, E. (2018). Vivir entre escuelas: relatos y presencias. Antología esencial. Clacso.
Rodríguez, L. (2011). Saberes, saberes socialmente productivos y educación de adultos. Revista Decisio. Saberes para la acción en educación de adultos, 30, 55-60. México, Crefal.
Sennett, R. (2009). El artesano. Anagrama.
Smith, L. J. (2011). El espejo patrimonial ¿ilusión narcisista o reflexiones múltiples? Revista Antipoda, 12, 39-63.
Unesco (2005). Convención sobre la protección y la promoción de la diversidad de las expresiones culturales.https://bit.ly/3MdWsYj
Van der Hammen Malo, M. C., Frieri Gilchrist, S., Sánchez Silva, L. F. y Peña Bautista, A. (comps.) (2015). Opciones y acciones para la salvaguardia del PCI: Una compilación de experiencias. Proyecto Estrategia integral de fortalecimiento de las capacidades sociales de gestión del Patrimonio Cultural Inmaterial. Ministerio de Cultura y Tropenbos Internacional Colombia.
Wenger, E. (1998). Comunidades de práctica. Aprendizaje, significado e identidad. Paidós.
Notas