Dossier

TIC y mundo del trabajo: desigualdades digitales en Argentina frente a la pandemia del covid-19

ICT and the world of work: digital inequalities in Argentina in the face of the covid-19 pandemic

Leticia Muñiz Terra
Universidad Nacional de La Plata, Argentina

De Prácticas y Discursos. Cuadernos de Ciencias Sociales

Universidad Nacional del Nordeste, Argentina

ISSN-e: 2250-6942

Periodicidad: Semestral

vol. 11, núm. 18, 2022

depracticasydiscursos.ces@gmail.com

Recepción: 20 Julio 2022

Aprobación: 21 Octubre 2022



DOI: https://doi.org/10.30972/dpd.11186321

Resumen: Este artículo persigue el objetivo de comprender la relación entre las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) y el mundo laboral antes y durante la pandemia del covid-19 (2019-2021). En particular, se analizan las transformaciones que la crisis pandémica trajo consigo en el acceso, uso y apropiación de las TIC para trabajar en Argentina. De este modo, se busca comprender los efectos diferenciales de la incorporación de las tecnologías digitales en el ámbito laboral.

Para ello, se desarrolló una investigación cuantitativa, en la que se realizaron análisis de documentos y análisis estadísticos de distintas fuentes de información.

En cuanto a los hallazgos, sostenemos que se produjo una profundización de las desigualdades digitales laborales preexistentes, evidenciadas por los distintos niveles de acceso, uso y apropiación de TIC según las regiones, los NSE, los géneros y las edades. Las heterogeneidades del mercado laboral y, en particular, la evolución de la modalidad del teletrabajo permitieron visibilizar el efecto desigualador que tuvo la pandemia al interior de la estructura socioocupacional argentina.

Palabras clave: TIC, trabajo, pandemia.

Abstract: This article aims to understand the relationship between ICTs (information and communication technologies) and work before and during the COVID pandemic 19 (2019-2021). In particular, we analyze the transformations that the pandemic crisis brought about in the access, use and appropriation of ICTs to work in Argentina. In this way, the aim is to understand the differential effects of incorporating TD in the workplace.

The research was quantitative methods. More specifically, we do document analyses and statistical analyses of different sources of information.

In terms of the findings, we argue that there was a deepening of pre-existing digital inequalities in employment, evidenced by the different levels of access, use and delivery of ICTs according to regions, NSEs, gender and ages. The heterogeneity of the labor market and, in particular, the evolution of the telework modality, made visible the unequal effect that the pandemic had within the socio-occupational structure of Argentina.

Keywords: ICTs, work, pandemic.

Introducción

Frente a la pandemia del covid-19 surgida en 2020, los Estados de América Latina y el Caribe (en adelante ALC), entre ellos, Argentina, han desplegado estrategias tendientes a evitar la propagación del virus en el ámbito laboral. Sin embargo, este despliegue se ha supeditado a las capacidades y recursos con los que cada país contaba con anterioridad al desencadenamiento de la pandemia. En este sentido, las desigualdades relativas al acceso y uso de Internet y tecnologías digitales han operado como condicionantes fundamentales tanto en el alcance como en el éxito de las políticas laborales referidas al trabajo.

Esta situación nos conduce a preguntamos: ¿Cómo enfrentó la sociedad argentina la pandemia en términos digitales? ¿La pandemia contribuyó a aumentar la desigualdad digital preexistente? Para ello, recurrimos a un análisis en dos tiempos: antes de la pandemia y durante la pandemia, momento que también llamaremos ciclo covid-19-2021. En particular, respondemos a los siguientes interrogantes: ¿Cuál es el nivel de conectividad que tenía Argentina en 2020? ¿Existían asimetrías regionales? ¿Cuál es el nivel de acceso y uso de TIC en los hogares antes y durante la pandemia? ¿Qué diferencias se evidencian? Por otra parte, nos preocupamos específicamente por la relación que existe entre el acceso, uso y apropiación de las TIC y el mundo del trabajo, analizando concretamente: ¿Cuál era la infraestructura y conectividad en el ámbito laboral antes y durante la pandemia? ¿Cuáles eran las habilidades y saberes que los trabajadores/as desplegaron en ambos tiempos del ciclo covid-19-2021? O, ¿qué particularidades asumía el teletrabajo en nuestro país antes y durante la crisis sanitaria? ¿Cuáles son los vínculos con las TIC y los compañeros de trabajo en el ciclo covid-19-2021?

En cuanto al orden de exposición, en primer lugar se presenta una revisión bibliográfica sobre los estudios existentes en nuestro país acerca del uso de las TIC para trabajar, con el objeto de mostrar el vacío de conocimiento. En segundo lugar, se presenta un apartado teórico-metodológico. En tercer lugar, se presenta un análisis de las desigualdades digitales antes de la pandemia basado en estadísticas oficiales. En cuarto lugar, el análisis de los datos construidos en la investigación cuantitativa. Finalmente, se desarrollan algunas reflexiones finales.

1. Las TIC y el mundo del trabajo en los estudios argentinos

Desde hace algunas décadas, la importancia del uso y acceso a las Tecnologías de la Información y la Comunicación en el ámbito laboral y las desigualdades que se evidencian han sido objeto de preocupación en las Ciencias Sociales.

Según algunos estudios, las diferencias en los accesos y en las habilidades digitales no alcanzan para explicar los resultados diferentes a que los mismos usos pueden conducir. Helsper (2017) señala que usuarios con el mismo bagaje sociocultural y económico, y las mismas condiciones de acceso a dispositivos y conectividad y similares habilidades digitales, obtienen provechos y consiguen recursos diferentes (aumentar sus ingresos, mejorar su rendimiento educativo, conseguir trabajo) a partir de los mismos usos de las tecnologías digitales. Por lo tanto, según estas autoras, es preciso indagar en las percepciones de la tecnología propias de cada sujeto para poder comprender estas diferencias que derivan en un aumento de las desigualdades sociales.

Desde el ámbito de los estudios del mundo del trabajo, la introducción de la digitalización laboral se vincula a las transformaciones ocurridas con el sistema de producción posfordista o de especialización flexible, que comenzó a aplicarse a finales de los años 70 y que significó la adopción de una nueva ideología managerial para la organización laboral en las firmas impulsadas, entre otras cuestiones, por las TIC (Gaulejac, 2004).

La introducción de dichas tecnologías en el mundo del trabajo implicó, en Argentina, el advenimiento de miradas académicas con un fuerte componente crítico, que sostienen con preocupación que la introducción de las TIC en el mundo del trabajo ha provocado cambios negativos en materia laboral (Bensusán, Eichhorst y Rodríguez, 2017). Estas miradas señalan así que el nuevo modelo de organización del trabajo digital implicó una reorganización de la gestión cotidiana del trabajo que se materializó en nuevas estrategias laborales, entre las cuales se hicieron presentes la aplicación del modelo de las competencias, las transformaciones en las relaciones laborales, la individualización de las trayectorias profesionales, la evaluación personalizada de los trabajadores sobre la base de objetivos, las remuneraciones variables, etcétera. Es decir, hacen fundamentalmente hincapié en la precarización del trabajo digital (Muñiz Terra, 2016; Novick y Retondo, 2013; Pierbattisti, 2008; Senén González y Del Bono, 2013,)

En este contexto, una de las líneas de investigación sobre la temática se centra en los procesos de externalización del trabajo y la transnacionalización de la producción que han posibilitado las TIC. Dentro de ellas se encuentra un grupo de investigaciones que se preocupa por las transformaciones que la introducción de las TIC en las empresas trajeron aparejadas para los trabajadores sus condiciones de trabajo y sus carreras laborales (Figari, 2016; Muñiz Terra, 2016; Pierbattisti, 2008). Otra línea de indagaciones observa concretamente el teletrabajo implementado a través del trabajo a domicilio (Lenguita, 2009) o a partir de las estrategias de tercerización y de deslocalización de empresas de servicios que contratan y/o desarrollan servicios propios de plataformas. (Del Bono y Leite, 2016;Del Bono, 2019). Los estudios inscriptos en esta línea se han concentrado en conocer las condiciones de trabajo y las representaciones que poseen los/as teletrabajadores/as acerca de su inserción laboral. Señalan así que en este tipo de actividades los trabajadores suelen transitar condiciones de trabajo precarias signadas por: la exigencia de competencias blandas, el desarrollo de jornadas laborales flexibles (que cambian de acuerdo a las necesidades de las firmas o del contrato), dificultades para poder acceder a derechos laborales permanentes, la teledisponilbilidad, es decir, la vinculación indefinida respecto al tiempo de ejecución de la tarea, y el consecuente no pago de horas extras, etc.

Otro campo de investigaciones se centra en las relaciones laborales y en los desafíos que tienen los sindicatos al momento de representar a trabajadores de sectores innovadores y digitales. Los estudios que se inscriben en este campo se preocuparon, en líneas generales, por los cambios institucionales que enfrentan los trabajadores en la organización del trabajo debido a la incorporación de la tecnología. En este marco, pueden diferenciarse las investigaciones que enfocaron su mirada en las relaciones laborales de los trabajadores informáticos de aquellas que centraron su atención en el trabajo de plataformas.

Los estudios preocupados por los informáticos se preocuparon por la desprotección sindical de estos trabajadores (Adamini, 2019; Montes Cató, 2011; Senen González, 2014), dado que en este sector suele insertarse fuerza de trabajo habitualmente vulnerable en el mercado laboral como los jóvenes. Según Domenech (2007), el 70% del total de los trabajadores informáticos tiene entre 22 y 39 años, un alto nivel de calificación y suele trabajar de manera precaria.

Las investigaciones preocupadas por las relaciones laborales de los trabajadores de plataformas han señado, por su parte, que este tipo de trabajo supone un trabajo offline on demand, que exige trabajo físico fuera de línea, con bajos niveles de calificación, en un territorio geográfico específico (De Steffano, 2016), entre las cuales sobresale el trabajo en las plataformas de delivery (Glovo, PedidosYa, Rappi), de transporte de pasajeros (Uber, Cabifi) y de trabajo doméstico/de cuidado (Zolvers). Estas investigaciones se preocupan en particular por la negación por parte de las empresas de la existencia de una relación laboral y, por tanto, de los derechos y protecciones sociales que corresponden a los trabajadores (Beccaria y Maurizio, 2019; Goldin, 2020).

Asimismo, es posible identificar una serie de estudios que se han preocupado por comprender las emociones y la disposición de los cuerpos con capacidades sensibles en el marco de dispositivos laborales digitales y las formas en que se configuran las identidades en el campo del trabajo digital (Lisdero y Quattrini, 2020; Scribano, 2013; Scribano y Lisdero, 2019). Estos estudios llaman a los trabajadores digitales emprendedores de base tecnológica y señalan que con su labor colaboran en la propagación de la digitalización de la vida (Scribano y Lisdero, 2019).

En cuanto a los estudios vinculados al período de la pandemia propiamente dicho, hasta el momento se han desarrollado algunas contribuciones sobre las consecuencias laborales de la pandemia en términos generales (Bargados, 2021; Barrena Insua, Noguera y Busso, 2022; Benza y Kessler, 2021; Haidar y Pla, 2021; Jacovkis, Masello, Granovsky y Oliva, 2021; Kaplan y Delfino, 2021; Maldovan, Bonelli, Dzembrowski y Goren, 2021; Pontoni, Radiciotti, Filipetto, 2021; Poy, 2022; Salvia y Zurita, 2021; Torres, 2021). Menores han sido las contribuciones específicas que vinculan a las TIC y el mundo del trabajo (Benítez Larghi y Guzzo, 2022;Muñiz Terra y Roberti, 2020; Muñiz Terra, Roberti y Lemus, 2022; Muñiz Terra, 2022). Dado este estado de situación, en este artículo pretendemos hacer una contribución en este sentido, analizando la relación entre las TIC y el mundo laboral frente a la pandemia del covid-19 en Argentina.

2. Desigualdades digitales: consideraciones teóricas y metodológicas

En este artículo concebimos a la desigualdad digital como toda aquella desigualdad social relacionada con la aparición de Internet (Di Maggio et al., 2004), de soportes digitales (computadoras, teléfonos celulares, etc.) y de tecnologías utilizadas en el mundo del trabajo (maquinarias), y su incorporación y usos en la sociedad, superando así el significado semántico dicotómico y la indefinición que conlleva el término divisoria digital. El término desigualdad digital considera, entonces, una visión social de la tecnología y tiene en cuenta los determinantes y las implicaciones sociales que pueden generarse de estas, permitiendo así explorar la construcción de la desigualdad mediante la combinación de recursos técnicos y sociales, requiriéndose para ello construir modelos explicativos que distingan entre diferentes modos de uso y adopción de Internet y ligar su comportamiento directamente al contexto social e institucional en el que se dan.

Esta perspectiva se vincula además con la teoría crítica de la tecnología que adoptamos (Feenberg, 2005), que recoge lo planteado por Selwyn, Nemorin, Bulfin y Johnson (2016), en torno a que para establecer una sociología digital resulta necesario asumir lo digital como una problemática y no como algo dado. De este modo, en este artículo consideramos que ni el conocimiento ni la tecnología admiten una definición a priori o en sí mismas, sino que su significado se completa a partir de prácticas sociales históricamente situadas. Por lo tanto, la tecnología no se entiende únicamente en función de una serie de saberes neutrales, ahistórica y aislada de las relaciones sociales, sino como un producto social de las interrelaciones humanas. Es decir, no la entendemos como un conjunto de ideas y técnicas con vida propia y autónoma de las relaciones sociales, sino como fruto de las prácticas humanas en determinados contextos y modos de producción.

Al concebir a los conocimientos y las habilidades no como entes esenciales, se abre el desafío de encarar metodológicamente esta concepción constructivista (Bijker, Pinch y Hughes, 1987). Para ello, tomamos algunas decisiones destinadas a operacionalizar las categorías y dimensiones de análisis. Definimos así la movilización de conocimientos como un proceso dinámico de (re)apropiaciones (Thompson, 1998), donde los saberes circulan y al mismo tiempo se construyen a través de distintos soportes que no resultan inocuos, sino que en dicho movimiento van cargando de sentidos propios a esos conocimientos. Entre estos soportes encontramos: a. Objetivos (infraestructura y conectividad, hardware, software y contenidos); b. Subjetivos (habilidades, comprendiendo desde saberes procedimentales sobre cómo operar las tecnologías digitales hasta metahabilidades como el llamado multitasking y la multiatención); c. Intersubjetivos (conocimientos cuyo soporte son los vínculos entre los sujetos humanos como las instancias organizacionales, las normas y los valores, de acuerdo con Zukerfeld, 2014).

En este trabajo analizaremos entonces las desigualdades digitales en el contexto de la pandemia del covid-19, entendiéndolas como desigualdades sociales relacionadas con el modelo de producción flexible o posfodista y la introducción en el mundo laboral de Internet, dispositivos digitales, de aplicaciones y maquinarias digitales que son incorporadas y usadas en distintas prácticas laborales y que permiten construir y utilizar conocimientos de manera diferencial a través de distintos soportes objetivos, subjetivos e intersubjetivos.

Para este estudio desarrollamos una investigación cuantitativa, que consistió en el procesamiento de datos provenientes de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH, 2019), del Módulo de acceso y uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación (Mautic EPH), de la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL, 2017) y de una investigación cuantitativa propia.

La investigación propia se basó en un análisis de las desigualdades digitales en Argentina e implicó el diseño de una muestra no probabilistíca por cuotas de región, nivel socioeconómico, género y acceso a Internet y a una computadora personal, y de un trabajo de campo cuantitativo basado en el relevamiento de encuestas autosuministradas digitales a nivel nacional para un total de 2985 casos.

Las cuotas por región fueron construidas siguiendo la delimitación territorial desarrollada por la Encuesta Nacional de Estructura Social (Enes) del Programa de Investigación de la Sociedad Argentina Contemporánea (Pisac), pero desagregando la provincia de Buenos Aires en Gran Buenos Aires y Resto de Buenos Aires para una mayor especificidad. De esta forma, las regiones quedaron constituidas de la siguiente manera:

  1. 1. CABA
  2. 2. Gran Buenos Aires
  3. 3. Pampeana
  4. 4. Resto de Buenos Aires (Cerri, San Nicolás, Villa Constitución, Santa Rosa, Toay).
  5. 5. Centro (Gran Córdoba, Gran Rosario, Gran Santa Fe, Gran Paraná, Río Cuarto, Concordia).
  6. 6. NEA (Gran Resistencia, Corrientes, Posadas, Formosa capital).
  7. 7. NOA (Gran San Miguel de Tucumán, Tafí Viejo, Salta, Santiago del Estero, La Banda, Jujuy, Palpalá, Gran San Fernando del Valle de Catamarca, La Rioja capital).
  8. 8. Cuyo (Gran Mendoza, Gran San Juan, San Luis, El Chorrillo).
  9. 9. Patagonia (Neuquén, Plottier, Comodoro Rivadavia, Rada Tilly, Usuahia, Río Grande, Rawson, Trelew, Viedma, Carmen de Patagones (siendo Viedma (RN) el componente mayoritario del aglomerado y de ahí su pertenencia a esta región).

El peso de las regiones se construyó sobre la base individual del cuarto trimestre de 2019 de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que sirvió de marco muestral. La elección de esta base está dada porque en la misma se aplica el Módulo de Acceso y Uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación (Mautic) que, como ya veremos, también fue utilizado para el muestreo.

El nivel socioeconómico (NSE) se construyó considerando la educación del principal sostén del hogar, la ocupación del principal sostén del hogar, el tipo de cobertura médica, la cantidad de aportantes y el patrimonio del hogar, integrado por los bienes y servicios que posee. A partir de estos indicadores se construyeron tres grandes niveles socioeconómicos, el nivel alto (A/B/C1), el nivel medio (C2/C3) y el nivel bajo (D/E). El NSE se estima de los informes oficiales de la Asociación Argentina de Marketing y de Simo, que son de opinión pública, basados en la EPH.

Se sumó a la muestra el acceso a Internet y computadora personal (PC) en el hogar, utilizando datos provenientes del Módulo de Acceso y Uso de Tecnologías de la Información y la Comunicación (Mautic), aplicado para la EPH en ese mismo cuarto trimestre de 2019. De acuerdo a este módulo, dos tercios (67%) de los ocupados viven en hogares con Internet y computadora, y casi un cuarto (23%) habita hogares con Internet, pero no computadora. Queda un 10% sin Internet, compuesto básicamente por personas que viven en hogares que tampoco tienen computadora. En función de esta distribución, se decidió trabajarlas de forma unificada, con cuatro categorías: 1) acceso a Internet y PC; 2) con acceso a Internet pero sin acceso a PC; 3) solo PC, sin acceso a Internet.

Finalmente, en la muestra se incorporó una cuota de distribución por género (varón/mujer) de la población, con la idea de poder establecer diferenciaciones similares entre ellos y se delimitó la edad entre 30 y 65 años. Para el género, se estimó una cuota de 50-50 y para la edad, se establecieron cuotas de 60% (30 a 45 años) y de 40% (46 a 65 años). El recorte etario se fundamenta en la idea de que quienes respondieran tuvieran cierta maduración ocupacional y que hubieran recorrido ya un tramo importante de su trayectoria laboral (Erikson y Goldthorpe, 1992) y se alcanzara solo a quienes estuvieran activos en el momento de la entrevista (no jubilados).

El trabajo cuantitativo implicó la realización de la Encuesta Nacional de Tecnologías y de la Información, la Comunicación y las Desigualdades Educativas y Laborales (en adelante Enticdel covid-19), que consistió en la aplicación de un cuestionario autoadministrado virtual en todas las regiones del país seleccionadas, dado que el contexto pandémico no permitía la realización de trabajo empírico de campo. Solo en el caso del NSE D/E se recurrió a encuestas presenciales para cumplir la cuota de personas que no tenían Internet y no podían completar el cuestionario virtual. Cabe aclarar que partimos de la suposición de que las personas que contestaron la encuesta tienen una buena predisposición para el uso de TIC, dado que aceptaron voluntariamente participar de la investigación.

En el desarrollo del estudio se pusieron además algunos filtros para una mejor aprehensión de la información buscada: se decidió así que los encuestados tuvieran hijos en edad escolar, que no hubiera más de 10% de desocupados, que no hubiera más de 5% de inmigrantes y que tuvieran al menos 2 años de residencia en el país.

El cuestionario se aplicó entre abril y mayo de 2021, se relevaron 2985 casos que respondieron preguntas iniciales de clasificación y luego 4 Módulos concretos: 1) TIC en el hogar en la pandemia, 2) Educación y TIC, 3) Trabajo y TIC, y 4) Tareas del hogar y TIC.

En cuanto al análisis, se procedió a la ponderación de: las regiones que se llevaron al total poblacional, el género que se ajustó para llevarla a 50-50 y el NSE que se llevó a los parámetros disponibles calculados e informados según la EPH. Asimismo, al interior de cada región se respetó la misma proporción de NSE. Primero se ponderó los pesos poblaciones de cada región, y al interior de cada región se respetó la misma estructura de sexo, edad y nivel. Posteriormente, se procedió al procesamiento de la información recabada y se desarrollaron análisis bivariados y multivariados.

A continuación, presentamos las desigualdades digitales que existían, en líneas generales, en Argentina antes de la pandemia, para luego delinear las políticas nacionales aplicadas para morigerar el impacto de la pandemia y abocarnos, finalmente, a desarrollar interpretaciones concretas sobre las inequidades digitales existentes antes y durante el covid-19 en el ámbito laboral.

3. Las desigualdades previas a la pandemia del covid-19 en Argentina

Las desigualdades digitales han sido una constante en gran parte de los países de América Latina (Cepal, 2020). En el contexto regional, Argentina exhibe unos niveles relativamente altos de conectividad, pues de acuerdo a la EPH, se estima que el 85,5% de la población de 4 años y más utiliza Internet (Mautic-EPH, cuarto trimestre de 2020). De modo coincidente, un informe del Indec (2020) revela una tendencia sostenida al crecimiento en los accesos a Internet, fijos y móviles, entre enero de 2016 y marzo de 2021. Para este último mes, un 94,4% del total de accesos fijos (estimados en más de 7,6 millones) y un 88,8% del total de accesos móviles (estimados en más de 32,6 millones) se explicaban por accesos residenciales.

Ahora bien, si analizamos la distribución de los accesos residenciales en el territorio, no es un dato menor que cerca del 50% de ellos se concentran en CABA y provincia de Buenos Aires. En la misma línea, según datos del Mautic-EPH (2020), persisten importantes asimetrías no solo entre regiones sino, principalmente, al interior de las mismas. Por ejemplo, en cuanto a la población mayor de 4 años que habita en hogares con utilización de Internet, más de diez puntos porcentuales separan al aglomerado urbano CABA (92,2%) de los aglomerados urbanos partidos del GBA (84,4%). Asimismo, el aglomerado Gran Resistencia (90%) supera en 10 puntos al aglomerado Formosa (80,9%), ambos de la región estadística noreste[3].

Algo semejante puede observarse en cuanto al uso de computadora sin Internet. En este aspecto, la brecha entre CABA y los partidos de GBA se vuelve todavía mayor (66,9% del primero frente al 33,8% del segundo).

Los menores niveles de uso de computadora se registraban en la región Noreste. Allí, nuevamente para el aglomerado Posadas se estimaba que un 76,3% de la población no utilizaba computadora.

En consecuencia, cabe observar las fuertes disparidades registradas en cuanto a los tipos de dispositivos utilizados: mientras el 87,9% de la población afirmó haber utilizado celular en los últimos tres meses, ese porcentaje cayó al 40,9% en el uso de computadora.

Si observamos las características de la población que no cuenta con acceso a computadora en el hogar, encontramos fuertes tendencias asociadas al nivel socioeconómico del hogar y la calificación del PSH.

En síntesis, si bien el acceso al equipamiento y la conectividad han crecido sostenidamente durante la última década, el acceso a la computadora y a Internet en el hogar muestra una significativa brecha entre nivel socioeconómico y regiones geográficas de la Argentina. También existen importantes brechas digitales en torno a los manejos, conocimientos y usos de estas tecnologías; cuestión que se acrecienta entre poblaciones adultas, de sectores populares y regiones rurales (Benítez Larghi, 2020; Kaplan y Piovani, 2018). Es preciso profundizar en el conocimiento de estas asimetrías toda vez que el acceso y uso de las tecnologías digitales resulta clave para las estrategias de trabajo en el marco de la pandemia.

4. Antes y durante la pandemia: TIC y desigualdades en el mundo del trabajo

En Argentina, las desigualdades digitales en el mundo laboral se han expresado, en líneas generales, en el ámbito del teletrabajo. Las actividades realizadas en forma remota (teletrabajo) en Argentina han comenzado a ser desplegadas al calor del desarrollo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) que han permitido la externalización de actividades laborales y la transnacionalización de la producción. El teletrabajo había sido fundamentalmente implementado a través del trabajo a domicilio de un conjunto de tareas remotas (Lenguita, 2009) o a partir de las estrategias de tercerización y de deslocalización de gran parte de las empresas de servicios que contrataba y/o desarrollaban servicios propios de plataformas (Del Bono y Leite, 2016; Del Bono, 2019).

Hasta el advenimiento de la pandemia, las actividades laborales digitales estaban habitualmente desarrolladas en plataformas y estaban orientadas hacia las tareas administrativas periódicas o rutinarias, la asistencia técnica, el servicio de apoyo logístico, la atención al consumidor o los servicios de posventa. Estas tareas solían ser externalizadas por los bancos, las compañías de seguros y de telecomunicaciones, los proveedores de atención de salud, entre otros (Unctad, 2003; UNI, 2004).

De lado del cuentapropismo, el teletrabajo a domicilio significaba que las tareas se realizan a distancia entre los miembros del colectivo laboral, gracias a la interacción electrónica posibilitada por los recursos informáticos y comunicacionales (Lenguita, 2009). En 2019, la mayor proporción de trabajadores/as que realizaban actividades domiciliarias se ocupaban en la producción de software (EPH, cuarto trimestre de 2019).

Según los estudios sobre las condiciones laborales de esta actividad, los/as trabajadores/as del software realizaban habitualmente su actividad de manera remota (teletrabajo) y como cuentapropistas (Adamini, 2019; Montes Cató, 2011), lo que suponía una precarización de sus condiciones laborales.

Si nos concentramos en la evolución del teletrabajo en Argentina, podemos observar que antes de la pandemia este tipo de actividad no había tenido un amplio desarrollo en nuestro país. Siguiendo los datos del “módulo teletrabajo” de la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTEySS) de 2017, de un total de 3 432 791 trabajadores/as relevados en 12 aglomerados urbanos, apenas 267 826 realizaban tareas asociadas al teletrabajo, resultando en un 7,8% del total. Del lado de las empresas, la evidencia disponible apunta a que son muy pocas las que implementan el teletrabajo: de las 64 695 empresas relevadas en la EIL de 2017, apenas 946 –esto es, un 3%– implementan el teletrabajo.

Además, el teletrabajo se concentraba en los/as trabajadores/as jóvenes y en las mujeres. Según la EIL, en este tipo de ocupaciones hay un sesgo importante de género: un 29% de los/as teletrabajadores/as son mujeres.

Por otra parte, antes de la pandemia no todas las actividades económicas se podían adaptar al teletrabajo. Un estudio de Cedlas (2020) estima que la proporción de la población ocupada que podía realizar sus tareas de forma remota era un poco más de un cuarto del total (26,4%). A su vez, se señala que entre las tareas menos propensas a ser reconvertidas al teletrabajo se encuentran las que se desarrollan en condiciones de informalidad y con niveles de calificación muy bajos.

De acuerdo a un diagnóstico de Cippec (2020), para comprender la implementación del teletrabajo o trabajo remoto en Argentina antes de la crisis sanitaria, es necesario considerar dos dimensiones: en primer lugar, el aparato productivo se encontraba rezagado en términos tecnológicos y era necesaria una estrategia de transformación digital que permita llegar a los segmentos empresariales más alejados de la innovación tecnológica. En segundo lugar, la transformación digital en los hogares también se encontraba rezagada y exhibía una alta heterogeneidad, tanto en niveles de ingreso como a lo largo de los aglomerados urbanos.

Estos datos se comprueban, aunque con algunas diferencias significativas por el contexto de pandemia, en la Enticdel covid-19 que desarrollamos. De acuerdo a este relevamiento, la infraestructura y la conectividad, es decir, los soportes objetivos para construir conocimiento y vincularse con las tecnologías digitales en el mundo del trabajo, es limitada, pues solo el 54,5 % de los hogares posee PC e Internet. En contraste, el 17,5% no tiene ni PC ni Internet, mientras que el 18,9% posee solo PC y el 9,1% posee solo Internet. Esta situación ha puesto de manifiesto importantes dificultades en Argentina para el desarrollo del teletrabajo desde el hogar en el contexto de la pandemia del covid-19.

Si se analiza esta variable por regiones, puede verse que los datos obtenidos coinciden con la Mauitc-EPH, pues CABA es uno de los territorios con mayor infraestructura y conectividad (64,2%), frente al NOA y el NEA, regiones que presentan menor tecnología y conexión (22,8% y 21,3%, respectivamente). Los hogares de la región Pampeana presentan, por su parte, los valores más altos de acceso a Internet y los más bajos, de solo PC. Queda así de manifiesto que las desigualdades digitales tienen una relevancia significativa entre las distintas regiones del país, situación que condiciona los desarrollos regionales y el teletrabajo en distintos puntos del territorio nacional.

Gráfico Nº1. TIC en los hogares según regiones y en
porcentajes
Gráfico Nº1. TIC en los hogares según regiones y en porcentajes
Fuente: Enticdel covid-19 (2021).

Como evidencia el Gráfico N° 1, si se considera la posesión de una conexión a Internet, la desigualdad digital regional presentaba fuertes restricciones para llevar a cabo el teletrabajo, ya que los hogares con conectividad representaban en 2021 solo el 63,6%.

Ahora bien, el uso de las TIC para trabajar en los hogares sufrió importantes transformaciones con el advenimiento de la pandemia del covid-19. Si nos concentramos entonces en los cambios que los hogares debieron introducir en cuanto a la provisión de Internet, dispositivos y programas frente a esta situación, podemos observar saltos importantes. El siguiente gráfico muestra la provisión relevada por la Enticdel covid-19 a través de respuestas múltiples.

Gráfico Nº 2. Provisión de Internet,
dispositivos y programas antes y durante la pandemia en porcentajes
Gráfico Nº 2. Provisión de Internet, dispositivos y programas antes y durante la pandemia en porcentajes
Fuente: Enticdel covid-19 (2021).

Lo que se encuentra aquí es la prevalencia de la autoprovisión de Internet, dispositivos y programas por parte de los hogares durante la pandemia, frente a porcentajes más equiparables antes de la misma. Como resulta evidente, el 61,1% de los hogares manifestó que durante la pandemia debieron recurrir a la autoprovisión, frente al 49,9% que se autopreveía antes de la pandemia. Por otra parte, antes de la pandemia, el 46,1% de los hogares manifestó que la empresa u organización donde trabajaban los proveía, mientras que después de la pandemia esa provisión se redujo al 34,1%.

El gráfico muestra, en definitiva, que gran parte de las responsabilidades de los empleadores (pagar Internet, dispositivos, programas) para hacer el trabajo en la pandemia fue trasladado a los/as trabajadores/as. Esto es justamente uno de los puntos que la nueva ley de teletrabajo aprobada en 2020 en Argentina intenta atender, promoviendo el pago de un plus por conectividad por parte de los empleadores; reglamentación que hasta el día de hoy no se ha traducido necesariamente en políticas empresariales ni públicas concretas.

Esto se relaciona con los cambios acontecidos en los espacios donde se realiza el trabajo. Como muestra el Gráfico N° 3, frente a la pregunta con respuestas múltiples acerca del espacio laboral, se manifestó una prevalencia del trabajo en el hogar durante la pandemia, situación que se relaciona claramente con el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio que impuso el gobierno argentino en marzo de 2020 para evitar la propagación del virus covid-19.

Gráfico Nº 3. Espacio/ámbito de uso de TIC para trabajar
antes y durante la pandemia en porcentajes
Gráfico Nº 3. Espacio/ámbito de uso de TIC para trabajar antes y durante la pandemia en porcentajes
Fuente: Enticdel covid-19 (2021).

En el gráfico se observa que mientras antes de la pandemia había una prevalencia de realización del trabajo en un lugar de trabajo ofrecido por el empleador (66,7%), durante la pandemia esta prevalencia se trasladó hacia las casas o domicilios particulares (54,2%), mostrando así el pasaje al teletrabajo de muchos sectores que anteriormente laboraban de manera presencial.

Ahora bien, las dificultades para el teletrabajo en contexto de pandemia no son únicamente el resultado de las desigualdades digitales vinculadas con el acceso a Internet y a dispositivos para el mundo laboral que hemos ido recuperando, pues el problema también abarca a los conocimientos subjetivos, es decir, a las habilidades que los/as trabajadores/as tienen que operar con las tecnologías digitales.

Si miramos la adquisición de conocimientos, podemos observar que un 44%,3 de los/las trabajadores/as afirmó que debieron desarrollar nuevos saberes para el mundo laboral, frente al 55,7% que no los necesitaron (Enticdel covid-19). Puede afirmarse así que casi la mitad de los/as trabajadores/as sostuvieron la necesidad de desplegar nuevas habilidades en sus ocupaciones durante la pandemia.

Si esta necesidad es analizada considerando la edad de los/as trabajadores/as, se observa que quienes mayormente desarrollaron conocimientos sobre TIC durante la crisis sanitaria fueron las personas mayores de 46 años, siendo los menores de 45 años quienes tuvieron menores necesidades de aprendizajes. Esta afirmación puede relacionarse con los resultados de la EIL para 2017, que sostenía que el perfil de quienes trabajaban generalmente con TIC se orientaba hacia los jóvenes y las mujeres.

Gráfico Nº 4. Adquisición de aprendizajes según edad durante
la pandemia en porcentajes
Gráfico Nº 4. Adquisición de aprendizajes según edad durante la pandemia en porcentajes
Fuente: Enticdel covid-19 (2021).

Por otra parte, el relevamiento de la conectividad, los programas y los dispositivos utilizados antes y durante la pandemia para trabajar, que fue realizado a partir de una pregunta con respuestas múltiples en nuestra encuesta, muestra la relevancia del uso de Internet, celulares, notebooks, servicios pagos para videoconferencias, plataformas educativas y tablets durante la pandemia, usos que superaron en todos los casos a los que realizaban antes de la crisis sanitaria. El uso de computadoras de escritorio, de scanners, de televisores y de proyectores perdió, por su parte, relevancia para el mundo laboral en la etapa del covid-19.

Gráfico Nº 5. Conectividad, programas y dispositivos usados
en el trabajo antes y durante la pandemia en cantidad de respuestas
Gráfico Nº 5. Conectividad, programas y dispositivos usados en el trabajo antes y durante la pandemia en cantidad de respuestas
Fuente: Enticdel covid-19 (2021).

Ahora bien, si cruzamos la información obtenida por la Enticdel covid-19 con informes realizados por el Cippec (2020), es posible señalar que las distintas ramas de actividad y las potencialidades de realización de trabajo remoto que ellas presentan muestra por su parte rasgos importantes de heterogeneidad, pues mientras algunas tienen durante la pandemia amplias posibilidades de transformarse en teletrabajables, otras no tienen esa oportunidad. Dentro del grupo de actividades con probabilidad de teletrabajo se encuentran los sectores de las Actividades Financieras y Seguros (61% de trabajos potencialmente teletrabajables), Información y Comunicación (58%), Enseñanza (71%), Inmobiliarias (54%) y Profesionales, Científicas y Técnicas (60%). En contraste, el grupo de ramas donde las actividades no son fácilmente trasladadas al mundo virtual son: Agricultura, Ganadería, Caza, Silvicultura y Pesca (22%), Industria Manufacturera (17%), Transporte y Almacenamiento (13%), Actividades administrativas y Servicios de Apoyo (17%).

Por otra parte, nuestra encuesta mostró que las brechas de género en el uso de TIC para el trabajo antes y durante la pandemia son significativas.

Gráfico Nº 6. Uso de TIC antes y durante la pandemia según
género en porcentajes
Gráfico Nº 6. Uso de TIC antes y durante la pandemia según género en porcentajes
Fuente: Enticdel covid-19 (2021).

El Gráfico N° 6 muestra una variación porcentual importante a favor de las mujeres en el uso de TIC antes y durante la pandemia, ya que entre los dos momentos (antes y durante) hubo un aumento de 4,2 pp en el uso que hicieron los varones y un aumento de 6 pp entre las mujeres. Esta situación también reafirma los hallazgos de la EIL 2017, en cuanto a la feminización del trabajo con TIC y es quizá también explicable por el hecho de que en los empleos teletrabajables (que crecieron durante la pandemia) las mujeres están sobrerrepresentadas, ya que laboran en sectores que habilitan esta posibilidad ocupacional tales como: educación, administración pública y otros sectores intensivos en TIC (Galperin y Arcidiácono, 2020).

Al considerar la importancia del género en el uso de TIC durante la pandemia, resulta significativo, además, observar cuáles son las principales barreras para teletrabajar que mujeres y varones manifestaron haber tenido que transitar, relevadas a partir de una pregunta con respuestas múltiples en la Enticdel covid-19.

Gráfico Nº 7. Principales barreras para trabajar con TIC
durante la pandemia según género en porcentajes
Gráfico Nº 7. Principales barreras para trabajar con TIC durante la pandemia según género en porcentajes
Fuente: Enticdel covid-19 (2021).

Este gráfico muestra que existe una variación porcentual significativa entre mujeres y varones en las principales barreras para teletrabajar durante la pandemia. En este sentido, los indicadores que asumieron mayor prevalencia están vinculados a la necesidad de las mujeres de ayudar a otros miembros del hogar en sus actividades, a las interrupciones de otros miembros del hogar, al número de tareas que deben realizar, al número de tareas domésticas que desempeñan, al cuidado de otras personas dependientes, a la falta de concentración, a la dificultad para cumplir con los horarios y a la falta de tiempo. En contraste, los varones señalaron que las principales barreras que atravesaron fueron la interrupción de otros miembros del hogar, la falta de concentración y el número de tareas que debe realizar. La prevalencia de las barreras mencionadas por las mujeres vinculadas al trabajo doméstico y de cuidados pone de relieve, una vez más, las brechas de género entre varones y mujeres al interior de los hogares que condiciona el desarrollo de la mujer en el mercado laboral.

Por otra parte, si centramos la mirada exclusivamente en el trabajo doméstico, podemos observar que, para la pregunta con múltiples respuestas sobre el mismo, un 51,4% de las mujeres manifiesta encargarse únicamente ellas del trabajo doméstico, mientras que solo un 19,8% de los varones señala que se encarga en soledad de dicho trabajo. Esta diferencia porcentual de 31,6 pp refleja claramente las mayores responsabilidades que tienen las mujeres en dicho trabajo. Estos datos parecen convalidarse con la respuesta de los varones acerca de que su pareja es la única que se encarga del trabajo doméstico que llega a un 12,2%, frente al 3,2% de las mujeres que afirman que son los varones los que se encargan.

Por otra parte, la mirada de los varones sobre la coparticipación en el trabajo doméstico dista bastante de la mirada de las mujeres, ya que mientras un 56,3% de los varones sostiene que el trabajo lo distribuye con su pareja, solo un 32,2% de las mujeres sostiene la presencia de una corresponsabilidad en estas tareas.

Finalmente, si nos concentramos en los factores intersubjetivos, relacionados con los conocimientos y los vínculos cuyo soporte son las relaciones sociales, las instancias organizacionales, las normas y los valores, podemos observar que las relaciones de trabajo con los/as compañeros antes y durante la pandemia muestran ciertos cambios, fundamentalmente para quienes las caracterizaron como muy buenas. El Gráfico N° 8 permite así ver una reducción de la descripción de las relaciones laborales como muy buenas en 6,9 pp, mientras que en el otro extremo, la proporción de encuestados que manifiestan no tener relaciones con compañeros/as de trabajo, muestra una suba de 2,2 pp.

Gráfico Nº 8. Relaciones con compañeros/as de trabajo antes y
durante la pandemia en porcentajes
Gráfico Nº 8. Relaciones con compañeros/as de trabajo antes y durante la pandemia en porcentajes
Fuente: Enticdel covid-19 (2021).

Para concluir, si centramos la mirada en los aspectos organizacionales, podemos observar que la mujer es quien prefiere mayormente el trabajo con TIC en el hogar, porque le permite administrar y organizar mejor sus responsabilidades de trabajo doméstico y de cuidados.

Gráfico Nº 9. Aspectos positivos del trabajo con TIC en el
hogar en pandemia según género en porcentajes
Gráfico Nº 9. Aspectos positivos del trabajo con TIC en el hogar en pandemia según género en porcentajes
Fuente: Enticdel covid-19 (2021).

En el Gráfico N° 9, que recupera las respuestas múltiples sobre los aspectos positivos del trabajo digital en el hogar, pueden verse así diferencias porcentuales considerables entre varones y mujeres con relación al gusto por trabajar en el hogar, la organización de las responsabilidades domésticas, el no desplazamiento hacia el trabajo, el no gasto de dinero en el transporte y el cuidar a los hijos/as mientras se trabaja.

Para finalizar, podemos señalar entonces que las particularidades asumidas por las desigualdades digitales en el mundo del trabajo existente en la Argentina son bastante pronunciadas, y ante el surgimiento y desarrollo de la pandemia producida por el covid-19 en 2020, estas desigualdades han tendido a profundizarse.

Reflexiones finales

En este artículo nos hemos preocupado por el surgimiento del covid-19 en Argentina en el marco de una estructura social desigual preexistente, con la idea de analizar las consecuencias que este proceso trajo sobre la relación entre las TIC y el mundo del trabajo.

El análisis desarrollado nos permite sostener que las heterogeneidades del mercado laboral y, en particular, la evolución de la modalidad del teletrabajo permitieron visibilizar que la pandemia tiene un efecto desigualador al interior de la estructura socioocupacional argentina. En este marco, sostenemos que se produjo una profundización de las desigualdades digitales laborales preexistentes (Muñiz Terra y Roberti, 2020) evidenciada por los distintos niveles de acceso, uso y apropiación de TIC según las regiones, los NSE, los género y las edades. Más concretamente, estas desigualdades digitales se manifiestan en primer lugar, con relación al acceso a las TIC, que se vincula con la infraestructura y la conectividad. En este punto durante la pandemia se observa que: a) estos soportes fueron limitados, evidenciando un rezago tecnológico para teletrabajar; b) hay una gran heterogeneidad en la conectividad e infraestructura entre diferentes regiones del país; c) se evidencia una alta correlación entre el NSE y la posesión de infraestructura y conectividad; d) una gran parte de las responsabilidades de los/as empleadores/as (pagar Internet, dispositivos, programas) para hacer el trabajo en la pandemia fue trasladado a los/as trabajadores/as; y e) debido al ASPO existe un aumento de la realización del trabajo en los hogares, que transforman las maneras de laborar y las jornadas de trabajo.

En segundo lugar, la profundización de la desigualdad digital se expresa en el uso y los conocimientos digitales diferenciales que los hogares desplegaron antes y durante la pandemia. Esto se evidencia en que: a) un porcentaje relativamente alto de trabajadores/as debieron desplegar nuevos saberes digitales para el mundo laboral; b) los mayores de 46 años son quienes mayormente debieron realizar dichos aprendizajes sobre TIC para poder trabajar; c) hubo un aumento significativo del uso de Internet, dispositivos y programas para trabajar como consecuencia del advenimiento del covid-19; d) se profundizaron las brechas de género en el mercado de trabajo, pues se observa tanto una variación porcentual importante a favor de las mujeres en el uso ocupacional de TIC antes y durante la pandemia como; e) que las mujeres tienen mayores barreras para teletrabajar durante la pandemia y que; f) durante la pandemia se profundizaron las desigualdades de género con relación al trabajo reproductivo (doméstico y de cuidados), siendo las mujeres las que mayormente se hacen cargo de dicha responsabilidad.

En tercer lugar, si centramos la mirada en los vínculos entre los sujetos y las instancias organizacionales que colaboran en el uso de TIC para el trabajo durante la pandemia resulta evidente que: a) existe una prevalencia de buenas relaciones laborales entre trabajadores/as que se mantiene a pesar de la pandemia; y b) que la mujer es quien prefiere mayormente el trabajo con TIC en el hogar porque le permite administrar mejor sus “responsabilidades” de trabajo doméstico y de cuidados.

En este contexto, desde nuestro punto de vista resulta necesario desarrollar una estrategia de transformación digital a partir de políticas que impulsen un mayor desarrollo regional para el acceso y uso de las TIC tanto por parte de las PyMES para la generación de trabajo, de producción y de exportación en distintos puntos del país (tres líneas clave para el desarrollo) como por parte de los hogares, dado que es esperable que luego de finalizada la pandemia, algunos trabajos pasen a ser exclusivamente virtuales y desarrollados desde el hogar.

Finalmente, consideramos que cualquier medida que se impulse debe promover una mayor equidad de género y mejores condiciones para regular el trabajo productivo remunerado y reproductivo no remunerado (doméstico y de cuidados).

Anexo


N y % de región, sexo y NSE previos a la ponderación

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Notas

[1] Recibido 20/07/2022. Aceptado 21/10/2022.
[2] Dra en Ciencias Sociales y Magister en Ciencias Sociales del Trabajo por la Universidad de Buenos Aires. Lic. y prof. en sociología por la Universidad Nacional de La Plata. Investigadora Independiente de CONICET con lugar de trabajo en el CIMeCS-IdIHCS. CONICET- UNLP. Correo electrónico: lmunizterra@conicet.gov.ar
[3] Debemos recordar que la EPH realiza sus encuestas dentro de aglomerados urbanos. No se consideran en estas estadísticas las áreas rurales.
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