Dossier
Recepción: 15 Julio 2022
Aprobación: 26 Octubre 2022
Resumen: El presente artículo presenta una indagación de los efectos del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) y las experiencias de los trabajadores residentes en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el marco de estrategias de sustitución para poder continuar con sus actividades laborales. Triangulando entrevistas realizadas durante la pandemia con datos de una encuesta nacional, se propone el estudio de las condiciones de clase y cómo estas influyeron en el resultado de la adaptación al teletrabajo y al comercio electrónico. Se describen las experiencias en forma narrativa y mediante una secuencia de tiempo para poder reflexionar sobre qué aspectos de cambio y reproducción social fueron puestos en juego y cuáles serían los posibles insumos para el diseño de políticas que capitalicen los incipientes procesos de cambio organizacional que se pusieron en juego.
Palabras clave: pandemia, estrategias de sustitución, cambio social.
Abstract: This article presents an investigation of the effects of Preventive and Compulsory Social Isolation (ASPO) and the experiences of workers residing in the autonomous city of Buenos Aires in the framework of substitution strategies to be able to continue with their work activities. Triangulating interviews conducted during the pandemic with data from a national survey, the study of class conditions and how they influenced the result of adaptation to teleworking and electronic commerce is proposed. It describes the experiences in narrative form and through a sequence of time to be able to reflect on what aspects of change and social reproduction were put into play and what would be the possible inputs for the design of policies that capitalize on the incipient processes of organizational change that were set in motion.
Keywords: pandemic, substitution strategies, social change.
1. Introducción
Un evento histórico tan profundo y sostenido en el tiempo como la pandemia de covid-19 dio lugar a numerosas producciones en el marco de las ciencias sociales, tratando de describir y ponderar sus efectos tanto en la estructura social (Benza et al., en prensa;Salvia et al., 2022;Robles et al., 2021) como en las subjetividades (Han, 2018, 2021;Marzioni, 2021; Molina Derteano, 2021), y en numerosos aspectos de las prácticas sociales que sería largo enumerar por cuestiones de espacio. Gran parte de esos análisis coincidieron, en forma acertada, en partir de los efectos negativos y disruptivos del evento, considerando las enormes alteraciones que produjo en la vida cotidiana. Este artículo, sin embargo, intenta explorar otros aspectos que ocurren en forma colateral y, en donde, en medio de la situación crítica, se podrían describir algunos cambios cuyos matices escapan a una necesaria calificación de “adversos” o “regresivos”. Nuevamente, no se están ignorando esos aspectos disruptivos y sus consecuencias, incluso dolorosas, para una gran parte del colectivo social. Se trata, en cambio, de comenzar a explorar un proceso microsocial y sus implicancias.
En este sentido, el primer objetivo de este artículo es aprovechar las potencialidades del abordaje cualitativo para describir en profundidad matices sutiles de la experiencia de virtualización de parte de las dinámicas laborales durante el período entre marzo de 2020 y junio de 2021, tomando en clave comparativa las experiencias de trabajadores que se vieron obligados a recurrir al teletrabajo y el comercio electrónico en el marco del ASPO. En este sentido, se busca articular sus experiencias particulares en términos de reorganización de la esfera productiva y reproductiva, contribuyendo al debate sobre cómo se fueron adaptando los trabajadores al aislamiento y cómo esas estrategias afectaron sus condiciones de vida y trabajo. Lejos de las interpretaciones lineales, en donde la pandemia y el ASPO fueron una pesadilla de la que intenta volver atrás, este estudio problematiza la doble crisis: macrismo y pandemia (Télam, 12/06/2022), como un proceso de cambio social y organizacional incipiente que dio lugar a procesos de cambios en las identidades laborales y de clase, contribuyendo a la brecha entre el sector formal e informal de la economía.
El segundo objetivo es contribuir al debate sobre los cambios organizacionales y la estratificación del mercado de trabajo, problematizando también las lecturas simplistas y unilineales de desarrollo y productividad, buscando explorar los procesos vividos por los trabajadores y el rol jugado por las políticas sociales y laborales previas, y las futuras que pudieran contribuir a un uso más equitativo y mejor distribuido de algunas herramientas virtuales puestas en juego durante la pandemia. Por esto, y considerando ambos objetivos, los casos de estudio cualitativos se componen de clases intermedias que cuentan con la protección de relaciones asalariadas registradas, o bien, con capital propio.
2. Hipótesis de investigación y encuadre teórico
Siguiendo a Cuenca y Schettini (2020), es preciso señalar que la investigación en que se inscribe este estudio es “situada” y que, en este caso, implica que es un estudio diacrónico que resulta especialmente sensible a la secuencia temporal en que se fueron dando las entrevistas, pero, además, que estas se inscriben en una temporalidad de aceptación y naturalización de la continuidad de una serie de medidas que fueron conocidas como Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO) y que restringieron muchas actividades, sobre todo las presenciales. Tras un impacto inicial, algunas restricciones se fueron relajando – formal o informalmente-, lo que, desde mi lugar como observador y científico situado, fue y es percibido como un proceso de aceptación de algunos cambios iniciales. Estos cambios, circunscriptos aquí al ámbito de la organización del trabajo, son “aceleraciones” de cambios previos (Han, 2021). En este sentido, la hipótesis que guía esta investigación y que excede este estudio es que, en el marco de la pandemia, se aceleraron redefiniciones del mundo del trabajo que afectarían a una parte del sector económico formal profundizando la relación entre la nueva economía digital y la autoexplotación (Han, 2013).
El proceso de trabajo en las sociedades capitalistas es un proceso en donde los trabajadores están alienados de su propio trabajo y de la productividad del mismo, como lo señalara originalmente Marx en sus Manuscritos de 1844 (1997) y en otras obras posteriores. Sin embargo, en el capitalismo digital dentro del marco del neoliberalismo, esta alienación ya no sería de unos hacia otros, sino perpetrada por uno mismo, como una forma de autoexplotación[3], según señala el filósofo contemporáneo Byung-Chul Han (2014a). Así, el trabajo adquiere una dimensión totalizadora y el homo digitalis no hace otra cosa que trabajar envuelto en una lógica de producción continua, inclusive en un tiempo que no sería el laboral. Vive, según el autor, un tiempo de presente continuo marcado por la omnipresencia en los entornos virtuales. De ese modo, “deslocalizar” el lugar de trabajo es un paso que refuerza la tendencia del neoliberalismo a la autoexplotación (Han, 2013, 2021;Vásquez Rocca, 2016). En una obra posterior, Han señala un desplazamiento de la búsqueda de la satisfacción al imperativo de “ser feliz” definido como la ausencia de dolor. Esta tendencia se vería reforzada en la pandemia.
En términos más aplicados al estudio, nuestros entrevistados atravesaron una serie de cambios en sus condiciones de vida y trabajo producto del ASPO, los cuales se van desplazando de constituir una serie de acciones provisorias a ser susceptibles de volverse permanentes. La indagación está circunscripta a los cambios considerados en torno al home office y al e-commerce[4], articulándose en dos grandes interrogantes. El primero es: ¿Cuáles son las transformaciones en las modalidades de trabajo que empiezan a profundizarse luego del ASPO y hacia dónde se dirigen? El mismo excede este trabajo, aunque se presenta alguna evidencia agregada que podría aportar en este sentido.
El segundo refiere a la forma en que se va desarrollando este cambio, y allí el estudio parte de la consideración de las microsituaciones que favorecen la adopción del home office y el e-commerce como formas de autoexplotación, en un marco de crisis general. Pero en el sentido propuesto por Han, más que imposiciones, se aparecen como horizontes de mejora.
En este punto, una advertencia es importante. Muchos de los aportes de Han son considerables a nuestro trabajo; sin embargo, no se ignora una contradicción central. Su obra reniega en cierto punto de las clases sociales y las diferencias de clase,[5] mientras que, para nuestro enfoque, las transformaciones que se abordan profundizan el sentido de las mismas.
En un esfuerzo teórico por vincular los niveles macro y microsocial, Randall Collins afirma que:
Mi argumento es que los datos microsituacionales tienen prioridad conceptual. Esto no implica que los macrodatos no significan nada; pero acumular estadísticas y datos de encuestas no ofrece una imagen precisa de la realidad social a menos que se interpreten en el contexto de la fundamentación situacional. Los encuentros microsituacionales son el punto cero de toda la evidencia sociológica. Nada tiene realidad a menos que se manifieste en alguna parte. (Collins, 2000: 18)
Este artículo se inscribe en un programa de investigación en torno al cambio social vinculado a un evento exógeno disruptivo como fue la pandemia (Duque, 2014; Molina Derteano, 2021). Ese cambio construye y reconstruye redes de desigualdad, que son el motor de nuevas y viejas tensiones.
Un punto de partida central es la distinción entre estrategias de sustitución y estrategias reemplazo, conceptos que se acuñan a partir de las lecturas sobre cambio organizacional (Rincón et al., 2019;Romero et al., 2013). Distingo entre estrategias de sustitución para los cambios en la organización de las tareas y del ámbito de trabajo que se adaptan a entornos cambiantes, pero minimizan el cambio organizacional. Argumento que el teletrabajo y el comercio electrónico fueron encarados bajo estas coordenadas. En cambio, las estrategias de reemplazo se construyen desde el cambio organizacional y tienen como fin último el mismo. Se orientan a generar patrones de cambio relativamente permanentes.
Esta distinción interpela dos vertientes de las teorías del cambio, que pueden hacer las veces de vínculo micro-macro. Una de ellas son los variados aportes de las teorías del cambio organizacional vinculadas al management (Retolaza Eguren, 2018; Young, 2009). Estos aportes se centran en diversos aspectos, pero problematizan las redes de desigualdad en torno a la articulación horizontal versus la articulación vertical. Sin desistir de las jerarquías en una empresa o en un grupo de empresas, la articulación horizontal prioriza la comunicación y el consenso, para que el cambio organizacional sea adoptado y mejorado por la mayor cantidad posible de trabajadores de una empresa. La articulación vertical descansa sobre las capacidades de planificación y organización centralizadas para que la autoridad garantice el cambio, utilizando la menor coacción posible (Duque, 2014; Young, 2009).
La otra vertiente son los estudios de la escuela francesa sobre el cambio y reproducción social en torno al concepto de praxis. A partir del mismo, se problematizan las estrategias de sustitución como un paso previo y necesario a las estrategias de reemplazo que resultan de las contingencias de la acción social y las estrategias de reproducción de las clases dominantes (Passeron, 1983). En este juego, los actores se ven inmersos en procesos de reenclasamiento y desclasamiento, siendo la clase social una coordenada crítica de análisis (Peugny, 2009, 2013; Molina Derteano, 2021).
De esta forma, la hipótesis de cambio y reproducción social es planteada como un puente entre lo microsituacional y las transformaciones macro, resultantes de un evento disruptivo. Puede decirse que el cambio organizacional y los procesos de reenclasamiento/desclasamiento son dos formas de aproximarse a las experiencias de los actores y, a partir de las mismas, indagar las implicancias macro de un proceso de cambio social pospandemia. Por ello, el énfasis es un primer paso para analizar las particularidades de clase de las estrategias de sustitución.
3. Fuentes de datos y análisis
Los datos que componen este análisis provienen de dos proyectos en los que participa el autor en carácter de director en uno[6] y como investigador en el otro[7]. De este último, se tomarán datos agregados pertenecientes a la Encuesta nacional sobre la estructura social de Argentina y políticas públicas durante la pandemia por covid-19 (ESAyPP/Pisac-covid-19) relevada en la Argentina urbana entre octubre y diciembre de 2021. El universo de estudio de la ESAyPP/Pisac-covid-19 es doble: los hogares y la población adulta residente en localidades de Argentina mayores a 50 mil habitantes. El diseño muestral probabilístico, estratificado y por conglomerados permite tres dominios de estimación: a nivel nacional, por regiones y por tamaño de los aglomerados. El tamaño de la muestra relevada es de 5239 hogares y personas adultas, combinando amplia escala y cobertura. Para los fines de este artículo, solo se consideran los casos de CABA de 280 PSH (Principal Sostén de Hogar), expandibles a 1 212 700 casos.
Con respecto al otro proyecto, se toman 23 entrevistas a adultos de ambos sexos entre 30 y 45 años, residentes en CABA, que han reconvertido sus actividades económicas al teletrabajo o bien se orientaron al comercio electrónico. La estrategia de muestreo fue intencional, mediante bola de nieve. Considerando un enfoque de clases, los casos se ubican dentro de las siguientes clases sociales, empleando el esquema EGP.
1) Técnicos y profesionales que se desempeñan como trabajadores asalariados (Clase IIa) y que continuaron sus tareas de oficina mediante el teletrabajo en sus casas.
2) Empleados administrativos y de rutina (clase IIIa) que también pasaron a desempeñarse mediante el teletrabajo.
3) Pequeños propietarios de locales de venta (clase IVb) sin empleados a su cargo.
Las coordenadas de clase son centrales, ya que fueron elegidas por homogeneidad al interior de las mismas y, luego, con relación a la estrategia de sustitución (Molina Derteano, 2021). Los grupos 1 y 2 poseen una relación laboral asalariada registrada, mientras que el grupo 3 es autónomo y por cuenta propia, pero dotado de capital. Las estrategias de sustitución fueron: el teletrabajo para el grupo de clases IIa y IIIa, caracterizado por su trabajo de rutina con apoyo de una computadora y conexión a Internet, mientras que, para los casos de la clase IVb, se trató del comercio electrónico, al no poder abrir sus locales y tener que empezar a vender sus productos con apoyo de plataformas específicas o bien de redes sociales. (Molina Derteano, 2021)
Los casos fueron entrevistados utilizando una técnica de entrevista conocida como entrevista narrativa (Byrne, 2003; Muylaert et al., 2014), mediante la cual se les pide a los entrevistados que desarrollen su experiencia a partir de dos estímulos. El primero es un eje temporal, que permite reconocer períodos que serán definidos por eventos significativos de la agenda pública, con lo que la periodización es inicialmente propuesta por el investigador. Los períodos propuestos son:
a) Primer momento del ASPO: entre mediados de marzo y fines de junio de 2020, tomando como evento de disparo el comienzo del ASPO y la autorización del gobierno de CABA para que se pueda hacer running al aire libre;
b) Segundo momento del ASPO: entre principios de julio y hasta octubre, caracterizado por aperturas graduales que fueron permitiendo mayor circulación;
c) Introducción del DISPO (Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio) que, a partir de noviembre, supuso una apertura casi total.
Esta periodización se extiende entre marzo de 2020 hasta marzo de 2021, en un total de 13 meses. A su vez, otros eventos pueden ser introducidos por los entrevistados como superpuestos a este período. Las entrevistas fueron realizadas entre 2020 y 2021, en dos instancias: agosto-septiembre de 2020 y marzo de 2021, por lo que mucho de los relatos estarán teñidos por el momento del registro, en donde, en la segunda instancia, la vacuna era una perspectiva esperanzadora, pero se encontraba lejos de una aplicación general y masiva.
Al analizar la periodización, el análisis de la entrevista narrativa tiene en cuenta el énfasis, la gestualidad y los intentos de los entrevistados por dar sentido de unidad a esa periodización, por más que le fuera “impuesta” desde afuera. En este sentido, y siguiendo a Scribano (2008), se le propuso identificar con términos los períodos propuestos, lo que se detalla en el cuadro a continuación como los de mayor mención:
El segundo estímulo tuvo que ver con que, en su narrativa, se les pidió que priorizaran dos espacios de vida, el laboral y el doméstico reproductivo, y las posibles tensiones entre ambos. A su vez, y a modo de cierre, se les pidió que reflexionaran sobre las posibilidades de que tanto el teletrabajo como el e-commerce se vuelvan una práctica constante. Este segundo punto se indicó al comienzo de la entrevista, esperando que surja espontáneamente, pero, en caso de que no ocurriera, se repreguntaba una vez que terminara la narrativa.
Finalmente, a pesar de provenir de dos investigaciones diferentes, se intentará triangular los hallazgos en un sentido analítico (López Roldán y Fachelli, 2015), buscando el diálogo entre aportes en donde son fundamentales las temporalidades (Feria Ávila et al., 2019). Las entrevistas fueron realizadas durante la pandemia, mientras que los datos de la encuesta fueron relevados entre agosto y octubre de 2021, cuando la pandemia estaba prácticamente terminada. Si bien las preguntas sobre teletrabajo y otros aspectos tenían un carácter retrospectivo, su carga emotiva y vivencial no es la misma que las entrevistas en “tiempo real” de pandemia (Scribano, 2008).
4. Hallazgos preliminares
El análisis a continuación combina metodologías y triangula hallazgos, como se dijo anteriormente. Las coordenadas de articulación se guían por cuatro nodos que interpelan los aportes del planteo teórico-conceptual:
a) La mirada temporal de las trayectorias durante la pandemia, combinando los emergentes de las experiencias, el tono y sentido de las narrativas en la transición desde las estrategias de sustitución hacia posibles estrategias de reemplazo y articulando, en donde sea posible, con datos agregados.
b) La interpelación al cambio organizacional que apoya los imaginarios de tales transiciones y la posible emergencia de verbalizaciones que se acerquen a las modalidades de autoexplotación propuestas por Han.
c) Los procesos de enclasamiento y desclasamiento en torno a los cambios en la cotidianeidad de sus ocupaciones y saberes puestos en juego.
d) El rol de las políticas públicas puestas en marcha que, en principio, no fue presentado en el planteo inicial, pero que resultó un emergente importante.
El último nodo resulta de gran importancia, porque fue un emergente en los relatos y articuló muchos de los aspectos que se encontraban en los puntos a, b y c, dando como resultante dos trayectorias diferenciales en términos de expectativa de cambio, desclasamiento e impacto de la pandemia. Cuando nos referimos a las políticas implementadas, se trata de:
1) El ATP, que son siglas del Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción para los salarios devengados en el período noviembre de 2020. Están plasmados en el Anexo I de la Decisión Administrativa 2086/2020, publicada en el Boletín Oficial y acompañada con otras medidas de sostenimiento del salario de empresas privadas, incluyendo desde moratorias hasta deudas previsionales.
2) La prohibición de efectuar despidos sin causa, por causa de falta, disminución de trabajo o por fuerza mayor mediante el Decreto 329 del 31/03/20 del gobierno nacional y que fuera prorrogado hasta marzo de 2022. A su vez, se lanzó una serie de decretos que establecían la duplicación del monto de indemnización si fuera necesario el despido o la suspensión[8].
Estas dos medidas interpelan a los grupos de asalariados y, como veremos, proveyeron a empresas y trabajadores de un marco de seguridad para los cambios. Otras iniciativas refirieron a la prohibición de desalojos y congelamiento de alquileres[9], como así también a propuestas de reducción de impuestos, o bien, aumentos a las grandes fortunas. Estas eran más difusas en su impacto.
Si se interpelan nuevamente los datos de la encuesta ESAyPP/Pisac-covid-19, se puede ver el grado de acuerdo con determinadas medidas de gobierno.
Las dos primeras benefician directamente al grupo de asalariados que tuvo al teletrabajo como estrategia de sustitución; indirectamente podría decirse que la disminución de impuestos les favorecería al proteger sus empresas. Los entrevistados estaban empleados por PyMES y por grandes empresas. Inclusive, dos de ellos trabajaban para multinacionales. Sin embargo, una política de menor presión impositiva cuenta con el 64,4% de aprobación cuando se dirige a PyMES y menos del 20% si se trata de grandes empresas. Esto también podría beneficiar a los comerciantes que se quejan de la cantidad de impuestos que deben pagar. Para este grupo, el congelamiento de alquileres es una medida que no reconocieron y que goza de amplia aceptación, llegando a contar con casi tres de cada cuatro aprobándola.
De este modo, las políticas implementadas, como se verá, intervinieron y se reconocieron de un modo más amplio en el caso de los trabajadores asalariados, mientras que los de comercio configuraron discursos de mayor rechazo (Molina Derteano, 2021).
Con relación a esto, se puede adelantar que se fueron configurando dos trayectorias en pandemia. Un grupo que se benefició con estas políticas, que se aproxima más al cambio y se muestra con mayor entusiasmo a sostenerlo. En este grupo, como se verá, las señales de desclasamiento son más sutiles. El otro, en cambio, son los trabajadores por cuenta propia que exhiben mayor rechazo y un deterioro que evidencia más el proceso de desclasamiento. A continuación, se describen las experiencias de ambos grupos.
4.1. Experiencias en el teletrabajo
El home office fue quizás una de las modalidades más promocionadas durante la pandemia. Según el informe “Pandemia y Trabajo elaborado por el Centro de Estudios para la Producción (CEP-XXI) del Ministerio de Desarrollo Productivo”, la proporción de trabajadores que realizaban sus tareas en sus casas ayudados por computadoras pasó del 1,8% en el primer trimestre de 2020 al 12,9% en el tercer trimestre del mismo año (Página 12, 15/5/2021). De acuerdo con ese mismo informe, el 26% de todos los casos se concentraba en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es interesante destacar que, aún en el momento relativamente más álgido de la pandemia, la proporción que realizaba home office era relativamente reducida. Con una mirada diacrónica que abarcó la totalidad del período 2020-2021, los datos de la mencionada ESAyPP/Pisac-covid-19 no permiten dar cuenta de esta sutileza, pero indican que, en CABA, uno de cada cuatro asalariados realizó sus tareas con teletrabajo y/o modalidades mixtas (ver Tabla 2).
Cuando el análisis se extiende en términos comparativos a otras ciudades para el período 2020-2021, se observa llamativamente que el home office en CABA muestra una menor difusión, en términos porcentuales, que en provincias como Mendoza o Córdoba. (Gráfico 1). Estas divergencias se explican en la medida que, para los casos de las provincias, muchas de las tareas susceptibles de ser pasadas a home office fueron en el marco del sector público, mientras que en CABA se diversificó un poco más hacia el sector privado.
Datos provenientes de un sondeo realizado por la consultora Readiness Global, publicado en septiembre de 2022, apuntaban a que solo el 18% de los asalariados que alguna vez trabajó en la modalidad home office conserva, para esa fecha, esa modalidad (Página 12, 11/10/22). En este sentido, la mirada diacrónica indica que el home office como estrategia de reemplazo parece haberse implementado poco, en términos agregados. En este sentido, una observación que emerge del análisis cualitativo es que, de acuerdo a los relatos, el home office fue abordado y sostenido en el marco de estrategias de sustitución (Molina Derteano, 2021), lo que implica que muchas tareas que se realizaban en una oficina tuvieron una continuidad en el espacio doméstico, intentando alterar lo menos posible sus dinámicas propias. Es decir que los relatos dan cuenta de que, en la medida de lo posible, se restringió el cambio organizacional.
Un primer aspecto a resaltar es que los entrevistados mencionan una situación de crisis económica previa a la pandemia, que iba “preparando” un escenario de incertidumbre sobre la continuidad de las fuentes de trabajo y que, en el marco de la pandemia, vieron que este temor se acrecentó. Por ello, es importante destacar la caracterización de doble crisis que se menciona en el proyecto de covid-Pisac, pero que emerge también en los relatos en el marco de esta indagación:
La cosa no venía bien, y nos cae esta bomba. Yo pensé que no zafábamos, que la pandemia les daba la excusa para rajarnos a todos. (Pablo, 41 años, técnico)
Pablo relata cómo la empresa tuvo problemas como resultado de la crisis de 2018. La prohibición de despidos jugó un rol importante, aun cuando no se lo explicite, a su vez, gracias al programa ATP, por el que el Estado nacional contribuyó al pago de los sueldos y, en forma irónica, al home office[10].
Números no tengo. Pero estoy recontra seguro que a muchos esto del teletrabajo[11] los salva, porque la oficina es como un hijo bobo (sic) que gasta y gasta. Si hacemos teletrabajo, se ahorran el alquiler, la luz, los servicios. Y nosotros nos ahorramos viajar, comer por ahí. (Pablo, 41 años, técnico)
A su vez, y teniendo en cuenta la perspectiva de la entrevista narrativa, se va contrastando una primera etapa en donde se intenta difundir y adaptarse al teletrabajo.
No eran reuniones de trabajo, eran sesiones de terapia de grupo. (Adriana, 36 años, administrativa)
La segunda y tercera etapa en donde el teletrabajo es visto como algo positivo, superado el impacto inicial.
La verdad es que ahorramos dinero, con inflación y todo. Y no tener que viajar al centro en hora pico es de lo mejor. Es como todo; una vez que le agarras la mano, es más fácil. (Susana, 42 años, administrativa)
Entonces, puede decirse que los relatos parten de señalar una doble crisis que se da por el impacto inicial del ASPO que, en muchos casos, empeoraba aún más las perspectivas de trabajo. El relato de Pablo es ejemplo de cómo este grupo de trabajadores asalariados en blanco se vieron beneficiados por las políticas públicas. Superado el impacto inicial, los relatos refieren al segundo período como de adaptación y mejora incluso. El relato de Susana refiere a un aspecto que es resaltado por el mencionado informe de Readiness e inclusive la Encuesta de Uso del Tiempo del Indec de 2021 que señala que, en el GBA , los trabajadores destinan una hora y treinta y cinco minutos para llegar al trabajo (Página 12, 11/10/22).
Por lo tanto, un primer acercamiento a estas narrativas señala cómo las políticas públicas otorgaron un marco de certidumbre para poder implementar las estrategias de sustitución de home office y cómo luego se resaltan sus ventajas. Pero, para poder sostenerlas, los relatos muestran que, frente a una situación de potencial riesgo, no solo se conservó el trabajo, sino que también se minimizó el proceso de desclasamiento.
La selección de la muestra se hizo sobre la identificación de ciertas ocupaciones que componen las llamadas clases intermedias. Dichas ocupaciones suponen, ante todo, un capital educativo que lleva a que sus tareas sean identificadas como no manuales (Goldthorpe y Hope, 2019). Bajo una perspectiva de enclasamiento, dada su identidad de clases intermedias o clases medias, los entrevistados empiezan a tomar un tono de justificación basado en el expertise técnico que facilitó la transición.
Una notebook seguro tenés en tu casa y si no, la empresa te mandaba la misma computadora de tu oficina. No se andaban con vueltas. Si tenés wifi para ver Netflix, la podés usar para laburar. No te están pidiendo nada raro. (Valeria, 38 años, técnica)
Los entrevistados cuentan con equipos propios, se declaran “conectados” y el único obstáculo que podría emerger es el espacio físico en sus viviendas. Hacen gala de haber superado, al menos en sus verbalizaciones, la brecha digital (Van Dijk, 2020). Inclusive, cuando se les interroga sobre qué aspectos extrañan de no trabajar en la oficina, las marcas de clase también son notorias. Afirman que extrañan o extrañarían el contacto con los compañeros de oficina. Y, además:
Extraño los outfit[12] de oficina. Comprar ropa para el laburo. Ahora vivís en joggineta (risas). (Adriana, 36 años, administrativa)
El tono del relato es, aquí interpretado, en sentido de afirmación positiva, en la medida en que construye una imagen de haber pasado la prueba. Pueden mencionar o no las políticas contra despidos o el ATP o, en última instancia, el rol jugado por un empleo asalariado en blanco. Luego construyen la imagen más “meritocrática”: fueron puestos a prueba por el cambio organizacional y contaron con los recursos de capital económico y digital (Ragnedda, 2018) para salir airosos. Y, finalmente, pueden “apropiarse” del cambio. Cuando se les interroga sobre el teletrabajo a futuro, los relatos afirman que lo adoptarían en forma total o parcial, ya que ven ventajas en el manejo del tiempo y en no tener que viajar a la oficina todos los días. Se hacen eco de un relato managerialista de innovación y mejora.
Es el trabajo del futuro. Es mucho más libre, manejás más tus tiempos y no te la pasás viajando al centro que es un quilombo. (Jorge, 37 años, técnico)
Cabe destacar que la dificultad más señalada en este período es contar con niños en edad escolar en el hogar. Es interesante destacar que son menos las menciones a que no haya lugar en la casa, como que el problema es que el lugar de trabajo se “superponga” con los niños que deberían estar en la escuela.
El teletrabajo me sirve; a los dos (por su compañera). Pasa que con Martina (su hija) era imposible. Nos partió al medio que no tuviera jardín (de infantes). (Jorge, 37 años, técnico)
Su relato se vuelve más rico a medida que reconoce que, junto con otros padres, le pagan a una maestra jardinera que, aparentemente, tenía un espacio grande en su casa y donde comienza a funcionar un “jardín de infantes clandestino”, en donde mandan a su hija. Otros relatos dan cuenta de otra forma de clandestinidad que refería a que siguieran viniendo al hogar niñeras que, de algún modo, falsificaban permisos para poder seguir trabajando en los hogares.
Hasta que la dejaron (a la niñera), dimos mil vueltas para que pudiera seguir viniendo porque si no, es imposible (trabajar) con los chicos acá en casa“. (Pablo, 41 años, técnico)
En este sentido, resulta de gran utilidad el concepto de irresponsabilidad privilegiada, introducido por Tronto (citado en Zubia et al., 2020) por el cual las clases privilegiadas pueden “elegir” qué responsabilidades “molestas” delegar. En este caso, los cuidados son delegados en trabajadoras precarias en los hogares. Nótese que la mención del problema de los cuidados está ligada al no poder disponer de los servicios de estas personas. Inclusive, aun cuando se trata de entramados institucionales como un jardín de infantes, se recurre también a reducir las responsabilidades de cuidado. Y, tanto al relatar estas experiencias como en la forma en que describen la problemática del cuidado de los niños, el sentido es coincidente con lo anterior: se ha minimizado el desclasamiento y se conserva la identidad ocupacional no manual y calificada.
4.2. Experiencias en el comercio electrónico
A diferencia del grupo anterior, la mencionada encuesta no indagó sobre aspectos vinculados al comercio electrónico, aunque hay algunos indicadores que señalan que, en comparación a los asalariados protegidos, este grupo mostró un impacto comparativamente mayor. Al igual que en el caso anterior, la estrategia de sustitución no implicó el desarrollo de un marketing digital, sino el empleo de plataformas existentes como Mercado Libre o directamente grupos de WhatsApp para promocionar sus productos.
Le sigue la implementación de la venta online usando plataformas o simplemente difundiendo imágenes de productos por WhatsApp, Instagram u otras instancias de redes sociales, aunque con resultados poco favorables.
Vender… se vende. Poco, pero ya venía flojo antes. Lo que mata es la entrega. Es mucho más laburo y no rinde. (Germán, 36 años, venta de indumentaria)
El único caso que ve perspectivas de futuro es el de Tomás que vende artículos de Fandom[13], relacionados con series, comics y mangas, y atribuye su éxito al tipo de producto que vende.
Cuando se pasa a la segunda y tercera periodización propuesta, los entrevistados afirman que la opción que se les presenta es volver a abrir los locales, aunque sea de forma clandestina, término que comparten con el otro grupo de entrevistados.
Abrir todos los días así con horario no. Algunos días, otra era ir tirando por WhatsApp qué día ibas a abrir. Ponía una mesa para que no entren al local y atendés ahí. (Fernanda, 38 años, regalería)
Este giro narrativo (Byrne, 2003) es muy importante, ya que van articulando una narración de contraposición en la que volver a las dinámicas prepandémicas es imperativo. Otra oposición considerable se da en el campo del reconocimiento de las políticas públicas, en donde directamente se construye un discurso de oposición hacia el Estado, precisamente en materia impositiva.
Ah, pero resulta que los impuestos, Ingresos Brutos y encima Ganancias. No te dejan trabajar, te estás fundiendo, pero quieren que pagues los impuestos. Es de locos. (Alberto, 45 años, indumentaria)
Este pequeño grupo, sin generalizar más allá de los casos, experimenta un proceso de desclasamiento por cuanto el comercio electrónico como estrategia de sustitución no les da resultado e inclusive algunos se plantean dejar definitivamente la actividad. Quizás, el relato de Alberto, tan crítico del comercio electrónico, es ilustrativo:
Es siempre igual, todo lo que hacen es para ayudar a los grandes. A la clase media que se joda […] lo que vende es la marca, la gente compra la marca. (Alberto, 45 años, indumentaria)
Su relato menciona un descenso social claro al decir que “se están fundiendo”. Se contrapone también con las tareas reproductivas en el hogar. Los varones describen que ahora pueden colaborar más e inclusive las mujeres acompañan esa construcción.
Estaba más en casa. Entre mirar y mirar Mercado Libre hacía alguna cosa en casa. No sé, relajaba. (Germán, 36 años, venta de indumentaria)
Es interesante que Germán viera las tareas reproductivas como “un relajo” y contribuye a esa identificación de un espacio no masculino (Zubia et al., 2021). Como el grupo anterior, en cuanto tuvo oportunidad, volvió a ejercer la irresponsabilidad privilegiada. Pero más allá de eso, sus relatos confluyen en la imagen de una pérdida de capacidades laborales, de ingresos y de actividad. No hay construcciones del e-commerce como oportunidad, sino como una estrategia que hace lo posible por abandonar cuanto antes.
5. Conclusiones: la base de sustentación
Como conclusiones de lo expuesto, puede afirmarse que la construcción analítica de estos dos recorridos puso de relieve la experiencia subjetiva e histórica de la pandemia como los cambios en el mundo del trabajo. Explora un aspecto que quizás tenga poco impacto a nivel agregado, pero que busca echar luz sobre algo poco explorado: la posibilidad de que se operen cambios sociales que den lugar a nuevas formas de la segmentación formal-informal en torno al neoliberalismo y la autoexplotación.
A nivel microsituacional, el saldo es una experiencia que reafirma la mirada managerialista en torno a una organización del trabajo superadora. ¿Tiene efectos de enclasamiento? Es una hipótesis a explorar, pero no sería menor si se considera que, en una economía dual, puede contribuir a hacer más fuerte la brecha entre el sector formal y protegido y el sector informal de la economía. Quizás, considerar una masificación del teletrabajo sea un error y se trate de una forma más de estratificación del mercado de trabajo. Siendo solo una muestra intencional de trabajadores protegidos, el aporte es poder formular está hipótesis a testearse a futuro.
Respecto a los trabajadores comerciantes independientes o por cuenta propia, la mirada negativa señala un efecto de desclasamiento ante un posible cambio organizacional. No se cuenta tal vez con mejores mediciones de cuánto ha crecido el comercio electrónico, pero a nivel de los relatos se lo presenta como un hecho que se masificará con efectos estratificadores del mercado de trabajo. Este proceso de desclasamiento antes mencionado constituye la segunda hipótesis, siendo también de gran importancia en un mercado de trabajo en donde en los últimos años ha crecido el empleo por cuenta propia e independiente y frente a lo que las políticas sectoriales han mostrado hasta ahora, fuertes limitaciones (Barrera Insúa et al., 2022; Bertín, 2022).
Y, respecto a esto último, puede mencionarse una tercera hipótesis de heterogeneidad de la matriz de diagnóstico e implementación de políticas redistributivas, con una fuerte tensión entre 1) los cuadros asalariados protegidos que pueden reenclasarse ascendentemente con cambios organizacionales, mientras se conserven sus derechos laborales; y 2) los cuadros autónomos que sufren desclasamiento y se encuentran, por ahora, fuera del radar de políticas orientadas a grupos más vulnerables. Los datos agregados muestran, sin embargo, una receptividad positiva hacia políticas de intervención y regulación en la economía.
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Notas