Artículos científicos
Trayectoria desigual de la escuela al trabajo de los jóvenes en ciudad de Buenos Aires
Unequal trajectory from school to work of young people in the city of Buenos Aires
Población y Desarrollo: Argonautas y Caminantes
Universidad Nacional Autónoma de Honduras, Honduras
ISSN-e: 2221-7002
Periodicidad: Anual
vol. 16, 2020
Recepción: 15/04/2020
Aprobación: 26/05/2020
Resumen: El significado de juventud se revela como sumamente complejo y contiene las condiciones históricas que determinan su especificidad en cuanto objeto de estudio. Su caracterización depende de diferentes variables, siendo las más notorias la diferenciación social, el género, la generación, la inserción en la familia y en otras instituciones. No existe una juventud, hay distintas maneras de ser joven que se observan en el plano económico, social y cultural. El objetivo del artículo es analizar el comportamiento de tres grupos de generaciones de jóvenes residentes en la ciudad de Buenos Aires para 2017, en relación a los caminos de la escuela al trabajo y sus particularidades según sexo. Se caracteriza la juventud de la ciudad, definida por su edad en los grupos adolescentes (15-18), jóvenes (19-24) y jóvenes extendidos (25-29). Las dimensiones que se analizan son las referidas al capital educativo y a las inserciones ocupacionales logradas. El análisis es de carácter exploratorio y descriptivo, utilizando como fuente de datos la Encuesta Anual de Hogares 2017 de la ciudad de Buenos Aires. La evidencia empírica de 2017 muestra que la trayectoria desigual entre los jóvenes de la ciudad de Buenos Aires tiene como punto de partida las características del hogar. Ellas determinan las oportunidades de inversión en educación que las familias hacen para sus hijos y, con ello, cuándo y con qué preparación ingresan al mercado laboral.
Palabras clave: jóvenes, escuela, trabajo, trayectoria desigual.
Abstract: The meaning of youth is revealed as extremely complex and contains the historical conditions that determine its specificity as an object of study. Its characterization depends on different variables, the most notable being, social differentiation, gender, generation and insertion in the family and in other institutions. There is not one youth; there are different ways of being young that are observed on the economic, social and cultural level. The objective of the article is to analyze the behavior of three groups of generations of young people residing in the city of Buenos Aires for 2017, in relation to the paths from school to work and its characteristics according to sex. The youth of the city is characterized, defined by its age in the adolescent groups (15-18), youth (19-24) and extended youth (25-29). The dimensions analyzed are those related to educational capital and the occupational insertions achieved. The analysis is exploratory and descriptive, using the 2017 Annual Household Survey of the city of Buenos Aires as data source. The empirical evidence from 2017 shows that the uneven path among young people in the city of Buenos Aires has as its starting point the characteristics of the home. They determine the investment opportunities in education that families make for their children and, with it, when and with what preparation they enter the labor market.
Keywords: young people, school, job, unequal trajectory.
I. Introducción
Hasta hace algunas décadas, de acuerdo a un criterio exclusivamente etario, existió consenso en que los sectores vulnerables eran la infancia, la adolescencia y la vejez. Hoy día parece evidente que la juventud ha sido incluida en los "sectores de riesgo" que requieren algún tipo de tratamiento particular por parte de la sociedad. En este sentido, se entrecruzan preocupaciones que oscilan en ver a la juventud como un "problema a resolver" o como una "situación a controlar”. Los cambios de las condiciones macro estructurales han generado condiciones de mayor incertidumbre y con más severos obstáculos para el tránsito de la juventud hacia la vida adulta (CEPAL, 1998, p. 8).
Se trata de una población heterogénea con condiciones de vida, necesidades, intereses y orígenes diversos que deben ser tomados en consideración para concentrar mejor los esfuerzos en aquellas personas excluidas en una o más dimensiones. La falta de buenas oportunidades de empleo es uno de los factores clave que están dificultando la inclusión de los jóvenes en la sociedad (OCDE/CEPAL/CAF, 2016, p. 22).
La construcción social acerca de la juventud es relativamente reciente y como tal ha variado en el tiempo y en el espacio. La juventud es considerada como la fase de tránsito entre la niñez y la vida adulta y cambia dependiendo del contexto social (Calderón, 2003, p. 5).
En cuanto a su ubicación biológica se ha afirmado que tiene límites imprecisos, situándose su entrada poco antes de la pubertad y que el momento de la salida suele ser más impreciso aún. “Lejos de ser un paréntesis, la juventud es más bien un puente entre la adolescencia y la edad adulta” (Segalen, 2013, p. 208).
Según Brito (1996, p. 29), la juventud se inicia con la capacidad del individuo para reproducir a la especie humana y termina cuando adquiere la capacidad para reproducir la sociedad. Por otro lado, se ha afirmado que “La juventud es más que una categoría del ciclo evolutivo de los hombres, es más que una etapa que media entre la niñez y la madurez adulta, la juventud es una categoría social” (Urcola, 2003, p. 49).
Hay un acuerdo generalizado acerca de la edad de inicio de la juventud a partir de los criterios que brinda el enfoque biológico y psicológico (desarrollo de las funciones sexuales y reproductivas); pero es más difícil llegar a un acuerdo sobre el límite de edad. Este último tiene relación con la vida productiva, es decir, con el ingreso al mundo del trabajo, la constitución de la familia propia y de un espacio habitacional independiente (Mazzeo, 2015, p. 2).
La creciente preocupación por la juventud ha sido acompañada por una progresiva conceptualización académica de la juventud como problema social y político. Uno de los principales problemas que afligen a este grupo es la incidencia de la pobreza, que influye en su desarrollo futuro. Se ha demostrado que la pobreza de los jóvenes sobrepasa el promedio y que la educación y el trabajo son dimensiones claves en el proceso de la emancipación juvenil. Según las estadísticas disponibles, la exclusión social mantiene su vigencia como problema, en correspondencia con las privaciones que vivieron estos jóvenes en su infancia. Los jóvenes pobres en medios urbanos que han salido tempranamente del sistema educativo, y que poseen una inserción precaria en el mercado de trabajo, reproducen a largo plazo su exclusión (Clemente et. al., 2014, p. 24).
Los medios académicos latinoamericanos han difundido la expresión “transferencia intergeneracional de la pobreza” (Torrado, 1995, p. 31). Desde esta óptica, la pobreza constituiría un bloqueo a la posibilidad de ascenso social intergeneracional, determinado por factores macro sociales y comportamientos individuales. Se ha mostrado que las condiciones estructurales de desigualdad socioeconómica y espacial, las características de la oferta educativa, la estructura productiva y el entorno inmediato en el que se desarrollan influyen en las trayectorias y biografías de los jóvenes de la región (Espejo et. al., 2015, p. 25).
También se ha verificado que la relación lineal “título y empleo” no es tal cuando se considera el origen socioeconómico de la población (Sendon, 2013, p. 17).
En Argentina, lo que define la empleabilidad no es la titulación, sino el origen social, está asociada a su capital social (amistades, contactos, modos de presentarse, hábitos lingüísticos y la forma de relacionarse con los otros) más que a las acreditaciones educativas que posea (Tiramonti, 2013, p. 6). Si bien se supone que mayor nivel educativo supone mejores condiciones de vida y de trabajo, se trata de una relación no lineal. Hay que complejizar las relaciones entre condiciones de vida, trabajo y educación en los jóvenes.
La ciudad de Buenos Aires, la jurisdicción de mayor desarrollo relativo del país como se evidencia en el alto nivel educativo alcanzado por su población, en la diversificación de su estructura laboral y en la avanzada “modernización” de las pautas que rigen los comportamientos sociales, se ha considerado el contexto más adecuado para observar el comportamiento de las generaciones jóvenes, en su calidad de actores sociales.
II. Metodología
El objetivo del artículo es analizar el comportamiento de tres grupos de generaciones de jóvenes residentes en la ciudad de Buenos Aires para 2017, en relación a los caminos de la escuela al trabajo y explorar las particularidades según sexo. Es decir, ahondar en la heterogeneidad que caracteriza la participación de los jóvenes en el mercado laboral y la trayectoria desigual de la escuela al trabajo.
Se consideró de interés adoptar la visión de la generación no sólo como la mera cercanía de edad, sino con los fines de introducir las vivencias de carácter macro social: comparar las diferencias en su capital educativo y la influencia de sus padres en el logro de oportunidades. Y considerando esas referencias macro sociales se analizan las diferencias en las características sociodemográficas y socio laborales de los hogares en los que viven los jóvenes, los caminos y barreras en las trayectorias educativas y la inserción laboral lograda.
El universo es la juventud de la ciudad, definida por su edad en el grupo 15-29 años, abierto en tres subgrupos: adolescentes (15-18), jóvenes (19-24) y jóvenes extendidos (25-29). El análisis es de carácter exploratorio y descriptivo, utilizando como fuente de datos la Encuesta Anual de Hogares 2017 de la ciudad de Buenos Aires.
La juventud de la ciudad en 2017 (más de 600 mil jóvenes), representaba el 19.8% de la población total (Cuadro Nº1). Existía mayor participación de jóvenes entre los 19 a 24 años, registrándose en los menores de 19 años menor peso relativo de mujeres y en los mayores de 24 años menos varones.
Sexo | Total Ciudad | Total jóvenes | 15-18 | 19-24 | 25-29 |
Absolutos | 3,059,189 | 606,000 | 138,500 | 260,000 | 207,500 |
Total | 100.0 | 19.8 | 4.5 | 8.5 | 6.8 |
Varones | 100.0 | 21.0 | 5.1 | 9.1 | 6.9 |
Mujeres | 100.0 | 18.7 | 4.0 | 8.0 | 6.7 |
Total | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
Varones | 46.8 | 49.7 | 52.6 | 50.0 | 47.4 |
Mujeres | 53.2 | 50.3 | 47.4 | 50.0 | 52.6 |
III. Discusión de resultados
3.1. Tipo de hogar en los que viven los jóvenes
Desde mediados del siglo pasado, existe una traslación del calendario de vida explicable por la notable prolongación de la escolaridad en la adolescencia y juventud y la postergación de la entrada a la actividad económica (Mazzeo y Ariño, 2013, p. 66; Mazzeo y Gil, 2014, p. 75). Existen evidencias que ello se acompaña de cambios en la constitución de los hogares y en la identidad social individual al término de la adolescencia y en especial en los estratos carenciados (Torrado, 1995, p.53 y 2007, p. 436). Los cambios sociales y la dinámica de la economía han afectado las decisiones de los jóvenes sobre sus trayectorias de vida. Alcanzar la independencia económica se ha convertido en un proceso más largo y difícil y la familia es la instancia que les ofrece la posibilidad de permanecer en la vivienda con sus progenitores hasta que deciden o pueden emanciparse (Mazzeo, 2015, p. 2).
La evidencia empírica encuentra distintos factores que afectan la trayectoria estudio y trabajo, los que pueden ser divididos en tres grandes categorías: características del hogar, de los jóvenes y del entorno educativo, laboral y social (Novella et. al, 2018, p. 42). Cabe formular la siguiente pregunta: ¿Existe relación entre el nivel socioeconómico de los hogares a los que pertenecen los jóvenes y las decisiones de estudios y trabajo que han tomado? Su respuesta es sí, ya que determina las oportunidades de inversión en educación que las familias hacen para sus hijos y, con ello, cuándo y con qué preparación ingresan al mercado laboral. En este sentido, se consideró de importancia conocer la composición de los hogares en los que viven los jóvenes de la ciudad y compararlos con los hogares sin presencia de jóvenes.
Los hogares con presencia de jóvenes sobrepasan en 2017 los 400 mil hogares, concentrando la tercera parte del total de hogares porteños1 (Cuadro Nº2). Predominan los hogares nucleares con jefatura masculina (54.5%), tamaño promedio más alto (3.2 personas por hogar), en su mayoría son hogares nucleares (63.6%) y de ellos casi un tercio son monoparentales (núcleo incompleto). Se destaca que los jóvenes que se han independizado y viven solos representan el 15.5% del total.
El clima educativo del hogar2 con presencia de jóvenes, debido a su estructura etaria, es algo menor que en los hogares sin presencia de jóvenes (13.1 años versus 13.4 años). Los últimos tienen mayor porcentaje de rango alto (12 años y más), mientras que los hogares con presencia de jóvenes tienen mayor participación de los rangos medio (7 a 11.9 años).
Según sus características habitacionales, los hogares con jóvenes registran mayor vulnerabilidad habitacional3 (21.9%) y respecto a la tenencia de la vivienda tienen mayor porcentaje de inquilinos y arrendatarios (46%) y de tenencia precaria4 (16.6%). Como es sabido, los barrios en los que habitan los estratos de menores recursos, constituyen espacios que favorecen la perpetuación de condiciones perjudiciales para su integración social (CELADE, 2000, p. 115). En un artículo sobre la ciudad con datos de 2013, el 13% de los jóvenes habitaba en villas, inquilinatos, hoteles o pensiones familiares y casas tomadas5 (Mazzeo, 2015, p. 5). Es decir, la situación de los jóvenes en cuanto al hábitat, mantendría sus condiciones desventajosas.
Las condiciones económicas del hogar con presencia de jóvenes medidas a través de los indicadores laborales revelan mayor peso de asalariados en condición de precariedad6 y de no asalariados que en el resto de los hogares. Por su parte, en las parejas conyugales de hogares nucleares completos en su mayoría (64.1%) ambos integrantes de ella están ocupados. En comparación, los hogares sin presencia de jóvenes tienen alto porcentaje de jefes no ocupados y de parejas conyugales con ambos no ocupados, relacionado con la presencia de hogares con jefes y parejas conyugales jubilados, consecuencia del alto envejecimiento de la ciudad. Buenos Aires presenta una población envejecida desde 1960, cuando la población de 65 años y más representaba ya el 9.1% y el proceso fue tan importante que, a partir de 1991, la sexta parte de la población se ubica en ese estrato (Mazzeo, 2017, p. 4).
Indicadores | Sin presencia de jóvenes | Con presencia de jóvenes | |
Total | 100.0 | 100.0 | |
(Absolutos) | (876,400) | (418,500) | |
Sexo del jefe | Varón | 54.7 | 54.5 |
Mujer | 45.3 | 45.5 | |
Tamaño del hogar | 2.0 | 3.2 | |
Tipo de hogar | Nuclear | 45.6 | 63.6 |
Nuclear con núcleo incompleto | 5.1 | 19.4 | |
Nuclear con núcleo completo | 40.5 | 44.2 | |
Resto multipersonales | 7.5 | 20.9 | |
Unipersonal | 46.9 | 15.5 | |
Clima educativo del hogar | Promedio años de escolaridad | 13.4 | 13.1 |
Rangos | 100.0 | 100.0 | |
Alto (12 años y más) | 75.1 | 71.4 | |
Medio (11,99 a 7 años) | 22.5 | 25.8 | |
Bajo (Menos de 7 años) | 2.3 a | 2.9 a | |
Características habitacionales | Total | 100.0 | 100.0 |
Sin vulnerabilidad habitacional | 93.1 | 78.1 | |
Con vulnerabilidad habitacional | 6.9 | 21.9 | |
Características residenciales | Total | 100.0 | 100.0 |
Propietario de la vivienda y el terreno | 59.3 | 37.4 | |
Inquilino y arrendatario | 29.9 | 46.0 | |
Tenencia precaria | 10.8 | 16.6 | |
Características socio-laborales de la pareja conyugal del hogar nuclear completo | Total | 100.0 | 100.0 |
Ambos ocupados | 52.4 | 64.1 | |
Uno ocupado otro no ocupado | 29.6 | 33.1 | |
Ambos no ocupados | 18.0 | 2.8 b | |
Indicadores laborales del jefe/a del hogar | Total | 100.0 | 100.0 |
Hogares con jefe/a asalariado/a | 45.6 | 62.2 | |
en condición de precariedad | 8.6 | 14.3 | |
en condición de no precariedad | 37.0 | 47.9 | |
Hogares con jefe/a ocupado/a no asalariado/a | 17.8 | 19.9 | |
Hogares con jefe/a no ocupado/a | 36.6 | 17.9 | |
Quintil de IPCF (1) | Total | 100.0 | 100.0 |
1 | 13.8 | 29.9 | |
2 | 20.4 | 22.2 | |
3 | 20.7 | 18.0 | |
4 | 21.8 | 18.4 | |
5 | 23.3 | 11.4 | |
Notas: los valores absolutos se presentan redondeados porque provienen de fuente muestral.a Valor de la celda con carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 10% y menor o igual al 20%).b Valor de la celda con carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 20% y menor o igual al 30%). |
Las características analizadas se reflejan en la distribución por quintiles de ingreso per cápita familiar. Más del 50% de los hogares con presencia de jóvenes se ubican en los quintiles con ingresos promedio per cápita más bajos, mientras que el resto de los hogares, en comparación, tienen mayor participación en el quintil de ingresos promedio per cápita más alto: la diferencia es de 12 puntos porcentuales.
Al observar las estrategias de habitación y allegamiento de los jóvenes extendidos (25 a 29 años) se destaca (Cuadro Nº3) un alto peso de los jóvenes que no residen con ninguno de sus progenitores (70.8%) y una mayor participación de las mujeres en dicha situación (54.1%). En cuanto a la composición de estos hogares, está equilibrada entre unipersonales y multipersonales. No obstante, se acentúa la presencia femenina en los multipersonales y la masculina en los unipersonales. Respecto a la condición de pobreza7, no se registran diferencias importantes entre los que residen con al menos uno de sus progenitores o con ninguno. En ambas categorías, la mayoría es no pobre.
Indicadores seleccionados | Total | Reside con al menos uno de sus progenitores | No reside con ninguno de sus progenitores | ||
Total | En hogar multipersonal | En hogar unipersonal | |||
Total jóvenes de 25-29 años | 100.0 | 29.2 | 70.8 | 51.6 | 49.4 |
Sexo | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
Varón | 47.4 | 51.2 | 45.9 | 41.9 | 56.6 |
Mujer | 52.6 | 48.8 | 54.1 | 58.1 | 43.4 a |
Condición de pobreza | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
En condición de pobreza | 14.4 | 12.0 a | 15.3 | 17.4 a | 9.9 b |
No pobre | 85.6 | 88.0 | 84.7 | 82.6 | 90.1 |
Notas:a Valor de la celda con carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 10% y menor o igual al 20%).b Valor de la celda con carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 20% y menor o igual al 30%). |
3.2. Caminos y barreras en la trayectoria educativa
Las condiciones que rodean a los jóvenes de distintos estratos socioeconómicos y realidades, “generan trayectorias cada vez más oscilantes entre los sistemas educativos, el desempleo, el trabajo, las labores familiares, la inactividad y otras situaciones” (Espejo et. al, 2015, p. 25).
Las oportunidades de inserción laboral en el período juvenil constituyen otro pilar de la inclusión social. El trabajo remunerado es el principal, sino el único, elemento que entrega independencia económica y familiar. En este sentido, “los jóvenes aspiran a oportunidades laborales de calidad, que les permitan participar plenamente en el desarrollo ciudadano y productivo, y acceder a mejores condiciones de bienestar y desarrollo personal” (Espejo et. al, 2015, p. 39).
La escuela media es cada vez más necesaria, quienes no culminan este nivel quedan casi totalmente al margen de la posibilidad de acceder a empleos de calidad, especialmente en el sector tecnológico moderno. Se ha demostrado que los nuevos usos tecnológicos y las restricciones de calificación que presenta el mercado de trabajo afectan de manera especial a los jóvenes (Salvia, 2000, p. 3). El empleo, aún el precario, es en general escaso y de acceso privilegiado. Estudios recientes pusieron de manifiesto que el aumento de la tasa de escolaridad no se tradujo en un acceso a empleos de mejor calidad para todos los jóvenes (Salvia, 2013, p. 4). Por lo tanto, el mayor déficit educacional provoca que los jóvenes de los sectores más pobres enfrenten situaciones de exclusión social (Mazzeo, 2015, p. 16).
Como consecuencia de los profundos cambios en el mundo laboral y de los quiebres en el vínculo entre educación y empleo, la posibilidad de acceder a un trabajo estable no resulta fácil para ningún joven. Los jóvenes que provienen de hogares de bajos ingresos tienen escaso o nulo acceso a empleos de calidad y suelen emplearse en trabajos inestables y precarios, aún cuando logran finalizar la escuela.
También persiste la desigualdad de género en el mercado de trabajo. Las oportunidades laborales se dan en empleos de menor calidad, menores salarios y en puestos de trabajo menos calificados, que se asocian a una menor carga horaria (Millenaar y Jacinto, 2015, p. 9). Además, la mayor parte de las obligaciones domésticas recaen en las mujeres. Es al trabajo de cuidado a miembros del hogar al que le dedican mayor tiempo promedio, ya que son las actividades vinculadas con el cuidado de los niños y las personas mayores; incluye el apoyo escolar y/o de aprendizaje a niños, el acompañamiento y traslado a miembros del hogar y los cuidados temporales de salud. En el grupo 14 a 24 años las jóvenes de la ciudad en 2016, le dedicaban más del doble de tiempo que los jóvenes en el cuidado de los miembros del hogar: 5.43 horas versus 2.17 horas (Mazzeo, 2018, p. 9).
Con el objeto de analizar los caminos y barreras en su trayectoria educativa se seleccionaron distintos indicadores que muestran la realidad porteña respecto a la situación educativa de los jóvenes: condición de asistencia a la enseñanza, máximo nivel educativo alcanzado, y si trabajan y estudian al mismo tiempo según grupo etario y sexo, y correspondencia con edad teórica según nivel socioeconómico.
La evidencia empírica muestra (Cuadro Nº4) que del total de jóvenes más de la mitad (56.8%) asiste a un establecimiento educativo. Existen diferencias según grupo etario, el nivel de asistencia se reduce a medida que aumenta la edad. En los menores de 19 años es del 93.2%; entre los 19 y 24 años de 60.1% y de 25 a 29 años de 28.4% el nivel de asistencia a la enseñanza.
Condición de asistencia | Total jóvenes | Grupo de edad | |||
15-18 | 19-24 | 25-29 | |||
Total | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | |
Asiste | 56.8 | 93.2 | 60.1 | 28.4 | |
No asiste | 43.2 | 6.8 a | 39.9 | 71.6 | |
Nota:a Valor de la celda con carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 10% y menor o igual al 20%). |
Ahora bien, cuál es el máximo nivel educativo alcanzado por los jóvenes que asisten a un establecimiento educativo. En promedio 56.3% de los jóvenes registra nivel secundario completo o superior-universitario incompleto. En los menores de 19 años el 90% posee nivel primario completo o secundario incompleto, 86% de los que tenían entre 19 y 24 años tenían nivel secundario completo o superior-universitario incompleto.
Y a partir de 25 años al 80.2% de secundario completo o superior-universitario incompleto se le agrega el 13.8% de superior-universitario completo y posgrado completo o incompleto (Cuadro Nº5). Esta evidencia empírica muestra que entre los jóvenes de la ciudad que asisten a la enseñanza existe una alta participación de la completitud de la escuela media.
Máximo nivel alcanzado | Total jóvenes | Grupo de edad | ||
15-18 | 19-24 | 25-29 | ||
Total | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
Sin instrucción y hasta primario incompleto | 0.3 c | 0.5 c | 0.1 c | 0.6 c |
Primario completo y secundario incompleto | 39.8 | 90.2 | 11.7 a | 4.3 b |
Secundario completo/Superior y Universitario Incompleto | 56.3 | 8.3 a | 86.9 | 80.2 |
Superior y Universitario Completo / Postgrado incompleto y completo | 2.5 a | - | 0.3 c | 13.8 a |
Escuelas especiales no primarias | 1.1 b | 1.0 c | 1.0 c | 1.1 c |
Notas:a Valor de la celda con carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 10% y menor o igual al 20%).b Valor de la celda con carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 20% y menor o igual al 30%).c No se presenta dato debido a que el coeficiente de variación estimado es mayor al 30%. |
Teniendo en cuenta el máximo nivel educativo alcanzado por los que ya no asisten, en promedio los jóvenes registran 31% de secundario completo, 13.5% de superior-universitario incompleto y 27.4% de superior-universitario completo o posgrado incompleto o completo (Cuadro Nº6). Estos niveles son diferenciales por grupo etario.
En los menores de 19 años: 56.5% llegó hasta primario completo o secundario incompleto y 30.6% completó el secundario. En el grupo 19-24 años: 32.2% no completó el secundario, 38.9% sí lo completó, 13.7% no completó el superior o universitario y 13.6% sí lo hizo o llegó al posgrado. Entre los 25 y 29 años: 20.4% tiene primario completo o secundario incompleto, 25.4% completó el secundario, 13.8% no completó el nivel superior o universitario y 38.7% sí lo hizo o llegó al posgrado.
Máximo nivel educativo alcanzado | Total jóvenes | Grupo de edad | ||
15-18 | 19-24 | 25-29 | ||
Total | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
Sin instrucción y hasta primario incompleto | 1.4 b | 4.8 c | 0.7 c | 1.6 b |
Primario completo y secundario incompleto | 26.4 | 56.5 a | 32.3 | 20.4 |
Secundario completo | 31.0 | 30.6 b | 38.9 | 25.4 |
Superior / Universitario Incompleto | 13.5 | 8.1 c | 13.7 a | 13.8 a |
Superior / Universitario Completo / Postgrado incompleto y completo | 27.4 | - | 13.6 a | 38.7 |
Escuelas especiales no primarias | 0.3 b | - | 0.8 c | 0.1 c |
Notas:a Valor de la celda con carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 10% y menor o igual al 20%).b Valor de la celda con carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 20% y menor o igual al 30%).c No se presenta dato debido a que el coeficiente de variación estimado es mayor al 30%. |
En síntesis, más de la mitad de los jóvenes menores de 19 años que ya no asisten no completó el secundario; entre los 19 y 24 años cerca de una tercera parte habría abandonado el secundario, si bien el 38.9% lo completó y más de una cuarta parte ingresó al nivel superior o universitario. Por su parte los de 25-29 años en su mayoría al menos completaron el nivel secundario y sólo una quinta parte lo abandonó.
Varios estudios han argumentado que se mantienen las desigualdades y se reproducen núcleos de exclusión extrema entre los que viven en hábitats más precarios o en hogares de menores ingresos (Clemente, 2014, p. 34); (Kessler, 2014 p. 91); (Mazzeo, 2013, p. 77). Por ello, se consideró de interés profundizar el análisis según la situación económica del hogar, teniendo en cuenta la relación entre año de estudio y edad del alumno en una trayectoria ideal según la normativa (correspondencia). Para ello, el universo se redujo a los jóvenes que asisten a las escuelas secundarias.
Los resultados obtenidos permiten afirmar que los hogares de los quintiles de ingreso total familiar más altos tienen mayores niveles de correspondencia (Cuadro Nº7). En los quintiles 4 y 5 se ubica el 55.3% de los jóvenes cuya relación entre año de estudio y edad es la ideal según la normativa. Por su parte, en los quintiles más bajos se concentran el 38.9% de los jóvenes con sobre edad simple (diferencia de 1 año) y el 57.2% con diferencias mayores al año (sobre edad avanzada).
Relación entre año de cursada y edad (1) | Total jóvenes | Quintiles de ingreso total familiar | ||||
Quintil 1 | Quintil 2 | Quintil 3 | Quintil 4 | Quintil 5 | ||
Distribución por quintil de ingreso total familiar | ||||||
Total | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
Correspondencia | 60.6 | 45.0 a | 48.8 a | 50.3 a | 70.7 a | 81.9 |
Sobre edad simple | 22.4 | 25.1 a | 25.3 b | 28.9 a | 19.9 b | 14.5 b |
Sobre edad avanzada | 17.0 | 29.9 a | 25.9 b | 20.8 a | --- c | --- c |
Distribución por relación entre año de cursada y edad | ||||||
Total | 100.0 | 18.3 | 16.3 a | 21.6 | 20.2 | 23.5 |
Correspondencia | 100.0 | 13.6 a | 13.1 a | 18.0 a | 23.5 a | 31.8 |
Sobre edad simple | 100.0 | 20.5 a | 18.4 b | 27.9 a | 18.0 b | 15.2 b |
Sobre edad avanzada | 100.0 | 32.3 a | 24.9 b | 26.6 a | --- c | --- c |
Notas:(1) Excluye a los que no respondieron el año al que asisten, y a la población cuya edad no puede determinarse al 30 de junio.aValor de la celda con carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 10% y menor o igual al 20%).b Valor de la celda con carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 20% y menor o igual al 30%).c No se presenta dato debido a que el coeficiente de variación estimado es mayor al 30%. |
La brecha entre los quintiles de ingresos extremos permite identificar que la correspondencia en el quintil más rico registra 18 puntos porcentuales a su favor; mientras que en sobre edad simple y avanzada el quintil más pobre posee 5 y 32 puntos porcentuales más. Estos valores muestran el alto grado de desigualdad y la probable exclusión socio laboral futura.
Los jóvenes vivencian experiencias diversas en su trayectoria educativa y su relación con el mercado laboral: participan activamente del mercado laboral, realizan actividades inestables u obtienen un empleo registrado, retrasan su ingreso al mercado de trabajo (moratoria social) o logran articular trabajo y estudio. Forman parte de los grupos vulnerables del mundo del trabajo, junto con las mujeres y los sectores más pobres de la población. Encuentran mayores dificultades para insertarse por su carácter de ingresantes, no tienen la formación específica ni la antigüedad de los trabajadores de más edad. En general tienen menores tasas de participación y empleo. Esto se confirma en un artículo reciente sobre la ciudad (Mazzeo y Bocchicchio, 2019, p. 81) donde se muestra que entre 2002 y 2016, las tasas de actividad8 de los jóvenes menores de 25 años, decrecieron 3 puntos porcentuales (38% a 35%) y las de empleo9 6 puntos porcentuales (32% a 26%).
Ahora bien, para investigar las actitudes de los jóvenes frente a la vida, se ha utilizado la relación entre condición de actividad y asistencia a la enseñanza según sexo y grupo de edad. Las evidencias empíricas muestran que una quinta parte de los jóvenes (20.6%) estudia y trabaja, nivel que asciende a una cuarta parte si se incluyen los que no tienen trabajo, pero lo buscan activamente. Una tercera parte sólo trabaja y otra tercera parte sólo estudia. El 5.3% de los jóvenes de la ciudad no estudia, no trabaja y no busca trabajo, es decir son los “ni-ni”, valor que alcanza el 9.9% si se incluyen los que buscan trabajo y no lo encuentran (Cuadro Nº8). Un artículo reciente con datos de la ciudad de 2013 (Mazzeo, 2015, p. 17) muestra valores similares. Lo que permite afirmar que la situación de los jóvenes se mantuvo estable los últimos años.
Condición de actividad y asistencia a la enseñanza | Total jóvenes | Varón | Mujer | ||||||
Total | 15-18 | 19-24 | 25-29 | Total | 15-18 | 19-24 | 25-29 | ||
Total | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
Estudia y trabaja | 20.6 | 19.7 | 5.5 | 25.9 | 22.0 | 21.4 | 4.0 b | 30.1 | 21.5 |
Estudia, no tiene trabajo pero busca | 4.7 | 4.9 a | 4.0 | 7.6 a | 1.9 c | 4.6 a | 3.0 c | 7.2 a | 2.4 b |
Solo estudia | 31.5 | 32.5 | 84.2 | 25.5 | 3.4 b | 30.5 | 85.5 | 23.7 | 5.7 a |
Solo trabaja | 33.3 | 36.2 | 2.6 c | 32.4 | 65.9 | 30.4 | 2.9 c | 24.0 | 54.5 |
No estudia, no tiene trabajo pero busca | 4.6 | 4.0 ᵃ | 0.8 c | 5.0 a | 4.9 b | 5.3 a | 1.7 c | 5.9 a | 6.6 a |
No estudia, no tiene trabajo y no busca | 5.3 | 2.8 a | 2.8 c | 3.4 b | 1.9 c | 7.8 | 2.9 | 9.1 | 9.4 |
Notas:a Valor de la celda con carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 10% y menor o igual al 20%).b Valor de la celda con carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 20% y menor o igual al 30%).c Valor de la celda de carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 30%). |
Esta situación de los jóvenes es diferencial por sexo y grupo etario. Los más jóvenes en su mayoría sólo estudian. A partir de allí comienza a crecer la participación de los que sólo trabajan y de los que estudian y trabajan. Según sexo, en comparación, las mujeres a partir de los 19 años estudian y trabajan más que los varones y los varones tienen pesos más altos en solo trabaja. También es importante la brecha negativa de las jóvenes que ni estudian ni trabajan, pero buscan y de las que no buscan activamente. Estas últimas probablemente son las que desempeñan las tareas domésticas del hogar como estrategia reproductiva de la familia. Se ha demostrado que las brechas de género más importantes se verifican tanto en el trabajo para el mercado como en los trabajos no remunerados (doméstico y de cuidado a miembros del hogar).
Las jornadas de las mujeres se incrementan en las edades centrales, en los menores niveles educativos, cuando son cónyuges, son inactivas y más bajo es el ingreso per cápita del hogar en el que viven (Mazzeo, 2018, p. 9).
3.3. La inserción laboral ¿alcanzada?
La relación existente entre la inserción laboral y la población joven, forma parte de un problema estructural en materia de exclusión económica y marginalidad social en general, en donde los jóvenes son una de las victimas principales (Salvia, 2013, p. 2). Los recientes informes sobre la tendencia de empleo global (OIT, 2017, p. 2 y 2018, p. 7) muestran que el desempleo juvenil se mantiene elevado y en aumento, estimando para 2017 la tasa de desempleo juvenil en 13.1%, lo que significa que 70.9 millones de jóvenes se encontraban desempleados a nivel mundial.
En la ciudad de Buenos Aires, el 14.8% de la población joven se encuentra en condición de desocupado abierto (Cuadro Nº9), el doble que el conjunto de la población de 10 años y más (7.2%), guarismo al que se le suma el 11.9% afectado por subocupación horaria.
Indicadores | Total 10 y más | Tasa refinadas por edad | |||
Total jóvenes | 15-18 | 19-24 | 25-29 | ||
Actividad | 63.4 | 63.2 | 12.3 a | 69.1 | 89.6 |
Empleo | 58.8 | 53.8 | 7.6 a | 56.2 | 81.6 |
Desocupación abierta | 7.2 | 14.8 | 38.6 a | 18.6 | 8.9 a |
Subocupación horaria | 9.4 | 11.9 | 17.2 b | 14.5 | 8.9 a |
Tasa de asalarización | 76.5 | 88.5 | 83.9 | 90.4 | 87.2 |
Tasa de precarización (población asalariada) | 27.0 | 40.9 | 72.7 | 51.2 | 29.8 |
Notas:a Valor de la celda con carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 10% y menor o igual al 20%).b Valor de la celda con carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 20% y menor o igual al 30%). |
Un poco más de un quinto (22.8%) es demandante de empleo, es decir que está en situación de desempleo o trabaja involuntariamente menos de 32 horas semanales, más de 8 puntos porcentuales por encima del conjunto de la población económicamente activa (PEA) porteña (Cuadro Nº10).
La participación de los jóvenes en el desempleo total porteño es particularmente importante, en los jóvenes adolescentes (15-18 años) la tasa de desocupación alcanza al 38.6%, 5.4 veces más que la del total de la PEA y 4.3 veces más que la de los jóvenes extendidos (25-29 años).
Indicadores laborales | Total jóvenes | 15-18 | 19-24 | 25-29 |
Total | 606,000 | 138,500 | 260,000 | 207,500 |
Condición de actividad | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
Ocupado | 53.8 | 7.6 a | 56.2 | 81.6 |
Desocupado | 9.3 | 4.8 a | 12.9 | 8.0 a |
Inactivo | 36.8 | 87.7 | 30.9 | 10.4 |
Porcentaje de desocupados con experiencia laboral previa | 76.4 | 51.5a | 72.0 | 95.4a |
Población económicamente activa (PEA) | 383,000 | 170,000 | 180,000 | 186,000 |
Total ocupados (absolutos) | 326,000 | 10,500a | 146,500 | 169,500 |
Total ocupados (relativos) | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
Demandante | 22.8 | 26.4 b | 24.7 | 20.9 |
No demandante | 77.2 | 73.6 a | 75.3 | 79.1 |
Tasa de desocupación | 14.8 | 38.6 a | 18.6 | 8.9 a |
Tasa de subocupación | 13.9 | 28.0 b | 17.8 | 9.7 a |
Tasa de sobreocupación | 21.5 | --- c | 17.6 | 25.7 |
Calificación de la tarea | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
Alta (profesional y técnica) | 33.7 | --- c | 21.5 | 45.7 |
Baja (operativa y no calificada) | 66.3 | 88.9 | 78.5 | 54.3 |
Población asalariada (absolutos) | 289,000 | 9,000a | 132,500 | 147,500 |
Registro en la seguridad social | 100.0 | 100.0 | 100.0 | 100.0 |
Registrado | 67.3 | 26.8b | 57.3 | 78.7 |
Con descuento jubilatorio | 59.0 | 26.8 b | 48.6 | 70.2 |
Aporta por sí mismo | 8.3 | 0.0 | 8.7 a | 8.5 a |
No registrado | 32.7 | 73.2a | 42.7 | 21.3 |
Notas: los valores absolutos se presentan redondeado porque provienen de fuente muestral.a Valor de la celda con carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 10% y menor o igual al 20%).b Valor de la celda con carácter indicativo (el coeficiente de variación estimado es mayor al 20% y menor o igual al 30%).c No se presenta dato debido a que el coeficiente de variación estimado es mayor al 30%. |
Es importante subrayar que el 76.4% de los jóvenes en condición de desocupación, registran experiencia laboral previa, guarismo que aumenta con la edad, un poco más de 9 de cada 10 desocupados de 25-29 años registran algún contacto previo con el mercado laboral.
Estos porcentajes indican que la mayor de las barreras a traspasar no es el contacto con el mercado de trabajo sino la permanencia en el mismo; situación que se encuentra asociada directamente al tipo de inserción precaria que caracteriza a la relación de esta población con el mercado de trabajo.
El estudio de la dinámica de los indicadores laborales ha puesto de manifiesto que aún en contextos de ampliación de demanda y aumento de la tasa de escolaridad juvenil (en todos sus niveles) no se produjo un acceso al empleo y mucho menos empleo de calidad (decente) para la población porteña joven. Los descriptores estadísticos de carácter estructural no han sufrido cambios significativos en las últimas décadas, independientemente de los períodos contractivos y expansivos de la economía porteña.
Entre los años 2004 y 2017, el producto geográfico bruto de la ciudad de Buenos Aires medido a valores constantes se expandió en casi 165%, con aumentos anuales, exceptuando los años 2014 y 2016. No obstante, las tasas básicas del mercado de trabajo en el período, tuvieron escasas modificaciones (DGEyC, 2019); escenarios que se comprueba también para los indicadores de total país (Rubio y Salvia, 2017, p. 185).
Sumándole a lo antes dicho y al igual que en el resto de las ciudades latinoamericanas, en la ciudad de Buenos Aires los jóvenes tienen una inserción que se caracteriza por menor protección social, escasa o nula estabilidad y cobertura de la seguridad laboral que los adultos, presentando así un mayor grado de precariedad e informalidad. Cuatro de cada 10 de la población ocupada joven asalariada registra vulnerabilidad de derechos, 14 puntos porcentuales por encima de la tasa de la población de 10 años y más.
A casi un tercio (32.7%) de la población de jóvenes asalariados no les efectúan descuentos jubilatorios, guarismo 50% mayor que para el conjunto de la PEA de la ciudad. La situación se agrava cuando se suma el 8.3% de jóvenes asalariados que se hacen cargo de sus propios aportes a la seguridad social.
Si bien estos números disminuyen con el aumento de la edad, siempre superan la tasa de la población de 10 años y más; cabe destacar que el 51% de los jóvenes porteños de 19-24 años están en condición de precariedad10, contexto preocupante pues este escenario contribuye a generar desaliento y frustración entre quienes sienten que no encuentran las oportunidades que se merecen.
Por otro lado, la calificación ocupacional es una de las características objetivas del proceso de trabajo y hace referencia directa a la complejidad de los procesos de trabajo desarrollados por las personas en su ámbito laboral, cuya ejecución tiene relación con los conocimientos y habilidades necesarios para realizarlos; ahora bien, entre la población ocupada porteña dos tercios de ellos registran puestos de baja calificación (operativa o no calificada), en el caso de la población joven dentro de la franja etaria de 19-24 años casi el 80% se encuentra en esta situación y entre los 25 y 29 años el 54%.
En paralelo y como ya se mostró en párrafos anteriores, el 57% de los jóvenes porteños asiste a establecimientos educativos y prácticamente el 60% cursa el nivel superior, en tanto que el 35% restante lo hace en el secundario, situación que no encuentra su correlato en el mercado laboral protegido.
Así, una de las características del mercado de trabajo porteño, estudiadas desde mediados de la década del 90, se trata de la falta de correspondencia entre los conocimientos adquiridos en la educación formal y las exigencias del puesto de trabajo desde el punto de vista de la calificación ocupacional. El peso de los ocupados en los que estas dos dimensiones no están equilibradas supera con creces el de aquellos que hipotéticamente están adecuados.
Este desajuste entre la oferta de habilidades/competencias y la demanda de ellas puede cuantificarse con el concepto de subempleo encubierto o invisible definido en la XI Conferencia de Estadígrafos de la OIT (1996) como el aprovechamiento insuficiente de las calificaciones de la fuerza de trabajo inserta dentro de la perspectiva laboral (Ava, Bocchicchio y Seivach, 2016, p. 5)11.
Como se observa en el Gráfico Nº1, seis de cada diez jóvenes de 25 a 29 años están en condición de sub-calificación, lo que significa que laboran en puestos que demandan menores certificaciones que las obtenidas, por lo tanto, se encuentran sobre educados para el puesto de trabajo que ejercen.
Por otro lado, los jóvenes que se encuentran en correspondencia entre certificaciones y calificación del puesto, se encuentran 7 puntos porcentuales por debajo de los guarismos que registra la población total.
La relación sintéticamente descripta sobre certificaciones y calificaciones/competencias, se hace insuficiente si no se tiene en cuenta las nuevas tecnologías digitales y de automatización que plantean desafíos adicionales a los sistemas de certificación de competencias y a las habilidades demandadas. El desajuste implicará la exigencia de habilidades blandas en todos los niveles educativos, incluyendo la resolución de problemas complejos, la apertura a aprender y por sobre todo la adaptabilidad.
IV. Conclusiones
La construcción social acerca de la juventud es reciente y parte del reconocimiento que como concepto varía en el tiempo y en el espacio y se ubica en la etapa de la reproducción de la sociedad. Hay un elemento biológico que, siempre ha sido y sigue siendo, un factor determinante para que cada sociedad defina a qué segmento poblacional sitúa en la etapa de juventud. Es un período de transición, en el que se han de tomar decisiones trascendentales en muchos ámbitos, especialmente en la educación y el trabajo.
Su ubicación en la etapa de la reproducción de la sociedad, se relaciona con la adquisición de credenciales educativas, el ingreso al mundo del trabajo, la constitución de un núcleo familiar propio y la adopción de un espacio habitacional propio e independiente.
Estas proposiciones han sufrido y están sufriendo transformaciones notables donde se problematiza la determinación de cuál es el momento en el que, con mayor asiduidad, se produce la completa independencia del hogar de origen y el ingreso al “mundo adulto”. Tener una vivienda y la inestabilidad laboral son elementos de la realidad socioeconómica que favorecen el retraimiento de los jóvenes tanto para buscar su autonomía personal como para iniciar un proyecto familiar propio.
Las brechas que se muestran en el artículo muestran la coexistencia de mundos paralelos y evidencian las distancias intrínsecas entre los jóvenes porteños a partir de las marcas sociales de origen, que se traducen en diferentes oportunidades de las que disponen para su futuro. Sin perjuicio de ello, definitivamente, la edad es una característica indicativa de las desigualdades acaecidas en el mercado laboral. La participación de los jóvenes adolescentes en el desempleo es 4 veces la de los jóvenes extendidos.
El mercado de trabajo porteño se muestra incapaz para absorber la mano de obra al ritmo que ésta irrumpe, el desempleo de las personas jóvenes es varias veces superior a la población económicamente activa total. Casi ocho de cada diez jóvenes en condición de desocupación, registran haber tenido algún contacto previo con el mercado de trabajo, escenario que muestra la dificultad de permanencia dentro del mismo, situación directamente asociada a la precariedad/informalidad laboral que sufre esta porción de la población.
Por otro lado, el artículo expone que el proceso de transición entre la escuela y el trabajo, también registra marca de género y de clase: en la ciudad de Buenos Aires 10% de los jóvenes declaran no estudiar ni trabajar, afectando esta situación mayormente a la población de mujeres de 19 años y más, guarismo que asciende a 31% en el año en estudio.
Una vez insertos en el mercado de trabajo, sufren el fenómeno bien conocido por la sociología laboral, como la subcalificación invisible, y en esta situación se concentran 6 de cada 10 jóvenes entre 25-29 años, lo que permite sostener que la tradicional correlación que establece un nexo directo entre certificación/titulación y posibilidades en el mercado de trabajo no es más que una enunciación que puede ser desmentida fácilmente.
No debe olvidarse que la inclusión de los jóvenes en los procesos sociales, económicos y políticos de sus sociedades es sin duda uno de los principales retos que se enfrentan. Es sobre todo en la etapa de la juventud cuando se establece de forma decisiva la conexión entre educación y trabajo, una de las claves de la inclusión social y la igualdad.
Invertir en los jóvenes debe ser una prioridad para la política pública. Brindar oportunidades a los jóvenes no es sólo bueno para sus propias perspectivas. También lo es para el desarrollo económico, la cohesión social y el bienestar general.
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