Antecedentes y tendencias de la migración México-Estados Unidos, ante la pandemia
Background and trends of Mexico-United States migration, in the face of the pandemic
Ciencias Sociales Revista Multidisciplinaria
Arkho Ediciones, Argentina
ISSN-e: 2683-6777
Periodicidad: Semestral
vol. 4, núm. 1, 2022
Recepción: 08 Junio 2022
Aprobación: 30 Junio 2022
Resumen: La migración de los mexicanos hacia Estados Unidos había tenido un repunte importante en las primeras dos décadas del siglo actual y las tendencias señalaban que se mantendría; sin embargo, la llegada del COVID-19 y las acciones de los gobiernos para reducir el número de contagios y muertes provocó el cierre de actividades económicas no esenciales y el control para el ingreso de extranjeros, lo cual incluyó el cierre de las fronteras. En México el cierre de actividades provocó un aumento en el desempleo y la pobreza, por lo que el número de potenciales migrantes internacionales creció al mismo ritmo que los contagios, aunque los trabajadores se encontraban ante un doble problema: necesitaban trasladarse al país del norte en busca de trabajo e ingreso, pero el cierre de la frontera limitaba su ingreso. El objetivo del trabajo es analizar la forma en cómo el coronavirus Sars-Cov2 ha modificado los flujos migratorios durante la pandemia hacia Estados Unidos, los efectos en los flujos de remesas y las tendencias de la movilidad de mexicanos hacia esa nación una vez que las restricciones sanitarias han comenzado a flexibilizarse.
Palabras clave: movilidad, población, pobreza, pandemia, frontera.
Abstract: The migration of Mexicans to the United States had had an important rebound in the first two decades of the current century and the trends indicated that it would continue; however, the arrival of COVID-19 and the actions of governments to reduce the number of infections and deaths caused the closure of non-essential economic activities and the control of the entry of foreigners, which included the closure of borders. In Mexico, the closure of activities caused an increase in unemployment and poverty, so the number of potential international migrants grew at the same rate as infections, although the workers faced a double problem: they needed to move to the northern country in looking for work and income, but the closure of the border limited their income. The objective of the work is to analyze the way in which the Sars-Cov2 coronavirus has modified migratory flows during the pandemic towards the United States, the effects on remittance flows and the mobility trends of Mexicans towards that nation once the restrictions. Sanitary services have begun to relax.
Keywords: mobility, population, poverty, pandemic, border.
Introducción
Durante el presente milenio, debido a diversas causas, los flujos migratorios de los mexicanos hacia Estados Unidos habían mostrado un aumento sostenido; sin embargo, un evento sanitario vino a modificar esas tendencias. El COVID-19, y todo lo asociado a él, provocaron, entre otras cosas, el reforzamiento de los controles fronterizos al sur de la Unión Americana y con ello una contención migratoria bajo pretexto de crisis sanitaria, ordenada por el entonces presidente Donald Trump y continuadas por Joe Biden.
Las prohibiciones para ingresar a suelo estadounidense provocaron una reducción muy marcada en el número de personas que pretendían ingresar a ese país, lo cual agravó la situación de aquellos que se encontraban en la frontera norte de México, tanto para sus connacionales como miles de centroamericanos y de otras latitudes.
Con base en lo anterior, el objetivo de este documento es analizar la forma en cómo el coronavirus Sars-Cov2 ha modificado los flujos migratorios durante la pandemia hacia Estados Unidos, los efectos en los montos de remesas y las tendencias de la movilidad de trabajadores mexicanos hacia esa nación una vez que las restricciones sanitarias han comenzado a flexibilizarse.
Se parte de la hipótesis que las estrategias emprendidas por parte de los gobiernos nacionales para contener la pandemia aumentaron la pobreza debido al cierre de actividades no esenciales, al mismo tiempo que el ingreso de inmigrantes en la Unión Americana se redujo a causa del cierre de la frontera. Por lo tanto, una vez que las restricciones sanitarias se flexibilizaron, aumentaron los flujos migratorios debido al acumulado de personas que pretenden llegar a Estados Unidos.
La metodología empleada es la revisión de los indicadores oficiales sobre la pandemia y sobre movilidad poblacional, así como del flujo de remesas. Con lo cual se enlazarán los datos y se comprobará o contradecirá la hipótesis de trabajo. La finalidad del presente documento es exponer cómo las estrategias para contener la propagación del COVID-19 aumentaron la pobreza en México y con ello la necesidad de emigrar, pero al mismo tiempo las personas se encontraron con grandes restricciones para ingresar a Estados Unidos.
El presente trabajo se compone de cuatro aparados, además de la introducción y las conclusiones, el primero de ellos sirve para exponer los antecedentes de la pandemia y contextualizar la situación migratoria y sanitaria. En el segundo se analiza la migración internacional y sus tendencias, mientras que en el tercero se exponen las cifras sobre la migración mexicana hacia estados Unidos. En el cuarto inciso se enlazan los datos sobre la pandemia y la migración mexicana hacia Estados Unidos para comprender la modificación en el número de migrantes, así como el flujo de remesas, a causa del cierre de actividades no esenciales.
Las principales conclusiones de este documento es que la pandemia del COVID-19 disminuyó la movilidad internacional de los mexicanos debido al cierre de la frontera norte, pero quienes ya se encontraban en la Unión Americana mantuvieron sus trabajos debido a que se ocupan principalmente en actividades esenciales. Eso les permitió conservar sus ingresos y con ello las remesas hacia México registraron aumentos históricos.
Antecedentes y contextualización
La migración, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), se refiere a la movilidad de las personas lejos del lugar donde residen de manera habitual, ya sea que el movimiento se lleve a cabo dentro del mismo país o a través de una o varias fronteras internacionales (OIM, 2019, p. 124). Ese traslado de los individuos es parte inherente del ser humano y en el presente milenio se ha intensificado debido a diversas circunstancias.
Mientras en el año 2000 se registraron 153 millones de migrantes internacionales, para 2020 ese dato se ubicó en 281 millones de individuos (Conapo, 2021, p. 18); en tan solo dos décadas casi se duplicó el número de personas que se desplazaron hacia otro país. Al parecer, tal incremento sólo fue superado por la movilidad de transferencias monetarias internacionales asociadas al mismo fenómeno (Valdivia, 2021). Esas transferencias monetarias se conocen comúnmente como remesas y son envíos de recursos que los migrantes hacen de manera individual o colectiva y tiene un carácter privado pues generalmente se dirigen hacia las familias (OIM, 2021).
En los primeros 20 años del presente siglo, el flujo migratorio internacional tuvo un incremento acumulado de 62%, mientras que las remesas globales en ese mismo periodo crecieron 431% (Conapo, 2021, pp. 18, 94); es decir, estas cifras parecen mostrar que el movimiento migratorio entre países sigue teniendo un fuerte componente económico. Empero, algunos factores como la violencia, conflictos internos o regímenes políticos que pueden llevar a la represión y a la inestabilidad social también han provocado grandes movilizaciones poblacionales (Solimano y Allende, 2007, p. 28). Esa tal vez es una de las razones por las que el grueso de la migración se mantiene en mayor medida de los países en desarrollo hacia los desarrollados (Aragonés y Salgado, 2011, p. 48). Tendencia que se ha reforzado con la llegada de la pandemia en 2020.
Al respecto, en diciembre de 2019 las autoridades sanitarias de China informaron a las autoridades de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que habían descubierto un nuevo patógeno que pertenece al grupo de los coronavirus y es causante del Síndrome Agudo Respiratorio Severo (SARS), por lo que recibió el nombre de SARS-CoV-2 (OMS, 2020). El virus es conocido comúnmente como Covid-19, y tiene la característica que se esparce fácilmente por lo que en poco tiempo millones de personas en todo el mundo presentaban los síntomas de esa enfermedad.
La situación anterior puso en alerta a las autoridades sanitarias globales; sobre todo, que el 30 de enero de 2020 la OMS declaró que el mundo se encontraba ante una emergencia de salud pública de preocupación internacional y el 11 de marzo del mismo año señaló que la nueva enfermedad provocada por el Covid-19 podía caracterizarse como una pandemia (OPS, 2020).
La respuesta de los mandos sanitarios de cada país fue tomar medidas inmediatas para tratar de reducir los efectos del covid-19; sin embargo, hasta junio de 2022 se habían acumulado más de 526 millones de contagios, incluyendo 158 millones en el continente Americano (OPS, 2022). A pesar del surgimiento de vacunas contra el Covid-19, se habían reportado oficialmente más seis millones de personas fallecidas a causa de los efectos del virus (ONU, 2022). Solamente en el continente americano, ocurrieron 2.75 millones de defunciones por esa causa (OPS, 2022).
Ante tal emergencia, la mayor preocupación sigue siendo contener la propagación del virus, sobre todo que el grueso de los infectados está ubicado entre la población trabajadora, lo que señala la necesidad de mantener a esas personas en sus casas, lejos del contacto social. La estrategia de los gobiernos nacionales fue decretar una cuarentena en sus países y con ello cerraron las actividades productivas consideradas no esenciales, en el momento más grave de la pandemia sólo operó lo relacionado a la producción y distribución de alimentos, servicios hospitalarios y actividades gubernamentales básicas.
Sin embargo, el aislamiento dejó a millones de personas sin laborar de manera temporal. Por esa razón, los efectos económicos que la pandemia ha provocado en casi todo el orbe, tal vez han sido más devastadores que la misma enfermedad (OIM, 2020), pues han afectado la vida e ingreso de millones de seres.
Otro de los efectos que ha provocado la pandemia actual fue la reducción en la movilidad internacional de las personas, pues la mayoría de los países implementaron una serie de restricciones para contener la propagación del virus que han limitado el ingreso regular e irregular de los migrantes (OIM, 2020a). A su vez, lo anterior ha tenido consecuencias directas sobre las remesas globales debido a que se han cerrado fuentes de trabajo en los países receptores de migrantes por lo que en general el envío de recursos de esos trabajadores hacia sus familias se ha reducido, excepto en algunos casos como el de México (Castañares, 2022).
La cuarentena decretada ha acotado los medios de sustento de millares de trabajadores. Esa situación ha incrementado la pobreza en muchas regiones del globo y eso crea las condiciones para que millones de personas emigren fuera de su país en busca de trabajo y sustento. Aunque, los migrantes se encuentran ante una disyuntiva, necesitan movilizarse hacia otro lugar debido a que aumentó la pobreza; sin embargo, no pueden hacerlo por el cierre de fronteras.
En el presente milenio la movilidad trasnacional ha tenido su mayor auge, como ya se comentó brevemente, mientras en el año 2000 había 174 millones de desplazados, equivalentes a 2.9% de la población mundial, en 2020 ya representan 3.6 por ciento (Conapo, 2021: 18). Las principales causas de la movilidad internacional tiene que ver con un insuficiente desarrollo económico y social, conflictos armados o desastres naturales en las naciones de expulsión (MMC, 2021, p. 1).
Empero, las condiciones actuales son sui géneris, pues las estrategias para contener la pandemia incluyen controles fronterizos más estrictos, que limitan la llegada de inmigrantes. Sin embargo, los potenciales migrantes están a la espera de que la pandemia sea superada para movilizarse, por lo que una vez librada la situación, los flujos migratorios crecerán exponencialmente, sobre todo de regiones necesitadas hacia las prósperas. Como ha ocurrido con la migración mexicana hacia Estados Unidos, destino del 97.4% de sus migrantes (Conapo, 2020: 48).
Migración internacional
Según la OIM, un migrante es “toda persona que se traslada fuera de su lugar de residencia habitual, ya sea dentro de un país o a través de una o más fronteras internacionales, de manera temporal o permanente, y por diversas razones” (OIM, 2019a), las cuales han cambiado con el tiempo y evolucionado al mismo ritmo que la sociedad. Sobre todo, en el actual milenio donde los enormes flujos migratorios internacionales que lo caracterizan son causados, en parte, por las condiciones de la economía global, aunque los conflictos armados en medio oriente o los desastres naturales en Centroamérica también han detonado grandes movilizaciones, lo cual ha inducido a un ajuste en los circuitos tradicionales de movilidad trasnacional (Bobes y Pardo, 2016, p. 10).
Aunque, lo anterior no es sencillo, para los migrantes arribar a otro país puede transformase en una experiencia complicada pues por lo general, para los locales el extranjero obtiene al llegar la categoría de extraño, fuereño o diferente (Simmel et al, 2012, p. 23). Mientras que en la parte negativa al recién llegado se le puede asociar con la inseguridad, el aumento del crimen, inseguridad o se le recibe como invasor (Guia, 2012, p. 593). Esa percepción podría provocar actos de racismo o xenofobia contra los migrantes que puede llegar a situaciones de discriminación o violencia.
Para las personas, la decisión de emigrar puede tener diversas causas; aunque, las principales parecen ser tres (Solimano, 2013, p. 44): incentivos económicos, en los cuales se busca llegar a una nación más próspera, o donde exista oportunidad de progreso familiar mediante el trabajo remunerado o emprendimiento productivo. La otra razón es por arribar a un país con mayor atractivo cultural o cosmopolita, donde se puede llevar una vida más activa o saludable. Mientras que la tercera causa es la necesidad de salir debido a la existencia de un conflicto armado, inseguridad pública, persecución política o racial, construcción de infraestructura, entre otros.
Como se comentó con anterioridad, en 2020 había 281 millones de migrantes internacionales, equivalentes a 3.6% de la población mundial, mientras que en el año 2000 el número de desplazados era de 173 millones y representaban 2.8% de los terrestres (Conapo, 2021, p. 18). En el siglo actual el porcentaje de movilidad trasnacional se incrementó ocho décimas y agrupó a más de cien millones de individuos, por lo que su aumento ha sido sorprendente, sobre todo las cifras señalan que en ese periodo cada año se movilizaban de un país a otro 5.4 millones de personas.
El acelerado crecimiento en el número de migrantes durante el siglo actual se vio interrumpido con la llegada del covid-19 y es que la pandemia afecta también a los que ya migraron o a quienes pretenden hacerlo, pues la escasa oferta de trabajo en los lugares de destino pudo reducir los flujos de movilidad, además que la situación sanitaria actual incrementó en algunos países la discriminación y el racismo en contra de los migrantes (CEPAL, 2020, p. 25).
A pesar de lo anterior, los individuos requieren una manera de mantenerse económicamente y también de sostener a sus familias, para lo cual necesitan obtener ingresos que, ante la imposibilidad de conseguirlos en sus lugares de origen, buscan la opción de trasladarse a otro lugar donde puedan establecerse laboralmente. Por lo general la migración es llevada a cabo por individuos en su etapa laboral más productiva y el flujo parte de naciones pobres hacia las desarrolladas, esa es la razón por la que Estados Unidos sigue siendo el destino preferido para millones de migrantes. Ese país ha recibido 18% de la migración mundial pues hasta 2020 habían arribado 51 millones de individuos a esa nación (Conapo, 2021, pp. 18, 21).
Para el caso mexicano, y de muchas naciones centroamericanas, el destino preferido sigue siendo la Unión Americana por la relativa cercanía geográfica, a pesar de los tradicionales problemas de segregación que fueron estimulados por el gobierno de Donald Trump (Kern, 2017), pero la demanda de trabajadores fácilmente reemplazables funciona como un atrayente natural que estimula la llegada de inmigrantes a ese país, por lo que las leyes laborales y de migración no han podido situarse por encima de las leyes económicas que rigen un sistema productivo que demanda mano de obra barata (Facultad de Economía-UNAM, 2008, p. 4).
Migración mexicana
México ha sido por tradición un país donde ha estado presente la migración en todas sus facetas, su ubicación geopolítica lo ha convertido en una zona de paso, de destino y de expulsión de población (Fuentes y Ortiz, 2012, p. 159). Por ejemplo, miles de centroamericanos atraviesan continuamente el territorio mexicano en su intento por llegar vía terrestre a Estados Unidos, para lo cual deben llevar a cabo un extenso peregrinar, ello muestra la primera fase.
La segunda cara de la migración se hace evidente ante el hecho que miles de personas tenían a México como su destino, mientras que otros millares, originalmente de paso, por diversas circunstancias han decidido no continuar su camino y quedarse en este país (Uribe y Olvera, 2019, p. 135). Por su parte, el tercer aspecto, tal vez el de mayor trascendencia por su volumen, se comprueba con los datos de salida de mexicanos rumbo al norte. Las cifras señalan que casi 12 millones de mexicanos por nacimiento han abandonado el país hasta fines de 2021 (Conapo, 2021, p. 42); aunque, falta contabilizar a aquellos que han emigrado de manera irregular y se ocultan de las autoridades por lo que su número es difícil de registrar.
Del total de migrantes internacionales mexicanos aproximadamente 97% se dirigieron hacia la Unión Americana, ruta que tiene larga data, aunque se comenzó a generalizar desde los años setenta del siglo pasado, cuando las condiciones económicas de México sirvieron como detonantes para la expulsión de población (Aguilar, 2018, p. 76). Por ejemplo, en 1970 había en suelo norteamericano 0.8 millones de personas nacidas en nuestro país y otras 4.6 millones con esos orígenes, por lo que en total agrupaban a 5.4 millones. Por su parte, en 1980 la cifra aumentó a 2.2 millones de mexicanos por nacimiento y otros 6.9 millones descendientes de los primeros, que en conjunto sumaban 9.1 millones en el país del norte (Mendoza y Tapia, 2010, p. 17).
Los mismos datos señalan que en 1990 el número de mexicanos en Estados Unidos era de 14.4 millones, de los cuales 4.4 millones habían nacido en México, la cifra mantuvo su tendencia al alza y en el año 2000 el total de mexicanos radicando en esa nación era de un poco más de 10 millones de personas y, agregando a los nacidos del otro lado de la frontera (12.5 millones) con los mismos orígenes, agrupaban 22.5 millones de sujetos (Aguilar, 2018, p. 76).
El nuevo milenio mantuvo las tendencias crecientes de la migración y a fines de 2020 había en Estados Unidos un aproximado de 11.5 millones de mexicanos por nacimiento; que, sumados a los de segunda (13.8 millones) y tercera generación (13.5 millones) acumulaban casi 39 millones de individuos del mismo origen en esa nación (Conapo, 2021, p. 42). Lo cual evidencia la magnitud del traslado hacia suelo norteamericano, que ha mantenido una dinámica de constante crecimiento durante el presente milenio (Aguilar, 2018, p. 98).
Los datos anteriores establecen la dinámica poblacional de los mexicanos en Estados Unidos pues durante el periodo de 1980 al año 2000, la población con esos orígenes aumentó 147%, pues se agregaron 13.4 millones de individuos. Sin embargo, para las siguientes dos décadas esa dinámica se mantuvo muy intensa pues del periodo 2000 a 2020 el incremento fue de 72% y se agregaron 16.3 millones de personas con raíces mexicanas.
Por su parte, aquellos que nacieron en México y emigraron a Estados Unidos aumentaron 354% en el primer periodo, lo que significa que su número se incrementó en 7.8 millones, lo cual establece que en promedio partieron de ese país 390,000 personas anualmente. Esa cifra es impresionante pues señala que durante los últimos 20 años del siglo pasado cada año partían más de mil personas para no regresar.
En lo que va del presente milenio se instalaron en la Unión Americana 1.5 millones de mexicanos que representaron un aumento de la migración en 15%, que señala que cada año salían 75,000 individuos con destino al país del norte (Aguilar, 2018, p. 98). Si bien en los últimos 20 años la migración mexicana hacia la Unión Americana es apenas una quinta parte de la registrada dos décadas atrás, la cifra sigue siendo muy representativa pues durante ese periodo cada día salieron de México en promedio 206 personas con la intención de radicar en Estados Unidos.
La tendencia a la movilidad internacional de los mexicanos comenzó a modificarse a partir del 20 de marzo de 2020 con el cierre de espacios aéreos y la frontera entre México y Estados Unidos (Masferrer, 2021). Quienes pretendían llegar al país del norte tuvieron que modificar sus planes pues el ingreso estaba sumamente restringido, lo que significó una marcada reducción de los flujos migratorios hacia esa nación.
Los datos del OIM señalan que durante 2020 casi 60% de quienes tenían la intención de migrar hacia Estados Unidos, incluye a mexicanos y centroamericanos, decidieron cancelar o posponer su viaje debido a la pandemia (OIM, 2020c). Ello ejemplifica cómo la pandemia redujo el flujo migratorio hacia la Unión Americana debido al endurecimiento de las restricciones migratorias.
La política de frontera sellada impuesta por Trump, y continuada por Biden, provocaron que de enero a octubre de 2021, 1.7 millones de migrantes fueron detenidos en su intento por ingresar a Estados Unidos, de los cuales más de un millón fueron expulsados a México (BBC News Mundo, 2021). Las condiciones laborales y las restricciones para ingresar la Unión Americana a causa de pandemia provocaron uno de cada cinco inmigrantes en la Unión Americana consideraron la posibilidad de retornar a sus países de origen debido a la pérdida de su trabajo, reducción en las horas trabajadas y en sus ingresos (OIM, 2020c).
Por otra parte, si bien la cantidad de mexicanos que pudieron ingresar a Estados Unidos se redujo, el número de intentos se mantuvo; es decir, los datos señalan que el flujo migratorio se mantuvo constante. De enero a noviembre de 2021 la patrulla fronteriza de Estados Unidos detuvo a 654,418 mexicanos en su frontera sur (Arista, 2021).
Covid-19 y migración mexicana
La pandemia provocada por el Covid-19 provocó el cierre de centros de trabajo que han derivado en un aumento estacional de la desocupación a nivel global debido a que el volumen de empleo está en función directa de la actividad económica (Secretaría de Hacienda, 2021, p. 4). Y es que durante las etapas recesivas la demanda de trabajadores se contrae, tal como ha ocurrido con la situación actual.
Una de las naciones más afectadas por el COVID-19 ha sido la Unión Americana donde a principios de junio de 2022 casi 85 millones de individuos se habían contagiado con el virus, de los cuales ha fallecido más de un millón (The New York Times, 2022).
Esa emergencia sanitaria provocó que el gobierno decretara el cierre de actividades, dejando a millones de personas sin ocupación, sobre todo a quienes laboran de manera informal. Las cifras sobre desempleo en Estados Unidos a fines de mayo de 2020, dos meses después de iniciada la pandemia, establecen que había más de 23 millones de personas sin trabajo, equivalentes a 14.7% de la Población Económicamente Activa (PEA) (USA Government, 2020). Entre los principales afectados se encuentran las personas ocupadas en la construcción, donde labora uno de cada cinco mexicanos (Sulbarán, 2019).
Por su parte, en enero de 2022 aún no se recuperaban en la Unión Americana los 18 millones de puestos de trabajo que se perdieron por la pandemia; aunque, las cifras de desempleo bajaron a 3.9% entre la población nativa, mientras que entre los hispanos abarcaba a 4.9% de la PEA (TSDUT, 2022).
La anterior situación ha reducido el flujo migratorio de los mexicanos hacia la Unión Americana pues, si bien las razones para trasladarse a ese país son múltiples, la búsqueda de empleo sigue siendo una de las principales causas (Aguilar, 2012, p. 187). De esa forma, el covid-19 ha afectado a quienes radican en Estados Unidos, no olvidar que al inicio de la pandemia aproximadamente 40 millones de personas que vivían en el país del norte tienen orígenes mexicanos (Conapo, 2020, p. 50).
La tasa de desocupación en Estados Unidos había venido a la baja desde 2010 cuando llegó a 9.8%, mientras que en 2019 registró un mínimo relativo de 3.7%; sin embargo, en junio de 2020 alcanzó a 11% de la PEA debido al cierre de actividades, aunque a febrero de 2022 registró 3.8% (Datos macro, 2022).
Sin embargo, la desocupación no ha sido igual para los nativos y los inmigrantes, según cifras del gobierno de Estados Unidos la PEA ocupada con raíces mexicanas en la Unión Americana a fines de 2019 era de 16 millones, y a principios de 2020 ese grupo llegó a registrar 18.5% de desempleo, mientras que en junio de ese año bajó a 17.2% (BBC News mundo, 2020). Por su parte, en los primeros meses de 2022 los hispanos desempleados registraron 4.9%, ya mencionado (TSDUT, 2022).
Si bien el porcentaje de desempleo de los mexicanos en Estados Unidos se sitúa por arriba de la media nacional su reducción se debe a que gran parte de los mexicanos se ocupan en actividades que han tenido una importante recuperación como la construcción y los servicios.
Ejemplo de lo anterior es que del total de personas de origen mexicano en la Unión Americana 30% están dedicados a la agricultura y ganadería, mientras que aquellos que se ocupan como obreros, transportistas y trabajadores de la construcción son 25%, otros 19.2% trabajan en servicios (elaboración, servicio y distribución de comida), 14% en hotelería y recreación, 6.3% en minería y 5.5% en servicios generales como talleres, lavanderías, salones de belleza, mantenimiento, etc. (Sulbarán, 2019) Ello implica que casi 50% de los mexicanos han continuado laborando en Estados Unidos pues sus actividades son consideradas esenciales.
Lo anterior explica el por qué las remesas hacia México no se han reducido pues parte importante de los mexicanos se colocan en actividades que no pueden detenerse; además, las condiciones en nuestro país han requerido del apoyo de los migrantes establecidos en la Unión Americana y ellos han respondido afirmativamente. Durante 2020 los mexicanos en estados Unidos enviaron 40 605 millones de dólares (Banco de México, 2022). Esta cifra es 11.4% 12.6% superior a la registrada en 2019 cuando arribaron al país 36 439 millones de dólares (Banco de México, 2020).
Las remesas que ingresaron a México en 2021 superaron las expectativas pues arribaron al país 51,594 millones de dólares norteamericanos (Banco de México, 2022). Es decir, en un escenario con desempleo en Estados Unidos las remesas que los mexicanos enviaron a sus familias crecieron 30% respecto a 2020, cuando alcanzaron los 40,605 millones de dólares, 11.4% superiores a las de 2019 (Banco de México, 2022). Lo anterior se debe a que la mayor parte de los mexicanos tradicionalmente se emplean en actividades esenciales como salud, alojamiento, servicios de comida, agricultura, construcción o comercio minorista (Barria, 2019).
Las actividades norteamericanas donde los connacionales tienen presencia en mayor porcentaje son: la agricultura, donde 30.1% de los trabajadores son mexicanos o de ese origen; la construcción, con 19.5%, servicios de hospedaje, un 14.5%, servicios generales como alimentación, con 20.2% (Sulbarán, 2019). Actividades que en su mayoría siguieron operando durante la cuarentena.
La recuperación de la actividad económica en Estados Unidos necesariamente requiere de mano de obra barata, que es la que aportan los inmigrantes, a fines de 2021 el nivel de empleo de los mexicanos en esa nación fue de más de siete millones de plazas, superior a las 6.97 millones registradas antes de la pandemia (IME, 2022). Sobre todo por la recuperación de ciertas ramas económicas en la Unión Americana que es donde se emplean los mexicanos, como la construcción.
Por su parte, el cierre parcial de actividades en México provocó un incremento en los niveles de pobreza, sobre todo por la reducción en el ingreso de quienes no cuentan con un empleo formal. En el primer trimestre de 2020 (cuando se decretó la cuarentena) 36.5% de la población contaba con un ingreso laboral inferior al costo de la canasta alimentaria, mientras que en el primer trimestre del siguiente año 42% de la población estaba en la misma situación, aunque para el primer trimestre de 2022 debido a la recuperación económica 38.8% de los mexicanos contaban con ingresos limitados laborales (Coneval, 2022).
Las mencionadas condiciones tradicionalmente han ejercido fuerte presión para la emigración de los mexicanos, sobre todo en aquellas zonas con antecedentes de alta movilidad algunas regiones de Zacatecas, Guanajuato, Michoacán y Jalisco (Aguilar, 2018: 96), y algunas áreas emergentes en entidades que se han sumado al flujo migratorio en el presente milenio con enormes volúmenes de migración, como Oaxaca, Guerrero, Veracruz, Morelos, entre otras (Pérez, 2012: 210). Por lo que un incremento en las condiciones de vulnerabilidad social elevará en la misma proporción la necesidad de trasladarse al país del norte en busca de ingresos para el sostenimiento de las familias.
Por lo anterior, una vez que los efectos del covid-19 sean superados los flujos migratorios crecerán rápidamente pues habrá dos situaciones paralelas (OIM, 2020b): por un lado, el aumento en las carencias detonará enormes movilizaciones de aquellos excluidos del mercado laboral y de los servicios sociales; mientras que, por el otro lado, la recuperación en económica incrementará la demanda de mano de obra barata que ayude a acelerar el auge económico. Por lo que una vez más la migración mexicana hacia Estados Unidos sigue siendo la válvula de escape para que la pobreza no siga avanzando y miles de familias puedan subsistir.
Todo ello se verá favorecido por varios factores; entre ellos, que los mexicanos en general aceptan trabajos que un ciudadano americano difícilmente tomaría por lo agotador de la actividad o por la peligrosidad (Juárez, 2021), y porque los inmigrantes no pueden acceder al seguro de desempleo en la Unión Americana lo que los obliga a mantenerse ocupados. Ello también explica el incremento de las remesas hacia México en un escenario de pandemia. Es decir, si bien se ha reducido en estos años el ingreso de mexicanos a Estados Unidos, los que se encuentran allá se han mantenido trabajando.
Conclusiones
La pandemia vino a transformar la realidad en cada rincón del planeta donde está presente, sobre todo puso en evidencia la fragilidad de la vida humana ante eventos que pueden surgir al otro lado del globo. También demostró la manera en que la economía puede transformarse a partir de factores exógenos, para lo cual la mayoría de las naciones no estaban preparadas.
Si bien la pandemia provocada por el Covd-19 provocó la contracción del mercado laboral en la Unión Americana, la ocupación de los mexicanos en aquella nación se mantuvo debido a que se emplean en actividades esenciales; sin embargo, quienes pretendían hacer el viaje a Estados Unidos tuvieron que posponer su viaje por las restricciones en la frontera.
Sin embargo, si bien en una primera etapa hubo gran cantidad de mexicanos sin trabajo en la Unión Americana, las actividades esenciales requerían de mano de obra inmigrante por lo que la recuperación del empleo y los ingresos fue rápida. Y es que gran parte de los mexicanos laboran en actividades consideradas esenciales (agricultura 30% y elaboración, preparación, servicio y distribución de alimentos 20.2%), por lo que este grupo ha mantenido sus puestos de trabajo.
Si bien la pandemia ha afectado las actividades productivas, su cierre se debe a condiciones de sanidad por lo que no presenta las características de una crisis pues la base productiva está intacta y sólo basta echarla a andar. En ese sentido, una vez que sea superada la pandemia la recuperación económica va a requerir de más trabajadores para elevar la producción. Ello se sustenta en el hecho que tradicionalmente millones de trabajadores han llegado a esa nación con la finalidad de encontrar empleo, pues el tamaño de su economía requiere la incorporación constante de mano de obra barata.
Por lo que la dinámica migratoria hacia Estados Unidos se vio interrumpida con la llegada del covid-19; sin embargo, las condiciones de pobreza y desigualdad social seguirán presentes en México, lo mismo que la dependencia en el flujo de remesas, por lo que se espera que el número de desplazados mexicanos se incremente con mayor celeridad una vez que las condiciones sanitarias lo permitan.
Es decir, la difícil situación económica que dejará a su paso el covid-19 en México provocará un aumento en la pobreza y reducirá el acceso a servicios como salud y educación debido a la pérdida de empleos formales, por lo que las personas buscarán de manera urgente alguna ocupación para apoyar a sus familias sin importar si el trabajo está dentro o fuera del país.
Con base en lo anterior, se espera que una vez que comience la recuperación, y debido a los desastres naturales en Centroamérica y el incremento de la pobreza en México, los flujos migratorios comenzarán a crecer rápidamente a fin de cubrir la demanda de mano de obra barata en la Unión Americana, por lo que las tendencias crecientes de la migración mexicana volverán a los ritmos registrados en las últimas dos décadas. Por lo que los flujos migratorios de los mexicanos, de no ocurrir alguna cosa extraordinaria, tenderán a crecer de manera sostenida en los próximos años.
Se logró el objetivo principal de analizar la forma en que la llegada del COVID-19 modificó los flujos migratorios hacia Estados Unidos y la reducción en el número de ingresos hacia esa nación. Un dato muy interesante es que las remesas hacia México no se redujeron sino al contrario tuvieron un incremento muy importante en 2021 debido a que los mexicanos se ocupan en actividades esenciales en la Unión Americana, las cuales no se detuvieron durante la pandemia.
La hipótesis de al cual se partió no pudo ser comprobada pues si bien en México hubo un aumento en la pobreza a causa de la pandemia los flujos migratorios no se redujeron pues los mexicanos seguían yendo hacia la frontera en busca de llegar al país del norte. Más bien lo que se contuvo fue el ingreso regular e irregular de personas a través de la frontera entre México y Estados Unidos. Sin embargo, las condiciones están dadas para un incremento sorprendente de la migración de mexicanos hacia la Unión Americana pues la pobreza que trajo la pandemia expulsará a millones de personas.
Bibliografía
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