Recepción: 09 enero 2013
Aprobación: 14 marzo 2013
“La incertidumbre es positiva, la certeza, si fuera real, representa la muerte moral. Si tuviésemos seguridad sobre el futuro, no habría apremio moral alguno para actuar con energía en la búsqueda de nuevas metas. El futuro está abierto a la creatividad, a las posibilidades múltiples y de toda naturaleza, y por lo tanto a una sociedad y a un mundo mejor. ”. I. Wallerstein.
Educación y sociedad
A lo largo de la historia de las civilizaciones, la presencia educativa en la sociedad, desde la más primitiva hasta la más evolucionada, aún siendo selectiva, ha sido un factor determinante y diferenciador de su auge, progreso o declinación. En la nueva era, caracterizada por la globalización, la relación entre la educación y la sociedad se construye dentro de una interrelación dinámica, compleja y con incertidumbre.
En ese sentido, las personas y la sociedad en un clima donde no existe la certeza y la seguridad absoluta, viven un continuo proceso de adaptación e interacción dinámica en donde la educación juega un papel esencial en la cohesión social, la transferencia y difusión del conocimiento, valores y prácticas de influencia mutua y que, en presencia de condiciones institucionales adecuadas, favorece el progreso y el desarrollo humano.
En el escenario de la sociedad del conocimiento y la crisis global, es impensable concebir la recuperación económica y social al margen del talento huma- no y de una amplia capacidad nacional destinada a proveer e incentivar las oportunidades de aprendizaje a lo largo de la vida, de todas las personas, de las diversas condiciones sociales y humanas en todos los escenarios de actuación, tanto laboral, ciudadano, cultural, social, mediante las modalidades educativas más diversas.
En este sentido, se afianza la convicción acerca de la importancia de desarrollar plenamente el potencial humano y crear capital social. La orientación de estos aprendizajes se sustentan en pilares diversos como el aprendizaje sobre el propio ser humano, su identidad y capacidades múltiples (aprender a ser), de los conocimientos indispensables para vivir y trabajar dignamente (aprender a conocer), de las destrezas diversas de emprender iniciativas y proyectos personales y colectivos (aprender a emprender), así como de comprender y entender a los otros en una relación basada en el respeto y la valoración del semejante (aprender a convivir juntos).
Es así que concibe la formación de los futuros ciudadanos, como un proceso continuo entre los distintos agentes educativos. Un proceso desde el nacimiento de la persona, mediante un sistema educativo que preste atención tanto a la educación formal como la extraescolar o no formal, como expresiones de aprendizaje que se complementan y que demandan de formas más creativas de articularlas en los diferentes niveles, ciclos y modalidades educativas desde la educación básica hasta la universidad.
Esta relación educación –sociedad adquiere una dimensión desafiante en sociedades como la panameña, marcadas por la desigualdad, en donde el auge económico, el conocimiento y la modernidad de un sector privilegiado, contrasta abiertamente con la pobreza, la exclusión social, el atraso, la inseguridad ciudadana y la carencia de oportunidades de aprendizajes de calidad de amplios grupos de población.
Esta dicotomía se acentúa con la presencia de un estado reformista de orientación neoliberal, donde las oportunidades de mejorar la calidad de vida y construir ciudadanía, son subordinadas continuamente a los criterios de libre oferta y demanda en un mercado desigual gobernado por el capital. La crisis que vive este modelo en una buena parte del mundo, ofrece una opción de edificar políticas públicas económicas y sociales, más centradas en el ser humano y su formación permanente.
En este nuevo escenario la universidad se constituye en un factor decisivo para asegurar a la población un estilo de vida más inclusivo. Todo ello, gracias a su capacidad de incidir, mediante la formación de profesionales y ciudadanos de alto nivel y calidad, en la creación y transferencia de conocimientos y tecnologías, así como en la proyección social en el logro de un modelo de desarrollo más sostenible, con mayor participación ciudadana activa, paz, bienestar, respeto a los derechos humanos y a los valores de la democracia.
Esta mirada de la educación cuestiona el modelo clásico de universidad. Ese ethos institucional permitió a sus académicos centrase en la vida de la organización y sus funciones académicas primordiales, sin preocupaciones significativas sobre los acontecimientos de su entorno sociocultural, replicando tal vez el modelo humboltiano de universidad protegida de las presiones de utilidad inmediata.
De lo que se trata es desarrollar la capacidad anticipativa y la responsabilidad social. De este modo, las universidades además de su función creadora, preservadora y difusora de saberes al más alto nivel, deben velar por asegurar la calidad vinculada a la equidad y la pertinencia, proveyendo condiciones de aprendizaje a todas las personas de los diversos grupos y origen social y económico, reconociendo las capacidades y experiencias educativas previas, formales y no formales, dentro y fuera de lo sistemas escolares.
Esta visión educativa está reforzada por una nueva lógica de percibir la reali- dad, en donde los participantes de ese proceso de aprendizaje pueden comu- nicarse y articular sus relaciones en di- ferentes momentos y espacios gracias al lenguaje de las nuevas tecnologías, que permite entender la sociedad emer- gente, con un sentido de red y caracte- rísticas que hacen que la relación dialó- gica se manifieste de un modo diferente.
Surge entonces una valoración distinta de los procesos de aprendizaje y de los me- dios para lograrlo, donde el conocimiento no está solo en el aula y en la mente del profesor, sino en diversas fuentes que se activan por medios tecnológicos y que in- fluyen en la construcción del ser social.
Este modelo asigna y reconoce mayor valor a la información, transformándola en un elemento clave de realización personal y profesional, donde la inmaterialización de los procesos educativos y laborales, como la comunicación en red, los campos virtuales y la Internet, cambian las formas tradicionales de las relaciones profesor-estudiante, así como entre los miembros y colaboradores de las instituciones y empresas, caracterizados por la verticalidad del mensaje y donde existía un lugar físico específico y personas que interactuaban presencialmente.
La Universidad en un Contexto Turbulento
La universidad está inserta dentro de un contexto dinámico que se mueve a gran velocidad, impulsado por fuerzas diversas y con efectos turbulentos. Estas fuerzas son más reconocibles a medida que se avanza en el recorrido por el siglo XXI. Como un enunciado profético Wallesrstein anticipa que “Creo que la primera mitad del XXI será más dificultosa, más perturbadora y, sin embargo, más abierta que todo lo que hemos conocido durante el siglo XX”.
Esta visión de Wallerstein está basada en la premisa planteada ya por Ilya Pregonine, Premio Nóbel de Química, que los sistemas históricos, como todos los sistemas, tienen vida finita: nacen, se desarrollan y finalmente mueren cuando se alejan del equilibrio y alcanzan puntos de bifurcación. Que de esos puntos de bifurcación surgen dos nuevas propiedades: pequeños inputs que provocan grandes outputs y, también, que el resultado de esas bifurcaciones puede ser intrínsecamente indeterminado.
La tercera premisa es que el moderno sistema –mundo, como sistema histórico, ha entrado en una crisis terminal y no resulta verosímil que exista dentro de 50 años. Como es incierto, se desconoce si el sistema naciente resultará mejor o peor que el actual., pero que el período de transición estará marcado por una gran turbulencia. Esta mirada prospectiva puede asociarse a la actual crisis estructural financiera, medioambiental, energética y nutricional que enfrenta el mundo global, cuyos alcances fueron y son aún desconocidos por los gobiernos, economistas y científicos.
Un cambio en el sistema histórico es posible, aunque no es seguro. Corresponde trabajar honesta y racionalmente para buscar un sistema mejor, más igualitario y democrático.
La transición de los sistemas sociales está dominada en general por la preocupación, la confusión y el miedo. El papel de las universidades, especialmente de las universidades socialmente comprometidas es contribuir a reducir la confusión imaginando, inventando y construyendo creativamente escenarios y opciones para un mundo mejor.
El modelo global que emergió con fuerza a partir de los años 90, vinculada al Consenso de Washington, prometía ser la panacea para los profundos y graves problemas económicos y sociales de la humanidad. La reducción del papel del Estado a una condición minimalista para favorecer el fundamentalismo del mercado, el intercambio comercial y el flujo de capitales entre los países, auguraba una prosperidad sin precedentes para todos, tanto para aquellas poblaciones de los países ricos como los pobres. 6
Este modelo maravilloso no logró las expectativas que a su alrededor se crearon en el mundo. Sus fundamentos operaban en torno a fuertes préstamos extranjeros, la privatización de bienes nacionales en favor de los extranjeros cuyos beneficios no se reinvertían en el desarrollo nacional, y un aumento desenfrenado del consumo.
Las consecuencias de la aplicación del modelo se han observado en los años recientes. Los desequilibrios entre los países y dentro de ellos se profundizaron, la distribución de la riqueza se tornó aún más desigual, los empleos prometidos no llegaron ni en la cantidad ni la calidad esperada, el trabajo informal se incrementó al mismo tiempo que aumentaba el proceso globalizador y, en una buena parte de los casos, la brecha entre ricos y pobres se ensanchó.
Las críticas fundamentales a este proce- so apuntan, a los hechos siguientes: 7
- Las reglas del juego siempre bene- fician a los países más desarrollados.
- Se subordinan valores fundamen- tales vinculados a la cultura, la vida y al medio ambiente, en beneficio de las pre- ocupaciones monetarias y materiales.
- Se lesiona la soberanía y democracia de los países para tomar decisiones pro- pias a favor del desarrollo de sus pueblos.
- Se imponen modelos e instituciones económicas únicas cuando existen en el mundo diversas expresiones de economía de mercado, más amigables y sostenibles, como los modelos social europeo, escandinavo y japonés.
- La educación superior, que en esencia es un bien público, adquirió condición de mercancía objeto de negociación en los tratados de libre comercio.
En el marco de esas condiciones globales, durante los últimos 10 años América Latina como región mostró un panorama interesante de progreso económico y social. Los países de la región abrieron sus mercados a la economía internacional, fortalecieron sus instituciones democráticas electorales, aumentaron el empleo y la inversión extranjera y, en muchos casos, mejoraron los indicadores sociales especialmente en materia de educación, salud e ingreso.
Sin embargo, estos cambios no fueron suficientes en todos los casos para recuperar el tiempo perdido y ofrecer la plataforma indispensable para asegurar equidad económica y social y garantizar la vitalidad de los procesos democráticos y políticos. La crisis global desencadenada a partir de 2008, golpeó con fuerza las economías de la región y su es- tabilidad política y social se ha visto dramáticamente mermada.
Dada esta situación, al menos en la mitad de los países de la región latinoamericana se prevé un crecimiento negativo durante el 2009 y, en el resto, un crecimiento mínimo, siempre por debajo del promedio logrado durante los últimos años. 8 (Ver gráfica No 1)
Esta realidad es aún más dura en los países del istmo centroamericano que se caracteriza por “una corrosiva geopolítica de seguridad vinculada al narcotráfico, la creciente vulnerabilidad de la inserción económica internacional de los países más rezagados del área y los altos precios de los hidrocarburos y los alimentos”.9 A esta situación se añade el golpe a la ya frágil democracia de uno de sus países (Honduras), poniendo en riesgo los pocos avances logrados en esta materia.
En este escenario, Panamá logró un avance económico, social y político considerable entre los años 2001 y 2008. Sus indicadores mostraron signos de ser uno de los pocos países con probabilidades reales de alcanzar un buen número de las metas de los Objetivos de Desarrollo de Milenio, para los plazos del 2015-2020. Sin embargo, para lograr este propósito el país tendrá que vencer serios retos, especialmente aquellos relacionados con la reducción de la pobreza, las profundas inequidades en el ingreso, la calidad de los servicios de salud y educación, así como las debilidades institucionales. (ver gráfica No 2)
Ninguno de los países del área había vivido una crisis de tal magnitud en el pasado y todos necesitarán del conocimiento y una acción colaborativa entre ellos para superar problemas prácticos.
La Universidad Frente a la Incertidumbre En el mundo contemporáneo se percibe la educación superior y a los organismos de investigación como instituciones indispensables para que la sociedad progrese, capaces de formar una masa crítica de personas calificadas y cultas, asegurar un desarrollo endógeno genuino y sustentable, contribuir en la reducción de las disparidades que separan a los países pobres y en desarrollo de los países desarrollados.
En este sentido lo expresa el Informe Delors al señalar que “En una sociedad, la enseñanza superior es a la vez uno de los motores del desarrollo económico y uno de los polos de la educación a lo largo de la vida. Es, a un tiempo, depositaria y creadora de conocimientos. Además, es el principal instrumento de transmisión de la experiencia cultural y científica, acumula- da por la humanidad. En un mundo donde los recursos cognoscitivos tendrán cada día más importancia que los recursos materiales como factores de desarrollo, aumentará forzosamente la importancia de la enseñanza superior y de las instituciones dedicadas a ella”.
Aún en momentos de notorias convulsiones sociopolíticas, las instituciones de educación superior han dado amplias muestras a través de los tiempos de sus habilidades para transformarse e inducir los cambios y progresos en la sociedad. Debido al ritmo de estas transformaciones las sociedades tienden paulatinamente a transformarse en una sociedad del conocimiento, de modo que la educación superior y la investigación actúan ahora como componentes esenciales del desarrollo sociocultural y económico de las personas, comunidades y naciones, incorporando las dimensiones fundamentales de la moralidad y la espiritualidad.
La educación superior tiene una presencia global. En todos los lugares del mundo, existen organizaciones y expresiones de formación e investigaciones realizadas por instituciones universitarias. Sin embargo, los cambios en el entorno le plantean a es- tas instituciones grandes desafíos relacionados con su financiamiento, la igualdad de condiciones en el ingreso y la continuidad del ciclo de estudios, el mejoramiento relativo a la situación de su personal docente y de investigación, el perfecciona- miento basado en habilidades, el desarrollo y mantenimiento de la calidad de los aprendizajes, la investigación y servicios de extensión, la relevancia de los programas ofrecidos, la empleabilidad de los formados y egresados, y su contribución al desarrollo de la sociedad.
Vista así, la educación superior tiene un sentido histórico y prospectivo al ser capaz de unir el pasado con el futuro. Según Brunner la educación se sustenta en el le- gado cultural aportado en el pasado y tiene la fuerza de construir los cimientos del por- venir. Reproduce un legado pero también es capaz de anticipar un futuro.13 De modo fundamental, como lo reconoció Gastón Berger, en educación, el futuro será la razón de ser del presente.
Después de unos ochocientos años de creadas las primeras instituciones univer- sitarias en Europa y de más de cuatro centurias en América,14 aún nos impresio- na observar en los inicios del siglo XXI que la educación superior se encuentra atrapa- da en una compleja tensión entre la conti- nuidad y el cambio.
El discurso que prevalece es el del cambio, la transformación y hasta de la revolución, el de los nuevos desafíos y oportunidades en las dimensiones curriculares, científicas, sociales y de gestión. En ese debate se produce el fermento de las ideas que dan rumbo al papel que a las universidades les corresponde en el mundo de hoy y del mañana. Ese papel está cada vez más vinculado a la celeridad en la generación y difusión del conocimiento, la crisis multidimensional que vive el planeta, los procesos de globalización de las comunicaciones y las tecnologías, la formación de la sociedad del conocimiento, así como a los graves conflictos familiares y sociales, entre otros factores.
Los imperativos de la transformación universitaria obliga a una revisión de los fundamentos de la organización y funciona- miento de las instituciones de educación superior, y les invita a constituir la vanguardia crítica de producción de conocimiento, reafirmarse nuevamente, como capaces de asegurar el futuro de sus alumnos, recuperar el papel de principal centro de generación y distribución de conocimiento, asumir compromiso y responsabilidad ética con el futuro de una sociedad y una humanidad sin exclusión, y reconocer que la universidad no es una institución aislada y que ella hace parte de una sociedad. una región y una red mundial.
Al mismo tiempo, la educación superior está siendo desafiada por las nuevas tec- nologías de la información y la comunica- ción que han mejorado los modos a través de los cuales el conocimiento puede ser producido, administrado, difundido, apli- cado y controlado. El acceso equitativo a esas tecnologías debe ser garantizado en todos los niveles de los sistemas de edu- cación. 17
Estos principios y postulados juegan un papel importante en momentos en que muchas de las universidades tradiciona- les y de las nuevas universidades parecen haber perdido el rumbo que le daban sus misiones y funciones fundamentales.
Esto se percibe cuando hay falta de sintonía con el avance, la velocidad y aplicación del conocimiento; con la validez de los diplomas y los centros de de producción e investigación fuera de la universidad, universidades corporativas o para universidades; con la pérdida de la eficiencia epistemológica, con la pertinencia del diploma y la movilidad social, con el desempleo de titulados universitarios, con los excluidos y con la utopía social. Igualmente, insensibilidad en relación con la pobreza, la desigualdad, el desempeño, el deterioro del ambiente, la violencia, el narcotráfico, las guerras y la discriminación.
En este sentido, a partir de los años 90, una serie de innovaciones y cambios han surgido con fuerza en el panorama universitario latinoamericano. Algunas de ellas están referidas a:
- La expansión de las matrículas en el grado y particularmente los postgrados.
- Consolidación de los marcos regula- torios de la educación superior (Leyes, reglamentos) en escenarios de tradición autónoma.
- La diversificación de los modelos institucionales (colegios universitarios, institutos, universidades) y de las titulaciones: carreras técnicas, licenciaturas, especializaciones, maestrías, doctorados, post doctorados, diplomados.
- Crecimiento sin precedentes de la inversión privada en la educación superior (Mercantilización de la oferta).
- Diversificación de las fuentes de financiamiento.(cuotas, aranceles, venta de servicios,)
- Alianzas estratégicas entre agencias in- ternacionales, universidades, empresas, gobiernos nacionales y locales, ONG, fundaciones, entre otras.
- Creación de programas y organismos responsables de evaluación, rendición de cuentas, acreditación y certificación de programas.
Reformas académicas y curriculares: relación formación empleo, currículo por competencia, centros de investigación y servicios, entre otras.
- Incorporación de las nuevas tecnolo- gías de la información y la comunicación a la función académica y gerencial, con programas on-line..
- Le feminización de la matrícula.
Los cambios descritos parecen insertarse dentro de la dinámica permanente de los sistemas de educación superior de los países de la región, que funcionan de modo heterogéneo y con diferentes velocidades de acuerdo a sus particulares condiciones socioeconómicas y a la fortaleza institucional de sus estados.
En este sentido, tal como lo expone Mollis “En la universidad latinoamericana, en general, el conocimiento en todas sus manifestaciones y formatos de producción y difusión no ha sido el actor protagónico en las reformas de los años 90”
Escenarios del Cambio Universitario
Como se ha visto, durante los últimos años se han realizado experiencias innovadoras y explorado opciones de cambio de las instituciones de educación superior univer- sitaria en las diversas dimensiones de la estructura y vida de estas instituciones.
Algunos escenarios muestran en países de la OCDE, las tendencias que configuran hacia el futuro la naturaleza y funcionamiento de las universidades en su propósito de cambio
La universidad tradicional con sus funciones clásicas (docencia, investigación, proyección social) interesada en cumplir con la responsabilidad social de su entorno nacional, y manteniendo una alta dependencia de los gobiernos como bien público, con pocas relaciones de dependencia de la empresa privada. Cuida su autonomía académica, administrativa y financiera y se interesan por la internacionalización de sus programas. Algunas de ellas tienden a diferenciarse y se especializan en áreas importantes del conocimiento (ingenierías, educación, cultura, ciencias sociales).
La universidad emprendedora, como instituciones que actúan con autonomía en la búsqueda de financiamiento mediante fuentes públicas y privadas diversas. La investigación y la docencia son vistas como importantes opciones de generación de recursos y contribuir al desarrollo nacional. Mantienen una activa relación internacional como fuente de recursos, de aprendizajes y movilidad docente y estudiantil. Muchas se desarrollan apoyadas en redes virtuales. En este escenario se encuentran muchas universidades privadas y algunas oficiales.
Mercado universitario libre, son instituciones orientadas por la fuerza del mercado académico, su gestión administrativa y financiera responde a corporaciones privadas, lo mismo que sus estándares de calidad. En este sentido puede mostrase que unas 23 universidades en el mundo de las cuales 13 en América Latina (dos en Panamá) pertenecen al Grupo Laureate. Algunas constituyen mega universidades con modalidad on line, con modalidad on line, de carácter trans-fronterizo, sin mayores regulaciones de la calidad de sus programas.
- Redes globales de universidades, que representan expresiones de cooperación académicas abiertas a la internaciona- lización de los estudios y las relaciones intensas entre universidades mediante movilidad de estudiantes en el marco de cursos transfronterizos, estándares comu- nes para ciclos y programas académicos, pasantías en programas de post doctora- dos, postgrados conjunto o sandwiches, el intercambio de docentes, investigadores y actores diversos del sector productivo. Se valora la cooperación voluntaria entre universidades y la armonización de los sis- temas de educación superior entre los paí- ses mediante la creación de un espacio de educación superior. Este escenario está marcado por el proceso de Bolonia (1999).
- Modelo híbrido de gestión, es una tendencia observada en universidades oficiales, que aún recibiendo subsidio del Estado, realizan una autogestión en la búsqueda de nuevos tipos de financia- miento dentro y fuera del país, mediante la venta de diversos servicios académicos, científicos y administrativos. Las fronteras financieras entre universidades oficiales y privadas, en estos casos, se tornan difusas. Los procesos de rendición de cuentas, de transparencia y eficiencia tienen un lugar importante en sus agendas.
Estos nuevos modelos universitarios rompen el paradigma clásico de universidades pensadas y gerenciales con una visión "hacia adentro" con ofertas, presenciales, docentes y estudiantes locales para atender una demanda circunscrita a una espacio nacional. Emerge con fuerza, a veces incontrolable, una tendencia hacia la internacionalización que supera los esquemas normativos tradicionales, para autorizar el funcionamiento de universidades globales que funcionan en un ámbito regional, reconocer sus títulos y regular la calidad de las carreras y programas académicos. Este nuevo paradigma impone nuevas dinámicas en las políticas y reglas del juego académico tanto dentro de cada país como entre países de una misma región.
El Modelo Anti universidad
También, durante estos años de turbulencia algunas expresiones de educación superior se manifestaron en contextos diversos utilizando los estímulos que ofrecía el liberalismo económico, la falta de Estado y sus regulaciones, así como utilización progresiva de las tecnologías de información y la comunicación como soportes de una educación a distancia transfronteriza y con escasos controles de calidad. En ese sentido se observaron expresiones institucionales que son impulsadas por diversas fuerzas contrarias al legítimo espíritu universitario, tales como:
- Instituciones que se rigen por las reglas del mercado de bienes y servicios en donde todo tiene un precio y una ganan- cia monetaria.
- Programas que responden solo a las demandas de un mercado de titulación de profesionales y técnicos y no a la formación de calidad de los profesionales y ciudadanos responsables y comprometidos con la sociedad.
- Fábricas de títulos vacíos de conocimientos, habilidades, destrezas y valores indispensables para vivir y trabajar en la sociedad. (competencias)
- Organismos que compiten en un mercado académico sin regulaciones precisas sobre la calidad de sus procesos y productos, la duración de sus ofertas y la idoneidad de sus recursos.
- Centros que funcionan hacia adentro, como sistemas cerrados, sin intercambios con su entorno socio cultural, de espalda a la sociedad, a sus problemas y preocupaciones legítimas. Centros que no asumen responsabilidad social.
Maniobrar con visión y eficiencia en este momento, puede conducir como señalan algunos estudiosos, a la refundación de la universidad. En esta perspectiva nos apoyamos en algunos vectores sugeridos por el actual Senador de Brasil, ex Rector de la Universidad de Brasilia y ex Ministro de Educación de ese país, Cristovam Buarque, que pueden orientar esta refundación:21
Rasgos de un Paradigma para los Nuevos Tiempos
- La universidad dinámica, donde los diplomas tengan plazo de validez, la formación sea permanente, concursos periódicos para profesores, evaluación continua de la calidad, cursos flexibles en el tiempo y en la organización, certificación y recertificación profesional.
- La universidad global, con intercambios fluidos de información, estudiantes, profesores, investigadores, títulos, cursos y publicaciones, congresos y foros, con otras universidades y centros de investigación del país y del exterior.
- La universidad para todos, inclusiva, abierta a todas las personas, con estudios presenciales y a distancia, con oportunida- des para estudiantes de diferentes etnias, sexos, condiciones sociales y anteceden- tes escolares. “El conocimiento es como el sol, debe brillar para todos”.
- La universidad innovadora, capaz de reformase a si misma para encontrar di- ferentes alternativas de estructurar su cu- rrículo, sus centros de investigación y su proyección social, de acuerdo con los pro- blemas y necesidades de la sociedad y los cambios en el conocimiento.
- La universidad sustentable, que inventa y reinventa formas diferentes, legítimas e imaginativas de obtener recursos, no solo del estado, sino también del sector privado, organismos internacionales, ONG y Fundaciones, para cumplir los propósitos de su misión actual y proyectada.
En este sentido, se reafirma el carácter sistémico de la universidad, una institución que no funciona en el vacío ni opera de modo independiente dentro de la sociedad. Un ente que se rige por diversas fuerzas y condicionamientos externos e internos que definen el qué se enseña y aprende, qué se investiga, como se difunden y aplican los conocimientos y cómo se articula la universidad a la sociedad y al contexto global.
Tendencias Curriculares del Nuevo Paradigma Universitario
Los paradigmas descritos se expresan por transiciones en los diversos modelos de actuación de la vida universitaria, como son: pedagógica y curricular, flexibilidad y eficiencia de la oferta y la eficacia externa de los sistemas. Algunas de ellas son:
- Mayor atención a los procesos de aprendizaje y menos a la enseñanza y transmisión de información.
- Alientan más al desarrollo de las competencias (conocimientos, habilidades, destrezas y valores) y menos la adquisición de conocimientos.
- Preocupación creciente por las capacidades, motivación y talentos de los alumnos, y menos por el poder del profesor.
- Modelos curriculares diseñados para aprender a lo largo de la vida y no solamente para ocupar un puesto de trabajo.
- Mayor interés por los requerimiento y exigencia de la sociedad y su sector productivo y menos por los requerimientos formales de la universidad.
- Carreras con diseños curriculares que fomentan períodos de estudios en otros países (pasantías, observación, prácticas) y no solo la formación académica a nivel local-nacional.
- Currícula crecientemente flexibles con más cursos de elección y menos diseños estructurados rígidos y uniformes para to- dos.
- Diversidad de métodos de aprendizaje (como resolución de problemas, trabajo en equipo, e-learning, entornos virtuales, tutorías, investigación) y no solo la clase magistral del docente.
- Organización académica progresivamente basada en enfoque interdisciplinar y transdisciplinar y menos a disciplinas que responden al la división clásica del trabajo científico, inconexas del amplio espectro de saberes y de la sociedad.
- Combinaciones de cursos presenciales y a distancia aplicando las TIC y entornos virtuales y menos uso de esquemas tradicionales presenciales.
Aplicaciones crecientes de las tecnolo- gías de la información y la comunicación en todas las actividades académicas y de gestión.
- Universidades más abiertas para la contratación de docentes e investigadores destacados por su honestidad y ejecutorias, que no han hecho una carrera docente, y menos sistemas universitarios cerrados incapaces de renovarse a si mismos.
- De universidades aisladas con sus propias reglas del juego, a instituciones universitarias que comparten con otras su visión y estrategias académicas comunes, dentro de un mismo espacio regional del conocimiento en un sano proceso de inter- nacionalización.
Conclusión
La incertidumbre si bien genera desasosiego causado por la duda, también es una valiosa fuente para fomentar la invención y la creatividad. En materia de educación superior, la crisis estructural y la sociedad del conocimiento han motivado nuevas e imaginativas expresiones de cumplir con la misión de las instituciones universitarias. Estas rutas hacia el futuro deberían asegurar la vigencia de los principios fundacionales de la universidad, innovando en su oferta, en su proyección social y en su inserción global. Pues se trata de de preservar el espíritu de servir a la formación de profesionales creativos y ciudadanos comprometidos, a la creación de conocimientos y a la transferencia tecnológica para la paz, el progreso y el desarrollo humano sostenible, enriquecer el patrimonio cultural y forjar el capital social con los lazos de solidaridad que la sociedad y el mundo reclaman.