La comunicación y la modernidad.
Communication and modernity.
Innovación tecnológica (Las Tunas)
Centro de Información y Gestión Tecnológica y Ambiental de Las Tunas, Cuba
ISSN-e: 1025-6504
Periodicidad: Trimestral
vol. 25, núm. 1, 2019
Recepción: 18 Octubre 2018
Aprobación: 18 Diciembre 2018
Resumen: El presente artículo tiene el propósito de exponer diferentes puntos de vista sobre la Comunicación y la Modernidad, a fin de brindar elementos que contribuyan al estudio de ambos conceptos, para llegar a conclusiones relacionadas con esos aspectos del saber. Para el desarrollo de la investigación se emplearon métodos como la Revisión Bibliográfica y Documental, Análisis y Síntesis, Inducción y Deducción e Histórico-Lógico los cuales permitieron analizar las tendencias que caracterizan la etapa de la modernidad y el comportamiento de la comunicación. Para la contrastación de los resultados y el control cruzado entre las diferentes fuentes se recurrió a la técnica de la triangulación metodológica y de datos, lo cual garantiza una mayor rigurosidad científica en el proceso de obtención de los datos de la realidad en la ejecución del estudio. En el desarrollo del texto se analizan definiciones, conceptos y categorías que llevan al lector la información mínima para comprender la esencia de la modernidad y la comunicación en su vasto campo de análisis, todo lo cual se inserta en la Teoría de la Comunicación.
Palabras clave: modernidad, comunicación, conocimiento, proceso.
Abstract:
The present article has the purpose of exposing different points of view on Communication and Modernity, in order to provide elements that contribute to the study of both concepts, to reach conclusions related to those aspects of knowledge. For the development of the research, methods such as Bibliographic Review, Analysis-Synthesis, Induction-Deduction and Logical-Historical were used, which allowed us to analyze the trends that characterize the stage of modernity and the behavior of communication. To compare the results and cross-control between the different sources, we resorted to the technique of methodological triangulation and data, which guarantees a greater scientific precision in the process of obtaining the data of reality in the execution of the study. In the development of the text, definitions, concepts and categories are analyzed that give the reader the minimum information to understand the core of modernity and communication in its massive field of analysis, all of which is inserted in the Theory of Communication.
Keywords: modernity, communication, knowledge, process.
INTRODUCCIÓN
La investigación que se ofrece tiene el propósito de exponer diferentes puntos de vista sobre la Comunicación y la Modernidad, a fin de brindar elementos que contribuyan al estudio de ambos conceptos, para llegar a conclusiones relacionadas con esos aspectos del saber.
El tema comunicación y modernidad constituye un asunto que concierne al individuo de modo particular, por cuanto lo que en él se encierra no es tanto una cuestión de actualidad, sino la del sentido mismo de la modernidad. La trama de modernidad y discontinuidades culturales, de anacronías y utopías que sostiene y resiste, asimila y enfrenta la comunicación masiva, la institucional y la comunitaria.
La revolución de la comunicación constituye, a la vez, un fenómeno reciente, una ruptura radical, pero también una realidad adaptada a la sociedad de masas del siglo XX; es, de cierta manera, su símbolo. Nada volverá a ser como antes de que surgieran los medios de difusión masiva.
No se detiene la revolución de la comunicación; apenas si los públicos se han habituado a esta escala de dichos medios de difusión, cuando llegan nuevas tecnologías con los multimedia que individualizan y permiten acceder a un número incalculable de cadenas de televisión y de servicios informáticos en un instante.
La comunicación está en pleno cambio desde hace un siglo, tras haber experimentado relativa quietud durante varias décadas, y se ha planteado una especie de pacto con las tecnologías, mediante la identificación con la técnica, con la consiguiente obligación para todos de adaptarse a ese ritmo indetenible.
En los últimos años, especialmente en los países ricos, la comunicación se ha tornado crucial a la hora de imaginar y nombrar los nuevos modelos de sociedad. Así, aparece el término de sociedad de la información, en la cual la creación, distribución y manipulación de la información forman parte importante de las actividades culturales y económicas de dicha sociedad.
La comunicación se ha vuelto paradójicamente también crucial en un sentido opuesto al de su aspecto positivo en el modelo informacional. La razón comunicativa aparece así en el centro de la reflexión social, para llenar el vacío y la orfandad epistemológica producida por la crisis de los paradigmas de la producción y la representación, a la vez que y provee a la sociedad de un potencial de resistencia y orientación moral del que se alimentan los nuevos movimientos sociales, desde los étnicos y ecológicos hasta los feministas.
En otra vertiente, la crisis como anuncio e inicio de la postmodernidad, también la comunicación cobra relevancia. De un lado, los cambios en la estructura comunicativa de la sociedad postindustrial: lejos de ser un mero instrumento o modalidad de la acción, la comunicación habría pasado a ser, elemento constitutivo de las nuevas condiciones del saber, que es donde se producen dichas transformaciones de fondo en el sentido de cambio de época, en un saber que no pertenece ya a aquella razón moderna de unidad, sino por el contrario, a una razón que se mueve entre la apertura de un horizonte ilimitado de exploración y la conciencia del carácter limitado de toda forma de conocimiento.
El enclave tecnológico y político de la comunicación se ha vuelto decisivo en el diseño y la reorganización de la economía y de la sociedad. Lo que a su vez ha implicado como una especie de presupuesto la idea de que las instancias públicas serían incapaces de entender y manejar la envergadura de las apuestas y los cambios que entrañan las innovaciones tecnológicas en el campo de la comunicación. De esa manera, la iniciativa en este campo se deja al movimiento del mercado al tiempo que la intervención del Estado se ve como una intromisión lindante con propósitos de censura. La confusión ha conducido a dejar sin base aquello que por años se entendió como servicio público y que ahora se ha tornado imprescindible repensar, si se quiere que guarde algún sentido la democracia misma.
MATERIALES Y MÉTODOS
Los autores realizaron la presente indagación a partir de la necesidad de elaborar materiales bibliográficos, dirigidos a elevar los conocimientos acerca de la relación existente entre Comunicación y Modernidad y, con ello, comprender mejor el desarrollo de la etapa moderna y el papel desempeñado por los procesos comunicativos, a partir de la Teoría de la Comunicación.
En la investigación, se tuvieron en cuenta métodos de investigación tales como la Revisión Bibliográfica y Documental, para analizar los diferentes conceptos que conforman las mencionadas categorías. El método de Análisis y Síntesis se utilizó para desmembrar los diferentes conceptos que conforman el fenómeno estudiado, a fin de llegar a conclusiones sobre la pertinencia de cada uno de ellos.
El método de Inducción y Deducción hizo posible revelar los aspectos comunes y diferentes de las categorías analizadas, lo cual posibilitó profundizar en el conocimiento, mientras que el empleo del método Histórico-Lógico permitió analizar las tendencias que han caracterizado los análisis de la Propaganda y la Publicidad, así como las experiencias acumuladas en su aplicación práctica.
Para la contrastación de los resultados y el control cruzado entre las diferentes fuentes se recurrió a la técnica de la triangulación metodológica y de datos, lo cual garantiza una mayor rigurosidad científica en el proceso de obtención de los datos de la realidad en la ejecución del estudio.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
El modernismo: una definición necesaria.
La modernidad, desde el punto de vista histórico, se enmarca en una etapa que comenzó cerca del año 1,400, cuando ya la Edad Media llegaba a su ocaso, y se extendió hasta mediados del siglo veinte, ocasión en la cual transcurría la denominada Edad Contemporánea.
Ese concepto también connota cierto espíritu de época: ser moderno es un rasgo distintivo de la cultura contemporánea, implica estar de acuerdo con el cambio, vivir positivamente las transformaciones sociales, como el torbellino social de la experiencia típica de la ciudad moderna de finales del siglo XVIII.
El término hace referencia a un debate filosófico-político que cobró cierta trascendencia hacia finales de los años ochenta. En la polémica se debatieron dos grandes contendientes: una modernidad vista como parte de un proyecto social todavía inconcluso de progreso, emancipación, libertad, cuyo paradigma ideológico eran las consignas de la revolución francesa: igualdad, fraternidad y libertad y, por el otro, una modernidad en crisis, devastada por su propia contradicción totalitaria y universalista que caía vencida ante sus propios límites.
Los análisis desarrollados permiten llegar a la conclusión de que el modernismo comienza, desde el punto de vista comunicativo, a partir de la irrupción del cine, la radio y la televisión en el período preguerra; es decir, desde el año 1900 hasta 1914, en el cual estos medios desempeñaron un papel fundamental en la movilización de las personas a participar en la contienda.
En este lapso, la comunicación comienza a desarrollarse como un proceso que forma parte insustituible de la actividad cotidiana del hombre En tal sentido, en Américas Latina, la investigación de la comunicación transitó por diferentes etapas: de 1900 a 1945, la clásico-humanista; de 1945-1965, la científico- teórica y de 1965-1984, la crítico-reflexiva.
¿Resistencia al conocimiento o brecha del conocimiento?
En la sociedad moderna, según Wolton (1999), los discursos comunicativos aumentan por las proezas de las tecnologías, que, en la mayoría de las veces, logran el efecto deseado. Esa resistencia ante un conocimiento teórico de la comunicación, obedece a otras causas: el fantasma del poder total y de la manipulación tocó en un principio, a la prensa escrita del siglo XIX; después a la radio y, más tarde, a la televisión. Hoy ya desapareció con las nuevas tecnologías.
Las dos actitudes opuestas expresan el mismo malestar ante la comunicación, la deseamos y desconfiamos de ella al mismo tiempo; en la medida en que los cambios técnicos parecen resolver las dificultades de la comunicación directa, a la vez, amplían sus riesgos. Dicho de otro modo, la resistencia al análisis ha sido la contrapartida al éxito inmediato y popular de las tecnologías, una manera diferente de expresar desconfianza hacia la comunicación.
Después se encuentra la dificultad de análisis: todo proceso de comunicación, desde el momento que integra las relaciones entre emisor, mensaje y receptor, es complejo y no existe ninguna continuidad ni complementación entre estas tres lógicas, y lo más complicado de entender continúa siendo la recepción.
La ausencia de tradición intelectual: la dificultad de integrar los trabajos anteriores en materia de literatura, lingüística o retórica, la debilidad de los trabajos de pragmática y los nuevos problemas planteados por la radio, luego por la televisión y, actualmente, por las nuevas tecnologías, explican que la comunicación mediática sea un dominio todavía más amplio y más complicado de entender que el de la comunicación humana o el de la comunicación escrita. De manera que cualquier tecnología nueva va siempre acompañada por un discurso sobre el vínculo nuevo entre comunicación y sociedad, lo que no simplifica el análisis.
Otra razón concierne al deseo de conocimiento de estas mutaciones, este es menos visible que hace treinta años. Un ejemplo de este débil deseo de conocimiento es la dificultad de pensar en la posición de la identidad. Ayer, la identidad estaba del lado del orden y de la tradición; la comunicación, del lado de la apertura y de la emancipación. Hoy, en una sociedad abierta, el problema de la identidad descansa con agudeza, puesto que mientras más comunicación hay, más se precisa reforzar la identidad individual y colectiva.
Sin embargo, esta obra teórica, considerable y apasionante, no ha conseguido nada, ya que el individuo ve la identidad como hace un siglo, un freno al progreso. Así, se debe revalorizar la problemática de la identidad y recordar sin parar que hablar de identidad individual o colectiva lleva siempre a la idea de una identidad dinámica, indispensable para pensar, si se quiere entender algo en la modernidad.
Otras de las razones están vinculadas a la omnipresencia de las tecnologías en todos los actos de la vida cotidiana. Desde el momento en que ellas se encuentran en el despacho, en casa, tanto en los servicios como en el ocio, tanto en la escuela como en la administración y en los comercios, el desprestigio que se desprende es tranquilizador. Vale más aprender a servirse de ellas, ya que estas tecnologías son cada vez más seductoras, económicas y productivas y no habría voluntad para dejadas de lado.
Resulta útil aprovechar los servicios que fascinan. Aquí no son sólo los mercados o los discursos los que invalidan una necesidad de conocimiento; son los mismos actos de la vida cotidiana en su desprestigio más fuerte. El uso parece la mejor respuesta a las necesidades de conocimiento.
Otra razón de esta resistencia al análisis procede de los mismos medios cultivados. Éstos se han sentido, erróneamente, amenazados en su cultura de élite y en su papel, por la llegada de los medios de comunicación generalistas que, casi mecánicamente, han desplazado las fronteras entre cultura de élite, cultura mediana, cultura de masas y cultura particular, sin reconsiderar su papel.
Esos medios de difusión masiva no han visto, incluso, cómo la expansión de la comunicación les sería evidentemente beneficiaria, ya que, por segunda vez, esta expansión se traduciría en una demanda de conocimiento para ellos, a fin de que puedan ejercer sus variadas funciones respecto a los públicos.
En todo caso, los medios cultivados se inquietaron muy rápidamente ante la llegada de la radio en los años treinta, de la que ya creían que era una amenaza para el libro y el periódico. El silencio, y más tarde la crítica, se instalaron después. En cuanto a la prensa escrita que también hablaba de las virtudes de la democracia, es preciso destacar que ha desconfiado enormemente de la comunicación de masas, porque ha visto en ella un competidor. Es quizás la reticencia frente a la cuestión del número lo que explica, en contrapartida, la frecuente adhesión a las nuevas tecnologías.
Otra de las razones es la dificultad teórica de crear el vínculo entre problemáticas muy antiguas, referentes a los modelos psicológicos, filosóficos y literarios de la comunicación humana clásica, y la explosión de la comunicación tecnológica en que los cambios han ido prodigiosamente rápidos en medio siglo. La inmensidad del terreno y la creciente posición de las tecnologías, mediante el cambio de los datos ancestrales de la comunicación, han provocado un fenómeno de espera, mientras todo esto se acompaña de un temor a ser él mismo superado, de no tomar parte nunca más.
En cuanto la comunicación tiene dificultades para imponerse como objetivo científico y teórico, la ideología de la modernidad se impone con más fuerza. Y es así como las mismas élites culturales, que eran en gran medida hostiles a los medios de comunicación
de masas, se han pasado escandalosamente a las virtudes de las nuevas tecnologías, con lo que han dado la impresión de que no había problemática de conjunto en este sector y de que las innovaciones técnicas permitían hacer siempre más difícil de emprender la economía de un análisis.
Una razón atañe a la comunicación como objeto de conocimiento. Ésta no será nunca un objeto neutro, puesto que siempre se estará ligado a ese proceso. La comunicación, constitutiva de la relación del hombre con el mundo, crea tantos proyectos como decepciones y fracasos, tantos sueños como desilusiones.
El individuo nunca es neutro frente a una problemática de la comunicación y raramente se encuentra a gusto, lo que explica, sin duda, la huida hacia adelante en las tecnologías. No se quiere saber demasiado sobre la comunicación, porque ésta siempre atrapa con los éxitos y los fracasos, mientras que las tecnologías, por sus resultados y su racionalidad, dan la impresión de un eventual dominio del tiempo y del espacio.
Una debilidad en la demanda de conocimiento expresada por la sociedad, constituye la octava razón. Los mercados están en plena expansión y las cuestiones planteadas alimentan más bien el mercado de los estudios: utilícense los servicios, domínese los mercados, evalúese la demanda, ocúpense de la imagen más que del análisis, ya que, por el momento, no hay ni crisis ni conflictos serios que obliguen a una toma de distancias.
La última razón es la amplitud del movimiento con el cual las élites, igual que los políticos y los periodistas, contrariamente a lo que había pasado con los medios de comunicación de masas, se movilizan por las nuevas tecnologías. La moda y la fascinación explican esta adhesión sin ninguna distancia crítica. Cambiarse a las nuevas tecnologías, modernizarse, estar al día, seguir la moda. Y se trata también de hacer olvidar una reticencia anterior hacia los medios de comunicación.
Esa resistencia al análisis es, sin duda, la menos evidente, aunque una de las más determinantes: el público se fabrica él mismo la opinión; al igual que al final se mostró más favorable a la televisión de lo que deseaban las élites, simplemente porque la televisión abría las ventanas al mundo, quizás mañana se mostrará menos favorables a las nuevas tecnologías de lo que se muestran las élites.
Dicho de otra forma, hay una diferencia sustancial entre la velocidad de los discursos y la lentitud de los cambios en las prácticas de comunicación; la experiencia prueba que, en materia de comunicación, las prácticas del público cambian siempre menos rápido que los discursos.
El desarrollo de los medios de comunicación y las tecnologías de la información y la comunicación crea nuevas formas de acción e interacción y nuevos tipos de relaciones sociales, formas que son completamente diferentes del tipo de interacción cara a cara que ha prevalecido a lo largo de la historia de la humanidad.
Se concibe que el desarrollo de los medios está fundamentalmente interrelacionado con las transformaciones institucionales más importantes que han dado forma al mundo moderno, aunque en América Latina, este mundo moderno llega por partes, puesto que los avances tecnológicos en la Informática y las comunicaciones producen nuevas maneras de representar el mundo y la realidad, a tal velocidad que muchas realidades no alcanzan a tomar su paso.
Modernidad y desafíos de la comunicación para el cambio social
El término comunicación para el cambio social es el planteamiento teórico-metodológico más reciente. Se trata de una categoría que lleva implícito las propuestas de la comunicación para el desarrollo, la comunicación participativa y la comunicación alternativa.
La comunicación para el cambio social es el proceso de diálogo y debate basado en la participación y en la acción colectiva, a través del cual el propio individuo determina lo que necesita para mejorar su vida. Para este planteamiento, el proceso es más importante que el producto, tal como sucede con la comunicación participativa y alternativa. Las herramientas, mensajes y técnicas no son preestablecidos, porque al estar centrada en el proceso, es en la comunidad donde ha de surgir la propuesta.
Otra similitud con la comunicación participativa es la apropiación del proceso de comunicación. No solo en la propiedad de medios, sino en la cultura y la tradición. El respeto por el conocimiento local, y el diálogo entre los especialistas del desarrollo y las comunidades.
Condiciones para que la comunicación para el cambio social logre efectividad.
1. Participación y apropiación comunitaria: el acceso a los medios ha resultado insuficiente y, a menudo, ha llevado a crear intereses. Por lo tanto, unas de las condiciones principales son la participación y la apropiación de la comunicación.
2. Lengua y pertinencia cultural: la interacción cultural es saludable cuando ocurre en un marco de igualdad y respeto, por medio del diálogo crítico, el debate de las ideas y la solidaridad; pero, la relación desigual entre la cultura dominante y la cultura local impide el diálogo. La comunicación para el cambio social apoya las voces y culturas marginadas a fin de que se establezcan canales de comunicación horizontales y fomenten el intercambio cultural en igualdad de condiciones.
3. Generación de contenidos locales: los modelos de contenidos locales dan por sentado que las comunidades de países pobres carecen de conocimiento. El proceso de comunicación para el cambio social reconoce la especificidad de la
lengua y de la cultura; más aún, apoya la legitimación del conocimiento local, fortalece la generación de contenidos locales y el restablecimiento de conocimientos propios a lo largo de décadas.
4. Uso de tecnología apropiada: la comunicación para el cambio social fomenta procesos, no tecnologías. El uso de las tecnologías ha de satisfacer no solo necesidades reales, sino también de apropiación por los actores participantes.
5. Redes y convergencias: los procesos de comunicación que se aíslan, que no establecen un diálogo con experiencias similares, tienen menos probabilidades de crecer y de ser sostenibles. La comunicación para el cambio social promueve el diálogo y el debate, no solo dentro de la comunidad, sino, también, con otros procesos sociales similares, ya que el establecimiento de redes contribuirá al fortalecimiento de los procesos.
En correspondencia con lo antes analizado queda claro que la comunicación desempeña un papel primordial en el desarrollo social. Esto demuestra que todo proceso comunicativo con intensión de estar vinculado a la trasformación democrática de las sociedades, es la forma más viable para el cambio social.
CONCLUSIONES
El papel de la comunicación en los procesos de cambios sociales en la modernidad, representa uno de los acontecimientos más influyentes ligados a los medios de difusión masiva y las tecnologías de la información y la comunicación. Las matrices de opinión desempeñan un papel fundamental en los cambios sociales de la actualidad, debido a que las mismas tienen la ventaja de los grandes medios de comunicación, los cuales son el factor determinante en el modo de actuación de las sociedades.
La producción de conocimiento se concentra principalmente en entidades transnacionales que, como factor determinante, genera una ampliación de la brecha del conocimiento, con la consiguiente creación de un mayor campo de la ignorancia, peso al gran consumo mediático y comercial.
Existe una serie de razones por las cuales se crea cierta resistencia al conocimiento, tales como los nuevos problemas planteados por la radio, luego por la televisión y, actualmente, por las nuevas tecnologías, explican que la comunicación mediática sea un dominio todavía más amplio y más complicado de entender que el de la comunicación humana o el de la comunicación escrita.
Si bien la modernidad ya fue superada desde hace varias décadas, constituyó una nueva etapa de desarrollo de la comunicación y las tecnologías, que hicieron posibles saltos inimaginables logrados por la humanidad en los últimos tempos en ambos aspectos, en aras de mejorar las condiciones de vida de los hombres.
No se puede soslayar el hecho de que la adquisición de conocimientos en los países en vías de desarrollo está en desventaja, respecto a las naciones desarrolladas, porque estas poseen más recursos que aquellos.
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