Gertrudis Gómez de Avellaneda: la joven viajera a Francia (1836) y la “poetisa de Madrid” (1846).
Gertrudis Gómez de Avellaneda: the young traveler to France (1836) and the “poetess from Madrid” (1846).
Innovación tecnológica (Las Tunas)
Centro de Información y Gestión Tecnológica y Ambiental de Las Tunas, Cuba
ISSN-e: 1025-6504
Periodicidad: Trimestral
vol. 26, núm. Esp.3, 2020
Recepción: 28 Mayo 2020
Aprobación: 10 Junio 2020
Resumen: Este trabajo estudia un tema poco tratado en la vida de la poeta camagüeyana y trata del primer conocimiento del mundo europeo y su estancia de dieciocho días en una ciudad como Burdeos lo que permitió a esta joven el descubrimiento de “lo otro”, aspecto importantísimo en su vida futura, tanto como creadora que como mujer criolla cubana: un mundo diferente se desvelaba ante sus ojos donde inició ese especie de exilio voluntario con la inmensa felicidad al descubrir “lo soñado” de Europa. Su vida en Madrid tomaría una amplitud diferente: se consagró como poeta, conoció el amor, el dolor y se convirtió al decir del crítico francés Villemain en “otra reina” que en sus versos “no daba lugar a otros sentimientos que no fueran los de patria, virtud y gloria.
Palabras clave: lo otro, ciudad, Burdeos, poeta, mujer.
Abstract:
The article presents a little-treated topic about the life of the poetess from Camagüey, it is the first knowledge of the European world and her eighteen-day stay in the city of Bordeaux, which allowed this young woman to discover 'the other' , a very important aspect in her future life, both as a creator and as a Cuban Creole woman: a different world was unveiled before her eyes, where she began that kind of voluntary exile with the immense happiness of discovering 'the dream' of Europe. Her life in Madrid would take on different amplitude: she consecrated herself as a poetess, she knew love, pain and, in the words of French critic Villemain, she became 'another queen' who in his verses 'did not give rise to feelings other than those of Homeland, virtue and glory ...
Keywords: the other, city, Bordeaux, poet, woman.
INTRODUCCIÓN
El primer viaje a Burdeos que la joven camagüeyana realiza en el año 1836, cuando contaba con veintidós años, fue una experiencia que significó, por cierto, el hecho de abandonar su Isla nativa para una vida futura indeterminada y cierta forma de exilio voluntario, pero al mismo tiempo una inmensa felicidad al descubrir Europa, tan soñada. Burdeos es la primera ciudad europea que va a conocer. Dieciocho días que marcaron su vida antes de seguir hacia España donde se convirtió, en pocos años, en la poeta reconocida y cuya fama alcanza no solo la capital española sino la ciudad de París, en la época, capital de la cultura europea. Este trabajo se continúa con otro en que se analiza su segundo viaje a Burdeos muy diferente del primero al tener repercusiones innegables en su vida espritual y en sus concepciones metafísicas.
MATERIALES Y MÉTODOS
Disponemos para seguir los pasos de la escritora, de las cartas de viaje recogidas por Domingo Figarola-Caneda (Figarola-Caneda, 1914). Como lo explica Olga García Yero, son las impresiones de la joven cubana escritas en Sevilla en 1838 y dedicadas a su prima Heloysa (García Yero, 2014). No fueron escritas en la inmediatez, sino dos años después. Son memorias marcadas por una gran subjetividad que aparece especialmente en los contrastes al descubrir lo otro, pero al mismo tiempo al reconocer lo soñado por ella desde la isla durante su niñez y su adolescencia. Y los dieciocho días pasados en la capital de la Aquitania son marcados por la curiosidad, la admiración ante la vida cultural, la arquitectura urbana, al realizarse unos sueños de joven isleña curiosa y culta, como el viaje al castillo del gran Montesquieu, por ejemplo.
Podemos decir que en Burdeos todo la atrae, la seduce, le gusta, son como unas vacaciones felices antes de partir para La Coruña, ciudad que al compararla con Burdeos le inspiraría decepciones y tristeza. Tendría que llegar posteriormente a Sevilla para reencontrar su entusiasmo de Burdeos.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
El primer viaje de Tula a BURDEOS, Francia (1836)
«El día 9 de abril de 1836 nos embarcamos para Burdeos en una fragata francesa» (Gómez de Avellaneda, 2013), escribe Tula en su Autobiografía. En varios otros escritos, precisa que se llamaba la fragata la « Bellochan » (Cruz, Aproximación biográfico-crítica, 2014). (a todas luces, adaptación fonética de la « Belle-aux- Champs ».
En la crónica que ella hace acerca de su viaje a Burdeos en el año 1836, cuenta que el barco se acercó a las costas francesas pasando cerca del faro de Cordouan. La fragata en que venía la Avellaneda remontó las aguas del estuario hasta el puerto de Pauillac. La impresionó mucho la actividad de esa pequeña ciudad portuaria donde los habitantes convirtieron sus viviendas particulares en pequeños hostales. Pauillac era y sigue siendo la capital del Médoc, tierra de viñedos famosos, de los más ilustres del mundo, y la Tula estuvo pidiendo informaciones acerca de la elaboración de los vinos.
Ella se interesa por todo y todos los detalles de la fabricación del vino le llaman la atención (especialmente la técnica del « collage », que consiste en aclarar el vino con clara de huevos).
El velero transatlántico se quedaba en Pauillac, porque el rio se estrecha Garona arriba, y el puente del puerto de Burdeos no deja pasar los barcos grandes, de altos mástiles. Pasaron una noche en Pauillac y al otro día se trasladaron hasta Burdeos en un vapor, llamado Le Bordelais. Esos vapores llevaban a los viajeros hasta la ciudad, o remolcaban los buques hasta los muelles de Bordeaux. Parece que el de Tula se quedó en Pauillac. (Annuaire de la Gironde et de Bordeaux,1846) (Almanach général, judiciaire administratif et commercial de la Ville de Bordeaux, 1850)1.
La prensa de la época atestigua perfectamente todos los detalles que ella consigna en su relato. Sin embargo, tenemos que rectificar la afirmación según la cual, “un apuesto primer oficial me decía que, ya en los inicios del siglo XIV, era habitual que más de doscientos barcos arribaran al puerto de Froissart (sic), como parte de la flota vinera…”. Por cierto, el puerto de Froissart no existe, y la realidad es diferente: es una cita casi textual del gran cronista medieval Jehan Froissart. En la obra La Guienne historique et monumentale, de Alexandre Ducourneau, que se vendía por aquellos años en las calles de Burdeos, se podía leer lo siguiente: “En 1372, según lo que dice Froissart, salieron de Burdeos doscientos barcos enteramente cargados de vino” (Ducourneau, 1842)2. Ella agrega que tomaron en el vapor “vino de Frontignan de Bordeaux” (otra confusión más benigna, ya que el vino de Frontignan se cosecha y elabora en la costa mediterránea, a 600 km de Burdeos3).
Desembarcó la familia en el puerto de Burdeos el 4 de junio4, fascinada por la actividad: « fue mi primera visión de una ciudad comercial. Sentí admiración y respeto ». Burdeos era la cuarta ciudad de Francia y uno de los principales puertos europeos. En un carruaje de alquiler, subieron los Fossés du Chapeau Rouge, y allí, frente al famoso Gran Teatro, se hospedaron en el Hotel de la Paix – que se llamaba en aquel entonces Hotel de la Paix et des Etrangers, en el edificio n° 40 (Annuaire de la
Gironde et de Bordeaux, 1846, 1846)(Almanach général, judiciaire administratif et commercial de la Ville de Bordeaux, 1850)
Pasaron dieciocho días en la que ella llama «Bordeaux la encantadora ». Nota las calles de “casas altas y todas de piedra”. Bordeaux se convirtió en efecto en “una ciudad de piedra”, de piedra blanca a finales del siglo XVIII. La ciudad fue durante dos o tres decenios una vasta obra con transporte de piedras sillares desde las lomas del Norte de la ciudad. Así aparecieron las “échoppes”, casas populares de piedra de un solo nivel en la periferia y las casas de piedra noble de dos o tres niveles, llamados “hoteles particulares” en el centro burgués donde se hospeda Tula. El edificio del Hotel de la Paix es un buen ejemplo.
Visitó el puente del Garona, llamada por el pueblo Pont de Pierre, por la misma razón5 . Napoleón, en 1810, ordena finalmente la construcción del puente, a partir de un proyecto de 1782 (por el arquitecto Dupré de Saint Maur), para facilitar el pasaje de las tropas hacia España. El primer puente de piedra fue abierto en 1822.
De los lugares y monumentos que ella menciona con gran admiración están antes de todo las iglesias de San Andrés, catedral, y Saint-Michel. Se quedó sorprendida por las dos torres gemelas de San Andrés, muestras perfectas de la arquitectura religiosa
gótica (siglos XIII, XIV-XV). Ella menciona las dos « torres gemelas afilagranadas». Y de Saint Michel, apunta la «flecha por excelencia, esperanza de peregrinos y faro de navegantes»: la flecha mide 100 metros de altura, se edificó en 1472).
Los paseos no le llamaron la atención, pero sí se quedó maravillada por la explanada de «el Quinconce », donde compartió la brisa nocturna y las animaciones con « miles de personas », noche reflejada en un texto que constituye un verdadero cuadro de costumbres al estilo de Larra. Evoca en unas cuantas pinceladas toda una serie de escenas callejeras que realizan los grupos populares en la noche de esa inmensa explanada, y que, a nuestro juicio anuncian las impresiones de José Martí “recién llegado” en su primer viaje a Nueva York, y especialmente sus impresiones de Coney Island (Martí, 1963) (Chronique, (AMB)., 1836) de 1881.
Sobre el emplazamiento del viejo Castillo Trompette, demolido en el año 1797 , se realizó allí la plaza pública más grande de toda Europa. Formada de una inmensa plaza rectangular que daba a la entrada oficial del puerto con dos columnas, y se abría hacia la ciudad con un gran hemiciclo, estaba flanqueada de dos alamedas laterales plantadas de árboles, según la disposición llamada « en quinconce », lo que le dio con el tiempo su nombre popular al conjunto6. Cuando la visitó Tula el Quinconce era « una novedad » (Almanach général, judiciaire administratif et commercial de la Ville de Bordeaux, 1850)
Paseando con su familia en las alamedas de Tourny, Tula sentía una profunda emoción al llegar frente al Gran Teatro7. Joya arquitectónica del siglo XVIII, aquel magnífico teatro ofrecía en la época de la estancia de Tula una profusión de obras dramáticas, organizando grandes bailes de disfraces durante los Carnavales (La Gironde, revue de
Bordeaux, AMB (Archives Municipal de Bordeaux), 1850). Tula y su familia asistieron a una función de la ópera Robert le Diable de Meyerbeer (Chronique, (AMB)., 1836).
Sabemos que ella visitó con suma curiosidad las librerías de Burdeos, y también que compró unos cuantos libros, como lo dice en su crónica : « en las librerías de Burdeos gastarías hasta lo que no tienes, como que tuve que recurrir a los fondos de mamá ». En su obra Tula, Mary Cruz lo confirma, al escribir que cuando estuvo en Madrid por los años 1840: «en los estantes del aposento de trabajo, en su departamento de la calle del Clavel, donde habitaba, se reunían los tomos más queridos de la biblioteca del padre y los adquiridos por ella en Burdeos, La Coruña, Sevilla, Cádiz y Madrid» (Cruz, Tula, p. 259., 2001).
Visitaba también las tiendas de géneros y lencería de la ya famosa calle mercantil de Sainte Catherine, calle larguísima que arrancaba a dos pasos de su hotel.
Durante esa estancia, Tula salió dos veces del centro de la ciudad : en primer lugar para visitar el cementerio de la Chartreuse. Creado en 1791 en un terreno del antiguo Convento de los Chartreux (Cartujos), despertó tanto la admiración de la Avellaneda como la de Stendhal, entre otros, por su paisaje arbolado y apacible. En su recinto, fue inhumado en 1828 Francisco de Goya.
Tula no podía imaginar que diez años más tarde, ella pisaría de nuevo las calles del cementerio de la Charteuse en circunstancias profundamente dramáticas para su propio destino.
En otro momento, salió de la ciudad para un paseo mucho más ameno: la visita que hizo al castillo de la Brède, Castillo de Montesquieu. Tula habla de un viaje de « dos leguas », lo que es evidentemente erróneo, dado que en realidad es un itinerario mucho más largo8. Hizo ese pequeño viaje en coche: en 1836, cada día salían dos coches desde la Plaza de la Comédie, frente al Teatro y al Hotel de la Paix, otro coche diario de la Plaza de Aquitania (hoy Place de la Victoire), para La Brède, pasando por el pueblo de Martillac (Annuaire de la Gironde et de Bordeaux, 1846). Otra sociedad llegaría a proponer un coche cada hora del alba al crepúsculo (Memorial Bordelais desde 1846 (feuille politique, littéraire et maritime), 1846). Se entiende que no le fue difícil a Tula ceder a la tentación de sumergirse en el ambiente del castillo del Barón de Montesquieu, contemplando « la mesa sobre la que tal vez escribió algunas de las brillantes páginas de l’Esprit des Loys y la mesetilla en que descansaba los pies mientras escribía ». .
En el cuadernillo titulado Autobiografía y destinado a Ignacio de Cepeda, la Avellaneda escribiría en 1839, a la luz del recuerdo:
“Los días que pasé en Burdeos me parecen ahora un lisonjero sueño. Abríase mi alma en aquel país de luces y de ilustración. No amé, no sufrí, apenas si pensaba. Estaba encantada y mi corazón y mis ojos no me bastaban. Fue forzoso dejar esa encantadora
ciudad y no lo hice sin lágrimas (Gómez de Avellaneda, Autobiografía y cartas (hasta ahora inéditas) de la ilustre poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda, 2000)
Tula poetisa de Madrid en los años 1840, vista desde Francia
En noviembre de 1836, Tula llega a Madrid y alquila una vivienda en la calle Clavel n°
3. El edificio era un antiguo palacete que fue propiedad de José Bonaparte. Ella había publicado en 1839 en Cádiz y Sevilla bajo el seudónimo de « La Peregrina ». En Madrid, publica la novela Sab en 1841. Y en el año 1843, visitó la capital francesa a invitación de los De Céspedes, en compañía de Domingo del Monte y su esposa Rosa Aldama. Parece que se dio a conocer en varias tertulias. En aquel año, la Avellaneda estuvo en París con su hermano, y se mantuvo en la capital durante toda la primavera, hospedada en la casa de los De Céspedes, en la rue Jacob (n° 12). El pintor francés Joseph-Benoît Guichard realizó un retrato al carboncillo del grupo de amigos9, plasmando así gráficamente ese momento feliz en la vida de Tula.
Regresa a Madrid en el verano de 1843, y al parecer no dio cuenta a nadie de su estancia en París. Se mudó para la calle del Desengaño, y su actividad fue intensa : publicación del Álbum del bello sexo, o las mujeres pintadas por sí mismas (1843), lo que fue una empresa atrevidísima, de la novela Espatolino (1844), de la obra dramática Munio Alfonso, y su fama llegó a tal punto en Madrid que la prensa la calificó de « la otra reina ». Es interesante ver hasta qué punto 1844 fue el gran año de la Avellaneda. Escribió el Prólogo para el Viaje a La Habana de la cubana la condesa de Merlin. En esa época, tuvo que ocultar primero, pero determinó asumir el embarazo fruto de sus relaciones con el poeta sevillano Gabriel García Tassara y ante la crítica violenta de la sociedad, se refugió en la creación, al publicar la novela Guatimozin, el último emperador de Méjico, y estrenar la tragedia El príncipe de Viana. Dio a luz a una niña, que se le murió a los siete meses, en noviembre de 1845. De esa época nos queda un retrato por Antonio María Esquivel10.
Apareció entonces en la vida de la poetisa la figura del Diputado en las Cortes valencianas D. Pedro Sabater, que obtuvo en 1846 el alto cargo de Jefe Político de Madrid. En febrero del 1846, el joven político le pidió su mano a Tula, y el 10 de mayo, fue celebrado la boda. Al mismo tiempo anunciaron los novios que viajarían a París, acompañados del sacerdote y literato Nicasio Gallego, amigo de la poetisa. El motivo de dicho viaje precipitado era dramático : D. Pedro Sabater necesitaba ser operado urgentemente de una grave afección en la laringe.
Plenamente consciente de esa situación, Tula le dedicó estos versos :
Yo no puedo sembrar de eternas flores La senda que corréis de frágil vida ; Pero si en ella recogéis dolores,
Un alma encontraréis que los divida. Yo pasaré con vos por entre abrojos ;
El uno al otro apoyo nos daremos ;(Gómez de Avellaneda de Sabater, 1850)
Como ya se ha dicho, la Avellaneda estaba en la cumbre de su fama en Madrid. En el momento en que ella emprendió viaje con su nuevo esposo a Francia, nos interesa especialmente lo que un crítico y profesor francés, Abel François Villemain, escribió en esa época acerca de ella. Villemain redactó una serie de ensayos que se publicaron bajo el título Essais sur le génie de Pindare et sur la poésie lyrique… (Villemain, 1859). En el capítulo XXIV de la obra, después de analizar la obra de Heredia, Villemain escribe :
Doña Gertrudis Gómez de Avellaneda es una Española del Oriente americano. Como Heredia, nació en Cuba… Después de miles de homenajes recibidos en Granada, en Córdoba, vino por fin al mundo agitado de Madrid. Brillando de una belleza que parecía un velo transparente de su ingenio, adornada a los ojos españoles de una gracia a la
vez nacional y semi-estraña, sacando sobre todo de su talento la grandeza y la fuerza, pero poniendo en ellas ese deseo de pureza y esa corrección exigente demasiado escasa en España para no parecer original, provocó asombro y encantó a todos los que la oyeron. Bajo el nombre de Tula, que le dieron algunos amigos, ella se hizo tan famosa como todas las esperanzas de felicidad y de libertad que despertaban entonces en España.
Sus poesías líricas, publicadas en los dos años siguientes, fueron populares primero en los salones y fueron repetidas por todas partes. Una primera tragedia que hizo representar en Madrid, Alfonso Munio, fue aplaudida con entusiasmo. Cayeron a sus pies coronas de flores, hubo serenatas en su casa, y la nombraron la Melpomena castellana. Triunfante en la escena, admirada en las academias, rodeada de homenajes en las reuniones que animaba su voz, expuesta también a los comentarios de la envidia y a las calumnias, la bella Gómez de Avellaneda no daba lugar en sus versos más que a los sentimientos de patria, virtud y gloria. (Villemain, 1859)
CONCLUSIONES
Este primer conocimiento del mundo europeo y su contacto con una ciudad como Burdeos permitieron a esta joven del oriente de Cuba el descubrimiento de “lo otro”: una cultura diferente, una arquitectura clásica distinta a lo que ella dejaba atrás en su Camagüey natal y en Santiago de Cuba desde donde inicia ese especie de exilio voluntario con la inmensa felicidad al descubrir “lo soñado” de Europa. Su vida en Madrid toma una amplitud diferente: se consagra como poeta, conoce el amor, el dolor y se convierte al decir del crítico francés Villemain en “otra reina” que en sus versos “no daba lugar a otros sentimientos que no fueran los de patria, virtud y gloria… En 1846, le tocaría acompañar a su esposo Pedro Sabater a su última morada en el cementerio de Burdeos. En un segundo trabajo abordaremos su regreso a Burdeos y su transformación espiritual.
REFERENCIAS
1. (1850). Almanach général, judiciaire administratif et commercial de la Ville de Bordeaux. Bordeaux: AMB (Archives Municipales de Bordeaux).
2. (1846). Annuaire de la Gironde et de Bordeaux. Bordeaux: AMB (Archives Municipales de Bordeaux).
3. Chronique, (AMB). (1836). Revue La Gironde.
4. Cruz, M. (2001). Tula, p. 259. La Habana: Letras Cubanas.
5. Cruz, M. (2014). Aproximación biográfico-crítica. Dans C. (. Romero, Lecturas sin fronteras ( Ensayos sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda) 1990-2012 (p. 17). La Habana: Ediciones Unión.
6. Ducourneau, A. (1842). La Guienne historique et monumentale, vol. 2 . Bordeaux: Ed. Coudert.
7. Figarola-Caneda, D. (1914). Memorias inéditas de la Avellaneda. La Habana: Imprenta de la Biblioteca Nacional.
8. García Yero, O. (2014). Tula Avellaneda: espacios centrípeto y centrífugo. En O. García Yero, Lecturas sin fronteras ( Ensayos sobre Gertrudis Gómez de Avellaneda, 1990-2912 (p. 295). Ediciones Unión: La Habana.
9. Gómez de Avellaneda de Sabater, G. (1850). Poesías,13 de febrero de 1846. Madrid,: Imprenta de Delgrás Hermanos. Pretil de los Consejos,.
10. Gómez de Avellaneda, G. (2000). Autobiografía y cartas (hasta ahora inéditas) de la ilustre poetisa Gertrudis Gómez de Avellaneda. Alicante: Alicante : Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. http://www.cervantesvirtual.com/nd/ark:/59851/bmcbc3w7.
11. Gómez de Avellaneda, G. (2013). Autobiografía… cuadernillo destinado a don Ignacio de Cepeda (escrito en Sevilla en el año 1839). Dans O. García Yero, Autobiografía y cartas de amor (p. 33). Camagûey: Acana.
12.(1850). La Gironde, revue de Bordeaux, AMB (Archives Municipal de Bordeaux). Bordeaux: Dulac et Valois.
13. Martí, J. (1963). Impresiones sobre Estados Unidos de América (por un español recién llegado) (1880-1881). Dans J. N. Martí, Obras Completas, edición crítica, tomo 7, (p. 135). La Habana: Editorial Nacional de Cuba.
14. Memorial Bordelais (feuille politique, littéraire et maritime). ( 1846).
15. Villemain, A. F. (1859). Essais sur le génie de Pindare et sur la poésie lyrique…, 1859. Fragmento sacado del Cap. XXIV, p. 563 y sig., traducción de Jean Lamore. París: Imprimerie de Firmin Didot, rue Jacob, Paris.
16. Yero, O. (2014). Aproximación biográfico-crítica . Dans C. Romero, Lecturas sin fronteras (p. 17). La Habana: Ediciones Unión.