Articulos cientificos
La cultura política de los dirigentes, una visión desde el pensamiento de Fidel Castro (Revisión).
The political culture of the leaders, a vision from the thought of Fidel Castro (Review).
ROCA. Revista Científico-Educacional de la provincia Granma
Universidad de Granma, Cuba
ISSN-e: 2074-0735
Periodicidad: Frecuencia continua
vol. 19, núm. 1, 2023
Recepción: 06 Septiembre 2022
Aprobación: 04 Enero 2023
Resumen: Consecuentes con el pensamiento y acción del líder de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz, quien en reiteradas oportunidades expresó que el pueblo cubano se caracteriza por su elevado nivel de cultura política, el presente trabajo aborda la importancia de desarrollar la cultura política de los dirigentes. A través del ejercicio de la educación política del pueblo, ellos deberán demostrar su capacidad de análisis y valoración crítica de su papel en la sociedad y del sistema político en su conjunto; en función de resolver los múltiples problemas políticos, económicos, sociales, culturales e ideológicos que se presentan en su entorno. No basta conocer la política para considerarse culto en esa materia, sino a través de su conocimiento, ser protagonista en las transformaciones revolucionarias del proyecto social y trasmitir parte de esa cultura a las actuales y futuras generaciones. El presente material, tiene como objetivo invitar a la comprensión por los dirigentes de la necesidad de desarrollar su cultura política para la efectividad del cumplimiento de su misión, en función de defender las conquistas de la Revolución Socialista desde bases más sólidas. Se utilizó como métodos de investigación el análisis y la síntesis; el histórico-lógico y la revisión de documentos.
Palabras clave: cultura política, proyecto, líder, capacidad.
Abstract: Consistent with the thought and action of the leader of the Cuban Revolution, Fidel Castro Ruz, who repeatedly expressed that the Cuban people are characterized by their high level of political culture, this paper addresses the importance of developing the political culture of leaders. Through the exercise of the political education of our people, they must demonstrate their capacity for analysis and critical assessment of their role in society and of the political system as a whole; in order to solve the multiple political, economic, social, cultural and ideological problems that arise in their environment. It is not enough to know politics to consider yourself educated in this matter, but through your knowledge, be a protagonist in the revolutionary transformations of the social project and transmit part of that culture to current and future generations. The objective of this material is to invite the leaders to understand the need to develop their political culture for the effectiveness of the fulfillment of their mission, in order to defend the achievements of the Socialist Revolution from more solid bases. Analysis and synthesis were used as research methods; the historical-logical and the review of documents.
Keywords: political culture, project, leader, ability.
Introducción
A inicios de la década de los noventa del pasado siglo, la noticia de la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) dejaba atónitos a hombres y mujeres de todos los confines y de las más diversas tendencias políticas y religiosas. Para las fuerzas de izquierda el suceso cobraba dimensiones análogas a una catástrofe nuclear.
¿Qué causas provocaron lo que luego se conocería como el derrumbe del campo socialista? Una de las causas que produjo el derrumbe del campo socialista en los países de Europa del Este y la antigua URSS, a finales de la década del 80 e inicios de los 90 del pasado siglo, consistió en el debilitamiento de la cultura política, que paulatinamente se fue alejando de los valores e ideales del socialismo.
Conscientes de esta realidad, en Cuba se experimentan cambios que han variado las manifestaciones de la actividad humana y con ellas sus relaciones, proyecciones, aspiraciones y hasta el modo de vivir y hacer las cosas. En correspondencia con la máxima aspiración social que es la formación de individuos preparados y previsores del cambio, portadores de cualidades humanas y morales que contribuyan a la conformación del ideal social socialista, lo que revela la necesidad del desarrollo de la cultura política de los dirigentes en el proceso de garantizar una cultura general integral del pueblo.
El líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, en reiteradas oportunidades expresó: “(…) el pueblo cubano se caracteriza por su elevado nivel de cultura política” (Castro, 1999, p.14), sin embargo, no es suficiente conocer lo que ocurre alrededor en el ámbito de la política para considerar que somos cultos en esta materia, sobre todo si se tiene en cuenta que la cultura, es parte de la conciencia misma y como tal supone no solo conocer, sino, actuar en consonancia con lo que se aprende conscientemente.
Para ser consecuente con el pensamiento de Fidel, es imprescindible el desarrollo de dicha cultura en los dirigentes, con puntos de referencia bien orientados, que permitan comprender el mundo y participar en él de forma activa y responsable; defender con argumentos los valores de su cultura y asumir los de la universal sin perder las raíces, con sólidos sustentos en la ciencia, y con proyección ética abarcadora, capaces de orientar a otros dirigentes, trabajadores, estudiantes y al pueblo en el debate y reflexión acerca de los problemas políticos de hoy y en la solución a los problemas profesionales relacionados con la actividad política desde su misión para trasformar la realidad.
Debe tenerse en cuenta, además, las ideas de Marx y Engels sobre el papel del sujeto en la historia; las concepciones de Fidel sobre los líderes revolucionarios y también, no por última menos importante, las reflexiones del Che sobre el papel de los cuadros revolucionarios. (Pupo, Cartaya y Mendoza, 2020).
El presente material, es una invitación a la comprensión por los dirigentes de la necesidad de desarrollar su cultura política para la efectividad del cumplimiento de su misión, en función de defender las conquistas de la Revolución Socialista desde bases más sólidas; la educación política que ejercen es a la vez la vía más expedita y la más completa, pues a través de ella, el dirigente es protagonista en la transformación revolucionaria del proyecto social y encargado de trasmitir parte de esa cultura a las actuales y futuras generaciones.
Desarrollo
Desarrollar la cultura política es necesidad prioritaria en el mundo actual, pues en la medida que esta alcanza niveles cualitativos superiores, los pueblos están más preparados para comprender, argumentar y asumir o rechazar la política interna del Estado, conocer el tipo de relaciones que se establecen entre los Estados, así como el desarrollo de la capacidad para explicarla y argumentarla.
Lo anterior implica la necesidad de comprender el vínculo entre cultura y educación para alcanzar la Cultura General Integral, así como los criterios que permiten considerar a esta última integrada didácticamente por tipos particulares de cultura.
El líder de la Revolución cubana, quien sintetiza y eleva el pensamiento revolucionario cubano, también escala el concepto de cultura hasta la cima más alta de su expresión, la cultura general integral y expresó: “(…) Cultura General Integral no es simplemente cultura artística, sino incluye elementos de ciencia, de tecnología, de historia, de doctrinas políticas y económicas y de muchas cosas, sin las cuales, no se puede hablar de Cultura General Integral” (Castro, 2001, p.5).
Según Sánchez y Palomo (2005), la Cultura General Integral es entendida como: “(…) “el proceso de creación, apropiación y disfrute de los bienes generados en los ámbitos de la vida espiritual, referidos a lo político, lo económico, lo jurídico, lo estético, lo religioso, lo científico y lo filosófico” (p.4)
Estos referentes permiten subdividir la Cultura General Integral en diferentes tipos de cultura, para dar tratamiento a un tipo específico como parte activa de la misma y hacer más efectivo su abordaje y medición. Estas constituyen prioridad en un momento histórico determinado y es necesario aclarar que entre estos tipos de cultura no existen límites rígidos, están estrechamente relacionadas, se complementan y superponen para conformar la Cultura General Integral.
Para responder a la interrogante sobre la cultura que debe poseer el dirigente, es necesario asumir críticamente referentes filosóficos y sociológicos, pues dicha cultura debe articularse en torno a aquello que constituye el fin y los objetivos de su labor profesional en la sociedad: la planificación, orientación, ejecución y control de los procesos conducentes a la formación y desarrollo de la personalidad de los diferentes actores en la sociedad.
La determinación de los contenidos de la cultura que debe conformarse en el contexto de la formación permanente del dirigente, debe someterse al análisis contextual y socio-histórico, teniendo en cuenta el ritmo cada vez más acelerado del desarrollo científico-técnico, donde la ciencia penetra la práctica y se convierte en fuerza productiva directa, y a diferencia de otras épocas, sus hallazgos se revierten de inmediato en el desarrollo tecnológico, en la cultura y en el modo de vida de los ciudadanos.
Hoy se valora, como quizás nunca antes, el papel de la educación política como esencia en la garantía del futuro, de una educación redimensionada, que promueva sujetos activos y responsables de su propio desarrollo cultural, mucho más que trasmitir conocimientos y formar habilidades, lo esencial es educar sentimientos, inteligencia, voluntad, competencias para responder a las necesidades sociales.
Ante esta perspectiva, al rol profesional del dirigente como “educador”, se establecen límites y demandas, que incluyen la capacidad de problematizar la realidad; se exige que sea un profesional comprometido con su tiempo, dispuesto y capaz de formar capacidades para aprender de forma permanente, adaptarse creativamente al cambio y participar activamente en el desarrollo y trasformación de la sociedad.
Las transformaciones deben revelarse en la formación (política) permanente del dirigente, pues ahí están las mayores fortalezas para dar respuesta a los problemas y desafíos actuales de la política que demandan una actuación desarrolladora de la cultura política, desde el cumplimiento de su misión en la actualización del modelo de desarrollo económico y social socialista cubano, en el contexto del creciente proceso de integración latinoamericana y caribeña, de las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos (EE.UU) y Cuba y el tránsito por el complejo curso de su normalización, de la agudizada labor de subversión ideológica anticubana, del desafío medioambiental global y del acelerado desarrollo de las tecnologías de la informática y las comunicaciones.
El desarrollo de la cultura política del dirigente es esencial para cumplir eficientemente su función como educador de manera que esta se revierta en el dominio de "herramientas" para el cumplimiento de su misión, habida cuenta de que es un educador que debe prepararse científicamente, para orientar, dirigir y controlar la política aprobada, cuestión que demanda una preparación continua e intencionada, fortaleciendo con ello, el carácter científico y humanista de la dirección política propia de la Revolución.
La esencia del rol profesional del dirigente, es la educación para la formación y desarrollo de la personalidad de los educandos, en este caso todos con los que interactúa. El dirigente como un auténtico artista, crea imágenes nuevas, sólo que el objeto y esencia de su creación es el hombre y la sociedad. En esencia es un educador.
El desarrollo de la sociedad en buena medida, depende entre otros factores, de la calidad del dirigente, en el orden profesional, humano y del desarrollo de su cultura política, el que consecuente con el pensamiento de Castro (2004), debe:
“(…) Utilizar sólidos argumentos para hablar con los que puedan estar confundidos, o incluso para discutir y polemizar con aquellos que tengan posiciones contrarias a las posiciones de la Revolución, o porque estén influidos por la ideología del imperialismo en esta lucha tremenda de ideas que libramos desde hace años precisamente para llevar a cabo la proeza de poder resistir... Los cuadros… tienen que estar bien preparados para esta tarea. (Castro, 2004, p.59)
Lo anterior exige que el dirigente (cuadro) se caracterice por un proceder verdaderamente estratégico e intencional, que diseñe sus influencias coherentemente. Tenga en cuenta que la política y la cultura tienen nexos indisolubles con todos los fenómenos de la vida social.
La política no es ajena a la cultura; hurgando en el origen del término, éste se asocia al cultivo en la época que el hombre tenía como actividad económica esencial la agricultura, primero el cultivo de un pequeño campo, luego la cría de ganado y finalmente la agricultura; no sólo implicaron una vida más sana, sino además un intercambio de bienes entre las comunidades, luego de esta primera división social del trabajo las relaciones entre los pueblos e individuos comenzaron a tener un significado de intercambio cultural.
La cultura hay que comprenderla como realidad objetiva estrechamente ligada a la vida humana. Supone a su vez, el proceso de creación y apropiación: la cultura no se aprende, se adquiere, se asimila mediante la actividad; es un proceso de apropiación del sujeto en el aprendizaje, que de forma activa y en interacción con los demás sujetos, hace suyos los conocimientos, las técnicas, actitudes, valores e ideales de la sociedad en que vive. En este proceso no solo se asimila, sino que también construye, critica, enriquece y transforma la cultura en un nuevo legado para generaciones futuras.
En los momentos actuales, la cultura política, es de suma importancia para la formación y desarrollo de sentimientos, valores y convicciones que orienten hacia el ámbito específicamente político, para asumir desde posiciones clasistas, la percepción subjetiva que tiene el individuo respecto al poder político y con ello una actitud ante la vida y compromiso con el proyecto social que defiende.
La cultura política al estar estrechamente ligada a la cultura general en el desarrollo histórico de la sociedad, incluye el nivel de conocimientos alcanzados y de representaciones existentes sobre la política, los intereses hacia ella, incluyendo también, las valoraciones y relaciones psicológicas, como sentimientos, emociones y estados de ánimo, que guardan las diferentes clases y grupos sociales con respecto al poder político.
En el presente trabajo se asume la valoración realizada por Sánchez y Palomo (2005) referida a que:
Si la conciencia política puede definirse como la apreciación social sobre la estructura sociopolítica, las relaciones entre las clases, las relaciones entre las clases y el Estado y las relaciones entre Estados; los criterios a partir de los cuales se puede caracterizar el desarrollo de la cultura política girarían al menos, en torno a los siguientes aspectos:
• Conocimiento y valoración crítica de la estructura sociopolítica de la sociedad cubana, destacando su carácter democrático y formando el hábito de desarrollar una vida electoral activa y consciente.
• Conocimiento y valoración crítica del panorama político mundial, a partir de las bases ideológicas que sustentan el proyecto social.
• Comprensión de las diferencias entre la conciencia política y la política real de los Estados.
• Comprensión de la política interna del Estado, así como el desarrollo de la capacidad para explicarla y argumentarla (…) (Sánchez y Palomo, 2005. p. 49).
Ante la lucha ideológica que se le impone al pueblo cubano, es necesario resaltar la siguiente afirmación de Castro (2004) cuando expresó:
En esta lucha de tipo ideológica las armas fundamentales son las ideas, el arsenal de municiones más importante es también el de las ideas. Tenemos que pertrechar de ideas a nuestros cuadros, para que ellos, a su vez, las vayan transmitiendo… a todo el pueblo. (Castro, 2004, p.59)
Siendo consecuente con los referentes anteriores, el desarrollo de la cultura política de los dirigentes es determinante para conocer, valorar, comprender, explicar, argumentar y trasmitir ideas en defensa de la cultura e identidad, sobre todo si se tiene en cuenta que también son encargados de transmitir parte de esa cultura, a las actuales y futuras generaciones para ponerlas en condiciones de analizar las complejidades del mundo actual y consolidar la existencia identitaria.
La importancia de la cultura política y su conexión con la estabilidad política y el desempeño gubernamental, se hace más que evidente, si consideramos que la supervivencia y la eficacia de un gobierno dependen en buena medida de la legitimidad que posea ante los ojos de los ciudadanos; es decir, de la coincidencia o no, de lo que espera la población de las autoridades y estructuras públicas y el desempeño de éstas.
De lo antes expuesto se infiere que la cultura política tiene una influencia fundamental en el devenir político, pues constituye un componente esencial de la vida espiritual de la sociedad, contribuyendo a la formación de una cultura general integral según el contexto en que se generan, reproducen y expresan sentimientos, costumbres, valores, tradiciones, actitudes y convicciones en los ciudadanos.
Aunque no todos los autores consultados se propusieron elaborar una definición precisa del término cultura política, la mayoría coincide en la necesidad prioritaria del desarrollo incesante de dicha cultura.
A través del estudio de la teoría se tuvo en cuenta la literatura en el ámbito internacional: Almond y Verba (1963), Pye (1965), Lechner (1987), Adler (1994), Álvarez (2004), por solo citar algunos, sin embargo, las concepciones expresadas en ellos, se circunscriben por lo general a una cultura política que tiene otra trascendencia, sobre todo en lo que se refiere a la concepción occidental de la democracia que se asienta en el pluripartidismo y la representatividad.
En el caso cubano, se tienen en cuenta los aportes de los autores: Cabrera y Suárez (2009) y Tamayo (2009) referentes de gran valor teórico – metodológico por lo que se asume en la presente investigación que la cultura política deberá poseer al menos los siguientes rasgos:
• Es un sistema complejo de interacciones sociales establecido en un contexto histórico determinado que trasciende a toda actividad humana.
• Se revela a través del conjunto de conocimientos de la política, la economía, la historia nacional y universal, los avances de las artes; las ciencias y sus consecuencias éticas y sociales adquiridos a lo largo del desarrollo social.
• Permite la formación y desarrollo de sentimientos, valores y convicciones que orienten hacia el ámbito específicamente político.
• Orienta desde posiciones clasistas, la percepción subjetiva que tiene el individuo respecto al poder político y con ello una actitud ante la vida y compromiso con el proyecto social que defiende.
• La cultura política se transmite de generación en generación con un alcance universal y nacional.
• Se expresa en normas, valores, criterios, opiniones, creencias, sentimientos, acerca de cuestiones tales como la libertad, la igualdad, la democracia, la gobernabilidad, la participación, el proceso electoral y otras inherentes al sistema político en que vive y de otros Estados.
Estos rasgos permiten su valoración en cualquier contexto lo que demuestra su universalidad, su partidismo se evidencia en el enfoque dialéctico materialista, en el modo en que se concibe la relación entre lo objetivo y lo subjetivo en la identidad cultural como unidad del ser y la conciencia de ser, sin negar la diversidad de su contenido y de los intereses clasistas que siempre refleja.
Para comprender la complejidad de la cultura política no basta con evidenciar nexos entre cultura y política, que por sí solos ya son complejos, la compleja urdimbre de relaciones e interacciones sociales pasa por la política, la moral y la ideología en sentido general, hasta desembocar en los procesos psicosociales y personales relacionados con las actividades políticas y que se manifiestan sobre todo en la vida cotidiana, los estilos de vida, la conciencia social e individual y en toda la actividad humana.
La trascendencia de la cultura política a la actividad cognoscitiva de los dirigentes se hace evidente en la necesidad de asimilar conocimientos teóricos y prácticos de la política, en correspondencia con el desarrollo de la sociedad. La asimilación desarrolladora de sus contenidos resulta de vital importancia para comprender, actuar y transformar la realidad produciendo nuevos conocimientos a partir de la práctica y experiencia acumulada.
Al ser la actividad cognoscitiva un tipo de actividad espiritual, estrechamente relacionada con la personalidad del ser humano, la manifestación en ella de la cultura política está mediada por procesos intelectuales, motivacionales, afectivos, volitivos y emocionales en estrecha relación dialéctica, poniendo de manifiesto los nexos entre la actividad cognoscitiva con la actividad psíquica; sobre estos procesos se ejercen influencias educativas ligadas a la comunicación entre los seres humanos que permite el intercambio y la transmisión de conocimientos.
El pueblo cubano, se caracteriza por su elevado nivel de conocimientos, sin embargo, no es suficiente conocer lo que ocurre en el ámbito de la política, para considerar que se es culto en esta materia, sobre todo si se tiene en cuenta que la cultura, es parte de la conciencia misma y como tal supone no solo conocer, sino, actuar en consonancia con lo que se aprende conscientemente. O sea que dicho conocimiento debe provocar, en correspondencia con las exigencias del contexto, cambios en el comportamiento, a partir de los nuevos significados que adquieren los conocimientos en vínculo con la cultura política, que se refleja en la conciencia misma, y como tal, supone no solo conocer, sino que el comportamiento esté en consonancia con lo que la sociedad concreta exige del sujeto, en este caso del dirigente.
La cultura política del dirigente debe revelarse en el cumplimiento de su rol en la sociedad a través de su ejemplo; socializando conceptos acerca de la política, la economía y la sociedad, de cómo convivir con otros sujetos sociales, respetando sus diferencias y en esta medida promover análisis casuístico y explicativo de los problemas de la realidad político-social.
Una importante herramienta en manos de los dirigentes, lo constituye la comunicación política, ya que les permite además, mantener actualizadas a las masas sobre las nuevas situaciones, enfrentar la subversión enemiga, brindar y recibir orientaciones superiores, políticas, instrucciones, plantear preocupaciones, así como interpretar y ejecutar decisiones, crear condiciones idóneas para motivar y ejercer influencias, educar en los valores, la ética y la cultura al servicio de las más injustas ideas a través de la persuasión y el convencimiento, además de lograr una mayor coherencia colectiva en el trabajo de dirección. (Martínez, Sánchez y Denis, 2017).
Para Martínez, Sánchez y Denis (2017), dicha comunicación debe favorecer, lo más ampliamente posible, el proceso de retroalimentación entre dirigentes y dirigidos –teniendo en cuenta que en Cuba el método fundamental es el participativo-, entre líderes y pueblo, así como entre los propios conciudadanos, en función de garantizar un crecimiento de los aspectos que se proyectan como propósitos del desarrollo actual y futuro de la patria, hacia un socialismo próspero y sostenible.
El trabajo del dirigente político debe estar proyectado en función de la preparación de las masas para que conozcan y defiendan los postulados de dicha política, teniendo en cuenta las situaciones del momento. Para ello, Martí fue un ejemplo de líder y revolucionario. Para estas personas, su estudio es imprescindible. También lo es para todos los cubanos porque el carácter fundamental de la dirección en Cuba es la verdadera democracia del pueblo. En este sentido, es la participación una oportunidad que este último debe asimilar y practicar conforme a la combinación armónica del ideal martiano, el marxismo-leninismo y los aportes devenidos de las tradiciones de lucha con la práctica dirigida por Fidel Castro. (Velázquez, Sánchez y Pantoja, 2021).
A lo antes expuesto se añade la urgencia de desarrollar actitudes, para vivir en armonía con los demás miembros de la sociedad, asumiendo valores (responsabilidad, cooperación, respeto por los demás, tolerancia, sinceridad, honradez, sencillez, honestidad), lo que a su vez le permitirá ganar autonomía personal y confianza en sí mismo, desarrollando su autoestima, así como habilidades comunicativas y de interrelación personal para compartir experiencias y conocimientos políticos con otros.
La estrecha vinculación con el pueblo, constituye la actividad fundamental para desarrollar la cultura política de los dirigentes, con un carácter significativo, ya que es precisamente en el pueblo, donde se concretan las políticas sociales y donde el dirigente cumple su misión, según las prioridades definidas por su organismo superior, la que dependerá en parte de su nivel de desempeño cognitivo y desarrollo de su cultura política.
La labor del dirigente debe ser desarrolladora de la cultura política; construyendo permanentemente sus conocimientos, dando solución a situaciones problémicas relacionadas con inquietudes, vivencias y problemas del medio donde se desempeña, ejerciendo un papel activo en el desarrollo de sentimientos, valores, actitudes, convicciones, principios éticos y revolucionarios orientados hacia el ámbito específicamente político, que perduren en el pensamiento y la conducta de los actores del intercambio, de modo que asuman una posición de identificación y compromiso con el proyecto social socialista que se construye.
Conclusiones
1. El desarrollo de la cultura política del dirigente constituye un proceso de revisión y renovación del conocimiento y las habilidades previamente adquiridas. Implica la apropiación de conocimientos desde una perspectiva significativa. Los conocimientos son el medio para la educación de sentimientos, valores, actitudes y convicciones que dan sentido a la vida, ellos constituyen de hecho, el sustento teórico sobre el cual se manifiestan los modos de ver la vida, y así se sientan protagonistas en la transformación de la sociedad.
2. El conocimiento significativo hacia una cultura política, no es solo al que se refiere al conocimiento del pensamiento universal en todas las manifestaciones de su espiritualidad en la historia de su desarrollo, sino también al relacionado con las necesidades, fines, intereses y logros del presente y que involucra al dirigente como parte activa de la sociedad, en su dinámica humanista y revolucionaria.
3. Consecuentes con el pensamiento y la acción de Fidel, la labor del dirigente (cuadro) debe ser desarrolladora de la cultura política, la defensa de las conquistas de Revolución necesita de sujetos preparados desde bases más sólidas; la educación política que ejercen es a la vez, la vía más expedita y más completa. El dirigente es protagonista en la transformación revolucionaria del proyecto social y el encargado de trasmitir parte de esa cultura a las actuales y futuras generaciones.
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