Resumen: Se justifica la indagación en la crisis modernista y postmodernista de la solidaridad y principios que la fundamenta; la necesidad de re-civilizar, volver a civilizar, es urgente en el conocimiento reduccionista, parcelado responsable del accionar inhumano. Todas estas prácticas hegemónicas de nuestros propios congéneres no fraternales, ni solidarias; en este lado del mundo, en el pensamiento del Sur tiene fundamentos bien direccionados de las políticas que dirigen el mundo. En la investigación cualitativa de tipo documental y teórica, desde vertientes transmodernistas se analizó la solidaridad en la transmodernidad como resistencia a las prácticas hegemónicas de nuestros congéneres. Para ello, se abordaron, los conceptos de religación, responsabilidad, antropoética, condición humana, ecosofía, libertad, como complejizaciones coayugantes en la transmodernidad de la solidaridad. Esta última, cobra sentido ante el respeto por la condición humana y el reconocimiento de ella, la solidaridad es una condición del ser humano; alude la necesidad de que se debe enseñar la condición humana y la inhumana condición que nos hace volvernos en contra. Propone que para conocer lo humano no debemos sustraerlo del universo, desde el desenvolvimiento en responsabilidad y antropoética con la tierra.
Palabras clave: Solidaridad, Fraternidad, Modernidad, Transmodernidad y Religación.
Resumo: A investigação se justifica na crise modernista e pós-moderna de solidariedade e principados que a sustentam; A necessidade de re-civilizar, re-civilizar, é urgente no conhecimento reducionista, responsável por acções desumanas. Todas essas práticas hegemônicas de nossos próprios companheiros não fraternos ou solidários; Neste lado do mundo, no pensamento do Sul, tem fundamentos bem direcionados das políticas que governam o mundo. Na pesquisa qualitativa do tipo documental e teórico, a partir dos aspectos transmodernistas, a solidariedade na transmodernidade foi analisada como resistência às práticas hegemônicas de nossos semelhantes. Para tanto, foram abordados os conceitos de alívio, responsabilidade, antropoética, condição humana, eco-filosofia, liberdade, como complexações co-conjugadas na transmodernidade da solidariedade. O segundo, faz sentido diante do respeito à condição humana e do seu reconhecimento, a solidariedade é uma condição do ser humano; Refere-se à necessidade de ensinar a condição humana e a condição desumana que nos faz recuar. Ele propõe que, para conhecer o humano, não devemos subtraí-lo do universo, do desdobramento de responsabilidades e antropoéticas com a Terra.
Palavras-chave: Solidariedade, Fraternidade, Modernidade, Transmodernidade e Relacionamento.
Abstract: The investigation is justified in the modernist and postmodernist crisis of solidarity and principalities that underlie it; The need to re-civilize, re-civilize, is urgent in reductionist knowledge, parceled responsible for inhuman actions. All these hegemonic practices of our own non-fraternal or solidarity fellows; On this side of the world, in the thinking of the South it has well-directed foundations of the policies that run the world. In the qualitative research of documentary and theoretical type, from transmodernist aspects solidarity in transmodernity was analyzed as resistance to the hegemonic practices of our fellow human beings. To this end, the concepts of relief, responsibility, anthropoetics, human condition, eco-philosophy, freedom, as co-conjugating complexizations in the transmodernity of solidarity were addressed. The latter, makes sense before the respect for the human condition and the recognition of it, solidarity is a condition of the human being; It refers to the need to teach the human condition and the inhuman condition that makes us turn against. He proposes that in order to know the human we must not subtract it from the universe, from the development in responsibility and anthropoetics with the earth
Keywords: Solidarity, Fraternity, Modernity, Transmodernity and Religation.
Artigos
La solidaridad en la transmodernidad: resistencia a las prácticas hegemónicas
Solidariedade em transmodernidade: resistência a práticas hegemônicas
Solidarity in transmodernity: resistance to hegemonic practices
Recepción: 03 Febrero 2020
Aprobación: 30 Abril 2020
Sin duda, si quisiéramos hacer un recorrido fugaz desde la creación del mundo, belleza plasmada para hacer feliz al ser humano, hasta el día de hoy, sin distinción de zona geográfica; el recorrido ha de resultar la cultura de la muerte perversa, cargada de dolor, sufrimiento y más indiferencia ante el oprimido, el desprotegido. Con ello, la pérdida de consciencia, el execrar la ética de las ciencias, de la educación y de la forma de hacer politiquerías de bajo extracto humano; son vías para mantener el sistema en la opresión intencional de dominio. ¡Sálvese quien pueda! Es el pensar del que sin tener a Dios en su sentir, con Él y en el mundo se siente desprotegido del sistema y arrancado de la vida en el planeta.
La necesidad de re-civilizar, volver a civilizar, es urgente en el conocimiento, re-civilizar el conocimiento reduccionista equivocado, parcelado responsable del accionar inhumano, “la humanidad está imbuida en una dialéctica del conocimiento porque existe una clara distancia entre el acontecimiento y la consciencia de su significado” (Morín, 2011, p. 19).
Pero también, re-civilizar el pensamiento y el aspecto cognitivo del pensar, pues hay “dos tipos de carencias cognitivas: La ceguera propia que exige un conocimiento interdisciplinar; el occidentalocentrismo, nos da la ilusión de poseer lo universal” (Morín, 2011, p. 19). La re-civilización no hay duda que alcanza todas las aristas y complejidades del inhumano y humano ser humano, así “la intoxicación consumista de la clase media se desarrolla mientras se degrada la situación de las clases más pobres y se agravan las desigualdades” (Morín, 2011, p. 23). Por ello, hay que re-civilizar la riqueza en manos de unos pocos y alcanzar condiciones mínimas deseables de habitar en el planeta.
Todas estas prácticas hegemónicas de nuestros propios congéneres no fraternales, ni solidarias; en este lado del mundo, en el pensamiento del Sur tiene fundamentos bien direccionados de las políticas que dirigen el mundo; en particular en el proyecto modernista implementado, luego de la invasión a este continente en 1492, es un aren de contradicciones y destinos en el inhumano ser humano; “la Modernidad ha sido, entre otras cosas, una época en que no resultó fácil conciliar los nuevos deseos e intereses: la razón con el sentimiento, (...) la agricultura con la industrialización” (Daros, 2015, p.51).
Si hablamos de solidaridad del ser humano muchas veces inhumano, “la fuente individual está asfixiada por el egocentrismo; la fuente comunitaria está deshidratada por la degradación de las solidaridades; la fuente social está alterada por las compartimentaciones, burocratizaciones, (...) sobre la especie” (Morín, 2010, p.31).
Sin embargo afortunadamente, los deseos de cambios realmente humanos y responsables de nuestra vida en el planeta no están plasmados por deseos religiosos; si políticos del verdadero servicio al otro; fundamentados en la creación de la humanidad. La conciencia de la tierra-patria como comunidad de destino, de “una cierta trinidad es una constante humana: en casi todas las tradiciones de la humanidad parece que se ha descubierto que la realidad es triuna (…) son precisamente lo que nosotros llamemos aquí Dios, Hombre y Cosmos” (Panikkar, 2006, p.106). Por ello el amor a nuestros semejantes, y a Dios como el amor más grande es deseable en la re-civilización con las Sagradas Escrituras, Juan 15:12 “este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros como yo os he amado”.
Ante la pregunta: “¿para qué le sirve a la Humanidad su multiplicación desmedida, su espíritu y competencia que se acrecienta sin límite hasta rayar en lo demencial, el incremento del rearme, (...) la progresiva enervación del hombre apresado por un urbanismo absorbente?” (Lorenz, 1984, p.6). Dicho autor responde dilucidando que los ocho pecados de la humanidad son: la superpoblación, asolamiento del espacio vital, la competencia consigo mismo, muerte en vida del sentimiento, decadencia genética, quebrantamiento de la tradición, formación indoctrinada y las armas nucleares.
Desde vertientes transmodernistas, en pensamiento complejo en esta indagación, como objetivo de investigación: se analiza la solidaridad en la transmodernidad como resistencia a las prácticas hegemónicas de nuestros congéneres. En el artículo titulado: De la fraternidad a la solidaridad. (Hacia una Política de la Liberación) (Dussel, 2003); siguiendo ideas de este autor en lo que versa fraternidad y solidaridad e introduciendo en lo adelante categorías como: ecosofía, condición humana, libertad, antropoética; entre otras serán precisadas para cumplir con el objetivo de indagación; la cual se ubica en la línea: Transepistemologías de los saberes y transmetodologias transcomplejas.
La investigación se extravía del hacer reduccionistas del acérrimo método científico para inspeccionar en el ser introproyectivo en el hacer y mirar en las esencias del ser humano. Pensando en la máxima moriniana, tenemos esperanza para el futuro, púes “vivimos en la prehistoria del espíritu humano” (Morín, 2006, p.199).
Es de aclarar, de manera general, que más allá de la globalización como continuación de la modernidad y postmodernidad como hegemonía y al mismo como oportunidad de trascender en las redes tecnológicas acá nos urge un término más humano, complejo e intencional de humanización y civilización del ser humano; la planetarización; este último “es un término más complejo que globalización, porque es un término radicalmente antropológico que expresa la inmersión simbiótica, pero al mismo tiempo extraña, de la humanidad en el planeta tierra” (Morín, 2003a, p.1).
No debemos olvidar que la globalización, coincidiendo con las Sagradas Escrituras es la última fase de la era planetaria, sumida en la crisis; la formación de una sociedad mundo mediante la confederación democrática de todas las naciones de la Tierra; o bien un Imperio mundo, dominado por Estados Unidos; se inmersiona como línea de salida una política de la humanidad, una política de civilización (Morín 2003a). Para esto son necesarias grandes metamorfosis; esta metamorfosis que nos lleva de la fraternidad fracasada en la modernidad a una verdadera solidaridad en la transmodernidad.
La metamorfosis procede del latín metamorphōsis, la cual a su vez procede del griego μεταμόρφωσις, que significa transformación. Transfórmanos entonces, en lo adelante con Dios y sus enseñanza desde Jesús en la tierra es metamorfosis, hermeusis y comportamiento sapiencial y clemente. Esto es ser solidario.
Ser solidario por vocación, la etimología de la palabra vocación viene del verbo latino vocare, que significa llamada. Por lo que vocación, es la acción y efecto de llamar. La vocación se combina con la ecosofía, para lograr la metamorfosis y llegar a la sabiduría; y todo sabio será solidario. De estas concepciones se ejemplificará más adelante.
La fraternidad, afecto y trato entre personas que se consideran como hermanos es una utopía; en la trascendencia histórica de la: reforma protestante, revolución francesa, ilustración, revolución cultural y la revolución industrial. Esta última se inicia en Inglaterra a finales del siglo XVIII y paulatinamente se expande durante el siglo XIX y principios del XX a los demás países occidentales, dando prioridad a la razón instrumental, demoliendo con ello antiguas sociedades y creó una sociedad totalmente nueva, no ya agrícola, sino industrial. Toda esta era moderna desemboca en hegemonía en 1492 con la invasión al continente y la masacre de habitantes originarios y la imposición de vida extraña y conveniente a los invasores mientras saqueaban sus recursos; donde la fraternidad que ellos tenían como bandera es genocidio y el encubrimiento del otro, de su potencia; tal en el texto: 1492: El encubrimiento del otro. Hacia el origen del mito de la modernidad (Dussel, 1993).
Estudioso en la filosofía de la liberación de la fraternidad y la solidaridad afirma que la semántica de la fraternidad, desde su origen está asociada a la amistad; su contrapuesto la enemistad (Dussel, 2003). La fraternidad, phratría, se funda en una en el principio de igualdad de nacimiento, isogonía por igualdad de naturaleza, katá phúsin, lo que determina la igualdad según la ley, isonomía katà nómon. La philía de la indicada isonomía es la amistad política, la fraternidad, que se liga a la demokratía. Desde luego adelantamos que el propósito no es transcurrir por la filosofía de la fraternidad y su estudio estricto, sino por las consecuencias que se devienen de la inhumana fraternidad que permea al mundo actual.
Ante ello, la fraternidad representa en el proyecto moderno la igualdad de unos pocos antes los demás que son inferiores y para sus intereses la manera de mantener ese statu de inferioridad es la subyugación y el encubrimiento de su potencial en la excusa de que los superiores pueden civilizarlos y ayudarlos a civilizarse; “La fraternidad moderna ha servido de fundamento para legitimar la idea de que algunos son más iguales que otros, sobre todo si ese otro es necesario para el crecimiento de determinada situación económica o social” (Elias, 2014, p.5)
Parece una imposibilidad el título de la sección: la fraternidad en la modernidad, en tanto la “Modernidad nos privó de la fraternidad en dos sentidos: como merecedores de ella y en tanto sujetos capaces de reflexionar acerca de ella. Lo primero al ser pueblos colonizados (...) ser buenos repetidores de la sabiduría del “hombre blanco”” (Monares, 2015, p.77). En consonancia con lo anterior que la academia occidental estableció que mientras ellos piensan, los demás son pensados por ellos (Estermann, 2009).
La fraternidad de 1789, como todas las ideas ilustradas, “por más que pudiera ser ampliada a las clases bajas francesas, era una noción exclusiva y excluyente. Tal carácter queda aún más patente al considerar la esclavitud y la colonización francesa de otros pueblos” (Monares, 2015, p.61).
Uno de las acciones más crueles que han venido usando los opresores es hacer que el oprimido se sienta inferior y merecedor de tal condición, para que de ese modo no atente contra su humanidad y su totalidad del ser; engaño éste que no impide sin embargo, que el grito del otro interpele tal crueldad, por más que quiera sosegar esta realidad. La destrucción de la autoconfianza y la pérdida de autoestima que sufre el sujeto en la colonización y que trastoca su identidad se ven nutrida con la revalorización y la apropiación de su cultural, el desarrollo de la autoconfianza y la liberación de la autoestima, fusionada a la restauración de la identidad social, cultural y propia. El tema en su profundización con la cultura se profundiza en futuras investigaciones de la línea mencionada.
La falta de solidaridad está presente en el propio sujeto colonizado, las críticas del sujeto soterrado, expresado como modernista o postmodernista, dejan cuenta en primera instancia de expresión de la corporeidad de un individuo profundamente antihumano que entierra en primer lugar su propia humanidad. Niega su condición de colonizado expresando su éxito bajo la obtención de un capital, al que justifica como primera prioridad de su vida; y la manera de hacer conocimiento la científica que lo racionaliza a la prioridad de producción para un sistema que lo soslaya; “el sujeto colonial eurocentrado, niega la subjetividad del colonizado, racializado y esclavizado” (Méndez y Mendoza, 2017, p.45).
Por otro lado, sienao esta una investigación cualitativa llena de la subjetividad del autor, en pleno sentir, sin pasar por el filo del método cientifíco, podemos acudir a las Sagradas Escrituras para buscar concepciones de fraternidad, en Éxodo 3, 7-8 leemos: “y Yavé le dijo: He visto la aflicción de mi pueblo en Egipto y he oído los clamores a causa de sus capataces, pues conozco sus angustias. Y he bajado para librarle de la mano de los egipcios”. Los israelitas eran los esclavos de los egipcios, quienes se levantaron desde el sometimiento a los otros. Yavé envía a Moisés para que lleve a cabo la liberación de Israel, interpelando al Faraón. Moisés, israelita pero criado como egipcio, presenta cierta resistencia al mandato de Yavé.
Desde las Sagradas Escrituras, la fraternidad se ha visto y expresado como un problema de la competencia entre hermanos o rivalidad, como un problema antiguo de la humanidad. Basta notar que una de las primeras historias en las Sagradas Escrituras, trata de la rivalidad entre dos hermanos. Narra en las Santas Escrituras, Caín, el mayor, le protestaba a sus padres, Adán y Eva, de que por qué tenía que ayudar a cuidar a su hermano menor, Abel. Mientras estaban en el campo, Caín atacó a su hermano y lo mató. 9 El Señor le preguntó a Caín: — ¿Dónde está tu hermano Abel? —No lo sé —respondió—. ¿Acaso soy yo el que debe cuidar a mi hermano?" (Génesis 4: 8).
Esta historia narrada en las Sagradas Escrituras tiene un final trágico; la rivalidad entre estos dos hermanos llega al punto en que Caín asesina a Abel y, según las Sagradas Escrituras, éste fue el primer homicidio en la historia de la humanidad. Más adelante, en la historia los israelitas odian los árabes, los dominicanos a los haitianos sus parientes más cercanos. Y así Europa Occidental invade países de la Europa Oriental. En nuestro continente; que podemos decir en el sentir del ser; si masacrar seres humanos en su propio hábitat, como sucedió en nuestro continente no es la muestra del odio más grande, en la excusa de civilizarnos.
La fraternidad moderna ha servido de fundamento para legitimar la idea de que algunos son más iguales que otros, sobre todo si ese otro es necesario para el crecimiento de determinada situación económica o social. Al otro le adviene la condición de enemigo porque su mero estar conflictúa el régimen hegemónico. Las muertes que siempre han ocurrido en nombre de la religión, las guerras, los niños que mueren cada día por la falta más elemental como la alimentación es muestra de la inhumanidad del ser humano; la carencia de caridad inimaginable en todo el mundo.
La relación: libertad-igualdad-fraternidad se ha entendido como un valioso legado de la Ilustración francesa, materializado por la revolución de 1789 e incluido en el proyecto de la Modernidad. Y que sus consecuencias son más letales que nunca en un mundo inhumano amenazado siempre por los intereses de unos pocos, llenos de desamor por la tierra patria.
En el cierre a esta sección, la entendida fraternidad de la modernidad ha permeado el pensamiento del sur y nuestro continente y se perpetua en la globalización y en los interese de dominación. La fraternidad va unidad a la desigualdad e injusticia, plasmada aún en el racismo, en la pugna de culturas, en el poderío entre países, en la más clara inhumanidad. La inhumanidad que lleva la declive a la tierra patria y al desaparición de la especie, y con ello todo lo demás hay que enfrentarla con una metamorfosis del ser humano; pues: individuo-sociedad- y especie son indivisibles y al claudicar la tierra claudican los tres elementos (Morín, 2003b); en una especia de salida y rescate de nuestra esencia emerge la transmodernidad buscando salidas otras que pueden coadyuvar, a parte de la nuestra, a la ayuda de los demás continentes de cómo vivir con la naturaleza, en el respeto a la diversidad; en una solidaridad-interculturalidad, de la cual damos cuenta en lo adelante; junto a categorías que se desprenden en el discurso complejo e irreverente.
El titulo insinuante en esta sección: de la fraternidad a la solidaridad no espacia el tiempo en el que la fraternidad ha culminado y comienza la solidaridad; de la misma manera la transmodernidad no comienza en el fin de la modernidad y postmodernidad; estas malas interpretaciones son comunes en el mundo filosófico en el que se pasean las arenas movedizas de las investigaciones. Por ello precisamos las concepciones de las categorías que van a apareciendo; en lo inmediato y no como un apartado.
“La Transmodernidad es un nuevo proyecto de liberación de las víctimas de la Modernidad, la “otra-cara” oculta y negada” (Dussel 1992, p.162). No son pocas las razones sustentadas en Enrique Dussel de como en la transmodernidad se encuentra el asidero necesario para la realización de dicha investigación; “ese proyecto transmoderno será también fruto de un diálogo entre culturas” (Dussel, 1992, p.162).
Más aun, en la transmodernidad se exigirá una nueva interpretación de: “todo el fenómeno de la Modernidad, para poder contar con momentos que nunca estuvieron incorporados a la Modernidad europea, y que subsumiendo lo mejor de la Modernidad europea y norteamericana que se globaliza” (Dussel, 2001, p.390). Es que se ira a la búsqueda en la exterioridad de la modernidad las culturas olvidadas; el otro encubierto en palabras de dicho autor de la filosofías del sur, las transmodernista.
La noción de transmodernidad germinó con la conciencia de que, para intentar hacer cualquier abstracción o formalización de la realidad pensada en términos no modernos, se trataba siempre de partir de las historias negadas, encubiertas, excluidas y condenadas al olvido por la modernidad (Bautista, 2014), como en efecto se hace con la ecosofía desde esta elaborar los conceptos y las categorías críticas con las cuales desfondar la supuesta racionalidad, universalidad, verdad u objetividad de la modernidad euro-norteamericano-occidental de la forma de investigar y de construir conocimientos, de legitimar saberes.
“La ecosofía no renuncia ni a la ciencia ni a la tecnología, simplemente subraya que el uso que hacemos de ellas no satisface las necesidades humanas básicas como un trabajo con sentido en un ambiente con sentido” (Pupo, 2017, p.18). Se trata de nuevos saberes transdisciplinarios e integradores, cuyos propósitos esenciales se dirigen a salvar al ser humano desde una perspectiva ético, integradora, humanista, compleja y con sentido cultural. Se considera que la ecosofía se enmarca en la transcomplejidad y constituye en un saber que despierta gran interés en la comunidad científica.
La idea compleja y fractalica de la ecología profunda no separa a los humanos, ni a ninguna otra cosa del entorno natural, no ve al mundo como una colección de objetos separados, sino que la ve como una red de fenómenos interconectados e interdependientes. La ecología profunda reconoce el valor intrínseco de absolutamente todos los seres vivos y ve a los humanos, la trama de la vida (Capra, 1998).
“La ecología es una percepción espiritual y religiosa, entendido esto como una forma de conciencia en la que el individuo experimenta un sentimiento de pertenencia y de conexión con el cosmos en general, como un todo” (Capra 1998, p.29). Este sentido ecológico desde luego va más allá de la tradicionalidad de esta, tiene consigo la complejidad mental, ética, estética, social y espiritual.
La noción de solidaridad la queremos comenzar tratando desde las Sagradas Escrituras, el principio de solidaridad se formula claramente en la denominada: regla de oro, donde Jesús resume el Antiguo Testamento con esta frase: “Todo lo que querríais que hicieran los demás por vosotros, hacedlo vosotros por ellos, porque eso significan la Ley y los Profetas” (Mateo, 7:12). Jesús invita a ser solidario, o lo que es igual, a ponerse en el lugar del otro, como si fuera uno mismo, haciendo con él lo que uno anhelaría que le hicieran. Para ello, hay que renunciar al egoísmo; cada uno ha de considerar que los demás tienen con él un destino común, y, que, por tanto, merecen su atención e interés.
Este principio de solidaridad en su formulación ineludible se expresa en el evangelio en las Sagradas Escrituras: “ahora bien, a vosotros los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, a los demás como queréis que ellos os traten” (Lucas 6, 27-31).
Jesús en las Sagradas Escrituras indica en el evangelio de Juan la medida del amor solidario, “este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros igual que yo os he amado” (Juan, 15:12). Con este mandamiento Jesús se propone a sí mismo como medida e invita a amar como él amó, hasta el punto de entregar o dejarse quitar el don más preciado: la vida. Sin duda en las Sagradas Escrituras, Dios nos pide que no se olviden de la solidaridad y de hacer el bien, que tales sacrificios son los que agradan a Dios (Hebreos 13:16).
Hay varios ejemplos de solidaridad en las Sagradas Escrituras, pero el más famoso es la parábola del buen samaritano, en esa ocasión Jesús estaba enseñando, cuando un conocedor de la ley quiso probarle y le preguntó: ¿Quién era su prójimo? Jesús prosiguió a relatar la conocida parábola; que se encuentra en el evangelio de Lucas, y él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? “y él, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10: 27).
En consonancia con la transmodernidad, sus anhelos y aspiraciones de liberación emerge la solidaridad, que sirve de base y fundamento de la interculturalidad, entendida no sólo como relación de respeto y tolerancia, sino también de reconocimiento y acogida y consiguientemente como oportunidad para la reciprocidad, el intercambio y la ayuda mutua entre los ciudadanos. Aparece acá en escena la categoría interculturalidad que es comprendida a cabalidad sólo en el proyecto transmoderno; “el paradigma intercultural se yergue así como el muro de contención que detiene el avance de semejante y previsible cataclismo humano, en el que la cara más fea de la violencia fratricida nos resulta aun enteramente desconocida” (Villarroel, 2017, p. 95).
Las relaciones que se establecen en interculturalidad “son siempre relaciones de solidaridad: en ellas brindo al otro más que respeto o tolerancia, al saber que mis metas de vida son facilitadas o enriquecidas por sus capacidades” (Honneth, 2009, p.297). De allí, no hay interculturalidad sin solidaridad, ni solidaridad sin la relación interucltural.
La solidaridad como principio de la democracia, de la libertad; es “religación con otro, religación con una comunidad, religación con una sociedad y, en el límite, religación con la especie humana” (Morín, 2005, p.21). Pero hay que tener presente que para religar hay que tener un pensamiento complejo; que es pues esencialmente el pensamiento que trata “la incertidumbre y que es capaz de concebir la organización. Es el pensamiento capaz de religar (complexus: lo que se teje conjuntamente), contextualizar, globalizar, pero al mismo tiempo es capaz de reconocer lo singular, lo individual, lo concreto” (Morín, 2010, p.38).
La religación es urgente para una verdadera solidaridad, pues para que esta última exista es necesario anular la tensión entre solidaridad y responsabilidad; la sociedad humana accede a un nuevo orden de religación, respetando a sus miembros a través del mito social del ancestro común. Y en la mente de los individuos las religaciones se operan a partir de la responsabilidad, la inteligencia, la solidaridad y el amor. Este último, es la experiencia fundamental de la religación que prescinde de la dominación, tiranía, denigración y excusión.
La concepción plena de la interculturalidad sólo se da bajo concepciones complejas, es “el reconocimiento mutuo de las culturas, sin jerarquía y condiciones para preparar el análisis de la descolonización del saber y del poder que le es inherente” (Marín, 2014, p.281). La interculturalidad debe ponerse en escena como “el derecho democrático de vivir todos los ciudadanos como humanos” (Morín, 1998, p.23) con un vínculo vital la diversidad, se trata de la relación Moríniana: libertad – igualdad – fraternidad. Es urgente la aceptación y mantenimiento de la diversidad de los intereses, así como la diversidad de las ideas; es necesario dejar la imposición cultural y promover la interculturalidad (Rodríguez, 2017).
La interculturalidad aceptada como una verdadera religación, “re-ligar saberes implica re-significar para re-inventar” (Fontalvo, 2017, p.192) necesita de la solidaridad necesaria para legitimar la diversidad de cultura, acciona y pensamiento en una tierra-patria donde la diversidad en la marca más grande sobre el mundo. Nótese como interculturalidad-solidaridad se retractan, se alimentan y una no existe sin la otra.
Hay que tener cuidado de repetir los mismos errores de la dominación y parcialización; de los intereses de unos pocos que dominan el mundo globalizado. El proyecto transmoderno debe cuidarse de repetir mucho de solidaridad, pero siempre determinamos primero lo que nos divide (etnia, lengua, entre otros) para después congregarnos de forma segmentada y centralizada.
La religación, la solidaridad no es excluyente del Norte porque este anclado al proyecto transmoderno; pues la complejidad no es absolutista. Es importante clarificar que la complejidad en el pensamiento del Sur no es negadora de la misma esencia de la complejidad; cuando se “le pregunta a Edgar Morín: ―¿Cuál es el aporte que tienen los pueblos del sur para el cultivo de un pensamiento complejo?” (Osorio, 2012, p.34); a lo que Edgar Morín responde: Creo que se puede hacer un pensamiento del sur a partir de las experiencias complejas del sur. ¿Por qué? Porque no hay que rechazar todo lo que llega del norte, hay muchas cosas importantes que llegan del norte, “pero la hegemonía del norte es la hegemonía del cálculo, de las cosas anónimas, de lo cuantitativo, del provecho, donde se destruye las cualidades de la vida, del saber vivir, del saber comunicarse con los otros” (Osorio, 2012, p.34). Pienso que hay un mensaje civilizacional que viene del sur para preservar sus calidades que se han extinguido en el norte; es importante tener clarificado esto. En la respuesta a la pregunta inicial siguió respondiendo Edgar Morín, pienso que a partir del sur, que es la victima de los procesos de la globalización porque “es en el sur en donde hay el mayor crecimiento de las miserias y de la desigualdad-, hay la posibilidad de hacer las críticas al mundo actual del desarrollo, para proponer un modo más humano, un mundo de porvenir” (Osorio, 2012, p.34).
La solidaridad cobra sentido ante el respeto por la condición humana y el reconocimiento de ella, es más la solidaridad es una condición del ser humano; alude la necesidad de que se debe enseñar la condición humana. Propone que para conocer lo humano no debemos sustraerlo del universo, sino situarlo en él (Morín, 1999). Nosotros como seres humanos llevamos dentro el mundo físico, el mundo químico y el mundo vivo; y sin embargo nosotros mismos lo hemos separado todo por las creencias, las religiones las razas, el poder económico, entre otras, la solidaridad indica mutuo respeto.
Hay que superar esta condición humana en el inhumano ser humano, en tal sentido no hay duda de que para resaltar esta condición inhumana es menester pensar sistémicamente, complejamente, comprendiendo que el hecho de ser individual como ser y teniendo una identidad no significa autonomía del resto del universo (Víveros, 2009).
La condición humana es esencial en cuánto a que la humanidad “necesita para acabar con el odio y la exclusión es necesaria la comprensión humana. (…) la tolerancia, la conservación de los valores de respeto, amor y la lucha por una comunidad de unión de saberes a favor de la globalidad” (Rodríguez, 2019a, p.108). Nuestro país: Venezuela urge de ello en los tiempos actuales; la condición humana está en plena decadencia. Con este tema nos despediremos en las reflexiones de apertura indicando que es un tema en exploración en la mencionada línea de investigación.
Sin duda, pensar transmodernamente es ir a otros estadios de la condición humana, que rescatan la verdadera humanidad del ser; que minimicen la inhumana condición humana (Rodríguez, 2019b). Es un nuevo orden de conciencia planetaria en pleno corazón del Sur, en pensamientos complejos y transdisciplinarios; esto es transcomplejos; el “pensamiento transcomplejo va sobre el ser humano, qué hay en su esencia, cómo religar su re-civilización y cómo el ser humano vive en la naturaleza y por la naturaleza, es por ello necesario hablar de una nueva conciencia social” (González, 2013, p.170). Que se establece en el compromiso de la salvaguarda de los nuestros, en ir a los más íntimos imaginarios sociales subyugados en el que somos inferiores a los eurocéntricos, de esas minimizaciones estamos llenos aún en plena era (Rodríguez, 2019c).
De acuerdo, la ecosofía alcanza imaginarios en los seres humanos, previendo un modo de estar en el mundo, de percibirlo desde saberes ancestrales de nuestros aborígenes, con un cambio en las acciones y una conciencia que favorezca la unidad en la vida; para ello el amor y la sensibilidad deben ser el centro del accionar, en pro de la preservación de la unidad, valorizando las culturas, profundizando el saber ecosófico en la búsqueda de una con-formación del ciudadano docente de excelencia (Rodríguez, 2019a).
La noción antropoética, de responsabilidad del ser, en la tierra y por sus congéneres, hace reflexionar sobre la condición de ciudadano del ser humano, explicando que un ciudadano, en la mayoría de los casos, o es lo que se espera, ser solidario, responsable y arraigado a su patria (Morín, 2002), esto es la pertenencia a un lugar que le dio abrigo, donde nace y lucha, por esto, la educación debe contribuir a la autoformación de la persona en su condición humana, su vida y su ciudadanía. “Se trata de un ser humano con una conciencia compleja más allá de la individualidad, con fines de entender la humanidad, es un ciudadano planetario, esta apuesta de la antropoética se hace en medio de la incertidumbre” (Rodríguez y Caraballo, 2017, p.102). Nos lleva a considerar que la solidaridad humana no ha de basarse ya en una ilusoria salvación terrestre; sino en la conciencia de la finitud (del individuo, de la especie, del planeta), renunciando a falsos infinitos como el de la omnipotencia técnica o la omnipotencia del espíritu, comprendiendo nuestro dasein planetario y la responsabilidad que él conlleva, abandonando el afán de dominación por la aspiración a la comprensión, a la convivencialidad, al cuidado.
Pensar en la solidaridad en el pensamiento complejo, que tiene plena realización sin cuayugaciones ni reducciones, en la transmodernidad es concebir la era planetaria e inscribir en ella la ética, es decir, entender la solidaridad y la responsabilidad humana dentro de la noción de Tierra-Patria y regenerar el humanismo. Para ello, entender la solidaridad en la interculturalidad, y este inherente a la solidaridad es pensar en la democracia como libertad de ejercicio del ciudadano; en su responsabilidad antropoética con la necesidad de la ecosofía como el arte de habitar en el planeta.
La solidaridad como posibilidad de accionar como un ser humano realmente humano da ejemplificación desde el Sur para el Norte, en plena globailización de como salvaguardar la tierra. El puente unitivo de la complejidad, solidaridad y libertad es la antropoética como la ética del género humano en la triada: individuo-sociedad- y especie, se debe medirá por una decisión individual la autoética (un modo de regulación de nuestro propio accionar), de asumir el destino humano, como especie; fuera de los invidualismos.
Para finalizar, en modos de aperturas, se ha analizado la solidaridad en la transmodernidad como resistencia a las prácticas hegemónicas de nuestros congéneres, cumpliendo con el objetivo de indagación; y en la continuación de la línea de investigación titulada: Transepistemologías de los saberes y transmetodologias transcomplejas, particularizando la investigación valdría la pena en futuras indagaciones analizar la solidaridad como principio en las relaciones humanas en Venezuela, en plena crisis social, política, económica, ambiental, educativa, crisis del ser humano, de su bondad; de hacer emerger lo humano en su condición humana, y aplacar sus demonios en su inhumana condición; el ser humano contra su propio congéneres que debe incitar a pensar en otra razón y sentir para deconstruir sus prácticas hegemónicas que pisotean al más necesitado, en un estadio donde él que más se lucra de lo más elemental: comida y medicinas mientras y el otro sucumbe ante tal hecho.
La investigación continua, en tanto recurriendo a Dios nos imaginamos un mundo más humano en nuestro bello país: Venezuela, la niña de los ojos de nuestro creador, mágica conmovedora en sus paisajes tan maltratados por la vorágine ambición del inhumano ser.