ENSAYOS
Filosofía, Ciencia y Teología
Aula Virtual
Fundación Aula Virtual, Venezuela
ISSN: 2665-0398
Periodicidad: Semanal
vol. 1, núm. 1, 2020
Recepción: 27 Febrero 2020
Aprobación: 02 Marzo 2020
Resumen: Se pretende analizar las conexiones entre ciencia, filosofía y religión, y algunas contradicciones dialécticas. Las condiciones problemática del mundo actual conducen fácilmente al ser humano a la desesperación ante la ausencia de respuestas ciertas y oportunas de quienes deberían saber darlas o de quienes, se supone, tienen suficiente conocimiento para lograr las respectivas soluciones. Igualmente, quienes se sienten o están muy comprometidos con uno de los reinos del conocimiento (ciencia, filosofía o teología) les es muy difícil hasta mirar los otros “reinos” del conocimiento (García, s/f). Para ello se hace un análisis desde cada óptica y se desarrollan los cruces argumentativos para intentar una especie de triangulación y colocar cada posición en el lugar que le corresponde. La intención es dar una visión global de las tres fuentes de conocimiento: la ciencia, con su conocimiento basado en sus leyes y sus respectivas comprobaciones; la teología sagrada, con la revelación como fuente de conocimiento; y la filosofía con su proceso argumentativo para satisfacer las dudas que inundan nuestra mente y guiar nuestra cotidianidad, mediante los métodos que la han consolidado a lo largo de la historia de la humanidad. Evidentemente estará presente la vetusta discusión sobre la existencia de Dios en el binomio ciencia-religión.
Palabras clave: Ciencia, Filosofía, Teología, Religión, Espiritualidad.
Abstract: It is intended to analyze the connections between science, philosophy and religion, and some dialectical contradictions. The problematic conditions of today's world easily lead human beings to despair at the absence of certain and timely responses from those who should know how to give them or who, it is supposed, have sufficient knowledge to achieve the respective solutions. Likewise, those who feel or are very committed to one of the realms of knowledge (science, philosophy or theology) are very difficult for them until they look at the other "kingdoms" of knowledge (García, s/f). To do this, an analysis is carried out from each perspective and the argumentative crosses are developed to try a kind of triangulation and place each position in its rightful place. The intention is to give a global view of the three sources of knowledge: science, with its knowledge based on its laws and their respective checks; sacred theology, with revelation as a source of knowledge; and philosophy with its argumentative process to satisfy the doubts that flood our minds and guide our daily lives, through the methods that have consolidated it throughout the history of humanity. Evidently the old discussion about the existence of God in the science-religion binomial will be present.
Keywords: Science, Philosophy, Theology, Religion, Spirituality, Phylosopher-Scientist (2nd edition), Nueva York: Tudor Publishing.
Presentación
Estas reflexiones, sin lugar a dudas, pretenden ser un inocultable análisis filosófico. Se espera expresar una visión racional de tres enfoques del conocimiento y, evidentemente, el recurso es la filosofía porque ella posee herramientas para sí y para las demás disciplinas creadas por el hombre. No se trata del trillado discurso de la filosofía como madre de las ciencias sino porque su método es un recurso para que el intelecto pueda desarrollar, expresar y comunicar exitosamente su adquisición cognoscente. La teología, en una de sus ramas –la teología sagrada-, choca con la filosofía y con la ciencia por la obligación de aceptar una verdad porque sí, sin discusión.
Ciertamente es un reto delicado, pero no por ello debe ser soslayado. De eso se trata precisamente. Es una visión personal producto de reflexiones de vida que no pretenden convencer a nadie, pero sí podría ser una excusa para otras reflexiones, análisis y abstracciones que pudiera alguien generar al abordar estos temas que en muchos casos son tabú por restricciones canónicas o personales. De alguna manera, para rechazar o aceptar, los tres reinos –ciencia, filosofía o teología- están presentes en la cotidianidad humana, personal o social, y la discusión sobre la existencia de Dios siempre está presente.
Ciencia, filosofía y teología: tres reinos
Empecemos por analizar estas palabras de Gramsci (1967):
Crear una gran cultura no representa sólo hacer descubrimientos individuales 'originales'; también, y especialmente, significa difundir críticamente la verdad descubierta, 'socializarla' por así decir, convertirla en fundamento de acción vital, en elemento de coordinación y de condición intelectual y moral. El que una masa de hombres sea inducida a pensar sobre el presente real con cohesión y dentro de una cierta unidad, es un hecho 'filosófico' más importante y 'original' que la revelación de una nueva verdad por el 'genio' filosófico, revelación que quede como patrimonio de pequeños grupos de intelectuales.
Indudablemente, es una responsabilidad de todo intelectual analizar los fenómenos sociales desde diferentes perspectivas y la religión, como la política, está imbricada, directa o indirectamente, en la mayoría de las acciones individuales o colectivas; es difícil ver un fenómeno social en el que la religión, para bien o para mal, no tenga su presencia.
La religión es un refugio seguro de quienes padecen por crisis económicas, políticas, epidemias o desastres naturales. También es, con frecuencia, un recurso de proselitismo, muy exitoso en la ignorancia; y es que creer, aparentemente, es muy simple.
Ya en pretendidos niveles más avanzados, cultural o educacionalmente, es muy común querer conciliar un patrón de análisis de la ciencia con las creencias religiosas. Fusionar ciencia y religión es un intento bastante viejo; sin embargo, es necesario salir de una fuente de conocimiento y ver el problema desde una óptica mayor, no solo para resolverlo sino para percibir, con mejor perspectiva, su dimensión, probablemente.
Para empezar, no necesariamente coinciden las afirmaciones bíblicas con las de la ciencia. Eso pasó con Galileo y muy reciente la iglesia católica pidió perdón y aceptó un cambio en la teoría geocéntrica planteada en la biblia y aceptada de alguna manera por Ptolomeo por la tesis heliocéntrica propuesta previamente por Copérnico, pero sin vehemencia por temor a consecuencias hereticales. Su trabajo se considera una ruptura de las teorías asentadas de la física aristotélica y su enfrentamiento con la Inquisición romana de la Iglesia católica. Se presenta como un ejemplo de conflicto entre religión y ciencia en la sociedad occidental. Como hemos dicho, es reciente la aceptación, por parte de la Iglesia católica, de los postulados de Galileo al punto que la propia santa sede publicara el injusto juicio que se llevó en su contra y posterior condena. Increíblemente, no hemos tomado conciencia del paso del geocentrismo al heliocentrismo y ya estamos en la relatividad, pues, según Einstein, es imposible para un observador humano determinar si un cuerpo material se encuentra en un estado de reposo absoluto (es decir, inmóvil en el espacio) y que solo se puede detectar físicamente el movimiento de dos cuerpos materiales entre sí.
Einstein, 1951), en las postrimerías de su vida, evocaba sus primeras reflexiones sobre esta materia recordando…
… una paradoja de la que me di cuenta a los dieciséis años: si persiguiera a un rayo de luz a la velocidad de la luz en el vacío c, debería percibirlo como un campo electromagnético en reposo, aunque oscilante en el espacio. Sin embargo no parece que exista nada así; ni se ha detectado experimentalmente ni viene descrito por las ecuaciones de Maxwell. Siempre me pareció intuitivamente claro que, desde el punto de vista de un observador como ése, todo debería suceder con arreglo a las mismas leyes que rigen para otro que se encuentre en reposo relativo con respecto a la Tierra; porque, ¿cómo podría el primer observador determinar que se encuentra en un rápido movimiento uniforme? Es posible ver que en esta paradoja se encuentra ya el germen de la relatividad especial.
Y seguimos evolucionando, seguimos buscando la verdad con la amenaza de equivocarnos, pero con la entereza suficiente para no desmayar. Es el reto de la ciencia.
Por otra parte debemos considerar que, sin lugar a dudas, la Biblia, uno de los “grandes clásicos” de la literatura universal que ha influido en las corrientes literarias europeas a lo largo de su historia, es una hermosa obra, cuyo origen es común o muy parecido al de los demás textos sagrados aunque no hay consenso entre historiadores y exegetas religiosos, a pesar de iniciativas ecuménicas no excluyentes (Cft: Armstrong, 2015). La ciencia sigue avanzando, retrocediendo, consolidándose en un “a Dios rogando y con el mazo dando” (Centro virtual Cervantes, 1997-2020), mientras muchos en su empeño proselitista confunden ciencia, filosofía y teología por ignorancia “comprensible” o por “respetable” conveniencia.
Hablar de Filosofía, Ciencia y Teología, como lo expresa García, M. (s/f), es como hablar de tres reinos (del saber) en los conocimientos que un ser humano puede adquirir. La ciencia, con los objetos perceptibles, experimentables y comprobables (con dudas) del mundo físico. Con la filosofía, nos elevamos a un nivel superior de abstracción y nos interesamos por la naturaleza del ser y de los diversos seres, así como de las leyes más universales del ser en sí y, en particular, de los seres físicos, vivos, psíquicos individuales o sociales, además de los espirituales. Se supone que la teología estudia a Dios, desde el razonamiento natural (teología filosófica, natural, teodicea) o desde la interpretación de las obras sagradas (teología sagrada). Ahora bien, estos tres reinos tienen fronteras comunes y la filosofía está situada entre la ciencia y la teología; posee su método y sus objetos de estudio así como un dominio dentro de su territorio. Debe ser interesante saber qué sucede en esas fronteras.
El error está en una suposición histórica falsa. Es la suposición de que las descripciones que la Biblia hace del universo son revelación de Dios. Pues no, no es así; las descripciones de la Biblia son las habituales en el medio cultural de los autores humanos, que juzgaban que las cosas eran tales como se ven a primera vista. (García, s/f)
Evidentemente que cada quien es dueño de los soportes de sus convicciones; no es mi interés ponerlos en dudas; no es mi competencia. Es como exigirle explicaciones sobre las decisiones afectivas a alguien; todo eso permanece en al ámbito de la intimidad personal; pero es muy grave cuando el que está satisfecho de sus convicciones pretende imponérselas a los demás; ese es el primer paso del odioso proselitismo ya político, ya religioso. Para cualquier religioso, fanático o no, le puede lucir una apostasía, una aberración, el afirmar que la biblia es una obvia producción cultural humana; hermosa, pero humana. Tal vez como ejercicio mental podríamos imaginarnos la biblia escrita hoy. ¿Cuáles serían sus imágenes, sus alegorías, sus argumentos?
Según Aleteia, la ciencia, en la medida en que se preocupa solamente de realidades materiales, es incapaz de plantearse pregunta alguna sobre un Dios inmaterial pues, Dios, tal y como lo entienden las tres tradiciones teístas – cristianismo, judaísmo e islam -y filósofos como Aristóteles, es inmaterial. Esta forma de entender a Dios es la que típicamente está en juego en los debates entre creyentes y no creyentes.
La ciencia, como se acepta universalmente hoy, se preocupa estrictamente sólo de las realidades materiales observables, tengamos o no los instrumentos necesarios para percibir estas realidades con nuestros sentidos.
Sin embargo, quien asume una religión con sus creencias y principios, sencillamente cree; no necesita que algún agente externo, en este caso la ciencia, le demuestre que está en lo correcto. Es cuestión de fe y aceptación. También debemos considerar que existen diferencias irreconciliables entre ciencia, filosofía y teología aun cuando con frecuencia se complementan o auxilian, como el encontrar algunas coincidencias naturales y hasta sociales.
La fuente de la teología es la revelación y con ella la fe; así que se cree o no se cree. Es un problema individual que cada quien resuelve cuando quiere y como apetece. La inquisición desapareció hace mucho tiempo. Así como la teología sagrada se alimenta de la revelación, la ciencia se nutre de la investigación y la filosofía de la reflexión (investigación filosófica).
Por ejemplo, si las reflexiones y el método de la ciencia no nos demuestran la existencia de Dios y estamos convencidos de que Dios existe, aceptémoslo como una cuestión de fe. La misma biblia nos dice: “Cuidado: quizás haya alguien que se los lleve como presa suya mediante la filosofía y el vano engaño según la tradición de los hombres, según las cosas elementales del mundo y no según Cristo” (Colosenses 2:8). Definitivamente, aunque haya coincidencias entre postulados de la ciencia y algunas aseveraciones en la biblia, la biblia no es ciencia ni filosofía; es ponderación, admiración, asombro y es centro de encuentro entre una pléyade de creyentes.
Como expresa García, M. (s/f), paradójicamente, un teólogo podría preguntarse:
¿No pudo Dios revelar con toda precisión, con lenguaje científico, cómo aconteció la creación? Sí, pudo, y puede y podrá hacerlo, pero deberá esperar a que existan personas capaces de recibir tal mensaje con precisión científica, y esas personas apenas sí comienzan a existir ahora. El teólogo debe considerar que descubrir el universo es tarea que Dios ha dejado a la humanidad y ahora los científicos se están encargando de eso con los poderosos medios que tienen a su alcance, y que los autores de la Biblia estaban muy lejos de poseer. El teólogo puede estar muy agradecido al científico que le ha ayudado a saber cómo Dios creó de hecho el universo, la fe ha sido enriquecida con los aportes de la ciencia.
El que alguien sienta o crea que la biblia es una producción teológica, que es la palabra de Dios, no justifica discusión alguna; eso escapa a la esfera del razonamiento y pisa el espacio de la revelación, de la fe. Es la distancia entre la teología natural y la sagrada, y más aún, entre las teologías y la filosofía.
Como lo expresa Ocampo (2015):
La distinción entre la Teología filosófica y la Teología sobrenatural es, pues, que la Teología filosófica tiene principios ciertos, racionalmente alcanzables y que son los que le proporciona la Metafísica, mientras que la Teología Sobrenatural se apoya en la fe tanto en su sentido objetivo, es decir, en el conjunto de datos revelados, como en la vivencia subjetiva que resulta de creer esos datos.
Para las iglesias, la Teología Filosófica o natural y la Teología sobrenatural son verdaderas ciencias, cada una a su modo.
Pero la Teología filosófica solo llega a Dios como causa última o primera de los existentes finitos. El filósofo no conoce a Dios más que como causa y de una manera indirecta que no le permite penetrar en su intimidad. Para que el hombre conozca la intimidad de Dios, es necesario que Dios se la revele. (Ocampo, 2015).
Por eso la Teología sobrenatural parte de la revelación y afirma que llega a un conocimiento “más profundo” de Dios. Es su respetable campo de estudio.
¿Puede un teólogo ser científico o un científico ser teólogo? Por supuesto que sí; el peligro está en el cruce de argumentos. Por ejemplo, podemos predecir y confirmar la lluvia por análisis climático o como una expresión de premio o castigo del Creador que bendice la tierra para que dispongamos de alimentos o como castigo por nuestras transgresiones. La fascinación religiosa es muy útil si nos hace sentirnos bien; pero es un disparate utilizar argumentos teológicos para aceptar una ley científica o partir de premisas teológicas para llegar a una conclusión científica.
Nuestros pensamientos, nuestras decisiones y nuestras acciones pueden ser producto de nuestros sentidos, de nuestro razonamiento o de nuestra fe. Por apariencia o con honestidad, alguien pudiera explicar sus acciones y sus proyecciones, en alguno o en todos estos soportes según su fortaleza o fragilidad. Cada quien es libre de utilizar argumentos sensoriales, científicos o filosóficos para confirmar su fe; pero de igual manera es inaceptable e irrespetuoso pretender imponer propias emociones (como odio, amor, temor, vergüenza, placer, etc.) así como convicciones o doctrinas a los demás. Apelo a la inteligencia humana para que hagamos un esfuerzo para ubicar nuestros discursos, nuestros pensamientos y su efecto en nuestras necesariamente inteligentes interacciones sociales.
Que no sea el Dios de cada quien una excusa para ofender, para humillar, para amenazar y menos para agredir a los que no comparten nuestras creencias, nuestro conocimiento, nuestro pensamiento. Hagamos un esfuerzo para que la religión se diferencie de la política, si no podemos “santificarla”, y, aunque sea por apariencia, alejémosla de fines pecuniarios u ofensivos como condición de adhesión a ella.
Sean nuestros sentidos, la ciencia, la filosofía o la religión el alimento de nuestro pensamiento y de nuestra sabiduría; responsablemente conozcamos esa fuente y convirtámosla en la guía de nuestra cotidianidad con orgullo, humildad, carácter y tolerancia. Descubramos el sentido de nuestra personal planificación de vida y de nuestra responsabilidad en nuestra interacción social.
Sobre la existencia de Dios
Oslé (2009) se pregunta si existe Dios. Plantea que la cuestión de la existencia de Dios es algo que todo ser humano ha pensado alguna vez en su vida. Muchas cosas, por no decir todo, dependen de su existencia. Unos la afirman con un sí incondicional; son los teístas. Otros, los ateos, la niegan con un no rotundo, y otros, los agnósticos, la evitan, con un “no sé” o un “no contesto”.
A Dios, más que racionalizarlo y argumentarlo, hay que experimentarlo: o se tiene una experiencia concreta de Dios, o resulta difícil afirmar su existencia. Constantemente nos basamos en argumentos racionales sobre la existencia de Dios pero según este autor, Dios no puede ser reducido a un argumento. Menos todavía a una hipótesis científica, como pretenden algunos científicos. Eso supone “desendiosar” a Dios.
Él termina planteando el argumento de necesidad pues todas las cosas necesarias existen; Dios es necesario; luego Dios existe.
No es que todo lo que existe sea necesario, que no lo es, sino que todo lo necesario, para serlo, debe existir ya que, si las cosas no fueran necesarias, podrían dejar de existir. Por tanto, lo necesario valga la redundancia es aquello que existe por necesidad. Dicho de otro modo: condición necesaria, pero no suficiente, para que una cosa sea necesaria es su propia existencia.
La segunda parte de su argumento: “Si Dios no fuese necesario, no sería Dios. Dios es el único ser necesario. Por eso, es increado. Todo lo creado, en el fondo, es contingente. Y si esto es así, su conclusión es obvia: Dios existe”.
Siento que estos argumentos son filosóficos, no teológicos. Cometen el mismo error. Es como medir el agua con una medida de peso o de longitud.
La existencia de Dios, ya es prácticamente un conocimiento universal el manejo de los argumentos clásicos para demostrar su existencia. Tan común es el manejo de argumentos como aceptar el ateísmo, igual que el teísmo. Según Sánchez, (2017), existen argumentos lógico (descartables con facilidad) y otros no tan lógicos. Las pruebas ontológicas, como la de San Anselmo, fueron rebatidos por intelectuales como Santo Tomás, Locke y Kant. El argumento cosmológico, Dios como el gran diseñador, es el más aceptado; sin embargo, según Charles Darwin, es posible diseñar organismos complejos sin necesidad de un diseñador; es posible obtener complejidad a partir de la simplicidad sin necesidad de un ingeniero, la selección natural lleva eones haciéndolo con los seres vivos. Recordemos que el tiempo geológico se divide en eones (del griego aion = edad), eras, y unidades menores. La historia de la Tierra se divide por convención en tres eones: Arcaico, abarca desde el origen del planeta hasta hace unos 2.500 millones de años; Proterozoico, duró hasta hace unos 2.000 millones de años; y Fanerozoico, comenzó hace unos 540 millones de años (Collins, 1994). Este argumento se ha ido refinando con posibilidades de fuerza nuclear fuerte o fuerzas electromagnéticas pero a larga termina con un diseñador cósmico; todo dentro de una mera especulación.
Desde la ciencia, qué mejor que Einstein, el prototipo de científico del siglo XX, a pesar de su “constante cosmológica”, para decirnos:
La mente humana, no importa cuán altamente capacitada esté, no puede comprender el universo. Estamos en la posición de un niño pequeño, entrando en una enorme biblioteca cuyas paredes están cubiertas hasta el techo de libros en muchos idiomas diferentes. El niño sabe que alguien debió haber escrito esos libros. No sabe quién ni cómo. No entiende los idiomas en los que están escritos. El niño observa un plan definido en la organización de los libros, un orden misterioso que no entiende, pero apenas sospecha sutilmente. Esa, me parece, es la actitud de la mente humana, incluso de la más grande y la más culta, hacia Dios. Vemos un universo maravillosamente organizado, obedeciendo ciertas leyes, pero solo entendemos las leyes vagamente. Nuestras mentes limitadas no pueden escrutar la fuerza misteriosa que balancea las constelaciones. (Viereck, 1930)
Religión y espiritualidad
En uno de es uno de mis análisis (Sánchez, 2018) afirmo, entre muchas otras cosas, que las religiones debieran ser fuentes y expresiones de espiritualidades, pero no siempre es así, y se nos presentan como catálogos de reglas, ritos, creencias y prohibiciones, en contraste con una espiritualidad libre y creativa. En la religión predomina la voz exterior, la de la autoridad religiosa, como la de los textos sagrados; en la espiritualidad predomina la voz interior, el “toque” divino. Resulta, entonces, que la religión es espiritual y la espiritualidad también puede ser considerada religiosa. Una tiende a ser más personal y privada, mientras que la otra tiende a incorporar rituales públicos y doctrinas organizadas.
Por cierto, en las “Pléyades” (s/f) (una visión extra-religiosa), se lee que la religión es una institución establecida por el hombre para ejercer el control, inculcar la moral, golpear los egos, o “lo que sea que hace”.
Todas las religiones organizadas, estructuradas no hacen sino eliminar a Dios de la ecuación. Usted confiesa sus pecados a un miembro del clero, asiste a iglesias elaboradas a rendir culto, le dicen qué rezar y cuándo hacerlo. Todos estos factores lo alejan de dios.
La espiritualidad es nacida en una persona y se desarrolla en la persona. Pudiera ser detonada por una religión, o pudiera detonarse por medio de una revelación. La espiritualidad se extiende a todas las facetas de la vida de una persona. La espiritualidad es elegida, mientras que la religión es a menudo forzada. Ser espiritual para mí es más importante y mejor que ser religioso. (Ídem)
La verdadera espiritualidad es algo que se encuentra profundamente dentro de uno mismo. Es la manera de amar, aceptar y relacionarse con el mundo y la gente que nos rodea. No se puede encontrar en una iglesia o creyendo de una cierta manera. (Ídem)
Por todo esto respeto las religiones pero también respeto y admiro la espiritualidad que yace fuera… y a pesar de las religiones. Por intuición o por revelación, pero siempre por convicción propia y responsable la espiritualidad es una necesidad social e individual; la religión es una posibilidad más, no siempre definitiva.
Como dice Betto (2011), espiritualidad y religión se complementan, no se confunden; la espiritualidad existe desde que el ser humano irrumpió en la naturaleza, hace más de 200 mil años pero las religiones son recientes, no traspasan los 8 mil años de existencia. Igualmente la religión es la institucionalización de la espiritualidad, así como la familia lo es del amor. “Hay relaciones amorosas sin constituir familia; del mismo modo, hay quien cultiva su espiritualidad sin identificarse con ninguna religión. Hay incluso espiritualidad institucionalizada sin ser religión, como el caso del budismo, que es una filosofía de la vida”.
Epílogo
Es posible analizar simultáneamente la ciencia, la filosofía y la teología, siempre que tengamos presente que cada una es dueña de su reino, En algunos momentos necesitamos la seguridad, la confianza que nos puede brindar la ciencia para nuestras acciones personales, profesionales; la filosofía nos dará herramientas para aceptar o rechazar las respuestas de la ciencia y de la teodicea. La teología sobrenatural, según nuestras convicciones religiosas, nos dirá qué debemos creer, sin discusión, sin dudas, con la seguridad de una acción o pensamiento guiados por la fe, según el cristianismo, “virtud teologal que consiste en el asentimiento a la revelación de Dios, propuesta por la Iglesia” (DRAE), por ejemplo.
La decisión es personal, íntima, con las consecuencias que implica dicha responsabilidad. Es nuestra obligación asumirla y convertirla en forma de vida, si es nuestra decisión; el libre albedrío, esa potestad de obrar por reflexión y elección, es una fortaleza humana aún.
Referencias
Armstrong, K. (2015) Historia de la Biblia. Traducción de Mercedes Vaquero, Editorial Debate.
Betto, F. (2011) Espiritualidad y religión. Revista digital: América Latina en movimiento, https://www.alainet.org/es/active/51490
Centro virtual Cervantes. (1997-2020) Centro Virtual Cervantes © Instituto Cervantes,
Collin, A. (1994) Original Geologic Time Machine. Disponible en: https://ucmp.berkeley.edu/help/timeform.html
Einstein, A. (1951). "Autobiographical notes". En Schilpp, P. A. (ed.), Albert Einstein: Phylosopher-Scientist (2nd edition),. Nueva York: Tudor Publishing.
García, M. (s/f) La Filosofía, la Ciencia y la Teología. Espacio laical. Un tema dos opiniones. Disponible en: http://www.espaciolaical.org/contens/06/0634.pdf
Gramsci, A (1967) La formación de los intelectuales (Antología degli serigti) Col. 70 Grijalbo, México, 1967; nota IV, pág. 64
Las pléyades (s/f) https://www.bibliotecapleyades.net/mistic/mistic_11.htm (visión extra-religiosa)
Ocampo, M. (2015) Relaciones entre la filosofía y la fe. Infocatólica. Disponible en: http://www.infocatolica.com/blog/concordia.php/1507200844-relaciones-entre-la-filosofia
Olé, R. (2009) https://cnnespanol.cnn.com/2019/08/09/existe-dios-osle-opinion/
Real Academia Española (2019) Diccionario de la lengua Española. Disponible en: https://dle.rae.es/?w=fe
Sánchez S. (2017) ¿Existe Dios? Un vistazo a pensadores y argumentos en el siglo XXI.Reistal digital Magnet. Disponible en: https://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/existe-dios-un-vistazo-a-pensadores-y-argumentos-en-el-siglo-xxi
Sánchez, H. (2018) Religión y espiritualidad. https://pininosyzancadas.blogspot.com/2018/02/religion-y-espiritualidad.html
Trabbic, J. (2012) ¿Puede la ciencia probar la existencia de Dios? Revista Aleteia. Disponible en: https://es.aleteia.org/2012/09/03/puede-la-ciencia-probar-la-existencia-de-dios/?fbclid=IwAR2I0e522Ha_lxIxrsLAFDJS_RKsmTxV_7b1gC4cKyM57hM1GdtqzIOA_ZU.
Viereck, G. (1930). Glimpses of the great. London, England: Duckworth