Recepción: 11 Noviembre 2016
Aprobación: 15 Diciembre 2016
Autor de correspondencia: lorena.sustentables@gmail.com
Resumen: La comunicación de los fenómenos meteorológicos en los medios de comunicación masiva expresa principalmente una semántica distinta a la usada por los agricultores del trópico subhúmedo mexicano. En este sentido, el objetivo de este estudio fue comprender cómo los productores agropecuarios del trópico subhúmedo mexicano conceptúan ciertos fenómenos meteorológAutor icos, así como, las ideas que tienen sobre su duración, intensidad e impactos. El estudio se realizó en Paso de Ovejas, Veracruz; el diseño metodológico involucró una encuesta, entrevistas a profundidad y una revisión documental. La información fue analizada con técnicas estadísticas descriptivas y análisis de contenido. Los resultados indican que la conceptuación de nortes, suradas, vendavales, secas, temporales y lloviznas, así como, las ideas sobre su duración, intensidad e impactos derivan de una construcción semántica particular en el nivel local cuyo conocimiento debe ser utilizado como referencia en las estrategias de comunicación encaminadas a la adaptación de la actividad agropecuaria ante el cambio climático.
Palabras clave: agricultura, cambio climático, comunicación.
Abstract: The communication of meteorological phenomena in the mass media mainly expresses a semantics different from that used by farmers in the Mexican sub-humid tropics. In this sense, the objective of this study was to understand how the agricultural producers of the Mexican sub-humid tropics conceptualize certain meteorological phenomena, as well as the ideas they have about their duration, intensity and impacts. The study was carried out in Paso de Ovejas, Veracruz; The methodological design involved a survey, in-depth interviews, and a desk review. The information was analyzed with statistical descriptive techniques and content analysis. The results indicate that the conception of north, south, wind, dry, temporal and drizzle, as well as the ideas about their duration, intensity and impacts derive from a particular semantic construction at the local level whose knowledge should be used as reference in the Communication strategies aimed at adapting agricultural activity to climate change.
Keywords: agriculture, climate change, communication.
Introducción
En México, la comunicación sobre los principales fenómenos meteorológicos y sus impactos en el contexto nacional/regional la realiza el Servicio Meteorológico Nacional (MSN) y en el caso del estado de Veracruz, a partir del 24 de mayo de 2012 coadyuva a esta labor el Comité de Meteorología de Veracruz (CMV). La información que estas instituciones difunden a través de los medios masivos ha sido presentada con una semántica[1]distinta a la usada por las personas de localidades eminentemente agrícolas[2], ya que en mucho involucra conceptos de carácter científico. Al igual que en otras partes del mundo, la información sobre fenómenos meteorológicos proporcionada por el SMN y el CMV está basada en conceptos como: zona de inestabilidad atmosférica, sistema frontal, presión atmosférica, etcétera, los cuales han sido tomados por los comunicadores y difundidos a través de la televisión, la radio, la prensa escrita y los medios digitales sin considerar los aspectos que diferencian su audiencia: edad, sexo, escolaridad y la actividad que desarrollan.
En la actualidad, en México se dispone de pocos estudios sobre este tema (Katz, Lammel y Goloubinoff, 2008), por lo que comprender cómo se construye la semántica local de los fenómenos meteorológicos mencionados, en qué contexto sociocultural y como ésta favorece la comprensión y la comunicación subsecuente de estos fenómenos, resulta valioso. Lo anterior puede facilitar la comprensión de posibles escenarios, la discusión y el compromiso en el nivel local para el diseño de estrategias de adaptación desde la comunicación ante dichos fenómenos en un contexto de cambio climático, porque la adaptación[3] es en primer lugar un acto de manejo del riego, para lo cual la población necesita estar informada del peligro que estos fenómenos representan para su actividad productiva (Newig, 2011; Aurambout et al., 2013; Nelson et al., 2013)
En consecuencia, comprender los contextos locales de comunicación es fundamental para establecer estrategias de comunicación para la adaptación de la agricultura ante dichos fenómenos meteorológicos singulares exacerbados por la presencia del cambio climático. Un tema más complejo, cuya incomprensión constituye un límite para enfrentar sus impactos. En este sentido, los conocimientos de cómo los productores de sociedades agrícolas comunican sobre fenómenos meteorológicos singulares, sus alcances y limitaciones implican una oportunidad para enfrentar los efectos potenciales e inesperados del cambio climático en el mediano y largo plazo.
El área de estudio y la metodología empleada
Esta investigación se realizó en un área donde los productores se dedican fundamentalmente a la agricultura de temporal (cultivo de maíz) y crianza de ganado bovino, que es parte del trópico subhúmedo mexicano en el periodo comprendido entre junio y diciembre de 2014. El área de estudio se localiza en el centro del estado de Veracruz y la conformaron las localidades de El Limón, Angostillo, Xocotitla y Rancho Nuevo pertenecientes al municipio de Paso de Ovejas ubicado en la planicie costera central del estado de Veracruz (19°35´-19°22´ N y 96°19´-96°35´). El clima predominante en dicha área es Aw° (w), cálido subhúmedo con una precipitación entre los 1200 y 1000 mm anuales (INEGI, 2010).
Veracruz es un estado afectado por el déficit de lluvias durante la fase de El Niño y aunque la situación mejora en los veranos de la fase La Niña, la lluvia se presenta por debajo de lo normal, particularmente en el centro del Estado (Torres et al. 2010). Conde et al. (2006) argumentan que, en condiciones fuertes de El Niño, es probable que en todo Veracruz se presenten inviernos muy fríos y lluvias torrenciales y veranos secos y calientes. La presencia de El Niño comprende periodos irregulares que fluctúan entre dos y siete años Magaña et al. 1999.
Conde y Palma (2005) mencionan que para el 2050 se esperan cambios en la precipitación y la temperatura para el centro de Veracruz. En un escenario de sensitividad media se prevé la disminución de la precipitación entre un 6 y 8%, mientras que la temperatura aumentaría de 1.9 a 2.0 grados centígrados. Mientras que en un escenario de sensitividad alta se anuncia una disminución de 10 a 14% en la precipitación y un aumento de temperatura de 2.7 a 2.8 grados centígrados para esta región del Estado. De ese modo, los cambios asociados al cambio climático y su relación con fenómenos como El Niño en la región donde se ubica el área de estudio muestran una tendencia a la existencia de precipitación menor y temperatura mayor (Miranda-Alonso, 2012).
En cuanto al diseño metodológico de la investigación, éste fue orientado por los principios teóricos de la TSSA, es decir, desde una perspectiva sociológica sistémico-funcional que involucró la aplicación de una encuesta y entrevistas a profundidad. Esta información fue triangulada con la obtenida durante la revisión documental (Cuadro 1).
La aplicación del cuestionario para encuesta se realizó con base en una muestra estadística de carácter estratificado por edad y por localidad. La muestra fue obtenida de un marco muestral elaborado con información del Registro Agrario Nacional, del Instituto Mexicano del Seguro Social (Unidad Médica Rural Xocotitla), Concesionaria de Aguas Nacionales para la Agricultura y la Ganadería Módulo de Riego La Antigua A.C. y de los Presidentes de los Comisariados Ejidales. Los datos fueron sistematizados y posteriormente analizados con el programa Statistica 7.1 (Stat SoftInc. 1984-2006, Tulsa, O.K., USA).
La identificación de los participantes en las entrevistas a profundidad se hizo con base en una muestra intencionada usando la técnica “bola de nieve” (Taylor y Bogdan, 1987). El número de entrevistados se determinó a partir del punto de saturación, momento en el cual la información obtenida comenzó a ser redundante (Baker y Edwards, 2013). Se realizó el análisis de contenido (Mayring, 2002) de la información obtenida, proceso que implicó la identificación de categorías con base en los siguientes pasos: transcripción de las entrevistas y edición de los textos para mejorar la lectura, identificación y ordenamiento de los enunciados con base en su contenido, interpretación de los mismos y de los conceptos subyacentes. Este análisis también fue usado para la información generada por las anotaciones del diario de campo.
Conceptuación de fenómenos meteorológicos por los productores entrevistados versus la semántica de carácter científico
a) Nortes
Los nortes fueron identificados por el 100% de los informantes y fueron definidos como vientos[4] fuertes provenientes desde esa dirección que pueden suceder durante todo el año y pueden proveer lluvia por algunos días. Esta conceptuación del norte tiene algunos elementos comunes a la semántica científica desde el cual este fenómeno es definido como una condición meteorológica de escala temporal corta (2-3 días). Una discrepancia es que los nortes según el SMN suceden generalmente durante el invierno meteorológico que inicia en la última semana de septiembre y concluye en la primera semana de mayo. Es importante considerar que los vientos provenientes del norte que se presentan en noviembre, son parte de lo que ellos llaman vendavales, mientras que los vientos del norte que acontecen en enero están asociados a las lluvias o lloviznas invernales, cuya presencia o ausencia forma parte de lo que regionalmente se nombra como cabañuelas[5].
Los nortes son señalados como los responsables del acame producido en los cultivos de maíz, sobre todo, aquellos que han sido sembradas tardíamente. La lluvia asociada a los nortes en ocasiones puede provocar la pérdida del cultivo en suelos con drenaje insuficiente (“agriamiento” del cultivo). Las afectaciones a la agricultura por este tipo de fenómeno, comunicadas por los productores del área de estudio, son similares a las que han sido mencionadas en el estado de Veracruz por Acevedo y Luna (2005) y Osorio (2015).
En cuanto a los cambios en su comportamiento, una de las ideas repetidas por los productores es que los nortes han aumentado en número e intensidad, presentándose en meses donde raramente ocurrían como es el mes de diciembre y enero. Los productores de mayor edad mencionan que esto se debe a que el clima ha cambiado en los últimos años, hecho que muchas veces no es percibido por la población más joven según su opinión.
b) Suradas
Las suradas fueron identificadas por el 95% de los entrevistados, de los cuales el 76% tiene una idea parcial y 19% una idea aproximada. Estos fenómenos fueron asociados únicamente a vientos cálidos que casi nunca traen agua. Son vientos que provienen del sur, “o de atrás”, según las palabras de los informantes, las suradas son el aire caliente que se presenta en los meses de marzo, abril y mayo. El 70% de los entrevistados menciona que el número de suradas se ha incrementado, ya que antes se presentaba de dos a tres por año, pero ahora son cuatro o cinco, con vientos más fuertes y calientes. Las suradas no fueron identificadas como fenómenos que pueden también traer vientos frescos y presentarse en los meses de invierno, tal como lo reportan el SMN y la CMV.
La información sobre la presencia de suradas la emite el SMN y la CVM a través de los medios masivos de comunicación. La época de suradas según el SMN es del 15 de diciembre al 30 de abril y pueden ser portadoras de vientos cálidos y frescos. Los entrevistados mencionaron que estos fenómenos se desarrollan más hacia el sur del Estado. Desde la semántica científica, las suradas son fenómenos opuestos a los nortes, pero con duración temporal menor (horas), y generalmente son producidas por el establecimiento de un fuerte gradiente de presión entre la parte norte y sur del Golfo de México (Vázquez- Romaña, 2013).
Es importante mencionar que antes del arribo de un frente frío que regularmente se acompaña con vientos del Norte suele registrarse viento de componente Sur. Los registros históricos del Observatorio Meteorológico de Veracruz tienen datos de suradas con vientos de velocidades sostenidas entre 40 y 50 Km/h con rachas de 90 a 100 Km/h, que en ocasiones han superado los 120 Km/h (Osorio, 2015). En el área de estudio esto puede ocasionar alteraciones en el ganado bovino como la alteración de la ingesta alimenticia e incidir en la salud de las crías y la fertilidad de las hembras (López et al., 2013).
Las suradas percibidas por los productores como las más intensas fueron las sucedidas durante la erupción del volcán El Chichonal, el 28 de marzo de 1982. Los entrevistados mencionan que el aire fue más caliente de lo habitual y dificultó la realización de las labores agrícolas e incluyó el transporte de ceniza volcánica, tal como lo menciona José Hernández Blanco de 79 años de la localidad Angostillo: “La primera surada fea que vi fue cuando El Chichonal, que nos llegó la ceniza hasta acá [...] y el calor que llegó a 50 grados. Ese día el sol se bajó o la tierra se subió.”
c) Vendavales
Un 61% de los entrevistados reconoció a los vendavales, de este porcentaje, 36% los definió parcialmente, mientras que el 24% tuvo una idea aproximada. Los vendavales fueron definidos como vientos frescos y lloviznas que suceden en días previos al periodo denominado Días de Muertos o Todos Santos. Los productores de edad mayor fueron quienes comunicaron más sobre este fenómeno consistente en periodos en los cuales se presentan vientos frescos o fríos asociados a lloviznas, las cuales pueden llegar a ser intensas, denominadas por los entrevistados como lloviznales. Aunque este fenómeno no se encontró dentro del glosario del SMN, si fue definido por un periódico local como vientos frescos que se presentan en los últimos o primeros días de octubre o noviembre, incluso hasta en diciembre. Vientos que suceden generalmente durante las tardes que proveen de humedad a través de ligeras lloviznas, cuyas rachas no rebasan los 40 ó 50 km/h y son el aviso de que la actividad tropical entra en su fase final, dando paso al inicio de la actividad invernal.[6]
Cabe señalar que la búsqueda de la definición de vendavales en documentos de carácter científico en México no dio resultados y tampoco se encontró mencionado a éste fenómeno en los diarios de circulación nacional. Sin embargo, los vendavales son un fenómeno que es comunicado por los productores, ejemplo de ello es lo dicho por Martina Lagunes de 83 años, ejidataria de la localidad de Angostillo: “Los vendavales era en Todos Santos, vientos con lloviznales o vientos con frío”.
d) Seca
Los entrevistados no usan ni diferencian los términos sequía agrícola y periodo de estiaje. La sequía agrícola es una situación en la que la cantidad de humedad disponible en el suelo no satisface las necesidades de un cultivo y se manifiesta en un menor o nulo desarrollo vegetativo, esto derivado de la falta de lluvias. Mientras que el periodo de estiaje es un periodo particularmente seco ocasionado por situaciones naturales, una de ellas, la geografía del estado de Veracruz (Méndez, 2010). La distinción entre estos dos conceptos tampoco ha sido señalada por el CMV, organismo que cambió el término sequía por el de estiaje en sus boletines a partir del 13 de diciembre de 2012[7]. Para los productores el concepto recurrente fue el de “seca”, al cual se le asociaron otros términos indicando su grado de intensidad como: “regular”, “dura” y “muy dura”, ambos términos fueron reconocidos por el total de los productores encuestados.
El 95% de los productores indicó que la temporada de “seca” aumentó porque ahora va de octubre hasta mayo o junio, dicho aumento es un problema para los productores de maíz y criadores de ganado bovino en esta zona de temporal, ya que a medida que avanza la “seca” aumenta el grado de incertidumbre y riesgo que implica el comienzo de la siembra del maíz, el abasto de alimento y agua para el ganado. Con base en el análisis de registros obtenidos a partir de las entrevistas, se infiere que tres décadas atrás el periodo de “seca” era percibido como menor, ya que comenzaba durante febrero y terminaba con las primeras lluvias a mediados del mes de mayo, tal como lo menciona Isauro Chama López, ejidatario de Angostillo de 86 años: “En enero cuando se desgranaba [las mazorcas] caían los maíces afuera de la canasta, allí nacían […], íbamos a cortar elotes donde había estado la siembra.”. Lo anterior refiere la presencia de humedad en el suelo provista por las lloviznas en el mes de enero. Esto es coincidente con el CMV, el cual plantea que el periodo de estiaje para esta región comprende del 15 de febrero al 31 de mayo. Sin embargo, Peralta-Hernández et al. (2008) mencionan que éste fenómeno se ha agudizado en Veracruz en los últimos años debido al efecto de El Niño (Monitor de sequia, 2015).
En relación con la intensidad de la temporada de “seca”, el 87% de los encuestados dijo que ésta aumentó, lo cual ha traído como consecuencia una reducción de alimento disponible, así como, una mayor presión sobre las áreas de pastoreo generando una intensificación del uso del suelo. Algunos productores señalaron a 2004 y 2011 como años en los cuales las cosechas se perdieron por “secas muy duras”, la pérdida total de su producción de granos (incluso los utilizados para la alimentación de su familia) les obligó a migrar temporalmente a municipios circunvecinos. Otra “seca” referida fue la sucedida en 2010, esta sequía intensa comenzó el 17 de septiembre y terminó en junio de 2011, con la presencia del huracán Karl. Estos fenómenos fueron catalogados como sequías por el Monitor de Sequía en México[8], organismo que reportó para el país en 2004, una anomalía nacional mensual de precipitación de 3% por debajo de lo normal. En 2010, la sequía en el centro de Veracruz fue catalogada como D1-Sequía moderada. En 2011, este mismo organismo reportó una sequía D3-Extrema en toda la cuenca del río Papaloapan desde el norte de Oaxaca hasta la región central de Veracruz.
e) Temporales
El 100% de los productores encuestados tuvo noción de ellos, pero solo el 64% tuvo una idea aproximada. Los temporales fueron identificados como periodos de lluvia que se presentaban durante los meses de junio, julio y septiembre. Los productores mencionaron que aproximadamente dos décadas atrás los temporales duraban en promedio 10 días y sucedían durante noches y días seguidos, lo que resultaba contraproducente porque “no dejaban trabajar”. Ahora éstos duran en promedio dos días, Martina Vela Contreras de 83 años, ejidataria de Angostillo menciona que: “[…] rara vez llueve en el día […], tampoco el agua se encharca como antes y los días nublados también son raros.” Asimismo, los entrevistados también refieren que ahora los temporales son más breves, pero con lluvias más intensas que ellos denominan “torrentales” o “aguacerones”. Así como la ausencia de lluvia “relativa”, “pausada” o “penetrante”.
Uno de los fenómenos mencionados recurrentemente por los entrevistados fue el temporal de 40 días y sus noches que provocó pérdida de las cosechas, escasez de alimento e incluso la carencia de leña seca para preparar sus alimentos. Este fenómeno fue comunicado por el 85% de los productores. Gregorio Salomón Baizabal de 84 años de El Limón mencionó que: “[Yo] tenía mis hijos chiquitos cuando el temporal de 40 días y sus noches, llovió tanto que toda la siembra se perdió, no teníamos para comer”. Este fenómeno al parecer sucedió en la década de los 50 del siglo pasado y es posible que haya sido un efecto del huracán Janet acaecido en 1955.
f) Lloviznas
Las lloviznas[9] en la zona de temporal son una fuente de humedad fundamental para la actividad agrícola y la obtención de pastura para el ganado. La desaparición de “las lloviznas frijoleras” de septiembre y octubre, y las altas temperaturas han complicado la producción de esta leguminosa incluso para fines de autoconsumo ya que al ser un cultivo C3 es altamente sensible al aumento de la temperatura y a la reducción de la humedad (Sangerman-Jarquín, 2010). Ahora, según los productores solo existen lloviznas denominadas “pelo o pelillo de gato” o “brisitas” que son lloviznas mínimas que suceden de junio a septiembre. Asimismo, también han desaparecido las lloviznas que traían los vendavales y las de enero asociadas a las cabañuelas tal como lo menciona Pablo Reyes Castro de 59 años, Ejidatario de El Limón: “Ya no llovizna como antes, recuerdo que en enero cuando cosechaba poníamos una lona, tendrá unos ocho o 10 años que ya no lo hacemos.”
Discusión
En el caso de los nortes, la conceptuación de los mismos por los productores es relativamente similar con la semántica usada por el SMN y el CMV. La coincidencia entre ambas semánticas es que los nortes son vientos intensos en dirección norte-sur que provocan un descenso en la temperatura y la presencia de precipitaciones. Sin embargo, los productores desconocen que dichos nortes son el resultado de un frente frío. Otras diferencias en cuanto su ocurrencia se pueden observar en el Cuadro 2.
El cuadro anterior muestra básicamente que de acuerdo con el SMN, los nortes se presentan generalmente como parte del invierno meteorológico. En constraste, los productores tienen la idea de que los nortes son vientos que se presentan todo el año.
En cuanto a la suradas, es coincidente la semantica de carácter científico con la de los agricultores, al indicar que son vientos de componente Sur, hay diferencias en cuanto la idea de su presencia durante el año. Los productores solo asocian las suradas a vientos cálidos que suceden entre marzo y abril mientas que para el SMN y la CMV, la época de suradas va desde diciembre hasta abril e indica que también pueden traer vientos frescos hecho que sucede en la temporada invernal, tal como se observa en el Cuadro 3.
Respecto a los vendavales, estos son fenomenos que están dejando de ser un tema de comunicación entre los productores del trópico subhúmedo veracruzano. De los productores encuestados únicamente el 60% de ellos lo reconocieron, sin embargo, menos de la mitad de este porcentaje pudo definirlos. Esta misma situación tambien sucedió en el caso de las cabañuelas, que involucraban la presencia de vientos de componente Norte y llovizna en los primeros días de enero. Del total de productores encuestados solo el 45% tuvo una idea aproximada mientras que 43% tuvo una idea parcial y el 12% no las identificó. Tanto vendavales como cabañuelas están dejando de tematizarse debido a la aparente disminución de las lloviznas en el área de estudio en esos periodos, información brindada por los productores, pero sin un sustento científico que valide esta situación en el nivel local.
En cuanto al periodo que los productores denominan “seca”, es importante reflexionar que esta expresión hasta hace unos años fue concordante con la semántica institucional del SMN, organismo que a partir de 2012 comienza a diferenciar entre sequía y periodo estiaje, términos que progresivamente van siendo parte de la semántica usada en los principales medios de comunicación. Pero para los productores solo existe la “seca” la cual puede ser desde “regular” hasta “muy dura”, refiriéndose esta última expresión a sequías agrícolas como las que sucedieron en 2014, 2010 y 2010, las cuales tuvieron estragos en la actividad agrícola de la región.
En cuanto a la época de ocurrencia de la “seca”, sinónimo del periodo de estiaje se observó lo siguiente (Cuadro 4).
El 95% de los productores mencionó tanto la prolongación de la temporada de “seca” como el aumento de su intensidad en el área de estudio. Se infiere que esta situación es la señal más evidente de un Niño fuerte, fenómeno asociado al descenso de las precipitaciones y aumento de la temperatura (Miranda-Alonso, 2012).
En relación con el temporal, éste no tiene una definición científica en el SMN, no obstante, es una expresión usada para referirse a los periodos de lluvia. Los productores mencionan que dichos periodos se han acortado y ahora, con frecuencia, la lluvia se presenta como “torrentales” o “aguacerones”, es decir, lluvia más intensa que pueden provocar arrastres del suelo y pérdida del cultivo de maíz. También se habla de lluvia “manchoneada”, tal como lo relata Isauro Chama López de 86 años del ejido Angostillo: “Antes era temporal parejo, por donde quiera pura lluvia [...] era bonito […] a hoy, manchoneado. Hay veces que esta la lluvia aquí, [...] pues vámonos y cuando llegábamos a la siembra está seco [...] o si no [...] ¡oye! ¿Por qué no fuiste a sembrar? […] y ¿cómo voy a sembrar en seco? [...] ¡Vieras tu barbecho como está mojado! A ver de qué modo le atina uno, hay que andar al tanto, nomás revisando las nubes para ver si llovió.” Esto puede asociarse al término de lluvias aisladas, sin embargo, la falta de estudios del régimen meteorológico y/o climático en el nivel local hace que esto sea solo una hipótesis.
En cuanto a las lloviznas, desde la semántica de los productores se pasó de “lloviznales” a “pelillo de gato”, lo cual permite inferir la existencia de lloviznas menos intensas y con ello la carencia de humedad fundamental para el desarrollo de cultivos como el frijol con la ausencia de las “lloviznas frijoleras”. Asimismo, la prolongación y mayor intensidad de la temporada de “seca” o estiaje está afectando a la crianza del ganado bovino, al limitar la cantidad de pastura y agua disponible en ese periodo. En el Cuadro 5 se identifican los diferentes tipos de llovizna sobre las cuales aún se comunican (ya sea por su presencia o ausencia) en el área de estudio.
Así, ante la ausencia de las “lloviznas frijoleras” y las que sucedían durante los vendavales y cabañuelas, los productores se enfrentan a una “seca” “dura” o “muy dura” por un periodo prolongado, que afecta al productor cuando éste no tiene suficiente pastura para su ganado y existe la posibilidad que las especies palatables disminuyan y por hambre los animales coman especies tóxicas. Asimismo, el sobrepastoreo origina que los potreros se degraden y sean más vulnerables a los retrasos en la temporada de lluvias y/o precipitaciones menores a las esperadas (López et al., 2013) y lo más lamentable para ellos, es que esta situación les obligue a vender sus animales o conduzca a la muerte de sus animales, hecho que significa la pérdida de recursos con un valor mercantil privilegiado.
De ese modo, empíricamente se observó en el nivel local la existencia de una semántica particular sobre fenómenos tales como: nortes, suradas, vendavales, secas, temporales, y lloviznas. Una semántica mediada por la cultura tal como lo menciona Buys et al. (2012) quien plantea que la semántica está intervenida por factores socioculturales. En el caso de los productores dedicados a la agricultura y la crianza de ganado de esta región de México, dicha semántica refleja sus valores y creencias. Desde la perspectiva teórica de Luhmann (2006) se trata de una semántica propia del sistema de comunicación “agricultura” estabilizada en el nivel local. Parafraseando a Blanco (2011) se trata de una semántica que es regulada en su evolución por la plausibilidad y la pérdida de realidad de sus conceptos. Así, un concepto que pierde asidero en la realidad se desecha (tal como está sucediendo con los vendavales y cabañuelas) mientras que el concepto que es útil para describir no solo lo que ha pasado, sino también lo que está sucediendo en el presente y lo que podría pasar en el futuro, adquiere mayor relevancia comunicativa (nortes y “secas”).
7. Conclusión
La conceptuación y la comunicación de fenómenos meteorológicos particulares (nortes, suradas, vendavales, secas, temporales y lloviznas) en el área de estudio y la comprensión de sus impactos indican la existencia de una construcción social que ha generado una semántica particular en el nivel local, como resultado de la reproducción de las operaciones comunicativas del sistema “agricultura” (conversaciones entre los productores y sus familias y la información que les es notificada a través de los principales medios de comunicación como la televisión). Una semántica que en algunos casos es coincidente con la generada por climatólogos y meteorólogos y en otros, es totalmente ajena a aquella usada por los agricultores. Una situación relevante ante un contexto de cambio climático, un fenómeno que está incidiendo en la frecuencia y la intensidad de estos fenómenos meteorológicos, cuyos efectos impactan negativamente en el desarrollo de los cultivos y la crianza de ganado. El conocimiento sobre cómo estos temas son comunicados y la semántica que le subyace, debe ser utilizado por parte de las instituciones públicas y privadas como un punto de referencia en el diseño de estrategias de comunicación encaminadas a la adaptación de la actividad agropecuaria ante el cambio climático. Al hacerlo, estarían coadyuvando en el desarrollo de las capacidades adaptativas ante el cambio climático que la agricultura requiere, sobre todo, en el mediano y largo plazo.
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Notas
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Notas de autor
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