Resumen: Los ecosistemas hídricos tienen una connotación histórico-cultural para las colectividades de los pueblos altoandinos, por sus formas tradicionales de convivencia con el ambiente. El propósito de esta investigación es develar los significados del agua para las comunidades indígenas de Otavalo-Ecuador. Se fundamenta en las tendencias actuales de la educación ambiental y en el paradigma socio construccionista. Tiene un enfoque cualitativo de tipo etnográfico y aplicación del método hermenéutico. La construcción de los significados requirió de: 1. la intervención de los investigadores en la comunidad indígena por varios años; 2. observación participante y entrevistas a profundidad a los informantes clave; 3. organización cualitativa de la información y 4. teorización o triangulación. Los significados fueron: “El agua néctar de la vida”, constituida por las subcategorías: el agua “un ser vivo-madre agua” -como símbolo sagrado- y “el agua es un ser vivo, con igualdad de derechos”. Todo ello responde, según los indígenas, a la filosofía del “Sumak Kausay”.
Palabras clave: agua, comunidades indígenas, percepción cultural, percepción ambiental, visión cultural.
Abstract: The water ecosystems have a historical-cultural connotation for the collectivities of the high Andean peoples, for their traditional forms of coexistence with the environment. The purpose of this research is to unveil the meanings of water for the indigenous communities of Otavalo-Ecuador. It is based on current trends in environmental education and the socio-constructionist paradigm. It has a qualitative ethnographic approach and application of the hermeneutical method. The construction of the meanings required: 1. the intervention of the researchers in the indigenous community for several years; 2. participant observation and in-depth interviews with key informants; 3. Qualitative organization of information 4. Theorization or triangulation. The meanings were: “The water, nectar of life”, constituted by the subcategories: water “a living being-mother water” -as a sacred symbol- and “water is a living being, with equal rights”. All this responds, according to the indigenes, to the philosophy of “Sumak Kausay”.
Keywords: water, indigenous communities, cultural perception, environmental perception, meanings, cultural vision.
ARTÍCULOS
Percepción cultural y ambiental del agua en comunidades indígenas de Otavalo-Ecuador
Cultural and environmental perception of water in indigenous communities of Otavalo-Ecuador
Recepción: 17 Marzo 2018
Aprobación: 02 Agosto 2018
Publicación: 04 Diciembre 2018
El agua como elemento integrador contiene una serie de significados, que se han tejido a través de los diferentes procesos histórico-culturales, en donde confluyen la percepción, el ideal y el palpitar del diario convivir. La apreciación simbólica en las comunidades indígenas de las corrientes de agua, especialmente, cascadas, ríos y vertientes parte de situaciones importantes como, la dirección de uso, del valor, del sentir socio-político, cultural e ideológico de cada época, por cuanto, el agua es el componente vital de las diversas formas de vida en el planeta Tierra.
Resulta importante develar, ¿cuáles son los significados del agua para las comunidades indígenas kichwas?, mediante un estudio profundo, considerando criterios socioculturales y funcionales, en el ámbito de las comunidades ancestrales de Otavalo. Comprender e interpretar los significados de este importante líquido, parte esencialmente de la convivencia de los investigadores durante muchos años en la vida secreta y comunitaria de estas comunidades.
Esta realidad, por tanto, es “creada, cambiante, dinámica, holística y polifacética” (Gurdían-Fernández, 2007, p. 66); por cuanto, permite la interrelación del investigador y lo investigado, generando una visión integral del “sistema complejo de lo real” (González-Rey, 2006, p. 10), que por su sensibilidad configura una multiplicidad de formas de inteligibilidad para hacer visible la realidad a través del conocimiento, mediante respuestas implícitas y explícitas generadas en la cotidianidad subjetiva (Berger & Luckmann, 2008; Maturana, 2009).
En este accionar dialéctico-comunicativo, se imprimen o se revelan los significados del agua y de su contexto, mediante la comprensiva interpretación de la realidad socio-natural, donde los indígenas kichwas mantienen una tradición histórica-cultural con los cursos de agua, como parte de su identidad local, enriquecida por su sabiduría andina y compartida en diferentes ámbitos de la sociedad.
El paradigma socioconstruccionista que fundamenta este trabajo investigativo en la construcción del conocimiento, es a partir de la capacidad discursiva de los sujetos, enfatizando en la multiplicidad de perspectivas posibles y válidas sobre la realidad, otorgándole al lenguaje una importancia vital dentro del proceso relacional-social.
La visión cultural de este importante líquido vital permitirá actuar de manera oportuna consciente y responsable para el manejo sustentable del agua y sus recursos, dentro de las esferas socioculturales, económicas, científicas y políticas del sector comunitario y del país en general.
Área de estudio
La investigación se realizó en las comunidades indígenas Fakcha Llakta y Peguche, que forman parte del Bosque Protector “Cascada de Peguche”, al norte del Ecuador, en la provincia de Imbabura, cantón Otavalo, a 2.554. La cascada proviene del río Peguche, formado por el vertedero del lago San Pablo (Chávez, 1978), que luego de recorrer varias comunidades se precipita en un atractivo salto de agua de aproximadamente 19 metros, al que concurren yachacs y shamanes (personas de sabiduría) a bañarse en fechas sagradas (Raymicunas), relacionadas con el cultivo del maíz, como son los solsticios y equinoccios de verano e invierno.
Este trabajo se enmarca en la investigación cualitativa, de tipo etnográfico, sustentada en el paradigma socioconstruccionista, el método hermenéutico para la construcción del mundo de los significados, la observación participante y, la entrevista a profundidad. Estos dos últimos aspectos requirieron de la inmersión de los investigadores.
Para Axpe-Caballero (2003, p. 15), etnografía proviene del griego ethnos, que significa pueblo, y grapen, describir; por tanto, es el “estudio descriptivo de las costumbres y tradiciones de los pueblos”. Al respecto, Martínez (2007) señala que es la “descripción del estilo de vida de un grupo de personas habituadas a vivir juntas” (p. 23); es decir, cualquier grupo humano que constituya una “entidad social” normada por derechos y obligaciones de común acuerdo.
Según experiencia propia de los autores de esta investigación, la inmersión requiere de un conjunto de situaciones, elementos y procesos dentro de una perspectiva participativa-social-interactiva y vivencial-constructiva, de orden extrínseca e intrínseca, las cuales son: (a) adaptación a patrones culturales distintos (capacidad de convivencia); (b) tiempo especial para convivir en el espacio de vida del otro; (d) conocimientos previos del contexto; (e) capacidad de comunicación y comprensión (paciencia, respeto, empatía y confianza); (g) asiduo interés por conocer otros mundos de vida y dejar una huella productiva imborrable; y (h) un compromiso ético ineludible.
Procedimiento
Para realizar este estudio fue fundamental acercarse a la situación real, respecto a la concepción del agua que tienen las comunidades indígenas de Peguche en su diario vivir; posicionarse del paradigma socio-construccionista, adentrarse en la inter subjetividad y dar lugar a la acción dialógica, como el espacio esencial para la emergencia del sujeto activo, crítico y creativo en la infinita riqueza de su imaginación (Taylor y Bogdan, 1994), permitiendo hablar a los relegados, y atravesar las fronteras de la diferencia (Gergen, 1996), para la producción y construcción social de los significados (Wiesenfeld, 2000). Por tanto, es importante pertenecer al mundo de la vida de los otros, para describir su esencia (Habermas, 1981).
Centrarse en el campo abierto, flexible y reflexivo del diseño cualitativo emergente, y considerar las múltiples versiones y los diferentes puntos de vista desde la perspectiva interaccionista, donde la subjetividad e intersubjetividad revisten importancia en la construcción del conocimiento (Martínez, 2007).
La transcripción de las entrevistas se realizó inmediatamente después de su aplicación, utilizando cuadros para cada informante, señalando las preguntas con la letra “I” de investigador y “E” para encuestado, proceso que requirió paciencia en cuanto a escuchar detenidamente las grabaciones de audio de los sujetos informantes, cuidando la sintaxis, y todo el compendio de sensaciones vertidas y relacionadas con el consentimiento informado.
La aplicación del método hermenéutico implicó sumergirse en su dialéctica mediante el movimiento y agilidad del pensamiento intersubjetivo, multidireccional y en zigzagueo entre los informantes (Márquez, 2007), que enriqueció el entramado de las zonas de sentido (González-Rey, 2006) y el horizonte inteligible del pensamiento complejo y diverso, dando lugar al universo de los significados (Wiesenfeld, 2000; Martínez, 2007) y a las significaciones de la vida cotidiana de los actores sociales (Geertz, 2003).
La reflexión-comprensión-interpretación guio todo este proceso en la construcción paulatina, minuciosa, dinámica y emotiva del conocimiento de la realidad social, relacionada con las expresiones de sentido-subcategorías (González-Rey, 2006) y áreas temáticas-categorías o significados (Martínez, 2007), destacando en este devenir el carácter flexible en todo momento.
Seguidamente se realizó el tejido dinámico de la teoría o triangulación a partir de: (a) las expresiones de sentido o subcategorías que configuraron el área temática (categorías o significados) producto del proceso constructivo-interpretativo de los testimonios de los nativos del lugar; (b) el sustento de los autores alusivos al tema y; (c) la reflexividad creativa e interpretativa de los investigadores.
La información obtenida se registró en videos, libro de campo, fotografías, soportes de notas y de productos culturales de la comunidad (artesanías, música, danza), festividades indígenas (Intiraymi y Paukaraimy), mitos, cuentos, leyendas, historias, anécdotas, entre otras.
Los informantes claves fueron seleccionados en un número considerable, porque se buscaron distintas perspectivas por la complejidad del fenómeno estudiado y, sobre todo, por conocer a estas personas durante el tiempo de convivencia. Los criterios de selección fueron: parámetros subjetivos, equidad de género, actividad ocupacional: amas de casa, mujeres empresarias, espirituales (curanderas), chamanes, agricultores, guías de turismo, administradores del agua de consumo, artesanos, docentes bilingües y guardabosques del área natural.
Según Rodríguez-Gómez et al. (1996) “un buen informante…dispone del conocimiento y la experiencia que requiere el investigador y tiene habilidad para reflexionar, se expresa con claridad y dispone de tiempo y disposición de participar en la investigación” (p. 125).
La información fue obtenida a través de las siguientes técnicas e instrumentos de investigación:
Observación participante: requirió haberse internado en su mundo, su “vida”, sus sentimientos y, sobre todo, compartir experiencias, ideas, propósitos y planificaciones en la construcción de sus sueños, conforme sostiene Taylor y Bogdan (1994) “compartir la vivencia, la experiencia y la sensibilidad de las personas” (p. 190).
Entrevistas a profundidad: permitió obtener información relevante, mediante el acercamiento anticipado, a fin de concretar la apertura a la acción dialógica, hasta saturar la información (repetición de versiones). Este tipo de entrevistas permite “reencuentros reiterados cara a cara” (Taylor & Bogdan, 1994), en la comprensión de la realidad por parte de los informantes.
Esta información se organizó y estructuró en trechos de expresión o “trechos de información” (González-Rey, 2006); en expresiones de sentidos o subcategorías y, en categorías (Martínez, 2007); estas constituyeron los significados (Wiesenfeld, 2000) emergidos en la dialéctica interpretativa de los actores sociales (informantes e investigadores), y posteriormente triangular o teorizar los significados mediante el tejido dinámico y progresivo de la teoría.
Aquí se expresa la esencia del sentir de las diversas miradas del hombre y la mujer kichwa andina de Ecuador, referentes a los significados que integran valores y saberes ético-culturales, tradicionales y ancestrales, construidos a través de la percepción en el diario convivir relacional con el agua. Uno de los significados emergidos es: “El agua néctar de la vida”, constituido por las subcategorías: el agua es un ser vivo “madre agua”; el agua un símbolo sagrado; el agua fuente de vida y gratitud del agua.
A continuación, se presenta la construcción teoría de esta percepción significativa mediante la triangulación respectiva:
El agua néctar de la vida
En este significado se plasma el pensamiento y sentir de los indígenas kichwas de la zona norte del país. El agua, fuente de toda forma de vida, de integración y fraternidad comunitaria representa la dinámica de la naturaleza en toda su majestuosa expresión para el bienestar humano. Este significado está conformado por las siguientes subcategorías:
El agua es un ser vivo “madre agua”
En esta expresión se refleja claramente la contundencia de su sabiduría andina, no solamente como una frase común, sino asumiendo una actitud y conducta permanentes que en esencia constituyen su personalidad y su vida cotidiana, nutrida de valores culturales. No cabe duda, que esta percepción tiene una raíz de formación ancestral en la cultura del agua y se inscribe en la práctica de sus costumbres.
Esta actitud dista mucho del pensar citadino, del industrial y del pensamiento occidental, quienes con su postura de dominio y afán explotador de este valioso bien natural, desconocen el verdadero sentir andino, en cuanto al valor cultural del agua, como un ser natural vivo, autor y gestor de la vida en el planeta Tierra.
Las siguientes expresiones de los informantes de Peguche, confirman esta aseveración:
¡El agua!,… yo pienso que debe ser cuidada; porque no siempre el agua va a estar saliendo por sí sola, ¡noooo!, porque, el agua, ¡ya se va acabando! El agua debe ser cuidada y cultivada. El agua entonces, es ¡un ser vivo!, ¡sí!.., es considerada ¡viva! (Sj. 6) …no hemos visto ningún problema, aquí en la cascada!, ya que el agua es un elemento vivo, vital para las personas y…(Sj. 1)
Es oportuno considerar lo señalado por Silva et al. (2008), para quienes el “agua es un ser vivo, porque es proveedor de vida y animación del universo, con ella se dialoga de manera afectiva, se la cría” (p. 12). Esta visión es importante para direccionar la actitud humana en sentido reflexivo y consciente, al pensar que la vida en sus variadas formas depende del agua, que se expresa en varios estados y propiedades (sólido, líquido, gaseoso; físico, química y biológica). Por ello, es prioritario cuidarla mediante la manifestación de una conciencia y un pensamiento ético, con la práctica del diálogo ameno y sutil, por cuanto, este “ser lleno de vida”, recibe las intenciones y actitudes humanas. Conforme sostiene Ellyard (2008) “el agua almacena y transmite información, al mismo tiempo que muestra, cómo se manifiesta nuestra conciencia a través de este medio líquido” (p. 17).
Pensar y sentir que todo lo existente en este mundo gira y circula en base al agua y que este “ser viviente” tiene animación y vida, despierta mayor compromiso y acción para su manejo y conservación, como el tesoro más preciado de esta vida, por cuanto en el planeta Tierra, todo está interconectado y relacionado, especialmente a través de la fuerza integradora-vital del agua.
Al respecto, Brondi (2014) señala que en la comunidad de Quispillacta-Ayacucho-Perú, los jóvenes crían y respetan el agua como un ser vivo más, quien mora, se relaciona y vive en armonía en las diversas comunidades, al igual que los cerros, las montañas y la naturaleza en sí. Lo expresado se aprecia claramente en las siguientes expresiones de los informantes claves:
El agua desde nuestro punto de vista cultural, desde nuestra visión, es nuestra madre; también, es hermano, hermana y la cuidamos de esa manera (Sj. 6).
¡Yo viví!, adentro del vientre de mi mamá, ¡que tenía agua! Por eso, Yaku Mama es ¡mi madre!, mi madre agua que me da vida (Sj. 2).
Estas afirmaciones tienen una connotación de maternidad, familiaridad y hermandad humana-natural, al concebir al agua como una madre, un miembro más de la comunidad, un ser que merece un trato con sensibilidad y conocimiento justo; no como un “elemento” o “re curso”, cuya definición ha guiado para su valor económico-mercantil en los diferentes países y regiones del “mundo desarrollado”; término que actualmente prevalece y, es causa de múltiples desigualdades, en cuanto a la repartición injusta, el uso inadecuado y en general un maltrato marcado, por la escasa importancia a este ser vital, como el agua.
En este sentido, León (2011) enfatiza que, en la epistemología indígena, la forma andina de conocer, pensar, hablar y hacer un verdadero acto convivencial cultural, es partiendo del contexto ideológico y práctico de que todo lo existente en este mundo, tiene vida o espíritu, porque “el agua es Yaku Mama (madre agua); la tierra, Pacha Mama (madre Tierra). En los Andes no se encuentra una palabra quechua que signifique recurso natural y mineral inerte, …todo lo que existe en la naturaleza son vivas… amadas” (p.19).
Al respecto, Tatzo & Rodríguez (1998) fortalecen lo expuesto, al manifestar que para el ser andino “el agua no es un objeto sin vida, …; es un ser vivo, que se presenta bajo distintas formas y …comportamientos. El uso del agua se basa en la relación entre dos seres vivos: el ser humano y el agua” (p.47). El siguiente testimonio sustenta esta premisa:
¡Tonces!, antes de curar a las personas, ¡yo pido permiso, al agua, al cerro, a las plantas, porque están vivas! (Sj.2)
Concebir de esta forma al agua y demás componentes de la naturaleza, invita a conocer, comprender y actuar de manera distinta, de una forma más sutil, subjetiva y con conciencia transformadora, frente a lo existente, lo cual invita a una reflexión profunda, para permitir que el agua sea valorada en su esencia viva, íntegra, y en su dimensión irremplazable en la convicción de honrar su presencia, y su función en este planeta.
¡El agua es perfectamente buena aquí, para nuestra comunidad!, por eso siempre la cuidamos, y es para nosotros un familiar más (Sj. 5).
Enriquece lo expresado Portela (2003) al mencionar que la “tierra, el entorno, la naturaleza, es una mujer y las plantas, los animales, el agua y los fenómenos atmosféricos son manifestaciones vivas con las que se establecen relaciones de amistad respetuosa en la permanente búsqueda de armonía y bienestar social” (p. 64). Por tanto, el agua como el principal componente de todos ellos, “el agua está viva y alberga vida, reacciona a la luz, a la temperatura, a la música” (Martínez-Yánez, 2014, p. 46); es decir, reacciona ante otros factores ambientales y armónicos que forman parte del desarrollo social y de la vida misma.
En este contexto, no solamente el agua es un ser vivo y las formas de vida que comúnmente se conocen, sino también la tierra y otros fenómenos presentes en la naturaleza, lo cual significa que el ser humano está rodeado de “seres vivos” en toda su realidad. Seguramente, el autor antes citado, quiere manifestar tal aseveración, en vista de que toda expresión natural en el planeta, tiene energía, existencia y vida. Por tanto, “amar lo natural”, es saber respetar y comprender el porqué de su existencia.
El agua un símbolo sagrado
El agua para diferentes civilizaciones desde la antigüedad, siempre fue concebida como un elemento sagrado, una sustancia divina, dadora de vida, bondad y pureza; por eso, era reverenciada y apreciada, permitiendo enriquecer la vida y fortalecer los valores sociales. La siguiente expresión de los indígenas entrevistados sustenta lo expresado:
¡El agua es una vida sagrada para mí, porque es el seno de nuestra madre tierra, de mi mamá, de Pachamama, que es ¡mi mamá!, que me trajo al mundo, porque todos los poderes, ¡tooodo, el alimento, me lo da mi madre tierra! Tonces, ¡es sagrada para mí!, ¡sale de la madre tierra!, ¿y si no?, ¿de dónde sale más?, ¿de dónde ha visto usted que sale el agua?... (Sj. 2).
A propósito, Silva et al. (2008) consideran al agua como “un ser divino, producto de la fecundación del Dios Wiracocha con la Madre Tierra o Pachamama, para la reproducción de la vida. Los ríos, lagos, lagunas, cascadas y fuentes hídricas, tienen un espíritu divino; por tanto, son divinidades” (p. 30). Esta configuración espiritual sobre los diferentes cursos y cuerpos de agua, permiten generar una actitud consciente sobre este conjunto de “seres” que se encuentran en completa relación con la humanidad, donde el mundo posmoderno, no mira tal divinidad en su diario accionar; razón por la cual, es urgente tomar una profunda actitud ética desde la visión andina, y que la sacralidad del agua sea el principio que guíe a la humanidad, reflejando cambios sustanciales en la conservación de la naturaleza y de las diferentes formas de vida. Lo antes expresado se sustenta en los siguientes testimonios de los informantes:
Es por eso, cuando estoy limpiando a un grupo de turistas que vienen estudiantes de medicina de Nueva York… (…), ¡trabajo con fuego, agua y plantas…! Entonces, el agua es muy sagrada, es el seno, la sangre de mi Pachamama; por eso la llaman ¡Manto Blanco!, ¡Manto Blanco...! El agua, ¡te digo mil veces!... ¡es una cosa sagrada!, es mí ¡vida!, es la vida de todos seres vivos, que hay que ¡cuidarla! (Sj. 6).
La cascada es un lugar, un sitio sagrado, digamos un santuario; por eso la gente viene a la cascada y se va contenta cuando visita (Sj. 5).
Estas expresiones constituyen una interesante aseveración y un aporte sustancial en el camino de concebir una nueva actitud frente al agua para la actuación más responsable y humana, a fin de lograr el anhelado equilibrado ambiental, concibiendo que el agua es sagrada, algo divino, por ser la dadora de vida al mundo. Este líquido vital siempre ha sido venerado a través de las generaciones y las diferentes civilizaciones. Fortalece este precepto Cachiguango (2010) al mencionar que “los cerros, el agua, sus ríos, el sol, la luna y la tierra, son seres divinos, tienen espíritus que los ayudan; por tanto, son sagrados y respetados de igual forma que otro ser humano” (p. 49).
Este mirar ancestral invita a conocer el accionar del ser comunitario rural, en una connotación de espiritualidad relacional, intrínsecamente arraigada a su vida cotidiana, en la que resalta el compromiso ambiental frente a la magnitud de la naturaleza, como principal componente de la fuerza vital y de las manifestaciones culturales, en las que se plasman los pilares básicos del desarrollo emocional-cognitivo, moral y espiritual del ser andino.
Resulta oportuno enriquecer esta premisa con los testimonios vertidos por personas de la comunidad de Peguche:
Gracias a este sitio sagrado tenemos agua para comer, agua para tomar y agua para piscina, ¡estamos feliz!... Algunos turistas…, durante el baño en la cascada, piden al agua, dan oraciones, porque el agua es bendita (Sj. 5).
…¡esta es la cascada!, que es ¡sagrada para mí!, ¡porque hoy estamos en contacto con la naturaleza misma y, en medio de la tranquilidad; ¡tengan la bondad de hacer silencio!, ¡y todos callaron!, y digo: ¡esto es vida!... por eso, a las vertientes, tenemos que siempre cuidar, mantener, para que no se pierdan, utilizar en una forma razonada… ¡porque el agua es muy sagrado! (Sj. 8).
…el agua, igual, ¡limpia las energías negativas! Entonces, el agua es considerado como ¡algo sagrado! En nuestro caso, la cascada es considerada como algo sagrado… (Sj. 6).
Como se puede apreciar la sacralidad del agua es evidente, está presente en la vida de los pobladores y, es parte de la realidad social andina en el sentido subjetivo de expresar el lema: “así pensamos y vivimos los runas de la serranía ecuatoriana” (Sánchez, 2014), porque este bien natural es la fuerza motriz, la fuente de vida, que permite vivir en comunión intergeneracional, y a su vez, el principal motivo que articula las diversas celebraciones indígenas y su vida misma.
Las comunidades indígenas de Otavalo (Peguche) mantienen una relación generacional directa con el agua en sus diferentes cursos hídricos como, cascadas y vertientes, al ser incorporados en la práctica sacra o “veneración al agua”. Por tanto, en el sentir del kichwa otavaleño, se entretejen y emergen valores y saberes ético-culturales ancestrales como parte de los conocimientos educativo-ambientales que enriquecen la conciencia humana-comunitaria, para dar razón y significado al agua como un ser natural vivo, autor y gestor de la vida en la Tierra o Pacha Mama, donde prima su espiritualidad, solidaridad y la integración social, porque todo lo que existe en este mundo, gira y circula en base al agua; esa fuerza vital integradora, ese “ser viviente”, que despierta mayor compromiso y acción para su manejo, cuidado y conservación como el tesoro más preciado de la vida. El agua es un ser vivo, ¡es considerada viva!; por eso debe ser cuidada y cultivada… “Yakuta kausaymi kan, chaymantami tukuykuna rikunami kanchik chapanami kanchik;chaymantami yu-rakunata tarpuna kanchik yakuta wiñarichun” (Sj. 6)