Editorial
La articulación de Agendas desde abajo: Una mirada a la crisis
The Articulation of Agendas from Below: A Look at the Crisis
Revista Kavilando
Grupo de Investigación para la Transformación Social Kavilando, Colombia
ISSN: 2027-2391
ISSN-e: 2344-7125
Periodicidad: Semestral
vol. 12, núm. 1, 2020
Recepción: 01 Enero 2020
Revisado: 15 Enero 2020
Aprobación: 30 Enero 2020
Resumen: La crisis sanitaria por el COVID-19 ha evidenciado las enormes brechas sociales y las problemáticas en las que se ve envuelta hoy América Latina. Brechas que en Colombia se han profundizado debido a la falta de preparación por parte de las instituciones y decisiones del gobierno Nacional, y en el caso de la ciudad de Medellín, de la administración municipal. Como respuesta a dichas falencias, es necesario que los movimientos sociales transiten de una dispersión de propuestas que emergen como acciones ante coyunturas de crisis, hacia una agenda pública común, de mediano y largo plazo, tejida entre organizaciones territoriales y con capacidad de poner condiciones en la definición del modelo de ciudad, territorio, región, país; que impacten en el diseño institucional y la destinación real de sus recursos, y de fondo, transitando hacia otro modelo de sociedad, de economía, de escala de valores y hasta de cosmovisión compartida.
Palabras clave: Agenda pública, crisis del capitalismo, transformaciones, ecosocialismo, resistencias.
Abstract: The health crisis over COVID 19 has highlighted the huge social gaps and problems in which Latin America is involved today. Gaps, which in Colombia, have deepened due to the lack of preparation by the institutions and decisions of the National government, and in the case of the city of Medellin, of the municipal administration. In response to these shortcomings, social movements need to move from a dispersion of proposals emerging as actions in the face of crisis situations to a common, medium- and long-term public agenda, woven between territorial organizations and with the capacity to place conditions in the definition of the model of city, territory, region, country; which have an impact on the institutional design and real destination of its resources, and in substance, by moving towards another model of society, economics, value scale, and even, shared worldview.
Keywords: Public Agenda, Crisis of Capitalism, Transformations, Eco-socialism, Resistance.
La crisis sanitaria, resultado de la pandemia del COVID-19, ha evidenciado y profundizado las enormes brechas sociales y las problemáticas en las que se ve envuelta hoy América Latina, en especial Colombia y en nuestro caso, la ciudad de Medellín.
Este panorama no es nuevo. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en su informe “Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2019” manifestaba su preocupación por la desaceleración económica generalizada en la región, una caída de su demanda interna, menor dinamismo de la demanda externa y mercados financieros internacionales frágiles, a lo que se sumaban las crecientes movilizaciones sociales presionando cambios para reducir la desigualdad y aumentar la inclusión social.
Advertía además la Cepal que dicha desaceleración era tendencial en los últimos seis años (de 2014 a 2019); caídas del PIB per cápita, la inversión, el consumo per cápita y las exportaciones, y un sostenido deterioro de la calidad del empleo. Asegurando que “de proseguir este escenario, el septenio 2014-2020 sería el de menor crecimiento económico en la región en los últimos 40 años, en un contexto global de bajo dinamismo y creciente vulnerabilidad del que no se esperan impulsos positivos significativos” (Comisión Económica para América Latina y el Caribe [CEPAL], 2019).
Colombia ya figuraba como uno de los países más desiguales del mundo. Así, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en un estudio comparativo sobre la movilidad social entre sus países miembros, situó a Colombia en el último lugar, dejando en claro que se necesitarían 11 generaciones, 330 años para que un niño/niña hoy pueda salir de la pobreza, le siguen Sudáfrica y Brasil que necesitan 9 años; China, India y Hungría con 7; Francia, Alemania, Chile y Argentina, 6 años; Estados Unidos y Reino Unido, 5; y Dinamarca ocupa el primer lugar, con solo 2 generaciones para dar ese salto (Redacción BBC News Mundo, 2018).
Por su parte, en el informe del Índice de Desarrollo Regional para América Latina (IDERE LATAM) se analizaron 182 países, señalando que Colombia es el país más desigual de la región, con amplias brechas entre sus regiones –si de desarrollo hablamos–:
El estudio, que se llevó a cabo gracias al liderazgo del Instituto Chileno de Estudios Municipales (ICHEM) de la Universidad Autónoma de Chile y el Instituto de Economía (IECON) de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la Universidad de la República de Paraguay, entiende el desarrollo como la expansión de las capacidades humanas. Es decir, las oportunidades que tienen los colombianos para “ejercitar sus libertades para la concesión de objetivos en distintas áreas de la vida”, que, según el informe, son escasas en varias regiones del país” (Infobae, 2020).
Lo que hace letal al COVID-19 son esas condiciones sociales y políticas que debilitan las estructuras estatales de cuidado de la naturaleza, la salud y la vida.
Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística para Colombia (DANE), para 2019 la pobreza monetaria fue de un 35,7% y la pobreza monetaria extrema fue 9,6% en el total nacional, para un total del 45,3% de la población de Colombia en situación vulnerable (Departamento Administrativo Nacional de Estadística [DANE], 2020). Así mismo, la misma entidad, según el Informe de Pulso Social, encuesta que se realiza con el fin de tener registro del impacto de la situación generada por el COVID-19 en Colombia y en la que participaron 9.866 personas de 23 ciudades capitales de departamentos y áreas metropolitanas, reveló que
una cuarta parte de los hogares colombianos ha tenido que reducir de tres a dos comidas diarias, es decir que el 77% de los hogares continúa igual, el 23% pasó de 3 a 2 y el 10% de los hogares sólo tienen para una comida al día” (Radio Nacional de Colombia, 2020).
Por otro lado,
En el mes de septiembre de 2020, la tasa de desempleo del total nacional fue 15,8%, lo que significó un aumento de 5,6 puntos porcentuales frente al mismo mes del año anterior, en las 13 ciudades y áreas metropolitanas fue 18,3%, lo que representó un aumento de 8,2 puntos porcentuales frente al mismo mes del año anterior. Así mismo resalta que llegamos a un total de 15´939.000 personas Inactivas, 3´788.000 personas desocupadas, y 20´232.000 personas ocupadas de las cuales el 48% están en la informalidad (Departamento Administrativo Nacional de Estadística [DANE], 2020).
Una realidad que se traduce en el hambre que están padeciendo muchas de las familias que hoy no tienen la capacidad para sustentarse debido a las consecuencias de un modelo económico que excluye y concentra la riqueza y de una pandemia que agrava los males ya existentes.
Así, por ejemplo, el senador Wilson Arias, expresó que los recursos del gobierno para afrontar la pandemia han estado destinados para el sector financiero y no para el educativo y productivo, “no hay plata para los microempresarios ni para la educación, porque la mayoría va destinado al sector financiero” (Redacción Diario La Libertad, 2020). Ahora bien, el gobierno afirma que ha destinado 117 billones para atender los efectos de la Pandemia, pero contrastando la información con documentos oficiales, el dinero destinado efectivamente al Fome; -fondo creado para atender la emergencia-, es de 25 billones, de los cuales se han girado 7 billones y de los que, a su vez, se tiene claridad sobre la destinación de 2.2 billones. Datos a 7 de julio 2020, según información derivada del Observatorio Fiscal de la Universidad Pontificia Javeriana (Radio Kavilando, 2020).
Lo que se observa es una desafortunada situación gestada no por el COVID-19, sino por las malas decisiones acumuladas y las decisiones que ahora se toman a favor de bancos y grandes conglomerados empresariales, más no frente a la pequeña y mediana empresa que genera en Colombia más del 80% de empleos reales, y ni que decir de la insuficiente atención social. Decisiones que parecen no escuchar las alertas internacionales y nacionales. Y que, según datos expuestos en el periódico digital de la Universidad Nacional de Colombia, se han quedado cortas, debido a las medidas que se han tomado frente a la emergencia derivada de la Pandemia, que en el caso de los hogares responden a la implementación de programas de asistencia. De igual manera, se estima que para volver a los empleos y la actividad económica que se tenía antes de la crisis, se puede tomar un periodo de entre cinco y diez años, tiempo que dependerá de la priorización y protección del empleo por parte del Estado (Universidad Nacional de Colombia, 2020).
Así mismo, el gobierno, ante el llamado a pedir la condonación, re-estructuración y/o moratoria de la Deuda Externa para mejor hacer frente a esta compleja situación, decidió por el contrario acudir a la ampliación de una Línea de Crédito Flexible del Fondo Monetario Internacional, generando mayores condiciones de exclusión, pues las exigencias para acceder a éstos créditos bien sabemos que recaen en mayores recortes al presupuesto público en temas sociales, privatizaciones, y control de la política fiscal (en éste caso hasta el 2023), lo que es nefasto pues existen otras alternativas para hacer frente a esta profunda crisis. (Banco de la República de Colombia, 2020).
Lo anterior pone al país y a sus centros urbanos en un escenario seguro de profundización de las vulneraciones de toda clase y advierte, además, un pronóstico azaroso en cuanto a la actuación de la institucionalidad, que profundizará un paulatino estallido social ante la incertidumbre de lo que pueda ocurrir en un escenario próximo.
Tales han sido las falencias del Estado que la Iniciativa Social para América Latina y el Caribe (ISALC), señaló recientemente como principio para superar la crisis, que este debe retomar el protagonismo perdido para enfrentar los costos de la situación. Esto fue planteado en el marco de un evento en el que participaron 16 organizaciones de la sociedad civil de América Latina y del Caribe, donde se presentó un balance de lo que se nombró como la mayor crisis económica y social que ha tenido América Latina; además, se conversó con posiciones elaboradas por distintos grupos en una apuesta por integrar soluciones y hallar principios comunes en la pluralidad, tan necesarios hoy, en lo que perciben como una realidad desintegrada y una ausencia de liderazgo de la región. En dicho espacio, también se nombra que el modelo de desarrollo actual, en tanto excluyente y agotado, debe replantearse y se hace un llamado al respeto de la movilización social en aras de la defensa de la democracia y los derechos humanos (López, 2020).
Es claro que el virus genera consecuencias nefastas en cuerpos debilitados, con enfermedades previas, bajas defensas, entre otros factores; creemos que lo mismo ocurre al tratarse de sociedades enfermas por las dinámicas de la corrupción, la exclusión, las administraciones que favorecen a los privados, dejando una red de atención debilitada, una realidad que se ha construido no ahora, sino durante varios años de implementación del llamado neoliberalismo, una suerte de fe ciega en el mercado.
La articulación de agendas desde abajo, una tarea urgente.
En este momento es esencial propiciar el encuentro de las agendas creadas desde los públicos organizativos, esas que, a la fecha en Colombia, muy poco han sido tenidas en cuenta por el poder instituido. Urge articular esas metodologías, actores territoriales con capacidad de incidencia real para mover las decisiones de los gobiernos.
La participación, por ahora, ha sido cooptada por instituciones, partidos y burocracias, tornándola funcional al sistema hegemónico imperante, usada para avalar decisiones ya definidas (Borja Bedoya, Barrera Machado, & Insuasty Rodríguez, 2017). Requerimos ampliar el debate y la acción de públicos organizativos capaces de identificar necesidades, problemas, acciones para atender e identificar nuestros reales problemas, moviendo la destinación de recursos de todo orden, para hacerles frente. Es allí, en ese tejido desde abajo, en donde se deben originar las decisiones que se comprenden o asimilan como agendas públicas, construidas y entretejidas a partir de las comunidades, como ese entramado de dinámicas, problemas y propuestas que apuntan a resolver en la vida práctica los conflictos y necesidades reales territoriales (Vélez Rivera, 2010).
Vale recordar que una agenda pública es una herramienta para tomar decisiones que inciden en los temas estratégicos de una sociedad; en América Latina y particularmente en Colombia, dicha agenda púbica está por instalarse aún: es una tarea inaplazable. Se trata así, de una técnica de toma de decisiones que inciden en los entornos donde viven las personas, sus contextos, sus territorios. Una agenda pública es una forma de gobierno-público, con capacidad de autodefinirse y regularse; está sectorizada, ubicada, territorializada, no es una globalidad; ella es concreta: son entonces diversas agendas púbicas las que deben tejerse y articularse para ganar como actores de decisión e incidir de manera real en la toma de decisiones y gestión de los recursos públicos. Dicha agenda articula cinco componentes o sub-agendas: las gubernamentales (Planes de desarrollo), los recursos, decisiones (seguimiento), las metodologías de toma de decisiones y lo sectorial (Vélez Rivera, 2019).
Se requerirán sujetos cualificados, que conozcan su entorno, seres ubicados con capacidad de argumentar y discernir sobre sus problemáticas, las redes de relación, un nivel de tejido de identidades localizadas territorialmente, con concepción comunitaria. Estas agendas se van construyendo en la base, ellas ascienden hacia lo general, formando lenguajes, exigencias y esfuerzos comunes que avanzan y permiten hacer alianzas tejidas entre sí y con actores locales-regionales, constituyéndose un poder local para incidir en las decisiones de gobierno y la destinación de sus recursos a corto, mediano y largo plazo. Implica, además, formas de relacionamiento e identificación de actores, que se tejen e identifican en la medida que la misma agenda logra niveles de identidad. En esta exigencia y necesidad juega un papel central la inteligencia social y el juego de la información-formación local en circulación constante. Es ésta una tarea pendiente y más ahora en este profundo efecto social derivado del modelo económico y el golpe certero de esta pandemia. (Vélez Rivera, 2019)
La agenda púbica así entendida, evidencia, por el contrario, que estamos regidos por apuesta instituidas e impuestas, agendas externas y que proviene de un solo sector de poder que impone sus necesidades, las llamadas agendas ocultas. Ante este panorama y tras ver esos vacíos institucionales de diálogo social real, que, como consecuencia acumulada, ha dejado en condiciones de vulnerabilidad a muchos ciudadanos, colectivos, étnicas, etcétera; diversas organizaciones, actores sociales y académicos, se han ido encontrando, entretejiendo, para retomar esa construcción pendiente de agenda pública y vienen presentando propuestas para abordar la emergencia desde abajo, pidiendo ser escuchados como agentes que erigen un proyecto colectivo bajo la lógica de la solidaridad y el cuidado, en busca de mejorar las condiciones de los habitantes urbano-rurales y prepararse como colectivo para cualquier horizonte venidero.
En esa medida, se pretenden hacer visibles en este apartado las voces de los distintos sectores sociales, procurando ubicar aquellas propuestas en las que convergen, agrupándolas en algunos ejes que dan cuenta de medidas de exigibilidad en la asistencia a la crisis a corto y mediano plazo, así como de algunas propuestas que apuntan al mejoramiento de las figuras barriales a través de la autogestión. Todas ellas, con el objetivo de posibilitar la prevención y protección de la población que habita los barrios con mayores condiciones de vulnerabilidad.
De las propuestas comunitarias de asistencia a la crisis, hacia una agenda común de lucha
El debate global se abre en términos de identificar los elementos propios de ésta profunda crisis que no es más que la evidencia de un sistema que no prioriza la vida ni el cuidado de esta. Dicho debate está abierto, generando múltiples propuestas y movimientos académicos, sociales y políticos que pondrán la vida en el centro, el cuidado de la casa común, como lo expone la Iglesia Católica mediante la conocida encíclica Laudato Si’. Se trata de un debate amplio que recoge la necesidad de replantear el modelo, ampliando los componentes de este análisis profundo, como es la dimensión espiritual de los pueblos, los valores que los sustentan e incluso la cosmovisión que soporta sus marcos de referencia vital y existencial. Exige abrirse a múltiples maneras de comprender la vida, el universo, el origen, el sentido de lo que existe, se abre espacio a las propuestas ancestrales Latinoamericanas, de pueblos africanos, asiáticos, muchos de los cuales ubican a la Tierra como un ser vivo y con características de sujeto, “La pacha mama” para los pueblos étnicos en América Latina, por ejemplo (Firmantes, 2020). Así mismo, surge con fuerza como bien lo expone Lowy, el Eco-socialismo como alternativa, por ejemplo (Löwy, 2012).
En América Latina es más fuerte el debate, pues emergen cosmovisiones, valores, propuestas, acciones, agendas públicas construidas desde estos marcos. Surgen elementos comunes globales que articulan este colorido y un diverso grupo de agendas territoriales. Así, por ejemplo, se afirma con todo sentido que, la actual pandemia “es una oportunidad para pensarnos en agendas un poco más estructurales, que salgan de la coyuntura, sabiendo que tenemos que trabajar hoy por hoy lo inmediato y urgente que es que la gente pueda comer, que la gente pueda cuidar la salud de todas y de todos. Y que de algún modo se pueda activar o proteger las condiciones de empleo y laborales, sobre todo de los sectores más vulnerables”. (Mazzola, 2020)
Las propuestas pasan por repensar el modelo económico, social, ético y político, lo cual implica lógicas de cuidado, anular esa hiper-acumulación de la riqueza y la concentración de poder en la toma de decisiones (Piketty, 2015), redistribución de la riqueza, cuidado de los bienes comunes, rediseñar las instituciones, repensar el Estado, proteger la naturaleza, las fuentes de agua, la vida, etc. (OXFAM, 2019)
En lo nacional
Se mueven con fuerza propuesta puntuales, pero que aún no mueven lo estructural, puesto que, ni el proceso de Paz firmado entre el Gobierno y las Farc ha logrado mover, en su esencia, el diseño de una institución excluyente que beneficia a pocas familias poderosas, basado en la expulsión, el despojo, la imposición.
Por ahora, suenan propuestas como la condonación de la deuda externa, la renta básica universal, el control Estatal directo de la Salud y la Educación, economías propias, locales, comercio justo, cercano, la defensa de lo público, transición energética, transición ambiental (Firmantes, 2020), fortalecer la economía social y solidaria como eje del intercambio, propuestas todas que dejan ver una serie de necesidades, pero que aún no se concreta en una articulación de agendas que logre poner condiciones y mover transformaciones.
Sectores sindicales, empresariales, informales, académicos (Garay & Espitia Zamora, 2020), ambientales, sectores de la fe, insurgencia armada, comunidades étnicas, partidos y sectores políticos, organizaciones campesinas, urbano-rurales, todas han elaborado propuestas para enfrentar los impactos del COVID-19, el gran reto será el de sistematizar este cúmulo de propuestas con miras a consolidar elementos mínimos de una agenda común capaz de empujar cambios reales.
Garay (2020) asume esta responsabilidad y viene desde su labor investigativa, aportando en esta línea, presentando propuestas programáticas de transformaciones estructurales esenciales que según su parecer son necesarias “para superar, en el menor tiempo posible, no solo la más de una década perdida en términos sociales y económicos potenciada por la pandemia del covid-19 sino, además, las múltiples fracturas societales endémicas en términos de desigualdad, exclusión e injusticias en muy diversos ámbitos de las relaciones en la sociedad colombiana.” (Garay Salamanca, 2020) Insumos esenciales para la construcción de agenda minina común de lucha.
En lo local (Medellín)
Medellín se ha constituido como una ciudad que vive de la imagen, de fondo una sociedad excluida y en condiciones sociales complejas (Barrera Machado & Insuasty Rodríguez, 2020).
Diversos sectores académicos, sindicales, informales, barriales, gremiales, han elaborado propuestas para enfrentar la emergencia COVID-19, muchas no han sido tenidas en cuenta, pero al igual que en lo nacional y regional, el reto es sistematizarlas para encontrar ejes comunes que permitan generar insumos de una agenda pública propia, desde abajo, ganando tejido organizativo autónomo, no cooptado por una participación funcional, por una democracia ficción (Borja Bedoya, Barrera Machado, & Insuasty Rodríguez, 2017). Sino que avance ganando presencia como redes de actores reales de poder territorial, capaces de poner condiciones, planear la ciudad a mediano y largo plazo, cerrando la brecha entre las decisiones de unos pocos sectores económicos poderosos, la tecnocracia y la institucionalidad capturada (Vélez Rivera, 2010).
A continuación, intentamos relacionar un compendio de las propuestas que logramos recopilar, realizadas y divulgadas de marzo a junio de 2020, en el marco de la Pandemia.
Condiciones Socioeconómicas Para La Cuarentena Y Prevención De Contagio Frente A Covid-19 En La Zona Nororiental. Medellín (Movimiento de Laderas. Medellin., 2020) |
Barrios Y Pobladores Segregados Pero Que Construimos Ciudad, Proponemos Ante La Contingencia COVID-19. Medellín. (Movimiento de Laderas. Medellin., 2020) |
Medidas Económicas De Emergencia Covid-19. Una Visión Alternativa A La Gubernamental (Garay & Espitia Zamora, 2020) |
Condonación Humanitaria De La Deuda Pública En Colombia. Ya!! (Pacdc, 2020) |
Propuesta Para Garantizar Los Derechos De Los Trabajadores De La Economía Informal Y Desempleada. Ante La Coyuntura Del COVID 19. (GSEID - UNAL, 2020) |
Recuperar Lo Social, Es Prever Las Consecuencias De La Contingencia Por La Pandemia. Sobre El Mínimo Vital En El Plan De Desarrollo De Medellín 2020-23. (Román, 2020) |
Propuesta Comunitaria Para Un Plan Municipal De Respuesta Humanitaria Al Covid-19 En Barrios Populares. Medellín (Articulacion de Organizaciones Zona Nor Oriental Medellin, 2020) |
Planes De Legalización Y Macroproyecto BUR NOR, Para La Recuperación De La Emergencia En Las Laderas. Medellín. (Movimiento de Laderas, Medellin, 2020) |
Plan de Recuperación y Reparación Integral para barrios populares. (Convivamos, 2020) |
De estas propuestas hemos comparado, relacionado, y extraído algunos ejes que consideramos claves a la hora de avanzar hacia insumos mínimos de agenda pública desde abajo.
Algunos elementos comunes encontrados, en las propuestas alegadas por sectores en (2020), son:
-Propuesta de Renta Básica.
-Plan de acompañamiento a organizaciones sociales y comunitarias afectadas por la crisis.
-Alivio escalonado en el pago de la deuda en servicios públicos domiciliarios para estratos 1, 2 y 3: condonar la totalidad de las deudas de estrato 1, asumir el 50% del pago de cuentas vencidas para estrato 2, y generar facilidades de pago sin recargos para estrato 3. Esto, mientras dure la emergencia por la pandemia.
-Ampliación de la atención gubernamental en los sectores rurales, reconociendo a los campesinos y campesinas como sujetos de derechos, asegurando también su seguridad y soberanía alimentaria, lo mismo que en los sectores urbanos.
-Priorización de la Zona Nororiental para dar cumplimiento a las metas del Plan de Desarrollo en la implementación de los componentes Buen Comienzo, de Educación para todos y todas, y del programa Ambientes escolares de calidad para Medellín Futuro, sin que esto signifique abandonar el resto de los territorios de la ciudad.
-Desarrollar una estrategia de Reparación Territorial en borde urbano rural, pues la mayoría de las y los habitantes de barrios populares de borde urbano-rural son víctimas del conflicto armado.
-Formulación una ruta de atención en alimentación y prevención de la malnutrición.
-Continuidad por 3 meses más, después de levantado el aislamiento social obligatorio, a la entrega de paquetes alimenticios a familias en condiciones de extrema pobreza.
-Fortalecimiento de la producción y la distribución de alimentos en zonas rurales de Medellín.
-Apoyo económico y asistencia técnica para incentivar la generación de huertas comunitarias.
- Generación de un banco de alimentos y red de restaurantes comunitarios para barrios populares, procurando que se cubra totalmente a la población de niñas, niños y adultos mayores, haciendo articulación con los programas de Buen Comienzo, Canas al aire, Clubes de Vida y los proyectos del ICBF.
-Avanzar en la cobertura universal en salud, implementando los enfoques: intergeneracional, diferencial y de género. Cumplimiento de las responsabilidades de los prestadores de servicios de salud - inclusive los privados - con los derechos de sus afiliados.
-Fortalecimiento de la Red territorial y comunitaria en salud que contempla estrategias de educación para la salud, acompañamiento a cuidadoras/es de salud en el territorio y atención de salud en casa como mecanismo de apoyo a personas con enfermedades crónicas.
-Promoción de la salud, prevención de la enfermedad y el cuidado integral de individuos, familias y comunidad en general incluyendo Obstetricia, Pediatría, Nutrición, Salud Mental, Salud Sexual y Reproductiva, entre otras.
-Adecuación y aumento de la capacidad en centros de salud, unidades intermedias y hospitales en barrios populares.
-Acondicionamiento de un hospital en Zona Nororiental para que sea nivel 3. Prever albergue (comunal o zonal), equipado para aislamiento no hospitalario, para pacientes asintomáticos diagnosticados con Covid-19 que lo requieran, y no tengan condiciones para el aislamiento preventivo. Se debe contar con la posibilidad de que las mujeres y la población sexualmente diversa esté en un albergue aparte, para evitar confinamiento con agresores y casos de revictimización. Así mismo, espacios para familias y prevenir la separación traumática para sus integrantes.
-Dotación necesaria en prevención de contagio con Covid-19 a la comunidad en general y agentes protectores de la Zona Nororiental en cuanto a: tapabocas, guantes, gel antibacterial, alcohol, jabón, pañitos húmedos.
-Diseño de herramientas comunicativas y tecnológicas para la difusión en barrios populares de información, documentación, recursos y herramientas relevantes en medio de la pandemia, con rutas y tips de prevención claves para el cuidado, la atención y prevención en salud.
-Diseño e implementación de una estrategia de educación en salud dirigida con servicios especializados para las mujeres y las niñas.
-Generar un sistema de formación en capacidades laborales, dirigido a los barrios populares, e integrado a un sistema de generación de oportunidades de empleo.
-Diseño e implementación de rutas que promuevan el fortalecimiento de la autonomía económica de las mujeres populares
-Incentivar, acompañar, fortalecer y cofinanciar iniciativas comunitarias de cuidados y recuperación ambiental, como las quebradas y fuentes de agua, el reciclaje y manejo de residuos sólidos, la reforestación y viveros, y el cuidado de jardines y antejardines.
-Generar estrategias eficientes e inclusivas respecto a la educación en casa, teniendo en cuenta las dificultades de conectividad y acceso a la información que presentan en barrios populares.
-Habilitar mecanismos de información pública de libre acceso: sobre programas de asistencia social, y de contagio de Covid-19 en Medellín, y sobre evolución de estrategias de atención y asistencia social (municipal y nacional). Sistemas de libre acceso y fácil comprensión del público, que permitan el acceso a datos actualizados, con enfoque de género, desagregados por sexo, tasas diferenciadas de infección, impactos socio-económicos, la carga de cuidado diferenciada, e incidencia de violencias domésticas y sexuales.
-Incentivos económicos y créditos condonables a organizaciones sociales, culturales y de comunicación comunitaria, motivando el empleo digno en barrios populares.
-Un Plan de choque para generar calidad en el empleo y dignidad en el trabajo, a través de medidas de inserción laboral y cualificación dirigidas a la población con mayores niveles de vulnerabilidad y precariedad ubicada en barrios populares de la ciudad. Se pueden priorizar sectores económicos con alto impacto en generación de empleos tales como manufactura, construcción, comercio y transporte.
-Se debe priorizar el empleo de mano de obra local, con un enfoque diferencial, que permita la inclusión de la fuerza de trabajo de mujeres y jóvenes.
-Fortalecimiento y generación de pequeñas y microempresas barriales y familiares, priorizando e incentivando aquellas que emplean mujeres y jóvenes.
-Generación de mecanismos para priorizar trabajadoras y trabajadores de barrios populares que suplan la mano de obra requerida para obras y proyectos públicos.
-Asistencia al comercio formal e informal en barrios, rutas de transporte y líneas del Sistema Integrado de transporte para la conservación del empleo.
-Plan de soluciones de vivienda y mejoramiento barrial (Se amplía en Línea 3. Obras y proyectos estratégicos para barrios populares). -Designar un fondo público para arriendo temporal (ISVIMED), para familias que a causa de la extrema pobreza (incluyendo a quienes viven en inquilinatos), o mayor grado de vulnerabilidad ante desastres, estén en riesgo de quedar sin vivienda.
-Acondicionamiento de albergues por comuna y con condiciones básicas, en caso de desastre por invierno u otras calamidades. Se debe tener en cuenta los casos de violencia de género, por lo que es importante contar con espacios especiales para las mujeres y población diversa, con el fin de evitar victimización o revictimización.
-Suspensión de órdenes de desalojo de viviendas e inquilinatos. -Valoración de los aprendizajes de la Escuela Territorial de Barrios de Borde en materia de Gestión de riesgo de desastres (estudios, planes y primeras obras), y avanzar en la formulación e implementación de planes de legalización y regularización urbanística, para facilitar el mejoramiento barrial y el mejoramiento y la propiedad de la vivienda.
-Un Plan de soluciones de vivienda y mejoramiento barrial, con obras y proyectos estratégicos en vivienda y servicios públicos domiciliarios para barrios populares. Dichas obras deben construirse en los barrios y sectores que, por su alto nivel de vulnerabilidad socio-económica y su baja infraestructura sanitaria y urbanística, demandan de manera urgente la acción estatal
-Poner en funcionamiento una oficina de la Curaduría Cero en la Zona Nororiental para avanzar en legalización y titulación de vivienda. -Definición de una estrategia pública para superar el litigio por la propiedad del suelo en un porcentaje mayoritario de la parte alta de las Comunas 1 y 3 en la Zona Nororiental, generando garantías legales a los pobladores y pobladoras, para direccionar un mayor porcentaje de mejoramientos barriales y de vivienda en estos sectores.
-Disponer subsidios necesarios, de acuerdo al déficit cualitativo, para mejoramientos de vivienda, priorizando el mejoramiento estructural y sanitario de las viviendas.
-Construcción de proyectos de vivienda VIP y VIS por comuna, priorizando barrios con mayores déficits cuantitativos de vivienda (Ladera media), y déficit cualitativo de vivienda (Borde urbano rural y borde de río).
-Activación de las instancias de participación en obras públicas y macro-proyectos contempladas en el ordenamiento territorial, así como implementar la política de protección a moradores.
-El acceso de todos y todas al agua potable, a los mínimos vitales con servicios públicos domiciliarios que garanticen el saneamiento básico urbano y rural, debe ser una obligación en todos los planes de desarrollo. (Se amplía en Línea 3. Obras y proyectos estratégicos para barrios populares).
-Avanzar en conexión al servicio de gas domiciliario.
-Llevar a un punto óptimo el servicio de internet en las instituciones educativas y destinar puntos de conexión exclusivamente para el servicio escolar por fuera de las mismas, además de generar la capacidad de navegación segura de las y los estudiantes.
-Disponer de más puntos de Internet Wifi gratuito en barrios populares. Durante la cuarentena, este ha sido el medio de comunicación y organización comunitaria más importante, es necesario garantizar el aumento de cobertura gratuita de este servicio. También es importante subsidiar la conexión a internet de buena calidad en barrios populares.
-Dotación en infraestructura para agua potable y alcantarillado en barrios populares para el logro de cobertura universal de estos servicios públicos en la Zona Nororiental. En este aspecto, se puede aprovechar la infraestructura que se debe construir para cumplir con la sentencia del Consejo de Estado que ordena dotar de soluciones de agua potable para la vereda Granizal, contigua a la ladera nororiental de Medellín. De esta infraestructura se pueden beneficiar más de 30 mil personas ubicadas entre la vereda Granizal, la Comuna 1, la Comuna 3 y la Comuna 8, que hoy no tienen acceso al derecho al agua potable y el alcantarillado.
-establecimiento de políticas diferenciales desde los enfoques de género, intergeneracional, de diversidad sexual y víctimas en los planes, programas y proyectos durante y después de la pandemia que se generen desde la Alcaldía Municipal. Esto partiendo de la interseccionalidad (diferencia y múltiples condiciones de vulnerabilidad en un apersona) y la transversalización.
-Incluir la dimensión de género en los planes de respuesta, además de priorizar recursos económicos para generar conocimientos y apropiación en materia de género en los equipos de respuesta, recuperación y reparación integral territorial.
-Articulación con la Secretaria de las mujeres, Comisarías de familia y Redes comunitarias de cuidado para el fortalecimiento de las rutas de atención para mujeres víctimas de violencia de género, con el fin de que esta sea efectiva durante la pandemia y se dejen capacidades instaladas para la atención en el futuro.
-Masificación de campañas en prevención de violencias hacia las mujeres y promoción de sus Derechos Humanos; implementado estrategias diversas que permitan vincular a poblaciones sin acceso a internet o medios de comunicación masiva.
-Construcción y posicionamiento de campañas sobre masculinidades no hegemónicas, basadas en el respeto, el cuidado y el autocuidado.
-Prevención, atención y erradicación de las violencias contra Niños, Niñas, Adolescentes y Jóvenes (NNAJ), reforzando las campañas de visibilización de la Estrategia Nacional de Prevención de la Explotación Sexual Comercial de Niños, Niñas y Adolescentes (ESCNNA), el reclutamiento, uso y utilización de NNAJ por grupos armados, y la difusión de sus respectivas rutas de atención, comprometiendo a la comunidad en su denuncia y, sobre todo, exigiendo que los sistemas institucionales encargados del tema muestren resultados contundentes frente a estas vulneraciones.
-Comprensión y atención de las afectaciones a los derechos de niñas, niños, adolescentes y jóvenes (NNAJ) causadas por las medidas de aislamiento, los impactos sanitarios y socioeconómicos de la crisis, los cambios en las dinámicas educativas, los riesgos presentes en la comunicación digital y el aumento de violencias en su contra.
-Priorización de la Zona Nororiental para dar cumplimiento a las metas del Plan de Desarrollo en la implementación de los componentes Buen Comienzo, de Educación para todos y todas, y del programa Ambientes escolares de calidad para Medellín Futuro, sin que esto signifique abandonar el resto de los territorios de la ciudad.
-Reconocimiento y fortalecimiento de las agendas territoriales de paz, con enfoque de género y generación, las iniciativas de tratamiento no violento de los conflictos, y cultura de paz y justicia de género, lideradas por organizaciones sociales y comunitarias, con la participación de niñas, niños, adolescentes, jóvenes, mujeres y hombres, en contextos de conflictividad y crisis humanitaria.
-Ampliación territorial y ajuste de la política pública de Cultura Viva Comunitaria de Medellín teniendo en cuenta el Plan de salvamento al sector cultural: Acuerdo Municipal 0050 de 2011 / Decreto 1606 de 2013.
-Actualización e implementación de la política pública de fortalecimiento de organizaciones sociales y comunitarias de Medellín como herramienta para afrontar los impactos de la crisis en el sector: Acuerdo Municipal 52 de 2015 / Decreto 82 de 2018.
-Reconocimiento e inclusión de los actores artísticos y culturales, organizaciones sociales y comunitarias, juntas administradoras locales y organizaciones comunales en el ecosistema de gestión pública de las políticas de recuperación y reparación integral ante la contingencia.
-Coordinación entre organizaciones sociales y comunitarias, Juntas de Acción Comunal, Juntas Administradoras Locales, e instituciones del sector público.
-Establecimiento de alianzas público-comunitarias-privadas-académicas. Por un lado, son importantes las alianzas público-privadas para la gestión de recursos. Por otra parte, las alianzas público-comunitarias facilitan la implementación y fortalecen la organización. Las articulaciones entre universidad y comunidad potencian la gestión de los saberes locales y los conocimientos científicos de la comunidad académica.
- Fortalecimiento de Juntas Administradoras Locales e implementación de la política pública de organizaciones comunales de Medellín: Acuerdo Municipal 28 de 2014 / Decreto 1374 de 2015.
Conclusiones
En definitiva, se puede aseverar que la crisis por el Covid-19 ha profundizado las brechas sociales que afrontan países como Colombia, condiciones ya existentes, pero que la pandemia muestra con mayor contundencia. Si bien no se desconoce que hay unos factores de orden biológico a los cuales responde la situación per se, es claro que las condiciones sociales y políticas incrementan los riesgos que ésta conlleva para la población.
Lo que hace letal al COVID-19 son las condiciones sociales y ambientales, consecuencia de un modelo económico capitalista devastador del medio ambiente y que genera grandes brechas sociales y que a la par, aleja derechos convirtiéndolos en mercancías.
En este orden, lo que se enfrenta en mayor medida es la desigualdad, los efectos de un modelo cuyas falencias van siendo cada vez más claras, la falta de iniciativa por parte del gobierno para hacerse cargo y tomar medidas que garanticen y prioricen la vida con calidad y dignidad.
Padecemos hoy, diseños institucionales que garantizan el bienestar de pocas familias, la hiper-acumulación de la riqueza, la profundización de la miseria y la destrucción del medio ambiente todo cubierto con un relato ficción, de progreso y bienestar.
Ante ello, será necesario buscar el protagonismo en las voces de los actores territoriales que hasta ahora han sido dejadas de lado por parte de la institucionalidad, fortalecer una arquitectura social desde abajo, siendo necesaria en esa búsqueda la construcción de una agenda pública como herramienta y tarea fundamental de los agentes territoriales que logre tener incidencia en el necesario re-diseño institucional Estatal, para mover de manera real decisiones de gobierno; resaltando que, si bien en América Latina las agendas públicas son construidas a partir de las cosmovisiones y los valores de las comunidades, con un cúmulo de propuestas que pueden ser enriquecedoras para los cambios requeridos en cada contexto; la realidad coyuntural hace necesario que se concrete una articulación de las propuestas que se erigen desde los diferentes sectores, cuyo reto será precisamente lograr una sistematización de las mismas, que garantice su escucha y la posibilidad de una incidencia real.
De aquí la necesidad de exaltar esas construcciones que se vienen realizando desde distintos espacios, que reúnen peticiones, suman esfuerzos conjuntos y parten de las necesidades de las comunidades. Con ello, esperamos que este documento y su intención de contrastar esas propuestas en ejes comunes que realizan un llamado claro a la protección y satisfacción de necesidades básicas para vida, pero también a potenciar la gestión y formación de las comunidades para dejar recursos instalados en ellas, pueda servir de insumo para aproximar ese ejercicio de sistematización.
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