Ensayos
La motricidad humana: Ciencia corpórea para el despertar del ser docente
THE HUMAN MOTOR: BODY SCIENCE FOR THE AWAKENING OF THE TEACHER
REVISTA EDUCARE
Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Venezuela
ISSN: 1316-6212
ISSN-e: 2244-7296
Periodicidad: Cuatrimestral
vol. 23, núm. 3, 2021
Recepción: 28 Septiembre 2021
Aprobación: 16 Noviembre 2021
Resumen: El presente ensayo se enmarca dentro del enfoque Los seres humanos somos estructuras de experiencias, y es la ciencia que soporta esas coordenadas del sentir y vivir relacionar con ese yo y los otros, dándonos una construcción simbólica, significativa e histórica y permitiéndonos ese despertar a través de esta ciencia humana. En este sentir, la elaboración del ensayo develará el despertar de ser docente en un primer momento, con el abrigar epistemológico de teóricos de la motricidad humana como una revisión documental que describirán aspectos intersubjetivos y fundamentales en las dimensiones del ser corpóreo. En un segundo momento interpretaré como investigadora este sentir cognitivo haciendo reflexiones desde esta esencia corpórea y la realidad hermenéutica que surge con otros en los escenarios educativos de aprendizaje. En un tercer momento muestro unas reflexiones desde esta revisión que dará luz a un nuevo amanecer al coexistir de ser docente para transcender en esta ciencia.
Palabras clave: motricidad humana, esencia corpórea, despertar humano.
Abstract: Human beings are structures of experiences, and it is the science that supports those coordinates of feeling and living relating to that self and others, giving us a symbolic, significant and historical construction and allowing us that awakening through this human science. In this sense, the elaboration of the essay will reveal the awakening of being a teacher at first, with the epistemological shelter of theorists of human motor skills as a documentary review that will describe intersubjective and fundamental aspects in the dimensions of the corporeal being. In a second moment I will interpret this cognitive feeling as a researcher making reflections from this corporeal essence and the hermeneutical reality that arises with others in educational learning scenarios. In a third moment I show some reflections from this review that will give birth to a new dawn by coexisting from being a teacher to transcend in this science.
Keywords: human motor skills, corporeal essence, human awakening.
Introducción
La motricidad humana como ciencia corpórea centrada en el ser, es el despertar necesario que permite al docente sentir su esencia en todas las dimensionalidades de su existir. Trigo (2010). Sostiene que “es ahí que somos capaces de comprender que el mundo no solamente lo que está ahí fuera esperando ser descubierto, sino que es lo que yo soy capaz de construir desde mi ser”. (p.16). Ese mundo intangible que exige ser pensado, reflexionado y racionado como la esperanza para educar con huellas en la vida. Una existencia que hemos visto transcender en dimensiones distintas al despertar educativo que requiere la sociedad actual.
Esta colectividad que ha vivido la ciencia corpórea de manera tangible, es decir, desde el movimiento humano y no desde hecho fenomenológico que permite describir el verdadero sentir corpóreo, tocar la fibra humana y reiniciar la experiencia vivida en un mundo intersubjetivo. Ante esta situación, me sumerjo en el sentir fenomenológico de Piña de V (2018). Sostiene que:
Los docentes deben comprender la responsabilidad y el compromiso que implica ser formadores en una sociedad que vive actualmente un proceso de cambios profundos en todos los espacios de la vida cotidiana del país (…) a los docentes nos corresponde pensarnos como tales, reconocer el sentido de nuestra acción frente a los otros y con los otros, sean estos estudiantes y compañeros de trabajos. (p.113)
Estas aseveraciones hermenéuticas, muestran que educar lleva implícito un código ético, correcto e igualitario, donde el ser docentes debe reflexionar su actuación y el estilo de enseñanza en los ambientes de aprendizajes, con responsabilidad, compromiso y los principios universales como el amor, optimismo, respeto, solidaridad, constancia, escucha y participación que es la raíz fundamental de la comprensión del ser y su relación con el otro; sin desconocer la adaptabilidad que permite la misma para entender a la sociedad actual y su manera de estar en el mundo.
Un cosmos donde decidimos ser docentes y educar con vocación para la vida como tarea compleja de comprender que somos, el modelo de un maestro misericordioso en este mundo, un universo compartido con esencia y presencia de existir en él. Merleau-Ponty (1945). Señala que:
El sujeto que nace en el mundo nace situado, en lo biológico, lo familiar, lo económico, lo social, etc. Le condicionan, pero no lo determinan, en tanto que la existencia humana, sigue siendo el paradigma de lo que ocurre con el organismo biológico y el gesto corpóreo. (p.77).
Estas argumentaciones fenomenológicas develan que la existencia humana tiene un mundo situado el cual es un misterio por descifrar, mostrando que la corporeidad nos da destellos de luces corpóreos de estar en el mundo, y en mundo de ser docente de forma integral con transcendencia en estas dimensionales de manera intersubjetivas, tangible e intangible donde Dios nos regala cada renacer en tiempos y distancias perfectas, que solo Él tendrá el privilegio de descifrar sus designios y propósitos, en los cuales estamos empeñamos en vivir ausentes de nuestro sentir y de los otros, estos universos compartimos y llenos de prácticas vividas y por vivir donde educar es una decisión y no es un trabajo.
Hoy desde esta ciencia o esencia corpórea, los invito a coexistir, desde el sentir epistemológico de Pérez (2009). Quien muestra que “aprender a estar solo, consigo mismo, en silencio para poder hablarse, es un medio indispensable para cultivar la sensibilidad y lograr el pleno desarrollo humano”. (p.92). Estas sustentaciones muestran que debemos pensarnos en siquisoma (cuerpo, alma, espíritu, pensamientos, actitudes, valores, acciones entre otros), pero que difícil es cuando no hemos sido formados, ni educados con el corazón, ese amor corpóreo que nos permite escuchar sin perjuicios, alejándonos de querer tener siempre la razón. ¿Acaso tenemos miedo?, De comprender lo comprendido, en el que nuestro creador nos da caminos compartidos y realidades absolutas que solo Él sabe, permitiéndonos ver verdades divinas, en tiempos perfectos y espacios privilegiados que cada uno tiene y sabe respetar.
Acá inicia el despertar del ser docente, un vivir relacionar donde tú y yo somos los protagonistas educativos de nuestras propias huellas corpóreas, permitirnos filosofar en nuestro amor, con la decisión que acompañar a cada mundo en el procesos de enseñanza sin escribir su historia, pero abriendo un espacio y un tiempo preciso, para protegerlo de tú ser y de mí ser, lo que en realidad somos. ¡Dos mundos diferentes con un solo destino! En busca de una educación que muestre caminos de esperanzas con realidades palpables llena de esencia humana, permitiéndole a cada alma, pensamiento y movimiento escapar de cada cuerpo en una dimensión holística, a pesar de las decisiones individuales, o senderos direccionales tomados para construir un aprendizaje significativo con actitud colectiva y vivir relacionar con mí ser y con los otros, haciendo una reflexión hermenéutica corpórea.
Donde el despertar del ser docente ame la dimensionalidad de su existir, como una persona humana y no perfecta, porque solo perfecto es Dios, Él es el verdadero maestro que nos mostró la totalidad del coexistir en nuestro mundo, un universo visto desde la motricidad humana como la esencia corpórea del despertar empírico y transcender en el sistema educativo. La única esperanza de nuestros niños y niñas para verse, sentirse y vivir en un cosmos que cubra todas sus necesidades y curiosidades, pero la sociedad actual está carente de esta estructura humana que permanece dormida con los ojos abiertos, llenas de miedos corpóreos que limitan su mente y cuerpo para actuar con libertad cognitiva, donde escribir y ser leído por los otros nos de esa autonomía en la vida que anhelamos al ser maestro.
En este sentir muestro, la relevancia de dar a conocer la ciencia de la motricidad humana como transcendencia corpórea para el despertar de ser docente, un primer momento, con el abrigar epistemológico de teóricos de la motricidad humana como una revisión documental que describirán aspectos intersubjetivos y fundamentales en las dimensiones del ser corpóreo. En un segundo momento interpretare como investigadora este sentir cognitivo haciendo reflexiones desde esta esencia corpórea y la realidad hermenéutica que surge con otros en los escenarios educativos de aprendizaje. Por tercer momento muestro unas reflexiones finales que surgen de esta revisión documental que dará luz a un nuevo amanecer al coexistir de ser docente, para transcender en esta ciencia.
Categorías corpóreas que surgen de la investigación
Las categorías epistemológicas que emergen en este ensayo de investigación muestran un despertar corpóreo desde los pensamientos de Van Manen (2003). Que sustentan que para “investigar en las ciencias humanas es involucrarse en la elaboración de un texto”. (p.96). Así, como todo aquel que presenta estas particularidades, es por eso que como investigadora debo ser parte esencial, para orientar desde los referentes teóricos, las categorías emergentes y mi sentir fenomenológico para dar destellos de luz que reflejara la ciencia de la motricidad humana, como coordenadas direccionales para el transcender desde esta esencia la cual puede ser el despertar para otras investigaciones.
Despertar teórico desde la motricidad humana
Iniciar este despertar humano con las argumentaciones fenomenológicas de Maturana (1999). Es iluminar epistemológicamente este despertar y sacudir corpóreamente tu ser como docente y mi ser como docente investigadora, quienes tomamos la decisión con vocación de educar a “los hombres y mujeres que van a construir el futuro con su vida”. (p.58). Estas sustentaciones develan la relevancia compleja de construir el conocimiento, más aún cuando no terminamos de entender nuestra esencia, un sentir que no nos deja vivir el presente, porque no hemos sanado el pasado, un retorno que algunos piensan que no tiene vuelta atrás, pero que equivocados estamos de esta realidad, olvidamos que somos humanos y comentemos errores que podemos enmendar con nuestra mayor virtud, que es reconócelos con actitud.
Una forma humana que hemos vivido controversialmente, donde nuestro sentir no refleja el vivir o nuestro existir no expresa el coexistir con el convivir relacionar con los demás. Ese trato que en la actualidad educativa vemos y sentimos tan carente de esta ciencia corpórea, donde ser docente en la actualidad es una profesión desvalorada por nosotros mismos, por contrariedades en nuestros mundos que podemos develar con una pluma y un papel, como acá lo muestro a través de este ensayo, donde manifiesto la urgencia de despertar como docente de vocación y no de ocasión, el tiempo nos ha mostrado que el ser docente con esencia corpórea con toda su dimensionalidad no tiene límites, y que lo monetario no puede ser la causa para deshumanizar el capital humano cognitivo, pues nunca siendo docentes íbamos a ser ricos, pero si obtendríamos la mayor riqueza de un país, que es hacer surgir en una nación con educación, formación, vocación y ética.
La actuación que transciende con el ejemplo amoroso de quienes somos y a quienes vamos a formar corpóreamente, ser docente nos permite estar en el cosmos educativo con toda la corporeidad para existir en los otros, con una conducta legitima de la coexistencia humana, donde en nuestro actuar sea el despertar de tener un cuerpo que actué en el sentir de Maturana (ob. cit.). Mostrando que “nada de lo que hacemos en lenguaje, consciente o inconscientemente, es irrelevante, porque nos transformamos en nuestros cuerpos según lo que hacemos en lenguaje, y hacemos en nuestro lenguaje según lo que se transforma en nuestros cuerpos. (p.44.). Una entidad legitima que transciende en ese despertar del ser docente hermenéutico, con un cuerpo consciente en el actuar y pensar para transcender con toda la dimensionalidad, donde el cuerpo sea el reflejo de nuestras acciones, actitudes y emociones, haciendo de la motricidad humana y corporeidad elementos articulados para la comprensión del ser humano con amor.
Esencia primordial que debe existir para enseñar y educar como naturaleza para aprender desde esta comprensión amorosa. Maturana (ob. cit.). Muestra que “un aspecto central de enseñar a los profesores a ser maestros es tratarlos del mismo modo como se desea que ellos traten a sus estudiantes (…) prestos a corregir su error y sin temor (…) en acto porque actúan en autorespeto” (p.67). El espacio educativo debe ser este espejo corpóreo hermenéutico con reflexiones basadas en el autorespeto por la vida y el crecimiento personal del ser humano, porque no solo educa quien enseña, sino quien aprende con el ejemplo; si un estudiante es corregido con amor aprenderá aceptar y reconocer la nobleza de su ser; pero si un estudiante es corregido con crítica actuara con actitud negativa hacia la vida y negación a la existencia de ser docente con transcendencia.
Aquí emerge entonces la importancia de incluir las Ciencias de la Motricidad Humana para este despertar, como mallas curriculares en todos niveles de educación inicial y modalidades del sistema educativo. Está ciencia corpórea es definida por Benjumea, (2010). Como:
La comprensión del movimiento, de un lado, en un sentido amplio como concepto central de la vida en tanto fenómeno natural, y de otro, en su perfilación específica al de movimiento humano que se asocia como medio para satisfacer necesidades de supervivencia, expresar emociones y creencias, asimismo, como un elemento de comunicación e interacción con el medio y con los sujetos que cohabita. Desde un punto de vista epistemológico, las construcciones conceptuales que se han elaborado sobre el movimiento humano están determinadas por los diferentes paradigmas científicos que abordan el ser humano, como realidad escindida o como integralidad compleja. (p.33).
Estas argumentaciones demuestran que la ciencia de la motricidad humana, no solo tiene que ver con el movimiento corporal, sino que está vinculada a todas las dimensiones corpóreas y elementos del ser humano que permite la interpretación corpórea e interacción de su mundo y su relación con los otros, un convivir estrechamente articulado en todos los escenarios donde juega un papel importante en la emocionalidad, las creencias personales, para elaborar por medio de un intercambio comunicativo humano y una interpretación intersubjetiva del ser.
En el sentir epistemológico del padre de la ciencia Sergio (citado por Benjumea, ob. cit.). Expresa que “la motricidad humana estudia la complejidad humana (cuerpo, mente, deseo, naturaleza, sociedad) moviéndose intencionalmente en dirección a la trascendencia”. (p.46). Ese estar corpóreo que debe despertar desde la esencia internar, para existir en mundos compartidos donde la hermenéutica sea el instrumento para escuchar mí ser y tu ser, sin juicios calificativos que marquen la esencia humana e impida el transcender corpóreamente.
El despertar del ser docente desde esta ciencia es darle significado a la experiencia vivida con una misión y visión definida que alguna vez fue marcada, pero al sumergirnos en este despertar en el sentir Merleau Ponty (ob. cit.). Quien muestra que “el mundo no es lo que yo pienso, sino lo que yo vivo”. (p.15). Ese vivir que nos permite experimentar vivencias en diferentes aspectos del convivir relacionar, pero somos nosotros con los ojos y corazón abiertos los que podemos discernir con actitud para la vida, esas estructuras que impiden este despertar, como proceso de transformación para vivir la verdadera metamorfosis humana que nos permitirá develar esta esencia con corporeidad de ser docentes, Merleau Ponty (ob. cit.) define esta inversión corpórea como:
«El cuerpo vivido» o «corporeidad» se refiere al hecho fenomenológico de que siempre estamos de una forma corpórea en el mundo. Cuando conocemos a otra persona en su entorno o en su mundo, conocemos a esa persona en primer lugar, a través de su cuerpo. En nuestra presencia física o corporal desvelamos algo sobre nosotros mismos, pero también ocultarnos algo, no necesariamente de un modo consciente o deliberado, sino más bien a pesar de nosotros mismos. (p.121)
Estas reflexiones corpóreas, demuestran que ser docente permanece en el mundo consciente de sus estudiantes, donde ellos hacen una definición intersubjetiva de su cuerpo, pero sin reflexionar en su soma, puestos que esta es compleja de entender si no nos ponemos en el lugar del otro.
Este despertar teórico devela unas sustentaciones imprescindibles que tiene que ser reflexionada desde siquisoma (cuerpo-alma-espíritu) del ser que enseña y educa, solo así se podrá comprender el proceso de aprendizaje y reaprender, que somos un cuerpo en la totalidad del existir. El mundo educativo está marcado con sellos que nos identifican como docentes buenos y malos, deliberando una definición abstracta desde la educación tradicional que esperaba un producto, pero se olvidaba de un proceso, viéndonos como objetos y no como sujetos; esto no quiere decir, que la educación tradicional tenga una denominación que la califique, pero te invito a reflexionar desde esta ciencia corpórea, que va tomada de grandes gigantes que se formaron en esta escuela y nos invitan a despertar desde la motricidad humana como una ciencia para un nuevo despertar.
Estructuras corpóreas que impiden el crecimiento del ser docente
Existen estructuras que nos permiten ver, sentir e imaginar nuestro mundo y el mundo de los otros, desde las diferentes ciencias unas exactas y otras intersubjetivas, convertimos en jueces implacables de la cultura, acciones, actitudes, pensamientos, comportamientos, conocimientos entre otros.
La motricidad humana nos muestra los verdaderos senderos del sentir y vivir relacionar de nuestro mundo para transcender en un auténtico crecimiento humano, desde mi ser ese que no se ve, pero se siente en los otros, Pérez (ob. cit.). Argumenta que “no es posible amar sin perdonar, que quien no sabe perdonar, no sabe amar. El perdón es, en definitiva un acto de amor a sí mismo y al otro”. (p.77.). Estas sustentaciones demuestran una profunda reflexión fenomenológica que transciende desde nuestro sentir, porque indudablemente el perdón inicia por nosotros mismos permitiéndonos vernos, sentirnos e imaginarnos desde esta estructura intangible corpórea que paraliza la evolución humana.
Un transcender que muestra la reinterpretación de mi ser el cual está hecho de necesidades, debilidades, potencialidades y fortalezas en fin un ser humano definido con errores y virtudes de quien soy y el docente que quiero ser. Cuando reconocemos que somos humanos podemos ver esa luz sin alarmas corpóreas, que limiten el crecimiento que consume nuestra corporeidad de manera negativa, condenando nuestra esencia. Pérez (ob. cit.). Sostiene que “guardar rencor es como si uno tomara veneno y esperara que otro se muriese. Mientras no perdones, seguirás viendo a las personas y al mundo desde tus heridas”. (p. 78). Estas argumentaciones develan una realidad corpórea que vive el sistema educativo y su estructura humana la cual es totalmente fría del sentir corpóreo del amor. Pues, hemos dejado llenar con dosis de resentimiento, tristeza, odio, envidia y la negación de reaprender, quedándonos paralizados, observando cómo se deseca nuestra esencia en esta estructura que impiden nuestro transcender a un nuevo despertar.
Un amanecer que hemos visto con ojos abiertos, pero con episteme dormido, hemos oído sin detenernos a escuchar, lo hemos sentido sin disfrutar su abrigar, lo hemos pensado sin reflexionar, lo hemos criticado, evaluado, aplazado sin conocer el actuar de los otros. La acción docente debe ser reflexionada desde al sentir del estudiante, y el quehacer del estudiante debe ser esperanzada desde el abrigar del docente, estas estructuras están profundamente dormidas y aisladas en nuestro propios cuerpos, sin permitir la libertad que limita la curiosidad y despertar del estudiante como investigador de su propia esencia.
Un ser que se está formado y educado en el sentir fenomenológico de Van Manen (ob. cit.). Con “el síndrome del profesor quemado no es necesariamente el síntoma de un esfuerzo excesivo o de tener demasiado trabajo. Es una situación en la que nos podemos encontrar cuando, como docentes, ya no sabemos por qué hacemos lo que hacemos”. (p.140). Como duele esta reflexión corpórea cuando estamos desesperanzados perdiendo el horizonte, sin saber que los senderos humanos están llenos de incertidumbre, que solo con la seguridad de ser lo que se es (ser docente) se podrá cumplir los propósitos o terminar con las inseguridades.
Un docente que no sabe lo que hace, es porque ha permanecido dormido en su caja de pandora, en la cual estaba llena la esperanza cuando decidió ser maestro para transcender en su ser y el de los otros.
Dentro de esta perspectiva Campos (2008). Sostiene que:
Un maestro no debe descuidar su propia labor formativa que no termina nunca, su labor debe enriquecerse y ponerse al día con constancia que no puede debilitarse. El maestro que no es capaz de aprender durante toda su vida es hombre que no progresa. (p.17).
Estas certeras sustentaciones fenomenológicas muestran una realidad tangible en la esencia de ser docente como modelo a seguir, y ser esencia de transcendencia en el proceso de formación permanente, donde en mundo educativo han transcendido tal vez por supervivencia, pero nosotros seguimos dormidos como docentes con los mismos procesos administrativos gerenciales como: una receta de planificación, una organización desorganizada, una dirección que no dirige, un control que no controla y una entidad que no nos identifica como docentes de cambio, podemos decir que estamos diagnosticados con el síndrome de las manos atadas, herramienta fundamental que nos permite develar la identidad de lo que realidad somos (docentes de cambio).
El giro corpóreo que necesitamos dar para salir de estas estructuras metálicas humanas, es mostrar que todo ser humano debe ver hacia atrás. Pérez (ob. cit.). Sostiene que “conocer el pasado ayudamos también para ver qué pasos se pueden dar juntos hacia el futuro, donde la carga ya no la lleva sólo uno sino dos”. (p.129). Estas aseveraciones demuestran que cuando el conocimiento es visto en todas las dimensionalidades del existir, se puede construir en equipo haciendo de esa formación un verdadero despertar hermenéutico que devela que mantenerse aislado con el conocimiento no enseña, que actualizarse y no escribir no es reaprender, es como mantenernos atados en nuestro propio existir.
La actualización debe ir de la mano con los pensamientos de Van Manen (ob. cit.) quien argumenta que “el tipo de reflexión necesaria, en el acto de escribir, desde un punto de vista fenomenológico y hermenéutico sobre el sentido y el significado de los fenómenos de la vida diaria es fundamental para la investigación en pedagogía”. (p.12). Que relevante es esta reflexión ontológica en nuestro existir educativo, donde no estamos formados como educadores para escuchar lo que somos, como somos y como construimos en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Estamos acostumbrados a ser nosotros quienes describimos sobre los aspectos humanos e intelectuales de nuestros estudiantes; pero cuando somos nosotros quienes recibimos este tipo de reflexión nos sentimos amenazados y hasta rechazados. Van Manen (ob. cit.). Sostiene que “el rechazo a vivir juntos es la indiferencia. La indiferencia es el fracaso del reconocimiento del otro ser humano en un encuentro genuino o una relación personal”. (p.129). Estas profundas argumentaciones fenomenológicas sacuden nuestro coexistir, donde vivimos indiferentemente sin importarnos nuestra propia existencia, lanzándonos al fracaso en el legítimo reconociendo con los otros. Ese tercero que debe dar ese genuino acercamiento con sutileza corpórea, debelando una auténtica identidad, donde el reconocimiento debe iniciar por nosotros en la plena afirmación de lo que somos, sin tenerle miedo al reflexión hermenéutica, que son las manos que abrirán las puertas a esta estructura que impiden el crecientes del ser docente y de la ciencia corpórea.
El despertar de ser docente
Ser docente es una decisión con vocación, como para Pérez (ob. cit.). “El amor es un ejercicio de jardinería: Arranca lo que hace daño, prepara el terreno, siembra, espera pacientemente, riega, cuida. Vive preparado porque habrá plagas, sequias, exceso de lluvias, vientos y tempestades.”. (p.36). Estas aseveraciones muestran una profunda reflexión epistemológica que nos invita a replantarnos como docente y despertar desde esta esencia amorosa, porque es necesario e imprescindible la preparación para afrontar cualquier cambio corpóreo de la sociedad actual, llámese COVID-19, migración, nido vacío, espacios con familia constituida, pero niños solitarios, jóvenes sin orientación y adolecentes sin dirección corpórea.
El tiempo como indicador de nuestros pasos, nos ha mostrado que lejos estamos de ser docentes de esta era, una época donde nuestros niños están tecnológicamente actualizados y nosotros seguimos construyendo corazones para hablar del amor. Van Manen (ob. cit.). Sostiene que “el tiempo vivido es aquel tiempo que parece acelerarse cuando nos estamos divirtiendo o que parece ralentizarse cuando nos encontramos aburridos en una clase nada interesante, o bien cuando estamos nerviosos, como, por ejemplo, en la consulta del dentista”. (p.122). Esta realidad hermenéutica compleja nos invita a reiniciar la conciencia y la existencia como docente para transcender en mi mundo, que no es solo mi mundo, sino un universo compartido con los otros, que requieren ser educados y formados en todas las dimensionalidades de esta ciencia corpórea y en un tiempo vivido.
Una coexistencia para despertar con acciones de libertad en toda la corporeidad del ser, donde adquirir el conocimiento o la experiencia tenga un proceso gratificante para el que enseña y aprende, haciendo de este despertar la oportunidad de ver, sentir y vivir cada proceso en la vida sin miedo al error, porque todos alguna vez nos hemos equivocado, dentro de los procesos de cambios biopsicosociales del individuo, debemos atrevernos a escribir nuestra historia develando cada despertar como una nueva oportunidad en nuestro mundo y el mundo de los otros con esencia, tal como lo define Van Manen (ob. cit.) como:
La esencia no es una propiedad única y estática por la cual conozcamos algo, sino que se trata más bien de un significado constituido por una compleja multitud de aspectos, propiedades y cualidades, algunas de las cuales son circunstanciales y otras son más cruciales para el existir de las cosas. El término «esencia» deriva del verbo «ser», que, por definición, es una noción profundamente existencial. (p.14)
Estas sustentaciones fenomenológicas muestran, el despertar corpóreo del ser docente debe iniciar desde la motricidad humana como ciencia corpórea, para dar el significado creado hermenéuticamente a un auténtico ser, tomando todos las dimensionalidades de su existir, para definir su esencia con una descripción intersubjetiva.
Reflexiones finales
Entre las consideraciones más relevantes en esta revisión documental y mi sentir como investigadora sobre la ciencia corpórea para el despertar del ser docente, muestro un sendero de esperanza como reflexión donde la motricidad humana, es una ciencia necesaria centrada en el ser, la cual nos permite conocer todas las dimensionalidades de nuestro existir y el coexistir de los otros.
Ese convivir donde me sumerjo desde mi ser docente investigadora invitándolos hacer una meditación desde la corporeidad de nuestro mundo enlazándolo con la fenomenología hermenéutica, solo así la experiencia vivida será escuchada con la esencia del verdadero amor, esa que se ve en el movimiento humano con una expresión física que da aliento, se siente en la corporeidad y dulzura de una palabra optimista que nos muestra que la perseverancia y la constancia son la clave para transcender en nuestro mundo de ser docente, con una legitima identidad que nos identifica en ese universo compartido con los niños y las niñas donde nos ven como en el ejemplo a seguir en la existencia humana, donde tenemos que ser modelos corpóreos llenos de esencia misericordiosa, como el legado situado y decisión propia de ser lo que somos (maestros) y no copias fieles de conductas, comportamientos, actitudes, valores y creencias con estructuras tangibles que no sienten ni padecen.
En este sentido, el despertar de ser docente promueve un renacer corpóreo en otras dimensiones del vivir relacionar que requiere la sociedad actual, esa que pide a gritos ser comprendida, vivida y reflexionada con la fibra humana desde su mundo y no del nuestro, haciendo de convivir relacionar el verdadero sentir tangible e intangible en todas ópticas de la corporeidad internas y externas del existir humano.
Es concurrir complejo que requiere un reiniciar en todas las dimensionalidades de ser docente, para forma y educa desde la motricidad humana, porque esta es la ciencia para un verdadero despertar, donde debemos estar preparados y actualizados ante cualquier cambio paradigmático reaprendiendo y reaccionado desde esta ciencia que nunca nos permitirá estar paralizado en la corporeidad.
En este sendero de esperanza, la motricidad humana juega un papel importante en la personalidad, emocionalidad y las creencias del ser corpóreo en los escenarios de aprendizaje, donde como investigadora he visto, sentido y vivido esta ciencia en los espacios de enseñanza desmarcando el cuerpo vivido de una manera intersubjetiva y viviendo esta ciencia como un regalo divino, donde Dios nos permite descifrar nuestros designios con una visión holística desde esta postura epistemológica que es la luz nos invita a reflexionar, desde las teorías de pensadores que dan luces corpóreas al despertar de ser docente con transcendencia.
En consecuencia, esta ciencia corpórea muestra que no existe una realidad absoluta, porque no somos humanos perfectos y debemos despertar de este error empírico para transcender en el sistema educativo, haciendo esta ciencia la esperanza de nuestros niños y niñas para verse, sentirse y vivir en un cosmos que cubra todas sus necesidades y curiosidades, sin restar tiempo y espacio, sino multiplicar con amor, actitud y fe la convicción de que todos los días renacemos con la oportunidad de iniciar nuestro mundo llenos de esperanza, esta que hoy vemos lejos, pero un día no muy distante tendremos la oportunidad de degustar .
Ese saborear que solo podemos probar al desintoxicarnos con esta ciencia corpórea humanista y vivir nuestro mundo de manera intersubjetiva, cambiando hermenéuticamente nuestra misión y visión de ver, sentir, compartir y convivir nuestro mundo y el universo los otros. Ese coexistir donde bebemos pedir perdón cuando sea necesario, como la legítima formar de amarnos y enseñar amar, sin perjuicio y apagando con amor todas las alarmas corpóreas que impiden la transcendencia del ser.
Finalmente la motricidad humana genera un auténtico significado intersubjetivo del ser docente, en todas las dimensionalidades en su existir, describiendo este despertar epistemológicamente en la ciencia corpórea para salir de estos síndromes que impiden el crecimiento y la libertad epistemológica que permite ver, sentir imaginar el ser docente en toda la corporeidad, como un proceso gratificante para enseñar y aprender con los otros, haciendo de este despertar la oportunidad con auténtica esperanza para hacer lo que no hemos hecho.
Referencias
Benjumea, M. (2010). “La Motricidad como Dimensión Humana. Un abordaje Transdiciplinar”. Instituto Nacional del Saber. España – Colombia.
Campos, M. y Gutiérrez, V. (2008). La educación física un tesoro más allá del deporte. Libro arbitrado por la Subdirección de Investigación y Posgrado del Instituto Pedagógico “Luís Beltrán Prieto Figueroa” de Barquisimeto, (IPB) Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL). Venezuela.
Maturana, H. e Nisis, S. (1999). “Transformación en la convivencia”. Santiago: Dolmen Ediciones
Merleau –Ponty, M. (1945) Fenomenología de la Percepción. Ediciones Gallimard. https://filosinsentido.files.wordpress.com/2013/07/merleau-ponty-maurice-fenomenologia-de-la-percepcion.pdf
Pérez Esclarín A. (2009). “Educar es Enseñar a Amar” Deposito legal: Lf6220082004785 Caracas Venezuela.
Piña de Valderrama, E. (2018). La praxis pedagógica del docente formador de formadores. Sentido y Significados. Editorial Académica Española. Madrid.
Trigo, A, Eugenia. (2015). Juego y creatividad: el re-descubrimiento de lo lúdico. Aportes práxicos a la fundamentación de algunos de los pilares de la ciencia de la motricidad humana. Universidad del Cauca, Popayán. Colombia https://paginas.uepa.br/seer/index.php/sentidos/article/viewFile/1024/661
Van Manen, M. (2003). Investigación educativa y experiencia vivida. Ciencia humana para una pedagogía de la acción y de la sensibilidad. Barcelona: Idea Books