Opinión

Propuesta de políticas públicas sobre educación

Proposal of public policies on education

Carlos Reynaldo López-Nuila
Vicepresidente de la Universidad Tecnológica de El Salvador, El Salvador

Entorno

Universidad Tecnológica de El Salvador, El Salvador

ISSN: 2071-8748

ISSN-e: 2218-3345

Periodicidad: Semestral

núm. 55, 2014

vicerrectoriadeinvestigacion@utec.edu.sv

Recepción: 06 Marzo 2014

Aprobación: 29 Abril 2014



DOI: https://doi.org/10.5377/entorno.v0i55.6274

Resumen: La calidad de la educación depende de varios factores, siendo la política educativa un aspecto fundamental, así como también, una planificación educativa integral que contribuya al desarrollo económico y social del país. Esta reflexión aborda el tema de la educación, como un derecho básico de todo ser humano y a la vez un servicio con finalidad social, por cuanto ésta debe responder a las necesidades del desarrollo, señalando las áreas estratégicas por atender. A este respecto se formula una propuesta de políticas públicas para un plan de gobierno, que considere a la educación como base para formar a futuros ciudadanos comprometidos con la paz, la democracia, el medio ambiente y el progreso nacional. Alcanzar este objetivo, requiere una visión de Estado que contemple los diversos elementos del acto educativo y de las buenas prácticas para alcanzar una educación de calidad.

Palabras clave: Calidad de la educación, política educativa, planificación educativa, desarrollo económico y social, educación-El Salvador .

Abstract: Quality on education depends on a variety of factors; an educational policy is an important aspect as well as an integral educational planning that contributes to the social and economic development of the country. This reflection addresses the issue of education as a basic right of every human being; at the same time, it is a service with a social purpose for it must respond to the needs of development pointing at the strategic areas that need to be addressed. In this regard, a public policies proposal has been formulated for a government plan which considers education as a basis to train future citizens committed to peace, democracy, the environment and national progress. Reaching this objective requires a State vision that contemplates the different elements of the educational act, and the good practices, in order to reach an education of quality.

Keywords: Quality of education, educational policy, educational planning, social and economic development, education- El Salvador.

El entorno de la educación

Hablar de desarrollo significa hablar de proyectos ordenados; de cambios que permitan transformaciones de nuestra realidad, tanto de nuestra mente como de nuestro entorno. La autodeterminación como sociedad debe ejercitarse en sentido positivo de avance y no de estancamiento; de evolución y no de retroceso; de libertad y prosperidad y no de limitaciones y privaciones. Son muchos los ejemplos de lo uno y de lo otro; y nuestra sociedad aspira a ser libre y próspera, como principios propios y necesarios de la democracia y del progreso social y económico que deseamos.

Los planes de gobierno implican políticas públicas según la importancia otorgada a cada actividad propia del Estado. Todas pueden ser importantes, pero la política educativa es la determinante en términos de prioridad, por cuanto la educación genera el capital humano que es factor de la movilidad social y de la productividad, para la dinámica del crecimiento nacional. Por ello, las preocupaciones del Estado deben manifestarse, preferentemente, no en programas de prestaciones y servidumbre, sino en oportunidades de estudio y avance personal, a partir de los méritos que proporcionan las propias capacidades y las decisiones de superación que cada uno se plantea a lo largo de la vida, lo que, sin duda, marcará a futuro la distinción en la calidad humana de cada ser.

La educación es un derecho básico de todas las personas y es un servicio con finalidad social. El Estado está obligado a su conservación, fomento y difusión. En nuestra realidad, el proceso de aprendizaje general se ha devaluado y desviado. En el ámbito familiar, la enseñanza y práctica de valores ya no se ejercita con la regularidad de la orientación cotidiana y el ejemplo continuado de los padres. Ya no hay tiempo para la clase magistral de sobremesa ni para la tertulia que se explaya en los hechos y vivencias del día. El aula y la vida escolar han perdido ese ambiente mágico de sorprenderse por lo nuevo en la clase y de jugar y relacionarse alegremente, respetando a los demás fuera de la clase. Los maestros muchas veces irrespetan al director, a las autoridades respectivas y al gobierno, a quien le exigen todo, pero ellos no ofrecen nada. La Iglesia infalible, antes crisol de fe, moralidad y humanidad, predica el bien, pero no practica el respeto ni la austeridad que supuestamente le exigen sus votos y su investidura. Los medios de comunicación hablan poco de cultura y mucho de la maldad humana, casi como paradigma de felicidad y prosperidad. La perversidad de lo desviado se exhibe sin pudor; ya no existe la censura para todo aquello que es inmoral y nocivo para la integridad del ser humano.

La comunidad alienta y estimula de forma preferente el placer y la intolerancia a cualquier costo. La relación es de ignorar al otro; y cuando esta se presenta es tirante y de indiferencia, cuando menos. La armonía social del respeto y la solidaridad vecinal para la búsqueda del bien común es cuestión del pasado; hoy lo relevante es hacer prevalecer ‘mi interés personal a partir de la verdad de mi razón’. Cuando bien nos va, la calidad de la educación recibida no encuentra espacios para desarrollarse en una sociedad marcada por la desconfianza, la perversidad y la conducta sibarita del gozo sin límites. Nuestra sociedad está olvidándose de la moral, de la convivencia, de la responsabilidad, del compromiso del trabajo y se dirige hacia una cultura propia de consumo y placer en donde las normas sociales han perdido vigencia; nada se respeta, y lo que importa es el interés personal de conseguir y tener todo sin merecer nada. La anomia social es ahora el decálogo de la vida.

En concreto, se puede afirmar que un plan de desarrollo es el gran ausente de nuestra realidad; que la carencia de políticas públicas es la gran deficiencia de los proyectos de gobierno; que la falta de voluntad política es la gran responsable de nuestro retraso e inmovilismo, y que la exigencia por más calidad educativa se obvia por programas de fácil aplauso, pero de efectos intrascendentes, aunque, al final, la calidad es la demanda requerida por cualquier proyecto de cambio para mejorar.

La educación que necesitamos

Todo lo anterior nos lleva al punto de partida de lo que debe ser un plan educativo nacional. La educación que necesitamos debe ser general para la vida social y especializada para cada actividad; debe ser para todos: niños, jóvenes, adultos; profesionales, políticos y ciudadanos; debe ser actualizada en los contenidos y diversa en los métodos de enseñanza-aprendizaje; debe orientarse a la convivencia social y a la competitividad productiva de cada persona; debe enseñar la importancia de la libertad y de sus límites y la práctica de los derechos y deberes del hombre. Debe ser una educación en todos los rumbos, en todo tiempo y para todas las personas; debe abrir espacios a la educación científica y tecnológica, pero también a los oficios y quehaceres propios de nuestra cultura y, por supuesto, a las artes y a los deportes que aceptan y practican los salvadoreños. Cada persona tiene que ser un maestro en lo que sabe y debe ser un estudiante en lo que necesita aprender para prosperar. Debemos despertar la curiosidad del niño de Parvularia que pregunta por qué el agua del río corre hacia abajo y no en sentido inverso; y estimular la tenacidad de la nonagenaria que quiere utilizar el último teléfono celular igual al que posee su nieto adolescente.

La educación debe permitir la apropiación de saberes y debe ser un pasaporte para una vida plena y exitosa. Una buena educación debe reunir determinadas cualidades. La educación tiene que ser integral, con características únicas para atender necesidades propias. La integridad tiene que estar orientada a comprender todo aquello que requiere el crecimiento personal. Esta educación debe ser pertinente, en el sentido de aprender lo que el educando necesita hoy y lo que necesitará mañana en su entorno, tanto para su vida social como para su vida productiva y ciudadana; igualmente, debe ser relevante en términos satisfactorios para sí y para los otros. La educación debe ser continua, es decir, desde la temprana edad hasta el atardecer de cada uno; la educación debe ser gradual para lograr, según la edad, la capacitación requerida en cada etapa de la vida. Debe ser equitativa para todos, sin distinción ni limitaciones de ninguna naturaleza. La educación debe ser permanente en los temas de compromiso personal con la democracia, la convivencia pacífica y el medio ambiente; finalmente, debe ser diversificada para atender todas las aspiraciones de la persona, de conformidad con las capacidades cognitivas, emocionales y físicas. El sistema educativo nacional debe articularse de manera tal que cada ciclo y cada nivel asegure los conocimientos, habilidades y destrezas requeridas para continuar su formación o para dedicarse a labores productivas de forma eficiente y eficaz.

Áreas estratégicas

Una política educativa requiere un enfoque sistémico y profundo de áreas de gran importancia para el progreso del país. Lo primero de un plan de gobierno, propio de la educación, es dictar un plan educativo que recoja las aspiraciones de los salvadoreños para alcanzar la plena satisfacción como persona y lograr el máximo nivel de prosperidad como nación. Este plan debe corregir la brecha social, superar la brecha cognitiva y atender la brecha digital. De igual forma, debe ofrecer un sólido conocimiento para eliminar la cultura ligera del presente.

Se proponen las siguientes políticas públicas de un plan de gobierno

Esta serie de políticas públicas tienen su correspondiente ampliación con las siguientes consideraciones:

Consideraciones finales

Hemos señalado que nuestro país y nuestros jóvenes estudiantes necesitan una educación integral, que se inicia con una educación familiar; que sigue con una educación básica formal en los campos del conocimiento y de la convivencia social; se complementa con una educación moral; se continua de conformidad con las aptitudes y actitudes, con una formación vocacional en oficios, educación técnica y finalmente profesional a lo largo de la vida, en la que se fortalece la pertenencia a la sociedad política como ciudadano activo. Asimismo, a lo largo del proceso educativo se debe promover la educación física y artística de los educandos y la del compromiso con la paz, la democracia y el medio ambiente.

La presencia del Estado debe ser más determinante en la educación nacional. Debe señalar el rumbo, debe marcar el paso y debe exigir resultados. La calificación, evaluación y acreditación del docente, de las carreras e instituciones, así como la certificación del proceso educativo, son instrumentos valiosos para asegurar la participación y compromiso de todos frente al reto de construir un mejor país. No se puede seguir con un modelo de más de lo mismo. Toda la inversión pública y privada del área educativa debe responder a criterios de eficiencia y calidad, para que todos los salvadoreños tengan no solo la oportunidad de estudios, sino, y fundamentalmente, la de prosperar y de vivir en paz. La rendición de cuentas, en términos financieros y de eficiencia educativa para las instituciones públicas y en niveles de eficacia educativa para las instituciones privadas, deberá ser una práctica administrativa que denote integridad y responsabilidad de las instituciones.

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