Artículos
¿Arqueología salvadoreña? : una utopía en construcción
Salvadorean Archaeology? A utopia in the making
Entorno
Universidad Tecnológica de El Salvador, El Salvador
ISSN: 2071-8748
ISSN-e: 2218-3345
Periodicity: Semestral
no. 58, 2015
Received: 17 March 2015
Accepted: 25 March 2015
Abstract: To talk about archaeology in El Salvador, it is necessary to generate a discussion on different political and socio-cultural aspects that influenced its practice in the country. Since its inception, archaeology in El Salvador has been mainly influenced by American methodological and theoretical approaches. The Archaeology Major in El Salvador was first offered in the mid-nineties, thus allowing the training of national archaeologists. However, in spite of these two decades and the more than thirty graduates in the country, we are still unable to talk about a Salvadoran archaeology. Why? What are the reasons that prevent Salvadoran archaeology from growing and developing as such? This paper analyzes and discusses some issues that are affecting and slowing the growth and maturity of this field as a discipline.
Keywords: National archaeology, Salvadoran archaeology, archaeological heritage, El Salvador.
Resumen: Al hablar de arqueología en El Salvador, es necesario generar una discusión en torno a diferentes aspectos socioculturales y políticos que han influenciado la práctica de la disciplina arqueológica en el país. Desde sus inicios, la arqueología en El Salvador ha sido influenciada principalmente por los planteamientos metodológicos y teóricos de la arqueología norteamericana. A mediados de la década de los noventa se funda la carrera de Arqueología en El Salvador, permitiendo formar arqueólogos nacionales. Sin embargo, a pesar de las dos décadas transcurridas y de los más de treinta arqueólogos graduados con que cuenta el país, todavía no se puede hablar de una arqueología salvadoreña ¿Por qué? ¿Cuáles son las razones que impiden que la arqueología salvadoreña crezca y se desarrolle como tal? El presente artículo analiza y discute algunos aspectos que están afectando y atrasando el crecimiento y la madurez de la arqueología como disciplina.
Palabras clave: Arqueología nacional, arqueología salvadoreña, patrimonio arqueológico, El Salvador.
Introducción
Los reconocimientos etnográficos y las descripciones de algunos sitios arqueológicos realizados por el diplomático estadounidense Ephraim George Squier, durante 1853, en El Salvador pueden considerarse como el inicio de la arqueología en El Salvador. Posterior a las descripciones de Squier, diversos exploradores y eruditos, tanto extranjeros como nacionales, brindaron destacados aportes a la arqueología en el país, dentro de los cuales se destacan el viajero alemán Simeón Habel, el historiador salvadoreño Dr. Santiago Barberena, el filólogo alemán Walter Lehman, Atilio Peccorini, Herbert Spinden, el profesor salvadoreño Jorge Lardé, el arqueólogo norteamericano Samuel Lothrop, el salvadoreño Antonio Sol, los arqueólogos norteamericanos John Dimick y Maurice Ries, el arqueólogo norteamericano John Longyear (Longyear, 1944) y el arqueólogo Stanley Boggs (Boggs, 1944), de origen norteamericano, considerado como uno de los pioneros de la arqueología salvadoreña y como uno de los arqueólogos más influyentes de la época, dirigiendo importantes proyectos arqueológicos, enfocándose en el occidente del país, en el departamento de Santa Ana, el área de Chalchuapa, específicamente en el sitio arqueológico Tazumal durante las temporadas 1943-45, 1948-50 y 1951-53; y en el departamento de San Salvador durante el año 1954 entre otros. Todos los investigadores anteriores de una u otra manera contribuyeron a cimentar las bases de la naciente disciplina de la arqueología en El Salvador.
La segunda mitad del siglo XX estuvo marcada por la experimentación de diversas metodologías y técnicas de investigación, así como marcó el inicio de nuevos intereses teóricos en la práctica de la arqueología, destacándose los trabajos de Wolfgang Haberland (Haberland, 1960) en la Gruta del Espíritu Santo, Corinto; Robert Sharer (Sharer, 1978), en Chalchuapa; Willys Andrews (Andrews, 1986), en el sitio de Quelepa; William Fowler y Howard Earnest (Fowler y Howard, 1985), con el Proyecto Cerrón Grande; Payson Sheets (Sheets, 2006), con el Proyecto Protoclásico en el Valle de Zapotitán; Karen Brunhns (BruhnsK., Cihuatan: An early Postclassic town of El Salvador: The 1977-1978 Excavations, 1980) y William Fowler (Fowler, 1981) (Fowler, 1989), en el sitio arqueológico de Cihuatán; Arthur Demarest (Demarest, 1986), en el sitio Santa Leticia ubicado en la Cordillera Apaneca-Ilamatepec.
En el transcurso la década de 1980, las condiciones sociopolíticas de El Salvador no permitieron el desarrollo de investigaciones arqueológicas de una manera intensa y permanente. Lo anterior se debió al estallido del conflicto armado. No obstante, a pesar de la inestabilidad política del país, algunas investigaciones puntuales fueron desarrolladas. Blas Román Castellón (Castellón, 1992) publica un cuadro del número de publicaciones sobre la arqueología de El Salvador por década desde 1850 hasta 1990, en el cual destaca la década de 1980 como la que contó con más publicaciones. Probablemente lo anterior esté asociado a la productiva década de 1970, en la cual se desarrollaron proyectos de investigación arqueológica de gran magnitud. Dentro de las investigaciones desarrolladas en las décadas de 1980 y 1990 destacan las siguientes: el proyecto de rescate del embalse de la represa San Lorenzo; Paul Amaroli (Amaroli, Cara Sucia: nueva luz sobre el pasado de la Costa Occidental de El Salvador, 1984), junto con Manuel Murcia y Jorge Mejía, desarrolla un proyecto arqueológico en Cara Sucia: el Proyecto Cuscatlán, dirigido por Amaroli. Arthur Demarest junto con Paul Amaroli, Bárbara Arroyo y Mary Pye desarrollan excavaciones en el sitio El Carmen en la costa de Ahuachapán; el Proyecto en el valle del río Ceniza dirigido por Kathryn Sampeck y Howard Earnest; el Proyecto Izalco, dirigido por William Fowler; el Proyecto Joya de Cerén, dirigido por Payson Sheets (Sheets, 2006); el Proyecto Arqueológico Ciudad Vieja, dirigido por William Fowler (Fowler et al., 2007) y el Proyecto de Investigaciones Interdisciplinarias desarrollado en Chalchuapa, específicamente en el sitio Casa Blanca, el cual fue dirigido por Kuniaki Ohi (Ohi, 2000). Cabe aclarar que no se han mencionado todos los proyectos desarrollados, sino solamente algunos de ellos, considerados los más destacados.
1995: Inicio de la Licenciatura en Arqueología en El Salvador
Durante el año 1994, un grupo de personas visionarias fundan la Universidad San Jorge en El Salvador. Para el año de 1995 la universidad abre sus puertas con una oferta académica de tres licenciaturas: en Arqueología, en Antropología y en Historia. Lamentablemente, la visión del grupo fundador de la Universidad San Jorge es interrumpida en el año 1997, debido a la reforma de educación superior que se implanta a escala nacional. En base a lo anterior, la universidad es obligada a cerrar, principalmente por falta de activos. A raíz de dicha situación, la Universidad Tecnológica de El Salvador (Utec), con una actitud de compromiso por desarrollar las denominadas carreras de la cultura, decide absorber a la Universidad San Jorge con el objetivo de continuar con la formación de profesionales en las ramas anteriormente mencionadas. Para el año 2000, la primera promoción de arqueólogos nacionales formados en el país se gradúa, y fue conformada por cuatro arqueólogos y una arqueóloga; y con temas de tesis diversos. Con esto, la arqueología salvadoreña inicia una nueva etapa. Por primera vez en la historia nacional, arqueólogos salvadoreños formados en el país ejercen la disciplina. La formación académica estuvo a cargo de profesionales nacionales y extranjeros, destacándose profesionales japoneses y estadounidenses. Actualmente se han graduado más de una treintena de arqueólogos y arqueólogas.
La segunda mitad de la década de los noventa constituye un momento histórico para la arqueología de El Salvador, debido a que por primera vez una universidad salvadoreña formaba profesionales en arqueología. Así mismo, en el año 1997 los cinco estudiantes de arqueología son contratados como técnicos para trabajar a medio tiempo en el Departamento de Arqueología del extinto Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura), bajo la dirección de un arqueólogo salvadoreño graduado en el hermano país de Guatemala. En términos generales, la década de los noventa es una época clave y determinante en el rumbo de la arqueología de El Salvador.
Desde la apertura de la Licenciatura en Arqueología en 1995 hasta la actualidad, la Utec ha graduado un total de 33 arqueólogos, dieciséis mujeres y diecinueve hombres. Los temas de tesis desarrollados por estos son diversos, destacando en su mayoría las investigaciones relacionadas con el análisis tipológico cerámico, análisis tipológico de materiales culturales líticos y en menor porcentaje temas relacionados con la arquitectura, patrones de asentamiento y de enterramiento y temas vinculados con la sensibilización y educación. Así mismo, de los 33 arqueólogos, ocho cuentan con maestrías enfocadas en las áreas de la arqueología, la antropología, la historia, las ciencias sociales, la conservación del patrimonio cultural y el desarrollo territorial. En su mayoría, los títulos de maestría han sido obtenidos en universidades extranjeras de países como Estados Unidos, Canadá, España, México, Guatemala y Japón. En la actualidad, dos arqueólogos están en categoría de doctorando, uno por una universidad estadounidense y otro por una universidad española.
Han transcurrido ya dos décadas desde la apertura de la carrera de Arqueología en El Salvador. Mucho se ha avanzado desde aquel tiempo (Paredes y Erquicia, 2013; Valdivieso, 2010; Erquicia, 2011; Escamilla y Fowler, 2011; Cobos, 1994), no solamente en la formación académica sino al abrirse espacios académicos de discusión, como el Foro de Estudiantes de la Escuela de Antropología (Foesa) de la Utec. Dicho foro se celebra desde el 2006 de manera anual. Este año se llevará a cabo el décimo Foesa. Dentro de las fortalezas de este se destaca que los organizadores son los mismos estudiantes de las licenciaturas de Arqueología y Antropología, permitiéndoles generar habilidades y competencias tanto organizativas como participativas en eventos académicos.
Otro logro importante es la organización del Congreso Centroamericano de Arqueología, el cual se inauguró en el año 2005 y se desarrolla cada dos años. Durante el mes de noviembre de este año se realizará el sexto congreso, permitiendo la concentración de académicos de diversas universidades e instituciones, tanto a escala nacional como regional. El congreso es importante porque genera discusión académica y posiciona la arqueología de El Salvador regionalmente.
Como es de esperarse, y a pesar de los avances realizados hasta la fecha, la arqueología en El Salvador aún continúa atravesando serias dificultades relacionadas con su conformación y consolidación.
El manejo del patrimonio cultural arqueológico en El Salvador
La Secultura tiene bajo su responsabilidad el patrimonio cultural de El Salvador. Esta institución estatal es la que vela por la conservación, salvaguarda e investigación del patrimonio cultural tangible e intangible del país. Dentro de dicha institución se encuentra la Dirección de Arqueología, a la cual le compete el manejo integral del patrimonio cultural arqueológico; y actualmente cuenta con ocho arqueólogos nacionales que desempeñan cargos de técnicos, y un arqueólogo extranjero que es el director.
Los datos anteriores permiten formular varias preguntas.
¿Por qué, a veinte años de haberse abierto la oportunidad de estudiar la carrera de arqueología en El Salvador, la Dirección de Arqueología sigue siendo dirigida por un arqueólogo extranjero? ¿Cuáles son las razones primarias de la Secultura para no permitirle a un arqueólogo, o a una arqueóloga, salvadoreño asumir esa Dirección?
La primera respuesta que se le viene a la mente de colegas de otros países es que no conocen muy bien la situación actual de la arqueología en El Salvador; es que en El Salvador no existen arqueólogos salvadoreños. Es más, muchos coterráneos piensan de la misma forma. Es totalmente penoso que en la actualidad El Salvador sea el único país de la región centroamericana que cuenta con un arqueólogo extranjero al frente de la Dirección de Arqueología. Y lo es aún más cuando la población salvadoreña en general y los colegas de otros países se dan cuenta de que sí existen 33 arqueólogos salvadoreños. Y surge la pregunta obvia: ¿Entonces, por qué está un extranjero como director? Innumerables veces esta pregunta ha quedado sin respuesta debido a lo incomprensible que resulta tal situación. El mensaje que el Estado envía a los colegas al sostener y respaldar esta situación es que aparentemente de los 33 arqueólogos y arqueólogas salvadoreñas ninguno tiene la capacidad suficiente para asumir la dirección de Arqueología, lo cual es rechazable desde cualquier punto de vista.
El problema no puede ser asociado a la falta de plazas o personal dentro de la institución. De los 33 arqueólogos, 12 trabajan en el Secultura, lo cual irónicamente es una cifra récord, ya que nunca, según la historia de la arqueología de El Salvador, habían trabajado tantos arqueólogos en la institución estatal. Muchas variables afloran ante tal situación. ¿Estará asociada con el malinchismo esta situación? Lamentablemente, buena parte de nuestra historia nacional ha estado ligada a la conducta como la de la Malinche, en la cual se tiende a creer en la superioridad de lo extranjero sobre lo nacional. ¿Habrá de por medio con intereses diplomáticos? Los vínculos entre naciones tienden a estar asociados a compromisos entre ambas partes.
Aunque no hay una respuesta certera ante tal situación, lo que sí es cierto es la existencia de un proceso de invisibilización de los arqueólogos salvadoreños por parte del Estado. Recientemente se nombró como director del Museo Nacional de Antropología “Dr. David J. Guzmán” al arqueólogo salvadoreño José Heriberto Erquicia, hecho digno de resaltar y felicitar. ¿Por qué no hacer lo mismo con la Dirección de Arqueología? El cuestionamiento no está asociado con un problema de xenofobia, ni mucho menos personalizado con el actual director. Al contrario, en el proceso de formación educativa de los estudiantes de la carrera de Arqueología se cuenta con varios arqueólogos extranjeros como docentes.
El problema radica en el hecho de que el arqueólogo al frente de la Dirección de Arqueología debe desarrollar procesos de apropiación e identificación con el patrimonio cultural arqueológico, que permitan la conservación y salvaguarda de dicho patrimonio, en la mayor acepción del término, lo cual tiende a ser difícil cuando no se conoce la cultura de un país. Así mismo, no tiene sentido formar estudiantes salvadoreños cuando ellos mismos saben de la existencia de un proceso de invisibilización, en el cual el mayor referente de la arqueología salvadoreña es un extranjero.
¿Arqueología salvadoreña?
El manejo del patrimonio arqueológico de una nación es sumamente delicado, pues se requiere una compenetración y su identificación total, conociendo los aspectos que lo componen. A lo largo de la historia, a través de la arqueología se ha creado identidad y nacionalismo en diferentes partes del mundo. Un ejemplo emblemático es México, cómo el Estado decidió invertir en investigaciones arqueológicas hace más de un siglo con el objetivo de generar nacionalismo e identidad.
¿Existen proyectos arqueológicos nacionales permanentes con temporadas de campo anuales y con una visión de corto plazo que por lo menos abarque un período de cinco años? No. ¿Existen proyectos nacionales de sensibilización con el patrimonio arqueológico a escala nacional? No. ¿Existen proyectos arqueológicos nacionales que tengan como finalidad la conformación de identidades? Y la respuesta nuevamente es no. ¿Por qué no existen? Probablemente la respuesta está asociada, por un lado, a carecer de una visión y proyección del manejo del patrimonio cultural arqueológico salvadoreño, y por otro, a la falta de presupuesto.
Actualmente no es posible hablar de una arqueología salvadoreña como tal. Se han desarrollado, y se siguen desarrollando, grandes esfuerzos en la conformación y consolidación de la disciplina en el país. Sin embargo, son muchos los retos y desafíos que demanda la arqueología de El Salvador en la actualidad. ¿Qué se necesita cambiar de la situación actual? Una de las primeras acciones que se debe realizar es que la Dirección de Arqueología de la Secultura debe de ser delegada a un arqueólogo o arqueóloga salvadoreños. Es inaceptable que, a dos décadas de la apertura de la carrera de arqueología y contando con 33 arqueólogos graduados, se siga dejando el manejo del patrimonio arqueológico salvadoreño en manos extranjeras. Sin duda, cada uno de los arqueólogos graduados tiene la capacidad y competencia para desempeñar el cargo de director de Arqueología.
Así mismo, es necesario plantear y desarrollar proyectos arqueológicos nacionales permanentes, con temporadas de campo anuales que permitan una continuidad de, por lo menos, cinco años, en los cuales se involucre a estudiantes nacionales de la carrera de Arqueología. ¿Cómo se puede lograr esto? La única forma de mantener proyectos nacionales de investigación es que la Dirección de Arqueología tenga acceso a un mayor presupuesto anual para lograr desarrollar las múltiples actividades que demanda y los proyectos de investigación. Adicionalmente, todo proyecto de investigación arqueológica extranjero debería contar con un codirector nacional, asegurando de esa manera espacios laborales para los colegas nacionales y el buen manejo del patrimonio cultural arqueológico del país.
En relación con la formación educativa, es necesario incentivar y apoyar a estudiantes graduados en la obtención de becas de posgrado en los niveles de maestrías y doctorados en Arqueología y Antropología en el exterior. También se podría diseñar e implantar un programa de posgrado a nivel de maestría en Arqueología y en Antropología en el país. En la medida que este cuente con más arqueólogos con maestrías y doctorados, la arqueología salvadoreña se podrá consolidar, creando una masa crítica que tanto hace falta hoy en día.
Por otro lado, mucha de la responsabilidad por la carencia de una arqueología salvadoreña recae en todos los arqueólogos y arqueólogas nacionales, debido a que han tenido que transcurrir dos décadas para finalmente poder conformar una asociación de arqueología salvadoreña. A principios del presente año se inició el proceso de inscripción de la Asociación de Arqueología de El Salvador (Arques) ante el Ministerio de Gobernación. Se espera que para finales del 2015 esta asociación esté debidamente registrada y trabajando en pro de la arqueología salvadoreña.
Medio siglo ha transcurrido desde que el arqueólogo norteamericano Stanley Boggs asumió la jefatura del Departamento de Excavaciones Arqueológicas en nuestro país. Muchas cosas han cambiado en la arqueología de El Salvador desde aquel tiempo; muchas de ellas positivas. Sin embargo, algunos aspectos no han evolucionado aún, como la conformación de una arqueología salvadoreña y el hecho de que el manejo del patrimonio cultural arqueológico todavía este bajo la dirección de un especialista extranjero, cambiando solamente el país de su origen.
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