Editorial

Ojos que se extravían

MIGUEL ALBERTO GONZÁLEZ GONZÁLEZ
Plumilla Educativa, Colombia

Plumilla Educativa

Universidad de Manizales, Colombia

ISSN: 1657-4672

ISSN-e: 2619-1733

Periodicidad: Semestral

vol. 22, núm. 2, 2018

plumilla@umanizales.edu.co



Ojos que se extravían

Unos, con los ojos puestos en el pasado,/ ven lo que no ven; otros fijos/ los mismos ojos en el futuro, ven/ lo que no puede verse. Ricardo Reis, heterónimo de Fernando Pessoa

Ojos que extravían la mirada tiene muchas interpretaciones, algunas veces, mienten con descaro, en distintas ocasiones, cual categorías errantes, esos extravíos nos anuncian excéntricos futuros y, en raros momentos, ese extravío representa la autenticad del presente. Fernando Pessoa, (188-1935), un genial literato portugués, no sólo es conocido por su excelsa obra sino por su particularidad nombrativa, por tener más de setenta heterónimos al firmar sus obras, una extravagancia creativa que aún se impone sobre nosotros, que exige una loca y obsesiva memoria.

Hay personas que desde su pasado nos hablan, nos provocan, de ahí que muchos sujetos del presente viven en el pasado, no sólo es un estigma en los historiadores, algunos románticos de la nostalgia suelen sustentar que todo pasado fue mejor, pero, como no, también existen los que viven en el futuro, no sólo brujos lo hacen, muchos cientistas transitan por ahí. No es demeritar o elogiar a uno u otro, se trata de preguntarnos por el presente que hemos expulsado de nuestras vidas. El que avisa no traiciona razonan los poetas.

Hay miradas que rayan la piel, otras la dignidad, de ahí que el énfasis en lo qué hacemos y dónde lo hacemos es lo que puede diferenciarnos a sirios de troyanos, a feministas de machistas o sus intervalos, por allí pululan los que viajan al pasado para encontrar hermosos datos de la existencia misma, huellas que nos conmueven; por allá, otros avanzan a toda ira para el futuro, ven tiempos y semblanzas que pocos intuyen; son titanes del devenir, unos, y, duendes de lo devenido, otris-otres-otras-otros; frente a esto ¿el presente donde queda?

No hay un retorno al sujeto de tanto brujear el pasado o el futuro, de el exceso en extraviar la mirada somos humanidad sin presente, sociedades de la nostalgia, del pasado o, bien, digitoides del futuro, de lo desconocido; en ambos casos, casi sin lenguajes para el ahora, sin enciclopedias para el presente, porque el presente se nos muere en el instante, es tan fugaz como los deseos del deseo; el momento aparece sin intervalos, como los miedos del miedo.

Se dice que los deseosos por cambiar el mundo suelen dañar el propio, eso se relata en sociedades paradójicas. Se tienen experiencias muy significativas que han ayudado a las comunidades a estar en condiciones más favorables, en una linda fusión entre teoría, acción y prospección, pero en la vera nos emergen las disruptivas políticas del olvido, de la posverdad, de la posmentira, de la pospromesa ¿Qué nos falta aprender para que la política nos lea e interprete, para que nos mientan menos?

En la fabricación del yo que no sólo ocurre por el mero cuerpo, sino también por los lenguajes que nos llegan, ya nos insistió Pindaro ?Llega a ser quien eres? y eso es lo que estas dinámicas posmodernas nos invitan, llegar a ser y no sólo aparentar; el caso es que no tenemos lenguajes para resolverlo. En una visión panorámica de los rasgos distintivos humanos, los profesores y profesionales comprometidos en sus contextos y ángulos en devenir han de conciliar lo general con lo particular en comunidad, lo externo con lo interno en lo corpóreo, lo plural con lo singular en lo diversal, el pasado con el futuro en lectura de presente, por eso no podemos dormir con los lenguajes que fabrican ciertos poderes.

Estamos en un abismo temporal, perdemos el presente, olvidamos, abandonamos y ocultamos el presente en su ahora, en su aquí, en su instante, en su momento, en su ya. La rutina del cronos faculta ciertos despidos de humanidad, eso es lo que nos acaece desde el momento en que no sabemos dar cuenta del hoy situado ¿Qué es el presente, cuánto dura?

En las extensiones del yo desaultizado, bastante por aprender nos queda en sociedades adultas, en sociedades que, por raro que nos parezca, estamos tornando, para cierta inquietud, a los tiempos primarios-infantes de la humanidad, a los tiempos del exceso de emoción y ausencia de razón, justo, en esa alta emocionalidad, hoy nos ganan los políticos, los banqueros, las agencias del turismo y el mundo de las pantallas, todos ellos venden humos, venden emociones, comercian con el futuro y así terminamos por olvidar no sólo el presente sino el lugar de nosotros mismos en la historia.

Somos una humanidad que enseña aprendiendo, pero que olvida al aprender, ahí se fincan experiencias en rupturas más que tránsitos a la realidad teorizada, lenguajeada, como se manifiesta en la cotidianidad humana ¿Qué nos están enseñando los poderes para olvidarnos no sólo del tiempo presente sino de nuestro ser colectivo?

Sin perder el gobernaje del pensamiento sustantivo del ser docente, la labor nuestra tiene inserto, en su designación epistémica y experiencial, una profunda necesidad de mover realidades, de comprender fenómenos sociales que puedan ser leídos y accionados desde una vitalidad compartida, desde lenguajes periféricos a los poderes, no podemos seguir olvidados del presente por estar visitando otras épocas.

¿Qué no hemos podido ver, escuchar, olfatear, tocar y saborear por no estar en el presente, presente? Cada lector hace su balance y elabora su respuesta que, si es auténtica, no puede quedarse atornillado en la mera emocionalidad o pura racionalidad.

¿Qué estados de pensamiento logra fusionar esas vertientes emoción-razón? Algunos dicen que el pensamiento complejo, otros que el sistémico, varios que el pensamiento creativo, los demás que el pensamiento crítico; no estamos seguros de que sean por separado, es posible que debamos acudir a múltiples eslabones para concertar la red adecuada.

En este número de la revista nos acompañan sesudas investigaciones sobre: El estudiante reinventado en sociedades del pensar complejo en ámbitos globalizadores; el problema y el mérito del reconocimiento del otro; la lectura en la infancia y sus resguardos; la recreación en el contexto escolar; las identidades colectivizadas que se tejen con en las artes y sus variantes; el aprendizaje colectivo y la configuración de la conciencia histórica; la resignificación de los proyectos educativos; así como el pensar el presente en clave de ontología crítica.

Como podemos ver, aquí tenemos textos con una tercera mirada en el presente, sin olvidarse del pasado ni del futuro, esa tercera versión de la realidad, esa tercera cultura esperanzada, esa terceridad que nos lleve allende y acullende de las fronteras de lo mero dado y que tan poco muera en la cuadratura o circularidad de las realidades.

MIGUEL ALBERTO GONZÁLEZ GONZÁLEZ

DIRECTOR DE LA REVISTA

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