Editorial
Aurea mediocritas
Plumilla Educativa
Universidad de Manizales, Colombia
ISSN: 1657-4672
ISSN-e: 2619-1733
Periodicidad: Semestral
vol. 23, núm. 1, 2019
Aurea mediocritas
A muchos parecen mis sátiras demasiado cáusticas, y dicen que traspaso los límites de lo justo? -Trebacio, aconséjame, ¿Qué debo hacer? Trebacio, -No hacer nada; Horacio -¿Renunciar a la poesía en absoluto?; Trebacio, -Eso. Horacio, -muy saludable es tu consejo, pero no podría dormir. Quinto Horacio Flaco en Sátiras y epístolas.
No estamos liberados de los otros, pero ellos tampoco de mí, ni ahora ni antes, siempre le debemos cuentas a alguien, no importa si es meritorio o no, alguna persona nos hará notar las virtudes y, otras muchas, los errores y justo ahí quedamos naufragando por bastante tiempo, pero hay dimensiones a las que no podemos renunciar, Horacio a la poesía y ¿nosotros? Queda abierta la provocación.
Para Quinto Horacio Flaco, poeta de la corte de Augusto (68-08 A, C) el Aurea mediocritas era una invitación a vivir, a disfrutar, a no llenarse de ambiciones, un llamado a ser feliz con lo que se tiene, un no autoexigirse en deseos lapidarios, algo así como la justa proporción. Sabemos lo complejo que es complacer a los demás, pero también lo dramático de sabernos realizados, por ello, la idea de un aurea mediocritas para ir un poco sosegados, no para dejar de hacer o ocultarse de las responsabilidades propias al cargo, conocimiento y espacio que ocupa en la sociedad, sino para no caer en la venta de los deseos que hoy hace el comercio.
En general, en nuestra política latinoamericana, el Aurea mediocritas, no es su fuerte, al contrario es la mediocridad extendida y aplaudida, hoy los aplausos no se ganan se dan en gratuidad, hoy, como el tango cambalache de Enrique Santos Discépolo, una de las canciones que mejor describe el siglo
XX y XXI, pone puntillas en la mediocridad, a preocuparnos del como se igualan ignorantes y sabios, generosos y estafadores, ¿sí eso no es mediocridad? Lo confuso es que no es una canción, es la instantánea a la humanidad que, por si fuera poco, nos lleva a ritmos intensos a tararear ?Todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un buen profesor?; no todo es peor, pero si transitamos por momentos bien confusos, mediocridades compartidas, sin olvidar aquel dicho callejero: Es imposible convertir un asno en alazán.
Las sociedades, las culturas, por tanto, la mayoría de los países no viven esto que Quinto Horacio Flaco en su oda 2.10.5 denomina como Dorada Mediocridad, el justo medio, la tranquilidad, la calma, viven en su opuesto, la justa mediocridad, la velocidad, el maquillaje que Cambalache nos actualiza. Sí, nos hemos plagado de mediocres en los poderes, de mediocres en las pantallas de televisión, de mediocres en redes sociales, de mediocres gobernando, de ¿lideres? mediocres que burlan las leyes, las adaptan a su interés, que signan títulos formativos que nunca obtuvieron, pero que, con títulos o sin ellos, con mentiras y ficciones se mantienen en el poder ¿No es ello el síntoma de una mediocridad mayor?
José Ingenieros clasifica a los hombres en inferiores, mediocres y superiores, llega a la cruda descripción de que la mediocridad es la que se apodera de los diversos poderes, no se nace joven: hay que adquirir la juventud, el hombre mediocre es por esencia imitativo -copión refieren en las calles- nos escribe ingenieros, en ese sentido, se nace y también se hace mediocre, la mediocridad también se adquiere, se cultiva.
En Colombia tenemos fiscales sospechosos, diputados de raras sangres, senadores con venas rotas, ministros desangrados, goberladrones hablando de honestidad, jueces venables, políticos hurtándose los dineros de la salud, secretarios de educación apoderándose de la alimentación de los escolares, arquitectos diseñando estructuras inservibles y así podemos hacer una lista hasta cerrar con nosotros mismos. La mediocridad nos arropa en todos los cargos, puentes que se caen sin terminar, túneles que tardan decenios, dobles calzadas que nunca finalizan y plenas de peajes, edificios que evacuan por malos diseños, hospitales sin suficientes camas ni médicos; universidades publicas llenas de catedráticos sin profesores en propiedad, algunas universidades Católicas, en nombre de su religiosidad, adoctrinando, cobrando elevadas tarifas formativas, subcontratando profesores con derechos laborales reducidos y no se apenan en hablar de modernidad, humanismo y seguir los preceptos de su mesías; cárceles que perfeccionan a los criminales no regeneran sino que degeneran; represas eléctricas que, en la avaricia de diseños, ponen en riesgos grandes comunidades; adjudicación de contratos estatales mediados por la corrupción; desaparición sistemática de líderes sociales negados por el poder de turno; fuerza pública corrupta, descuidada con la seguridad y persecutora de los trabajadores; presencia de una altisonante voz política que apuesta por la guerra y pone palos a todo intento de concluir el conflicto interno porque al fin de cuentas ni sus hijos o nietos participarán de la guerra; si eso no es una sociedad dormida en su dorada mediocridad ¿entones qué somos? ¿Por qué Colombia no dispone de Nobel de Química, Física, Medicina, Economía? Seguro que políticos y banqueros saben que no los requieren porque apuestan a la ignorancia; para científicos y Nobel hay que invertir, darle el lugar preminente a la educación, pero un Estado Corrupto de eso no sabe, lo que sabe es de saqueos, de asesinar, de mentir, de apropiarse del aparato de la propaganda y buscarse enemigos para justificar, ante una mediocridad que se revuelve viendo las mismas noticias, su estancia en el poder.
No requerimos personas exitosas, sino personas que tensionemos y exijamos que la dorada mediocridad se comprenda como una dimensión sabia para estar en el mundo más tranquilos, poder pensar, pero jamás para evadir nuestras singulares misiones; que la mediocridad y la ordinariedad no sea el signo distintivo de nuestros poderes. Como ya he dicho en un libro y en respuesta a Cambalache ?Todo profesor, de cualquier latitud geográfica, comprometido con los saberes y entregado a la ilusión de un fausto devenir humano, es la joya de la corona?.
Distinguir y entregar a nuestra sociedad un aparataje de justicia sano, una salud digna, una vivienda correcta, una política sensata y una educación seria es una suerte de Rara Avis que precisamos para contrarrestar la mediocridad que nos acorrala en esta Colombia que siempre negó la guerra interna para automentirse, que niega el devenir de sus niños, que creyó que asesinando a Sangre Negra, Gacha, Pablo Escobar, Carlos Castaño, El Mono Jojoy, Guacho arreglaría el problema, políticos miserables nos han hecho creer que asesinar es el camino para ¿salvarnos? y como no ha podido ahora se proponen asesinar a los descendientes de estas personas que al no tener educación, justicia y opciones de un mundo distinto se enrolan en la violencia que el Estado propone, necesita y vende; por si fuera poco, propicia guerras externas para tener los ánimos atraídos de la gente mediocre que ha cultivado su clase gobernante.
No todo es mediocridad rampante, también tenemos aureas mediocrítas, el mundo nos enseña distintas posibilidades, los humanos, al final del apocalipsis, volvemos a rehacernos, a mostrar que somos posibles de otras maneras y que la vida no sólo es autodestructiva sino, linda paradoja, autopoiética, rizomática y atrevida.
Por ello, nos encontramos con textos devenidos de investigaciones que luchan contra toda forma de mediocridad adquirida, de mediocridad cultural, son profesoras y profesores dedicados a pensar más allá de la mediocridad que nos corroe, dedicados a entregarnos lenguajes posibles, áureas esperanzas, distintos y enriquecidos relatos para que, como sociedad, soltemos las amarras que nos han ligado a lo mediocre.
Miguel Alberto González González
Director Revista