Indexación, Factores de Impacto y Rigor Científico: la Aguja de la Calidad en un Pajar de Espejismos
Indexing, Impact Factors, and Scientific Accuracy: The Needle of Quality in a Haystack of Mirages
Investigación y Pensamiento Crítico
Universidad Católica Santa María La Antigua, Panamá
ISSN: 1812-3864
ISSN-e: 2644-4119
Periodicidad: Cuatrimestral
vol. 12, núm. 1, 2024
Recepción: 06 Septiembre 2023
Aprobación: 04 Diciembre 2023
Autor de correspondencia: egarrido@coiba.org.pa
Resumen: Gracias a internet los científicos ya no necesitan invertir demasiado tiempo andando de una biblioteca a otra para consultar artículos: ahora estos se encuentran a unos cuantos «clicks» del escritorio de cada investigador. Sin embargo, la accesibilidad, difusión e impacto de los artículos depende demasiado de la «fama» y capacidad propagandística de las editoras e indexadoras que cuelgan en los motores de búsqueda a los autores que mejor les pagan, eclipsando otros trabajos. Ello subestima la capacidad de cada lector de juzgar por sí mismo cuándo un trabajo es pertinente o meritorio, a la vez que reduce la visibilidad de obras que cada lector debería juzgar si le son necesarias o funcionales. Todo eso contrasta con el rol que jugaban las indexadoras antes de internet: su labor era conectar a las bibliotecas de todo el mundo para suministrar a los autores los artículos que estos solicitaban, importando menos quién, de qué institución o en qué idioma los había escrito. Los científicos de hoy pueden combinar el rigor de la búsqueda de literatura aplicado antaño con la velocidad moderna adquirida gracias a internet. Conviene buscar país por país, universidad por universidad, e incluso idioma por idioma los trabajos afines a cada investigación, a fin de evitarnos tener que «descubrir el agua tibia» solamente porque alguna indexadora o editora de moda haya silenciado su descubrimiento.
Palabras clave: acceso al conocimiento, casas editoras, motores de búsqueda, internet, publicaciones arbitradas.
Abstract: Thanks to internet scientists do not need to flutter among libraries for consulting peer-reviewed articles: now articles are just a few clicks away of researchers’ desks. However, the access, spread, and impact of scientific papers depends too much on the “fame” and propagandistic power of the publishers and indexing companies uploading into the search engines papers by authors paying more, in detriment of other works. Such a process underestimates reader’s capability for determining when an article is suitable and meritorious for his/her work. That also reduces the visibility of papers which functionality and necessity for being read are to be judged by readers. All these contrasts with the role formerly played by indexation. Prior the arrival of internet, index’s role was to connect the libraries of the world in order to supply readers the articles they asked for independently of the name, institution, or even language of the colleagues who wrote the requested papers. Today’s scientists can combine the strictness applied in former times with the modern speed acquired thanks to internet. Each scientist can use internet for searching country-by-country, university-by-university, and language-by-language works related to his/hers. Thus, by widening their search horizons, scientists can avoid to discover how to produce warm water just because some trendy publisher or indexing company has silenced its discovery.
Keywords: access to knowledge, internet, peer-reviewed papers, publishers, search engines.
Introducción
Internet revolucionó la enseñanza y el quehacer científico. Los formadores de jóvenes investigadores accedieron rápidamente a artículos que reportan formulaciones de preguntas, hipótesis, marcos teóricos, resultados y discusiones capaces de orientar en el aula la formación de futuros investigadores. Estos, a su vez, ya no necesitan gastar tiempo y dinero para ir de una biblioteca a otra dentro y fuera del país para acceder a la literatura científica: ahora las indexaciones y los motores de búsqueda han puesto abundantes y valiosos artículos científicos a apenas algunos «clicks» al alcance de cada investigador. Sin embargo, el orden en que aparecen en pantalla los artículos no refleja necesariamente la calidad de estos, sino su «popularidad» cuantificada en forma de «índices de impacto». Bajo este criterio, los artículos con más «clicks» de parte de quienes acceden a ellos debido a una mayor publicidad pagada por las multinacionales editoras e indexadoras son los que aparecen primero y con mayor frecuencia. Eso reduce las posibilidades de que sea el investigador quien juzgue cuándo un artículo resulta pertinente y meritorio para la pesquisa que está realizando. Peor aún, muchos artículos que pueden ser meritorios tienden a no aparecer ante la vista del investigador simplemente porque el idioma o la revista en que fueron publicados no son los preferidos por las indexaciones y editoras de moda. Esto contrasta con el modo como las indexaciones y editoras ayudaban a los científicos antes de la llegada de internet.
Viejos métodos de búsqueda en favor de la calidad científica
Antes de internet uno se iba a la biblioteca, caminaba hasta los ficheros del catálogo con papel y lápiz a mano, buscaba en cada ficha por autor, por tema, título o palabra clave, la numeración en el anaquel de los libros que tal vez le resultaba necesario consultar. De frente al anaquel, el investigador tenía la opción de halar para su lectura cualquier libro vecino al que buscaba cuyo título le resultase «sospechosamente relacionable» con su tema de investigación. Cargando la «pila» de libros recién adquirida (de ahí el panameñismo «pilar» como sinónimo de estudiar), el autor examinaba minuciosamente los textos, tomaba notas sobre lo que pudiera resultarle relevante, juzgaba si el texto era meritorio y producía las correspondientes ideas e interpretaciones de su propio trabajo experimental contrastándolas con las de otros. Todo eso gracias a que las bibliotecas tenían y siguen teniendo la información estrictamente catalogada y a que las editoras se esforzaban junto a los autores en leer, mejorar y re-escribir cada texto antes de publicarlo, a fin de que el autor recibiese información altamente contrastada; no ideas «al vapor».
Bibliotecas e indexadoras como ayuda para la ciencia
La consulta de revistas también estaba diseñada en beneficio del pensamiento crítico del investigador. Para consultar revistas arbitradas, los investigadores caminaban hasta las bibliotecas, buscaban allí «librones» my gruesos llamados «biological abstracts», “chemical abstracts” y así por el estilo. Esto es, consultaban los índices o «index» los de los artículos que se habían publicado en revistas arbitradas depositadas en bibliotecas de todo el mundo y en diversos idiomas. Cuando el título de un artículo le parecía pertinente para su trabajo, el investigador – en vez de dar vuelta de hoja, leía inmediatamente el resumen o «abstract» que la indexadora había impreso debajo del título. Luego de leer ese resumen el autor decidía si valía la pena leer el artículo completo, anotaba con su lápiz el número y fecha de la revista, y continuaba buscando en aquel librón llamado «index» los títulos y resúmenes de otros textos sospechosamente pertinentes. Con su lista de artículos a mano, el investigador iba a los anaqueles, extraía las revistas, leía minuciosamente los artículos uno por uno, juzgaba su pertinencia, tomaba notas, generaba sus ideas y – finalmente producía artículos emanados de sus propias investigaciones. Era el autor, y no la indexadora, quien decidía si el trabajo de algún colega le resultaba pertinente y meritorio sin importar la persona, idioma, país, institución o poder adquisitivo del autor de cada publicación consultada. Es más, si una revista no estaba en la biblioteca, el bibliotecario consultaba la «metadata» del documento y lo mandaba a buscar y fotocopiar por sus colegas de otras bibliotecas del mundo. Si el texto estaba en chino, uno podía pedirle a su amigo de dicha nacionalidad en el barrio que lo ayudase a entenderlo, porque – al fin y al cabo, el cerebro humano es igual de capaz en todo el mundo. Era como buscar agujas en un pajar, pero las indexaciones, editoras y bibliotecas ayudaban a que fuese el lector quien las encontrase.
Del idioma y otros peligros
Lo descrito en los dos párrafos anteriores contrasta con la situación actual. Si un artículo no está en inglés, escrito por alguien que haya estudiado en una universidad del “primer mundo”, o si el investigador y su institución no tuvieron dinero para pagar a la multinacional indexadora y editora ese artículo queda relegado a las profundidades del olvido informático simplemente porque el artículo recibe menos «clicks». Ello no perjudica solamente a los autores, sino que le resta variedad a la información a la que acceden los lectores, pudiendo condenarlos a «descubrir el agua tibia». Ya ha sucedido. Apenas a mediados de la segunda década del siglo XXI la revista Nature (2015) dedicó un número a discutir la novedad del «por qué es importante la investigación interdisciplinaria», mientras que los mexicanos ya llevaban siete décadas practicándola (Gómez-Pompa 2016) y publicándola en un idioma del cual las grandes indexadoras y editoras reniegan.
El control de calidad en la literatura científica
Hay que recordar que las publicaciones científicas tienen que atravesar al menos cuatro filtros para que sea visible su calidad. El primero es el autor de cada trabajo quien, junto a sus colaboradores, diseña rigurosos planes de pesquisa, obtiene e interpreta datos y redacta muchos borradores antes de someterlos ante el editor cada revista. El segundo son los científicos que, por dedicarse a investigaciones similares, son contactados como árbitros equiparables al autor para leer, criticar, debatir y sugerir mejoras al documento. El tercero son los editores que concienzudamente ayudan a cada autor para que, una vez el escrito ha atravesado el filtro de la revisión por «pares», se genere un documento los suficientemente bueno y bello para presentarlo ante los lectores. Y el último filtro son los propios lectores que también usan sus neuronas para aprender y criticar escritos que no están obligados a ser verdades, pero sí a ser claros y refutables. Quien hace ciencia debería evitar ver a las multinacionales indexadoras, editoras y motores de búsqueda como gurús que dictaminan la «calidad», el «mérito» e «impacto» de la ciencia, en lugar de usarlos como eficaces fuentes de información.
Combinar la velocidad moderna con el rigor antiguo
Internet ha aumentado la democratización del quehacer científico. Un científico de antaño podía tardar meses andando de biblioteca en biblioteca para obtener el mismo número de publicaciones que un investigador de la actualidad adquiere desde su escritorio en pocas horas. Solo basta usar internet para acceder no solamente a la ciencia promovida por los «clicks» (la cual no tiene por qué ser mala), sino también a la ciencia escrita en idiomas, países y por personas comprometidas con su oficio que gozan de menos propaganda a favor. Usando los mismos motores de búsqueda, uno puede buscar país por país, universidad por universidad, e incluso idioma por idioma la literatura disponible sobre su tema de investigación. Siempre se nos puede «escapar» alguna obra por falta de tiempo, pero que no se diga que fue por falta de interés y esfuerzo ni porque nos dejamos seducir por el espejismo de una «fama» pagada por los autores a un oligopolio que les quita mucho dinero por publicar su trabajo.
Referencias
Nature. (2015). Why interdisciplinary research matters. Nature 525, 305. https://doi.org/10.1038/525305a
Gómez-Pompa, A. (2016). Gómez Pompa, A. (2016). Mi vida en las selvas tropicales. Memorias de un botánico. Primera edición. México. Universidad Veracruzana. ISBN-13 (15)9786075028637 https://ezcurralab.ucr.edu/sites/default/files/2020-05/85.pdf
Notas de autor
egarrido@coiba.org.pa