RELACIONES INTERNACIONALES

Raúl Roa y la enseñanza de la diplomacia revolucionaria en Cuba 1

Raúl Roa and the Teaching of Revolutionary Diplomacy in Cuba

Emma Cárdenas Acuña
Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”, Cuba

Política Internacional

Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García", Cuba

ISSN: 1810-9330

ISSN-e: 2707-7330

Periodicidad: Trimestral

vol. 4, núm. 4, Esp., 2022

politicainternacionaldigital@gmail.com

Recepción: 12 Mayo 2022

Aprobación: 22 Julio 2022



Resumen: Se analiza la manera en que se diseñó, desde fecha muy temprana tras el triunfo de 1959, un sistema para formar, en diferentes niveles, los diplomáticos encargados de llevar adelante la política exterior de la Revolución Cubana. El papel en dicha concepción de Raúl Roa García fue vital, desde su visión integral acerca de qué tipo de profesional demandaba un proceso de la envergadura del cubano. Roa, hombre de vastísima cultura, se preocupó y ocupó permanentemente porque los jóvenes que se sumaban al MINREX, por diferentes vías, así como los que se iban adiestrando en las instituciones que surgían a dichos fines, estuvieran dotados de una sólida preparación política, ideológica y cultural, la cual les garantizara el óptimo desempeño en sus funciones. Para él, los diplomáticos tenían que estar en total sintonía con el latir del pueblo que representaban, al tiempo que debían ser portadores del más riguroso dominio de las cuestiones inherentes a la esfera de las relaciones internacionales, en cualquier latitud. Sin hacer concesiones de ningún tipo, en cuanto a la calidad de la enseñanza que recibían, y desde un compromiso revolucionario a toda prueba. Roa sentó las bases de un modelo educacional en este campo el cual se perfeccionaría con el paso de los años pero que, en todo momento, ha sido consecuente con los pilares que él le confirió a esta actividad.

Palabras clave: formación, rigor, originalidad, cultura, compromiso.

Abstract: The article analyzes the way in which a system was designed, from a very early date after the triumph of 1959, to train at different levels the diplomats in charge of carrying out the foreign policy of the Cuban Revolution. Raúl Roa García`s role in this conception was vital, beginning with his comprehensive vision about what type of professional the magnitude of the Cuban process demanded. Roa, a man of vast culture, was constantly concerned with the fact that the young people who joined the MINREX by different means, as well as those who were training in the institutions that arose for these purposes, were endowed with a solid political, ideological and cultural fromation, which would guarantee their optimal performance in their functions. For him, diplomats had to be totally in tune with the heartbeat of the people they represented, and at the same time, they had to be bearers of the most rigorous command of the issues inherent to the sphere of international relations, at any latitude. Without making concessions of any kind in terms of the quality of the education they received and from a foolproof revolutionary commitment, Roa laid the foundations for an educational model in this field, which would be perfected over the years but that has been, at all times, consistent with the pillars that he conferred on this activity.

Keywords: training, rigor, originality, culture, commitment.

INTRODUCCIÓN

Una breve mirada a la enseñanza de la diplomacia en Cuba en la época prerrevolucionaria nos permitió conocer que los planes de estudio que se impartían en la Universidad de La Habana eran muy formales, con un currículo de asignaturas muy limitado y con un perfil estrecho, que respondían a una necesidad de capacitación para el ejercicio profesional.

En el curso académico 1927-1928 de la Universidad de La Habana existía un Instituto de Servicio Exterior al que se accedía mediante un examen de ingreso, tenía una duración de dos años y expedía un certificado de aptitud para el ingreso en el Servicio Exterior de la República. En el curso 1933-1934 aparece, con idénticos fines, la Escuela de Derecho Diplomático y Consular, que se extiende hasta la década de los años sesenta del pasado siglo. La matrícula en ambos casos era muy limitada y se nutría principalmente, de alumnos provenientes de la Escuela de Letras y Filosofía y de la Escuela de Derecho.

En la llamada Secretaria de Estado, los cargos, tanto internos como en el Servicio Exterior, eran asignados por rejuegos políticos o parentesco, raras veces se cubrían por ejercicios de oposición, y todo matizado por una férrea discriminación racial. Era un ministerio elitista por excelencia.

Los cambios profundos que se avizoraban en el país con el triunfo de la Revolución, hicieron que la inmensa mayoría de los funcionarios del Ministerio de Estado, desertaran, y otros, una minoría decidió quedarse poniendo sus conocimientos y experiencias a disposición de la Revolución.

DESARROLLO

El Doctor Raúl Roa García gozaba de un enorme prestigio, tanto intelectual como revolucionario, que había conquistado desde muy joven en sus años estudiantiles en la lucha antimachadista y antimperialista. Se le reconocía su inteligencia, imaginación, espíritu de combate, su condición de investigador profundo, su vinculación a todo lo que era la esencia de pueblo. En enero de 1939, fue uno de los aspirantes a la Cátedra Titular de Historia de las Doctrinas Sociales. Para el ejercicio de oposición, presentó un programa extenso y metódico de la ciencia objeto de la cátedra, con la correspondiente bibliografía. A pesar de la brillantez de su trabajo, quisieron escamotear su triunfo y el asunto fue visto por el estudiantado como “una confrontación entre la reacción y la Revolución; entre los viejos profesores, en cierto modo representativos del mundo estante y retrógrado, y los jóvenes que irrumpían a la palestra pública (Roa, 2001: 8).

Roa decidió publicar sus ejercicios de oposición en forma de libro, y someterlo al juicio crítico de diversos expertos en la materia. Entre los elegidos estuvo el Dr. Fernando de los Ríos, reconocido catedrático universitario, español, que opinó que Roa irrumpía en la vida académica con:

[…] estilo lleno de nerviosidad y de tremos en que se transpira una actitud de anhelo permanente”…”Este joven pensador cubano aquejado de fiebre dionisiaca, dotado de recia estructura mental y emocional, se muestra ya con fuerzas bastantes como para permitir augurar en él que puede llegar a ser una de las figuras que influyan en el mundo hispano y le abran puertas de luz en esta etapa decisiva para la historia de todos! (De los Ríos, 2001: 9).

 Roa junto a Fidel en el escenario de la Política Internacional
Fig. 1
Roa junto a Fidel en el escenario de la Política Internacional
Internet.

Igualmente válida lo es la opinión de Don Fernando Ortiz sobre las clases de Roa, quien afirmó que: “pueden ser trascendentes para la formación de la juventud universitaria, como una labor de forja en yunque: ritmo de martilleo, soplo de fragua, ardor que ablanda y moldea.”

Desde su Cátedra de Historia de las Doctrinas Sociales, durante años, Roa fue el Maestro que sembró la semilla de rebeldía en lo más selecto de la juventud cubana.

Con ese rico historial, y después de una brillante actuación en la Organización de Estados Americanos (OEA) en los primeros meses de 1959, no había otra persona más autorizada que Raúl Roa, para llevar a cabo la ingente tarea de remodelar nuestra política exterior y diseñar una diplomacia revolucionaria. Se necesitaba una persona de su talla para hacerse cargo de la conducción del Ministerio de Estado, más tarde Ministerio de Relaciones Exteriores, tan importante y decisivo para el éxito de las grandes batallas que en la arena internacional, necesariamente, la naciente Revolución tendría que librar. Así lo reconoció el comandante Fidel Castro, primer ministro del gobierno revolucionario, que recomendó su nombramiento como ministro de estado al entonces presidente Manuel Urrutia. Sobre este particular, Luis M. Buch, testigo excepcional de este hecho, que ocupaba el cargo de ministro de la Presidencia y secretario del Consejo de Ministros, en el primer gabinete revolucionario, narra los siguientes refiriéndose a Fidel:

El 11 de junio de 1959, en horas temprana del día, fue al Palacio Presidencial y se dirigió, para sorpresa mía, al despacho de la Secretaría. Allí solo iba cuando asistía a las sesiones del Consejo de Ministros. En la conversación que sostuvimos, primero trató asuntos generales, después quiso saber mi criterio sobre Raúl Roa García. Recuerdo que le dije: “Lo conocí en el año 1933, en ocasión de las luchas estudiantiles contra la tiranía machadista. Considero que es un hombre modesto, sencillo, incorruptible y luchador incansable. Así demostró ser durante la etapa insurreccional como dirigente de la Resistencia Cívica en La Habana, en la que puso todo su entusiasmo y experiencia. Entonces Fidel expresó “Estoy pensando en proponerle como Ministro de Estado. ¿Cuál es tu opinión al respecto?” No tuve reparo para responderle que era una buena selección” (Buch; Suárez, 2004: 46).

En aquellos momentos Raúl Roa se encontraba en Estados Unidos como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de Cuba ante la Organización de Estados Americanos (OEA). En la sesión del Consejo de Ministros celebrado el 12 de junio se aprobó su nombramiento en sustitución del entonces titular Roberto Agramonte Pichardo. Ese mismo día Roa llegó a Cuba y se integró de inmediato al Consejo.

Roa estaba en la vanguardia combatiente de nuestro pueblo. Toda su energía física y mental, y su talento e imaginación creadora, pudieron proyectarse entonces por un cauce justo y alcanzar las cumbres más altas a que pueda aspirar un hombre: la de servir fielmente a su pueblo y a la historia (Hart, 1982: 3).

Años más tardes, al cumplir los setenta años de edad, en una entrevista que le hiciera Samuel Feijoo, publicada en el periódico Granma el 18 de abril de 1972, a la pregunta de cuáles eran los honores revolucionarios que más significación tenían para él, señaló entre otros, “haber merecido la confianza de nuestro Comandante en Jefe para desempeñar el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores”.

Uno de los problemas que confrontan muchos de los países en desarrollo, es la formación de funcionarios aptos para defender sus intereses en la arena internacional. Cuba, en 1959, no constituía una excepción, carecía de cuadros preparados para tan ingente tarea.

Dada la urgencia de dar a conocer al mundo la justeza de la causa revolucionaria y defender la soberanía y el derecho a la autodeterminación de la nación, se hizo necesario desarrollar una intensa actividad diplomática, por lo que se convirtió en tarea prioritaria la preparación de nuevos cuadros, comenzando así, lo que fue una constante en el pensamiento creador del nuevo ministro.

Su objetivo en aquellos días era, según sus propias palabras “que nuestros diplomáticos a la carrera se vuelvan diplomáticos de carrera y se desarrollen en la carrera”.

En 1960 comienza una intensa labor de preparación de funcionarios de la Cancillería y otros organismos, en su inmensa mayoría de procedencia obrera, campesina y estudiantil, que fueron capaces de enfrentar los retos que imponía el llevar al mundo una nueva diplomacia, la diplomacia revolucionaria. Estos compañeros fueron los pioneros en el Servicio Exterior revolucionario.

El 11 de enero de 1971, marca una fecha importante en la enseñanza de las relaciones internacionales en Cuba. Ese día se instauró el Instituto del Servicio Exterior (ISE), brillante idea del ministro Raúl Roa García, iniciándose así el estudio sistemático de esa disciplina que tanta influencia ha tenido en el desarrollo de nuestra diplomacia. Sus objetivos principales fueron la preparación de nuevos cuadros para el Ministerio de Relaciones Exteriores y la impartición de cursos de nivel superior a funcionarios del propio organismo.

En todo momento el ISE recibió del ministro Roa, un apoyo sólido y consecuente. Durante un largo período ofreció conferencias en la institución que contribuyeron a la elevación del nivel político de sus primeros egresados.

La Ley No.1307 del 29 de julio de 1976 estableció la Red Nacional de Centros de Educación y dispuso el cese del ISE y la creación del Instituto Superior del Servicio Exterior (ISSE), adscripto al Ministerio de Relaciones Exteriores desde el punto de vista administrativo, y en lo docente metodológico al Ministerio de Educación Superior.

Bajo la dirección del Dr. Antonio Díaz el ISSE cumplió los aspectos claves de su concepción inicial, que en una determinada coyuntura necesitaba el ministerio de la nueva masa de estudiantes, formada por egresados de los preuniversitarios y de la Facultad Obrero-campesina, y ofrecer al mismo tiempo un marco institucional para la superación profesional de los cuadros, tanto del ministerio como de otros organismos.

El doctor Carlos Rafael Rodríguez, referencia obligada al hablar del ISSE y posteriormente del ISRI, recordaba de la siguiente manera los inicios:

El Instituto Superior de Relaciones Internacionales se fundó inicialmente como un esfuerzo necesario, pero modesto. Con su conocido dinamismo, Raúl Roa quiso tener un centro de recalificación y preparación. Bien sabemos que el Ministerio de Relaciones Exteriores surgió sin que sus miembros tuvieran experiencia en la diplomacia revolucionaria, que no había existido jamás en nuestro país por falta de una verdadera revolución. Completar sus conocimientos, ampliar su cultura, afirmar su experiencia era una tarea inaplazable (Rodríguez, 1985).

En la década de los ochenta, la dinámica de la política exterior y las nuevas proyecciones del sector externo demandó la creación de un nuevo centro, cuyo objetivo principal fue la formación de especialistas, no solo en política sino también en economía internacional, capaces de satisfacer la demanda de otros organismos del Estado, así como impartir cursos de diversa índole a estudiantes nacionales y extranjeros y de otros organismos sobre estas temáticas, y llevar a cabo investigaciones en el campo de las relaciones políticas y económicas internacionales. El nuevo centro se denominó Instituto Superior de Relaciones Internacionales (ISRI), creado mediante el Decreto No. 22 del 11 de junio de 1981 y comenzó bajo la dirección del Dr. Salvador Vilaseca Forné.

Desde 1982 lleva el honroso nombre de quien fuera su fundador y propulsor.

Desde 1979 se había comenzado la tarea de preparación del nuevo plan de estudio y de la organización del nuevo centro, en la que intervinieron numerosos profesores y especialistas altamente calificados, pertenecientes a diversos centros de estudio universitarios y organismos del Estado.

El Dr. Vilaseca, compañero de lucha y ferviente admirador de Raúl Roa puso todo su empeño para que el nuevo plan de estudio fuera un plan revolucionario que pusiera en práctica el legado del Canciller de la Dignidad. La renovación de la enseñanza y aprendizaje en la educación superior resultaba indispensable para mejorar su pertinencia y calidad. Para ello era necesario establecer programas que fomentaran la capacidad intelectual de los estudiantes, mejoraran los contenidos pedagógicos, que aumentaran la eficacia de la experiencia de aprendizaje (Vilaseca, 1985).

El nuevo plan de estudio se implantó a partir del curso 1980-1981. Contempló un plan de investigaciones que contribuyó a la elevación de la personalidad del estudiante de pregrado como ente pensante. Y fue un factor importante en su desarrollo. Se puso en práctica la celebración de Jornadas Científicas Anuales, donde se exponían los mejores trabajos; los ejercicios de Simulación de Naciones Unidas y otros eventos que contribuyeron a infundir en las aulas del ISRI el rumor de la colmena, como reclamaba el Maestro.

Desde su fundación, el Instituto contó con un claustro de profesores altamente calificado, proveniente de distintos centros de educación superior, especialistas de diversos organismos e instituciones científicas; ilustres profesores pasaron por sus aulas, entre ellos su propio fundador, quienes contribuyeron al prestigio nacional e internacional del ISRI.

El ISRI cumplió una etapa importante en la formación de estudiantes de pregrado; al respecto el Dr. Carlos Rafael Rodríguez expresó:

Era una universidad nueva, por sus propósitos y por sus métodos, que debía mostrar en la práctica que nuestros universitarios son algo más que niños crecidos, que tienen posibilidad de recoger orientaciones, debatirlas y transformarlas con conciencia propia. Los resultados de esos esfuerzos están a la vista. No he encontrado un solo embajador que no esté satisfecho con el esfuerzo realizado por graduados del ISRI que tienen en su Misión (Rodríguez, 1985).

Tampoco se puede omitir la labor internacionalista del Instituto; en sus aulas se formaron numerosos estudiantes de distintos países del tercer mundo, que hoy desempeñan funciones importantes en sus respectivos países y que bebieron también de la fuente de la diplomacia revolucionaria.

El 8 de mayo del 2000, en la ceremonia de traspaso de la rectoría del ISRI del Dr. Oscar García García al Dr. Hermes Herrera, el entonces Ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque, expresó:

El ISRI garantizó una carrera de alto nivel político y profesional y generó una masa importante de los mejores y más destacados jóvenes de nuestro país que adquirieron en un período relativamente corto una formación por encima de la media que en ese momento daban nuestras universidades… El MINREX no hubiera tenido igual capacidad para enfrentar las responsabilidades que tiene hoy, y que tendrá en el futuro si no contara con la masa de jóvenes que se graduaron en los cursos de pregrado en el ISRI (Pérez, 2000).

Entre la masa de jóvenes que se graduaron en los cursos de pregrado, en la actualidad ya muchos ocupan cargos de gran responsabilidad, tanto en el servicio interno como externo, Gerardo Hernández Nordelo y Fernando González Llort, dos de los Cinco Héroes, mantenidos injustamente en cárceles norteamericanas, pertenecen a ese grupo de jóvenes egresados del pregrado. Y han honrado de manera inequívoca las enseñanzas de la diplomacia cubana, con muestras de valentía, patriotismo, fidelidad a la Patria y amor a su pueblo, y le decimos una vez más Gracias por el ejemplo.

CONCLUSIONES

n la actualidad la diplomacia cubana goza de una alta respetabilidad en los foros internacionales, sus planteamientos basados en su tradicional solidaridad internacional, sus principios inquebrantables y su sobriedad, tienen un gran peso en los mismos, por su honestidad y por el estricto cumplimiento de sus comp

En la actualidad la diplomacia cubana goza de una alta respetabilidad en los foros internacionales, sus planteamientos basados en su tradicional solidaridad internacional, sus principios inquebrantables y su sobriedad, tienen un gran peso en los mismos, por su honestidad y por el estricto cumplimiento de sus compromisos y eficacia de su gestión. El diplomático cubano está considerado como un funcionario inteligente, capaz, patriota, honesto, responsable, cuya labor está respaldada por una preparación estricta y una disciplina exigente, adquirida durante su etapa de estudios.

Raúl Roa García fue una singular simbiosis de hombre de pueblo y hombre de amplia cultura, capaz de demoler con su verbo perfilado y su peculiar criollismo a cualquier contendiente en la tribuna. El legado que nos dejó con su ejemplo, seguirá siendo un caudal de conocimiento al que deberán recurrir una y otra vez, no solo nuestros diplomáticos, sino también cualquier diplomático revolucionario. Las páginas de Retorno a la Alborada son un manual inagotable de discursos, réplicas y contrarréplicas, ejemplos para aquellos que necesitan defender una causa justa en la arena internacional.

Para finalizar, recuerdo las palabras escritas y leídas por Roa en nombre de los estudiantes universitarios, el 19 de noviembre de 1933, en ocasión del sepelio de Enrique José Varona

ADIOS AL MAESTRO

Los hombres que rindieron plenamente su misión histórica jamás pasan. Se concretan en símbolos. Si la faena en la que metieron su pasión y su mente tiene aún resonancias vitales, o está en proceso candente de elaboración, siguen siendo útiles después de muertos. Quien fue leal a su tiempo, quien lo vivió, sintió entrañablemente, será de todos los tiempos (Roa, 1977).

Estas palabras proféticas también la podemos decir hoy, los que tuvimos la dicha de conocerlo, amarlo y respetarlo; Maestro, Usted también será para todos los tiempos.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Buch, L. M. y Suárez, R. (2004). El Gobierno Revolucionario Cubano. Primeros Pasos. La Habana: Editorial Ciencias Sociales.

Cairo, A. (2008). Raúl Roa: Imaginarios. La Habana: Editorial Ciencias Sociales.

De los Ríos, F. (2001). Apreciaciones sobre Raúl Roa. En R. Roa, Historia de las Doctrinas Sociales. La Habana: Ediciones La Memoria. Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.

Hart, A. (1982, julio 7). Palabras en la despedida de duelo de Raúl Roa. Granma.

Perez, F. (2000). Palabras en el acto de traspaso del Rector del ISRI. La Habana: Archivo Central del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Roa, R. (1977). Retorno a la Alborada. Tercera edición. La Habana: Editorial Ciencias Sociales.

Roa, R. (2001). Historia de las Doctrinas Sociales. La Habana: Ediciones La Memoria. Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.

Rodríguez, C. R. (1981). Prólogo. En Raúl Roa. Canciller de la Dignidad. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.

Rodríguez, C.R. (1985). Discursos pronunciados en los actos de graduación del ISRI de los cursos 1981, 1982 y 1983. La Habana: Equipo de Reproducción del ISRI.

Vilaseca, S. (1985). Discursos pronunciados en los actos de graduación del ISRI de los cursos 1981, 1982 y 1983. La Habana: Equipo de Reproducción del ISRI.

Notas

1 Publicado en la revista Política Internacional (2009). Revista Semestral. Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”, La Habana. No. XIII. Julio-Diciembre, pp. 58-63.
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