RELACIONES INTERNACIONALES
El gran poder de la subversión política y la lógica del concurso de inteligencia-el caso de Bolivia
The Great Power of Political Subversion and the logic of the intelligence contest - the Bolivia case.
Política Internacional
Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García", Cuba
ISSN: 1810-9330
ISSN-e: 2707-7330
Periodicidad: Trimestral
vol. 3, núm. 3, 2021
Recepción: 13 Abril 2021
Aprobación: 17 Mayo 2021
Resumen: El estudio pretende situar el fenómeno político de la subversión y del engaño en el marco interpretativo del nuevo conflicto cognitivo internacional, fenómenos complementarios y yuxtapuestos para una útil discusión unitaria sobre el tema de la inteligencia cognitiva. Con este propósito, intentaremos examinar las múltiples valoraciones y las especulaciones dogmáticas para redefinir el gran poder de la subversión dentro de las estrategias de condicionamiento y ventaja que los Estados adoptan. El análisis de la crisis institucional boliviana nos permite situar sistemáticamente el fenómeno en relación con las crisis regionales e internacionales en la lógica del concurso de inteligencia.
Palabras clave: Subversión política, decepción, gran poder, Bolivia, crisis internacional, concurso de inteligencia.
Abstract: The study aims to place the political phenomenon of subversion and deception within the interpretative framework of the new international cognitive conflict. Complementary and yuxtaposed phenomena for a useful unitary treatment on the theme of cognitive intelligence. With this ambition, we will try to examine the multiple assessments and dogmatic speculations in order to redefine the great power of subversion within the conditioning and advantage strategies that states adopt. The analysis of Bolivia’s institutional crisis allows us to systematically place the phenomenon in relation to regional and international crises in the logic of intelligence competition.
Keywords: Political subversion, deception, great power, Bolivia, international crises, intelligence contest.
INTRODUCCIÓN
La subversión política, es decir, el complejo de actividades encaminadas a influir en la política interna de otro Estado y considerada hostil por el, siempre ha sido una constante de la vida internacional.
Los Estados a lo largo del tiempo siempre han tratado de dar forma a las políticas y a la opinión pública de otros Estados para promover sus propios intereses. Desde intervenciones en las elecciones de otros, en órganos sociales representativos, hasta estrategias de influencia en la economía y en el consenso popular, la subversión como instrumento de gobierno es casi tan antigua como la guerra misma.
En abstracto, las actividades subversivas tienen una proyección asimétrica; es mucho más probable que las estrategias de subversión sean aplicadas por Estados más poderosos frente a Estados menos poderosos. Una tipología de especial importancia es la subversión entre grandes potencias. En el ámbito de la política del gran poder, la subversión adquiere una complejidad táctica más refinada y una relevancia cada vez mayor1, lo que se demostró más recientemente en las influyentes actividades de Rusia2 en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016.
Las acciones y la capacidad de interferencia de Rusia han lanzado signos y temores en la psique3 americana, como siempre sucede cuando Estados Unidos es atacado en su propia casa. El sentido estratégico del ataque cognitivo ruso se centró en esta debilidad, imponiendo la conciencia del logro del mismo rango de credibilidad en la interlocución de potencia, después de haber sufrido y condenado intentos de injerencia en los asuntos internos de Estados (toda la antigua URSS), que perjudica gravemente a su espacio vital de influencia. La política exterior rusa considera que el sistema internacional debe ser gobernado por grandes potencias4 que mantengan el orden y el equilibrio entre ellas y que se respeten recíprocamente, en sus valores5 y sin dobles normas en la aplicación del Derecho Internacional, respetando la soberanía y la integridad territorial de los Estados y el derecho de los pueblos a la autodeterminación6.
DESARROLLO
Parece útil proceder con un examen de la literatura existente, ya que la subversión política, aunque constituye un fenómeno coherente, no ha tenido una justa y autónoma estructuración científica como concepto unitario. Más a menudo se ha visto absorbida en conceptos más amplios desde el punto de vista de la acción, como la guerra política o las medidas activas7, categorías bien centradas en la disciplina de los estudios estratégicos e inclusivos de los modelos de falsificación y de engaño que completan su estrategia global.
La mayor parte de los análisis y tratados sobre la guerra política se han basado en las amplias discusiones históricas de Sun-Tzu8 y Carl von Clausewitz9, que tienen el gran valor de construir el campo angular de la reflexión estratégica; tienen menos utilidad en el desarrollo de una comprensión más rigurosa que la subversión.
Algunos estudios se han centrado en algunos elementos constitutivos de la subversión, como el cambio de régimen, la promoción-imposición institucional y la injerencia electoral, mientras que otros han recibido una atención especial por estar orientados hacia un enfoque funcional, respondiendo a preguntas sobre los motivos por los que los Estados se comprometen en estas actividades y sobre su eficacia.
John M. Owen con el estudio The Foreign Imposition of Domestic Institutions10, basado en un análisis empírico de la poca atención prestada en la literatura sobre por qué los Estados a menudo gastan valiosos recursos para construir y mantener instituciones nacionales en otros Estados, identificó 198 casos de promoción institucional doméstica forzada con el objetivo estratégico de afectar a la estabilidad interna de los Estados objetivo. El estudio pone de manifiesto la coincidencia entre esta actividad de promoción y el aumento de la tensión ideológica transnacional y una elevada inseguridad internacional, con la conclusión de que ambas condiciones interactúan. El análisis de Owen nos ayuda a colocar la subversión política en el condicionamiento de los cuerpos intermedios, condición omnipresente sobre todo en sociedades estratificadas en las que las relaciones privilegiadas determinan consenso y posiciones de influencia.
Melissa Willard-Foster investigó el concepto de subversión en la lógica más estricta del cambio de régimen11. El estudio analiza 133 casos que van desde operaciones encubiertas hasta grandes invasiones militares, cuestionando por qué las naciones más fuertes derrocan a los gobiernos cuando podrían lograr sus objetivos en la mesa de negociaciones. Identifica una causa central, la vulnerabilidad política del líder objetivo, que por un lado da al líder una razón para resistir y al mismo tiempo lleva al Estado agente a creer que el cambio de régimen es comparativamente más conveniente. La existencia de una fuerte oposición interna dispuesta a cooperar con el poder extranjero aumenta proporcionalmente la opción de negociación que podemos llamar una sustitución y no un cambio de régimen.
Cambiando el enfoque hacia la efectividad, Lindsey A. O’Rourke examinó las evaluaciones de los Estados para lograr un cambio de régimen en los países objetivo, a través de una acción abierta o mediante una acción encubierta12, identificando un equilibrio entre el riesgo de exposición y la efectividad. Las operaciones hegemónicas buscan mantener una relación jerárquica entre el Estado interviniente y el gobierno objetivo. A pesar de la preponderancia de las acciones secretas perpetradas, la mayoría de las operaciones no se mantienen en secreto y provocan un contragolpe de maneras imprevistas.
Otra especificación sobre el modus operandi de la subversión fue propuesta por Austin Carson con la publicación Secret Wars: Covert Conflicts in International Politics13 en la que sostiene la tesis original de que la acción secreta constituye un medio de control de la escalada. El autor describe la guerra secreta como instrumento de transmisión de las intenciones en curso y, por tanto, el Estado objetivo puede leer estas comunicaciones en código.
Carson cuestiona la idea de que “el secretismo es una plaga para la paz”14, llevando a guerras inútiles y alimentando una deriva en la confrontación. En cambio, la reducción de la visibilidad pública puede servir para controlar una escalada peligrosa. Es el conocimiento público el que alimenta la escalada, mientras que el secretismo y la colusión ayudan a los adversarios a alcanzar una mejor comprensión, “en parte porque es observable por el adversario”. En pocas palabras, las guerras secretas limitan la emergencia de conflictos más amplios.
El nudo de la interferencia en los procesos electorales es analizado por primera vez con un enfoque global por Dov H. Levin con un amplio y sistémico trabajo16 sobre los efectos logrados, una contribución analítica y exhaustiva que demuestra que las intervenciones afectan a los partidos, movimientos y candidatos apoyados y, sobre todo que las actividades manifiestas resultan más eficaces y productivas que las secretas.
Sin embargo, falta un enfoque sobre la subversión entre grandes potencias, lo que representa una laguna fundamental en la comprensión de la política del gran poder y del gobierno de las relaciones internacionales.
El elemento de novedad en el sistema internacional anarquista17 es el alineamiento reputacional que permite a las grandes potencias moverse en las áreas de interés a través de lógicas de desacoplamiento estratégico. A prevalecer es una lógica de “utilidad esperada”18 que varía con desenvoltura en función del área estratégica y de los intereses considerados.
Cambian los métodos de subversión (todo el ciberespacio constituye una panoplia de actividades específicas, nuevas e infinitas), pero sobre todo existe una renovada consideración de la medida que, unida a las prácticas de engaño, se consolida como gran poder de los Estados. Un poder híbrido, transversal, cambiante y cínico tanto en la forma clásica asimétrica de un Estado más fuerte a uno más débil como en las relaciones entre grandes poderes.
El mundo está presenciando el despertar de la vieja práctica estratégica de la guerra política19, afirma Benjamin M. Jensen en su tratado The cyber character of political farfare; los Estados están mezclando lo viejo con lo nuevo, al igual que en el comienzo de la Guerra Fría y las operaciones informáticas emergentes combinan el espionaje, la propaganda, la guerra económica y el sabotaje en un intento de condicionar y modelar las políticas exteriores de sus oponentes.
La presente contribución a la reflexión continúa sobre este enfoque realista, sistematizando la cohabitación entre grandes potencias, conscientes y respetuosas del enorme potencial tecnológico-ofensivo logrado y en el que las interferencias puestas en práctica constituyen escaramuzas de posición como en un juego de las partes, para luego dirigir el gran poder de subversión en las áreas de crisis, nodos de expansión de sus políticas de potencia.
Esta tesis se apoya en otros estudios que adoptan un enfoque realista sobre el tema como el trabajo de William C. Wohlforth titulado Realism and great power subversion, que considera, con un cálculo de costes y beneficios simple y racional, niveles relativamente bajos de subversión entre las grandes potencias20 no beligerantes, niveles mucho más altos entre las grandes potencias beligerantes y subversiones más frecuentes, violentas y a gran escala en objetivos más débiles.
Las condiciones que favorecen una subversión altamente consecuente entre las grandes potencias son más bien limitadas y reversibles, representando la teatralidad del utilitarismo de las grandes potencias hacia la búsqueda de sus intereses definidos y programados. Este es el lugar lógico y funcional del fenómeno político de la subversión que se pone a la atención de la reflexión científica y ad adiuvandum, se ofrece de manera analítica el estudio de un caso específico.
El caso de Bolivia: crisis institucional, vulnerabilidad y el papel de la subversión política en los procesos de toma de decisiones
La crisis institucional boliviana surgida de la salida de escena del presidente Evo Morales comienza el 20 de octubre de 2019. El recuento de las papeletas de la primera vuelta presidencial entre Evo Morales y Carlos Mesa se interrumpe bruscamente y cuando se reanuda, Morales gana exactamente el 47% de los votos contra el 37% de Mesa, negando la segunda vuelta a su principal contendiente. Inmediatamente comienza la contestación con picos de violencia extrema en las regiones de Cochabamba y Santa Cruz, zonas de arraigado sentimiento supremacista. En las mismas horas, el Gobierno ya había convocado una delegación de la OEA (Organización de Estados Americanos) para verificar el correcto desarrollo de las operaciones de escrutinio. Este es el momento en que comienza la primera fase de torsión de la cadena de poderes institucionales.
La delegación de la OEA y su portavoz expresaron inmediatamente su “profunda preocupación por la drástica interrupción del escrutinio y el cierre repentino de las urnas, un cambio anómalo del procedimiento electoral normal”21 y a la noticia de las primeras víctimas por los enfrentamientos entre las opuestas facciones, juzgó que “los oficiales encargados del examen habían manipulado deliberadamente los resultados del turno preliminar, alterando los mismos en sentido partisano”22 en consecuencia, favoreciendo la victoria de Morales.
De hecho, la delegación no presentó ninguna prueba en apoyo de esta acusación, mientras que una investigación23 posterior del diario inglés The Guardian y luego del CEPR24 (Center for Economic Research) determinó, con las mismas evaluaciones, que solo hubo “una pausa en el recuento rápido de votos” para permitir el control de cuanto ya había sido examinado -el 84% de las tarjetas- con una ventaja de Morales de casi ocho puntos en porcentaje. En el momento de la recuperación, al llegar al 95% del recuento, el margen alcanzado del 10% respetaba todas las simulaciones estadísticas.
Sin embargo, Morales ordenó la disolución del comité electoral y la repetición de la primera vuelta, dando instrucciones para evitar una represión violenta de los disturbios. La policía, quizás interpretando la decisión de Morales como un síntoma de debilidad, comenzó a dar señales de amotinamiento, corroborando la tesis de fraude y legitimando la acción de los comités cívicos con Luis Fernando Camacho a la cabeza. El golpe final llega con el irreal y cuestionable pedido a Morales por el comandante del ejército boliviano, el general Williams Carlos Kaliman Romero, de renunciar a su mandato por “el bien de nuestra Bolivia”26.
El 10 de noviembre Evo Morales dimite y deja la capital La Paz para refugiarse en Chimorè, en el departamento de Cochabamba, para luego —junto con su vice Álvaro García Linera y en condiciones de fuerte inseguridad— ser abordado de un avión de las fuerzas militares mexicanas y llegar a la Ciudad de México donde el Presidente Andrés Manuel López Obrador les ofrecía asilo político; mientras, en Bolivia, se establecía un gobierno de hecho con la autoproclamación de la segunda vicepresidente del Senado, Jeanine Áñez, como presidenta interina y el anuncio de nuevas elecciones presidenciales.
a) Análisis estratégico de las vulnerabilidades del sistema-país Bolivia: la composición etnográfica de la población boliviana y la movilidad de los cuerpos sociales intermedios.
La crónica de los hechos - premisa de estudio - es la total implosióny rendición institucional del gobierno de Morales, con la concreción del proceso de crisis. Esta premisa nos obliga al análisis y a la búsqueda de todas las causas, las condiciones, las acciones, las permeabilidades sociales y de sistema, los conflictos visibles y kársticos, las interferencias y, por el contrario, los errores que han hecho irreversible el punto de crisis. La ruptura histórica y feroz entre las regiones andinas - fortaleza de consenso masista28- y la llamada “media luna fértil” (Pando, Beni, Tarija y Santa Cruz), es decir, el motor económico del país, nunca se ha recusado en el largo curso del gobierno de Morales. Sin embargo, las modalidades tácticas del enfrentamiento han evolucionado.
Inicialmente la reacción fue vehemente, la lógica de supremacía y apartheid hacia los pueblos indígenas, llamados entre desprecio e ironía “macacos”, no admitía la posibilidad de un presidente indio, rechazando el estado de hecho con una respuesta autonomista y secesionista.
Con el paso del tiempo, la fuerte y cohesionada comunidad blanca ha sabido cambiar de actitud, ocultando el rencor y el deseo de venganza para adoptar formas de confrontación más colaborativas, sobre todo sobre las políticas de nacionalización y redistribución de los recursos, así como en los cargos públicos.
Por el contrario, en el variado campo indio, después de la gran euforia por la histórica afirmación política y el consiguiente proceso de emancipación, todos los componentes étnicos han encontrado —naturales— dificultades de síntesis y de conciencia política. Hay que tener en cuenta el nivel de marginación y exclusión de la que se partió con experiencias sindicales —como en el caso de los cocaleros— a menudo personales y limitadas en el espacio de acción.
El Mas-Ipsp (Movimiento por el Socialismo-Instrumento político para la soberanía de los pueblos), el movimiento político que pertenece a Morales tiene una base ideológica relativamente baja y en cualquier caso no unitaria; es de hecho poco más que un brazo electoral30 de una coalición de sindicatos campesinos, microfundistas, profundamente arraigados en la meseta occidental boliviana de etnia aymara, así como de sindicatos de los cultivadores de la hoja de coca (presentes principalmente en el Chapare, la zona tropical en el centro del país) y de otras organizaciones rurales compuestas por indígenas de etnia quechua o por antiguos mineros obligados por los procesos de privatización a reinventarse, muy pobres campesinos en las zonas más remotas del país. Además, a lo largo de los años se han acentuado las incomprensiones y las pequeñas rivalidades etno-tribales debido a los supuestos privilegios asumidos por la etnia Aymara (la de Morales) en comparación con el resto de los 40 grupos indígenas que componen la mitad de la población boliviana.
Cohesión y movilidad de los cuerpos sociales intermedios de la sociedad boliviana
Si la imagen iconográfica de Evo Morales ha representado, no solo en la región, un extraordinario ejemplo de simbolismo político con valor universal, las dinámicas y las relaciones de fuerza entre los cuerpos intermedios del tejido socioeconómico-institucional boliviano han continuado autárquicamente su autorreferencialidad. Fuerzas armadas, aparatos del Estado, asociaciones empresariales, patrimonio inmobiliario, iglesias evangélicas, han representado una monolítica red de cuerpos sociales autónomos, sólidos, sobre los cuales el poder político literalmente flotó sin advertir y preparar determinados análisis de peligro y respuesta.
Ya en 2008 -uno de los años más difíciles para Evo Morales- este archipiélago de sociedades intermedias se habían coordinado a través de una doble estrategia de desgaste del poder, tanto a través de la promoción de un “Referéndum por los Estatutos de Autonomía” sobre un proyecto autonomista-secesionista de las zonas más ricas y productivas del país, como mediante actividades de desarticulación y parálisis del país con las huelgas de los camioneros y la huelga fiscal, el impuesto sobre los hidrocarburos que la oposición quería mantener en los territorios, en lugar de financiar proyectos sociales de ámbito nacional.
Esta condición fluctuante de peligrosidad había sido señalada públicamente por el líder cubano Fidel Castro, que en una reflexión titulada Una prueba de fuego31, denunció la naturaleza subversiva de estas actividades: “los oligarcas de Santa Cruz en primera línea, cuatro de sus departamentos económicamente más fuertes aspiran a declararse independientes y han proyectado, con el apoyo del imperio, su programa de consultas populares, donde los medios de comunicación han preparado el terreno y la opinión de los votantes con todo tipo de ilusiones y engaños”32. Fidel Castro, que consideraba central el papel de las fuerzas armadas bolivianas como garantía de la unidad del país, identificó el peligro de la utilización de sectores militares antipatrióticos para la eliminación del presidente Morales en nombre de la unidad33 y la estabilidad de la nación.
Como la mayoría de los ejércitos latinoamericanos34, incluso los oficiales del ejército boliviano tuvieron una relación de contigüidad con los métodos35 de la SOA (Escuela de las Américas de Panamá —desde 2001 con el nuevo nombre del Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación para la Seguridad— Western Hemisphere Institute for Security Cooperation), “donde se animaba a dichos oficiales a participar en los procesos políticos de sus respectivas naciones”36 (objetivo pedagógico).
El ejército boliviano siguió gestionando, ostentando, una condición de prestigio, encanto y exclusividad, por lo tanto de autonomía sobre una estructura social débil, compuesta y étnico-elemental, preservando los caracteres de elegibilidad y predilección comunes a los demás cuerpos sociales presentes, es decir, los comités cívicos, las comunidades religiosas y evangélicas con análogos poderes de condicionamiento y penetración en los aparatos estatales e institucionales y, sobre todo, en los magisterios económicos.
La coexistencia y la fuerte movilidad de los cuerpos sociales con estas características han influido y actuado en el estado de inestabilidad y vulnerabilidad del sistema-país.
b) La subversión política como relación entre vulnerabilidad y autorreferencialidad de los cuerpos sociales intermedios.
Las vulnerabilidades del sistema-país Bolivia, descritas con un resumen analítico, han sido objeto de continuos análisis estratégicos para la adopción de las actividades de subversión más adecuadas. Todo espacio libre o débil en geopolítica está destinado a ser colmado por definición, axioma que debe estar bien presente sobre todo en quien actúa en la fase de defensa, siendo casi implícito en los mecanismos de ataque.
El cambio de paso en el análisis estratégico se produce después de la victoria de Jair Bolsonaro en Brasil. El radical cambio político en Brasil ha llevado a una redefinición de todos los procesos decisorios de análisis; en términos geopolíticos, Brasil, por influencia histórica, dimensiones reales y macroeconómicas, es fuertemente impactante sobre todos los demás países de la zona.
A pocos días de su toma de posesión, la operación policial conjunta entre Italia, Brasil y Bolivia que llevó a la captura de Santa Cruz de Cesare Battisti -exterrorista italiano- y a su inmediata extradición, ha revelado el estado real y la efectividad de las relaciones de fuerza entre los poderes constituidos en Bolivia. Un presidente teatralmente silencioso mientras sus aparatos de seguridad se movían en conexión info-operativa con los brasileños, dio testimonio de hecho de la referencialidad de los aparatos de seguridad a lógicas y condicionamientos externos.
Durante catorce años de gobierno ininterrumpido, Evo Morales en primer lugar y todo el equipo dirigente del MAS tuvieron seguramente un enfoque sumario en el pronóstico de la peligrosidad de los fenómenos corrosivos de la colaboración institucional que se estaban instalando en la complejidad descrita del tejido social y económico del país.
En el terreno de la infiltración y la cooperación, varias entidades gubernamentales, ONG y fundaciones han multiplicado las relaciones con los partidos de la oposición e instituciones37 como la NED (Fundación Nacional para la Democracia) que lleva a cabo sus programas apoyándose en 30 ONG bolivianas y dos institutos privados estadounidenses, el Instituto Republicano Internacional y el Centro para la Empresa Privada Internacional, llevando a cabo una actividad continua de arraigo en el territorio con actividades proactivas de apoyo, consenso e influencia a través de programas de trabajo y proyectos asistenciales.
El campo clásico de la desestabilización subversiva ha tenido los protagonistas en los comités cívicos para la organización y ejecución de actos de protesta y violencia, en sinergia con las actividades de bandera falsa para la acusación de fraude y descrédito público, todas actividades distorsionadoras y preparatorias para un doble nivel de credibilidad, por un lado, un gobierno corrupto de mala fe, y por otro el ejército, institución prestigiosa, autoritaria y garante de justas expectativas constitucionales.
La técnica subversiva juega constantemente sobre el maniqueísmo y la confrontación entre valores positivos y valores negativos, cargando al actor-objetivo de sentimientos negativos. La intervención de pacificación nacional y de transición por parte del ejército es auspiciada y aceptada como fin de un mal injusto.
En el centro de la estrategia cognitiva de distorsión, bien desarrollada por la tradición francesa de estudios estratégicos por Roger Mucchielli38, está el objetivo principal de desacreditar el poder y hacer que se alejen de él quienes hubieran tenido la intención y el deber de defenderlo en caso de peligro. El gran consenso popular hacia un líder carismático como Evo Morales se evapora bajo el efecto concéntrico de técnicas de extravío y dramatización de los acontecimientos que conducen a la fuga y al abandono del líder. Las defensas naturales institucionales caen bajo el peso de la duda sobre los valores que hay que defender con la insinuación de la culpa y del deber de disociación. El efecto arrastre continúa infundiendo a sus defensores la percepción de la inutilidad de la lucha39 porque todo está perdido con la acción contemporánea de los cuerpos sociales colaborados a la subversión que golpean con violencia emblemas y símbolos del poder caído, en secuencias que alimentan el desarme.
El objetivo es provocar el pánico mudo40, impidiendo cualquier acción por miedo a hacerse notar y conduciendo a la negativa a comprometerse con la causa. Fue lo que sucedió con la acción de los comités cívicos de Luis Fernando Camacho en las horas siguientes al vacío de poder con la fuga de Morales.
La vulnerabilidad de un sistema político-institucional es el resultado del equilibrio funcional de condiciones sinalagmáticas: cohesión social, hetero-dependencia de los cuerpos intermedios, nivel de condicionamiento por factores externos y por la fidelidad institucional de los aparatos de gobierno. Sobre todos estos aspectos puede explicarse una fecunda actividad de inteligencia de subversión con sucesivos niveles y fases de afirmación y control -proceso de posicionamiento en los mecanismos de decisión- hasta la realización y materialización del estado de crisis institucional41.
c) Utilidad del caso boliviano y análisis de técnicas cognitivas de desestabilización y engaño.
El caso boliviano es útil para sistematizar el fenómeno de la subversión política en la relación entre vulnerabilidad de un Estado y la cooptación de sus cuerpos intermedios. El conflicto cognitivo que se determina legitima la fuerza omnipresente de las estructuras sociales más cohesivas y organizadas para alcanzar el poder. Las condiciones de vulnerabilidad de los Estados más débiles, especialmente cuando se presta atención a los recursos e infraestructuras logísticas, son controladas por las potencias mayores en términos de análisis de influencia y penetración en la lógica de avance en su cuota de poder relativo42.
La convivencia y competencia de cuerpos sociales antagónicos es el principal vehículo de las grandes potencias para determinar el estado de crisis mediante prácticas de subversión, cooptación y penetración.
La evolución de los hechos con la victoria del MAS, con Luis Arce, en las elecciones presidenciales en Bolivia del 18 de octubre de 2020, no debe sorprender, más bien paradójicamente nos anima en la reflexión. Se produce un hecho excepcional y realmente nuevo en el contexto regional latinoamericano, la disputa no se cierra sino que permanece viva y suspendida gracias, por una parte, a la intervención de dos potencias regionales como México y Argentina que literalmente salvan a Morales y le devuelven a la acción política, permitiéndole volver a estar en sintonía con sus partidarios y por otra —que no debe subestimarse por su importancia estratégica— el papel de plataformas de información como Telesur43 y Sputnik-Mundo44 que han apoyado, con una continua y penetrante contraofensiva cognitiva, las tesis del presidente en el exilio. Dos condiciones que reproducen un reequilibrio de fuerzas en la disputa.
Se realiza lo que Kofman ha llamado el concurso de subversión45, la competición de las grandes potencias en un área estratégica funcional a los intereses respectivos. El análisis específico de Kofman sobre la crisis ucraniana tiene similitudes importantes con el caso propuesto, convenciéndonos de tres aspectos fundamentales de nuestra tesis:
a) la asimetría direccional, es decir, la tipificación del Estado objetivo en el Estado más débil en relación con el Estado o los Estados que pretenden subvertir;
b) la vulnerabilidad del Estado objetivo a través de tensiones y divisiones internas y con la cohabitación de sociedades intermedias autónomas y en competencia, sujetas a cooptación;
c) La actividad competidora sobre la crisis de otras potencias con un proceso de concurso de subversión.
La interacción entre el concurso de subversión y la crisis institucional es abordada por los actores en el campo mediante la preparación de estrategias competitivas de inteligencia —el concurso de inteligencia— para la continuación y solución de la disputa.
Un concurso de inteligencia implica varios elementos entre ellos, 1. Una búsqueda de información sobre todos los componentes interactuantes en el conflicto, 2. La puesta en seguridad de los protagonistas, referencia institucional de las partes en conflicto y 3. El potencial de ofensa que puede ejercerse en las condiciones geopolíticas de la zona de crisis. El tercer punto, es decir, el potencial de ofensa ejercitable se expresa a través de las técnicas de desestabilización de la propaganda, de la publicidad, de la intoxicación y de la desinformación, todas ellas modificadas y sofisticadas desde la era de las TICs (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones).
La propaganda46es la transmisión de una información plural que debe ser percibida como la expresión de la única verdad existente: “la primera víctima cuando llega la guerra es la verdad”47, como dijo, cínicamente, el senador americano Hiram Johnson en 1917. La publicidad es la transmisión de un mensaje cuya verdad o falsedad no constituye el interés esencial, porque su objetivo no es informar, sino influir. Es la técnica mediante la cual se ejerce una acción psicológica48 sobre el público a través de la llamada “estimación de la situación”que incluye elementos como: 1. Definición del público, 2. Objetivos psicológicos a buscar, 3. Limitaciones de la política, 4. Medios de comunicación disponibles, 5. El hombre de la propaganda (típico miembro del público), 6. Factores competitivos y 7. Relación con la estimación general (militar) de la situación. La intoxicación es una técnica precisa que apunta al adversario50 y que consiste en proporcionarle informaciones erróneas que le harán tomar decisiones equivocadas, favoreciendo la acción del iniciador y finalmente, la desinformación51, que consiste en la manipulación de la opinión pública, con fines políticos, con una información tratada por medios desviados.
Las manipulaciones juegan sobre los instintos fundamentales —agresión, supervivencia, etc.— y sobre los condicionamientos a través de la palabra dirigida al inconsciente: la asociación entre palabras e ideas con el fin de crear reflejos condicionales. Todas las prácticas que para tener éxito necesitan una cabina de dirección y un análisis funcional y progresivo de la situación, sobre todo en la activación de los módulos de falsificación de la realidad y en la inducción al error.
“Toda la guerra se basa en el engaño”52; el engaño y el control de la narrativa son habilidades esenciales del guerrero exitoso. El dominio de la realidad a través de operaciones de deformación53, son las claves quirúrgicas del acondicionamiento y del desgaste del proceso de toma de decisiones para dar una ventaja en la disputa. El objetivo de la técnica de desestabilización del engaño es la sensación de aislamiento y extravío para determinar vacíos de poder y fugas de responsabilidad. En el caso boliviano, a la salida de escena del presidente Evo Morales, todos los cargos institucionales vicarios rechazaron el cargo interino hasta llegar a la segunda vicepresidenta de la Cámara, expresión de la oposición.
El engaño se esconde tras las solicitudes de dimisión, de pasos atrás responsables, a menudo mediados por un proceso de realidad alterado, que lleva al aislamiento y a la errónea valoración de los acontecimientos y de las verdaderas consecuencias a las que conduce la decisión.
Consideraremos el engaño subversivo como el instrumento para realizar el vacío de poder y el avance vicario en las posiciones de decisión a las fuerzas gemismáticas54, —un término utilizado para describir a actores que actúan de manera autoritaria en un ambiente de caos en favor de sus propios intereses— capaces de crear y llenar los “vacíos de poder”55.
La técnica del disimulo empobrece al enemigo al agotarlo de recursos, mientras que él está firmemente convencido de su plena disponibilidad. Muy a menudo el disimulo prepara la sorpresa del desarme y del abandono. La conducta engañosa del disimulador transfiere una seguridad y confianza traicioneras, transfiriendo información capciosa a la inducción al error.
Parafraseando a Von Clausewitz56, la guerra cognitiva del engaño es la continuación de la política estatal con los instrumentos de la manipulación para obligar al adversario a satisfacer la voluntad del agresor.
CONCLUSIONES
Con el fin de sistematizar todas las reflexiones propuestas sobre el fenómeno de la subversión política, se considera, en conclusión, detenerse en dos elementos constitutivos: la renovada consideración del gran poder de la subversión a disposición de los Estados y su preponderante dimensión asimétrica.
En esta perspectiva, la subversión se sitúa en la dinámica de las políticas conflictivas de las grandes potencias utilizadas para aumentar su cuota de poder relativo, en el esquema interpretativo de la superior teoría de John Mearsheimer del realismo ofensivo57. Para Mearsheimer solo los grandes players son los auténticos poseedores del poder real ofensivo —cognitivo y militar— apto para lograr el progreso estratégico y difícilmente las líneas de la confrontación se desarrollan en una dirección frontal y directa, mientras que parece más conveniente la expansión de la potencia a través de Estados objetivo más débiles en los que realizar actividades de subversión.
En un sistema internacional anarquista, en el que no existe una autoridad supranacional capaz de garantizar la seguridad de los Estados, las grandes potencias se mueven en una lógica realista de convivencia y respeto del estado de potencia, considerando más funcional y útil, el avance estratégico en líneas transversales, es decir, en áreas de crisis con un concurso táctico de subversión.
La lógica de progreso procede reformando el enfoque de Schelling58 según el cual las operaciones de subversión pueden constituir una forma de negociación tácita, es decir, los Estados alcanzan recíprocamente los límites y las posiciones recíprocas en un conflicto sin llegar a la escalada militar.
Mutatis mutandis, el concurso de inteligencia en la definición de las crisis internacionales se convierte en la dinámica clave de la guerra cognitiva moderna, a través de la cual las potencias mayores miden su capacidad de expansión e influencia en los países objetivo en una lógica de negociación tácita.
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Notas