RELACIONES INTERNACIONALES
Las tensiones internacionales en Asia-Pacífico
International tensions in Asia-Pacific
Política Internacional
Instituto Superior de Relaciones Internacionales "Raúl Roa García", Cuba
ISSN: 1810-9330
ISSN-e: 2707-7330
Periodicidad: Trimestral
vol. 3, núm. 1, 2021
Recepción: 26 Noviembre 2020
Aprobación: 02 Diciembre 2020
Resumen: EE.UU. como principal potencia imperialista a nivel global tiene intereses en todo el planeta e incluso en el espacio exterior, pero en la actualidad es en la región que ellos denominan Indo Pacífico donde concentran sus intereses estratégicos y sus principales contingentes militares, pues allí se encuentra el país que consideran su principal rival estratégico, la RPCh, la cual además tiene importantes lazos con otro adversario, la Federación de Rusia. Es necesario significar que EE.UU. está involucrado, además, en dos de los más importantes conflictos que afectan a esta área geográfica: Afganistán y la Península Coreana. También es conveniente señalar las disputas marítimas y fronterizas, y otros desafíos o amenazas transnacionales, que afectan a ese conjunto de naciones.
Palabras clave: Indo-pacifico, rivalidad estratégica, intereses estratégicos, conflictos, amenazas.
Abstract: USA, as the main imperialist power at a global level has interests throughout the planet and even in outer space, but today it is the region they call Indo-Pacific where they concentrate their strategic interests and their main military contingents, because there is the country that they consider their main strategic rival, the RPCh, which also has important ties with another adversary, the Russian Federation. It is important to mean that the United States is also involved in two of the most important conflicts that affect the Asian region: Afghanistan and the Korean Peninsula. They also refer to maritime and border disputes, and other transnational challenges or threats, that affect the region.
Keywords: indo-pacific, strategic rivality, strategic interests, conflicts, threats.
INTRODUCCIÓN
La región de mayor dinamismo económico a nivel planetario es, desde hace varios años, la parte oriental o del este de Asia, bañada por el Océano Pacífico, el espacio marítimo mayor del planeta, y del cual también es ribereño un país tan importante como Estados Unidos de América (EE. UU), la principal potencia imperialista a nivel global, así como varios de los países de los continentes americanos; igualmente, aun cuando no tienen costas en dicho océano, algunas potencias europeas (Francia y Gran Bretaña) aún conservan territorios, posesiones o colonias en el sinnúmero de islas y atolones que conforman la Oceanía (y además en el Océano Indico).
Por su consistente crecimiento económico en las últimas décadas y su incrementada actividad a nivel regional y global, la República Popular China (RPCH) se ha convertido en el motor impulsor del crecimiento económico regional, constituyendo además el principal “partenaire” comercial de los países del área, incluyendo naciones tan importantes como Japón (tercera economía a nivel mundial), la República de Corea (11no), Australia (13ro) y los países integrantes de la ASEAN.
Igualmente, la RPCH es un relevante socio comercial de EE.UU.; de acuerdo a datos de la Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos (Office of the United States Trade Representative), el comercio de bienes y servicios de EE. UU. con China totalizó un estimado de $ 737.1 mil millones en 2018. Las exportaciones norteamericanas fueron de $ 179.3 mil millones; las importaciones fueron de $ 557.9 mil millones. El déficit comercial de bienes y servicios de Estados Unidos con China fue de $ 378.6 mil millones en 2018. La RPCH es el principal exportador hacia EE. UU. y el tercer importador de bienes y servicios provenientes de EE.UU. Todo esto a pesar de la llamada guerra comercial realizada por la administración Trump.
No obstante, este desarrollo e interrelación económica no ha conllevado a que la situación actual en la región de Asia y Oceanía, o del Indo Pacífico, como la han rebautizado los norteamericanos, sea todo lo “pacífica” que debiera ser, según el nombre del gigantesco océano que baña las costas de la mayoría de los países ubicados en esa región.
Desarrollo
Ante todo, Estados Unidos mantiene un interés especial en esa parte del planeta, con amplios antecedentes históricos. El estudio de recientes documentos confirma la atención principal que asigna Washington a la región Indo Pacífico, empezando por un artículo denominado “America´s Pacific Century”, que apareció en la revista Foreign Policy de noviembre de 2011, escrito por la entonces Secretaria de Estado Hillary Clinton, en la que hablaba del llamado Pivot hacia la región de la política estadounidense. Posteriormente este enfoque recibió la denominación de Rebalance, y estuvo enmarcado en dos documentos estratégicos de la administración Obama, la Strategic Guidance (Lineamientos Estratégicos) del Departamento de Defensa (DOD) del año 2012, y la Estrategia de Seguridad Nacional del año 2015; en ambos documentos se puntualizaba la intención de concentrar los esfuerzos políticos, económicos y militares de EE.UU. hacia la región del Pacífico, incluyendo cambiar la proporción de fuerzas militares norteamericanas destacadas en esa región, pasando del 50% que se tenía hasta entonces en la correlación Atlántico-Pacífico, a una proporción del 60% de los principales medios de combate, especialmente aeronavales.
Subsiguientemente, la administración Trump, aun cuando ha evitado utilizar la denominación de Rebalance, continuó concentrando su accionar en la región, a la que rebautizó como Indo Pacifico (lo cual incluyó el cambio de denominación del Comando Unificado que responde por esa área, que cambió su nombre de U.S. PACIFIC COMMAND por U.S. INDO-PACIFIC COMMAND); esto se confirmó tanto en su actividad política (por ejemplo, en febrero de 2017 el entonces Secretario del DOD, James N. Mattis, en su primera visita al exterior se dirigió a Japón y Corea del Sur, no a los países de la OTAN), como en sus principales documentos estratégicos: la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017, la Estrategia de Defensa Nacional de 2018; los diferentes reportes del Director Nacional de Inteligencia, de los Comités del Congreso, etc; la participación en importantes eventos en la región, como el Foro Regional de la ASEAN y el Diálogo Shangri-lá, y confirmado con la emisión de documentos más recientes del Departamento de Defensa y del Departamento de Estado:
El Reporte de la Estrategia Indo-Pacifico (INDO-PACIFIC STRATEGY REPORT), cuya emisión, ¿coincidió?, con la participación del entonces Secretario de Defensa en funciones de EE.UU., Mr. Patrick M. Shanahan, en la edición correspondiente al año 2019 del evento Diálogo Shangri-Lá en Singapur, también denominado XVIII Cumbre de Seguridad de Asia, convocado por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS por sus siglas en inglés), cuya sede principal se encuentra en Londres;
y un documento denominado Un Indo Pacífico libre y Abierto, avanzando una visión compartida (A Free and Open Indo Pacific, Advancing a Shared Vision) presentado por el entonces Secretario de Estado Michael Pompeo en noviembre de 2019.
En estos documentos se ratifica, a nuestro criterio, que independientemente de que EE.UU. como principal potencia imperialista a nivel global tiene intereses en todo el planeta e incluso más allá, como es el espacio exterior, es en la actualidad en la región que ellos denominan Indo Pacífico donde concentran y continuarán concentrando sus intereses estratégicos y sus principales contingentes militares, pues allí se encuentra el país que consideran su principal rival a nivel global, la RPCH, que además tiene importantes lazos con otro adversario principal, la Federación de Rusia.
Los gobernantes estadounidenses insisten en la pertenencia de EE.UU. a la región, avalada porque cinco de los 50 estados que integran esa nación tienen costas en ese océano, uno de ellos un archipiélago (Hawai); además de otras posesiones norteamericanas en ese océano: Guam, Samoa Americana, Isla Wake y la Comunidad de las Islas Marianas del Norte (CNMI). Hacen referencia a la evolución histórica de los lazos de esa nación con la región del Pacífico desde 1784, aunque de forma bastante sucinta, autovanagloriándose de una supuesta influencia en el avance económico y en la “relativa paz y estabilidad” de los últimos 70 años. al parecer la memoria histórica de los funcionarios norteamericanos es muy corta, pues obvian eventos nada pacíficos, de gran importancia a nuestro juicio, como las Guerras de Corea y de Vietnam durante el siglo pasado, y en la cual EE.UU. tuvo un papel bastante nefasto.
En la Estrategia Indo Pacífico se exponen 4 principios que según la parte norteamericana son los que este país persigue en esa región:
Respeto por la soberanía e independencia de todas las naciones;
Resolución pacífica de controversias;
Comercio libre, justo y recíproco basado en inversión abierta, acuerdos transparentes y conectividad; y,
Adherencia a las reglas y normas internacionales, incluidas las de libertad de navegación y sobrevuelo.
El lenguaje empleado por los autores de los diferentes documentos no parece a nuestro juicio concordar con la real conducta de EE.UU. en esa región, teniendo en cuenta la histórica tendencia a la intervención y al empleo de la fuerza militar por ese país, la actual política proteccionista en el plano económico del gobierno de Mr. Trump, su rechazo a los tratados internacionales, etc.
Reiteradamente hacen intentos de comparar las supuestas políticas “abiertas” de EE.UU. con acciones de otros países, aludiendo claramente a la República Popular China (RPCH), a la que dedican especial atención, calificándola de poder revisionista; aunque destacan el avance económico de esa nación, critican que este país, de acuerdo con sus criterios, tiene una conducta internacional más “asertiva” o creadora de fricciones “en la búsqueda de un conjunto más amplio de intereses políticos, económicos y de seguridad”.
En varios documentos se acusa a la RPCH de socavar el sistema internacional desde dentro explotando sus beneficios mientras que simultáneamente erosiona los valores y principios del orden basado en reglas (reglas a las que el propio presidente norteamericano renuncia cuando afecta lo que considera sus intereses); de aplicar políticas represivas en la región de Xingiang contra la minoría musulmana; también plantean que la violación de las normas internacionales por parte de China se extiende además al exterior, incluyendo actividades de espionaje (algo que al parecer la CIA y otras agencias estadounidenses no hacen; pueden preguntarle a la Canciller alemana), robos cibernéticos dirigidos a la propiedad intelectual y la información comercial y tecnológica confidencial de proveedores de servicios.
Hacen referencia a la militarización de objetivos en el Mar Meridional de China y realización de acciones violentas en las disputas marítimas en ese mar; igualmente acusan a la RPCH de realizar patrullajes y maniobras militares en las cercanías de Taiwán; destacan el desarrollo militar de la RPCH, señalando que “busca la hegemonía regional en el Indo Pacifico en el corto plazo y, en última instancia, la preeminencia mundial en el largo plazo”. Se refieren a las inversiones chinas en una amplia gama de programas militares y de armamentos, diseñados para mejorar la proyección de poderío: fuerzas nucleares; operaciones complejas en el ciberespacio, el espacio y las operaciones de guerra electrónica; capacidades de limitación de acceso/ denegación de área (A2/AD), incluidos los dominios aéreo y marítimo.
A todo esto podemos sumarle las declaraciones del entonces Secretario de Estado Michael Pompeo el 23 de julio de 2020 en un evento realizado en Yorba Linda, California, en el Museo y Fundación Presidencial Richard Nixon, en el cual se refirió a la “China Comunista y el Futuro del Mundo Libre”, con un lenguaje extremadamente confrontacional y acusatorio respecto al país asiático, que algunos ya califican como un llamado a una nueva Guerra Fría.
Respecto a Rusia, al que califican en algunos documentos como “actor maligno revitalizado”, consideran que su influencia en la región Indo Pacífico continúa aumentando a través de la difusión nacional y la modernización militar, tanto en sus fuerzas convencionales como en sus fuerzas estratégicas. También se refieren a las ventas de armamento rusas en la región.
Destacan la colaboración de la RPCH y Rusia en los ámbitos diplomático, económico y de seguridad, y que estas naciones frecuentemente se oponen conjuntamente a medidas patrocinadas por EE.UU. en el Consejo de Seguridad de la ONU. Destacan que “en general, comparten una preferencia por un orden mundial multipolar en el que Estados Unidos es más débil y menos influyente”.
Se refieren a la República Popular Democrática de Corea (RPDC), a la cual endilgan la denominación de “estado villano” (rogue state), calificación que viene de la etapa del expresidente George W. Bush; plantean que este país seguirá siendo un desafío de seguridad para EE.UU., sus aliados en la región, etc, hasta que se logre la desnuclearización definitiva y totalmente verificable.
También se refieren al desarrollo por la RPDC de armas convencionales, tecnología nuclear, misiles balísticos y agentes químicos, que según ellos suministran a países como Irán y Siria. También acusan a esa nación de violaciones y abusos de los derechos humanos, incluidas la represión a la libertad de expresión; hacen referencia además al llamado problema de los secuestrados japoneses. También plantean que la RPDC intenta burlar las sanciones internacionales y la campaña de presión liderada por los Estados Unidos a través del compromiso diplomático, la presión contra el régimen de sanciones evasión de las restricciones directas impuestas a ese país.
En varios documentos catalogan como desafíos o amenazas transnacionales, que afectan la región de Indo Pacífico, los siguientes: el terrorismo; comercio de armas ilícitas; tráfico de drogas, humanos y vida silvestre; la piratería; patógenos peligrosos, la proliferación de armas y los desastres naturales. Respecto a fenómenos naturales, señalan que amén de ser una región propensa a los terremotos y volcanes como parte del Anillo de Fuego del Pacífico, la región del Indo Pacífico sufre regularmente desastres naturales como monzones, huracanes e inundaciones, terremotos y actividad volcánica, así como las consecuencias negativas del cambio climático (es llamativo que señalen esto, siendo el anterior gobierno de los EE.UU. un constante denegador del cambio climático).
En estos documentos se plantea que su Estrategia para el Indo Pacífico está en conexión con sus intereses expresados en la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017, y que la región tiene tanto valor global como regional, especialmente por su importancia política, militar y económica.
A partir de las misiones previstas para las Fuerzas Armadas de EE.UU. en diferentes documentos, valoran como fundamental su poder militar para mantener la posición de “liderazgo” (término que generalmente utilizan) o hegemonía a nivel global, y en los diferentes teatros de operaciones, como es el caso del Indo Pacífico (recordar que este coincide con el Área de Responsabilidad del Comando Indo Pacífico, USINDOPACOM).
EE.UU. establece varias categorías en sus asociaciones regionales, de acuerdo con el grado de comprometimiento de cada país con sus objetivos y políticas; estas son:
Alianzas: Japón, Corea del Sur, Australia, Filipinas y Tailandia.
Asociaciones: Singapur, Taiwán, Nueva Zelanda y Mongolia
Asociación Principal de Defensa: India
Asociaciones Emergentes: Sri Lanka, las Maldivas, Bangladesh y Nepal
Relaciones de Seguridad con socios del Sudeste Asiático: Vietnam, Indonesia y Malasia
Compromisos de seguridad: Brunei, Laos y Camboya
También se refieren a compromisos con las Islas del Pacífico.
Además hacen referencia al papel de aliados extrarregionales que operan eventualmente en la región, como Gran Bretaña, Francia y Canadá.
Amén de sus alianzas y asociaciones directas con los diferentes países, los gobernantes estadounidenses plantean que buscan diversas estructuras que asocien a EE.UU. con dos o más aliados o socios; entre ellas están las llamadas Asociaciones Trilaterales: expresan que una de ellas es la que enlaza a la República de Corea, Japón y EE.UU., que incluye: aplicación de las sanciones contra la RPDC (UNSCR); el intercambio de información; guerra antisubmarina; Defensa contra Mísiles Balísticos (BMD); guerra antiminas; y los esfuerzos en Asistencia Humanitaria/Alivio de Desastres (HA/DR).
Otra de estas alianzas trilaterales incluye a EE.UU., Japón y Australia, “para mejorar la seguridad en toda la región y aumentar la interoperabilidad; aumentar el intercambio de información; y capacidades de construcción”. Otra variante trilateral, según los autores del documento, enlaza a EE.UU. con la India y Japón; incluye lo que denominan el diálogo trilateral, que se dirige por el Departamento de Estado de EE.UU.; este mecanismo refuerza la cooperación en las áreas de conectividad y desarrollo de infraestructura, lucha contra la proliferación de armas de destrucción masiva, contraterrorismo, seguridad marítima, etc.
Destacan también la importancia de organizaciones subregionales, como la ASEAN, y la participación de EE.UU. en el Foro Regional de esa organización (generalmente debate problemas de seguridad), así como sobre la participación de EE.UU. en la Cumbre de Asia Oriental (EAS), presidida por el jefe rotatorio de la ASEAN.
También apoyan el llamado restablecimiento de las consultas del cuadrilátero diplomático, o QUAD, entre Estados Unidos, Australia, India y Japón, que se han reunido varias veces a nivel de Subsecretario desde noviembre de 2017. Plantean que las consultas se centran en mantener el orden basado en normas en el Indo Pacífico, aumentar la conectividad de acuerdo con el derecho y las normas internacionales, y coordinar los esfuerzos de lucha contra el terrorismo y la seguridad marítima.
Respecto a las fuerzas militares de su país desplegadas en el Indo Pacífico (ellos denominan esto Posture (postura); basan esta acción en una de las dos concepciones estratégicas militares norteamericanas principales, que es la llamada Presencia Avanzada (Forward Presence). De acuerdo con el Reporte de la Estrategia Indo Pacífico, el USINDOPACOM cuenta actualmente con más de 2 000 aviones; 200 buques y submarinos; y más de 370 000 soldados, marineros, infantes de marina, aviadores, civiles del Departamento de Defensa y contratistas asignados dentro de su área de responsabilidad. La mayor concentración de fuerzas estadounidenses en la región se encuentra en Japón y la República de Corea (RC).
Además de todas estas cuestiones, es importante significar que EE.UU. está involucrado directamente en dos de los más importantes conflictos que afectan a la región asiática: Afganistán y la Península Coreana.
AFGANISTÁN. Tras los ataques del 11 de septiembre de 2001, el gobierno de EE.UU. culpó al gobierno de Afganistán de apoyar y dar refugio a Osama Bin Laden y su organización Al Qaeda (es curioso que a muchos les cueste recordar que precisamente en Afganistán los norteamericanos apoyaron a los llamados “luchadores por la libertad” o muyahidines contra las fuerzas soviéticas; aquellos polvos trajeron estos lodos). En octubre de ese mismo año 2001 las fuerzas militares norteamericanas y sus aliados invadieron y ocuparon esa nación de Asia. Comenzaba así la guerra más larga que ha librado EE.UU., pues ya se acerca a los 20 años de duración. Miles de millones de dólares han sido invertidos, pero no se ha logrado ni la reconstrucción del país, ni el cese de la guerra, ni mejoras palpables en la vida de la población. Hay millones de refugiados afganos en países vecinos. De acuerdo con el más reciente reporte de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA por sus siglas en inglés), entre enero y junio de 2020, 1 282 civiles afganos murieron y 2 176 resultaron heridos como consecuencia del conflicto; aun cuando plantean que hubo una reducción respecto a igual período del año anterior, son cifras lo suficientemente altas para poder considerar que los enfrentamientos no han cesado.
Solo en algo hubo una transformación importante como consecuencia de la ocupación norteamericana, Afganistán se ha convertido en el mayor productor y exportador de heroína del mundo, y las tropas norteamericanas y de sus aliados no han podido evitarlo (¿o se benefician de ello?).
En meses recientes se hizo público que el gobierno de EE.UU. había llegado a un acuerdo con el movimiento Talibán para poner fin a la guerra en ese país y retirar las tropas norteamericanas y de la OTAN desplegadas en la nación centroasiática desde 2001. Aun cuando se conocía que existían conversaciones, el anuncio se consideró un tanto sorpresivo, y no han faltado los que acusan que este acuerdo perseguía un objetivo electorero por parte de Trump.
En tanto, la situación en el país centroasiático sigue siendo complicada; ya que continúan los enfrentamientos entre las fuerzas del gobierno y las opositoras, como, por ejemplo, la ocurrida el 3 de marzo de 2020, en el cual fallecieron 19 militares afganos; esto motivó un golpe aéreo de respuesta por la parte norteamericana. En tanto, la parte talibana expresó que su compromiso era reducir las acciones, no de un cese al fuego, que es lo exigido por el gobierno de Kabul. Para quien escribe estas líneas no parece que exista por parte de las fuerzas que persiguen el establecimiento de un Emirato en esa nación centroasiática, una intención real de deponer las armas, sino de buscar una posición de fuerza que le dé ventajas en las futuras conversaciones.
De hacerse con el poder los talibanes, pudiera representar un regreso a la situación que existía en Afganistán en el año 2001; existen determinados grupos étnicos que no aceptaban el gobierno talibán y se encontraban en guerra contra el mismo, por lo que no sería extraño que la paz necesaria para la reconstrucción del país no se alcance.
La desconfianza es palpable en buena parte de los militares norteamericanos, como lo demuestra el hecho de que el general Kenneth McKenzie, Jefe del Comando Central de los EE.UU., a quien están subordinadas directamente las tropas desplegadas en Afganistán, declaró lo siguiente ante representantes del Congreso de EE.UU. el día 12 de marzo de 2020: “No consideraría que lo que están haciendo los talibanes sea coherente con ningún camino para llegar a un acuerdo final de estado con el actual gobierno de Afganistán”.
Los críticos al gobierno norteamericano, que incluyen algunos académicos destacados, señalan que no puede considerarse al movimiento talibán como un interlocutor fiable, que tal acuerdo puede interpretarse como la aceptación de la derrota por parte de Washington, amén de un esfuerzo del entonces presidente Trump para demostrar que estaba cumpliendo sus promesas electorales.
La situación actual en Afganistán no parece clara tras la firma de los acuerdos del 29 de febrero de 2020, y será necesario esperar para ver si realmente las partes cumplen sus compromisos y se logran resultados positivos. Esto es deseable para una nación que lleva decenios de guerras y conflictos, y precisa de una paz estable y duradera para labrar un futuro mejor para sus ciudadanos,
PENÍNSULA DE COREA. El conflicto en la Península coreana ha sido uno de los más largos en la historia contemporánea. Tras la declaración del Armisticio del 27 de julio de 1953, los intentos por lograr un Tratado de Paz han sido rechazados por la parte estadounidense de forma reiterada y con diferentes argumentaciones.
Tras una etapa en la que aparentemente hubo relativa distensión, se produjeron varios encuentros entre el líder de la República Popular Democrática de Corea (RPDC), Kim Jong-Un, y el Presidente de los Estados Unidos Mr. Donald J. Trump; y también entre los dirigentes de la RPDC y la República de Corea, en los que se dieron algunos pasos de reducción de tensiones entre las partes, la situación ha vuelto, al parecer, a encarrilarse a una nueva etapa confrontativa.
Para EE.UU. y las demás potencias poseedoras del arma nuclear, no es conveniente que otros estados las adquieran. Bajo el manto del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares de 1968, tratan de presentarse como supervisores de la tenencia de tales armas por otras naciones, aun cuando es notorio que no han adoptado pasos concretos para su eliminación total.
Son estas las condiciones que enmarcan los elementos fundamentales referidos a la situación creada por el desarrollo de armas nucleares por parte de la RPDC. Además, se debe tener en cuenta que en esa área geográfica se encuentran otras naciones con determinado papel regional y global, y que, por lo tanto, tienen también interés en la solución del mismo.
El gobierno de la RPDC basa su política en el concepto de que la defensa nacional es lo fundamental, y, por lo tanto, su accionar tanto interno como externo, tiene este precepto como pilar. La RPDC se convirtió en un Estado nuclear a partir de 2006. No obstante, las grandes potencias, principalmente EE.UU. y sus aliados, no quieren reconocer ese status. Lo cierto es que dispone de un número no precisado de armas nucleares: el más reciente reporte del SIPRI (2020), plantea un estimado de entre 20 y 30 armas nucleares en poder de la RPDC .
Ante todo, pese a que algunos ejercicios militares entre EE.UU. y la RC no se hayan realizado, la presencia militar de EE.UU. en la región se ha mantenido, e, independientemente de alguno que otro discurso de Trump amenazando con reducir las tropas de EE.UU. en la península, eso no se corresponde con los principales documentos doctrinales norteamericanos, como son la Estrategia de Seguridad Nacional de 2017 y el Reporte de la Estrategia Indo Pacífico de 2019 del Departamento de Defensa. En estos se plantea con claridad que la región planetaria más importante para EE.UU. en estos momentos es lo que ellos denominan Indo Pacífico, que consideran que deben reforzar su presencia en la misma, y que dentro de sus aliados, la República de Corea tiene un puesto importante. Los políticos estadounidenses saben que retirar fuerzas militares de esa región reduciría notablemente su influencia en la misma, y ello está en contradicción con mantener su denominado “Liderazgo” a nivel global y regional.
Obvian el hecho de que las sanciones aplicadas a la RPDC no se han reducido y que el país continúa enfrentando una situación económica muy compleja, y que lógicamente, ante la constante presión norteamericana y de sus aliados internacionales, ha continuado reforzando, en la medida de sus posibilidades, las capacidades defensivas. Consideramos que, sin dejar de reconocer que en ciertas esferas han alcanzado algunos resultados importantes, su potencial militar no parece darle una fortaleza tal que permita que este país prevea atacar o invadir a ningún país vecino, además de que no hay evidencia de que hayan manifestado tales propósitos. Cualquier nación que tenga que lidiar con la presencia de más de 80 mil militares, buques y aviones de combate norteamericanos situados cerca de sus fronteras, más las fuerzas de sus vecinos hospederos de las tropas estadounidenses, no tendría otra opción que mantener en lo posible sus capacidades para la defensa.
Si el gobierno norteamericano tuviera reales intenciones de estabilizar la situación en la península coreana, debiera iniciar un proceso encaminado a lograr un tratado de paz justo, equilibrado y que realmente permita eliminar el peligro de guerra.
Otro aspecto que se debe considerar es la experiencia histórica de que los ocupantes de la Casa Blanca utilizan un procedimiento muy característico para las negociaciones: generalmente emplean la táctica de ofrecer ventajas, condicionando las mismas a determinadas concesiones de la otra parte; una vez que los contrarios satisfacen las solicitudes norteamericanas, entonces los estadounidenses plantean que tales acciones son insuficientes, y hacen nuevas exigencias antes de cumplir ellos con lo supuestamente acordado.
Otro elemento a tener en cuenta es que al parecer los gobernantes de la RPDC no olvidan que gobiernos anteriores de EE.UU., han sido los principales saboteadores de las negociaciones; el ejemplo del resultado de las dilatadas Conversaciones a 6 Bandas es notorio.
Lo cierto es que, en la actualidad, la situación en la Península coreana no parece encaminarse a una solución a corto plazo, e incluso los dirigentes de la RPDC han rechazado nuevas conversaciones. La voladura de la oficina de enlace intercoreana en Kaesong, el 16 de junio de 2020, es una señal bastante clara.
MAR MERIDIONAL DE CHINA. Además de estos dos conflictos, que al parecer no se resolverán en un futuro próximo, el gobierno norteamericano, mediante el envío de agrupaciones navales, incluyendo dos portaaviones de propulsión nuclear en cada caso, ha vuelto a traer a la palestra la situación en el Mar Meridional (o Sur) de China. Se trata de un corredor fundamental del trasiego comercial para todos los países de la región (que abarca, sobre todo, el Medio Oriente, el Índico y Asia-Pacífico). Más de 60 mil buques circulan por el Estrecho de Malaca hacia el Este de Asia y el Océano Pacífico (o en sentido contrario, hacia Europa) atravesando el Mar Meridional de China (el doble de los que pasan por el canal de Suez y el triple de los cruzan por Panamá); aproximadamente el 30% del comercio mundial y el 50% de productos del petróleo (cerca de 15-17 millones de barriles), viajan desde el Golfo Pérsico, pasan por el Estrecho y llegan a Japón, Corea del Sur, China, etc, para asegurar una parte importante de sus suministros energéticos. Esta es, por cierto, la vía marítima más corta que conduce a Asia Oriental, y está privilegiada también por abundantes reservas de petróleo, peces y otros valiosos productos del mar.
Es conocido que sucesivos gobiernos de Estados Unidos han esbozado en diferentes documentos, fundamentalmente en las llamadas “Estrategias de Seguridad Nacional”, determinadas concepciones respecto a ciertas áreas o dominios, incluidos los denominados Bienes Globales Comunes, que incluyen como tales las rutas aéreas y marítimas internacionales. En un ejercicio muy propio de ellos, utilizan definiciones como “dominios comunes” (tal como lo expresan en la página 40 de la ESN 2017), “espacios compartidos”, etc. Lo interesante es que el gobierno norteamericano, en virtud de lo que consideran su potestad o atribución dentro del “Liderazgo” que plantean ejercen a nivel mundial, se atribuye la responsabilidad de velar por estos espacios o dominios, y amenazan con actuar, junto a aliados y socios, o independientemente, contra aquellos que, según sus criterios, afecten sus intereses en tales dominios.
Para EE.UU., en su posición de potencia a nivel mundial, los conflictos marítimos son de gran relevancia, máxime los relacionados con una región de creciente importancia desde el punto de vista económico. La Estrategia de Seguridad Nacional de 2015 (ESN 2015) de EE.UU. planteaba lo siguiente, en su página 29:
El mundo está conectado por espacios compartidos —ciberespacio, espacio, cielos y océanos— que permiten el libre flujo de personas, mercancías, servicios e ideas. Existen arterias de la economía global y la sociedad civil cuyo acceso está en riesgo debido a la creciente competencia y las conductas provocativas. Por ende, continuaremos promoviendo leyes para garantizar una conducta responsable al mismo tiempo que aseguraremos las capacidades para garantizar el acceso a esos espacios compartidos (ESN, 2015)
Es muy curioso este interés, conociendo que EE.UU. no ha ratificado la Convención de Derechos del Mar de las Naciones Unidas (CONVEMAR), por problemas en el Congreso de esa nación. Igualmente, han expresado apoyo a resoluciones de tribunales internacionales que han emitido fallos contra la RPCH, a pesar de que se conoce que EE.UU. se ha retirado de varios de esos mismos tribunales, o no les reconoce autoridad.
Respecto a la situación en los mares del Este y Sur de China planteaban lo siguiente:
Con relación a las disputas territoriales, particularmente en Asia, denunciamos la coerción y las conductas agresivas que amenazan con escalar. Alentamos la apertura de canales para el diálogo encaminado a resolver las disputas de manera pacífica de acuerdo con la ley internacional. También apoyamos la creación de un código de conducta efectivo para el Mar de la China Meridional entre China y la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN). (ESN 2015)
Siendo conocido que el gobierno norteamericano representa, ante todo, los intereses de las grandes empresas transnacionales (incluso, y casi siempre, por encima de los del propio pueblo de esa nación), resulta extremadamente sospechosa tal actitud; poco se beneficiará el 99% de la población del planeta de ese interés estadounidense, que, como es conocido, desconoce las potestades de las instituciones internacionales cuando lo cree necesario (recordar cuando el presidente George W. Bush ordenó invadir Irak en 2003, desoyendo los informes de instituciones de la ONU que afirmaban la no existencia de armas de destrucción masiva en el país medio-oriental; después, cuando las susodichas armas no aparecieron, ni siquiera se disculpó).
Al respecto, el día 13 de julio de 2020, el entonces Secretario de Estado de EE.UU., Michael Pompeo declaró:
Hoy estamos fortaleciendo la política estadounidense en una parte vital y contenciosa de esa región: el Mar Meridional de China. Estamos dejando en claro: las afirmaciones de Beijing sobre los recursos en alta mar en la mayor parte del Mar Meridional de China son completamente ilegales, como lo es su campaña de intimidación para controlarlos. (Pompeo, 2020a)
La importancia de la zona y las consideraciones sobre el alcance territorial de su seguridad nacional explican el interés conflictivo y excluyente de China por el Mar Meridional, que considera parte de su soberanía e integridad territorial, y cubre áreas de mar, cielo y una serie de islas actualmente en litigio. Ello colisiona con los avances concretos y reclamos territoriales en el área por otros países vecinos, que contraponen lo que también valoran como sus intereses nacionales. Es lógico pensar que la realización de acciones militares en el Mar Meridional de China no solo afectaría a las naciones ribereñas, sino que sería perjudicial para Japón, Corea del Sur y la propia RPCH, ya que provocaría que el tráfico marítimo hacia y desde esos países tuviera que desviarse, aumentando el número de singladuras en las travesías de los buques mercantes y por consecuencia, elevando los costes de los fletes a las cargas comerciales. Esto pudiera significar gastos adicionales por miles de millones de dólares, que también afectaría al del resto del mundo que utiliza esa vía para el intercambio con el Este de Asia.
Más allá de algunas declaraciones de personalidades norteamericanas, el tono respecto a las disputas sobre el Mar Meridional de China ha estado caracterizado por el llamado al diálogo. Por otra parte, la RPCH se ha concentrado en la búsqueda de conciliaciones a nivel bilateral con los países ribereños, fundamentalmente Vietnam, Indonesia, Filipinas y Malasia, y manifestando el interés de que se establezca el Código de Conducta respecto al Mar Meridional de China.
El tema continúa negociándose, principalmente en el marco de la ASEAN, y esporádicamente se producen hechos unilaterales que afectan la estabilidad. India, Japón y otras naciones extrarregionales favorecen la cooperación con países involucrados en materia de defensa.
EE.UU., a pesar de no ser parte de la CONVEMAR, saludó el resultado del fallo de la Corte Permanente de Arbitraje del Tribunal Internacional de la Haya, el 12 de julio de 2016, favorable a Filipinas en su reclamación contra la RPCH.
Igualmente, de forma pública habían manifestado su apoyo a la adopción de un “Código de Conducta” por parte de los países ribereños de ese mar, estimulado por la ASEAN. Esto se enmarca en la política norteamericana de asumir un papel como garante de la seguridad de los llamados “espacios compartidos”, que incluye las rutas de navegación internacional.
La Marina de Guerra estadounidense además, mantiene desplegados en Singapur varios buques de guerra, los llamados Buques de Combate de Litoral, bajo el pretexto de combatir la piratería en la zona, y apoyar a esa ciudad-estado en su seguridad marítima.
EE.UU. ha estado realizando sistemáticamente las llamadas Operaciones de Libertad de Navegación (Freedom of Navegation Operation, FONOP) en el Mar Meridional de China, en las cuales participan agrupaciones aeronavales, declarando que lo hacen con el fin de garantizar la seguridad de la navegación; recientemente Japón también ha enviado buques de guerra a participar en tales operaciones. En varias ocasiones, buques de guerra estadounidenses, en ejecución de esas operaciones, se han aproximado a menos de las 12 millas náuticas de algunas de esas islas en disputa, dentro de lo que se establece como mar territorial por la CONVEMAR, y han sido interceptados por buques chinos. La parte norteamericana se ha escudado en la concepción del llamado “paso inocente”, que según la aludida convención permite a cualquier buque navegar en aguas bajo la jurisdicción de otro estado en tránsito a otro lugar. Lo que sucede es que si el susodicho buque está realizando una “Operación (FONOP)”, no puede considerarse como “paso inocente”, si tenemos en cuenta lo que se plantea en el Diccionario de Términos Militares y Asociados del DOD respecto a lo que es una “operación” , y lo que establece la CONVEMAR como requisito para el “paso inocente”.
EE.UU. se ha pronunciado asimismo contra la construcción de islas artificiales en los archipiélagos en disputa, en particular por el carácter militar de la mayor parte de las instalaciones. Hay también reportes acerca de afectaciones a los bancos de coral en muchas de las islas, lo que perjudica la ecología de la zona.
Pero no creemos que sea precisamente EE.UU. el más indicado para mediar en este conflicto, y que la mejor solución sea enviar constantemente buques de guerra a merodear la zona, ya que, hasta ahora, las diferentes disputas y ocupación de islas no han interferido en la navegación en la región, y las naciones ribereñas se encuentran negociando para establecer un Código de Conducta en el Mar Meridional de China.
La región de Asia Pacífico también es escenario de otros conflictos de importancia, entre los que queremos destacar:
El diferendo por el archipiélago de las Kuriles entre el Estado de Japón y la Federación de Rusia. Japón de forma reiterada ha reclamado que se le reintegren, en particular las cuatro islas del grupo sur: Etorofu (Iturup), Kunashir, Shikotan y Habomai. Las Kuriles pasaron a soberanía soviética una vez concluida la II Guerra Mundial, y cuando desapareció la URSS quedaron bajo la jurisdicción de la Federación de Rusia.
Existe un diferendo entre el estado de Japón, la República Popular China y Taiwán, respecto a la soberanía de un pequeño archipiélago ubicado en el Mar del Este de China, denominado en japonés Sensaku-shoto; por los chinos Diaoyu, y por parte taiwanesa Diaoyutai (en inglés se conocen como Pinnacle), un total de ocho islas, islotes y peñascos cuya extensión total es de 7 km2. Las aguas circundantes tienen excelentes reservas de pesca y se ha confirmado la presencia de depósitos de hidrocarburos.
La posición de EE.UU. respecto a este conflicto es favorable a los intereses de su aliado Japón, en detrimento de las aspiraciones de la R.P. China y de Taiwán. Como consecuencias de la II Guerra Mundial, EE.UU. mantuvo ocupadas las Islas Senkaku hasta 1972, año en el cual pasó la jurisdicción de las mismas a favor de Japón.
Debe tenerse en cuenta además que EE.UU. está obligado, merced el Tratado de Seguridad y Cooperación Mutua EEUU-Japón de 1951 (posteriormente ampliado en 1960), a apoyar a este país en caso de “agresión” por parte de otra nación. Recientemente ratificaron que el artículo 5 de dicho tratado incluye las islas Senkaku.
EE.UU. no aceptó el establecimiento en noviembre de 2013 por parte de la R.P. China de una Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ, Air Defense Identification Zone) que comprendía parte de las islas y área marítima en disputa, enviando aviones y buques a patrullar en la misma, al igual que Japón.
Es de considerar que en caso de que el diferendo entre la R.P.China y Japón se incrementara, las fuerzas militares de EE.UU. apoyarían a los japoneses en su enfrentamiento con la contraparte china, de no lograr que se eviten acciones de carácter militar entre las partes.
Existe un importante diferendo entre Japón y la República de Corea (RC) por la soberanía de las islas llamadas Dokdo (son conocidas en Japón como Takeshima) (y que también son conocidas como rocas de Liancourt o rocas de Hornet), que constituyen el escollo más importante en las relaciones de japoneses y surcoreanos.
Diferendo por la isla Tshushima, bajo soberanía japonesa. Es reclamada por la RC, que la llama Daemado; en 1949, durante las negociaciones conocidas como SCAP, no fue aceptada la demanda coreana, quedando esta isla como parte del Japón; no obstante, las reclamaciones del gobierno de Seúl se mantienen. De acuerdo con fuentes de prensa, en el año 2007 Japón propuso a la RC llevar el caso a la Corte Internacional de Justicia, lo cual fue rechazado.
Existen controversias fronterizas entre China y la India en dos sectores diferentes, uno cercano a la región de Cachemira (en la zona conocida como el Valle de Galwan, en el Estado de Ladakh, escenario de recientes choques entre fuerzas militares), área también conocida como Aksai Chin, donde existe una llamada Línea de Control Actual (LAC), la cual no está debidamente delimitada y ha sido fuente de enfrentamientos; y en la región este, en la provincia india de Arunachal Pradesh conocida como Distrito Noroeste, en una zona entre Bután y el Tíbet.
En la propia región de Cachemira existe una disputa de larga data entre la India y Pakistán. El origen del conflicto está íntimamente relacionado con el pasado colonial, y es consecuencia de las políticas de las potencias imperialistas, especialmente Gran Bretaña. La solución buscada por los colonialistas ingleses, aplicando la vieja máxima de “divide y vencerás”, incentivó las diferencias entre los hindúes de fe musulmana y los de la fe brahmánica o hinduista. Por ello se decidió que se crearan dos naciones, diferenciadas por la fe religiosa de la población que mayoritariamente viviera en cada zona; esto motivó migraciones de millones de personas hacia áreas donde estarían los de su mismo credo, abandonando tierras donde habían vivido hasta entonces.
Desde 1948 se han sucedido una importante cantidad de conflictos, incluyendo cuatro guerras entre las dos naciones del Sur de Asia. Recientes decisiones de la India de establecer una nueva estructura de gobierno en la región de Cachemira y Ladakh han reanimado las tensiones.
Existe un importante conflicto en Myanmar, que también afecta a la vecina Bangladesh, motivado por la represión a una minoría de fe musulmana, denominada Rohingya, dentro de un país mayoritariamente budista.
TAIWÁN. Para la República Popular China, el principal problema que afecta su seguridad nacional es el diferendo con Taiwán. En repetidas ocasiones, el gobierno de Beijing ha reiterado su posición respecto a que considera a esta isla como una provincia de la RPCH y una parte inalienable de su territorio, que su actividad respecto a la misma está encaminada a la reunificación, preferiblemente pacífica, pero que está dispuesta a dar cualquier paso si los gobernantes de Taipei se declaran como un país independiente.
Por su parte, los sucesivos gobiernos de Taiwan han mantenido una política encaminada a mantener su independencia, sin llegar a un conflicto directo con la RPCH, y continuando su estrecha relación con EE.UU., que le suministra armamento y tiene una denominada Ley de Relaciones, que establece su apoyo a los gobiernos de la misma.
De acuerdo con diferentes fuentes, en la RPCH hay organizaciones separatistas en dos regiones, en el Tibet y en la Región Autónoma de los Uigur de Xinjiang.
El Tibet tiene status de Región Autónoma, con una extensión de 1 millón 220 km cuadrados; está situada en las estribaciones de los Himalayas, y es una de las regiones más despobladas de China. Antes de la revolución existía un estado teocrático-feudal, históricamente vasallo del gobierno chino, gobernado por el llamado Dalai Lama, que es, según las creencias del llamado budismo tibetano, una reencarnación de Buda. En 1950 el Ejército Popular de Liberación estableció el control sobre el Tibet, designándose esta como una Región Especial. El Dalai Lama mantuvo sus funciones religiosas, pero el poder político se ejerció por el gobierno central.
Tras una revuelta en 1959, en marzo de ese año el Dalai Lama, sus adjuntos y familia emigraron a la región de Assam en la India, y declararon que no reconocerían la soberanía china sobre este territorio. El mismo ha sido apoyado por las potencias occidentales, pero carece de poder real, aunque funciona un llamado “Gobierno del Tibet en el Exilio”.
En la región de Xinjiang, con una extensión de 1 millón 600 km cuadrados, cuenta con 16,5 millones de habitantes, la mitad de los cuales son minorías (uigures 42%, kazajos 6,2% y kirguís 1%); la etnia uigur, de origen turkestano, profesa la religión musulmana; las otras etnias practican diferentes religiones, incluido el budismo. Esta es una región con grandes extensiones semidesérticas, y una de los territorios más atrasados de la RPCH. De acuerdo con documentos oficiales chinos, en los últimos años se han hecho importantes inversiones para el desarrollo de esa zona.
En el mismo existe un fuerte movimiento separatista, que incluye organizaciones que han sido catalogadas de terroristas por la RPCH e incluso por los EE.UU. Una de estas organizaciones es el denominado Partido Islámico de Alá del Turquestán Oriental, conocido también como Partido Islámico del Turquestán Oriental o Movimiento Islámico del Turquestán Oriental.
En Hong Kong, y con menos peso en Macao (dos regiones de la RPCH reincorporadas después de haber sido colonias inglesa y portuguesa, respectivamente, y donde se aplica la política de “un país, dos sistemas”) ha habido algunos signos de intranquilidad, que han sido controlados por las autoridades chinas, pero no dejan de ser problemas de cierta importancia.
CONCLUSIONES
Valorando los hechos más recientes y la postura de confrontación asumida por EE.UU. respecto a la RPCH y su decisión de incrementar su presencia en la parte del planeta que ellos denominan Indo Pacífico, además de los diferendos entre las principales naciones del área y los problemas internos de la mayoría de esas naciones, consideramos que el escenario en la región bañada por el Océano Pacífico está lejos de hacer honor al nombre asignado a dicha extensión marítima por Vasco Núñez de Balboa en 1513.
Por ello insistimos en recordar las palabras de nuestro Comandante en Jefe: Luchar por la paz es el deber más sagrado de todos los seres humanos, cualesquiera que sean sus religiones o país de nacimiento, el color de su piel, su edad adulta o su juventud.
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