ENSAYOS
HACÍA UN NUEVO ESTILO DE SER PARROQUIA
TOWARDS A NEW STYLE OF BEING A PARISH
ORATORES
Universidad Metropolitana de Educación, Ciencia y Tecnología, Panamá
ISSN: 2410-8928
ISSN-e: 2644-3988
Periodicidad: Semestral
núm. 18, 2023
Recepción: 25 Marzo 2023
Aprobación: 26 Abril 2023
Resumen: Las Iglesias cristianas de todo el mundo, sufren una crisis a multiplés causas que van desde lo moral hasta lo doctrinal con el mundo contemporáneo. Falta de feligreses en todas partes del mundo han sido causa del cierre de cientos de parroquias y misiones en todas partes. Por otro lado, para la gente joven de este momento la Iglesia no es atractiva en nada y esto lo vemos reflejado cuando asistimos a una congregación para participar en algún culto y vemos la población que asiste a la misma, la gran ausente es la juventud. Es por ello, que es necesario explorar un nuevo modelo de parroquia que responda a las necesidades de nuestros pueblos comprometidos con el cambio. Esa opción y nuestra propuesta para la Iglesia del siglo XXI son las parroquias basadas en el modelo de las pequeñas comunidades eclesiales de base (CEBs).
Palabras clave: Iglesia, Parroquias, Misiones Organizadas, Estaciones de Predicaciones, Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), Eclesiología.
Abstract: Christian churches around the world are suffering from a crisis of multiple causes ranging from the moral to the doctrinal with the contemporary world. Lack of parishioners in all parts of the world has caused the closure of hundreds of parishes and missions everywhere. On the other hand, during our times, the Church is not attractive to young people at all and this is reflected when we attend a congregation to participate in some worship and we see the population that attends it, the great absentee is the youth. That is why it is necessary to explore a new model of parish that responds to the needs of our people committed to change. That option and our proposal for the Church of the 21st century are parishes based on the model of small basic ecclesial communities (BECs).
Keywords: Church, Parishes, Organized Missions, Preaching Stations, Basic Ecclesial Communities (BECs), Ecclesiology.
INTRODUCCIÓN
Presentar un “nuevo estilo de la parroquia” que parte de la comprensión de la “Eclesiología de la Koinonía”, donde se promueven los principios de la fraternidad y solidaridad humana es lo que pretendemos en este artículo.
Hoy día, nuestras parroquias se mueven en la línea de la “Eclesiología de la sacramentalización” y esta no es inclusiva; particularmente se caracteriza por la masificación de los servicios litúrgicos, es decir: Una parroquia se compone de cientos o miles de personas según sea el caso que son extrañas entre sí, y que su único sentido de estar en el templo es el poder comulgar separado de la realidad salvífica y apostólica de la Iglesia.
Este modelo de ser parroquia, pierde todo el aspecto de la comunión fraterna, se pierde el contacto entre el pastor de almas con el creyente o “religioso”, abriendo una brecha entre ambos y que no deja presentar el evangelio a su vida y suplir a la persona necesitada sus necesidades espirituales o materiales. En este modelo, se promueve un excesivo sacramentalismo clerical, el pastor de almas se convierte en un hombre orquesta. En buen español: “El que lo hace todo en todos” y con un grado de autoritarismo cuasi supremo.
En este modelo, el “uno”, se siente “uno más dentro del montón”; la persona se pierde en medio de tantas necesidades, no participa pues, se siente un extraño en la comunidad eclesial en general; este modelo de parroquia promueve la “vida solitaria y ermitaña”, es decir: “La vida de vernos de reojo cada domingo sin mantener un contacto real con la esencia de la Iglesia que es ser comunidad de fe”.
Sobre este aspecto señalado, el modelo de parroquia que se desea recrear, se transforma en una gran comunidad fraterna, pero de pequeñas comunidades eclesiales de base y todas ellas con su ministro laico o clerical.1 Este nuevo modelo basado en pequeñas comunidades eclesiales de base (CEBs), dirigida en su mayoría por líderes laicos, que son a su vez dirigidos por diáconos o presbíteros encargados de las parroquias, misiones organizadas o simplemente estaciones de predicaciones.2
De tal forma que los aspectos negativos que hemos señalados anteriormente, como desventajas de la parroquia tradicional que promueve su vida a través de la “excesiva sacramentalización”, sean sanadas con este nuevo estilo que promueve eclesiológicamente la koinonía como la diakonía entre sus miembros.3
La nueva parroquia es también conocida con un nombre en particular conferida por la Iglesia de manera oficial y canónica; ejemplo de ello es la existencia de templos con el nombre de: “La Transfiguración”, “El Buen Pastor” entre otros. La misma contará con una gobernanza flexible, con su propia expresión litúrgica en unidad con la Iglesia Universal, y uno o varios apostolados que motivan a sus miembros en el servicio en amor y de manera voluntaria a partir de esas experiencias que se den en las pequeñas comunidades de base (CEBs).
A). - La Junta Parroquial: “Reunión de líderes laicos representantes auténticos de la base de la Iglesia.
La Junta Parroquial es la que está representada no sólo por el clero de la parroquia, sino que tendrá una participación decisiva por el laicado de la Iglesia y que ocuparán cargos de importancia en la gobernanza de la parroquia.
Una representación en la Junta Parroquial, es la representación de la vida eclesiológica de la parroquia y su estructura gira en torno a su trabajo coordinado y basado en una teología pastoral definida por la Iglesia. Si vemos en este nuevo modelo de parroquia difiere de la parroquia tradicional en cuanto a la fuerte vinculación y espiritualidad fraterna y que se justifica por la misma espiritualidad de la parroquia siendo así un plan de acción evangelizadora.
Cada comunidad eclesial de base (CEBs), estará representada a su vez, por su líder que a su vez tendrán no solo voz en la gobernanza flexible de la parroquia sino también “voto” en las decisiones parroquiales.
Todas aquellas decisiones de gobernanza parroquiales, serán decididas aquí, debido a que cada proyecto o cuestión por tratar y que se necesite el visto bueno de toda la parroquia, deberá ser consultada con la base y después someterlas a votación para su ejecución. De esta forma todas las personas de la Iglesia, desde la base, tiene voz y voto sobre las cuestiones de la Iglesia a través de su representado.
Este nuevo modelo de la parroquia, se basa en un principio simple y que pertenece a la eclesiología mismo de la parroquia: “La Iglesia somos todos”; y por eso el poder como el servicio se comparte, pues este es un don de Dios para la Iglesia. Ninguna persona que pertenezca a una comunidad eclesial de base debe estar desinformada de lo que sucede en una junta parroquial.
El nuevo modelo de parroquia, promueve también la reunión anual de toda la parroquia, como lo establece el canon de la Iglesia, y es donde se tomarán decisiones sobre la nueva junta y los reemplazos de sus representantes en todos los niveles. Es aquí también, donde se toman las decisiones de representatividad ante la Convención Anual de la Iglesia, representaciones a nivel internacional y otros organismos eclesiales, nacionales e internacionales.
B). - La Expresión Litúrgica de la parroquia.
La expresión litúrgica de la parroquia el día domingo es muy importante por su significado festivo, todas las comunidades eclesiales de base se reúnen este día con amor para realizar un culto de adoración “en memoria de aquél Jesús de Nazareth, el que dando su vida por nosotros, nos rescató del pecado y de la muerte”. Esta celebración es todo un acontecimiento.
Se reúnen con un fin: “partir el pan y tomar del cáliz”, donde cada miembro reconoce la presencia de ese Jesús Resucitado en ese acto de amor con nosotros. Por eso la acción de gracias, la acción litúrgica, también debe tener una constante preocupación de dar, pero también de recibir de la enriquecedora experiencia de las comunidades eclesiales de base (CEBs).
Por eso, existe en las mismas una interrogante: ¿Qué podemos aportar nosotros, como pueblo de Dios, a la acción litúrgica, para que nuestra expresión de agradecimiento sea más auténtica y más comunitaria? Lo que hace pensar, que tenemos por delante un reto; debemos buscar los medios para que nuestras experiencias como comunidad cristiana sea expresada en nuestra acción litúrgica en el domingo.
En este sentido, las comunidades eclesiales de base en la parroquia, están abiertas para cualquier expresión litúrgica típica del pueblo en la liturgia, es decir en la plegaria eucarística, como también en los cantos y en las ofrendas ante el altar.
C). - La Iglesia, sirviendo en amor y libertad a partir de las experiencias de las comunidades eclesiales de base (CEBs).
Las comunidades eclesiales de base, que se reúnen para la adoración a Dios, son comunidades con una expresión de libertad que ha sido obtenida a partir de la liberación que Jesús donó a los suyos en la experiencia pascual. Al igual que la Pascua Judía, los cristianos hemos sido rescatados de la muerte para adorar a un solo Señor en una sola fe.4 La Iglesia es, por tanto, reflejo vivo de su Señor, y se expresa en la vida con la misma libertad.
Ella (La Iglesia), es libre ante el dolor “Cuando oyeron estas cosas, se enfurecieron y rechinaron los dientes contra Esteban. Pero él, lleno del Espíritu Santo, miró al cielo y vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios. Entonces dijo: —¡Miren! Veo los cielos abiertos, y al Hijo del hombre a la derecha de Dios. Pero ellos se taparon los oídos, y dando fuertes gritos se lanzaron todos contra él. Lo sacaron de la ciudad y lo apedrearon; los que hacían de testigos contra él dejaron sus ropas al cuidado de un joven llamado Saulo. Mientras lo apedreaban, Esteban oró, diciendo: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego se puso de rodillas y gritó con voz fuerte: «¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado!» (Hch. 7,54 - 60); ante los problemas “Por aquel tiempo, el rey Herodes comenzó a perseguir a algunos de la iglesia. Ordenó matar a filo de espada a Santiago, el hermano de Juan; y como vio que esto había agradado a los judíos, hizo arrestar también a Pedro. Esto sucedió en los días de la fiesta en que se come el pan sin levadura. Después de arrestarlo, Herodes metió a Pedro en la cárcel, donde estaba vigilado por cuatro grupos de soldados, de cuatro soldados por grupo. Pensaba presentarlo ante el pueblo después de la Pascua. Así que Pedro estaba en la cárcel, bien vigilado, pero los de la iglesia seguían orando a Dios por él con mucho fervor. Un ángel libra de la cárcel a Pedro La misma noche anterior al día en que Herodes lo iba a presentar ante el pueblo, Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, mientras otros soldados estaban en la puerta vigilando la cárcel. De pronto se presentó un ángel del Señor, y la cárcel se llenó de luz. El ángel tocó a Pedro en el costado, lo despertó, y le dijo: «¡Levántate en seguida!» Al instante, las cadenas cayeron de las manos de Pedro, y el ángel le dijo: «Vístete y ponte las sandalias.» Así lo hizo Pedro, y el ángel añadió: «Ponte tu capa y sígueme.» Pedro salió tras el ángel, sin saber si era realidad o no lo que el ángel hacía. Más bien le parecía que estaba viendo una visión. Pero pasaron la primera guardia, luego la segunda, y cuando llegaron a la puerta de hierro que daba a la calle, la puerta se abrió por sí sola. Salieron, y después de haber caminado una calle, el ángel lo dejó solo. Pedro comprendió entonces, y dijo: «Ahora veo que verdaderamente el Señor ha enviado a su ángel para librarme de Herodes y de todo lo que los judíos querían hacerme.» Al darse cuenta de esto, Pedro se fue a casa de María, la madre de Juan, llamado también Marcos, donde muchas personas estaban reunidas en oración. Llamó a la puerta de la calle, y una muchacha llamada Rode salió a ver quién era. Al reconocer la voz de Pedro, fue tanta su alegría que, en vez de abrir, corrió adentro a avisar que Pedro estaba a la puerta. Le dijeron: —¡Estás loca! Pero ella aseguraba que era cierto. Ellos decían: —No es él; es su ángel. Mientras tanto, Pedro seguía llamando a la puerta. Y cuando abrieron y lo vieron, se asustaron. Pero él, con la mano, les hizo señas de que se callaran, y les contó cómo el Señor lo había sacado de la cárcel. Y añadió: —Cuenten esto a Santiago y a los hermanos. Luego salió y se fue a otro lugar. Cuando amaneció, se produjo una gran confusión entre los soldados, porque no sabían qué había pasado con Pedro. Herodes ordenó buscarlo, pero como no lo pudo encontrar, hizo responsables a los guardias y los mandó matar. Después de esto, Herodes salió de Judea y se fue a vivir a Cesarea. Herodes estaba enojado con los habitantes de Tiro y de Sidón, los cuales se pusieron de acuerdo para presentarse ante él. Lograron ganarse la buena voluntad de Blasto, un alto funcionario del rey Herodes, y por medio de él le pidieron paz, porque Tiro y Sidón obtenían sus provisiones en el país del rey. Herodes los citó para un cierto día, en el que, vestido con ropa de ceremonia, ocupó su asiento en el tribunal y les dirigió un discurso. La gente comenzó entonces a gritar: «¡Este que habla no es un hombre, sino un dios!» En el mismo momento, un ángel del Señor hizo que Herodes cayera enfermo, por no haber dado honor a Dios, y murió comido de gusanos”. (Hch. 12:1-23); y ante la misma muerte que la acecha “¿Qué más podremos decir? ¡Que si Dios está a nuestro favor, nadie podrá estar contra nosotros! Si Dios no nos negó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos también, junto con su Hijo, todas las cosas? ¿Quién podrá acusar a los que Dios ha escogido? Dios es quien los hace justos. ¿Quién podrá condenarlos? Cristo Jesús es quien murió; todavía más, quien resucitó y está a la derecha de Dios, rogando por nosotros. ¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta? Como dice la Escritura: «Por causa tuya estamos siempre expuestos a la muerte; nos tratan como a ovejas llevadas al matadero.» Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!” (Rom. 8, 31 – 39).
La Iglesia se caracteriza por mantener una mentalidad no de culpabilidad por sus multiplés pecados “Dijo David: «¡Dichosos aquellos a quienes Dios perdona sus maldades y pasa por alto sus pecados! ¡Dichoso el hombre a quien el Señor no toma en cuenta su pecado!» (Rom. 4, 7 – 8); debido a que el mismo Señor, ha perdonado todas sus faltas y aunque se está conciente que, se puede caer en los mismos errores pasados, la superación de lo propiamente negativo va saliendo una realidad en la vida de la Iglesia “Por tanto, que nadie los critique a ustedes por lo que comen o beben, o por cuestiones tales como días de fiesta, lunas nuevas o sábados. Todo esto no es más que la sombra de lo que ha de venir, pero la verdadera realidad es Cristo. No dejen que los condenen esos que se hacen pasar por muy humildes y que dan culto a los ángeles, que pretenden tener visiones y que se hinchan de orgullo a causa de sus pensamientos humanos. Ellos no están unidos a la cabeza, la cual hace crecer todo el cuerpo al alimentarlo y unir cada una de sus partes conforme al plan de Dios. Ustedes han muerto con Cristo y ya no están sujetos a los poderes que dominan este mundo. ¿Por qué, pues, viven como si todavía fueran del mundo, sometidos a reglas tales como: «No toques eso, no comas aquello, no lo tomes en tus manos»? Todas estas reglas tienen que ver con cosas que se acaban con el uso, y sólo son mandatos y enseñanzas de hombres. Es verdad que tales cosas pueden parecer sabias, porque exigen cierta religiosidad y humildad y duro trato del cuerpo, pero son cosas que no honran a nadie, pues sólo sirven para satisfacer los deseos puramente humanos”. (Col. 2, 16-23). Y con esta mentalidad, mantenemos nuestras esperanzas que es “vivir confiados en novedad y plenitud de vid, y aguardar la venida de Cristo en Gloria, y el cumplimiento de los propósitos de Dios para el mundo.5
Por lo tanto, una comunidad que exprese su fe en Dios como Jesús, tiene que ser libre “Pues ustedes no han recibido un espíritu de esclavitud que los lleve otra vez a tener miedo, sino el Espíritu que los hace hijos de Dios. Por este Espíritu nos dirigimos a Dios, diciendo: «¡Abbá! ¡Padre!» (Rom. 8,15). Quisiera en estos momentos, citar algunas palabras de Christian Duquoc sobre la persona de Jesús y su libertad: “La imagen de la personalidad que se impone a la lectura de los evangelios es la de un hombre libre. No la de un “Aristócrata” o la de un “Superhombre” que albergase exclusivamente en su ánimo el despecho por la plebe. Al contrario, la autoridad que demuestra Jesús en su enseñanza y que revela la libertad de su comportamiento social y de su actitud religiosa no engendra ni mucho menos ese respeto temeroso ante su presencia”.6
La comunidad (La Iglesia), debe ser reflejo vivo de su Señor “Ustedes, como hijos amados de Dios, procuren imitarlo. Traten a todos con amor, de la misma manera que Cristo nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y sacrificio de olor agradable a Dios”. (Ef. 5, 1-2); cualquier concepción de la que no nos muestra la realidad de las escrituras sobre Jesús,7 sería un error que más adelante le costaría a la propia comunidad, un atraso constante en su crecimiento espiritual.
A partir de este “identificarse” con Jesús, la comunidad hace énfasis en el servicio (diakonía), que se funda en el carisma “Ustedes, hermanos, han sido llamados a la libertad. Pero no usen esta libertad para dar rienda suelta a sus instintos. Más bien sírvanse los unos a los otros por amor. Porque toda la ley se resume en este solo mandato: «Ama a tu prójimo como a ti mismo.” (Gál. 5, 13 – 14). Jesús, fue el más alto servidor que la comunidad cristiana primitiva pudiera tener “Era antes de la fiesta de la Pascua, y Jesús sabía que había llegado la hora de que él dejara este mundo para ir a reunirse con el Padre. Él siempre había amado a los suyos que estaban en el mundo, y así los amó hasta el fin. El diablo ya había metido en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la idea de traicionar a Jesús. Jesús sabía que había venido de Dios, que iba a volver a Dios y que el Padre le había dado toda autoridad; así que, mientras estaban cenando, se levantó de la mesa, se quitó la capa y se ató una toalla a la cintura. Luego echó agua en una palangana y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura. Cuando iba a lavarle los pies a Simón Pedro, éste le dijo:—Señor, ¿tú me vas a lavar los pies a mí? Jesús le contestó: —Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero después lo entenderás. Pedro le dijo:
—¡Jamás permitiré que me laves los pies! Respondió Jesús: —Si no te los lavo, no podrás ser de los míos. Simón Pedro le dijo: —¡Entonces, Señor, no me laves solamente los pies, ¡sino también las manos y la cabeza! Pero Jesús le contestó: —El que está recién bañado no necesita lavarse más que los pies, porque está todo limpio. Y ustedes están limpios, aunque no todos. Dijo: «No están limpios todos», porque sabía quién lo iba a traicionar. Después de lavarles los pies, Jesús volvió a ponerse la capa, se sentó otra vez a la mesa y les dijo: —¿Entienden ustedes lo que les he hecho? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y Señor, les he lavado a ustedes los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado un ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo que yo les he hecho. Les aseguro que ningún servidor es más que su señor, y que ningún enviado es más que el que lo envía. Si entienden estas cosas y las ponen en práctica, serán dichosos”. (Jn. 13: 1-17). Solo podemos servir como Jesús cuando logramos nuestra liberación del pecado a través del esfuerzo logrado por Jesús en la Cruz; esto es: Aceptando la Cruz “Y el que no toma su propia cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo” (Lc.14, 27).8
Las comunidades eclesiales de base, de una vez por todas desean ser testigos del amor de Dios a partir de esa experiencia de comunión eclesial y de servicio mutuo característico por el amor y la libertad en el mismo; este deseo de ser testigos al servicio del reino solo podrá ser realizado cuando haya una mentalidad adulta sobre nuestra vocación. Aceptar la cruz y caminar con Jesús, significa también darse en servicio a Dios, a la comunidad de creyentes y al mundo, sufriendo con los hombres sufrientes de Latinoamérica, gozándonos de los triunfos de los mismos; perdonando a aquellos que acechan contra nuestras vidas y orando por el mundo indiferente y ateo; no olvidándonos y pidiendo a Dios por nuestra santificación.
OBSERVACIONES GENERALES Y CONCLUYENTES
La Iglesia, necesita revisar su eclesiología y comparar los resultados que se han venido teniendo en las diferentes diócesis en el mundo en la forma de ser Iglesia local, a través de los últimos años.
La Iglesia en su magnicidad, ha dejado de ser, hasta punto el “foco de atención” del mundo.
Ella, ha estado perdiendo su originalidad e influencia, se ha dejado llevar en parte por un estilo pastoral que da por sentado la “evangelización” en los “creyentes”, y esto gracias al “excesivo sacramentalismo clerical” y esa “Cultura del Descarte”.
Prueba de lo que estamos señalando es que los esfuerzos de la Iglesia de hoy, gira más en torno a las celebraciones sacramentales (bautismos con horarios y costos fijos y sin responsabilidades claras y determinantes de parte de los que participan en el rito; Confirmaciones sobre todo para las visitas agendadas del Obispo de la diócesis más como un acto social y familiar que como compromiso con la fe; Y qué decir de la celebración eucarística, dada en su mayoría de templos por sacerdotes que no les importa la condición del que la toma; Ordenaciones sacerdotales sin que estos muchos veces cumplan con una formación teológica completa que les permita tener a los mismos una conciencia clara de su vocación y de lo que exige de ella; Las celebraciones matrimoniales que duran un suspiro debido al poco sentido sacramental que le dan al mismo las parejas que contraen nupcias; Que decir del sacramento de la Unción de los enfermos que es aplicada la mayoría de las veces cuando la persona está a punto de fallecer y que debe ser un acompañamiento pastoral desde su enfermedad hasta su agonía; Sobre el sacramento de la Reconciliación aplicada en la mayoría de los casos sin ningún compromiso eclesial y para acallar las conciencias de los pecadores sin una debida explicación o profundización del sacramento.
El accionar del catequizar, va más dirigido hacía los niños que hacía los adultos; y esta última ha sido descuidada en tal sentido que es sencillamente preocupante.
Es necesario una revisión continúa de este tema, se deben revisar sus objetivos, sus estrategias, los frutos que se han obtenido en la implementación de algunas de estas estrategias; sus relaciones con el mundo que lo rodea y que desesperadamente espera de ella ese mensaje de salvación.
Por ello, a través de este artículo, señalo la importancia de establecer un nuevo modelo de ser parroquia, que no deja de ser tampoco una estrategia misionera hoy día. La experiencia de la implantación de la misma, ha dado resultados inesperados que han hecho crecer a la Iglesia a velocidades que la ha puesto a la par de los acontecimientos que nos circundan hoy.
Fray Gerardo Fernández, nos comparte su experiencia cuando señala: “El trabajo en equipo y la pastoral orgánica pronto dieron evidentes resultados positivos, sobre todo en la concientización de los fieles respecto a la fe adulta, descuidada en la pastoral tradicional, más que nada sacramentalista. La acción conjunta de párrocos y consejos de pastoral suscitó pronto una legión de agentes apostólicos, y se multiplicaron los ministerios en las pequeñas comunidades”.9
Otra de las experiencias enriquecedora del trabajo con las comunidades eclesiales de base (CEBs), es la obtenida en Panamá, con el distrito especial de san Miguelito quien será siempre un referente: “San Miguelito ofrece un ejemplo concreto que puede servir como tema para la reflexión, como un punto de partida o un signo de contradicción, según se interprete. En cualquier caso, ofrece un testimonio de lo que en pocas ocasiones es capaz de lograr una comunidad eclesial”.10
Carlos Aldunate, en su “fenomenología pastoral”, nos narra por otro lado, la experiencia obtenida con el Padre Emiliano Tardiff en la República Dominicana, donde siguiendo las indicaciones de Monseñor Antonio Flores, Obispo de la diócesis de la Vega, organizó su trabajo en comunidades eclesiales de base (CEBs): “Se siguieron estas directivas del prelado. Un año después el P. Emiliano Tardif pudo comentar: “Puedes decir que la costa norte (de la República) está quemando para la gloria de Dios”. En Samaná hay 20 grupos de oración, siendo el pueblo de 400 personas. En Nagua calculan los grupos en 70; En Villa Riva hay 42; En Castillo tienen 14, y en Pimentel hay 18 grupos en los campos y se están formando 10 en la ciudad…” 11
En fin, estos testimonios que están sustentados, no solo en la reflexión teológica que podamos hacer del mismo, sino en esa realidad pastoral que tiene sus raíces casualmente en las experiencias obtenidas desde la base.12 Presentamos pues, este breve trabajo, como una opción pastoral para la Iglesia, señalando primero las ventajas propiamente dichas de este nuevo estilo de parroquia amparado bajo la eclesiología de la Koinonía:
1. La parroquia tradicional (sacramentalista y clericalista), deja de ser en un corto lapso, su sistema de trabajo, para convertirse en una Iglesia misionera.
2. La parroquia tradicional, se convierte en una comunidad, de pequeñas comunidades eclesiales de base (CEBs), con ministros o líderes laicos, como encargados de compartir el trabajo, junto al clero, en la tarea de la Iglesia.
3. La Iglesia, como comunidad de creyentes, toma rápida conciencia de su compromiso y se incrementa el apostolado seglar.
4. Con esta manera de ser Iglesia de fondo, el laico asegura su formación y participación integral en el cuerpo de Cristo: La Iglesia.
5. Con el impulso eclesiológico de la Koinonía, el sentido original del ¿por qué existe la Iglesia?, está representado en su pequeña expresión, pero efectivamente.
6. Con este nuevo modelo de ser parroquia, el trabajo en equipo y la pastoral de la misma aplicada, darán los resultados deseados por la Iglesia en su mayor prioridad: La Evangelización.
7. Con este nuevo modelo de ser parroquia, el campo litúrgico abre sus puertas para nuevas experiencias, con nuevas fórmulas litúrgicas que estén acordes a la realidad de la experiencia pascual de las comunidades eclesiales de base (CEBs), existentes en cada diócesis.
8. Con este nuevo modelo de ser parroquia, cualquier programa de la Iglesia puede integrarse en la base y ser implementado de inmediato.
9. Con este nuevo modelo de ser parroquia, se guarda un equilibrio necesario entre lo social y lo eucarístico.
10. Con este nuevo modelo de ser parroquia, existe mayor interrelación personal, como el compromiso con el barrio o la comunidad local a la que se pertenece y tiende a crecer.
Por tales motivos, y en base a lo que hemos presentado, propongo las siguientes opciones para el mejor desarrollo del trabajo pastoral de la Iglesia o de una comunidad de fe naciente:
1. Que la Iglesia, vea conveniente la implementación del nuevo modelo de parroquia con base al desarrollo de la misma conformada de pequeñas comunidades eclesiales de base (CEBs) con ministros o líderes laicos.
2. La Institución del “Catecumenado”, como una exigencia de nuestros tiempos, con sus tres o cuatro años de preparación pre-bautismal. Lo que nos plantea con urgencia, la necesidad de la formación de una escuela catequística con su cuerpo docente a nivel diócesano.
3. Que la Iglesia, esté abierta a nuevas experiencias litúrgicas que vengan de la base, dando paso a expresiones nativas dentro de nuestras celebraciones eucarísticas, como una exigencia de una evangelización auténtica.
4. Que los Centros de Estudios dedicados a la enseñanza teológicas, estén abiertos a los líderes naturales de la Iglesia; con programas adecuados a los mismos, para la preparación de “Ministros o Líderes Laicos”, que sirvan de apoyo al trabajo pastoral de la Iglesia.
5. Que se cree en la Iglesia, y en las diferentes diócesis, talleres y charlas constantes sobre la evangelización como el estudio propiamente dicho de nuevas estrategias misioneras. Y sobre todo en la apertura de las diócesis en la enriquecedora experiencia de los movimientos apostólicos.
6. Que la Iglesia latinoamericana, celebre “Congresos de Pastoral Diocesano”; donde a través del mismo, las diócesis puedan definir y palpar su trabajo pastoral en la ciudad o en el campo durante los últimos años. En estos congresos estarían presentes todos los “agentes de evangelización de la Iglesia”. El mismo se realizaría periódicamente según la necesidad de cada diócesis para evaluar sus avances.
Estas seis propuestas son el resumen de mi presentación en este artículo. Ojalá sirvan para lanzar inquietudes respecto a los temas que de alguna forma u otra tocan necesidades urgentes para toda la Iglesia Cristiana alrededor del mundo pero en especial en América Latina.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Congar, Yves. 1962. Ensayos sobre el Magisterio de la Iglesia. Editorial Estela. Barcelona.
Delaney, Robert. 1973. “Análisis de la función política de una comunidad cristiana de Panamá”. Revista Concilium. Año IX, Tomo II. No. 84. Ediciones Cristiandad. Madrid.
Duquoc, Christian. 1978. Jesús, hombre libre. Ediciones Sígueme. Salamanca.
Fernández, F., Gerardo. 1984. La Parroquia Hoy. Escuela de Ministros Laicos. “Padre Crispin de Alcalá”. Santo Domingo.
Küng, Hans. 1977. 20 Tesis sobre ser Cristiano. Ediciones Cristiandad. Madrid.
Küng, Hans. 1977. Ser Cristiano. Ediciones Cristiandad. Madrid.
Libro de Oración de la Iglesia Anglicana.
Magaña, Álvaro Quiroz. 1983. Eclesiología en la Teología de la Liberación. Ediciones Sígueme. Salamanca.
Notas