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Más que moderno, contemporáneo. Riegl y la protección del patrimonio cultural en la última década

SIMONA SALVO

Conversaciones…

Instituto Nacional de Antropología e Historia, México

ISSN: 2594-0813

ISSN-e: 2395-9479

Periodicidad: Bianual

núm. 5, 2018

conversaciones@inah.gob.mx



Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Resumen: Aunque ha pasado más de un siglo desde su publicación, El culto moderno de los monumentos todavía ocupa un lugar destacado en la cultura internacional de la conservación, en especial si se toma en cuenta el reconocimiento global que ha obtenido en la última década. Considerado ya como un verdadero pilar teórico y metodológico en el cual se basan los conceptos de monumento, de memoria y de patrimonio que estructuran el paisaje cultural occidental, el pensamiento de Riegl no ha envejecido en absoluto, por el contrario, sigue ofreciendo materia para la reflexión, incluso si las coordenadas de la protección mundial de hoy trascienden las fronteras geo-culturales europeas, y exponen referencias axiológicas y filosóficas profundamente transformadas con respecto al pasado. Las razones de esta afinidad entre la reflexión del intelectual austriaco y los temas actuales de conservación de la memoria, se remontan esencialmente a la poderosa vanguardia de su pensamiento: Riegl fue más allá de los límites histórico-críticos establecidos durante el siglo XIX por la cultura europea para la disciplina de restauración, e inscribió en su momento las bases de una cultura consciente y actualizada en un diálogo abierto con una sociedad en franca transformación, cuya capacidad cultural estaba madurando en proporción a su propio desarrollo. Lo que aún hoy nos maravilla del pensamiento de Riegl se refiere a la actualidad de su “teoría de valores” que ya a inicios del siglo XX, evidenciaba la relación entre cultura contemporánea y objetos del pasado, centrada en reacciones emocionales, afectivas o intelectuales que generan en el individuo y en la comunidad. Por éstas y otras razones puede ser útil considerar los rangos de discursos que aún llevan a recurrir a Riegl y su Denkmalkultus, una de las referencias teóricas y literarias más citadas, recordadas y amadas por la literatura sobre la protección de la memoria.

Palabras clave: Teoría de los valores, valor de edad, patrimonio mundial, conservación global, memoria, pátina..

Más que moderno, contemporáneo. Riegl y la protección del patrimonio cultural en la última década

Traducción de Valerie Magar



Si la cultura de protección europea tomó conciencia con la formulación de la Carta de Venecia de una larga tradición de pluralidad de intenciones en la preservación del patrimonio cultural irrenunciable, entonces Alois Riegl asume un papel importante en este campo como uno de los representantes más relevantes del sector y padre espiritual de la disciplina.

Fuente: Ernst Bacher (1995: 40).

Un precursor de la cultura de protección posmoderna

El pensamiento de Alois Riegl sobre la protección de monumentos llamó la atención de los amantes del tema con un gran retraso en comparación con la salida de Denkmalkultus, en 1903, debido al obstáculo lingüístico que planteaba su comprensión a los literatos de la época, versados en francés e inglés, pero menos en alemán. Se desencadenó un cambio en la crítica inicial del texto a principios de los años ochenta del siglo XX con su traducción tardía a varios idiomas.[1] De hecho, la reaparición del texto en la arena internacional después de la Segunda Guerra Mundial jugó a favor de su mejor asimilación porque las ideas de Riegl podían entrar inmediatamente en circulación y echar raíces más fácilmente (Grubser, 2005).

Desde entonces, el enfoque riegliano para la preservación de la memoria tuvo una difusión tan extensa geográficamente, y aún vigente, que le valió el título de “primero de los modernos”, de “futurólogo”, de precursor y de anticipador (Choay, 2005: 256; Scarrocchia, 2008: 305-306). Las razones de ese éxito, brevemente presentadas por Jukka Jokilehto (1999: 215-217) –quien atribuye al Denkmalkultus la verdadera primicia entre las diferentes sistematizaciones que el pensamiento sobre la restauración europea recibió durante los siglos XIX y XX– encuentran hoy nuevas confirmaciones en las formas que la protección de la memoria del pasado ha tomado a escala mundial.

La “revolución copernicana” que encontró el mundo de la restauración del final del siglo XIX con la “teoría de valores” de Riegl, se refería a tres aspectos centrales: el desplazamiento del centro del debate del objeto al sujeto observador, la distinción entre monumentos intencionales y no intencionales, y la diferente interpretación entre el valor de lo antiguo y lo histórico, como términos diferentes de los valores de la memoria.

MUELLE DE FRANCISCO JOSÉ, VIENA, CA.1900.
MUELLE DE FRANCISCO JOSÉ, VIENA, CA.1900.
Imagen: Dominio público.

La dimensión innovadora

Las razones por las cuales el pensamiento de Riegl aún conserva un carácter vanguardista, y por las que en la actualidad constituye una referencia predilecta entre la comunidad internacional, nos remiten al contexto histórico y geo-cultural dentro del cual se concibió la ‘teoría de los valores’. Al principio del siglo XX, de hecho, el Denkmalkultus cambió inesperadamente el debate sobre la transmisión del patrimonio arquitectónico y artístico más allá del conflicto entre románticos y racionalistas, entre conservación y ripristino,[2] encontrando un espacio de reflexión basado en presuposiciones nuevas y diferentes. El principio por el cual el valor de un objeto se concreta con base en la retroalimentación sensorial –estética o emocional– que puede suscitar quien lo mira, se dirigía a un sistema axiológico que no se fundamentaba tanto en las bases críticas relacionadas con la historia, la estética y la teoría del arte, como en la ‘congenialidad’ entre objeto y observador, rompiendo la idea de que el estilo y la forma representan una presuposición de valores absoluta e indiscutible. La protección –no la conservación o la restauración– ahora se entendía como una actividad reflexiva que colocaba al individuo (y consecuentemente a la comunidad) y su capacidad crítica, al centro: con esto, en los primerísimos años del siglo XX, Riegl propuso superar el historicismo que estructuraba la cultura europea del siglo XIX (Frodl, 1987: 45). Encargado de proponer nuevas reglas para la conservación del patrimonio, válido en el clima transcultural del imperio de los Habsburgo (Frodl, 1995: 403), Riegl propuso de hecho una interpretación nueva y diferente, poniéndose efectivamente fuera del conflicto entre las posiciones extremas de la restauration violettiana y de la conservation ruskiniana. La ‘teoría de los valores’, basada en un método ‘científico’ para reconocer los valores de los artefactos del pasado, no insistió en la apreciación para su conformación, sino en el ‘deseo’ que el hombre tiene para los objetos del pasado y para sus diferentes declinaciones.

Y no sólo eso: también disolvió el impase histórico-crítico de la herencia post iluminista encaminada a considerar la historia del arte en un sentido evolutivo, demostrando que cualquier objeto del pasado –en condiciones establecidas– puede ocupar un lugar único e irremplazable en la formación de la memoria (Riegl, 1901).

En los años en que Riegl redactó el Denkmalkutus, el debate sobre los monumentos se fundamentaba aun en razonamientos sobre el estilo, la relación entre los edificios antiguos y la nueva arquitectura, sus conexiones con los principios de identidad cultural con base en los cuales se estaban formando las naciones europeas, más que sobre criterios históricos y filológicos con los cuales hacer frente a su comprensión: los monumentos se reconocían casi exclusivamente como documentos históricos, y este reconocimiento se subordinaba al valor artístico que tenía validez como categoría de valoración sólo si se consideraba, de hecho, ‘relativo’ al observador. El Denkmalkultus definió en cambio, quizás intencionalmente, un terreno común sobre el cual cultivar una idea compartida de la conservación que entonces habría encontrado una difusión cada vez más amplia primero en el ámbito europeo, luego en aquel más ampliamente occidental y, más recientemente, en el foro de las instituciones intergubernamentales, incluida la UNESCO.

El paso hacia la definición del valor antropológico del patrimonio cultural y el inicio de los procesos de ‘patrimonialización de los objetos del pasado’ (Choay, 1992) fue breve y abrió un escenario que aún está en transformación.

La dimensión global

Por haber distinguido una ‘categoría’ diferente entre los artefactos del pasado para los monumentos no intencionales, que adquieren una importancia en el imaginario colectivo sin ninguna predestinación, sin duda ha contribuido a la formación de la idea de ‘patrimonio de la humanidad’, acuñada después de la Segunda Guerra Mundial por la UNESCO, y su dimensión ‘socio-histórica’ (Choay, 1995: 456). A partir de la segunda mitad del siglo XX, después de los dos conflictos mundiales, el Denkmalkultus ha sido una herramienta efectiva a disposición de las organizaciones intergubernamentales, para que puedan enfrentar y resolver el conflicto entre las diferentes identidades culturales del mundo, ofreciendo los términos para un debate pacífico.

Saliendo del circuito de las ideas nacionalistas del siglo XIX, Riegl superó el principio según el cual el valor de los monumentos también es atribuible a su representatividad en los Estados nacionales, cambiando la perspectiva: ya no se consideraba a los monumentos, de hecho, como una expresión de naciones individuales sino de la humanidad entera, y como tal, un patrimonio que debía ser compartido y disfrutado universalmente. A esto debemos agregar que, por un lado, la distinción entre monumentos intencionales y no intencionales, abría el campo a una extensión ilimitada de los objetos a los que, en potencia, es lícito reconocer un valor de memoria; por el otro, el desplazamiento de los artefactos al observador del sujeto del ‘culto de los monumentos’ concedía el mundo de la conservación a las ‘masas’ –o en realidad a la colectividad– que participan, junto con los intelectuales y especialistas, en los procesos de ’patrimonialización’.

Por lo tanto, no es sorprendente que la literatura internacional en materia de protección concuerde en regresar al Denkmalkultus los orígenes del proceso que ha permitido el desarrollo de la reflexión a escala mundial, una verdadera y propia “hermenéutica cultural actual e internacional”, y que Riegl sea reconocido como el “padre fundador” de la cultura contemporánea de la memoria (Tomaszewski, 2005: 290), “pionero de la cultura de la protección planetaria dirigida a mejorar el principio de ‘unidad en la diversidad’” (Choay, 1995: 464).

PORTAL
DE LA OFICINA DE TELEGRAMAS DEL PERIÓDICO DIE ZEIT, VIENA. 

Otto Wagner 1902-1903.
PORTAL DE LA OFICINA DE TELEGRAMAS DEL PERIÓDICO DIE ZEIT, VIENA. Otto Wagner 1902-1903.
Imagen: Dominio público.

Además, la demora con la que los textos de Riegl fueron traducidos y puestos en circulación entre los especialistas en protección resultó ser todo menos perjudicial. Introducido en los años ochenta mediante traducciones a varios idiomas, el Denkmalkultus capturó la atención de los especialistas cuando los tiempos estaban preparados para acomodar una idea de protección “global” e integrarla en el marco teórico de la conservación mundial, al grado de producir una “Riegl-Rennaissance”.[3]

La teoría riegliana de los valores proponía de hecho un enfoque tolerante, relativista y contextualizado en la esfera de los valores, adaptable al tiempo y la posición geo-cultural del observador, que ofrecía a las organizaciones internacionales, como el ICOMOS, el marco teórico de una reflexión abierta, capaz de acoger efectivamente una idea multicultural de conservación (Jokilehto, 2006). En perfecta coherencia con la misión de la UNESCO dedicada a mantener la paz en el mundo mediante la afirmación y el reconocimiento mutuo de las diferentes identidades culturales del planeta, el pensamiento de Riegl representó –y todavía representa– una premisa formidable.

Riegl analizaba e interpretaba las dinámicas de la apreciación de los monumentos, ofreciendo una clave de lectura que despertó una conciencia compartida del patrimonio histórico y artístico más allá de los confines disciplinarios dentro de los cuales se había formado el "culto" de los monumentos. La posibilidad de introyectar el valor de los testimonios del pasado desde cualquier perspectiva cultural y de obedecer a las solicitudes de la comunidad internacional dedicada al esfuerzo de construir una reflexión globalmente válida, más allá de las diferencias inevitables dibuja el perfil de verdadero mediador intellectual de Alois Riegl.

El proceso de relativización de los fundamentos de la conservación no es, por lo tanto, una función del objeto –como por ejemplo asume Cesare Brandi, quien de manera ‘idealista’ sitúa la obra de arte al centro de su disertación como un artefacto excepcional del hombre que, al reconocerla como tal, la actualiza en su propia conciencia– pero es una expresión del ‘deseo’ –o Kunstwollen– del sujeto observador. Por lo tanto, la dimensión de ‘desempeño’ de la protección propuesta por Riegl se plantea entonces en términos interlocutorios, más abiertos y flexibles que otras ‘teorías’ sistematizadoras, como lo es precisamente la Teoria del restauro de Brandi.[4]

La dimensión emotiva

Mientras que por un lado Riegl disuelve el conflicto que subyace a la dicotomía decimonónica entre el racionalismo y el romanticismo, por otro abre un nuevo frente sobre lo que ahora definiríamos como la dimensión ‘sensorial y emocional’ que produce la experiencia de los testimonios del pasado, de acuerdo con una acepción tan amplia e indefinida que podría incluir casi todo lo que preexiste. Ya no es sólo el valor histórico de los objetos (aquél sobre el cual se basa la teoría axiológica del siglo XX) el que estructura el valor de memoria en Riegl, ya que con éste, con el tiempo, se forma un valor diferente, o bien un valor de antigüedad, que el individuo puede apreciar sin tener que recurrir a una lectura intelectual, sino a través de los sentidos, sobre todo la vista: es, precisamente, el valor de antigüedad que satisface esa ‘necesidad estética’, que invita a los sentidos y que alimenta la esfera emocional. Con bastante anticipación, quizás demasiada, como ya se ha señalado (Korth, 1983: 44), Riegl había previsto que los monumentos ya no serían únicamente apreciados por su valor intencional o por su valor histórico, sino (y sobre todo) por su valor de antigüedad. Sin embargo, la historia no le dio razón de inmediato, ya que se tuvo que esperar un siglo después de su muerte, y el fin del segundo Milenio, para recuperar aquella perspectiva que, de hecho, estaba bien alineada con una visión plural, colectiva y emocional del valor de la memoria.

La idea de que la ‘sintonía’ que puede establecerse entre las personas y las cosas de manera emotiva o psicológica represente un requisito previo para reconocer su valor se origina en el concepto de Stimmung retomado por Riegl y se refiere a una esfera nunca considerada hasta ese momento: el de la apreciación de los monumentos. Riegl, de hecho, comprendía el Stimmung como “disposición de la mente”,[5] mediando el lenguaje de la crítica literaria con el de la estética que establece una liaison con la especulación filosófica contemporánea de los ‘espacios atmosféricos’ (Schmitz, 2016) e, incluso, del campo de las neurociencias.

La idea de que los monumentos, o más bien los monumentos involuntarios, pueden mover los sentimientos, sensaciones y reacciones afectivas representa un factor de gran actualidad del pensamiento de Riegl (Scarrocchia, 2006: 43), ya que permite acoger dentro de la reflexión contemporánea el valor de conceptos –que la segunda mitad del siglo XX ha dejado de lado en favor de un enfoque totalmente científico y determinista– como aquel relacionado con la apreciación de las pátinas del tiempo como un crecimiento histórico y estético, de acuerdo con una perspectiva emocional y no sólo intelectual. La tendencia a desarrollar el enfoque a los objetos del pasado a partir de presupuestos esencialmente racionales dejaba en silencio la necesidad de compensar aquella ‘laguna’ emocional y psicológica que había surgido con fuerza con las destrucciones bélicas, pero luego dejada de lado por la euforia optimista de la reconstrucción sucesiva. Se tendrán que esperar a las dos primeras décadas del nuevo Milenio para asistir a un verdadero ‘tránsito’ hacia la formación de una conciencia colectiva del valor de la memoria, para la cual los testimonios del pasado valen sin duda más por el efecto emocional que producen sobre el observador, y no por el valor que se les atribuye por medios científicos y disciplinares.

De hecho, una veta de pensamiento sensible a las implicaciones psicológicas que implica el proceso de reconocimiento del valor de la evidencia del pasado ya había surgido en Italia en la reflexión de Roberto Pane y Renato Bonelli (Giannattasio, 2010), pero no desembocó en la tradición cultural Italiana y europea entre los años 1960 y 1980, demasiado ‘introvertida’ y centrada en temáticas nacionales.[6] Con la introducción de una tercera instancia ‘psicológica’, además de las histórica y estética, de hecho se proponía un alineamiento entre la estratificación emocional que vivir en una edificación histórica produce en la conciencia de los hombres y la estratificación física y material que da forma a los centros histórico y a sus monumentos; de esta forma, el testimonio del pasado, entendido de manera amplia, finalmente podría considerarse como un recurso destinado a satisfacer tanto los requisitos estéticos –ampliamente declinables de acuerdo con una acepción intelectual y sensorial– como los psicológicos y afectivos.

La dimensión futura

A pesar de los cambios trascendentales que la conservación de la memoria enfrentó durante la segunda mitad del siglo XX, especialmente en las primeras décadas del nuevo milenio, seguimos reconociéndole un papel destacado al pensamiento de Alois Riegl. De hecho, son muchas e inesperadas las relaciones[7] entre los temas anticipados por su producción literaria y los temas de mayor relevancia surgidos con el desarrollo global de la reflexión en materia de conservación de la memoria, a partir del papel de los recursos naturales en el contexto de protección mundial (Riegl, 1905), a la dimensión cuantitativa que ésta debe afrontar de cara al consumo masivo al que se ofrece el patrimonio cultural, a la consideración del valor de uso como presuposición del ingreso en el ámbito de la conservación de los bienes contemporáneos, el arte y la arquitectura ‘moderna’, por no hablar del debate que surgió sobre la oposición entre el patrimonio material e inmaterial o, mejor, entre bienes tangibles y bienes intangibles (Thordis, 2004; Carpo, 2007).

No es sencillo establecer si, y en qué modo, él aún pueda estimular la reflexión sobre el tema, pero debe tenerse en debida cuenta que las numerosas y diversas lecturas retrospectivas del pensamiento de Riegl no son inmunes a forzamientos e ideologismos. No resulta claro cómo Riegl pueda iluminar el camino de la ‘conservación en la era digital’: de hecho, existe la sensación de que, como en otros casos, acechen las trampas de una tergiversación y el riesgo de ideologización (Harrer, 2017).

Sin embargo, el hecho es que el Denkmalkultus –pragmáticamente aceptado como un marco interpretativo de referencia más que como ‘teoría’ para la conservación– ha contribuido a hacer que los principios de la protección de los testimonios del pasado más allá de las fronteras geo-culturales europeas enfrenten un camino que, pasando de la reciente Convención de Faro (2005), ha llegado a una idea de ‘patrimonio colectivo e individual’ que, en nuestra opinión, sin duda emana de la idea de Alois Riegl y promete ser el canto a lo largo del cual se continuará desarrollando la compleja y fascinante relación que siempre ha vinculado al hombre con los objetos del pasado.

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Referencias

Bacher, Ernst (1995) “Vorwort”, in. Kunstwerk oder Denkmal? Alois Riegls Schriften zur Denkmalpflege, Böhlau, Wien-KölnWeimar.

Carpo, Mario (2007) “The post-modern cult of monuments”, Future anterior 4 (5): 51-62.

Choay, Françoise (1992) L’allégorie du patrimoine, Editions du Seuil, Paris.

Choay, Françoise (1995) “Riegl, Freud e i monumenti storici. Per un approccio “societale” alla conservazione”, in: Sandro Scarrocchia (a cura di), Alois Riegl: teoria e prassi della conservazione dei monumenti. Antologia di scritti, discorsi, rapporti 1898-1905, con una scelta di saggi critici, Accademia Clementina, Clueb, Bologna, pp. 455-465.

Convenzione di Faro (2005) Convenzione quadro del Consiglio d’Europa sul valore dell’eredità culturale per la società [https:// goo.gl/UFHJf5] (consultado el 20 de enero de 2018).

Frodl, Walter (1987) “Wandlungen im Konzept der Denkmalpflege in letzen halben Jahrhundert”, Denkmalschutz Informationen, 11; in: Donatella Fiorani (a cura di), Il restauro architettonico nei paesi di lingua tedesca. Fondamenti, dialettica, attualità, Bonsignori, Roma, pp. 119-122.

Frodl, Walter (1995) “Concetti valori di monumento e il loro influsso sul restauro”, in: Scarrocchia, Sandro (a cura di), Alois Riegl: teoria e prassi della conservazione dei monumenti. Antologia di scritti, discorsi, rapporti 1898-1905, con una scelta di saggi critici, Accademia Clementina, Clueb, Bologna, pp. 401-422.

Giannattasio, Caterina (2010) “Lo spazio esistenziale e l’istanza psicologica: attualità del pensiero di Roberto Pane”, in: Stella

Grimoldi, Alberto (2005) “Traduzioni e traduttori: le parole e la cosa”, Ananke (74): 13-18.

Grubser, Michael (2005) “Time and history in Alois Riegl’s theory of perception”, Journal of the history of ideas 66 (3): 451-474.

Harrer, Alexandra (2017) “The legacy of Alois Riegl: material authenticity of the monument in the digital age”, Built heritage (2): 29-55.

Jokilehto, Jukka (1999) A history of architectural conservation, Butterworth Heinemann, Oxford.

Jokilehto, Jukka (2006) “Preservation theory unfolding”, Future anterior III (1): 1-9.

Jokilehto, Jukka (2015) “Conservation ethics from Riegl’s time to the present”, Modern conservation (3): 11-23.

Korth Thomas (1983) “Denkmalpflege. Uberlegungen zum Hundertjärigen bestehen eines begriffs”, Deutsche Kunst und Denkmapflege 41 (2): 2-9, in: Donatella Fiorani (a cura di), Il restauro architettonico nei paesi di lingua tedesca. Fondamenti, dialettica, attualità, Bonsignori, Roma, pp. 43-52.

Riegl, Alois (1901) Die spätrömische Kunst-Industrie nach den Funden in Österreich-Ungarn im Zusammenhange mit der Gesamtentwicklung der Bildenden Künste bei den Mittelmeervölkern, Druck und Verlaf der Kaiserlich-Königlichen Hof- und Staatdruckerei, Wien.

Riegl, Alois (1905) “Neue Strömungen in der Denkmalpflege”, in: Mitteilungen der K. K. Zentralkommission für Erforschung und Erhaltung der Kunst- und historischen Denkmale (3): 85-104; trad. it. “Nuove tendenze nella conservazione”, in: Sandro Scarrocchia (a cura di), Alois Riegl: teoria e prassi della conservazione dei monumenti. Antologia di scritti, discorsi, rapporti 1898-1905, con una scelta di saggi critici, Accademia Clementina, Clueb, Bologna, pp. 291-302.

Scarrocchia, Sandro (1995) Alois Riegl: teoria e prassi della conservazione dei monumenti. Antologia di scritti, discorsi, rapporti 1898-1905, con una scelta di saggi critici, Accademia Clementina, Clueb, Bologna.

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Scarrocchia, Sandro (2008) “La ricezione di Riegl in Italia dalla Carta di Venezia ad oggi”, in. Alois Riegl (1858-1905). Un secolo dopo, atti dei Convegno dei Lincei, Roma 30 novembre-2 dicembre 2005, Bardi, Roma, pp. 35-50.

Schmitz, Hermann (2016) “Atmospheric spaces”, Ambiances [http://ambiances.revues.org/711] (consultato il 27 dicembre di 2017).

Thordis, Arrehnius (2004) “The cult of age in mass-society: Alois Riegl’s theory of conservation”, Future anterior 1 (1): 75-81.

Tomaszewski, Andrzej (2005) “I valori immateriali dei beni culturali nella tradizione e nella scienza occidentale”, in: Simonetta Valtieri (a cura di), Della bellezza ne è piena la vista! Restauro e conservazione alle latitudini del mondo nell’era della globalizzazione, Atti del convegno, Reggio Calabria 10-12 luglio 2003, Nuova Argos, Roma, pp. 30-55.

Notas

1 La primera traducción del Moderne Denkmalkultus fue al italiano y su primera versión data de 1981 y la segunda de 1982; también en 1982 se realizó la traducción al inglés, y en 1984 al francés; en 1984 se volvieron a publicar algunos extractos del texto en alemán; en 1987, en español, y en 1988 se reimprimió una versión integral en alemán. Sobre esta sucesión de traducciones, con anotaciones interesantes de las diversas “orientaciones” lingüísticas, ver Grimoldi (2015) y Scarrocchia (2006: 35).
2 Ripristino: reconstitución del aspecto o de la forma original de un monumento, mediante la eliminación de añadidos o superposiciones. Nota de la traductora.
3 El pensamiento de Riegl llega tarde al mundo de la protección globalizada con su primera traducción al inglés editada por K.W. Forster y D. Girardo (“The modern cult of monuments, its character and its origin”, Oppositions, 1982, 25), y no con la Carta de Venecia de 1964, primer documento que recoge la visión del cuidado europeo, aunque el documento contiene en síntesis algunas referencias al Denkmalkultus; para este propósito, véase Scarrocchia (2008).
4 Sandro Scarrocchia entrevé la divaricación que comenzó en los años ochenta del siglo XX entre el mundo de la restauración italiana, encabezado por Cesare Brandi, y aquel internacional que en cambio se vuelve hacia Alois Riegl; para este propósito, ver Scarrocchia (2006: 42).
5 [http://www.treccani.it/vocabolario/ricerca/stimmung/] (consultado el 17 de junio de 2018).
6 No es inútil recordar aquí que el volumen Alois Riegl; Teoria e prassi della conservazione dei monumenti, editado por Sandro Scarrocchia en 1995, marca el ingreso de Riegl en la literatura sobre restauración en Italia; aunque sea muy citado, Riegl nunca será ‘metido en el sistema’ en el desarrollo teórico de la disciplina en Italia, convirtiéndose en parte del debate teórico sobre la conservación de la memoria del pasado sólo de manera tangencial.
7 En francés en el texto original. Nota de la traductora.
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