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Una Pequeña Grieta de Luz: Resiliencia, Narrativa e Identidad enLas indignas, de Agustina Bazterrica
Small Crack of Light: Resilience, Narrative and Identity in Las indignas, by Agustina Bazterrica
Gramma, vol. 35, núm. 73, 2024
Universidad del Salvador

DOSSIER: LITERATURAS RESILIENTES. RELATOS DE RESISTENCIA POLÍTICA, SOCIAL Y ECOLÓGICA/ RESILIENT LITERATURES. STORIES OF POLITICAL, SOCIAL AND ECOLOGICAL RESISTANCE

Gramma
Universidad del Salvador, Argentina
ISSN: 1850-0153
ISSN-e: 1850-0161
Periodicidad: Bianual
vol. 35, núm. 73, 2024

Recepción: 02 septiembre 2024

Aprobación: 30 septiembre 2024

Resumen: Las Indignas (2023), de Agustina Bazterrica, nos presenta un mundo en el que la naturaleza se ha vuelto peligrosa. La Tierra no es un espacio habitable: ya no hay agua, casi no hay comida disponible, los animales y las plantas se han vuelto tóxicos y la violencia prima entre los humanos. En este espacio posapocalíptico, un grupo de mujeres se aísla y resguarda en un antiguo convento de monjes, ahora la Casa de la Hermandad Sagrada. Allí, si bien se encuentra al resguardo del exterior destruido, es un lugar en el que reina la opresión, el sacrificio físico, el silencio. Todo debe dejarse atrás para salvarse, para lavar las impurezas, incluso la propia identidad. En este contexto, recordar resulta peligroso. Sin embargo, la protagonista, cuyo nombre no conocemos, lentamente vuelve al pasado a través de la escritura. Mediante esta acción logra resistir frente al mundo que habita. Nos proponemos evaluar, en este trabajo, de qué manera la protagonista se reconstruye a través de la narración, recupera su identidad, recuerda su pasado. De esta forma, a través de la escritura, la narradora puede realizar un proceso de resiliencia. A través de su relato, se descubre, se comprende a sí misma y al mundo que la rodea, lo que le permite abrirse a otros mientras vislumbra el retorno de una naturaleza nueva, sanada, la promesa de una vida nueva, libre.

Palabras clave: resiliencia, narración, identidad, diario íntimo, memoria.

Abstract: Las Indignas (2023), by Agustina Bazterrica, presents a world in which Nature has become dangerous. The Earth is not a habitable anymore: there is no more water, and there is almost no food available, animals and plants have become toxic and violence reigns among humans. In this post-apocalyptic world, a group of women isolate themselves and take shelter in a former monks' convent, now the Casa de la Hermandad Sagrada. In this convent, although they are sheltered from the destroyed world, it is a space in which oppression, physical sacrifice, and silence reign. Everything must be left behind to save oneself, to wash away the impurities, even one's own identity. In this context, remembering is a dangerous act. However, the protagonist of this novel, whose name we don’t know, slowly returns to the past through writing. It is through this action that she resists the world she currently inhabits. In this work we propose to evaluate how the protagonist reconstructs herself through the narrative, recovers her identity, and remembers her past. It is in this way, through writing, that she can carry out a process of resilience. Through her story, she understands herself and the world around her, allowing her to open up to others while she glimpses the return of a new, healed, nature and the promise of a new and free life.

Keywords: resilience, narration, identity, intimate diary, memory.

La resiliencia hace referencia a una capacidad humana de resistir y de adaptarse en medio de la adversidad. Se trata de un proceso que habilita a los sujetos a reconstruirse en un entorno de riesgo, de estrés y de trauma. Esta capacidad mantiene una estrecha relación con la búsqueda de la identidad a través de la narración. Según lo que especifican Luis Fernando Granados, Sara Victoria Alvarado y Jaime Carmona en su artículo Narrativas y resiliencia. Las historias de vida como mediación metodológica para reconstruir la existencia herida (2017), la relación entre resiliencia y lenguaje narrativo se encuentra en la capacidad de los sujetos de distanciarse para resignificar un acontecimiento vital. Gracias a la narración, el sujeto logra tomar la distancia necesaria para reconstruir y comprender los acontecimientos de su vida, recuperar su identidad y así resistir en la adversidad.

En Las indignas, de Agustina Bazterrica, nos encontramos frente a un mundo que ya no es habitable: la escasez de agua, la falta de alimento, la toxicidad de las platas y los animales han convertido al planeta en un espacio hostil. En este contexto posapocalíptico, un grupo de mujeres se aísla en un antiguo convento, ahora la Casa de la Hermandad Sagrada. Este lugar no es realmente un refugio, ya que, a pesar de encontrarse a salvo de la tierra hostil, se trata de un espacio de opresión, crueldad, sacrificio físico, silencio. Todo debe dejarse atrás para salvarse, incluso la propia identidad. «Sin fe, no hay amparo» (Bazterrica, 2022, p. 20) es el lema de la hermandad, que recuerda que, sin sumisión, no hay resguardo del mundo exterior.

En esta nueva sociedad, recordar y recuperar la propia identidad resultan acciones peligrosas. Sin embargo, la protagonista de la novela, cuyo nombre no conocemos, vuelve al pasado a través de la escritura de su diario íntimo, el único medio que posee para resistir en el mundo que habita.

Nos proponemos evaluar y comprender en este trabajo de qué manera la protagonista recuerda su pasado, recupera su identidad y termina por reconstruir su presente a través de la narración. Gracias a la escritura, ella puede adaptarse y resistir, realizar un proceso de resiliencia dentro de la Hermandad Sagrada. A través de su relato, la protagonista se redescubre a sí misma, lo que le permite comprender el mundo que la rodea y reencontrarse con una naturaleza hostil, que promete renacer lentamente.

El diario que escribe la narradora, fragmentario e incoherente, lo habilita al lector a acceder tanto al mundo en el que ella se desenvuelve, como al que perteneció previamente. Javier Sánchez Zapatero, en Escritura autobiográfica y traumas colectivos: de la experiencia personal al compromiso universal (2010), indica que el diario íntimo y toda escritura autobiográfica nacen de un momento de crisis para el sujeto. Explica que, como ha observado previamente Manuel Alberca, es a través de la escritura de este tipo de textos que se busca sostener una identidad personal que está derrumbándose. La escritura de este diario se vuelve una necesidad para la protagonista, que intenta comprender la realidad en la que vive, a través de una narración que buscar ordenar los hechos que la han afectado, para luego asimilarlos. De esta manera, contar se vuelve una forma de catarsis, de comprensión, de búsqueda de sentido.

Ya desde el inicio de la obra, el lector puede observar que el diario está plagado de tachaduras y frases cortadas. Para la narradora, resultan términos que no deben ser escritos, frases que no deben ser dichas. Son estas palabras ocultas las que dan los primeros indicios de una identidad que se busca recuperar, pero, al mismo tiempo, se resiste. Estas tachaduras disminuyen a medida que recuerda su pasado, hasta desaparecer completamente.

En una entrevista realizada a Agustina Bazterrica por Carmen López Álvarez en 2024, la entrevistadora le consulta por los borrones y las omisiones constantes de la palabra «bosque». La autora afirma que este término está ligado al inconsciente, a lo prohibido y a la oscuridad, y explica que «en muchos cuentos infantiles los niños entran al bosque y salen transformados en adultos» (Bazterrica [entrevista] en López Álvarez, 2024). El bosque se presenta como todo aquello que la protagonista desea mantener en su inconsciente, en la oscuridad. La omisión de esta palabra en el diario se relaciona con la imposibilidad de acceder a los hechos traumáticos que permanecen ocultos en su memoria, y que aún no puede recordar.

La narradora escribe gran parte de su diario gracias a una grieta que abre en la pared de su celda, a través de la que entra la luz del bosque. A medida que avanza la escritura, veremos cómo la protagonista se adentra cada vez más en esa naturaleza, en el bosque físico. Pero también se interna en su inconsciente, sembrado de sus recuerdos traumáticos. De allí saldrá transformada, luego de atravesar la espesura, de asimilar su historia. Al final de la novela, termina escribiendo sus últimas palabras bajo el cielo abierto del bosque, adentro de uno de sus árboles, fusionándose así completamente con ese espacio de descubrimiento.

En cuanto a la relación de la protagonista y el bosque, debemos mencionar un episodio que marca un antes y un después en la narración: la aparición de Lucía. Esta mujer, «ciervo blanco», es una errante, es decir una persona que ha estado vagando por la Tierra antes de llegar a la Hermandad. A lo largo de la obra, veremos repetirse esta asociación entre Lucía y el ciervo, que según lo indicado por Eduardo Cirlot en su Diccionario de símbolos (1992), se trata de una figura relacionada a la renovación y a la luz. Esta mujer se vuelve un personaje fundamental en la búsqueda de la identidad de la protagonista, ya que es ella quien le recuerda aspectos de su identidad perdida y, además, quien la ayuda a reconectarse con la naturaleza. Luego de su aparición, la narradora se permite recordar el pasado, y, además, es este personaje quien también arroja luz sobre el mundo exterior, del que nada se sabe adentro del convento. Lucía traerá la promesa de una naturaleza que está volviendo a la vida, por ejemplo, en el primer encuentro entre estos dos personajes, cuando una libélula se posa en el vientre la errante, insecto que hasta el momento la protagonista creía extinto (Bazterrica, 2022).

Para ingresar a la Casa de la Hermandad, las errantes deben dejar atrás su pasado y renunciar a su nombre real, para recibir uno «nuevo, puro, vaciado de lo anterior» (Bazterrica, 2022, p. 60). Resguardarse en el convento implica ser sumisas, por lo que las indignas deben abandonar y olvidar su identidad. De lo contrario, pueden desaparecer, como sucede con varias de ellas.

A pesar del peligro, la protagonista necesita sumergirse en la búsqueda de su identidad. A medida que avanza la escritura de su diario, recordará tres momentos traumáticos de su vida: la muerte de su madre, el asesinato de los niños tarántula y el ataque en el bosque metálico. Con cada uno de estos hechos, la identidad de la narradora comienza a derrumbarse. Debemos resaltar que, afuera, en la Tierra hostil, la prioridad es sobrevivir, por lo que la protagonista no puede realizar un duelo por ninguna de estas pérdidas, ya que debe seguir sin detenerse. Estos recuerdos quedan enterrados en su memoria, hasta que logra revelarlos a través de la escritura.

Manuel Maldonado Alemán explica, en su artículo Literatura, memoria e identidad. Una aproximación teórica (2010), que «cuando se pierde la memoria, cuando se olvida el pasado del que se proviene, la identidad se diluye, se borra, se pierde. Sin memoria, no hay identidad» (p. 174). Por este motivo resulta fundamental para la protagonista recordar estos hechos traumáticos centrales en su historia, constitutivos de su identidad, ya que la narración de estos sucesos le permite comprender su pasado y presente. Así, la escritura pasa a ser una necesidad, un sostén para la narradora, la forma de reconstruir una identidad deshecha. Ella cuenta porque necesita hacerlo: «… si lo escribo es que fue real, si lo escribo quizás no seamos solo parte de un sueño contenido en un planeta [...]. Cada una de estas palabras contiene mi pulso. Mi sangre. Mi respiración» (Bazterrica, 2022, p. 82). Así, para ella, la escritura se vuelve un acto vital.

El primer hecho traumático que narra la protagonista es la muerte de su madre, momento a partir del que se ve privada del resguardo de un hogar amoroso. Esta pérdida deja a la protagonista sola, sin comida, sin luz, sin agua. Su meta ahora es sobrevivir, por lo que solo atina a tapar el cuerpo de su madre y alejarse de su hogar. La posibilidad de recordar este hecho traumático despierta algo que estaba dormido en la protagonista: «el recuerdo de mi madre llegó como un golpe, como una revelación y la persona que yo era, esa niña incapaz de llorar, esa adolescente en constante alerta, esa mujer depredadora que habitaba en mí, oculta, resurgió» (Bazterrica, 2022, p. 71). La narradora finalmente se permite llorar por lo que perdió. Luego de este acontecimiento, aparecen en su discurso, de manera fragmentaria, las primeras palabras sobre los niños tarántula y Circe. El recuerdo de esta última será el más doloroso para ella, y, por ende, al que opondrá mayor resistencia a lo largo de su escritura: «… no puedo escribir sobre ella, no ahora, porque duele. Duele demasiado» (Bazterrica, 2022, p. 76).

El segundo hecho traumático que recuerda la narradora gira en torno al asesinato de los niños tarántula, un grupo de chicos que se había convertido en su segunda familia. Junto a ellos, la protagonista entiende cómo moverse, cómo pelear, cómo cazar para sobrevivir en ese mundo hostil. Pero, sobre todo, aprende sobre la lealtad: «nosotros que nos curábamos las heridas, nosotros que compartíamos por igual el agua y los alimentos […], nosotros capaces de morir por uno de los nuestros» (Bazterrica, 2022, p. 75). Estos niños, sus amigos, son asesinados por un grupo de adultos cazadores. Con la muerte de sus compañeros, la protagonista pierde el sentimiento de pertenencia a un grupo, la camaradería.

El último hecho que narra la protagonista es sobre el ataque en el bosque metálico. Allí, se convierte en víctima nuevamente de la agresión de los adultos, quienes dan muerte a Circe, una gata que representa su único apoyo en un mundo destruido y solitario. Su encuentro con este animal despierta en ella la compasión y la piedad, ya que, en lugar de cazarla para saciar su hambre, le perdona la vida y terminan acompañándose mutuamente. En el bosque metálico vuelve a ser víctima de la violencia de los adultos. No solo presencia la muerte de Circe, frente a la que no puede hacer nada, sino que también es víctima de violencia sexual. A pesar de que los agresores creen haberla dejado sin vida, la narradora sobrevive, continúa vagando por el mundo hostil, sola, perdida, y olvidándose de sí misma: «ya no sé qué pasó, no sé qué hice, cuántos días, semanas, años, caminé sola por la tierra arrasada, no sé cómo llegué casi muerta y arrastrándome a la Casa de la Hermandad sagrada» (Bazterrica, 2022, p. 152).

A medida que la protagonista recuerda estos hechos traumáticos, también profundiza su relación con Lucía. El interés y la curiosidad inicial que sentía por ella se convierten en amor. Esta mujer acerca cada vez más a la protagonista al bosque, la acompaña a meterse en medio de la naturaleza y reconciliarse con ella. Así, ese espacio natural hostil comienza a convertirse en el lugar de encuentro entre ellas dos. De hecho, solamente logra narrar el ataque en el bosque metálico al sentirse vulnerable en brazos de Lucía, fundiéndose así también con la naturaleza: «nos besamos dentro del árbol, en ese hueco oscuro, que olía como la noche, a algo secreto, a algo latente, escondido. Ella me abrazó y me sentí dentro de un templo ancestral, de una catedral de madera y savia» (Bazterrica, 2022, p. 127). Debemos resaltar que, durante este momento, quedan rodeadas de luciérnagas, también extintas, como las libélulas. Nuevamente, esta naturaleza antes muerta da señas de su renacer, al igual que la protagonista.

En la Casa de la Hermandad, no hay espacio para el amor, ni la compasión, ni la lealtad. Se trata, al contrario, de un mundo de envidia y odio, en el que las indignas buscan destruirse constantemente y disfrutan del dolor ajeno. Si bien al inicio de la obra los actos de la protagonista no difieren de los de sus compañeras, luego de comprender su pasado y su identidad puede sentir piedad y compasión nuevamente, incluso por el cuerpo muerto de Lourdes, quien había sido su mayor rival.

A medida que avanza la escritura del diario, la narradora también puede comprender mejor su presente. Así, logra ver que la Hermandad realmente no brinda ninguna protección o salvación, sino que es un espacio de opresión, violencia y abuso. Incluso la naturaleza cambia frente a sus ojos: deja de existir esa tierra hostil que antes se manifestaba en el convento como un frío crudo, una niebla tóxica, lluvia ácida, mariposas que queman la piel. Lentamente aparece frente a sus ojos una naturaleza renovada, al igual que la protagonista: las mariposas ya no queman, reaparecen insectos extintos, las plantas recuperan su verdor. Ahora el peligro se encuentra en la Hermandad y la salvación está afuera.

Al final de la narración, la protagonista no logra abandonar el convento, ya que muere por una herida en su vientre. Sin embargo, luego de recuperar su identidad, da su vida para que las demás puedan escapar a esa Tierra que promete renacer. Antes de partir con el grupo de indignas, Lucía se despide de la protagonista pronunciando su verdadero nombre, lo que termina de conformar su identidad recuperada.

Entre los últimos párrafos que logra escribir, la narradora revela que, en última instancia, la escritura de su diario tiene como objetivo que ni ella, ni las personas que la han rodeado, sean olvidadas. Como indica Alberca, la escritura puede ser una forma de lucha contra el paso del tiempo, una tentativa de triunfar sobre la muerte (Sánchez Zapatero, 2011). Por esto, la protagonista escribe hasta su último aliento y guarda los papeles en el hueco de un árbol, con la esperanza de que «alguien los descubra y los lea, o se humedezcan y vuelvan a su origen, a la madera de donde surgieron, y estas palabras se conviertan en bosque, se purifique con la savia, se iluminen con las raíces» (Bazterrica, 2022, p. 183). La narradora escribe para trascender, para superar la muerte, ya sea al permanecer en la memoria de otros, o bien, al fundirse y volver a esa naturaleza que está renaciendo.

La protagonista, quien ha perdido todo lo que tenía, consigue recuperarse a sí misma y comprender el mundo gracias a la escritura de su diario íntimo. A través de la narración, logra resistir al entorno hostil en el que vive, y, gracias al recuerdo de su pasado, finalmente recupera aquello que había olvidado: el amor, la compasión, la lealtad, su humanidad. Este renacer de la narradora se desarrolla junto con la vuelta a la vida de una naturaleza que se encontraba destruida. Al recuperar su identidad, también recupera su conexión con el medio ambiente. La salvación que tanto buscaban en la hermandad no viene del sacrificio físico y la flagelación, sino de la compasión, de la comprensión y el respeto por los otros y por la naturaleza que las rodea.

Referencias

Bazterrica, A. (2023). Las indignas. Alfaguara.

Bazterrica, A. (2024, 15 de enero). La distopía inminente de Agustina Bazterrica [Entrevista]. https://www.coolt.com/libros/distopia-inminente-agustina-bazterrica_1448_102.html

Cirlot, J. E. (1992). Diccionario de símbolos. Editorial Labor.

Granados, L. F, Alvarado S. V. y Carmona, J. (2017). Narrativas y resiliencia. Las historias de vida como mediación metodológica para reconstruir la existencia herida. Revista CES Psicología, 10 (1), 1-20. https://www.redalyc.org/pdf/4235/423550874001.pdf

López Álvarez, C. (2024, 15 de enero). La distopía inminente de Agustina Bazterrica. La Nación.

Maldonado Aleman, M. (2010). Literatura, memoria e identidad. Una aproximación teórica. Cuadernos de Filología Alemana, (iii), 171-179. https://core.ac.uk/download/pdf/38840719.pdf

Sánchez Zapatero, J. (2011). Escritura autobiográfica y traumas colectivos: de la experiencia personal al compromiso universal. Revista de Literatura, 73(146), 379-406. https://revistadeliteratura.revistas.csic.es/index.php/revistadeliteratura/article/view/267/282



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