DOSSIER: LITERATURAS RESILIENTES. RELATOS DE RESISTENCIA POLÍTICA, SOCIAL Y ECOLÓGICA/ RESILIENT LITERATURES. STORIES OF POLITICAL, SOCIAL AND ECOLOGICAL RESISTANCE

Lecciones de Resiliencia en la Reciente Narrativa Latinoamericana Escrita por Mujeres

Lessons of Resilience in Recent Latin American Narrative Written by Women

María Laura Lucci
Universidad de Alcalá de Henares, España

Gramma

Universidad del Salvador, Argentina

ISSN: 1850-0153

ISSN-e: 1850-0161

Periodicidad: Bianual

vol. 35, núm. 73, 2024

revista.gramma@usal.edu.ar

Recepción: 19 agosto 2024

Aprobación: 22 septiembre 2024



Resumen: El presente estudio examina un corpus de obras de la narrativa latinoamericana reciente, escrita por mujeres, que aborda el tema de la visualidad y puede ser leído desde la perspectiva de la resiliencia, apoyándose en estudios de género, decolonialismo y capacitismo. Las obras seleccionadas incluyen El cuerpo en que nací, de Guadalupe Nettel; Sangre en el ojo, de Lina Meruane; y Huaco Retrato, de Gabriela Wiener. Estas narrativas iluminan las discriminaciones y violencias sufridas por las protagonistas y destacan las estrategias de resiliencia y resistencia que les permiten enfrentar y adaptarse a las adversidades.

Palabras clave: narrativa latinoamericana, mujeres, escritoras, resiliencia, género, decolonialismo.

Abstract: This study analyzes a corpus of recent Latin American narratives written by women, focusing on visuality and exploring them through the lens of resilience, incorporating gender studies, decolonialism, and ableism. The selected works include El cuerpo en que nací by Guadalupe Nettel, Sangre en el ojo by Lina Meruane, and Huaco Retrato by Gabriela Wiener. These narratives shed light on the discriminations and violences faced by the protagonists and highlight the resilience and resistance strategies that enable them to cope with and adapt to life's adversities. The study is divided into three sections: theoretical framework, development, and conclusions, aiming to find and analyze the resilience patterns within the works and their potential to impart valuable lessons to readers.

Keywords: Latin American narrative, women, writers, resilience, gender, decolonialism.

El presente trabajo se ocupa de analizar un corpus de obras que pertenecen a la reciente narrativa latinoamericana escrita por mujeres que tratan el tema de la visualidad con diferentes matices y que pueden ser leídas desde la perspectiva de la resiliencia con el aporte de los estudios de género, el decolonialismo y el capacitismo. Estas son narrativas hechas desde miradas disidentes que procuran, por un lado, alumbrar discriminaciones y violencias padecidas por las protagonistas desde su lugar de mujeres latinoamericanas y, por otro, destacar las estrategias de resiliencia y/o resistencia que les permiten persistir y adaptarse a las circunstancias adversas que la vida les presenta. El corpus de estudio que permitirá demostrar la emergencia de la resiliencia está integrado por las siguientes narrativas: El cuerpo en que nací (2011), de Guadalupe Nettel, Sangre en el ojo (2013), de Lina Meruane, y Huaco Retrato (2021), de Gabriela Wiener.

El trabajo se ordenará en secciones. En la correspondiente al marco teórico, se explicitarán las teorías que sustentan la investigación; en la correspondiente al desarrollo, se analizarán las obras objeto de estudio con el fin de demostrar los patrones de resiliencia que emergen de aquellas; y, por último, en la correspondiente a las conclusiones, se expondrán los hallazgos del trabajo de investigación.

Estas narrativas, que han sido escritas por autoras nacidas entre las décadas del setenta y del ochenta en Perú, Chile y México, reflejan las demandas de aquellos sectores sociales que han sido históricamente marginados. Por ende, se referirán al rol que ocupan en la sociedad contemporánea las mujeres, las personas enfermas o con capacidades diferentes y los inmigrantes con el fin de revertir un discurso hegemónico en el que el subalterno, como lo definió Spivak (1998), en sus estudios sobre colonialismo, no habla porque sabe que no será escuchado. En este sentido, la filósofa afirma «[s]i en el contexto de la producción colonial el individuo subalterno no tiene historia y no puede hablar, cuando ese individuo subalterno es una mujer su destino se encuentra todavía más profundamente a oscuras» (Spivak, 1998, pp. 20-21). Esta autora también pregunta: «¿Puede hablar el sujeto subalterno? y ¿Puede narrar un sujeto subalterno (en tanto mujer)?» (Spivak, 1998, p. 31) Con el fin de rebelarse contra los mandatos hegemónicos de género y colonialistas, entonces, las autoras utilizarán estrategias subversivas desde la ideología y la escritura para habilitar una visión alternativa e inclusiva que represente sus demandas.

No es casual que estas narrativas surjan a partir de la segunda década del siglo xxi, circunstancia en las que se intensificaron las demandas feministas en el continente americano con el surgimiento de movimientos como Ni una menos, y que, además, traten el tema de la vista como metáfora de una necesidad de ver con otros ojos lo que ha sido presentado como la única verdad. A lo anterior, se deben sumar las contribuciones del feminismo decolonial latinoamericano, que incluye las demandas de aquellas mujeres o sujetos feminizados racializados y cuyas voces no han sido escuchadas al igual que las de las feministas blancas y occidentales (Lugones, 2011).

En esta línea, resulta oportuno incorporar las reflexiones de pensadoras como María Lugones, quien explica cómo la resistencia se gesta en comunidad:

...la resistencia proviene de la participación alternativa de una comunidad que es anticapitalista, antirracista, antisexista, una comunidad que tiene un sistema de valores distintos. La resistencia de la mujer negra para confrontar esta dominación se da en términos interseccionales, sin embargo, sus experiencias son distintas y ellas son distintas unas de las otras en cómo responden. (Lugones, 2013, como aparece citado en Bidaseca, 2014, p. 958)

En correspondencia con lo antedicho, las autoras pondrán en el cuerpo o en los ojos de sus protagonistas, mediante la alusión a problemas visuales (ceguera, estrabismo, máculas oculares), las luchas y demandas de la sociedad actual con el fin de desanudar los hilos que asfixian a los que son o piensan diferente. Esta inscripción en la genealogía de las miradas disidentes se enmarca en los reclamos feministas que promulgan la resistencia desde las entrañas del sistema cispatriarcal. En este sentido, las autoras continúan la tradición de teóricas como Hélène Cixous, quien celebra la miopía que le permite ver distinto y acceder a un conocimiento alternativo desde el cual empoderarse (Cixous y Derrida, 1998). Concurrentemente, en el campo literario latinoamericano son varias las escritoras que, desde el siglo xxi, utilizan el tema de la visión o, mejor dicho, la falta de esta para resistirse a los mandatos de género; entre ellas, se puede mencionar a Mercedes Halfon, Verónica Gerber Bicecci, María Gainza, Gabriela Wiener, Guadalupe Nettel y Lina Meruane.

En este orden, teóricos como Marta Pascua Canelo, han investigado la emergencia de las «poéticas del ojo» (Las Casi Ciegas, Pascua Canelo, 2023) escritas de manera autoficcional, alineadas con el «giro subjetivo» (Sarlo, 2005) de la época. A lo anterior, debe sumársele la elección de la fragmentariedad como recurso estético que traduce la incertidumbre que provoca vivir en la «modernidad liquida» (Bauman, 2000). Lo antedicho, entonces, pretende servir de premisa para este trabajo, que se concentrará en dilucidar los patrones de resiliencia y/o resistencia que surgen de las obras del corpus con el fin de transferir las lecciones de resiliencia a los lectores y estudiosos del tema.

En primera instancia, resulta indispensable definir la resiliencia. En este sentido, se destaca la definición promulgada por American Psychological Association, que precisa que la resiliencia es:

El proceso de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia, amenaza, o fuentes de tensión significativas, como problemas familiares o de relaciones personales, problemas serios de salud o situaciones estresantes del trabajo o financieras. Ser resiliente no quiere decir que la persona no experimenta dificultades o angustias. El dolor emocional y la tristeza son comunes en las personas que han sufrido grandes adversidades o traumas en sus vidas. De hecho, el camino hacia la resiliencia probablemente está lleno de obstáculos que afectan nuestro estado emocional. La resiliencia no es una característica que la gente tiene o no tiene. Incluye conductas, pensamientos y acciones que pueden ser aprendidas y desarrolladas por cualquier persona. (APA, 2011).

En una misma línea, Boris Cyrulnik, en su libro La maravilla del dolor (2001), afirma que la resiliencia:

…constituye un proceso natural en el que lo que somos en un momento dado necesariamente debe entretejerse con los medios ecológicos, afectivos y verbales. Basta con que uno solo de esos medios falle para que todo se hunda. Basta con que haya un solo punto de apoyo para que la edificación pueda continuar. (Cyrulnik, 2001, p. 15)

Establece, también, una relación entre escritura y resiliencia al sostener que

…el lápiz y la pluma nos defienden mucho mejor que el activismo, la venganza, el aislamiento o la regresión. La escritura reúne en una sola actividad el máximo número de mecanismos de defensa: la intelectualización, el ensueño, la racionalización y la sublimación. (Cyrulnik, 2001, p. 183)

Concurrentemente, en su libro El murmullo de los fantasmas (2003), Cyrulnik honda en el poder redentor de la palabra, ya que

…toda palabra trata de iluminar una porción de lo real. Pero al hacerlo, transforma el acontecimiento, ya que su objetivo es esclarecer algo que, sin la palabra, permanecería en la esfera de lo confuso, o de la percepción sin representación. (2003, p. 21)

De acuerdo con Granados Ospina et al. (2016), «Los sujetos, desde una narrativa resiliente, tienen la capacidad para trabajar y aprender de su propia autopercepción, ayudados por los intercambios intersubjetivos que establecen con otros y que les permiten fortalecerse para afrontar la adversidad» (2003, p. 2). En este contexto, se analizarán las obras del corpus, identificando las adversidades enfrentadas por las protagonistas y las lecciones de resiliencia que emergen de ellas.

Resiliencia en Sangre en el ojo (2013), de Lina Meruane

En Sangre en el ojo (2013), la protagonista, Lina, queda ciega repentinamente debido a la diabetes que sufre desde niña. Lina, el alter ego de la escritora Lina Meruane, relata su relación con la ceguera desde un lugar de resistencia en el que se posiciona para enfrentar la adversidad. En su caso, la resistencia se manifestará adaptándose a las condiciones que le impone la enfermedad, negándose a convertirse en víctima, y, además, abandonando la escritura mientras perdure la ceguera. De este modo narra las consecuencias de una mudanza a un nuevo departamento: «porrazos contra puertas entrecerradas […] una nariz machucada […] dedos arañados, uñas quebradas, tobillos torcidos […]. Pero me secaba unas lágrimas hurañas y volvía a medir los pasos, a memorizar» (2013, pp. 28-29). Simultáneamente, se resiste a escribir, a pesar de la exhortación de sus colegas: «Tú solo puedes ser tú en la proximidad de la página escrita» (2013, p. 81) y «¿Vos te das cuenta de que estás haciendo desaparecer a Lina Meruane?» (2013, p. 153).

Sin embargo, la negativa a escribir constituye un posicionamiento contundente de Meruane en contra de las prerrogativas utilitarias del sistema capitalista como lo afirma Marta Pascua Canelo: «Lucina […] rechaza la obligación de ser un individuo funcional para el sistema y busca, así, escapar del circuito capital» (Pascua Canelo, 2021, p. 96). Además, al negarse a escribir, manifiesta su apoyo a las escritoras que padecieron problemas de visión y fueron invisibilizadas, contrariamente a lo que sucedió con sus colegas hombres, siendo el caso de Borges el más emblemático, como así lo expresa en su ensayo Zona ciega (Meruane, 2021). Entonces, la escritora se pregunta si «¿[e]s verdadera valentía narrar un hecho cuando no hay alternativa?» (2021, p. 71), en respuesta a la afirmación de Borges «la ceguera debe verse como un modo de vida: es uno de los estilos de vida de los hombres» (2021, p. 71).

Otro aspecto relevante para destacar es la emergencia de una personalidad manipuladora que no se dará por vencida y estará dispuesta a todo con tal de recuperar la visión. Será el novio, Ignacio, quien se convertirá en el cuidador de Lina y al que ella definirá como «mi lazarillo» (Meruane, 2013, p. 47), «mi víctima» (2013, p. 49). Arantegui Gallardo afirma que se da «una subversión de los roles, en este caso, de los patriarcales de manera que es el hombre el que asume el papel de cuidador» (Arantegui Gallardo, 2022, p. 21).

La resistencia se manifiesta, también, cuando protesta el diagnóstico médico obligando al oftalmólogo a practicarle un trasplante de ojos. «Cuando me encontré diciéndole, iluminada, alucinada, tambaleante pero segura de que era eso de lo que iba a suceder. No se mueva, doctor, susurré, espéreme aquí, yo le voy a traer un ojo fresco» (Meruane, 2013, p. 174). De acuerdo con Arantegui Gallardo, «en la obra de Meruane-autora se activa una poética de la resistencia a través de la cual se muestra el comportamiento resiliente ante la enfermedad ya enunciada médicamente» (2022, p. 9).

Finalmente, el investigador Daniel Voionmaa destaca las características de la escritura de resistencia: «la escritura deviene el vehículo para dar a conocer la historia; en su función conecta creación y sociedad, forjando de ese modo la posibilidad de una instancia solidaria que se diferencia de la literatura de resistencia» (2012, p. 3). El lenguaje también se ve afectado por la enfermedad, Arantegui Gallardo (2022, p. 17) dirá que «Los cortes de la sintaxis aparecerán en la enferma, pero también en todo aquel que trate de controlar la enfermedad».

Resiliencia en El Cuerpo en que nací (2011), de Guadalupe Nettel

En El cuerpo en que nací (2011), de Guadalupe Nettel, la protagonista nace con una mácula en el ojo derecho que le obstruye la pupila y cuya única solución es un trasplante de córnea en el futuro. Debido a ello, deberá realizar durante la infancia «ejercicios fastidiosos» (2011, p. 11) para reforzar el ojo débil. «Con ese parche yo debía ir a la escuela, reconocer a mi maestra y las formas de mis útiles escolares, volver a casa, comer y jugar durante una parte de la tarde» (2011, p. 12). El uso del parche durante la jornada escolar inaugura el proceso de resiliencia de la protagonista no solamente frente a la enfermedad, sino también en lo que concierne a su relación con los otros. «El problema no era el espacio, sino los demás niños. Ellos y yo sabíamos que entre nosotros había varias diferencias y nos segregábamos mutuamente» (2011, p. 13). Asimismo, la protagonista añade:

No había otros niños así en mi colegio, pero tenía compañeros con otro tipo de anormalidades […]. Todos nosotros compartíamos la certeza de que no éramos iguales a los demás y de que conocíamos mejor esta vida que aquella horda de inocentes que, en su corta existencia, aún no habían enfrentado ninguna desgracia. (2011, p. 14)

Finalmente, logra dejar el parche porque su nervio óptico se desarrolla hasta su máxima capacidad, entonces, la protagonista afirma: «Podíamos felicitarnos: habíamos ganado la batalla por resistencia» (2011, p. 17). La familia ocupa un rol vital no solamente en el proceso de corrección de los problemas de visión, sino también de cualquier desvío de lo normativo. En este sentido, se destacan los roles de las mujeres de la familia, la madre y la abuela, como transmisoras de los mandatos del sistema patriarcal. La protagonista recuerda cómo la madre le gritaba: «¡Cucaracha!» (2011, p. 16) para que enderezase la espalda. Sin embargo, la abuela también participa en este adoctrinamiento:

Además de sus prejuicios de género, la abuela criticaba constantemente mi forma de caminar y la manera en la que movía mi cuerpo…según ella, sobre mi espalda se estaba formando una joroba ya no semejante a una cucaracha sino a la de un dromedario. (2011, p. 57)

Como consecuencia, se identifica desde pequeña con las cucarachas que forman parte de la familia de los trilobites, a los que menciona en varias oportunidades destacando su capacidad de adaptación a los entornos más desfavorables. Se compara, también, con el personaje de Gregorio Samsa en La metamorfosis: «yo también me había levantado una mañana con una vida distinta, un cuerpo distinto…» (2011, p. 94). Estos recuerdos los comparte con su psicoanalista a la que le pregunta: «Quiero que me diga sin tapujos, doctora Sazlavski, si un ser humano puede salir indemne de semejante régimen» (2011, p. 16). Los destratos de la abuela con la quien convive mientras su padre está en la cárcel y su madre estudia en Francia (2011, p. 59) convierten a la protagonista en un ser resiliente que, en todo momento, desafía los límites y los condicionamientos impuestos; por ejemplo, cuando se decide a jugar al fútbol, deporte que, en México, es eminentemente masculino. En el mismo sentido, se demuestra la resiliencia de la protagonista cuando emigra a Francia y relata su experiencia como inmigrante: «Tan mimetizada llegué a estar que nadie que me haya conocido en ese momento sospechó por un instante que ni había nacido en aquel sitio ni me había criado ahí» (2011, p. 165). Concurrentemente, se destaca la empatía que desarrolla la protagonista con otros inmigrantes, en este caso, los inmigrantes del Magreb, quienes vivían en el mismo barrio y de los que en un principio recelaba: «Sus malos modos y su facilidad para iniciar los pleitos ya no eran para mí sino la expresión de su enorme vulnerabilidad […]. Al fin y al cabo, aunque a su propia manera, ellos también eran trilobites» (2011, pp. 164-165). De este modo, se evidencia una deconstrucción de la mirada racializada que había forjado como mujer blanca de una clase acomodada mexicana.

A las reflexiones anteriores, debe sumársele el rol de la escritura como instrumento de resistencia frente a las adversidades de la vida; la narradora lo describe de esta forma: «el origen de este relato radica en la necesidad de entender ciertos hechos […] y se refugia en el lápiz como otros se refugian en el alcohol o en el juego» (2011, p. 17). El hecho de escribir y de compartir lo escrito permite que la marginalidad que padece no sea «opresiva» (2011, p. 20). Debido a la discriminación que sufre durante toda su vida, apuesta por escribir desde los márgenes y se identifica con los autores en guerra contra las convenciones sociales y amantes de la marginalidad, en particular, Allen Ginsberg, del que dice: «Como él, yo también soñaba con aceptarme a mí misma, aunque en ese entonces aun no sabía con exactitud cuál era el closet que me tocaba abandonar» (2011, p. 187). En consecuencia, gracias a los mecanismos de resiliencia que adquirió a lo largo de su vida y al soporte ocasional de otros, la protagonista no se desanima cuando el oftalmólogo le dice que no podrán operarla, ya que entiende la enfermedad como parte de su identidad.

Otro aspecto para señalar es el aporte indudable que representa la terapia psicoanalítica en la evolución positiva de la protagonista en su adultez con el fin de procesar los traumas de la infancia y adolescencia. Resulta pertinente destacar el pensamiento de Freud en lo que respecta al efecto del psicoanálisis sobre el sufrimiento, en el sentido de que la intervención psicoanalítica permite al paciente «transformar su miseria histérica al infortunio corriente» (Freud, 1968, p. 129), es decir, que «ayuda a convertir el sufrimiento insoportable en soportable» (Bal, 2021, p. 319). Sin lugar a duda, la escritura, el psicoanálisis y el soporte ocasional de algunas figuras, como una maestra de la infancia, posibilitaron que la protagonista supere la adversidad provocada por la marginalidad que padeció durante toda su vida. Así pudo encontrar ese punto de apoyo, como lo mencionó Cyrulnik, desde el que pudo desarrollar la resiliencia. En esta línea, la narradora clausura el relato al afirmar que se había decidido a

…habitar el cuerpo en el que había nacido, con todas sus particularidades. Al fin de cuentas era lo único que me pertenecía y me vinculaba de forma tangible con el mundo, a la vez que me permitía distinguirme de él. (2011, pp. 194-195)

Resiliencia en Huaco retrato (2021), de Gabriela Wiener

Huaco retrato (2021) se inicia con la visita de la protagonista, la propia Gabriela Wiener, a un museo etnográfico en París en donde se exhiben artefactos del imperio incaico, muchos de ellos apropiados del Perú por su tatarabuelo Charles Wiener; antepasado al que la protagonista apoda «huaquero». En este sentido, se llama «huaqueros» a aquellos exploradores que expoliaban los tesoros de las colonias para llevárselos como trofeos. El término proviene de la palabra quechua huaca y significa ‘lugar sagrado’ (2021, p. 12). Simultáneamente, mientras se encuentra en París, se entera de que su padre ha muerto como consecuencia de un cáncer terminal. Entonces regresa a Perú, en donde inicia el proceso de duelo que la conduce a indagar no solamente en la vida de su padre, sino también en los lazos que la unen a ese antropólogo con quien comparte el apellido.

La figura del padre es central en la trama, ya que, por un lado, se lo retrata como un padre presente y confiable y, por otro, se lo describe como un personaje infiel que tiene dos familias con las que convive simultáneamente. Un detalle significativo es el descubrimiento de que usaba un parche mientras convivía con su amante; hecho que revive los cuestionamientos de la protagonista acerca de la hipocresía de la monogamia, mientras que ella mantiene una relación poliamorosa con su esposo peruano y una mujer española, como necesidad de trascender el formato tradicional de relaciones heteronormativas.

Asimismo, la búsqueda de la identidad y el proceso de subjetivación la llevarán a descolonizarse como mujer racializada, aprendiendo a aceptarse tal como es, más allá de las discriminaciones que haya padecido desde niña y que aún padece de adulta en España. En diversos pasajes, la protagonista denuncia estos ataques; por ejemplo, cuando recuerda cómo sus compañeros de escuela la llamaban «negra», mientras ella se refugiaba en su padre «para que todo el mundo supiera que ese señor un poco blanco era mi papá… eso me hacía menos negra, menos insultable» (2021, p. 45). Asimismo, la mirada racista la lleva a identificarse como una mujer: «marrón, chola y sudaca» (2021, p. 45), que tiene cara de peruana, «la cara de las mujeres que ves en el metro, la cara que sale en la National Geographic» para concluir al decirse a sí misma que su cara es muy parecida a un «huaco retrato» (2021, p. 60) al que define como «…la foto carnet prehispánica» (2021, p. 61).

La resiliencia se atisbará en el proceso de subjetivación que adquiere la protagonista mientras aprende a aceptarse a sí misma. No obstante, deberá sobreponerse a la mirada crítica que proyecta sobre su cuerpo: «El cuerpo nacido marginal, por escasez o abundancia, siempre incomoda y siempre se siente cuestionado. Un cuerpo rechazado, marrón, es estanco, ha vivido demasiado tiempo bajo tierra…» (2021, p. 104). En otro pasaje afirmará: «No puedo dejar de despreciarme, no olvido las miradas crueles, ni las condescendientes. Era tan bonita sin saberlo, pero me afearon, me hicieron un monstruo irreversible» (2021, p. 143). Finalmente, serán las comunidades de mujeres migrantes y racializadas que viven en España las que la ayudarán a «revertir la mirada cruel de los siglos sobre nuestros cuerpos» (2021, p. 117) al desaprender los mandatos culturales de belleza (2021, p. 119). Además, el nacimiento de un hijo de su relación poliamorosa augura el advenimiento de una nueva etapa en la que la protagonista imagina que podrá «…enseñarle [a su hijo] a ver con los dos ojos» (2021, p. 158), más allá de los embates del racismo.

Las protagonistas de estas narrativas exorcizan sus traumas al contar sus historias de vida y son capaces de cumplir el oxímoron de Cyrulnik, es decir, que son capaces de «escribir soles de noche». Paralelamente, logran agenciarse como mujeres y escritoras, en un contexto que intenta desplazarlas constantemente. A pesar de esto, ellas deconstruyen el relato limitante y se (re)construyen a sí mismas en un movimiento centrífugo que incluye a las otras porque la resiliencia se construye entre todas.

Las narrativas del yo sirven como mediación para que las protagonistas puedan entender y superar las adversidades y, al mismo tiempo, ser partícipes de una historia en común. En este orden, son capaces de trascender las situaciones traumáticas y adquirir resiliencia mediante la implementación de estrategias de resistencia, entre ellas la escritura, que permite que procesen la adversidad y/o marginalidad y, de este modo, acepten, plenamente, los cuerpos en los que nacieron.

Referencias

American Psychological Association. (2011). El Camino a la Resiliencia. https://www.apa.org/topics/resilience/camino

Arantegui Gallardo, P. (2022). El principio del dolor: Un estudio comparativo en torno al dolor y la enfermedad en Clavícula de Marta Sanz y Sangre en el ojo de Lina Meruane. [Trabajo de Grado]. http://hdl.handle.net/10366/151324

Bal, M. (2021). Figuraciones. Cómo la literatura crea imágenes. Ediciones de la Universidad de Murcia.

Bauman, Z. (2000). Liquid modernity. Malden, MA y Polity Press.

Bidaseca, K. (2014). Los peregrinajes de los feminismos de color en el pensamiento de María Lugones. Revista Estudos Feministas, 22(3), 953-964. https://www.redalyc.org/pdf/381/38132698014.pdf

Cixous, H. y Derrida, J. (2001). Velos. Stanford University Press.

Cyrulnik, B. (2001). La maravilla del dolor. El sentido de la resiliencia. Granica.

Cyrulnik, B. (2020). Escribí soles de noche. Literatura y resiliencia. Editorial Gedisa.

Granados Ospina, L. F., Alvarado Salgado, S. V., y Carmona Parra, J. A. (2016). Narrativas y resiliencia. Las historias de vida como mediación metodológica para reconstruir la existencia herida. CES Psicología, 10 (1), 1-20.

Freud, S. (1968). Psicoterapia de la histeria. En Obras Completas. Biblioteca Nueva.

Lugones, M. (2011). Hacia un feminismo descolonial. La manzana de la discordia, 2011, 6, 2, 105-119.

Lugones, M. (2013). Reconocer las superficies de nuestras hendiduras. Cartografiar el Sur de nuestros Feminismos [Panel]. Panel III. Interseccionalidad/Interculturalidad y conocimiento situado, en el Coloquio Internacional, Buenos Aires, IDAES/UNSAM.

Meruane, L. (2013). Sangre en el ojo. Random House.

Meruane, L. (2021). Zona ciega. Random House.

Nettel, G. (2011). El cuerpo en que nací. Editorial Anagrama.

Pascua Canelo, M. (2021). Ojos enfermos: Discapacidad, escritura y biopolítica en Halfon, Nettel y Meruane. Revista Letral, (26), 17-106.

Pascua Canelo, M. (2023). Las casi ciegas. Poéticas del ojo en la literatura hispánica escrita por mujeres (2010-2021). Universidad de Salamanca.

Sarlo, B. (2005). Tiempo pasado: cultura de la memoria y giro subjetivo: una discusión. Siglo xxi.

Spivak, G. C. (1998). ¿Puede hablar el sujeto subalterno? Orbis Tertius, 3 (6), 175-235. http://www.fuentesmemoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.2732/p r.2732.pdf

Voionmaa, D. (2012). Con Sangre en el ojo: para una escritura de resistencia. Amerika, 7. https://doi.org/10.4000/amerika.3389

Wiener, G. (2021). Huaco retrato. Random House.

Modelo de publicación sin fines de lucro para conservar la naturaleza académica y abierta de la comunicación científica
HTML generado a partir de XML-JATS4R