DOSSIER

LA REVISTA SUR, PASADO Y PRESENTE. LAS VOCES FEMENINAS EN UN NUEVO PROYECTO DE INVESTIGACIÓN

Marina L. Guidotti
Universidad del Salvador, Argentina

Gramma

Universidad del Salvador, Argentina

ISSN: 1850-0153

ISSN-e: 1850-0161

Periodicidad: Bianual

vol. 33, núm. 68, 2022

revista.gramma@usal.edu.ar

Recepción: 05 Noviembre 2021

Aprobación: 15 Febrero 2022



Resumen: Se presenta un nuevo proyecto de investigación, Voces femeninas en la revista argentina Sur(1931-1992), radicado en el Instituto de Investigación de Filosofía, Letras y Estudios Orientales (IIFLEO) y en el Centro de Ediciones y Estudios Críticos de Literatura Argentina (CECLA) de la Universidad del Salvador. El artículo realiza una breve semblanza de la escritora Victoria Ocampo, su obra, su contexto de producción y la pone en relación con el campo cultural de su época. Se analiza, luego, el nacimiento de la revista Sur y se presentan abordajes críticos sobre la publicación. Finalmente, se explicitan los objetivos del proyecto y se da cuenta de los logros parciales obtenidos hasta el presente que dan cuenta de una participación en la revista Sur de más de ciento cincuenta mujeres, de las cuales la mitad, aproximadamente, es latinoamericana.

Palabras clave: Revista Sur, Victoria Ocampo, Escritoras, Corpus, Campo Intelectual.

Abstract: This article expounds a new research project, Female voices in the Argentine magazine Sur (1931-1992), which will take place at the Research Institute of Philosophy, Letters and Eastern Studies (IIFLEO) and at the Center for Editions and Critical Studies of Argentine Literature (CECLA) of the University of Salvador. The article begins by making a brief sketch of the writer Victoria Ocampo, her work, and the context of her production, relating it to the cultural environment of her time. This is followed by an analysis of the creation of the Sur magazine and critical approaches to its published content. Finally, the objectives of the research project are explained and the achievements to date are reported, including the contributions to the magazine by more than one hundred and fifty women, of which approximately half are Latin American.

Keywords: Sur Magazine, Victoria Ocampo, Women writers, Corpus, Intellectual Field.

Introducción

Imaginar, pensar, proponer, llevar adelante un nuevo proyecto de investigación supone un gran desafío. Mucho más cuando se trata de una figura como Victoria Ocampo, que se atrevió a romper con la hegemonía masculina en cuanto a crear y sostener una empresa cultural como lo fue la revista Sur y la fundación, posteriormente, de la Editorial Sur.

La publicación de Ocampo ha sido estudiada desde diferentes perspectivas, no obstante, no se había realizado, hasta esta propuesta, un trabajo sobre las mujeres argentinas y latinoamericanas que participaron en la revista. Sí hay importantes estudios sobre algunas personalidades que transitaron sus páginas como Virginia Woolf, Gabriela Mistral, Silvina Ocampo, entre otras.

En el proyecto que aquí presentamos, Voces femeninas en la revista argentina Sur (1931-1992), nos hemos propuesto realizar un relevamiento integral de la participación femenina, con especial atención en las creadoras de la Argentina y de Latinoamérica. En los sesenta y seis años relevados de la revista, que, con distinta frecuencia, fueron publicados, hemos comprobado la participación de más de ciento cincuenta voces femeninas, de las cuales, aproximadamente, la mitad pertenece al ámbito nacional y latinoamericano.

La narrativa, el ensayo, la lírica, las artes plásticas, las referencias a viajes, la crítica teatral y cinematográfica, las críticas literaria y musical, las cartas, las notas de opinión, entre otros tipos textuales, les permitieron expresarse dialógicamente como sujetos de su tiempo. Los temas que abordaron referentes a la condición de la mujer en el mundo; sus opiniones sobre cuestiones sociales, políticas, de la historia nacional e internacional —a pesar de ser una revista apolítica— se traslucen en varios de los artículos publicados. El trabajo realizado en pos de la cultura y de la difusión de artistas y escritoras y escritores americanos y europeos y el hecho de ser una de las publicaciones latinoamericanas de más larga trayectoria hablan de una postura de parte de su fundadora y directora cuyo «sur» fue brindar, a través de su revista, un lugar para que una multiplicidad de voces, femeninas y masculinas, pudieran expresarse.

Hemos articulado esta presentación en varios ejes: partimos de una breve semblanza de su creadora para ubicarla en su contexto de producción y ponerla en relación con el campo cultural argentino, americano —tanto norteamericano como sudamericano— y europeo. Nos referimos, luego, al nacimiento de Sur y sintetizamos algunos de los abordajes críticos que sobre la publicación se han realizado en los últimos cuarenta años —siempre conscientes de que, como en toda selección, muchas propuestas no han sido presentadas— para, finalmente acercarnos a la temática de mujer, tanto en palabras de la misma fundadora como en las de otras colaboradoras. Este recorrido nos sirve de encuadre para presentar y delinear los objetivos de nuestro proyecto, así como para dar cuenta de los avances parciales y de los temas sobre los que ya se están realizando investigaciones y trabajos académicos.

Una Personalidad Multifacética

Ramona Victoria Epifanía Rufina Ocampo nació el 7 de abril de 1890 y falleció el 27 de enero de 1979. Fue la mayor de seis hermanas, Angélica, Francisca, Rosa, Clara y Silvina, nacidas en el seno de una familia emparentada con conquistadores —como Domingo Martínez de Irala—; con activistas políticos como su bisabuelo —Manuel Aguirre, que apoyó la causa de la Revolución de Mayo de 1810—; con pintores, del que se destaca la figura de Prilidiano Pueyrredón, el gran retratista del siglo xix, y con escritores de la talla de José Hernández, relacionado con su padre.

Como era costumbre en la época, recibió educación privada a cargo de institutrices que le enseñaron idiomas, en primer término, francés e inglés para, posteriormente, aprender el español; también fue educada en otros campos del saber como la literatura, la historia, las matemáticas y la religión.

En 1896, toda la familia viajó a Europa y visitó París, Londres, Ginebra y Roma. Al regresar a Buenos Aires, Victoria demostró su interés en la literatura, la música, el tenis y, con solo diez años, comenzó a escribir sus primeros artículos en francés. También a esa edad, al asistir a la representación de una obra teatral por la compañía de la destacada actriz María Guerrero, sintió tal fascinación por esta manifestación artística que le transmitió a su padre su deseo de seguir esa profesión, lo que le fue denegado, pues no se consideraba pertinente para una joven de su situación social. Cuando Victoria tenía dieciocho años, la familia viajó a Europa nuevamente; allí asistió a clases de filosofía, dictadas por Henri Bergson, y también concurrió a la Universidad de La Sorbona, que le abrió el mundo de la literatura griega clásica, las literaturas inglesa e italiana, así como la Historia de Oriente. Esta formación marcaría los intereses futuros de Victoria.

En julio de 1916, se produjo un hecho que sería trascendente en su vida: la llegada a la Argentina del filósofo español José Ortega y Gasset, quien permaneció en el país hasta enero de 1917. El objetivo de su viaje fue pronunciar un ciclo de conferencias sobre problemáticas de la filosofía a principios del siglo xx. Para ello, ocupó una cátedra creada por la Institución Cultural Española en la Universidad de Buenos Aires. Su actividad académica le permitió disertar también en Córdoba, en Mendoza y en Tucumán. Ortega y Gasset tenía, en ese momento, treinta y tres años y ya había publicado Meditaciones del Quijote (1914); allí se lee la siguiente frase que cobraría larga fama: «Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo» (1957, p. 322). También ya había aparecido el primer volumen de El Espectador (1916), una revista unipersonal que Ortega había pensado para edición bimestral, aunque luego sus escritos, algunos de los cuales había publicado en los diarios El Sol y La Nación, serían reunidos en ocho tomos entre 1916 y 1934.

Un hito editorial que tendría marcada influencia en el posterior proyecto de Victoria fue la fundación, en 1923, de la Revista de Occidente, de la que Ortega fue director hasta 1936. Se trataba de una revista de divulgación académica, en la que se destacaron los artículos sobre ciencia y filosofía y en la que las traducciones tuvieron un espacio muy acentuado. Colaboraron en ella Georg Simmel, Max Weber, Albert Einstein, entre muchos otros. En el ámbito literario, escribieron, en la publicación, Franz Kafka, William Faulkner, Rainer María Rilke, por solo citar a algunos de ellos.

No debemos pasar por alto otro de los roles desempeñados por Victoria: su función de mecenazgo, que queda demostrada al recibir en la Argentina a figuras destacadas de distintas manifestaciones de la cultura. En su casa de San Isidro, se alojaron personalidades tales como Rabindranath Tagore, Albert Camus, Roger Caillois, Graham Greene, Ígor Stravinsky e Indira Gandhi, entre otros.

En el exterior, gracias a su acomodada posición económica que le permitió realizar innumerables viajes, tuvo contacto con artistas, intelectuales y escritores en los Estados Unidos y en Europa. Sin hacer una lista exhaustiva, algunas de las personalidades internacionales con las que Victoria estuvo vinculada fueron las siguientes: André Malraux, Albert Camus, Jean Paul Sartre, Jacques Maritain, Emmanuel Mounier, Adrienne Monnier, Aldous Huxley, William Faulkner, Virginia Woolf, Waldo Frank, José Ortega y Gasset, Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes, Octavio Paz, Gabriela Mistral, María Luisa Bombal, Vicente Huidobro…

La suya fue una vida intensa, con alegrías y con sinsabores; con críticas y con logros. El reconocimiento le llegaría tardíamente en 1977, al ser elegida por los que serían sus pares como la primera mujer miembro de la Academia Argentina de Letras.

Cómo Nació la Idea de Sur. Algunos Hitos en su Trayectoria

En la decisión de crear una revista literaria en la Argentina, tuvo un rol fundamental Waldo Frank. El pensador norteamericano, estudioso de la literatura y de las culturas española y latinoamericana, visitó Argentina en 1929. Se proponía armar redes entre los Estados Unidos y América Latina: sus ideas utópicas pueden encontrarse en su novela Redescubrimiento de América (1929). Amigo de Eduardo Mallea, frecuentó con asiduidad a Victoria Ocampo y a varios de los intelectuales que darían origen al grupo Sur.

Frank le propuso la creación de una publicación que diera a conocer «La América oculta por mentiras, mitos, lugares comunes y propagandas chillonas» (Oliver, 1969, p. 259). En este sentido, es reveladora la carta que Ocampo envió a Waldo Frank, que sería publicada luego en el primer número de Sur:

Nunca se me hubiera ocurrido por sí sola la idea de fundar una revista. [En Europa] se me preguntó, […] si mi revista se proponía volverle la espalda a Europa. Sencillamente porque declaré que su fin principal consistiría en estudiar los problemas que nos conciernen, de un modo vital, a los americanos! […]. Nuestra América es un país por descubrir. […]. Cada uno según nuestras fuerzas respectivas, nos pondremos a la búsqueda de América, de esa América del oculto tesoro (i, 1, pp. 8, 10, 11, 17).

El otro gran impulsor de ese emprendimiento fue José Ortega y Gasset, como ya adelantamos. En 1930, Victoria le envía una carta, aparecida luego en el número 347 de Sur, julio-diciembre de 1980, en la que puede leerse:

… es imposible improvisar una cultura, etc., etc. En una palabra, sufro por América por una buena razón: soy americana […]. Mi proyecto, helo aquí: publicar una revista trimestral que se ocuparía principalmente de problemas americanos bajo todos sus aspectos y en la que colaborarían los americanos que tengan algo adentro y los europeos que se interesen en América. El leit-motif de la revista sería ese, pero por supuesto, se tratarán temas de toda índole (1980, pp. 144-145).

Hay que recordar que, en Europa, las revistas literarias ocupaban un lugar destacado, tales como Nouvelle Revue Française, The Criterion, Revista de Occidente, Review, Esprit, Les temps Modernes, entre las más reconocidas.

Otro hecho de capital importancia y que influyó en el desarrollo de la revista fue la toma de contacto de Ocampo con la escritora inglesa Virginia Woolf. Ambas eran personalidades destacadas de la cultura, asistían a reuniones literarias y a exposiciones artísticas, compartían, además, roles similares como escritoras, editoras y agentes culturales.

Un pensamiento recurrente en Victoria fue el de fomentar las relaciones culturales entre América y Europa, como ya había expresado en las cartas a Frank y a Ortega y Gasset. De allí que pensemos en ella como constructora de puentes, uno transoceánico, a través del cual lo europeo llegará a América, y lo americano será conocido y difundido en Europa. En 1934, le escribe a Woolf interrogándola sobre cómo lograr unir Europa y América y secar el agua del océano que los separa. Esta pregunta es, a su vez, un reflejo del propio cuestionamiento que Ocampo se hace a sí misma, cómo lograr dividirse entre esos dos continentes que ama y que la nostalgia por lo que ambos espacios representan para ella no la afecte mortalmente.

Comparte con Woolf el propósito de revalorizar el rol de la mujer y de su relación con el arte y la literatura; las dos consideran fundamental el poder contar con un espacio propio para la creación y ambas se sienten ciudadanas del mundo. De esta manera lo había expresado Virginia Woolf, en 1938, al afirmarle que se sentía como una mujer que no tenía patria, y que su patria la constituía el mundo entero, como se lee en Correspondencia (1934-1940).

Pero Victoria también plantea la construcción de otro tipo de puente, un puente transcordillerano, cimentado a partir de la toma de contacto y de amistad con la escritora chilena Gabriela Mistral. En sus Testimonios, Victoria recuerda:

La búsqueda de lo americano, preocupación de Gabriela, había hallado en mí un campo de experimentación. […]. Mis lecturas y mi educación me inclinaron decididamente hacia Francia e Inglaterra. Pero la tierra americana nos ancla de manera tenaz. Ese fue el descubrimiento que hizo Gabriela al conocerme. Admitió que había otra forma de ser americana y lo proclamó: ser americana siendo universal (Ocampo, 2000, pp. 197-198).

Sur desde la Crítica

A lo largo de los años, distintas voces teóricas se han acercado a Sur; solo nos referiremos a algunas de ellas para brindar un marco teórico que, lógicamente, resulta muy acotado. Hay que destacar que la revista Sur y los intelectuales nacionales y extranjeros que participaron en ella han sido objeto de múltiples abordajes y estudios. Nuestro objetivo es, lo, reiteramos, acercar a los lectores algunas de sus investigaciones.

En 1983, año del retorno a la democracia en la Argentina, la revista Punto de vista dedica un Dossier a la publicación de Victoria Ocampo. En una nota editorial mínima, se plantea que, a partir de los debates ideológico-culturales suscitados en torno a Sur y a la forma en que fueron vistos sus integrantes «demonizados, como portavoces directos de la oligarquía, o defendidos, como productores de la cultura moderna en la Argentina» (1983, p. 7), ha invitado a diferentes pensadores para que intenten definir algunos de los rasgos que caracterizaron la primera década de Sur.

El primer artículo está firmado por María Teresa Gramuglio: «“Sur”: constitución del grupo y proyecto cultural»; en él, pasa revista a quienes lo conformaron y reflexiona sobre las características del proyecto cultural que estos habían articulado. En este sentido, la investigadora se aleja de la valoración negativa que pesaba sobre sus miembros y muestra otras variables que desarman el estereotipo que asociaba la revista a una representación de ideología de clase, tal lo sostenido por la izquierda nacional. El grupo se caracterizó por su cosmopolitismo, por sus preocupaciones americanistas y por poseer una serie de valores éticos compartidos.

Al realizar su análisis, Gramuglio observa una vacilación en la carta que Ocampo le dirige a Frank, en cuanto a considerar este emprendimiento como una realización personal o grupal. En un momento, habla de «mi revista» y, en otro, afirma: «Waldo […] esta es su revista y la de todos los que me rodean y me rodearán en lo venidero» (1983, p. 8).

Como la misma fundadora aclaró, las sugerencias y conversaciones mantenidas con Frank y con Ortega y Gasset fueron definitorias para que decidiera abordar un proyecto de tamaña magnitud, pero Victoria también reconoce que, sin la red de relaciones de amistad, de parentesco, de valores compartidos, establecida con quienes la acompañaron —tanto en el plano nacional como internacional—, no hubiese sido posible llevar adelante un emprendimiento de esas características. No podemos dejar de mencionar el consejo de redacción de su primer número: Jorge Luis Borges, Eduardo Bullrich, Alfredo González Garaño, Oliverio Girondo, Eduardo Mallea, María Rosa Oliver y Guillermo de Torre. Esa red se irá ampliando con el correr de los años, lo que permitirá contar con colaboraciones nacionales e internacionales gestionadas por la misma directora y por los integrantes del grupo Sur.

Para Gramuglio, el americanismo y las ideas en cuanto al trabajo cultural de quienes dieron comienzo a la revista están ligados a una problemática que constituye una constante de la historia cultural argentina: la de la doble relación de los intelectuales con lo nacional y con lo europeo. Este debate fundacional puede seguirse en Echeverría, en Sarmiento, en la generación del 1880, en el Centenario, en las tendencias literarias de los años veinte y su persistencia puede rastrearse hasta nuestros días. La autora finaliza su artículo observando que lo que los conforma como grupo no es solo su pertenencia de clase, sino también su adscripción a valores que tenían como meta brindar al lector argentino una producción literaria de calidad, el contacto con escritores y con artistas de distintas nacionalidades, a la vez que proyectar la producción nacional en el extranjero.

Beatriz Sarlo, en «La perspectiva americana en los primeros años de “Sur”» (1983), incluido en el mismo Dossier de Punto de vista, realiza una lectura de los primeros doce años de la publicación. En él analiza la preocupación de Ocampo y del grupo por la cuestión americana, ya que la cultura argentina o americana estaba influenciada fuertemente por la mirada extranjera. Destaca el valor dado a las traducciones, así como la introducción de personas y libros que, para el grupo editorial, venían a llenar huecos en la cultura argentina. La investigadora pone de relieve la heterogeneidad de quienes participaban en ella, ya que cada colaborador aportaba sus propias ideas y proyectos, a la vez que lo hacía en una revista literaria argentina, espacio cultural poco desarrollado en nuestro país. Para Sarlo, Ocampo y quienes la acompañaban en Sur se plantearon dos tareas: por un lado, la afirmación de una cultura original argentina-americana y, por otro, la inclusión necesaria —conforme a su proyecto cultural— de materiales producidos en el extranjero que era necesario traducir para acercarlos al público americano en lengua española.

A este proyecto se suma la visión que se tenía de la realidad americana, que, como afirma Sarlo, era una realidad «descentrada» con respecto tanto a la europea como a las ideologías de los intelectuales que se referían a esa misma realidad, tal la posición de Alfonso Reyes; por tanto, América es vista como una contradicción. La crítica comprueba, en la publicación, la existencia de una doble mirada sobre lo americano: un americanismo optimista —que se reconoce en los escritos de Frank y de Ocampo—, que sostiene la idea de la diferencia no como inferioridad, sino como oportunidad de crecimiento y que, para Sarlo, se constituya en «una alternativa moral, estética e intelectual: en el descentramiento está la virtud americana» (1983, p. 11). Pero también da cuenta de un americanismo pesimista que, obsesivamente, se interroga sobre los males congénitos del continente. Como señala la autora, estas reflexiones serían las que darían pie a diferentes ensayos sobre el ser nacional, que pusieron en evidencia, también, las tensiones generadas en torno al tema de la importación cultural y la relación de lo argentino con lo europeo.

Resulta de interés, en este recorrido, comentar brevemente la labor del investigador británico John King, quien, en su libro SUR. Estudio de la revista argentina y de su papel en el desarrollo de una cultura. 1931-1970 (1989) y en diferentes artículos, como el que aquí reseñamos «SUR y la cultura argentina en la década del treinta» (1990), analiza la constitución de la revista y del grupo de intelectuales que, a lo largo de los años, fueron dejando una impronta en ella, a la vez que le permite observar las fisuras internas que se produjeron, por ejemplo, en la relación entre Borges y Mallea. Asimismo, estudia el rol que desempeñó su fundadora en el campo cultural argentino y su presencia en el ámbito internacional, y destaca los contactos que Victoria Ocampo estableció con destacados intelectuales de Europa y de los Estados Unidos. Subraya, en especial, la admiración de Victoria por Virginia Woolf y cómo esta se constituye en modelo de un feminismo progresista que Victoria trató de llevar adelante en la Argentina, en especial, sobre cuestiones referidas a los derechos de las mujeres, su independencia de la protección paternalista y la necesidad de contar con espacios propios de desarrollo personal.

Como bien afirma King, «[s]i tomamos a SUR como reflejo de la cultura argentina […] debemos tomarlo como un reflejo fragmentado, que ofrece una refracción parcial y selectiva. El significado del discurso de SUR se encuentra tanto en lo que no dice como en lo que revela» (1990, p. 382). El estudioso hace referencia, además, a la tensión que puede observarse en la publicación en la década del treinta entre las tendencias americanistas y la simpatía hacia lo europeo. Reflexiona, luego, sobre el clima intelectual mundial entre facciones opuestas: el fascismo y el marxismo y cómo la posición liberal que los integrantes de Sur querían mantener se tornó insostenible. Cabe destacar, en este sentido, que la revista trató de mantenerse alejada, en lo político, de la compleja situación nacional y mundial que se vivió a partir de los años treinta. En la Argentina, hay que recordar el golpe de Uriburu en 1930, el establecimiento de una «democracia restringida» (1990, p. 387) y la posterior llegada del peronismo al poder, entre otros hechos; y en lo internacional, la guerra civil española de 1936 y los conflictos a partir de la Segunda Guerra Mundial.

King cierra su artículo al referirse a la relación entre Sur y la literatura. Destaca el valor de las traducciones y la creación de un público lector latinoamericano, sin por ello dejar de señalar las dificultades para que Sartre fuera publicado, lo que indicaría que la línea editorial de Sur no estaba abierta hacia todas las corrientes del pensamiento de su época. También señala que Woolf tenía una postura de cierta marginalización hacia Ocampo, lo que no impidió, no obstante, que Victoria tradujera las obras de la inglesa, acercando al público en español a una «feminista progresista» (1990, p. 389), así como que pusiera en práctica algunas de sus ideas, en especial, las referidas a alentar a la mujer escritora.

La investigadora argentina radicada en México Nora Pasternac ha realizado significativos estudios críticos en torno a la publicación de Ocampo. Para trazar nuestro plan de trabajo, fue relevante la lectura y el análisis de «Las escritoras en la revista Sur: un ejercicio de recuperación de la memoria literaria» (2002). Se trata de uno de los pocos relevamientos sobre la presencia de escritoras o de artículos referidos a ellas que tiene como marco temporal las publicaciones de las dos primeras décadas de la revista, hasta la llegada del peronismo. A partir de las intervenciones de Victoria Ocampo sobre esta temática, demuestra el compromiso de su fundadora con cuestiones vinculadas a la libertad de expresión de la mujer y a la defensa de sus derechos. Afirma la estudiosa que, en Ocampo, se perciben «las reivindicaciones femeninas: diferente percepción del mundo, diferentes experiencias, derecho a la diferencia» (2002, p. 290). Destaca que el camino que defendía como posible para que la mujer alcanzara independencia y libertad era el de poseer una instrucción sólida y cuidada como la de los varones, lo que la habilitaría a tener una voz propia. Coincide con esta toma de posición la presentación, en cuatro números sucesivos de Sur: 15, 16, 17 y 18, de la traducción íntegra de Un cuarto propio, de Virginia Woolf, a cargo de Jorge Luis Borges.

Pasternac revisa otros textos en los que Victoria toma la palabra para defender el lugar de la mujer. Tal es el caso de la respuesta de la directora a la carta abierta del ensayista español José Bergamín, publicada en el número 32 de Sur (1937). Bergamín —pensador comunista y católico heterodoxo— había reprochado a la directora la inclusión de una carta de Gregorio de Marañón relacionada con la guerra española. En ese escrito, Ocampo manifiesta su rechazo a toda guerra y, a partir de una consideración de Bergamín que hacía alusión al planteo marxista sobre la explotación del hombre realizada por el mismo hombre, Victoria se refiere a la explotación que sufren las mujeres por parte de los hombres. Pone en evidencia su pensamiento sobre la «posición de inferioridad absoluta» en la que ellas viven y «las condiciones de existencia no privilegiada a la que el hombre las ha reducido por la fuerza en todas las clases sociales» (Ocampo, 1937, p. 73). Cierra su alegato con una reflexión sobre las circunstancias en las que ha transcurrido la vida de las mujeres: «Me refiero a la humillación de haber sido tratadas por las leyes de los hombres, durante siglos, como menores de edad, como incapaces, como insanas a quienes se les niega responsabilidad verdadera» (Ocampo, 1937, p. 73). Como se observa, Sur estaba abierta a distintas opiniones, y su directora hacía oír su voz para expresar sus propias ideas.

Un dato estadístico relevante para nuestro proyecto es que Pasternac registra, en los números aparecidos de Sur entre 1931 y 1945, la presencia solo de treinta mujeres sobre un total de trescientos cuarenta y cinco autores, es decir, menos de un diez por ciento. La autora señala la ausencia de nombres importantes del campo literario como el de Alfonsina Storni, quien era asidua colaboradora de la revista Nosotros.

A partir de ese primer relevamiento y para tratar de desentrañar los cambios que se produjeron con el correr de los años con respecto a la participación femenina en la publicación, es que nos planteamos el proyecto de investigación al que más adelante haremos referencia. No obstante, podemos adelantar que hemos recuperado las voces de más de ciento cincuenta escritoras, de las cuales, la mitad es argentina y latinoamericana.

Ya acercándonos a nuestros días, pasamos revista a continuación a nuevos marcos conceptuales para abordar las producciones de Sur relacionadas con nuestro tema de trabajo, como el planteado por Graciela Queirolo en «Victoria Ocampo (1890-1979): cruces entre feminismo, clase y élite intelectual» (2009). La autora analiza los temas que dan título a su escrito de manera individual, pero solo destacaremos los relacionados con el feminismo, ya que los otros aspectos, clase y élite, fueron examinados en artículos críticos a los que ya hemos hecho referencia. Queirolo destaca las conexiones personales que Victoria mantuvo con el feminismo y se detiene, en particular, en el breve período en el que ejerció la presidencia de la Unión Argentina de Mujeres, 1936-1938 —durante el cual presentó un proyecto de ley a favor del sufragio femenino universal—. La lucha de Victoria y su propósito de pensar lo femenino desde un pie de igualdad con los varones volvió a emerger en el plano nacional a partir de 1970, con el incremento de las mujeres en el área laboral y en la matrícula universitaria y, en el plano internacional, a partir de 1975, declarado por las Naciones Unidas como Año Internacional de la Mujer.

Para realizar su análisis, Queirolo aborda la noción de «ideología de la domesticidad» que se había instaurado desde el siglo xix y que continuaría durante el siglo xx, basado en un sistema binario integrado por varón-mujer, con normas que regulaban las identidades de género. Según la crítica, Ocampo emergió en el campo cultural de los años treinta como una voz alternativa a esa ideología de la domesticidad. Victoria está al tanto de las luchas feministas por la reivindicación de los derechos civiles y políticos de las mujeres: la reglamentación del trabajo femenino y su derecho a obtener por él un salario justo; el reconocimiento de los bienes personales propios de las mujeres, de manera independiente de los de sus esposos; el derecho a la patria potestad sobre los hijos; el combate contra la prostitución femenina. La investigadora hace referencia, al finalizar este apartado sobre feminismo, al número especial que Sur le dedicó a La mujer, en 1971, y cómo Victoria vio cumplido su sueño, largamente aplazado por la resistencia de sus colegas varones, de publicar un número referido a la emancipación de la mujer.

Laura Arnés, en su artículo «Afectos y disidencia sexual en Sur: Victoria Ocampo, Gabriela Mistral y cía.» (2017), analiza cómo, frente a una cultura heterosexista, Sur dio lugar a una red afectiva y literaria, feminista y disidente. Hay que tener en cuenta que estos temas eran poco frecuentes en las primeras décadas del siglo xx y, en este sentido, la fundación, en 1933, de la editorial, que llevó el mismo nombre que la revista, fue de avanzada. Allí se publicaron, entre otros, Orlando, de Virginia Woolf, en 1938, con traducción de Jorge Luis Borges; Las criadas, de Jean Genet, en 1959, traducida por Silvina Ocampo y José Bianco. En el número 222 de Sur, se incluyó «El artista preso», de Albert Camus (1953, pp. 2-7) sobre la prisión de Oscar Wilde y, en 1961, El destino del homosexual. A través de la vida de Oscar Wilde, de Robert Merle, con traducción de Marcos Fingerit. En 1959, Enrique Pezzoni tradujo Lolita, de Nabokov, que también fue censurada como la versión original.

Para Arnés, el número 259 de Sur funciona como una «bisagra en cuanto a su posicionamiento con respecto a la homosexualidad y su relación con la literatura» (2017, p. 156) a partir de los escritos de Murena, «La erótica del espejo», y del cuento de Juan José Hernández, «El disfraz». Posteriormente, da cuenta de otros textos y de autores que fueron publicados por Sur, entre ellos, Alejandra Pizarnik y José Bianco, y de las traducciones que se realizaron en torno a temáticas de sexualidades disidentes. Para la autora, no solo es importante tener en cuenta los materiales que la editorial introdujo, las traducciones que se realizaron y las discusiones que se produjeron dentro de la misma revista, sino también la posibilidad de tornar visibles desvíos de una cultura fuertemente heterosexista.

En la segunda parte de su trabajo, se dedica a estudiar el vínculo que se estableció entre la fundadora de Sur y la escritora chilena Gabriela Mistral, con la que mantuvo una asidua correspondencia durante más de treinta años. Arnés va rearmando una red de relaciones que conecta a Gabriela Mistral con Doris Dana, que acompañó a la poeta hasta su muerte y que fue su pareja desde 1946; la mexicana Palma Guillén que habría sido pareja de Mistral y otras mujeres que la conocieron: Louise Crane y su pareja Victoria Kent y María de Maeztu —feminista militante—, quien presentó a Victoria a Mistral y a Kent; con todas ellas, se relacionó Victoria Ocampo y algunas publicaron en Sur.

Este artículo, que sigue la misma línea de investigaciones anteriores de Arnés, da cuenta de cómo «el canon moderno está atravesado por textualidades, cuerpos y deseos sexualmente disidentes […] y por narrativas —variadas y disímiles— que modificaron las percepciones sobre la sexualidad» (2017, p. 158). Su abordaje de trabajos de Mistral y de Ocampo, la incorporación de textos en la revista que se apartaban de la heteronormatividad, así como las traducciones de algunos de los autores y autoras editados ponen en evidencia, para la crítica, que Sur dio cabida a otros tipos de afectividad que las palabras pusieron de manifiesto.

Tania Diz realiza una profunda reflexión en «Lo viejo y lo nuevo que trae el feminismo en La mujer (Sur, 1970-1)» (2019), sobre los sentidos y las lecturas que, sobre el feminismo, pueden realizarse en el volumen especial dedicado a la cuestión de «la mujer». Para ello efectúa un recorrido sobre la mirada de Ocampo y de otras militantes en relación con la historia del feminismo. Estudia, luego, las diferentes perspectivas feministas que se evidencian en los artículos publicados en el volumen para cerrar con el análisis de las respuestas a una entrevista realizada a mujeres de distintas áreas de la cultura, que muestran posturas antagónicas en lo referido a la toma de conciencia del feminismo o a la adhesión al pensamiento masculino universal. La investigadora recuerda que este número fue anterior a la publicación de dos revistas emblemáticas atravesadas por las lecturas del feminismo norteamericano: Persona y Somos. Analiza, asimismo, la participación de María Rosa Oliver y María Luisa Bemberg, quienes habían respondido a la encuesta en ese número especial de Sur. Diz confirma que Ocampo no desconocía las discusiones internas dentro del mismo feminismo y que había leído a las feministas anglosajonas y norteamericanas. Recorre, luego, momentos autobiográficos de Victoria para observar la manera en que fue armando su propia genealogía femenina, anclada en Águeda, mujer de origen guaraní de la que descendía su familia. Observa, además, que no pasa desapercibida la presencia de Virginia Woolf en todo el volumen. La autora destaca el valor de las exposiciones de Alicia Moreau y de María Rosa Oliver, en las que hacen referencia a la necesidad de que la vida social se modifique y se tengan en cuenta aspectos que coinciden con las demandas feministas: cuestiones referidas al trabajo, la desigualdad sexual, la discriminación, la participación femenina en política, entre otras.

Al finalizar su artículo, Diz se explaya sobre el legado dejado por victoria Ocampo y cómo su costado transgresor fue retomado por otras escritoras y artistas. La publicación de este número especial de Sur sobre «la mujer» se adelantó a lo que serían «los estudios de género» o «los estudios de la mujer», al darles voz a quienes habían ocupado roles no tradicionales y al realizar entrevistas a mujeres para que reflexionaran sobre su propia condición. Concluye la investigadora: «La operación de Ocampo es la de evadir la coyuntura política nacional y dejar sentadas las demandas del feminismo desde afuera, hasta que germinen en la Argentina del siglo xxi» (2019, p. 285).

Por último, nos referiremos brevemente al libro de José Amícola, El poder-femme: Virginia Woolf, Simone de Beauvoir y Victoria Ocampo (2019). En él aborda, en el capítulo tres en especial, el aporte de la revista Sur a la cultura. Analiza el número 329, dedicado a la compilación de textos ensayísticos: «Primera Antología de Ensayos», en el que se recogen las participaciones de escritores nacionales e internacionales que estaban en la consideración de la directora, pero deja ver que ella es la única mujer que participa en él.

Amícola reflexiona, luego, sobre la compleja relación de Victoria con el existencialismo debido a que mantuvo una relación fluida con Camus, no así con Sartre y con Beauvoir. Esto, para el crítico fue relevante en lo que él considera la declinación del rol de la revista como faro cultural, ya que Victoria no modernizó su pensamiento y no continuó con la línea progresista que había caracterizado los primeros años de la publicación; esto queda demostrado en el hecho de que Ocampo no tuvo en consideración la edición de El Segundo Sexo (1949), de Simone de Beauvoir. A esto se sumó la no comprensión y aceptación por parte de la directora de los movimientos vanguardistas, ya que demostró una posición más conservadora. Amícola analiza, luego, la mirada de Ocampo sobre el psicoanálisis freudiano y lacaniano, el teatro moderno, el surrealismo y realiza un detallado recorrido por los distintos escritores que la fueron influenciando a lo largo de la existencia de Sur.

Al referirse al vínculo intelectual y de amistad con Virginia Woolf, le critica a Ocampo el no haber tomado modelos nacionales de un incipiente feminismo en el siglo xix, como el de Juana Manuela Gorriti. Amícola considera que es el deslumbramiento por lo europeo lo que lleva a Ocampo a autopercibirse como inmersa en un «vacío» cultural sudamericano.

El autor del ensayo aborda, en otro apartado, las cartas cursadas entre la directora y grandes personalidades, las que fueron publicadas después de su muerte, en el número 347, de 1980. Destaca allí el interés de la editora por relacionarse con figuras masculinas fuertes en el campo cultural. Para Amícola, Victoria adhirió a un feminismo «nominal», debido a la formación que había recibido de sus institutrices, con una fuerte impronta europea y una mirada patriarcal. No obstante lo afirmado por Amícola, no debemos olvidar el vínculo que estableció con escritoras y con artistas sudamericanas y europeas, que son la base de nuestra investigación.

Se refiere luego a La rama de Salzuburgo, el tercer tomo de la Autobiografía, de Victoria Ocampo. Considerado uno de los textos más leídos de la autora, para Amícola recupera, en él, los recuerdos de un «amor-pasión […] fuera de las convenciones sociales y tabuizado como adúltero», que difiere «de las rememoraciones anteriores de otras autobiografías femeninas, dado que ninguna mujer de su clase había llegado tan lejos en la confesión amorosa que la comprometiera de esa manera» (2019, p. 140).

Por último, cierra el capítulo con una mirada general sobre la revista. No deja de reconocer que el gran mérito de Sur fue el de haberse convertido en «trampolín para la renovación de la literatura argentina» (2019, p. 252). Tal el caso de la publicación y la difusión que la obra de Jorge Luis Borges tendría en el exterior gracias a la labor de escritores, de periodistas y de compiladores que habían leído sus textos en Sur.

Como dijimos al comienzo de este apartado sobre las miradas de la crítica, se trata solo de un recorrido parcial que es revelador en cuanto a la vigencia de Sur y el gran emprendimiento cultural y editorial que llevó adelante Victoria Ocampo. De igual forma, el marco conceptual presentado da cuenta de los estudios que van surgiendo en torno a ella a la luz de nuevos enfoques teóricos.

La Defensa de la Mujer en Palabras de Victoria Ocampo

Este tema, al que hemos hecho referencia a través de la mirada de algunos de los críticos antes reseñados, es de vital importancia para el proyecto de investigación que estamos desarrollando en la Universidad del Salvador. Como ya señalamos, desde muy joven, Victoria demostró su interés por la defensa de los derechos de las mujeres, ejemplo de ello es la aceptación, en 1936, de la presidencia de la Unión Argentina de Mujeres, institución creada ese mismo año. El hecho es de gran trascendencia, pues el accionar de esta asociación estuvo orientado a la defensa de los derechos civiles y políticos de las mujeres. No escapa a los biógrafos de Ocampo que por esa época había tomado contacto con Virginia Woolf, defensora de un lugar propio para la mujer no solo en la sociedad, sino también en la cultura. Estos movimientos de concientización y de lucha por el lugar de las mujeres en la sociedad ya habían comenzado tanto en Europa como en los Estados Unidos. Las mujeres buscaban espacios en los que visibilizar sus pensamientos y sus actividades, luchaban por sus derechos y comenzaban a transgredir ciertas convenciones sociales en torno a la familia y el matrimonio.

Para reseñar algunos de los trabajos de Victoria Ocampo en este sentido, recordamos un primer artículo que se publicó en el diario argentino La Nación, 29 de julio de 1936, con el título «La mujer, sus derechos y sus responsabilidades», que luego sería reeditado en Testimonios. Segunda Serie 1937-1940 (1984 [1941]). Con esa misma finalidad, Victoria Ocampo utilizó el espacio que le brindaba la realización de una conferencia radiofónica simultánea entre la Argentina y España: «La Mujer y su expresión». En ella, no solo formuló su pensamiento, sino que envió un mensaje a las mujeres de ambas naciones alentándolas a tener una voz propia frente a la postura monológica masculina. Asimismo, las exhortó a alcanzar la autorrealización a través de la formación, del estudio y de la expresión por medio de la escritura. Ambos textos fueron publicados por la revista Sur y tuvieron amplia difusión.

Escribió otros ensayos, entre los que mencionamos: «Pasado y presente de la mujer», de 1967, en Testimonios. Séptima Serie 1962-1967. Otro de capital importancia es «La trastienda de la historia», en La mujer, Sur revista bianual, 326-327-328, 1970. Como se observa, este último integra el volumen especialmente dedicado a La mujer, que Ocampo quería publicar desde hacía muchos años, al que el consejo editorial se resistía. En ese momento, 1970, la publicación ya era bianual, de allí que reuniera tres números en un solo volumen. Entre algunas de las destacadas colaboraciones citamos, además de la de su directora, las de María Rosa Oliver, Alicia Moreau, Alicia Jurado, Mildred Adams, Nancy Hollander, Françoise Parturier.

Si analizamos sintéticamente la estructura de este número, observamos que presenta «Encuestas sobre el status de la mujer en nuestra sociedad» (1970, pp. 169-171). En otro apartado, se plantea la encuesta «Qué piensa la mujer —de quince a treinta y cinco años— de su papel en el mundo, destino y responsabilidad» (1970, pp. 172-173). Se trata de cincuenta y tres preguntas que deben ser respondidas anónimamente, por escrito y sin que intervengan entrevistadoras, como se aclara en nota al pie. A continuación, se realiza un «Cotejo de las respuestas» (1970, pp. 174-180) y se presentan los resultados del cuestionario elaborado, especialmente, para ese volumen. Todo este material cobra un valor documental muy relevante para nuestro proyecto, ya que se tratan temas como el trabajo, la religión, la política, los prejuicios, los preconceptos sexuales, la educación, la soltería y el matrimonio, la igualdad con el hombre, los prejuicios sociales y la imagen femenina de sí misma. Posteriormente se muestran, a manera estadística, los resultados de la encuesta efectuada a setenta y cuatro mujeres de la Argentina (1970, pp. 181-192). A más de cinco décadas de presentado al público, estos testimonios nos permiten indagar, analizar y comprender el rol de la mujer en esos años.

Por último, se realizan «8 preguntas a escritoras, actrices, mujeres de ciencia, de las artes, del trabajo social y del periodismo» (1970, pp. 193-253). Se publican, luego las respuestas, firmadas por las entrevistadas, entre las que podemos citar a las escritoras Margarita Aguirre, Mirta Arlt, María Angélica Bosco, Silvina Bullrich, Susana Calandrelli, Celia de Diego, María Esther de Miguel, Renata Dongui-Halperin, Inés Field, Julieta Gómez Paz, Adela Grondona, Beatriz Guido, Haydée Jofré Barroso, María Hortensia Lacau, Luisa Mercedes Levinson, Jorgelina Loubet, Marta Lynch, Martha Mercader, Manuela Mur, Alejandra Pizarnik, Victoria Pueyrredón, Leda Valladares, María Esther Vázquez, Noemí Vergara de Bietti y María de Villarino; las actrices Norma Aleandro, Amelia Bence, Milagros de la Vega, Delia Garcés, Tita Merello y Soledad Silveyra; las profesoras Aída Barbagelata, María Renée Cura, Elena Pezzoni, María Rivera de Payró y Josefa E. Sabor; las educadoras Leticia y Olga Cossettini; las periodistas Odile Baron Supervielle, Mónica Mihanovich, Marie Pascal y Celia Zaragoza; la cineasta María Luisa Bemberg; la pintora Norah Borges; las científicas Sonia Brieux de Salem, Adela Martínez Canaveri y Eugenia S. de Lustig; la psicóloga Eva Giberti y la abogada Alicia M. Justo.

Como se puede observar, muchas de ellas han trascendido sus profesiones y siguen estando presentes con sus opiniones y su actuar. Otras, menos nombradas en el siglo xxi, merecen estudios que las den a conocer.

Voces Femeninas en la Revista Argentina Sur (1931-1992)

Ya esbozada la posición de Victoria Ocampo con respecto a la situación de la mujer y a partir de algunos de los abordajes antes expuestos, que constituyen parte de nuestro marco teórico, decidimos, con la doctora María Rosa Lojo, un grupo de colegas y alumnos, llevar adelante una investigación sobre la presencia femenina en la totalidad de los números publicados por Sur, trescientos setenta y dos, durante sesenta y un años.

Nos planteamos como objetivos generales ampliar el horizonte de conocimiento sobre la obra y el contexto de producción de escritoras, periodistas y artistas que colaboraron en Sur; rescatar a mujeres que fueron objeto de reseñas, artículos críticos e investigaciones y poner énfasis, en especial, en autoras y en artistas argentinas y latinoamericanas presentes en la revista.

De allí la necesidad, como objetivos particulares, de relevar, en todos los números de Sur, la presencia de esas voces femeninas, en particular, las latinoamericanas; indagar sobre la representatividad de estas mujeres como objeto de estudio a lo largo de la publicación y en los estudios actuales, con la finalidad de dar a conocer aspectos de la trayectoria individual de las autoras no tenidas en cuenta en el canon. Para llevar adelante estos objetivos, nos planteamos analizar las innovaciones, los debates ideológicos y sus intervenciones disruptivas en las sociedades de sus épocas; reconocer los aportes presentes en sus obras en relación con las problemáticas de género y acreditar el rol y la presencia de estas escritoras y artistas en el campo cultural del período estudiado.

De un primer relevamiento de los trescientos setenta y dos números editados, que fueron publicados con distinta regularidad entre 1931 y 1992, hemos podido confirmar que hay más de ciento cincuenta voces femeninas, de las cuales, la mitad, aproximadamente, es latinoamericana. Solamente a efectos de graficar lo antes expuesto, confirmamos la presencia de Ana María O’Neill, de Puerto Rico; de Julia Rodríguez Tomeu y de Graciela Palau de Nemes, de Cuba; de Elena Garro y de Esperanza Figueroa, de México; de Gabriela Mistral, de María Luisa Bombal y de Marta Brunet, de Chile; de María Luisa Bastos, de Sara de Ibáñez, de Clara Silva y de Susana Soca, de Uruguay; de Angélica Mendoza y de Blanca Varela, de Perú.

Y entre las argentinas, además de su fundadora y directora, contamos —sin citarlas a todas en forma exhaustiva y sin privilegiar la cantidad de participaciones— con las colaboraciones, a través de los años y de distintos géneros —narrativa, lírica, ensayo, comentarios sobre teatro, cine y exposiciones artísticas, reseñas, artículos periodísticos, cartas— de Alicia Alonso, de Ana María Barrenechea, de Ana M. Berry, de Ivonne Bordelois, de Estela Canto, de Beatriz de Nóbile, de Alicia Dujovne Ortiz, de Virginia María Erhardt, de Mika Etchebehere, de Sara Gallardo, de Alicia Jurado, de María Elena Lasala, de María Rosa Lida, de Pilar de Lusarreta, de Sylvia Molloy, de Alicia Moreau, de Silvina Ocampo, de María Rosa Oliver, de Olga Orozco, de Elvira Orphée, de Alejandra Pizarnik, de Marta E. Samatán, de Fryda Schultz, de María Isabel Siracusa y de María Elena Walsh. No citamos a las escritoras norteamericanas y las europeas por no ser objeto del presente proyecto.

Esta aproximación inicial nos permitió corroborar que existía una base sólida a partir de la cual estructurar nuestra investigación. Como ya adelantamos, no se trata solo de realizar una cuantificación estadística de la participación femenina en la revista, sino de rescatar algunas de esas voces, varias de ellas hoy casi desconocidas, abordarlas desde nuevos enfoques teóricos, pensarlas en el contexto cultural, social y político en el que produjeron sus obras y reflexionar sobre sus inscripciones genérico-sexuales. Los mismos lineamientos guían los trabajos sobre otras autoras y artistas cuyas trayectorias son más reconocidas, pero que siguen planteando desafíos interpretativos y alientan nuevas perspectivas de análisis.

La pluralidad de voces presentes en Sur nos permite avizorar la construcción de un nuevo espacio de investigación literario-cultural que, a partir de un amplio campo de estudios y desde diferentes disciplinas, se constituya en puente entre estas voces recuperadas y las nuevas generaciones. La figura señera de Victoria Ocampo, en los diferentes roles que desempeñó: escritora, ensayista, traductora, editora y mecenas de la cultura, no opaca las producciones y las participaciones de otras escritoras y artistas, tanto en Sur como en otras publicaciones y medios nacionales y extranjeros. Este es nuestro desafío.

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Notas

* Doctora en letras por la Universidad del Salvador (USAL, Argentina).Profesora titular de Literatura Argentina e Iberoamericana y de los Seminarios de Literatura Argentina e Iberoamericana de la USAL. Correo electrónico: mguidott@usal.edu.ar
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