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UNA HISTORIA EMOCIONAL: FRANCISCO AYALA Y SU EPISTOLARIO PORTEÑO
María Ximena Venturini
María Ximena Venturini
UNA HISTORIA EMOCIONAL: FRANCISCO AYALA Y SU EPISTOLARIO PORTEÑO
Gramma, núm. Esp.10, 2020
Universidad del Salvador
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Resumen: El propósito de este artículo es realizar una relectura de las cartas enviadas por Francisco Ayala a Amado Alonso y Corpus Barga, desde su exilio argentino, a partir de la llamada historia de las emociones. Se plantea un estudio de la cartografía emocional de Ayala desde su proceso exiliar porteño que comenzó en 1939 hasta que abandonó el país, para continuar su exilio en Puerto Rico. Si bien desde el comienzo se nota un marcado sufrimiento y esfuerzo emocional, también se estudiarán las comunidades emocionales que Ayala entabló en y desde Buenos Aires. Además, se subrayará la propia reconstrucción emocional a la que el escritor tuvo que afrontarse en sus primeros años en el exilio.

Palabras clave: Exilio republicano, Francisco Ayala, Amado Alonso, Corpus Barga, Sufrimiento emocional, Refugio emocional, Comunidad emocional, Reconstrucción emocional.

Abstract: The aim of this article is to reread Francisco Ayala´s letters to Amado Alonso and Corpus Barga during his Argentine exile, from the History of Emotions approach. A study of Ayala’s emotional cartography is proposed as experienced during his exile in Buenos Aires, which began in 1939 and lasted until he left Argentina to continue his exile in Puerto Rico, in 1949. Although these letters indicate intense suffering and a great emotional effort from the beginning, the emotional communities that Ayala built in and from Buenos Aires also emerge as a subject of analysis. In addition, this article highlights the emotional reconstruction carried out by the writer during the first years of his exile.

Keywords: Republican exile, Francisco Ayala, Amado Alonso, Corpus Barga, Emotional suffering, Emotional refuge, Emotional community, Emotional reconstruction.

Carátula del artículo

Artículos

UNA HISTORIA EMOCIONAL: FRANCISCO AYALA Y SU EPISTOLARIO PORTEÑO

María Ximena Venturini
Universidad de Tulane, United States
Gramma
Universidad del Salvador, Argentina
ISSN: 1850-0153
ISSN-e: 1850-0161
Periodicidad: Bianual
núm. Esp.10, 2020

Recepción: 18 Abril 2020

Aprobación: 23 Mayo 2020


1. Introducción

Francisco Ayala se instaló en Buenos Aires en agosto 1939 escapando de la cruenta Guerra Civil Española. Abogado, letrado de las cortes y diplomático de la República Española, tuvo que huir al exilio que lo acompanaría durante toda su vida. Fue también una oportunidad que el escritor no desaprovechó: comenzó a colaborar para el prestigioso periódico La Nación, fue profesor de sociología en la Universidad Nacional del Litoral, fundó la revista Realidad junto con su compatriota Lorenzo Luzuriaga, entre otras actividades. Pero, a la vez que el escritor tuvo que volver a reconstruir su vida profesional, también tuvo que hacerlo emocionalmente. En esos años de exilio, Ayala se reencontró con antiguos amigos también exiliados, a la vez que tuvo que hacer nuevos.

En el presente artículo se propone realizar una relectura de las cartas envíadas a dos de sus compatriotas españoles también en el exilio: Amado Alonso y Corpus Barga. Se problematizará el empleo de los conceptos y métodos de la historia de las emociones para repensar el exilio republicano, además de pensar los términos de exilio y pertenencia. Carolina Rodríguez-López y Daniel Ventura Herranz en «De exilios y emociones» proponen aplicar los conceptos de la historia de las emociones para analizar el exilio republicano. Ellos han sido pioneros en aplicar estos conceptos para brindar una nueva posibilidad de lecturas sobre el exilio republicano. De esta manera se puede releer el exilio como un hecho político-emocional, además de que arroja nueva luz a aspectos de la diáspora republicana y su necesidad de configurarse como una red solidaria en el extranjero (Rodríguez-López y Ventura Herranz, 2014, pp. 114-115). Así, señalan la oportunidad que brinda esta perspectiva emocional, que permite una nueva exploración ante el proceso del exilio.

A partir de un corpus de cartas recogidas en la ciudad de Madrid, se analizará la correspondencia enviada por Francisco Ayala a dos de sus compatriotas españoles también en el exilio: Corpus Barga y Amado Alonso.

2. Propuesta emocional del exilio de Francisco Ayala

Ante la inminente caída de la República Española, el 21 de enero de 1939 Francisco Ayala abandonó España para refugiarse en Francia. En abril se embarcó para América junto con su esposa, su hija, y dos de sus hermanos. En agosto de 1939 se instaló en la calle Defensa 441 de la ciudad de Buenos Aires. En esta ciudad pasaría una década antes de continuar su exilio hacia Puerto Rico en 1949. Acompañado por parte de su familia, Ayala tuvo que reconstruir su vida profesional a la vez que se alimentó de la esplendorosa vida cultural porteña de aquellos años. Escapando de una Europa que entraba en la Segunda Guerra Mundial, Argentina parecía un oasis sudamericano, parcialmente ajena a los vaivenes políticos mundiales. A partir de este viaje, Ayala debió tomar decisiones, enfrentar situaciones nuevas y adaptarse a la nueva vida argentina.

Como señalan Carolina Rodríguez-López y Daniel Ventura Herranz, que el proceso de exilio se haya iniciado debido a fuerzas ajenas al individuo conduce a identificar en él muchas emociones (2014, p. 116). La capacidad exploratoria de la perspectiva emocional brinda un abanico mayor de posibilidades para el conocimiento del proceso del exilio, ya que trabaja sobre las idas y vueltas, los matices, las consecuencias físicas y emocionales sobre el sujeto exiliado. Así, ellos sostienen que esta riqueza de nuevos matices son los que ayudan a «replantearnos habituales lecturas teleológicas sobre las trayectorias de los protagonistas del exilio» (Rodríguez-López y Ventura Herranz 2014, p. 117). El exilio cambió a los que lo vivieron y obligó a sus protagonistas a desplegar nuevas habilidades vitales, a poseer nuevas capacidades de adaptación ante nuevas situaciones y a reconstruise. Todo esto se enfrenta a la idea del sujeto exiliado como estático, por el contrario, es muy dinámico. Como Rodríguez-López y Ventura Herranz afirman, «no eran personas distintas en esencia a las que eran cuando iniciaron el exilio, pero sí acabaron siendo personas nuevas, reconstruidas y formadas por las nuevas circunstancias» (2014, p. 117).

Además, Rodríguez-López y Ventura Herranz señalan que mayormente se ha establecido una tendencia a considerar que el camino que los exiliados recorrieron una vez abandonada España puede presuponerse. Ellos remarcan lo poco constructivo que ha sido señalar aquello de «lo que pudo haber sido y no fue, lo que España hubiera podido ser» (2014, p.117) en el caso de que el exilio no hubiera ocurrido. El mantenimiento de esta perspectiva solo se consigue, por una parte, presumiendo y simplificando la dimensión emocional del exiliado y, por otra, esperado de él (e incluso exigiéndole) otras tantas funciones o actitudes (Rodríguez-López y Ventura Herranz, 2014, 117).

Keith Oatley, en su libro Emotion: A Brief History, define lo que ella entiende como una reactive emotion. Esta emoción sería:

The kind of emotion that is most commonly experienced occurs somewhat suddenly. We feel suddenly happy when, at the airport, we greet a friend whom we’ve not seen for some time. Or we may feel anger at a slight. Such an emotion fills our consciousness. It might best be called a reactive emotion, though it’s often just called an emotion (2004, p. 3).

Por ejemplo, ella ejemplifica esta emoción cuando un sujeto encuentra a un amigo al que no ve hace mucho tiempo y esto le brinda una emoción (Oatley, 2004, p. 3). Estas emociones están en correlación con el resto de los sujetos con los que se interactúa, dado que son signos de nuestras emociones (Oatley, 2004, p. 6). De esta manera, estas emociones reactivas funcionan como respuesta y guía ante nosotros mismos y ante los otros de nuestras emociones. Se podría aplicar este concepto como la forma en las que determinado sujeto se adapta a una situación determinada, en este caso se podría pensar en la forma que Francisco Ayala decidió encarar su exilio. Para Oatley, estas emociones significan también en el nuevo momento que se está transitando, una adaptación por parte del sujeto: «Reactive emotions, sentiments, and preferences, therefore, are among the means by which the genes translate adaptations into actions in the world» (2004, p. 37). Desde el momento en que Francisco Ayala arribó al puerto de Buenos Aires, en agosto de 1933, comenzó su adaptación a la vida porteña. Aunque es cierto que este no era su primer viaje a Buenos Aires —había recorrido en 1936 Sudamérica—, el escritor granadino comenzó activamente a relacionarse y a trabajar en Argentina. Notable es que, habiendo arribado a Buenos Aires en octubre de 1939, el día 15 de ese mes el escritor granadino ya colaboraba en el suplemento literario del más prestigioso periódico porteño, La Nación de Buenos Aires. Ayala publicó el que fuera su primer artículo en el periódico La Nación, «Talleyrand: un representante de Europa», primero de una colaboración que duró más de cincuenta años, hasta 1993.

Por otra parte, interesa pensar las relaciones de Ayala a partir del concepto de emotional communities acuñado por Barbara Rosenwein en la introducción a su libro Emotional Communities in the Early Middle Ages. Ella postula la existencia de lo que denomina emotional communities, es decir:

Groups in which people adhere to the same norms of emotional expression and value-or devalue-the same or related emotions. More than one emotional community may exist-indeed normally does exist-contemporaneously, and these communities may change over time. Some come to the fore to dominate our sources, then recede in importance. Others are almost entirely hidden from us, though we may imagine they exist and may even see some of their effects on more visible groups (2007, p. 3).

Estas comunidades emocionales son grupos de personas que mantienen las mismas normas o expresiones emocionales y valoran las mismas emociones. Como explica Jan Plamper, estas comunidades se traducen en «sistemas de sentimientos», esto es, comunidades sociales donde el historiador debe destapar estos sistemas. Plamper los define como aquellos donde:

qué definen como valioso o como perjudicial para ellos los individuos que componen esas comunidades; cómo evalúan las emociones de los demás; cuál es la naturaleza de los vínculos afectivos entre las personas que se reconocen en la comunidad emocional; y cuáles son los modos de expresión emocional que se esperaran, alientan, toleran, y deploran (2014, p. 23).

En el caso del granadino, Ayala trabó verdaderas amistades argentinas con las que se seguiría comunicando luego de ya haber dejado esa ciudad, como Jorge Luis Borges, Manuel Gálvez, Eduardo Mallea, Victoria Ocampo, Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo, Oliverio Girondo, Ezequiel Martínez Estrada, Francisco Romero o Héctor A. Murena. Esta comunidad emocional de amistades fue importantísimas a la hora de que el escritor pueda volver a escribir y a publicar. Por ejemplo su amistad con Eduardo Mallea, miembro del primer Comité Editorial de Sur y director del suplemento cultural de La Nación, quien se encontraba en una privilegiada posición para cruzar lo que Beatriz Sarlo definió «una apreciable trama de relaciones internacionales cultivadas no solo en función intelectual» (Sarlo 1988: 230). El sistema de relaciones de Sur fue lo que habilitó a Ayala a acceder a estos círculos, sobre todo a Sur. En el número de diciembre de 1939, y a solo unos meses de su instalación en el país, el granadino publicó su «Diálogo de los muertos; elegía española», el primer texto ficcional que Ayala publicó después de la cruenta Guerra Civil Española. Ya había conocido, en las tertulias que José Ortega y Gasset brindaba en Madrid, a Victoria Ocampo, quien le invitó a colaborar y a integrarse a lo más selecto de la intelectualidad argentina.

Además, en Buenos Aires se reencontró con compatriotas cuyos destinos estaban en la misma ciudad, con los cuales trabajó y compartió parte del exilio, como el caso Guillermo de Torre, Lorenzo Luzuriaga y Amado Alonso. Además, siguió en contacto desde su exilio porteño con los intelectuales que admiraba desde la distancia, su maestro don José Ortega y Gasset, Corpus Barga y Pedro Salinas.

En relación a su compromiso político, Ayala no dejó de trabajar y de pensar España desde su faceta más sociológica y política. Pero sí sostenemos que lo hizo junto con un inmenso dolor y tristeza ante la pérdida de su país —como señalaremos en su correspondencia—. Por ejemplo, en 1944 publicó Los políticos (Buenos Aires: Depalma) y Razón del mundo (Buenos Aires: Losada).

3. Exilio y pertenencia

Un aspecto interesante es también la sensación o no de pertenencia del sujeto migrante. Julia Kristeva, en Strangers to Ourselves, al hablar de la sensación de la no pertenencia a un espacio determinado por parte de un exiliado o un extrapatriado, comenta: «Always, elsewhere the foreigner belongs nowhere» (1991, p. 10). Al exiliado, el desterrado, le es difícil encontrar un lugar donde sentirse unido emocionalmente, ya que es un sujeto desplazado que se encuentra perdido, incapacitado para encontrarse en otro sitio: «A lost origin, the impossibility to take root, a rummaging memory, the present in abeyance» (1991, p. 7). Kristeva presenta esta figura de un individuo siempre en tránsito, que vive entre el espacio conocido que abandonó y el nuevo que no logra conocer. Compara al sujeto extranjero con un tren siempre en movimiento: «The space of the foreigner is a moving train, a plain in flight, the very transition that precludes stopping. As to landmarks, there are none» (1991, p. 7). De esta manera, Kristeva une la sensación de no pertenencia a ningún sitio junto con el constante movimiento, como un sujeto que no logra detenerse y está siempre desplazándose, en un estado sujeto de tensión y agitación permanente.

Por su parte, Paul Tabori, en The Anatomy of Exile: A Semantic and Historical Study, piensa en el exilio como una: «forced separation from one’s native country, expulsion from home or the state of being expelled, banishment» (1972, p. 23) pero también agrega en su definición las consecuencias de la expatriación voluntaria o del sujeto desplazado. Es decir, para Tabori siempre —sea la causa del movimiento una expulsión por razones políticas o el abandono voluntario en busca de mejores estándares de vida— existe una separación, una exclusión, un desgarramiento, que se le impone al sujeto exiliado. Por tal razón, en el sujeto desplazado está presupuesto un elemento traumático de alienación o enajenación, de extrañamiento en la nueva situación en la que se encuentra: «Synonyms include the verbs and nouns displace, sent out, exclude with dislodgment, eviction, ejectment, deportation, expatriation, relegation, extradition» (1972, p. 23). Además, Tabori subraya el carácter de compeler que posee el desencaje territorial del sujeto desplazado. Aunque por diversos motivos haya abandonado su homeland, no existen para él diferencias sustanciales a posteriori relacionadas con el grado de voluntariedad que tuvo el sujeto al momento de dejar su país. Así Tabori subraya la política, la economía y la psicología como tres factores que definen la situación del sujeto exiliado. En el complejo proceso de inserción en otra sociedad, la interrelación entre estos factores —sobre todo la que se produzca en el nivel económico— definirá el balance entre lo que hay de exilio y lo que hay de emigración durante el proceso de exilio. Por esta razón Tabori prefiere enforcarse en exilio y emigración como dos posibilidades en juego, más que como dos condiciones determinadas de antemano por un motivo puro: una forma de abandonar el país o una cobertura ideológico política interpuesta en el desplazamiento.

Así, también interesa pensar en la situación de Francisco Ayala como un extraño a sí mismo en palabras de Julia Kristeva; como el sujeto en permanente tránsito. El granadino vivió en Argentina hasta 1949, cuando se mudó a San Juan de Puerto Rico para enseñar sociología en la Universidad y crear la revista La Torre. Pero Ayala continúo en Estados Unidos su exilio, entre prestigiosas universidades —Princeton, Chicago y Nueva York— hasta su regreso definitivo a España, en 1976.

En relación a la definición de Paul Tabori, Ayala tuvo que irse de su país pero pudo luego a base de su esfuerzo, y sufrimiento emocional, volver a ser el escritor e intelectual que antes era. Su exilio fue forzado por sus creencias políticas, pero también fue un emigrante en búsqueda de una mejor vida para él y su familia.

4. Cartas a Corpus Barga

Las cartas que se analizan en este artículo son cuatro y fueron todas enviadas al escritor y cronista Andrés García de la Barga y Gómez de la Serna, conocido por el seudonimo de Corpus Barga. Todas las cartas recogidas fueron enviadas desde la ciudad de Buenos Aires, entre junio y noviembre de 1948. Se las ha recogido a través del Archivo personal Corpus Barga bajo la asignatura CB/1/13, depositado en la Biblioteca Nacional de España, en la ciudad de Madrid. Todas las cartas son mecanografías y poseen un membrete; las primeras tres tienen el personal de Ayala y la cuarta desde la redacción de la revista Realidad.

En la primera carta, fechada el 3 de junio de 1948, Ayala le da la «bienvenida» al continente americano al madrileño. Se resalta el cariño y aquello de «el lado de acá», lo que remite al océano Atlántico. Ese afecto se refleja también en la forma de dirigirse a él: «Mi querido Corpus». Además el granadino comienzo, una constante en sus epístolas, sus ansías por conocer más el continente americano y dar a conocer en otros países su trabajo:

Ya, en fín, está usted del lado acá. Llegó su carta, y llegó, incluso, alguien que ya lo ha visto a usted ahí en Lima. Espero que no pasará mucho tiempo antes de que nos encontremos, de uno u otro modo, pues si usted no viniera antes, yo pienso emprender a final del año un viaje por América, en el que no sería dificil que una etapa fuese el Perú, con el fin de realizar una gira de conferencias que me permita conocer lo que aun no conozco de este Continente (Carta de Ayala a Corpus 3 de junio 1948).

Muy bonita es la mirada que ambos comparten sobre Hispanoamérica; se señala lo de un reencuentro con lo español «quizás eterno retorno a lo hispano» (Francisco Ayala carta a Corpus 3 de junio de 1948). Aquí remarcamos un marcado sufrimiento emocional, consciente de la pérdida del hogar y de España: son dos exiliados españoles que por causas políticas tuvieron que dejar su tierra. La melancólica mirada sobre la tierra nueva a la que han llegado se manifiesta en el dolor de Ayala, que se deja leer visiblemente afectado por el destino que comparten ambos españoles:

al leer sus impresiones de reencuentro con nuestro pasado español, recuerdo que yo tambien tuve esa misma sensación de retroceso en el tiempo, o –como usted sugiere– quizás eterno retorno de lo hispano. (Aquí, desde otro punto de vista y con otros caracteres, bastante curiosos, estamos viviendo la misma cosa) (Carta de Ayala a Corpus 3 de junio 1948).

Si bien entre Perú y Argentina existen diferencias, es notable la mirada ajena de ambos hacia sus nuevos paises de residencia. Una actitud normal, por otra parte, la de tratar de encontrar similitudes en las nuevas tierras en las que se encuentra, pensando en la propia tierra lejana. El sufrimiento emocional que se siente ante la pérdida de lo propio es notorio.

Por otro lado, como siempre tratando de ayudar y acompañar a los compañeros exiliados, Ayala lo invita al madrileño a participar de su revista Realidad «desde ahí». Luego remite a la lectura de un texto inédito, que después aclarará en la tercera carta que será Hechizo de la triste marquesa, entregado por quien denomina como Oliverio, quien, se supone, es el poeta argentino Oliverio Girondo (con quien acudía a las tertulias literarias que organizaba el matrimonio de Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo). Con un afectuoso saludo se despide, comentándole que espera sus noticias y esta primera carta no será más que «un saludo con la mano». Se despide con un abrazo y su firma autógrafa.

La segunda carta que se analiza, que debe estar mal fechada ya que también es del mismo día que la primera —pero así se encuentra en el original—, fue enviada con el membrete personal del escritor granadino a Chile. Ayala le comenta a Corpus la oportunidad de que dicte una serie de conferencias en Buenos Aires, sobre todo a partir del contacto que Ayala le transmitiría por medio de Luis Ressing, uno de los fundadores del Colegio Libre de Estudios Superiores de Buenos Aires[1]. Además, Ayala manifiesta sus intereses por conocer el Perú y llevar su ya célebre Tratado de Sociología, que fue publicado en Buenos Aires por la Editorial Losada en 1947. Además le comenta sobre lo difícilmente cara que se estaba convirtiendo la vida en Buenos Aires: «Cuente que aquí la vida es terriblemente cara, y deberá usted presupuestar, para no salir alcanzado, a razón de cincuenta pesos diarios» (Ayala carta a Corpus 3 de junio de 1948). De esta manera, Ayala demuestra el sincero cariño y preocupación que tenía el granadino por el madrileño; además, demuestra los problemas diarios de su exilio. Aquí se podría aplicar en aquel concepto de reactive emotion (Oatley, 2004: 3): es una muestra de respeto y conexión con otro exiliado político que al igual que él al llegar a Buenos Aires, sabe en circunstancias difíciles. Se despide sugiriéndole que le consiga alguna invitación oficial ya que «las autoridades universitarias y gubernamentales no son hostiles para nosotros» (Ayala carta a Corpus 3 de junio de 1948), constituyendo en ese «nosotros» una comunidad emocional (Rosenwein 2007:3). Ayala le pide su ayuda para oganizar algunas charlas, en su calidad de escritor e intelectual. Sabe que su amigo conoce su situación persona y económica y no duda en pedirle su ayuda:

Mi ida al Perú sería, si cuaja, en noviembre, a principios o mediados. Me gustaría dar un cursillo de seis lecciones sobre Sociología (creo que sabrá usted cómo publiqué hace un año un grueso Tratado en tres volúmenes, quizás no tan árido ni tan pesado como hacen temer de consuno su título y su tamaño), y, aparte de eso, algunas conferencias sueltas, si se terciara, sobre temas de crítica literaria o problemas relacionados con la actividad del escritor (Carta de Ayala a Corpus Barga 3 de junio de 1948).

De esta manera, el granadino se presenta como sociólogo pero también como escritor; busca también abrirse camino por otros lugares de América. Finalmente, termina la misiva saludando con efusión a Corpus, con un abrazo.

La tercera carta enviada al madrileño se encuentra fechada el 20 de junio de 1948 y fue enviada también desde Buenos Aires. En esta misiva, Ayala felicita a Corpus por su Hechizo de la triste marquesa, texto que califica de tradicional a la vez que moderno y asemeja a lo mejor del gran dramaturgo gallego don Ramón del Valle-Inclán. Aclara, además, que ya se lo ha entregado al famoso editor Gonzalo Losada. Otra vez vemos la angustia por el dinero, la instintencia y la preocupación de Ayala por lograr que le pagen a su amigo escritor:

Ahora, el momento editorial es pésimo, como sin duda usted sabe por más de un conducto. La razón principal está en que no hay dólares en ninguna parte para los pagos internacionales, de manera que el producto de la venta (pues venderse libros, sí que se venden) queda congelado en cada país. Pero ahora, en efecto, parece que Losada va a ir al Perú: usted hablará con él, y es fácil que convengan ustedes algo que a él se le ocurrió al entregarle yo el original: imprimirlo ahí, en Lima, cosa que le permitiría al autor cuidar la edición, y al editor emplear unos pesos. No me ha dicho que le hable de esto, pero... ya lo sabe usted, para cuando él llegue (Carta de Ayala a Corpus Barga 20 de junio de 1948).

Aquí la angustia y las emociones que siente Ayala son las del vivir diario del país y de las circunstancias internacionales que estaba viviendo en Argentina. Es un hombre que vive de su trabajo y que tiene una familia que mantener —su hija asistía al colegio público en Buenos Aires—. Además, se lamenta de una situación común de la economía internacional, dada la coyuntura económica, recién salidos de la Segunda Guerra Mundial, aunque Argentina había acumulado muchas divisas a causa de la venta de sus productos ganaderos, en la presidencia del General Juan Domingo Perón. Mario Rapoport y Claudio Spiguel, en Estados Unidos y el peronismo: la poítica norteamericana en la Argentina, 1949-1955, estudiaron la relación de los primeros gobiernos peronistas con Estados Unidos. Ellos señalan que es 1949 el año en que la economía argentina comenzó un marcado período de crisis que se propolongo durante tres años. Esta crisis se debió a la caída de la producción agropecuaria, por lo que hubo menos exporaciones con la consecuente caída de las divisas extranjeras. Además, Argentina tenía serios problemas a la hora de vender sus productos debido al ya puesto en marcha Plan Marshall junto con la recuperación de los paises europeos. Esto último contribuyó a deteriorar los términos de intercambio y a contraer la demanda de productos argentinos (Rapoport y Spiguel, 1994, p. 44-45).

De esta manera, se resaltan las preocupaciones diarias de Ayala y una marcada angustia por la coyuntura política. Ayala, como amigo de muchos escritores e intelectuales que no miraban a la presidencia peronista con buenos ojos —el grupo Sur, por ejemplo—, percibía al gobierno del General Perón como asfixiante[2]. Él mismo participó en este colegio dando clases de Sociología —el 22 de julio de 1946—. El granadino le comenta a Corpus que es esta institución donde podría el madrileño participar, a la vez que la describe como: «entidad privada y de modestos recursos» (Carta de Ayala a Corpus Barga 20 de junio de 1948) pero que no deja de considerar importante. Era una entidad privada donde cada vez más disidentes del regimen peronista encontraban cátedra y por esto Ayala cree que Corpus podría hablar allí.

Además, en esta tercera misiva, Ayala comenta la visita del poeta Dámaso Alonso a Argentina. El granadino demuestra sentimientos encontrados hacia Alonso, quizás el dolor de su exilio lo fuerce a sentir ciertos reparos con el poeta madrileño. Pensando otra vez en los conceptos de las emociones, aquí se se podría señalar cierta tristeza acompañada de quizás resentimiento por la situación de Alonso que vive todavía en España:

Él tiene la gran ventaja práctica para estos momentos de no ser un exiliado político, aunque eso sea a trueque de otras molestias. Los españoles, de cualquier modo estamos incómodos hoy en el mundo (hablo, claro está, de las personas decentes...) (Carta de Ayala a Corpus Barga 20 de junio de 1948).

Ayala así define al poeta como «decente»; lo señala dentro de los españoles una comunidad definida, que han sufrido después de la cruenta guerra civil. Remarcamos aquí el concepto de Emotional suffering que define William Reddy en The Navigation of Feeling: A Framework for the History of Emotions: «Emotional suffering occurs when high-priority goals are in conflict in this way, and when all available choices seem to counter one or more high-priority goals» (Reddy, 2001, p. 123). Lo que provoca ese sufrimiento emocional es, sobre todo, es el sentimiento de pérdida en esos años de exilio. La consciencia de que ya no volverá a ser nada igual para Ayala, ni para Corpus, ni para el mismo Alonso, es esa España que se dejó atrás. Ese mundo previo a la guerra civil, y a la vida que ya se sabe perdida para siempre. Además de las pérdidas de posesiones materiales, sumado al prestigió, también se cuentan los muertos y la familia que desapareció para siempre. Este sufrimiento no es solo de los exiliados porque, como sostiene Shirley Mangini en Rojos y Rebeldes. La cultura de la disidencia durante el franquismo, también Alonso sufrió al quedarse en el país. Mangini lo señala como uno de los autores que rechazaban la cultura oficial y que sufrió muchas veces molestias por parte del régimen (Mangini 1987: 35)[3].

Al finalizar la misiva, Ayala vuelve a consultarle a Corpus sobre la posibilidad de realizar un viaje por Perú, demuestra su ansiedad y sus quizás miedos ante la situación política argentina:

Puesto que está usted ahí, y bien situado, haga algún sondeo con vistas a mi proyectada gira. Yo pienso emprenderla hacia el final del año. Y, por supuesto, me gustaría mucho ir a Lima y, si posible fuera, ganar unos pesos ahí. Otras veces se ha hablado, creo, aunque vagamente, de que yo fuera. ¿Por qué no explora el ambiente en tal sentido? (Carta de Ayala a Corpus Barga, 20 de junio de 1948)

Puesto que está usted ahí, y bien situado, haga algún sondeo con vistas a mi proyectada gira. Yo pienso emprenderla hacia el final del año. Y, por supuesto, me gustaría mucho ir a Lima y, si posible fuera, ganar unos pesos ahí. Otras veces se ha hablado, creo, aunque vagamente, de que yo fuera. ¿Por qué no explora el ambiente en tal sentido? (Carta de Ayala a Corpus Barga 20 de junio de 1948).

Una lectura desde la historia de las emociones de este último párrafo brinda el emotional effort, aquello que Reddy define como: «The emotional effort consists of maintaining the goal of skillful performance against conflicting desires for physical comfort and enjoyment or freedom to pursue other activities» (Reddy, 2001, p.124). Se trata, entonces, de continuar las actividades y los objetivos, de mantener ciertas expectativas aún cuando la realidad es muy dura y triste. Ayala sigue soñando, pensando, imaginando que podrá visitar otros países americanos.

La cuarta carta está fechada el 5 de noviembre de 1948 y está escrita con el membrete de la revista Realidad, revista de ideas. Esta revista fue publicada entre enero de 1947 y diciembre de 1949 en Buenos Aires y fue una de las revistas más importantes de la cultura hispánica de su época. El poeta y crítico literario español Luís García Montero estudia el papel de los intelectuales españoles después de la Guerra Civil. Señala que lo que movilizó a Francisco Ayala, Lorenzo Luzuriaga y Francisco Romero a fundar Realidad fue «componer un necesario lugar de confrontación, de contraste y limitación mutua entre la mirada teórica y la mirada práctica y política» (García Montero, 2013, p.13).

En esta cuarta carta, Ayala se refiere a unos sucesos que ocurrieron en Perú. Le dice muy acongojado «Mucho hemos pensado en usted con vista a los acontecimientos y lo que pudieran afectar a su situación ahí, o al gusto, cuando menos, para continuar» (Carta de Ayala a Corpus Barga 5 de noviembre de 1948). Dada la fecha, lo más probable es que esta preocupación y angustia se refiera a los hechos que ocurrieron el 27 de octubre de 1948, unos días antes de la carta. Lo que se denominó «El Ochenio de Manuel Odría». En octubre de 1948, el general Manuel Odría dio un golpe de Estado e inició la así llamada «Revolución Restauradora». Se la llamó así debido a que se suponía que el general debía restaurar el orden y estabilidad que permitieran un desarrollo económico pleno y la mejora de las condiciones de la clase trabajadora y migrante (Candela Jiménez, Contreras Zanabria, Lossio Chávez 2017: 33). Con la presencia militar, y viniendo de una guerra donde un militar se sublevó ante un gobiero democrático, es entendible y hasta esperable la preocupación de Francisco Ayala por su amigo. Lo que sí afirma es no tener intenciones de hacer el viaje en esas circunstancias: «A mí, personalmente, eso puede hacerme cambiar los planes, e incluso obligarme a desistir del proyectado viaje» (Carta de Ayala a Corpus Barga 5 de noviembre de 1948). Además vuelve a señalar otra vez su preocupación por el dinero ya que sostiene que «dado que sólo podría hacerlo a base de tener cubiertos los gastos» (Carta de Ayala a Corpus Barga 5 de noviembre de 1948). Interesa en relación a las emociones, aquello que Ayala señala sobre la vida en América, continente que fue el refugio para muchos exiliados. Ante una supuesta consulta sobre qué piensa sobre la situación en la que están viviendo el granadino responde que considera el continente:

éste es el único «vivible» a pesar de todos los inconvenientes, desagrados y molestias que la situación impone. Aunque soy por principio refractario a dar consejos, creo que no haría usted mal en darse una vuelta y, como dice, tantear el terreno en Buenos Aires; creo que a la postre se quedaría aquí, lo que personalmente habría yo de celebrar mucho, resolviendo el problema del cotidiano puchero de una u otra manera (Carta de Ayala a Corpus Barga 5 de noviembre de 1948).

Otra vez Ayala comenta el problema del dinero y se muestra agobiado por la situación diaria del acceso a él. También manifiesta cierta melancólica y hasta enojo por la situación en la que ambos están. Desde jóven el granadino conoció al cronista madrileño y lo admiraba mucho. En sus memorias explica los encuentros entre ambos escritores: en Madrid en las tertulias que organizaba José Ortega y Gasset, después durante su estancia berlinesa y luego en Valencia, en plena guerra. Lo describe como una figura a la que asemeja «como salida de una obra de Proust» (Ayala, 2010, p. 567). El madrileño lo recuerda como un periodista distinguido —colaboraba para el periódico El Sol asiduamente—, que poseía el aura de «aplomado porte europeo» (Ayala, 2010, p. 565), sobre todo a partir de sus ropas. Ambos, además, tendrán en común el periódico porteño La Nación, donde Corpus Barga había comenzado a colaborar desde 1929.

Volviendo a la carta, rescatamos igualmente el compañerismo y el positivismo con que Ayala siempre le escribe a Corpus. Lo invita a ir a Buenos Aires y le ofrece su sincera ayuda, sabiendo que ni el Perú y su reciente golpe de Estado, ni la presidencia cada vez más complicada del peronismo eran refugios ideales para dos exiliados políticos republicanos. Realmente Ayala acompaña siente como propio el drama personal de Corpus, que era también el suyo. Ambos escritores eran famosos y respetados antes de la guerra que tuvieron que huir por sus ideas políticas y se encuentran en un momento complicado latinoamericano.

5. Cartas a Amado Alonso

Las cartas que se analizan en este artículo son dos. Ambas fueron enviadas por Francisco Ayala desde Buenos Aires al filólogo navarro una vez éste instalado en Estados Unidos. Pertenecen al archivo Papers of Amado Alonso, 1927-1952 de la Universidad de Harvard en Cambridge, dentro de los Harvard University Archives; se han obtenido copias digitalizadas gracias a la Residencia de Estudiantes de Madrid. Las dos cartas fueron escritas en el año 1948, entre mayo y en junio, y se han incluido en este artículo debido al sufrimiento emocional que se refleja en ellas. Interesa sobre todo el pedido explícito de ayuda para conseguir conferencias, a fin de continuar una gira por toda América, a quien fuera quizás uno de los filólogos más respetados en Argentina por aquellos años. Además, las cartas reflejan la cercanía y la confianza del granadino hacia Alonso, ya que lo tutea familiarmente.

La primera carta está fechada el 29 de mayo de 1948 y comienza con un explícito, sino desesperado, pedido de ayuda. La mísiva comienza con un «Acudo a tí en demanda de apoyo» (Carta de Ayala a Alonso 29 mayo 1948) donde además se refiere a él como «gran cacique norteamericano». Seguramente esto se debe a las relaciones que Amado Alonso mantenía con las universidades en Estados Unidos. Era amigo y colega de Américo Castro, quien ya era catedrático en Princeton; y de muchos otros españoles en el exilio estadounidense.

Para comprender bien el sufrimiento emocional que estaba transitando Ayala, no deja de ser importante señalar la historia personal y el destino como exiliado del propio Amado Alonso en Argentina. Ana María Barrenechea, en «Amado Alonso en el Instituto de Filología de la Argentina», explica el trabajo que realizó Alonso en Buenos Aires. El filólogo vivó y trabajó diecinueve años en Argentina —desde mediados de 1927 hasta 1946—, donde nutrió al Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires de las mejores y más modernas corrientes filológicas de todo el mundo. Como recuerda Barrenechea:

En el Instituto se leían las últimas producciones españolas e hispanoamericanas y los originales o las traducciones de los especialistas extranjeros más significativos. Conocíamos la obra de los formalistas rusos que habían emigrado a Praga y empezaban a constituir la avanzada del estructuralismo lingüístico sincrónico y diacrónico (Trubetzko y y Jakobson), unidos al checo Mukarovsky (Barrenechea, 1995-1996, pp. 99).

Por su parte, Elvira de Arnoux y Roberto Bein, en «La valoración de Amado Alonso de la variedad rioplatense del español», clarifican la situación personal del español. El filólogo mantenía estrechas relaciones con los hispanistas radicados en Nueva York, sobre todo a partir de publicar desde 1939 la Revista de Filología Hispánica en cooperación con el Hispanic Institute de la Universidad de Columbia. Ese año, además, finalizada la Guerra Civil Española había adoptado la ciudadanía argentina. Como señalas los críticos argentinos: «La Argentina constituía, pues, un lugar donde Alonso gozaba de un gran prestigio personal y académico y donde podía publicar y difundir sus ideas a través de la producción propia o de sus discípulos o de traducciones en colecciones dirigidas por él» (Arnoux y Bein, 1995-1996, p. 187). Bajo la dirección de Alonso, donde había logrado consolidar su Instituto como un centro importantísimo en el mundo Hispánico (Arnoux y Bein, 1995-1996, p.187). Pero tuvo problemas con el gobierno peronista debido a su cercanía con Estados Unidos. Como señala Miranda Lida en su artículo «Una lengua nacional aluvial para la Argentina: Jorge Luis Borges, Américo Castro y Amado Alonso en torno al idioma de los argentinos», el nacionalismo de la década de los 40 en Argentina trabó los ideales cosmopolitas de Alonso (Lida, 2012, p. 116). En 1946 Alonso fue invitado por la Universidad de Harvard como profesor visitante teniendo que pedir una la licencia temporaria a la Universidad de Buenos Aires. Pero en 1946 con el gobierno peronista: «una invitación a Harvard, es decir, una universidad yanqui, no era precisamente algo que pudiera ser bien visto: la licencia le fue denegada, sin más» (Lida, 2012, p. 117). Lamentablemente Alonso no pudo regresar y ocurrió el desmantelamiento del Instituto de Filología, junto con la dispersión de los discípulos que Amado Alonso había formado (Lida, 2012, p. 117). Este drama personal y el sufrimiento emocional que debió sentir Amado Alonso —no pudo regresar al que era su país por adopción— refleja también el clima político y social que se vivía en Buenos Aires en esos años.

Regresando a las cartas, se entiende mejor el por qué del apodo en su primera carta de «gran cacique norteamericano» (Carta de Ayala a Alonso 29 de mayo de 1948). En esta mísiva, Ayala le comenta sus ganas de hacer «una gira de conferencias por toda América, con el fin de conocer lo que no conozco» (Carta de Ayala a Alonso 29 de mayo de 1948) a la vez que de ayudar a «Sociología, llevando la propaganda viviente, que es la más eficaz» (Carta de Ayala a Alonso 29 de mayo de 1948). El granadino resalta lo bien que se estaba vendiendo su libro, aún en España:

El libro, como quizás sepas, ha tenido buen éxito, ya va saliendo el segundo millar (son 5.000) y, por lo que sé, se vende bien en España, donde no ha tenido tropiezo, y en todas partes donde llegan ejemplares. El problema, sin embargo, está en esa llegada, puesto que los distribuidores son muy remisos, por las razones consabidas (Carta de Ayala a Alonso 29 de mayo de 1948).

Estas razones son, claramente, su condición de un intelectual exiliado republicano. Además Ayala señala que su viaje serviría sobre todo para que su libro llege con él ya que «Un viaje de conferencias sería, estoy seguro, la ocasión para que el grueso de la edición saliera, al concitar el interés hacia la obra» (Carta de Ayala a Alonso 29 de mayo de 1948). También Ayala se lamenta del destino de su libro en el Brasil, que tardó un año en llegar ya que «pues los distribuidores no envían nada espontáneamente» (Carta de Ayala a Alonso 29 de mayo de 1948). Luego, Ayala dedica todo un párrafo largo explicitando sus intenciones y su pedido de ayuda. Y remarca su condición de escritor y crítico literario, a la vez que le pide:

Con lo que digo, ya puedes suponerte lo que quisiera de ti: que me consigas algún cursillo retribuido, o conferencias sueltas, en universidades norteamericanas, con cuya ocasión pueda yo conocer ese país y entablar contactos que me resultarán convenientes. Las materias sobre que podría hablar, tú lo sabes, son, además de los temas que componen el índice del Tratado y en particular los problemas de sociología del arte, cuestiones de crítica literaria que nunca he dejado de cultivar. Casi eres tú, conociendo como conoces mis posibilidades, quien podría indicar lo más conveniente, ya que también estás familiarizado con ese ambiente, para mí extraño. Por supuesto, las clases tendrían que ser en español, pues aun cuando leo y traduzco el inglés corrientemente, no lo he hablado nunca hasta ahora. Espero que me digas, si es que como supongo quieres ayudarme, qué posibilidades ves al respecto (Carta de Ayala a Alonso 29 de mayo de 1948).

Aquí se rescata el sufrimiento emocional a la vez que cierta angustia sobre un ambiente extraño aún. Son obvias sus ansias por conocer Estados Unidos, que también puede leerse en relación con el clima político que se vivía en Buenos Aires durante esos años. Desde el léxico empleado, se resaltan palabras como «apoyo», «acudo», «contactos», «conseguir», «convenientes», «ayudarme». Se subraya el incesante pedido de ayuda en este conjunto semático, donde Ayala se muestra desesperado por abrir otros caminos y conseguir quizás una situación económica más holgada a la que tenía en en Argentina. También resalta su condición de escritor e intelectual y demuestra sus miedos ante el idioma inglés. Aunque después Ayala continuará una brillante carrera académica en prestigiosas universidades norteamericanas, por lo que no será un problema. Además, el granadino describe su situación diaria en el país sudamericano no muy extraordinaria ni especial, rozando la apatía:

Nuestra vida continúa sin grandes alternativas, excluidas de la cuenta esas ordinarias contingencias de enfermedades, pequeñas iniciativas, preocupaciones, murmuraciones, cavilaciones y demás episodios de la diaria lucha por la vida. (Carta de Ayala a Alonso 29 de mayo de 1948).

Se resalta aquí también cierta angustía de parte de Ayala por la monotonía de la vida porteña, no la describe como muy feliz y fructífera. Finalmente, terminando la carta, agrega saludos a la familia del filólogo y una lista —escrita a mano— de varias universidades de Estados Unidos. Se distinguen los deseos por conocer esas universidades por parte de Ayala.

La segunda carta que se analiza está fechada el 14 de junio de 1948. En esta, se nota un tono menos desesperado que en la primera, ya que por lo que se intuye Alonso le comentó sobre la posibilidad de dar algunas conferencias en Estados Unidos:

Muchas gracias. Ya por Dámaso sabía lo mal pagadas que están ahora las conferencias. Habrá que buscar por el lado de los cursillos, sin perjuicio de cosechar las conferencias que eventualmente puedan caer. Escribe, pues, a esas tres universidades, y vamos a ver lo que resulta (Carta de Ayala a Alonso 14 de junio de 1948).

Aquí se resalta cierta resignación por la situación económica y el pago a los intelectuales, pero Ayala se muestra más ilusionado. Luego le repasa una lista de sus libros publicados a la vez que señala su pasado como académico en España, en sus años en la que era la Universidad Central de Madrid:

Esos son los libros. Prescindo de algún que otro folleto, y de la colaboración en revistas, que ya conoces tú, así como las particularidades de mi carrera académica, truncada. (Yo era catedrático titular por oposición de Derecho Político en la cátedra –que nunca desempeñé– de La Laguna; y catedrático auxiliar de la misma cátedra en Madrid, que estuve desempeñando durante tres o cuatro años. Pero creo que esto no importa mayormente) (Carta de Ayala a Alonso 14 de junio de 1948).

Nuevamente, sobresale la resignación sobre su carrera académica y su puesto en la universidad, que con tanto trabajo había logrado conseguir su puesto universitario. El adjetivo «truncada» remite directamente a la guerra civil y al país dejado detrás. Aquí el sufrimiento emocional se observa claramente, es Ayala un hombre que continúa buscando una mejor calidad de vida para él y su familia a la vez que desea seguir siendo un intelectual y un escritor activo. Finalmente, le pide una vez más que continúe ayudándolo:

No dejes, por favor, de hacer las gestiones enseguida. Yo voy a escribirle a Anderson, puesto que mencionas Ann Arbor, diciéndole que vas a hacer algo, para que por su parte coopere, si es que puede. (Carta de Ayala a Alonso 14 de junio de 1948).

Se refiere, claro, a la prestigiosa universidad pública de Michigan, Ann Arbor. Finalmente, se despide con un abrazo.

Como ya se comentó anteriormente, se han incluido estas dos misivas en el artículo ya que se consideran imprescindibles para una lectura del exilio de Francisco Ayala desde las emociones. Ambas cartas demuestran un marcado sufrimiento emocional, a la vez que relatan los estados de ánimo del escritor. Aunque estaba viviendo un momento duro, Ayala siempre intentó conseguir un mejor destino para él y su familia.

6. Conclusiones

Para concluir, en este artículo se realizó una relectura de las cartas enviadas a Corpus Barga y a Amado Alonso por Francisco Ayala desde una aproximación emocional. La utilización de esta perspectiva ayuda a un análisis más íntimo y personal de la vida de los exiliados una vez abandonada España. Aunque un escritor famoso, Ayala también recrea su vida cotidiana y familiar. Su lucha como traductor para la Editorial Losada, la infancia de su hija y los pormenores políticos de la vida argentina. Debió refugiarse en sus comunidades, donde se reencontró con viejos amigos e hizo nuevos. Acercarse desde esta perspectiva a la correspondencía íntima de Francisco Ayala brinda un nuevo retrato del hombre, de sus experiencias y emociones. Sobre todo, ayuda a acercarse al proceso reconstructivo del escritor granadino.

Material suplementario
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Notas
Notas
* Doctoranda en el programa de Español y Portugués de la Universidad de Tulane (Nueva Orleans, Estados Unidos). Estudió Filología Hispánica en la Universidad Complutense de Madrid (España), donde también obtuvo sus Maestrías en Literatura Hispanoamericana y Literatura Española. Correo electrónico: mventuri@tulane.edu.
[1] Luis Reissig (1897-1972); escritor y profesor argentino (Biagini, 2006, p. 434). Junto con varios renombrados intelectuales, el 20 de mayo de 1930, creó junto a Roberto Giusti, Carlos Ibarguren, entre otros, una institución con el nombre de Colegio Libre de Estudios Superiores. Esta misma institución publicó la Revista Cursos y Conferencias del Instituto Libre de Estudios Superiores (1931- 1956), donde se seleccionaban y publicaban las versiones taquigráficas de los cursos y conferencias que se dictan en el Colegio, revisadas y autorizadas por los mismos profesores, como también trabajos de interés científico y cultural. Al no ser un organismo oficial, fue una interesante empresa ya que contuvo a aquellos que quedaron fuera del dispositivo institucional oficial. La formación del Colegio Libre de Estudios Superiores, expresión de la iniciativa privada, constó de un conjunto de cátedras libres, de materias incluidas o no en los planes de estudio universitario, en las que se desarrollaban puntos especiales que no eran muy profundizados en los cursos generales o que se escapan al dominio de las Facultades (Sigal, 1991, p. 107).
[2] Véase «El antiperonismo de Sur: entre la leyenda satánica y el elitismo programático», de la crítica argentina Judith Podlubne (2014).
[3] Se podría realizar también una lectura a partir de las ideas expuestas por Ayala en su artículo «¿Para quién escribimos nosotros? », publicado originariamente en 1949 en Cuadernos americanos. Sobre todo sobre todo a partir de sus conceptos de «literatura desterrada» y «literatura soterrada», pensando en la situación que viven Ayala y Corpus frente a la de Dámaso Alonso dentro de España (Ayala, 1949, pp. 36-39).
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