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GLAUCE BALDOVIN: LA REPRESENTACIÓN DEL VACÍO EN EL LIBRO DE LUCÍA Y LIBRO DE LA SOLEDAD A TRAVÉS DEL GÉNERO Y LA MARGINACIÓN
Gramma
Universidad del Salvador, Argentina
ISSN: 1850-0153
ISSN-e: 1850-0161
Periodicidad: Bianual
núm. Esp.09, 2020
Recepción: 31 Marzo 2018
Aprobación: 24 Mayo 2018
Resumen: Glauce Baldovin (1928-1995) es una poeta cordobesa que desarrolló su obra en su tierra natal y lejos de la escena central literaria. Iluminada por la poesía de los sesenta, su obra comienza a aparecer a partir de la década de los ochenta con una fuerte manifestación de lo íntimo como eje central de su poesía y un sencillismo notable, que la destacan sobre otros poetas de la promoción a la cual se le adjudica pertenencia. Su obra ha recorrido un camino silencioso al margen de las corrientes existentes que la ciudad capital impone a las ciudades del interior. Por este motivo, consideramos que el vacío imperante en su discurso es la representación de una realidad poética particular, ya por políticas de género, ya por marginación del canon y, además, asumida de manera voluntaria. Estas condiciones deben ser revisadas y tenidas en cuenta a la hora de analizar e interpretar su obra
Palabras clave: Sistema de Exclusión, Invisibilidad, Género, Vacío, Poesía Social, Sencillismo.
Abstract: Glauce Baldovin (1928-1995) is a poet from interior of Argentina who developed her work in the native land and away from the central literary scene. Illuminated by the poetry of the ‘60s, her work begins to appear from the ‘80s, with a strong manifestation of the intimate as the central axis of her poetry and a remarkable simplicity, which highlights it on other poets of the promotion to which is awarded membership. Her work has traveled throguh a silent path, regardless of the existing currents that the capital city imposes on the cities of the interior of the country. For this reason, we consider that the emptiness prevailing in her discourse is the representation of a particular poetic reality, either because of gender policies or because of the marginalization of the canon and moreover on a voluntary basis. These conditions must be reviewed and taken into account when analyzing and interpreting her work.
Keywords: Exclusion System, Invisibility, Gender and Void, Social Poetry, Style in Simplicity.
La Cuestión Baldovin
Para poder entender los motivos por los cuales el nombre de Glauce Baldovin comienza a circular en el espacio literario en forma tardía, con mayor fuerza a partir de la primera década del siglo xxi, debemos mencionar que el itinerario poético trazado desde sus comienzos fue muy distinto al de otros poetas. La primera dificultad con la cual nos encontramos es su ubicación en el panorama poético argentino del siglo xx. Julio Castellanos[1], en el prólogo que hizo a la poesía inédita de esta poeta, afirma que para poder comprender mejor la obra de Baldovin es necesario «referir algunos antecedentes (a su obra), particularmente los de las mujeres poetas de Córdoba que por los años cuarenta tiene en Córdoba a Malvina Rosa Quiroga […] y a María Adela Dominguez» (2011, p. 9). También, afirma que las obras de Alfredo Martínez Howard, de Marcelo Masola y de Romilio Ribero —el primero, entrerriano, y los otros dos, cordobeses—, también fueron referentes fundamentales, de los cuales Baldovin tomó algunos aspectos para reformularlos. En ese prólogo, Julio Castellanos afirma que Glauce Baldovin tiene influencia del neorromanticismo de la generación del cuarenta. Publica sus poemas en antologías y en revistas literarias y políticas de la época, pero recién su primer libro aparece en 1987. Las referencias constantes en relación con su obra es que la autora escribió poemas desde su adolescencia y que «decidió tirarlos todos» a la edad de veintiocho años. Y luego, «en 1967 escribe El Libro de Lucía. En 1969, El Libro de Isidro…» (ambos publicados en Córdoba por Alción Editora, en 1997), y siempre se habla de su escritura, que es muy distinta a la del tiempo de la fecha de publicación. Por lo tanto, no es posible ubicar a la autora en una generación o una promoción poética, y así queda fuera de toda clasificación. Tal vez, por su lenguaje, esté más asociada a la poesía de los sesenta, ya por la economía de recursos, ya por la utilización de un lenguaje austero y con tendencia a lo coloquial.
El Vacío, la Soledad Obligada y Elegida, el Silencio, la Muerte
En el universo poético de Glauce Baldovin, la expresión del vacío está ligada al género. Aparecen campos semánticos que lo expresan y aluden con la conciencia del ser femenino en todo su esplendor. Este vacío aparece ya desde el primer poema de El Libro de Lucía bajo la forma del silencio, asociado también al sufrimiento del ser, tal vez porque se trata de una soledad no elegida:
Lucía.
Con mi nombre hay una
canción napolitana
hay santas heroínas aldeas;
pero Lucía Bertello soy yo.
Con el pañuelo negro
siempre a la cabeza
con todo lo callado
con todo lo sufrido
con el hijo muerto con el
marido muerto
con el pan escaso.
Amarga, amarga (2010, p.
15).
Otra manifestación del vacío se da cuando no hay un interlocutor para compartir sus reflexiones, y es espejo de la soledad:
Aquí cada ojo es como el
ojo de Dios. El horizonte se agrada.
Me digo.
Huye, Lucía.
Pero abrazo mi poco trigo,
lo envuelvo en mis brazos como una sábana… (2010, p. 17).
Y esta soledad pasa por la reflexión y cobra sentido cuando se focaliza en el corazón:
Mi corazón es un pozo negro
y profundo.
Tiro una piedra y retumba.
Miro y solo veo tinieblas.
Quiero arrancarme el
corazón. Me hace sufrir.
Es débil y está lleno de
miedos.
Me prendo en el vestido,
muy cerca suyo, un ramito de aromos para que se calme; pero sigue llorando.
Enfermo y solo… (2010, p. 19).
Una vez instalado el vacío como soledad, usurpa y se adueña del espacio poético, de manera violenta:
Como un cuchillo recién
afilado así es la soledad.
Quiero comer una fruta y se
me entierra en la carne
quiero cortar una rodaja de
pan y me produce una herida que sangra.
Como un vapor muy tenue
como el aliento de los
animales en invierno
así es la soledad.
Y tiñe mi cara de gris
mis manos de gris.
Me esfuma.
Hablo y nadie me oye
nadie me ve porque estoy envuelta
en soledad (2010, p. 20).
El vacío-soledad, asociado al silencio, también lo está a la muerte y al hijo, que es una extensión del yo poético. De esta manera, el vacío se retroalimenta:
El cementerio está a mitad
de camino del pueblo.
Los muertos están rodeados
de silencio.
Abro el pórtico y penetro
en la soledad.
Con la punta de los pies
camino por el musgo.
Ellos están atentos, cada
uno en su tumba, esperando,
Clementina, Silverio, mis
padres. Paso de largo.
Ezequiel, mi marido. Paso
de largo.
Mi hijo está solo… (2010,
p. 21).
También, en adición, el vacío puede ser motivo de completud. Acciones como amasar, reflexionar, observar, hablan en sus contextos de la soledad inminente, pero, al mismo tiempo, de la completud que existe gracias al pensamiento, en la memoria que hace presente hechos del pasado, en el cerebro donde existe la lengua en su estado más puro.
En El libro de la soledad, este vacío es presencia. Aquí ya la soledad está configurada en el cuerpo de una mujer, alter ego del sujeto de la enunciación. En el primer poema, se presenta y le dice al yo poético «yo soy tu soledad», y todo el libro gira en torno a esta relación entre el yo y lo otro, que se fusionan en una sola figura.
A diferencia de El Libro de Lucía, aquí la convivencia con la soledad, la hermandad descripta, nos habla de una soledad elegida y, por lo tanto, no hay padecimiento. Por el contrario, hay indagación y búsqueda de respuestas. En soledad elegida, aparece la libertad como concepto:
Oye, me dice, aquel hombre /
aquella mujer
hablan de algo que los une
o los separa.
Hablan de la libertad.
Y solo nosotras, en este
rincón,
azuladas por el crepúsculo
esfumadas por el silencio
somos libres (2010, p. 46).
En esta soledad aceptada, hay resignación y hay alegría:
Y que ella me recuerde cada noche
antes de dormirnos
para que yo espante de
nosotras los murciélagos de la esperanza (2010, p. 48).
… me entrego a la vida con una
generosidad sin límites
con una alegría hasta ahora
desconocida (2010, p. 49).
A partir de esta evolución del vacío, la soledad se vuelve un mal necesario en lo cotidiano para poder continuar con la vida:
Deja que sea yo quien
cocine
Quédate tú aquí
junto al rincón de las
begonias
o al cesto de las lanas.
Hace tiempo que te olvidas
de la sal
los condimentos
y a veces
hasta de encender el fuego.
Y yo no quiero morir
no quiero sobre todo que
mueras.
Y tan necesarios nos son
los alimentos como el sol.
El grano de sal que dejas
disolver bajo la lengua
la pimienta el ají
nos apresuran la sangre
y es como si la aurora
naciera dentro nuestro (2010, p. 54).
A través del Género y la Marginación
Tanto en El Libro de Lucía como en El Libro de la Soledad, hay una marca de género, que el sujeto de la enunciación decididamente deja porque su condición femenina es fundamental en este universo poético.
Las prácticas del género se ven reflejadas en las actividades tradicionales que el yo poético realiza en los poemas. Por esta razón, se trata de una poesía profundamente femenina, donde acciones como cocinar, amasar, acicalarse, son enunciadas con naturalidad sin que esto suponga una incomodidad y, en este sentido, esta poesía está más próxima a la poesía de los cincuenta, situación que resulta iluminadora y conciliadora sobre la condición humana. Es que Baldovin, cerca de una educación sentimental, poco a poco se libera y evoluciona su condición, a través del tiempo, en una sociedad androcéntrica y patriarcal, donde el placer, la represión y la censura metaforizan el modelo político dictatorial. A partir de los ochenta, la mujer ha logrado equiparar su género desde el espacio cotidiano hasta el laboral, y no por nada, hacia fines de los ochenta, comienza la publicación de su obra.
También la elección de género como expresión en el poema crea un sistema de exclusión, que margina al yo poético y dirige su discurso hacia un lector imaginario femenino (ser madre, hablar de hijos, la debilidad de lo femenino), que será el que mejor comprenda su pensar y su sentir.
Podemos encontrar causas particulares que provocaron la autoexclusión o la marginación del panorama poético imperante en Córdoba durante su vida, y tienen que ver con su condición de mujer, su militancia político-partidaria en el Partido Comunista, con la dictadura militar y con su hijo desaparecido, lo que deriva en alcoholismo y en la alteración de la salud mental hasta su muerte.
Conclusiones
Fuera de toda clasificación generacional, la poesía de Glauce Baldovin es una poesía de peso, que merece visibilización y lugar en el canon. Ya por la estructura de su obra, ya por la calidad de su poesía o por los proyectos poéticos que se ven claramente en cada producción.
Aquello que comienza en el Libro de Lucía como una soledad obligada que produce dolor, sufrimiento y muerte, termina evolucionando en una soledad como sinónimo de completud, soledad elegida donde la libertad es posible. La condición femenina es fundamental para comprender los mecanismos de visibilización/invisibilidad que subyacen en esta obra que transita el límite entre una educación sentimental propia de la primera parte del siglo xx en contraposición con el camino recorrido por las mujeres a partir de la década de los sesenta.
Quedan muchos aspectos para investigar sobre su obra, y preguntas que nunca tendrán una respuesta certera a la hora analizar e interpretar, como la generación a la que pertenece, el tiempo de la escritura y el tiempo de la publicación, la reescritura, etc.
Referencias Bibliográficas
Baldovin, G. (2010). Antología Poética. Córdoba: Ediciones Letras y Bibliotecas.
Baldovin, G. (2011). Poesía inédita reunida. Córdoba, Editorial Las Nuestras.
Castellanos, J. (2011). Prólogo. En Baldovin, G. Poesía inédita reunida (pp. 9-15). Editorial Las nuestras.
Notas