Dossier
Recepción: 07 agosto 2024
Aprobación: 02 noviembre 2024
Como citar este artículo: Camacho Padilla, F. (2024). La trascendencia de la guerra colonial y el golpe de Estado del 25 de abril de 1974 en las relaciones entre Cuba y Portugal (1959-1975). Relaciones Internacionales, 33(67), 199, https://doi.org/10.24215/23142766e199
Resumen:
Tras la Revolución Cubana de 1959, las relaciones bilaterales entre Cuba y Portugal se vieron afectadas negativamente por una serie de acontecimientos que se sucedieron hasta el golpe de Estado del 25 de abril de 1974. Las divergencias ideológicas entre ambos países, especialmente en el contexto de la Guerra Fría y sus respectivas posturas sobre el proceso de descolonización, provocaron un mutuo clima de recelo y desconfianza. En este sentido, la implicación cubana en los movimientos de liberación africanos de Guinea-Bissau, Angola y Mozambique representó una fuente persistente de preocupación para el Estado Novo. Sin embargo, la Revolución de los Claveles inauguró una nueva fase de compromiso y negociación entre los dos países, tanto en el contexto del proceso portugués como en la dinámica evolutiva de los territorios coloniales.
Este artículo presenta un análisis detallado de las principales características de las relaciones bilaterales entre los dos países, con especial atención a la guerra colonial y a la posterior evolución política de Portugal desde el 25 de abril de 1974 hasta el 25 de noviembre de 1975.
Palabras clave: revolución, Guerra Fría, Cuba, Portugal, guerra colonial.
Abstract: Following the Cuban Revolution of 1959, bilateral relations between Cuba and Portugal were adversely impacted by a series of events that transpired until the coup d’état from April 25, 1974. The ideological divide between the two countries, particularly in the context of the Cold War and their respective stance on the decolonization process, led to a climate of mutual suspicion and mistrust. In this regard, Cuban involvement in the African liberation movements of Guinea-Bissau, Angola, and Mozambique proved to be a constant source of concern for the Estado Novo. However, the Carnation Revolution introduced a new phase of engagement and negotiation between the two countries, both within the context of the Portuguese process and in the evolving dynamics of the colonial territories. This article presents a detailed analysis of the main characteristics of the bilateral relations between the two countries, focusing especially on the colonial war and the subsequent political developments in Portugal from April 25, 1974, until November 25, 1975.
Keywords: revolution, Cold War, Cuba, Portugal, colonial war.
1. Introducción
Dentro del periodo de la Guerra Fría se produjeron numerosas crisis políticas nacionales que en algunos casos desencadenaron importantes cambios en el sistema internacional a corto, mediano y largo plazo por sus propias implicaciones geopolíticas, y, por ello, en la redefinición de nuevas prioridades y objetivos. De esta forma, se encuentran procesos cuyo impacto fue trascendental y generó tanto reacciones como consecuencias que dieron lugar a nuevas dinámicas de alianzas regionales. En este sentido la revolución cubana de 1959 fue el principal acontecimiento que ocurrió en las Américas, principalmente una vez que Estados Unidos rompió unilateralmente relaciones con La Habana en 1961 y, un año más tarde, promovió su expulsión de la Organización de Estados Americanos (OEA), lo que generó la necesidad de buscar nuevas alianzas con la Unión Soviética y países de su órbita, y también de África y Asia, los cuales se encontraban en pleno proceso de descolonización.
En lo que se refiere a Europa Occidental, el golpe de Estado del 25 de abril de 1974 también tuvo una profunda trascendencia internacional, pues comenzaba el proceso de negociación para la independencia de sus vastos territorios coloniales en África y el fin de la guerra que llevaba desangrando a la nación desde 1961. En el plazo de poco más de un año, Angola, Mozambique, Guinea Bissau, Cabo Verde y Santo Tomé y Príncipe eran Estados soberanos. Sin embargo, y a diferencia de lo ocurrido con Cuba, con su revolución y el fin de la dictadura, Portugal logró una mayor proyección internacional y un mejor entendimiento con el mundo, pues el propio sistema colonial del Estado Novo era fuertemente criticado en distintos foros y organismos internacionales por la represión que se aplicaba contra la posición, y, a su vez, los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la guerra en África, sobre la cual se emitieron numerosas condenas.
El estudio de la Guerra Fría es una tarea compleja y poder profundizar en ella estriba, en gran medida, en el acceso a las fuentes históricas, lo cual depende de numerosos factores, como la preservación de la documentación, la posibilidad de realizar entrevistas a los actores principales y, sobre todo, la legislación en materia de transparencia o desclasificación. Cada país y cada archivo representan un caso diferente, pero, en lo que respecta a los dos casos de este artículo, la diferencia más relevante depende de la continuidad del resultado de cada una de las revoluciones y su deriva política. En ese sentido, Cuba mantiene clasificada la inmensa mayoría de la documentación generada a partir de 1959, especialmente en lo que se refiere a política exterior. En Portugal, en cambio, el acceso a la documentación sobre el periodo dictatorial prácticamente no tiene restricciones debido a la propia revolución y la desintegración del Estado Novo, y también porque se trata de un país con más recursos y una mayor profesionalización en la preservación y el acceso a la documentación que Cuba. Por esta razón, y en lo que respecta a esta investigación, las fuentes procedentes de Portugal tienen mucho más peso. La ley de desclasificación de este país también permite acceder a la información generada en democracia, siempre y cuando se sigan criterios de antigüedad y sensibilidad.
Hasta la fecha no se cuentan, en rigor, estudios históricos sobre las relaciones bilaterales entre Cuba y Portugal sobre este periodo, si bien algunas publicaciones han salido en las últimas dos décadas sobre la gesta de Cuba en la guerra colonial portuguesa, así como sobre sus relaciones bilaterales con otros países de Europa, de Asia y, sobre todo de las Américas. En lo que se refiere a las relaciones de Portugal con países Latinoamericanos únicamente existe el trabajo de Morales Aguilera (2024) sobre en el seguimiento que hizo el régimen de Marcelo Caetano al proceso de la Unidad Popular de Chile (1970-1973). Con relación el periodo posterior a la Guerra Fría, Ferreira Gomes (2014) realizó una tesis doctoral sobre las relaciones con América Latina centrada fundamentalmente en los años transcurridos entre 1991 y 2013. Se debe destacar que hay referencias esporádicas a Cuba en memorias o trabajos generales sobre la historia de Portugal tras el 25 de abril de 1975, y, especialmente durante meses del Proceso Revolucionario en Curso (PREC), como se conoce el periodo enmarcado entre el 11 de marzo y el 25 de noviembre de 1975[2]. Varios periodistas también han escrito algunos reportajes de investigación sobre las relaciones entre Cuba y Portugal de interés, especialmente José Pedro Casthaneira, varios de los cuales son referenciados en este artículo.
Desde comienzos del siglo XXI, la historiografía ha comenzado a señalar el carácter global de la Guerra Fría y la importancia de estudiarla a partir de fuentes procedentes de otros espacios distintos a Washington y Moscú para comprender en toda su dimensión las dinámicas que iban más allá de la bipolaridad con la que tradicionalmente se ha enmarcado (Westad, 2007). En este sentido, han ido apareciendo varios trabajos sobre aspectos poco conocidos de este periodo, aunque aún con ciertas limitaciones. Dado que no todos los países se pueden acceder a los archivos, principalmente los investigadores acuden a donde hay una mayor transparencia, como podría ser el caso de Estados Unidos, o de la República Federal Alemana, de Francia y de Reino Unido en Europa, o de varios países latinoamericanos como México o Chile. El derrumbe del comunismo en Europa Oriental también ha favorecido la apertura de los archivos. Sin embargo, actores claves de esos años como Rusia, China, Cuba, o Corea del Norte, entre otros, mantienen fuertes restricciones a la consulta -cuando está permitida- de sus fondos. Hay otros casos, como el de España, donde aún opera la ley franquista de secretos oficiales de 1968, que dificulta seriamente la investigación, y otros, como el de Brasil, con una estricta normativa en aspectos prácticos, como el acceso a la documentación durante un breve espacio de tiempo y las prohibiciones de reproducción. Así, el conocimiento que se empieza a difundir sobre la Guerra Fría continúa siendo parcial y se basa principalmente en la interpretación y la estrategia de algunos países.
Este artículo tiene como objetivo analizar la trascendencia de la guerra colonial y el golpe de Estado del 25 de abril de 1974 en las relaciones entre La Habana y Lisboa (1959-1975), con el fin de responder a la pregunta de cómo influyó la revolución cubana al propio proceso político portugués y a los contactos diplomáticos entre ambos países durante el desarrollo de los acontecimientos más relevantes de la historia de Portugal de esos años.
En este sentido, las fuentes primarias y secundarias disponibles demuestran que Cuba tuvo un claro interés en el derrocamiento del Estado Novo que se tradujo en el apoyo a varias organizaciones políticas de la oposición, tanto en Portugal como en sus colonias. Sin embargo, no hay constancia de la existencia de un contacto previo con los actores castrenses que planificaron y protagonizaron el derrocamiento del régimen salazarista. El derrumbe del Estado Novo tuvo como consecuencia que la nación portuguesa se sumergiera en una fase de inestabilidad política mientras se debatían las bases del nuevo sistema democrático que se pretendían implementar. Como en toda situación de esta índole, el debate estuvo compuesto por distintas ideológicas que abarcaban todas las tendencias, tanto revolucionarias como conservadoras, las cuales estuvieron influidas en cierto grado por experiencias de otros países o incluso apoyadas económicamente por otros Estados. De esta forma, la historiografía actual argumenta que el Partido Comunista Portugués (PCP), liderado por Álvaro Cunhal, contó con el respaldo de la Unión Soviética, países de su órbita y Cuba, mientras que el Partido Socialista, liderado por Mário Soares, lo tuvo de la República Federal Alemana, Suecia, Francia, Reino Unido y Estados Unidos. Sin embargo, la hipótesis de este trabajo es que la influencia cubana en el proceso revolucionario portugués se debió a un doble interés. En relación con la propia metrópoli, y a expensas de la posición de Moscú que se detalla más adelante, Cuba mantuvo colaboración con los militares más revolucionarios para llevar a Portugal hacia posiciones políticas más cercanas. Sin embargo, La Habana tuvo como principal objetivo asegurar que el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA) obtuviera el control del territorio frente a las otras organizaciones existentes, tales como la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA) o el Frente Nacional para la Liberación de Angola (FNLA).
La preferencia por el MPLA se debió, en buena medida porque era la organización en ese momento más fuerte en las áreas urbanas, la mejor organizada y también la única que no respondía a intereses directamente de otras potencias, como ocurría con el FLNA -especialmente Estados Unidos-, o a los sectores más conservadores de Portugal como pasaba con la UNITA. Cuba era consciente de la localización geográfica de Portugal y su importancia estratégica para el bloque occidental, por lo cual, sin descuidar sus vínculos con los actores castrenses revolucionarios de Portugal, su prioridad estuvo en continuar apoyando a las organizaciones verdaderamente soberanistas africanas, lo cual venía realizando desde la década anterior. La imposibilidad de acceder a fuentes primarias cubanas no permite aún confirmar plenamente esta interpretación, de modo que son utilizadas fuentes primarias y secundarias procedentes de otros países, así como memorias de internacionalistas cubanos.
Así, las fuentes primarias utilizadas consisten fundamentalmente en informes procedentes del archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores de Portugal, del Archivo de la Defensa Nacional de Portugal, del Archivo Nacional de Cuba, del Archivo Diplomático del Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia, del Departamento de Estado de Estados Unidos procedente de Wikileaks, y de artículos de prensa de la época.
Para una mejor comprensión de la materia, el artículo está estructurado de manera cronológica y espacial. En un primer momento se hace un contexto de las relaciones diplomáticas entre los dos Estados. A continuación, se presenta el papel jugado por Cuba en la guerra colonial portuguesa. En tercer lugar, se analiza el derrumbe del Estado Novo y la repercusión en sus relaciones con Cuba a partir del 25 de abril de 1974 hasta el 25 de noviembre del año siguiente. En cuarto lugar, se desarrollan las estrategias cubanas para apoyar al MPLA en los meses previos a la independencia de Angola. Por último, se presentan las conclusiones respectivas.
2. Las relaciones entre la Cuba revolucionaria y el Estado Novo portugués
A pesar del carácter ibérico de Portugal y de poseer costa en el Océano Atlántico, aspecto común con los países de esa orilla de Hispanoamérica, sus relaciones diplomáticas con esta región tardaron numerosas décadas en formalizarse. En un primero momento, Lisboa se interesó fundamentalmente en sus relaciones con Estados Unidos y Brasil. Una vez que se abrieron las representaciones diplomáticas en el resto de los Estados durante las primeras décadas del XX, los vínculos políticos y culturales fueron escasos. De esta forma, La Habana y Lisboa no establecieron relaciones diplomáticas hasta comienzo de la década de los años treinta, y al igual que en los otros casos, con escasa repercusión. En 1933 se instauró el Estado Novo en Portugal tras la aprobación de una nueva constitución elaborada ya en el régimen dictatorial instaurado en 1926. De esta forma, las relaciones de Portugal con Cuba hasta el 25 de abril de 1974 siempre se desarrollaron con el Estado Novo. Sin embargo, el primer representante diplomático de forma permanente en La Habana no llegó hasta 1956, en el cargo de ministro plenipotenciario. A causa de la tirantez que empezó a producirse tras la revolución de 1959, se rebajó el nivel de representación a la figura de encargado de negocios, manteniéndose así hasta la caída del régimen Marcelo Caetano (1968-1974), quien fuera sucesor de Oliveira de Salazar (1932-1968)[3].
De la misma manera que Cuba no resultaba un país prioritario en la política exterior portuguesa, tampoco lo era Portugal para Cuba. Sin embargo, la revolución cubana significó un gran cambio en las dinámicas existentes entre ambos países por numerosas razones. En primer lugar, porque el dictador Fulgencio Batista encontró asilo en la isla de Madeira gracias a la mediación de Estados Unidos. Ello fue posible tras realizarse varios intentos desde República Dominicana, que resultaron fallidos, para dirigirse a otros países, especialmente por los problemas que tuvo con el dictador Leónidas Trujillo y también por motivos de seguridad personal. A su vez, su permanencia en el mar Caribe generaba tensiones políticas que podían desencadenar algún tipo de conflicto de mayor envergadura[4]. Una vez que Batista se afincó en Portugal, como era de esperar, recibió varias visitas de otras figuras de exiliados de importancia y, para evitar cualquier tipo de agresión, los servicios de seguridad le tuvieron bajo vigilancia. Durante los doce años en los que Batista residió en Portugal, el gobierno cubano nunca presentó una petición de extradición para ser juzgado por los delitos cometidos durante la dictadura, posiblemente porque temía que ello podría enturbiar más las relaciones entre ambos países, o quizá porque no se le consideraba una amenaza real para la revolución, pues la dificultad que tuvo para encontrar un país donde se le diera refugio demostraba que no contaba con apoyo real en el ámbito internacional.
En cualquier caso, la deriva ideológica de Cuba generó inquietud al régimen de Salazar, de manera que su embajada en Lisboa fue sometida a una fuerte vigilancia, probablemente por parte de la Policía Internacional y de Defensa del Estado (PIDE)[5], tal como indicaba el encargado de negocios en un informe remitido a La Habana en 1960:
No se extrañe, Señor Ministro, de esta desconfianza que sería injusto tachar de excesiva dadas las extrañas circunstancias que rodean esta Embajada, sometida a un constante asedio, sufriendo frecuentes pérdidas de correspondencia, recibiendo paquetes postales con claras muestras de violación, soportando la escucha de todas sus conversaciones telefónicas toda clase de dificultades, demoras, e incluso negativas para obtener comunicación telefónica con La Habana[6].
En 1960, con el fin de lograr reunir apoyos internacionales y crear un bloque mundial antiimperialista, Cuba planificó la celebración de la que se denominó Conferencia de Países Subdesarrollados, y en la que iban a participar representantes de Estados de África, Asia y América Latina, para hablar de los problemas económicos que les azotaban. Como era de esperar, y a causa de las tensiones que ya existían con Estados Unidos, este país hizo todo lo posible para boicotear los planes cubanos, los cuales también eran seguidos por las potencias europeas que tenían intereses o territorios en los continentes donde Cuba empezaba a forjar vínculos. De esa forma, Portugal también se inquietó de los posibles efectos que podría tener su celebración en sus colonias y reaccionó con alivio cuando todo apuntaba a que se iba a cancelar, como realmente ocurrió[7].
Sin embargo, el hecho de que Cuba derivara hacia el socialismo real, tal como quedó confirmado el 16 de abril de 1961 con motivo del intento de invasión por Estados Unidos en Playa Girón, no implicó la ruptura de las relaciones bilaterales con Portugal. Ello fue un hecho que llamó la atención al resto de países, ya que Portugal hasta la fecha no había establecido relaciones con la Unión Soviética[8] y fueron rotas con los países europeos de su órbita tras la Segunda Guerra Mundial. Tampoco se habían establecido con la República Popular China y fueron asimismo suspendidas por los países árabes nacionalistas a causa de la política colonial de Salazar, entre los que se encontraban Egipto, Libia, Siria y Argelia. De esta forma, Cuba fue la excepción, y el funcionamiento de las embajadas permitió a ambos países mantener puestos de observación del desarrollo político que se estaba produciendo a nivel interno, y, a su vez, de sus actividades diplomáticas en cuanto a política exterior. En este sentido, la embajada de Portugal en La Habana pudo hacer un seguimiento detallado de lo que acontecía en Cuba, pero también respecto a las visitas recibidas y realizadas a otros países, y, especialmente, en todo aquello que tuviera que ver con las colonias portuguesas en África.
Por sus características ideológicas y el atractivo de sus altos dirigentes de ese momento, entre quienes se incluía especialmente Ernesto Che Guevara, Cuba se convirtió en un destino de interés para opositores del régimen de Salazar, tanto de la metrópoli como de las propias colonias. Sobre la primera procedencia, fundamentalmente se trató de militantes del PCP, quienes llegaron principalmente desde Praga o siguiendo otras rutas para evitar ser rastreados por la PIDE. Entre ellos se encontraron altos dirigentes como Francisco Ferreira (Saraiva da Cunha, 2015, p. 142) o el propio Álvaro Cunhal.
Entre las personas de nacionalidad portuguesa que se afincaron en Cuba y se relacionaron con importantes figuras de la revolución se encontró Annie Silva Pais, hija del último director de la PIDE, Fernando da Silva Pais, quien inicialmente llegó a la isla casada con un diplomático suizo. Una vez allí, tomó la decisión de divorciarse de su marido y comenzar una nueva vida, permaneciendo en el país caribeño hasta su muerte, dedicándose a tareas de interpretación y traducción. Según Fernandes Fafe (2002, p. 35), Annie Silva Pais llegó a solicitar asilo político en agosto 1969, y, a pesar de la implicación política que ello podría generar al Estado Novo, nunca se hizo publicidad alguna en la isla sobre ello[9], probablemente por dos razones. En primer lugar, porque Annie Silva Pais estableció una relación cercana con altos dirigentes de la revolución y le fueron encomendadas varias tareas de suma confianza, y, por ende, se tuvo el cuidado de no hacer nada que le hubiera perjudicado en el terreno personal. En segundo lugar, porque simultáneamente no convenía provocar públicamente a Portugal cuando en esos años, y de manera clandestina, se estaba apoyando decididamente a los movimientos de liberación de sus colonias, especialmente al Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC) y MPLA.
3. Cuba y la guerra colonial portuguesa
En 1961 comenzaron las hostilidades en Angola, y en cuestión de poco tiempo se extendieron también a Guinea Bissau (1963) y Mozambique (1964). Rápidamente, los recién independizados Estados afroasiáticos solidarizaron con los movimientos de liberación que se alzaron contra el colonialismo portugués logrando el respaldo de la Unión Soviética, Europa Oriental e, incluso de algunos países occidentales, especialmente de Escandinavia. Esta nueva situación alteró drásticamente la política exterior portuguesa, la cual venía complicándose desde que ingresó en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en diciembre 1955 a causa de las críticas emitidas sobre su sistema colonial, especialmente por países del Tercer Mundo (Futscher Pereira, 2017, pp. 127-130, 148-152). Hasta entonces había gozado de una etapa favorable en el sistema internacional gracias al apoyo de Occidente, en gran medida por haber participado de la fundación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1949[10]. A partir de entonces, además de tener que adaptarse a un escenario de guerra, tuvo que empezar a diseñar estrategias para salir del aislamiento internacional en el que se iba sumergiendo, una coyuntura que no terminaría hasta el 25 de abril de 1974 (Duarte de Jesus, 2006, p. 9). Según Futscher Pereira (2022):
A partir do início da luta armada, com os massacres em Angola em março de 1961, a situação nas colónias e o seu futuro tornaram-se o problema central da sociedade portuguesa. Durante 13 anos, 560 mil portugueses foram mobilizados para combater em três frentes, a milhares de quilómetros da metrópole, a que se juntaram 240 mil africanos recrutados localmente. Foi o desgaste imposto pelas guerras em Angola, Moçambique e na Guiné que levou, por fim, à queda do regime (p. 22).
En un primer momento, Cuba no tuvo implicación alguna dado que su política exterior aún estaba enfocada en América Latina y Europa, pero con una presencia cada vez mayor en algunos países de Medio Oriente y África Subsahariana. No fue hasta la independencia de Argelia en 1962 cuando Cuba pudo profundizar en sus relaciones con los movimientos de liberación africanos a partir del trabajo realizado por los diplomáticos acreditados en Argel. A partir de entonces se dieron los primeros contactos con los distintos movimientos de liberación de las colonias portuguesas, dado que la capital argelina fue uno de los principales lugares de encuentro de todas las organizaciones anticoloniales y antiimperialistas del continente, siendo así el lugar donde se programaron varios viajes con fines políticos en otros países.
Unos meses después de la independencia de Argelia, en octubre de 1962, tuvo lugar la crisis de los misiles, que también puso en alerta a Portugal, especialmente por su pertenencia a la OTAN. La importancia geoestratégica del archipiélago de las Azores resultaba clave para Washington en caso de darse un escenario bélico, razón por la que se vio en la necesidad de abordar el uso que iba a dar a su base aérea con Salazar. Sin embargo, las relaciones entre ambos países no pasaban por su mejor momento, ya que existía una tensión subyacente causada por la actitud favorable del presidente Kennedy hacia la descolonización (Futcher Pereira, 2022, 69-74).
A fines de 1964, la política exterior cubana continúa fortaleciendo su carácter internacionalista una vez que Ernesto Che Guevara se propone apoyar distintos movimientos de liberación en África subsahariana. Para ello, hace un recorrido por varios países del continente reuniéndose con varios dirigentes. De esta forma, en enero de 1965 el Che Guevara se encontró en Congo Brazzaville con Agostinho Neto, del MPLA, y en Dar-es-Salaam (Tanzania) con Eduardo Mondlane, del FRELIMO. El primer apoyo importante se materializó con motivo de la reunión que el guerrillero argentino sostuvo con Amílcar Cabral, del PAIGC, en enero de 1965 en Guinea Conakry. En cuestión de poco tiempo, y con el beneplácito del presidente guineano Ahmed Sékou Touré, a mediados de mayo ya atracó el primer barco cubano cargado de armas, comida y medicinas (Gleijeses, 2002, p. 187). Poco después, el primer grupo de caboverdianos liderado por el comandante Pedro Píres, se dirigió Cuba para recibir formación guerrillera, permaneciendo entre unos 18 y 20 meses en la isla. Después se dirigieron a los territorios liberados de Guinea Bissau a poner en práctica la instrucción recibida (Castro et al., 2022).
El FRELIMO, en cambio, no quería integrar a combatientes extranjeros en sus filas, de manera que rechazó el ofrecimiento cubano. Además, Eduardo Mondlane no se sintió cómodo con los planteamientos de Ernesto Che Guevara con relación a la coordinación de la lucha de liberación, y, a su vez, le resultaba importante mantener sus buenos vínculos, previamente establecidos, con Washington, los cuales estimaba que le podían favorecer en sus anhelos por la independencia. Aun así, varios miembros de la organización recibieron entrenamiento militar en Cuba y se hicieron muestras de solidaridad a través de distintos canales como la propia revista Tricontinental, pero claramente estos fueron menos significativos que los expresados con relación al PAIGC y el MPLA (Gleijeses, 2002, p. 227). En estos años, además, las diferencias entre Cuba y la República Popular China comenzaron a profundizarse, y ello se tradujo también en la rivalidad a la hora de apoyar a los movimientos de liberación africanos, la cual aumentó en las siguientes dos décadas[11].
En lo que se refiere a la lucha del MPLA, el apoyo cubano en distintas áreas comenzó formalmente en 1965, tanto en Congo Brazzaville como en Cuba, inclusive llegando a entrar en combate contra las tropas portuguesas dentro de territorio angolano. La misión internacionalista destinada en Congo Brazzaville compuesta por centenares de personas de distintas áreas, además de la militar, estuvo dirigida por Jorge Risquet. Sin embargo, tras el golpe de Estado contra el presidente Massamba-Débat de inicio de septiembre de 1968, y perpetrado en buena medida con el respaldo de los servicios secretos de Francia y Portugal, implicó la salida de la misión militar cubana, limitando de esta forma el apoyo que se le pudiera dar en terreno al MPLA en los años sucesivos[12]. Además, a causa de algunos desacuerdos operativos, desde entonces y hasta mediados de la década de los años setenta, las relaciones se mantuvieron frías (Mabeko-Tali, 2019, pp. 481-482). Tras los sucesos del 25 de abril de 1974, tal como se detalla en las siguientes páginas, los vínculos volvieron a normalizarse, y comenzaron las operaciones cubanas en Angola a gran envergadura.
El acontecimiento que realmente impulsó la participación de Cuba en la liberación de las colonias portuguesas, y principalmente de Guinea Bissau fue la Conferencia Tricontinental celebrada en La Habana en enero de 1966. El evento fue un éxito en lo que se refiere a términos de participación política, pues llegaron más de 500 delegados procedentes de 82 países diferentes. Entre ellos se encontraban varios de los líderes más importantes de los movimientos de liberación de las colonias portuguesas, destacándose especialmente Amílcar Cabral por su oratoria, agilidad mental, carisma y simpatía. Tras el término del encuentro, Cabral permaneció durante varios días en la isla, reuniéndose con Fidel Castro para relatarle su experiencia de combate contra el imperialismo portugués. Poco después de su partida escribió una carta al dirigente cubano para expresar su gratitud por el recibimiento que tuvo en la isla y el y entusiasmo que había generado la Conferencia Tricontinental en el PAIGC (Neves y Pires Martins, 2024, p. 50). Ante los avances que estaban logrando en terreno, así como la buena disposición del PAIGC en seguir recibiendo ayuda cubana, se decidió aumentar el apoyo en un primer momento con el envío de médicos y asesores militares, y más tarde también a contingentes de tropas (Gleijeses, 2002, 187-189)[13]. En total, según el embajador cubano Oscar Oramas, fueron 600 internacionalistas cubanos entre quienes se incluyeron 70 médicos[14].
Con relación a ello, la preocupación del ejército portugués fue en aumento cuando se confirmó la presencia de combatientes cubanos en el interior de Guinea Bissau fundamentalmente por dos razones. En primer lugar, gracias a su identificación por el color de su piel, tratándose generalmente eran médicos militares, pues la tropa internacionalista cubana estaba compuesta por afrodescendientes. Y, en segundo lugar, por su profesional participación en combate. El malestar se amplificó notablemente tras la captura del capitán Pedro Rodríguez Peralta en una emboscada perpetrada por un comando de paracaidistas portugueses a mediados de noviembre de 1969. No obstante, gracias al éxito del operativo militar, el Estado Novo no perdió la oportunidad de hacer una enorme campaña publicitaria para dar a conocer ante el mundo la participación de Cuba en el conflicto bélico[15].
A finales de los años sesenta y comienzos de los setenta, la guerra en Guinea Bissau se intensificó también por el mayor compromiso de otros países y la entrega de armamento cada vez más moderno por parte de la Unión Soviética.[16]. El país vecino, Guinea Conakry, era donde se remitían todos los recursos para el PAIGC, de modo que Portugal hizo una incursión, sin éxito alguno, en noviembre de 1970[17]. Tres años más tarde, el 20 de enero de 1973, en el mismo Conakri fue asesinado Amílcar Cabral por un compañero disidente, considerado por algunos como la mano ejecutora de un operativo orquestado por la PIDE[18]. Se trató de un duro golpe emocional para el movimiento pero que no alteró el desarrollo de la contienda. Unos días más tarde, en el mes de febrero, llegaron de Cuba los primeros pilotos para fortalecer a la Fuerza Aérea de este país, y se intensificó la cooperación en este ámbito (Matos y Barroso, 2020, p. 102-104), dando una mayor cobertura y protección Sékou Touré y, consecuentemente al PAIGC, para evitar que se continuaran produciendo las agresiones a Guinea Conakry por parte de las tropas portuguesas, las cuales, a su vez, eran conscientes de la implicación cubana en los combates que se estaban produciendo (Tíscar, 2018, p. 198).
El temor a la influencia cubana en Hispanoamérica respecto a la guerra colonial
En términos diplomáticos, la repercusión de la conferencia Tricontinental de 1966 alentó al Ministerio de Asuntos Extranjeros de Portugal por los vínculos y redes que los dirigentes de los movimientos de liberación de sus colonias podrían haber constituido en La Habana y, asimismo, con otros representantes procedentes de América Latina. Además, la mala publicidad que cada vez más tenía Portugal por la difusión de los crímenes de guerra que se estaban cometiendo, a la par de las peticiones que llegaban desde los países afroasiáticos, hacía que los Estados de esta región tomaran una actitud cada vez más crítica respecto a los hechos, lo cual quedaba reflejado también en su votación en la ONU. Hasta entonces la actitud de los Estados latinoamericanos, a excepción de Cuba, por su marcado anticomunismo, se habían posicionado a favor de Portugal, aunque existía el temor de que pudiera cambiar. Según Almada e Santos (2014):
“Os votos revelariam, além da conhecida orientação dos ocidentais, a relevância do apoio a Portugal dos países latino-americanos, que, com a exceção de Cuba, votariam contra ou se absteriam. Não querendo se comprometer perante os anticolonialistas, um número significativo de delegações (num total de 20) não participaria na votação” (p. 271).
Por esta razón, y desde ese momento, Portugal empezó a considerar la necesidad de definir una política exterior hacia los países hispanohablantes con el fin de lograr adherentes a su causa, dando instrucciones a sus embajadores en la región de que se evitara la pérdida de apoyos (Almada e Santos, 2014, p. 293). En este sentido, Brasil no constituía un problema dado que las relaciones con el régimen dictatorial eran excelentes e, incluso, se tenían en marcha varios programas de cooperación en materia de seguridad. Tras el golpe de Estado de 1964 contra João Goulart, los dos regímenes mantenían abiertas cruzadas contra el comunismo e intercambiaban información referente a las actividades de los opositores de izquierda (Costa Cardoso, 2015, pp. 67-81). De esta forma, además de iniciar una campaña publicitaria en Hispanoamérica desde las propias sedes diplomáticas, se invitó a varios de los embajadores hispanoamericanos acreditados en Lisboa a viajar a los territorios coloniales -o, como las definía el Estado Novo, “las provincias de ultramar”-, concretamente a Mozambique y Angola[19], para mostrar el nivel desarrollo y de bienestar de la población residente.
Sin embargo, los cambios políticos que se estaban produciendo en Hispanoamérica con la llegada de gobiernos de corte progresista, y el contacto que estaba retomando Cuba con algunos de ellos, podría generar dificultades al Estado Novo. De esta forma, el régimen de Caetano vivió con especial preocupación la llegada al poder de Salvador Allende en Chile, pues se generó el temor de que acabaran involucrándose con las causas de los movimientos de liberación en el mismo grado que lo estaba haciendo Cuba (Morales Aguilera, 2024, p. 78, 84), y, además, Santiago y La Habana reestablecían desde ese momento relaciones diplomáticas formales, las cuales estaban interrumpidas desde 1964 (Harmer, 2011, p. 66). Ante esta situación, otras naciones empezaron a mostrar algunos gestos de acercamiento a Cuba y se planteó su reingreso en la Organización de Estados Americanos (OEA). Frente a ello, Portugal continuó con su estrategia de acercamiento a Hispanoamérica, en cuyas acciones se incluyó una intensa gira del ministro de Asuntos Exteriores, Rui Patricio, por varios países hispanoamericanos. Era la primera vez que se organizaba un viaje de esta envergadura, que fueron -y siguiendo el orden de la ruta- Costa Rica, Colombia y Venezuela. También se intentó incluir a Panamá en la agenda, pero la consulta portuguesa fue desestimada porque las autoridades correspondientes tenían programada una visita a Washington en las fechas propuestas[20]. En varias ruedas de prensa se hicieron declaraciones críticas a la actitud de la ONU con relación a sus posesiones africanas. Con relación a los objetivos de ese viaje, años más tarde, Rui Patricio declaró: “era sempre importante defender os nossos pontos de vista ao mais alto nível político, tendo em conta os votos desses países nos organismos internacionais” (Xavier, 2010, p. 204). Hasta entonces, se debe señalar que Colombia había sido el país que más firmemente se había posicionado a favor de Portugal de toda Hispanoamérica, y los apoyos en Venezuela también eran considerables dado que contaba con la comunidad de origen portugués más importante de la región después de Brasil.
Desde 1969 hasta 1972, las relaciones entre Cuba y Portugal se fueron empeorando con motivo de las declaraciones condenatorias hechas por Fidel Castro contra el colonialismo portugués y el constante apoyo a los movimientos de liberación de sus territorios africanos. Además, ahora se sumaba la colaboración con el recién creado brazo armado del PCP que empezaba a cometer actos de sabotaje y atentados dentro del propio territorio nacional, conocido como Acción Revolucionaria Armada (ARA). Varios de sus integrantes habían recibido instrucción militar en Cuba, y sobre la cual tuvo conocimiento la PIDE tras detener a varios de sus militantes (de Matos Ferreira, 2015, p. 209-216)[21]. El malestar generado en Lisboa era más que evidente, pues la agresiva actitud cubana con relación a Portugal, con quien existían relaciones diplomáticas, resultaba inaceptable. En buena medida la actitud cubana se debió a que los riesgos eran insignificantes en el caso de ruptura, pues prácticamente no existían relaciones comerciales, y porque la capacidad militar portuguesa era limitada. Es decir, no existía una amenaza real de que el Estado Novo pudiera realizar cualquier tipo de acción bélica contra la isla de la misma manera que lo había hecho Estados Unidos en 1961. El aislamiento internacional en el que estaba inmerso el régimen de Caetano, así como el favorable desarrollo de la guerra para los movimientos de liberación nacional, especialmente en Guinea Bissau, fueron factores que animaron a La Habana a mantener su actuación.
Sin embargo, la propia evolución de la Guerra Fría, y el malestar mayor de algunos países con relación a las actividades cubanas en África, hizo que a comienzo de la década de los años setenta, Portugal lograra captar el apoyo de algunos Estados que hasta entonces no se lo habían dado. A causa del fuerte descontento que había en Lisboa por las actividades cubanas, en la segunda mitad de 1972 se elaboró un plan para suspender relaciones con La Habana. Para ello se puso en práctica un operativo que consistía en retirar a sus funcionarios diplomáticos de la capital caribeña sin generar sospecha, pues el Ministerio de Asuntos Exteriores portugués consideraba que, en caso de descubrirse los planes de ruptura, Cuba generaría dificultades logísticas para su salida. De esta forma, el encargado de negocios, António Pinto Machado, y el resto de los empleados portugueses, junto a sus familias, salieron discretamente de la isla. Sin embargo, finalmente Portugal optó por mantener relaciones, pero al mínimo nivel[22]. Así, el recinto quedó a cargo únicamente del personal local contratado, siendo el cubano Ramón Franqui Puig quien pasó al puesto de gerente interno hasta mediados de febrero de 1975, momento en el que llegó desde Lisboa el nuevo embajador, José Fernandes Fafe[23].
4. El golpe de Estado del 25 de abril y su significado en las relaciones entre Cuba y Portugal
La decidida actuación cubana en la guerra colonial, especialmente desde 1965, contribuyó de manera significativa al desgaste militar del Estado Novo[24]. Los oficiales de grados intermedios del ejército, como capitanes y comandantes, fueron los que mejor conocieron la primera línea de fuego, las limitaciones y las difíciles condiciones en las que tuvieron que combatir a los movimientos de liberación (Sánchez Cervelló, 1997, p. 17). Tras más de una década de combates y una mayor profesionalización de las tropas enemigas, era evidente que mantener tres frentes de combate a una distancia tan lejana era una decisión irracional e inconsciente, que claramente demostraba la falta de respeto y consideración por la propia población portuguesa, la más afectada directamente, tanto por ser la cantera de soldados que se enviaban desde la metrópoli al continente africano como por ser las principales perjudicadas de la desigualdad social que existía en el país[25].
A su vez, cabe recordar que en el Estado Novo prevalecieron diferencias importantes de algunos militares con Oliveira Salazar, tal como ocurrió con el general Humberto Delgado, importante opositor asesinado por la PIDE en España en 1965. Además, una vez comenzaron los conflictos en las colonias, el dictador portugués no tuvo en cuenta ni la realidad ni las necesidades de las fuerzas armadas. El primer episodio, y posiblemente lo que acentuó una parte del malestar, ocurrió con motivo de la anexión de Goa, la cercana isla de Angediva, Damán y Diu, por parte de la India[26]. En esa ocasión, Salazar dio órdenes al gobernador general Manuel Vassalo e Silva de resistir hasta la muerte a pesar de que las tropas portuguesas eran muy inferiores en número, lo cual habría supuesto un gesto heroico totalmente innecesario[27]. Una sensación similar se fue extendiendo más tarde entre la tropa que combatía en África, que Schori (1994) sintetiza con las siguientes palabras:
También es del dominio público que los oficiales portugueses leían las hojas volantes del Frelimo y los escritos de Amílcar Cabral, Eduardo Mondlane, Agostinho Neto y otros dirigentes africanos. Sostenían largas conversaciones con sus prisioneros, quienes muchas veces demostraron estar mejor armados ideológica y psicológicamente que los soldados portugueses.
Así, combatientes de los movimientos de liberación terminaron por ejercer una fuerte influencia sobre muchos de los jóvenes oficiales que venían de ultramar, y los colonizadores fueron ideológicamente colonizados por el enemigo: una circunstancia innegablemente tan bella como peculiar (p. 213).
Estos mismos oficiales que combatían en África a los que hace referencia Schori, en la distancia percibían a Cuba como un país consecuente con sus principios, bien organizado y solidario, con amplias capacidades de permanecer en un conflicto en territorios aún más lejanos de lo que estaban para Portugal. Además, como ocurría en otros países en esta misma época, la resistencia de Cuba a Estados Unidos, a pesar de su cercanía, le hacía aún más digna de la admiración, incluso por sus enemigos. El ala más radical de la oposición al Estado Novo, conformada principalmente por el PCP, mantenía contactos oficiales con el gobierno revolucionario, que, además de apoyar la formación de cuadros del ARA, se realizaban mediante encuentros organizados en la propia isla, así como en las representaciones diplomáticas cubanas en los países donde vivían exiliados portugueses.
Un mes antes del 25 de abril, Álvaro Cunhal junto con a los dirigentes del PCP Joaquim Pires Jorge, Angelo Peres realizaron una visita oficial a Cuba, posiblemente la más importante en lo que se refiere a alto nivel político. La Embajada de Portugal en La Habana siguió con detalle todas las declaraciones emitidas y el programa de actividades durante todos los días que permaneció en el país. La prensa cubana, más allá de dar cuenta de los encuentros oficiales, la sintonía ideológica y sus buenas relaciones, no ofreció información alguna sobre la puesta en marcha de estrategias o planes conjuntos, y el gestor interno de la embajada, Franqui Puig, al menos en el informe remitido a Lisboa, parecía que no habían logrado más datos de los que se hicieron públicos, añadiendo únicamente la siguiente reflexión.
Permito-me chamar a esclarecida atenção de Vossa Excelência para o facto que, à exceção da referente à reunião do Chefe do Governo Cubano Fidel Castro com a delegação do Partido Comunista Português, toda as notícias a este respeito foram publicadas, sem grande relevo e nem qualquer gravura, em páginas interiores do acima aludido jornal, facto que poderia talvez e hipoteticamente classificar-se de atitude alentadora no que diz respeito às relações luso-cubanas[28].
Sin embargo, tras producirse el 25 de abril, analistas y periodistas -y posiblemente también servicios secretos de varios países- hicieron especulaciones de la relevancia de esta visita en la planificación de la revolución. Con estas palabras lo hacía Jack Anderson (1975) en el diario The Washington Post: “Cunhal began plotting with Castro two months before the Portuguese coup. The secret intelligence reports reveal that Cunhal made a secret trip to Havana in February, 1974”[29]. En realidad, no se trató de un viaje secreto, dado que fue ampliamente publicitado por los medios de comunicación cubanos.
A partir del 25 de abril de 1974, Portugal decidió priorizar sus relaciones con Latinoamérica, cuya experiencia de movilización política era de interés para las fuerzas sociales que exigían reformas profundas. En este sentido, Cuba se había convertido en un referente para la juventud y los sectores radicalizados en lo que respecta a los valores y la experiencia de solidaridad con el Tercer Mundo, la dignidad de sus dirigentes y el martirio de Ernesto Che Guevara. Sin embargo, en términos prácticos Chile siempre se tuvo más presente por diversas razones[30]. En primer lugar, porque los hechos ocurridos durante el gobierno de la Unidad Popular y el golpe de Estado (1970-1973) eran mucho más cercanos en el tiempo. A diferencia de Cuba, la simpatía con el exilio chileno y la condena al golpe de Estado de Pinochet eran más fuertes y transversales, tanto en clases sociales como en ideologías. Además, en lo que se refiere a la experiencia de reforma agraria, las características de la geografía y el clima de Portugal -de tipo mediterráneo- y la propia producción agrícola, además de la estructura social y condiciones de vida, eran muy similares a la chilena, y poco o nada que ver con la cubana. Y de la misma forma, se estudió y debatió sobre el caso chileno para no repetir los errores que llevaron al triunfo de la contrarrevolución (Varela, 2011, pp. 161-173), aunque también se generó el temor de que la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) pudiera perpetrar acciones conspirativas y de sabotaje de una manera similar a la llevada a cabo contra la Unidad Popular (Flunser Pimentel, 2024, pp. 314-318). Cabe mencionar que, si bien Washington actuó de forma diferente con respecto a Portugal, las acciones contrarrevolucionarias perpetradas por grupos de derecha y ultraderecha, algunos próximos a Spínola tras su renuncia como presidente en septiembre de 1974 a causa de profundas diferencias políticas con los sectores progresistas del MFA -y siendo substituido por el general Costa Gomes-, fueron constantes, alcanzando su máxima expresión en el intento de golpe de Estado del 11 de marzo de 1975[31].
Para los sectores conservadores, los dos modelos políticos revolucionarios latinoamericanos, el cubano y el chileno, suponían una clara amenaza para sus intereses. Además, sus experiencias estaban sumamente presentes en el debate social, pues durante este periodo fueron estudiadas y discutidas públicamente, incluso por los principales líderes políticos de izquierda, tal como quedó reflejado en los debates televisivos que tuvieron lugar entre Álvaro Cunhal y Mário Soares[32]. En ese sentido, cabe aclarar que, si bien ambos dirigentes habían viajado a La Habana, el PCP se alineaba mayoritariamente con Moscú[33] y países satélites de Europa Oriental, especialmente la República Democrática Alemana -y en cierta medida Cuba-, aunque como referente de Estado, el país caribeño no se colocaba en los primeros puestos de la lista. Soares, en cambio, optó por seguir el modelo socialdemócrata europeo, especialmente el alemán y el nórdico, desde donde recibió una enorme atención y respaldo económico. Posteriormente, Soares criticó al PCP por intentar sovietizar Portugal con el apoyo de Cuba (Ferreira Gomes, 2014, p. 120)[34], lo cual siempre fue desmentido por Cunhal. En sus propias palabras: “contra-revolução lançou campanhas provocatórias de grande vulto. Uma, em grandes títulos nos jornais anunciava com alarme que no Alentejo, com os trabalhadores estavam «50 000 cubanos»” (Cunhal, 2016, p. 282).
En los meses posteriores al 25 de abril de 1974, Soares era ya concebido por la izquierda radical como un agente contrarrevolucionario y no era un interlocutor válido para Cuba, lo cual condicionó su interés en formalizar las relaciones diplomáticas con La Habana, a pesar de que el gobierno caribeño rápidamente comenzó las gestiones necesarias para fortalecer los vínculos, especialmente desde su embajada en Lisboa. Sin embargo, se optó por mantener el contacto directamente con el Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) que perpetró el golpe militar, y otras organizaciones y asociaciones más afines a su posición ideológica. El trato con el Ministerio de Asuntos Exteriores consistió fundamentalmente en lo necesario para resolver trámites administrativos, evitando abordar aspectos que fueran directamente relacionados con el sector más izquierdista del ejército portugués. Además, Soares -que se mantuvo como ministro de Asuntos Exteriores entre el 16 de mayo de 1974 y el 26 de marzo de 1975- probablemente no contemplaba las relaciones diplomáticas con Cuba como un asunto prioritario por razones ideológicas, razón por la no fue hasta comienzos de 1975 cuando decidió enviar a su amigo y compañero de militancia Fernandes Fafe[35] a La Habana[36].
Soares y Fafe mantuvieron siempre una relación partidaria y personal muy cercana. Asimismo, Fafe mantuvo a lo largo de su vida una lealtad incondicional para el dirigente socialista. En 1963 ambos fueron invitados a viajar juntos a Cuba por el entonces encargado de negocios en Portugal, Raúl Amado-Blanco, llegando meses después. Para evadir rastro y no ser seguidos por la PIDE, tuvieron que hacer un lago periplo por varios países de Europa hasta llegar a La Habana[37], pasando previamente por Canadá, como solía ser lo habitual. La realidad que encontraron en Cuba les generó un desencanto. El propio dirigente socialista firmó: “A realidade política e revolucionária cubana não me convenceu. Fiquei com mais dúvidas do que antes de lá ir […]” (Vieira, 2022, p. 185)[38].
Una vez en La Habana, Fafe asumió el puesto con varias dificultades, sobre lo cual se lamentó en varias ocasiones a sus superiores en Lisboa. Para empezar, durante meses no contó con el apoyo de otro funcionario de carrera y, además, la residencia diplomática se encontraba en malas condiciones tras dos años de abandono, hechos confirman el escaso interés que tenía el puesto para la administración de Soares. Aun así, y en buena medida gracias al entusiasmo del gobierno cubano con relación a los hechos ocurridos en Portugal, Fernandes Fafe encontró un clima favorable para encontrarse con altos dirigentes y participar en actividades políticas en las que se hacían referencia a los logros de la revolución de los capitanes de abril[39]. En cualquier caso, al revisar tanto las noticias de prensa como informes elaborados por diplomáticos de otros países, tales como de Francia o Estados Unidos, la atención prestada al nuevo embajador de Portugal es escasa. Posiblemente, los sectores más radicalizados de la revolución portuguesa prefirieron mantener de lado, en la medida de lo posible, a su propia representación en La Habana ante el temor de las maniobras que pudiera realizar Soares, o más tarde su sucesor, Ernesto Augusto de Melo Antunes, quien también representaba el sector moderado del MFA[40].
Durante los meses sucesivos al 25 de abril, se fueron retomando los contactos entre los dos países, tuvieron lugar algunas visitas, y se hicieron declaraciones políticas -algunas de ellas durante entrevistas a medios de comunicación-, ocasiones en las que se expresaba respeto y admiración mutua. El 9 de septiembre de 1974 aterrizó en Lisboa el ministro cubano de Relaciones Exteriores, Raúl Roa, acompañado de tres altos diplomáticos cubanos, para presentar su respaldo a la revolución y solicitar la liberación del Capitán Rodríguez Peralta -lo cual se logró pocos días después-. Durante su visita se reunió con embajadores de otros países acreditados en Portugal -como de la Unión Soviética y países de su órbita-, el presidente Antonio de Spínola, el ministro de Asuntos Exteriores Mário Soares, el coronel Vasco Gonçalves y otros dirigentes políticos (Selva Yero, 1974, p. 1; O ministro cubano Raul Roa foi recebido pelo Presidente Spínola e pelo Primeiro-Ministro, 1974, p. 2). A comienzos de diciembre de 1974, Cuba decidió elevar a embajador la categoría de su representante en Lisboa, Francisco Astray Rodríguez, quien hasta ese momento se encontraba en calidad de encargado de negocios. A lo largo de 1975, continuaron llegado varias misiones y delegaciones portuguesas a Cuba, y en menor número también cubanas a Portugal. Sin duda que se trató del año en el que más visitas se hicieron entre los dos países desde el establecimiento de las relaciones diplomáticas formales.
La primera de importancia la constituyó el secretario de Estado para la Salud de Portugal, Carlos Cruz de Oliveira, quien viajó a Cuba en enero de 1975 aunque curiosamente no llegó a recibir atención alguna por parte de la embajada en La Habana, la cual tampoco había colaborado en la organización de la visita[41]. También se pueden destacar, por orden cronológico, las siguientes llegadas: grupo de profesionales y técnicos portugueses (enero); delegación sindical (febrero); delegación deportiva (febrero); periodistas de radio (febrero); y representantes de la Asociación de Amistad Portugal-Cuba (abril).
En lo que se refiere a visitas cubanas que se dirigieron a Portugal, estarían las siguientes: una primera delegación comercial (febrero); una segunda delegación comercial (febrero); Ballet Nacional (mayo); y una delegación económica encabezada por el ministro Carlos Rafael Rodríguez (mayo). Llama la atención que todas ellas se produjeron durante la primera mitad del año, mientras que, desde entonces, en ambas direcciones se trató exclusivamente misiones militares. Por lo general, la prensa de ambos países recogió con entusiasmo estos encuentros, que en buena medida consistieron en visitas de protocolo, con un lenguaje de esperanza en que el proceso político portugués generara una nueva era de las relaciones entre ambos Estados[42].
Se podría decir que no fue hasta finales del mes de abril de 1975 cuando empezaron a darse los encuentros políticos más significantes. El primero de ellos tuvo lugar con motivo del primer aniversario de la revolución portuguesa una vez que se decidió conmemorar esta fecha en la Embajada de Portugal en La Habana. En representación del MFA viajó una delegación encabezada por João Varela Gomes compuesta por otros cuatro militares y un miembro de la Asociación de Amistad Portugal-Cuba. Los militares participaron en distintos actos, además de la recepción organizada en la sede diplomática lusa, a la que atendieron los hermanos Castro y otros dirigentes destacados cubanos. Durante esos días se trataron varios temas, entre otros, la actitud de Washington respecto a la evolución política de Portugal y la incipiente cooperación militar entre ambos países. Por esta razón, el embajador de Estados Unidos en Lisboa consideró que el objetivo de la misión de Varela Gomes, además de conocer la estructura y funcionamiento de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), era aplicarlos en Portugal (Louçã, 2016, pp. 207-216), lo cual nunca se realizó.
El viaje de Otelo de Saraiva de Carvalho a Cuba
A fines del mes de julio de 1975 llegó a Cuba una misión militar encabezada por Otelo Saraiva de Carvalho, comandante del Comando Operacional del Portugal Continental (COPCON)[43] y gobernador militar de Lisboa. Le acompañaron varios oficiales que representaban las distintas ramas de las fuerzas armadas, un periodista y el propio embajador de Cuba en Portugal, Francisco Astray Rodríguez. Con motivo de esa ocasión, quedaron confirmados los sentimientos cubanos respecto a Soares[44], pues según Moura (2012) durante una conversación que mantuvo con los hermanos Castro en la que estaba presente el embajador portugués, pasó lo siguiente:
Num jantar oferecido por Raul Castro, ao ar livre, num cenário tropical, alguém decidiu dar a entender a Otelo de que lado estava Havana, nas contendas da Revolução Portuguesa. Uma banda de cantantes típicos veio improvisar rimas para o meio dos comensais.
Numa estrofe sobre a Revolução Portuguesa, um verso cantado por um dos guajiros dizia: “Mário Soares, puerco.”
Presente à mesa, o embaixador português, José Fernandes Fafe, aproximou-se de Raul Castro para protestar: “Senhor ministro, não posso deixar de lhe dizer que me chocou a referência a Mário Soares.» «Não temos qualquer responsabilidade. Os guajiros improvisam, e saiu-lhes aquilo.”
Raul, e o próprio Fidel, acabariam por pedir desculpa, mas Otelo percebeu a mensagem. Em conversa a sós, Fidel aconselhou:
“Vocês têm lá um Partido Comunista formidável. Liga-te a eles.” A Revolução Cubana contava na altura com o apoio da União Soviética.
La invitación enviada a Saraiva de Carvalho por parte del gobierno cubano tenía la aparente finalidad que de pudieran asistir a las celebraciones del aniversario del 26 de julio marcadas para ese año. Así aparecía planteado durante la visita de la delegación de representantes del MFA a la isla que había ido en el mes de abril[45].
La estancia de Saraiva de Carvalho duró un total de ocho días, con un programa intenso de actividades en las que fue acompañado en todo momento por el embajador Fernandes Fafe[46]. Se realizaron visitas a distintos lugares, se concedieron entrevistas y se hicieron discursos, como el ofrecido con motivo del desfile militar organizado por el aniversario del ataque al cuartel Moncada. Sin embargo, el trasfondo político de la visita era otro. Ante la fuerza que parecía tomar el sector moderado del MFA, el PCP concibió una estrategia en la que debía contar con la participación de la propia Cuba, y consistía en intensificar los contactos entre los dos ejércitos. A causa del protagonismo mediático que estaba adquiriendo Saraiva de Carvalho, especialmente en la prensa internacional, sus compañeros del MFA estimaron que se trataba de la persona más idónea para realizar ese viaje. De esta forma, se daba una mayor resonancia a las relaciones entre Portugal y Cuba, aunque Saraiva de Carvalho no tenía afinidad alguna con el PCP. Así se esperaba que, tras reunirse con Fidel Castro, el militar portugués quedara deslumbrado por la revolución cubana y cambiara su opinión respecto al PCP. Según Josep Sánchez Cervelló (1993):
Tentaram também seduzir Otelo, convidando-o a visitar oficialmente Cuba, de 21 a 30 de Julho. O coronel Varela Gomes disse: “O PCP apostou fortemente nesta viagem. Pensaram que voltaria transformado num autêntico revolucionário. O próprio Fidel Castro foi mobilizado para a tarefa de “converter” Otelo. Acompanhou-o dia e noite, concedeu-lhe honras de Chefe de Estado, encheu-o de presentes, tantos que foi preciso um avião de carga para trazê-los. Foi uma aposta, não só do PCP, mas também do comunismo internacional. Portanto pode imaginar-se a frustração do PCP quando Otelo “traiu” estas expectativas” (p. 238).
En definitiva, el PCP confiaba en que los encuentros de Saraiva de Carvalho con Fidel Castro se traducirían en acercamiento a la organización de las unidades más operacionales del MFA, donde los comunistas tenían escasa influencia, y, de esta forma, neutralizar a los sectores moderados. Sin embargo, Saraiva de Carvalho no terminó respondiendo como se había esperado. Por esta razón, años más tarde, Fidel expresó su desencanto con el oficial portugués, las cuales fueron recogidas en un extenso reportaje de Diário de Noticias realizado por periodista Armando Rafael (2005):
“Otelo [Saraiva de Carvalho] desiludiu-me muito”, dirá Fidel Castro a Costa Gomes, durante uma passagem do antigo Presidente da República por Cuba, em 1977. Uma reação natural, e até compreensível, da parte de quem tanto investiu nos ímpetos revolucionários do comandante do Copcon, sem que isso evitasse que Otelo viesse a juntar-se aos sectores político-militares que contestavam o PCP no Verão Quente de 1975, contribuindo para afastar Vasco Gonçalves do cargo de primeiro-ministro.
En cualquier caso, la visita de Saraiva de Carvalho a Cuba tuvo una gran resonancia en los medios de comunicación de ambos países durante y posteriormente a la visita, y sobre la cual también décadas más tarde se han realizado numerosos reportajes y artículos por la trascendencia que tuvo, tanto con relación a Portugal como por una conversación mantenida en secreto que tenía que ver con el futuro de Angola, que se describe más adelante. Con motivo de ese viaje, el embajador estadounidense en Lisboa, Frank Carlucci, trasladó su preocupación a Washington con las siguientes palabras:
The Cuban revolution has impressed some leftist members of the AFM [MFA] and has already influenced Portuguese affairs by serving as a partial model for the recently approved plan for “direct democracy.” If Otelo, who is gaining ground in the AFM [MFA] power struggle, is as impressed by Cuba as he claims to be, then one can expect to see an increased interest in drawing upon the Cuban model for solutions to Portuguese problems[47].
Dos meses más tarde, el gobierno de Olof Palme invitó a Saraiva de Carvalho y el almirante Rosa Coutinho a viajar a Suecia para que conocieran personalmente el modelo de Estado que había creado la socialdemocracia. El viaje fue seguido en detalle por la diplomacia estadounidense, y con preocupación por las declaraciones emitidas durante la rueda de prensa ofrecida por los representantes del MFA en Estocolmo al fin de la visita. Según el telegrama, “Carvalho said he did not see any appropriate model for Portugal except perhaps Cuba”[48]. Eran los meses cuando se estaba debatiendo el rumbo que debía tomar el proceso político portugués, razón por la cual se querían estudiar las distintas experiencias progresistas en marcha en el mundo, de manera que aquellos gobiernos con partidos que formaban parte de la Internacional Socialista, especialmente de la República Federal de Alemania (Louçã, 2024, p. 141) y Suecia, idearon una estrategia para respaldar con generosos recursos las propuestas de Soares. De esta forma, sus planteamientos se fueron convirtiendo en la opción mayoritaria de los militares, que acabaron disipando así las opciones de la izquierda radical dentro del ejército. Pierre Schori (1994), mano derecha de Olof Palme en asuntos de Portugal, señala:
Las reuniones diplomáticas y la ayuda reunida prestada al país y a los socialdemócratas de Mário Soares, contribuyó a que la revolución de los claveles no se descarrilara. […] Posiblemente el caso de Portugal también haya sido un punto culminante de la política socialdemócrata sueca, en lo pertinente a la solidaridad internacional práctica para el beneficio de la democracia y la libertad (p. 230).
En cualquier caso, fue en este mismo verano cuando Moscú dictaminó que el apoyo al PCP debía de finalizar para evitar tensiones con Europa Occidental y Estados Unidos, decisión que trasladó a todos los partidos comunistas de Europa Oriental, y especialmente de la República Democrática Alemana por ser el que más recursos enviaba a Lisboa (Wagner, 2006, pp. 86-87). Probablemente el mismo mensaje hizo llegar a Cuba -aunque las restricciones de acceso a los archivos no permiten confirmar si verdaderamente ocurrió-, de manera que en cuestión de poco tiempo las opciones más radicales dentro del proceso revolucionario portugués se fueron desvaneciendo, especialmente tras los sucesos del 25 de noviembre de 1975. La Unión Soviética era consciente de la necesidad de respetar las líneas invisibles trazadas en el mapa geopolítico de la Guerra Fría, y en ese sentido Portugal era un país esencial para Occidente y, especialmente, para la OTAN. Cualquier esfuerzo para canalizarlo a su órbita podría ocasionar graves consecuencias. Sin embargo, una situación claramente distinta era lo que estaba ocurriendo en las antiguas colonias portuguesas en África. Para entonces, Guinea Bissau y Mozambique estaban siendo traspasadas a organizaciones próximas a Moscú, el PAIGC y FRELIMO -que de alguna manera compensaba ceder presencia y protagonismo en Portugal-, y con relación al caso de Angola, la situación era claramente más incierta al existir tres organizaciones armadas enfrentadas entre sí, en pleno inicio una guerra civil. Cuba consideró que, ante la actitud de Moscú respecto a Portugal —donde el panorama era además más complejo y el contexto regional más hostil—, Angola ofrecía claramente mayores garantías de éxito, de manera que se trataba del lugar donde preferiblemente se debían concentrar los esfuerzos.
Las consecuencias del 25 de noviembre en las relaciones luso-cubanas
El fracaso del intento del golpe de Estado del 25 de noviembre de 1975 perpetrado por un sector de las fuerzas armadas con ambiciones abiertamente revolucionarias permitió la consolidación definitiva de las posiciones moderadas cercanas a la socialdemocracia europea (Antunes, 1981). Aún existen ciertas incógnitas sobre el diseño de la operación -que duró tres días y ocasionó tres muertos-, así como el papel que habría tenido el PCP, o al menos varios de sus cuadros dirigentes. También está por valorar cuales factores externos pudieron, de alguna manera, influir también en el diseño de la operación, tales como el desarrollo de los acontecimientos en Angola con motivo de su independencia declarada el 11 de noviembre o, incluso, la muerte del dictador Francisco Franco en España ocurrida el día 20 del mismo mes.
A pesar de la gravedad de la situación política con motivo de la asonada, que duró tres días, una delegación nueva de oficiales del MFA llegó a Cuba muy poco después para asistir a la celebración del XIX aniversario de las FAR (Arribó a Cuba delegación militar de Portugal, 1975, p. 5). La visita se planificó durante la misión encabezada por Varela Gomes que viajó la isla a finales de abril, pero llama la atención que a pesar de las circunstancias que se dieron en ese momento, el viaje no fue cancelado.
Varios de los altos oficiales que se levantaron en armas el 25 de noviembre pasaron a la clandestinidad tras el fracaso de la operación. Entre ellos se encontraba justamente Varela Gomes, en ese momento jefe efectivo la 5ª División del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas -que tenía las posiciones más revolucionarias de todo el ejército- , y otros dos oficiales llamados Manuel Duran Clemente y José Inácio da Costa Martins. Durante varias semanas, las autoridades cubanas en colaboración con el PCP prepararon un operativo para que, vía Madrid, los tres oficiales se dirigieran a La Habana. La salida de Portugal consistió en un exhaustivo operativo preparado por militantes del PCP para trasladarse por carretera hasta España, y una vez allí, en avión hasta la isla caribeña. Una vez en Cuba, los tres asilados permanecieron únicamente durante tres semanas, ya que se requería de su presencia en Luanda para frenar la invasión del ejército sudafricano en apoyo al MPLA (Louçã, 2016, pp. 243-246).
El 25 de noviembre tuvo, entre otras consecuencias, la disolución del COPCON, la detención de más de 100 militares y la puesta en reserva de aquellos que mantenían posiciones abiertamente de izquierda. De esta forma, comenzó un proceso de estabilización política hacia una democracia representativa donde los sectores más de izquierda dejaron de contar con posibilidad alguna de retorno. Desde entonces, el ejemplo cubano dejó de ser para siempre una opción política para Portugal.
5. La llegada de internacionalistas cubanos al territorio angoleño
La llegada de tropas cubanas al poco tiempo de producirse la independencia de Angola es un hecho sobre el que existe cuantiosa información al respecto, pero más desconocido es el operativo de entrada de técnicos e internacionalistas cubanos cuando Angola permanecía aún bajo control portugués. Con relación a este asunto, el escritor Gabriel García Márquez fue el primero en redactar un detallado artículo titulado “Los cubanos en Angola: Operación Carlota” (1977) centrado en esta experiencia, y siendo publicado en numerosos medios[49]. A pesar de que no incluyó referencias a fuentes primarias, se sobreentiende que la información fue obtenida gracias a su cercanía con Fidel Castro. Los detalles entregados son de gran valor histórico, pues también se confirma la actitud que tomó Portugal respecto a la acción cubana. La razón que explica la rápida intervención se encuentra en el conflicto civil entre distintas organizaciones políticas con intereses opuestos y una capacidad militar significativa que competían por el poder en el momento de consumarse la independencia. Se trató, además, del único territorio colonial portugués en esta situación, coincidiendo en ser, a su vez, el más rico en recursos naturales y de mayor extensión. En un escenario diferente se encontraban las fuerzas del PAIGC en Guinea Bissau o del FRELIMO en Mozambique, siendo durante ese periodo las únicas presentes y con la capacidad necesaria para relevar a la administración colonial. Por esta razón, según Mabeko-Tali (2019, pp. 488), Cuba logró que miembros de estas otras dos organizaciones también acudieran a Angola para apoyar al MPLA en ese complejo momento y cumplir, de esa forma, con su compromiso común de lucha contra el imperialismo.
Con relación al mismo tema, y con referencias a numerosas fuentes de enorme valor, Gleijeses (2002, p. 246-272) describe detalladamente los acuerdos establecidos entre el MPLA y Cuba durante los meses posteriores al 25 de abril con el fin de lograr frenar el avance de la UNITA en la guerra civil que comenzaba a desembocarse en Angola mientras se retiraban las tropas portuguesas. Ante esta necesidad, y dadas las buenas relaciones que comenzaron a gestarse entre varios miembros del MFA y el gobierno cubano, los hermanos Castro optaron por tantear este asunto con Saraiva de Carvalho mientras se encontraba la isla. Aparentemente se mantuvo al PCP al margen de esta decisión -no hay fuentes ni artículo que aborden esta posibilidad-. Tampoco la Unión Soviética era consciente de lo que estaba pasando durante el comienzo de la operación cubana, tal como afirman varias fuentes de esta procedencia (Milhazes, 2013). Ello fortalece también la hipótesis de que el PCP no estaba al corriente de los movimientos de tropa, pues en caso contrario, es más que probable que hubiesen abordado el asunto con Moscú[50].
Durante la visita de la delegación militar a la isla encabezada por Saraiva de Carvalho, se hizo una demostración del profesionalismo del ejército cubano que consistió en distintos ejercicios. Además, fueron entregadas numerosas fotografías de las tropas en acción y del armamento utilizado. Mediante este gesto, se puede pensar que Cuba quería mostrar su capacidad operativa en vista a una posible operación en el territorio angoleño, lo cual fue el tema más sensible y central que fue abordado con el oficial portugués[51]. El momento elegido para llevar a cambio la consulta tuvo lugar poco después de la comida de despedida que se le ofreció a la delegación militar portuguesa. En esa ocasión, Fidel, Raúl y Otelo se retiraron en una de las mesas del restaurante “Los Cañaverales”[52], cerca de La Habana para abordar el asunto. Según Saraiva de Carvalho, los hermanos Castro le comentaron que Agostinho Neto había solicitado apoyo al gobierno portugués para tomar control de la situación en Angola una vez declarada la independencia, pero sin efecto alguno, razón por la cual ahora se dirigía a Cuba[53]. En sus propias palabras:
Desta forma, pediu apoio militar aos cubanos. Fidel Castro pediu a minha opinião, sobre isso, confessando que estava hesitante. Garantiu-me que se as forças militares portuguesas ficassem em Angola depois de 11 de Novembro, não enviaria tropas cubanas para apoiar o MPLA. Caso contrário, estava disposto a envolver-se no conflito. Eu disse-lhe abertamente que não acreditava que as tropas portuguesas pudessem ficar em Angola depois da independência, tendo em conta a situação interna em Portugal, mas ofereci-me para levar uma mensagem ao Presidente Costa Gomes, a quem pediria que desse rapidamente uma resposta ao dirigente cubano. No entanto, aconselhei Fidel a preparar as suas tropas para seguirem para Angola. […] Acho que Costa Gomes nunca respondeu a Fidel. De certa forma, esta conversa marcou o destino de Angola (Marinho, 1995).
Durante la misma reunión, Saraiva de Carvalho añadió que Portugal no podía dar apoyo directo al MPLA porque le habría colocado inmediatamente en contra de la UNITA y el FLNA, violando el acuerdo de Alvor firmado en enero de ese año (Correia da Silva, 2014)[54]. Tras su regreso a Lisboa, Saraiva de Carvalho transmitió a Costa Gomes la petición cubana, quien, tal como señaló en la entrevista, nunca respondió. Por esta razón, Fidel Castro también intentó obtener algún tipo de respuesta a través del embajador de Portugal en La Habana, Fernandes Fafe, quien se dirigió personalmente de manera casi inmediata a Lisboa para consultarlo personalmente con el ministro de Asuntos Exteriores, Ernesto Melo Antunes[55]. A pesar del esfuerzo, nunca se transmitió una respuesta, y Cuba entendió por ello que se consentiría la misión, la cual comenzó dada la urgencia en dar respaldo al MPLA para hacer frente a los avances del FLNA y la UNITA y a la agresión de las tropas sudafricanas.
Simultáneamente a la misión de Saraiva de Carvalho en Cuba, se encontraba en Portugal una delegación militar cubana, encabezada por el general Senen Casas, Carlos Cadelo y Agustín Quintana. Oficialmente, su presencia se debía a su participación en el aniversario de la revolución cubana, del 26 de julio, organizada por la asociación luso-cubana de amistad. Su recorrido por el país fue recogido por la prensa, pero evidentemente también generó inquietud a varias las embajadas presentes en Lisboa, las cuales informaron a sus respectivos ministerios al respecto, tales como Estados Unidos[56] o Francia, cuyo embajador se preguntaba, a causa de la presencia cubana, hacia dónde se dirigía la revolución portuguesa:
Le Portugal vit donc à l'heure de Cuba. Le fait n'est peut-être pas sans importance alors que le M.F.A. s'interroge sur le rythme et l'orientation à donner au processus révolutionnaire, et en premier lieu sur la forme que doit revêtir le nouveau gouvernement. Les militaires portugais auront-ils tiré un enseignement de leurs contacts avec les “camarades” cubains ? L'éditorialiste du “Diario de Noticias”, d'obédience communiste, souhaite qu'il en soit ainsi. S'adressant au triumvirat récemment instauré, il affirme que “seule l'autorité révolutionnaire peut sauver la révolution, que le peuple cubain est à cet égard bien éclairé, et qu'il y a quelque chose à apprendre”. Peut-être la leçon cubaine aidera-t-elle les militaires portugais, en apportant un complément à leur propre expérience, à échafauder un système cohérent, puisqu'ils n'ont cessé d'affirmer qu'ils tenaient à instaurer une vole originale vers le socialisme, sur la définition de laquelle il leur reste encore à s'accorder[57].
Sin embargo, este viaje no se trató de una mera coincidencia, pues probablemente el gobierno cubano habría previsto cual iba a ser la respuesta de Saraiva de Carvalho, y, de tal forma, se preparó con detalle los pormenores de las verdaderas intenciones de la misión militar enviada a Portugal. Tras una estancia de alrededor de una semana, los oficiales se dirigieron posteriormente a Angola junto con otros compañeros, llevando consigo 100.000 dólares en billetes de 20 (Gleijeses, p. 2020, 254), operativo del que no se percataron los diplomáticos extranjeros acreditados en Lisboa. De esta forma se logró responder con rápidez al llamado de socorro del MPLA. En este sentido, Saraiva de Carvalho actuó tal como se había calculado, pues el mismo concordó con la idea del envío inmediato de tropas. De esta forma, Castro logró transmitir las instrucciones a sus hombres aún en Portugal para que continuaran con la misión de dirigirse a Angola, a donde finalmente llegaron el 3 de agosto.
Tan solo un par de semanas más tarde, el 18 de agosto aterrizó en La Habana, camino a la Conferencia de Países del Movimiento No Alineados que tenía lugar en Perú[58], el almirante António Rosa Coutinho, quien confirmó que se les darían facilidades a Cuba para continuar con sus planes de apoyo al MPLA[59]. Sin embargo, 11 días más tarde aumentó el temor de que se dieran algunos problemas con motivo de la resignación del primer ministro Vasco Gonçalves, cercano al PCP (Gleijeses, p. 2020, 261), aunque finalmente no ocurrió así.
De esta forma, la posición del MFA con relación a la operación cubana quedaba clara. Por ello, se procedió a la acción mediante el envío de instructores y asesores en un primer momento, y tropas poco después, siempre y cuando se mantuviera la discreción y no fueran descubiertos por servicios de inteligencia de otros países. Por ello, durante la reunión celebrada en el restaurante “Los Cañaverales”, el propio Saraiva de Carvalho recomendó que fueran enviados afrocubanos como ya se había hecho en misiones anteriores. Por esta razón, Lisboa se convirtió en el lugar de tránsito de los primeros militares cubanos que entraron en Angola a través vuelos comerciales, siendo también donde obtenían los visados correspondientes.
No obstante, en cuestión de poco tiempo la misión adquirió una envergadura mayor y fue necesario buscar vías alternativas de transporte. Por ello, a partir de entonces, se decidió utilizar barcos y aviones propios, que normalmente repostaban en las islas Azores, con destino a Congo Brazzaville, país con el que se habían vuelto a mejorar las relaciones durante la presidencia de Marien Ngouabi (1969-1977), y desde ahí se pasaba por tierra hasta Angola. De esta forma, para finales de septiembre ya había alrededor de cincuenta cubanos en el territorio, y en menos de un mes la cifra aumentó a aproximadamente 500. En cuestión de pocos días, el contingente recibió 100 integrantes más y con ellos llegó más armamento ligero y pesado (Gleijeses, 2002, pp. 261-266).
La dimensión de esta operación confirma la coincidencia de la postura del MFA con los planes cubanos de ayudar al MPLA frente al FLNA y la UNITA, lo que permitiría a su dirigente, Agostinho Neto, mantenerse en el poder en el momento de declararse la independencia de Angola.[60] No obstante, no todos los militares portugueses que se encontraban en este territorio ni tampoco los partidos conservadores se sentían conformes con la situación, y desde entonces hasta la actualidad han expresado su malestar y su condena al MFA a través de varias publicaciones, tanto memorísticas como periodísticas, por la manera en la que se produjo la descolonización. De todas ellas, la más detallada en cuanto a lo sucedido lleva el sugerente título de Angola. Comandos especiais contra os cubanos (Silva et al. 1978)[61]. El apoyo cubano al MPLA continuó hasta 1991, y resultó esencial para resistir las continuadas agresiones sudafricanas y de la UNITA y el FLNA durante su prolongada guerra civil[62].
6. Conclusiones
El fin del Estado Novo implicó numerosos cambios estructurales de gran envergadura en la política portuguesa que no tienen equivalente alguno en Europa Occidental y posiblemente en el mundo. El golpe de Estado del 25 de abril abrió el camino a la libertad y a la democracia, y a la independencia de sus colonias, cuya extensión territorial superaba en grandes proporciones a la propia metrópoli. Por esta razón, las relaciones exteriores fueron uno de los aspectos más afectados de este importante hecho, especialmente en el establecimiento de relaciones diplomáticas con Estados con los que no se habían llegado a formalizar (como la Unión Soviética o la República Popular de China, entre otros), o el restablecimiento con aquellos que estaban rotas (como de Europa Oriental), y en su intensificación con los Estados en las que se encontraban en un bajo nivel, como era el caso de Cuba.
En La Habana se entendió la caída de la dictadura portuguesa como una nueva fase en las relaciones entre ambos países, lo cual en cierta medida ocurrió, pues se elevaron las representaciones a embajada y, en un primer momento, se produjeron numerosas visitas por ambas partes de delegaciones civiles, y poco después, de militares, aunque resulta extraño que en este periodo ninguna delegación del PCP viajara a Cuba. Sin embargo, las diferencias ideológicas de los sectores más críticos con el PREC hacían que las relaciones con Cuba inquietaran a los sectores moderados y, por su puesto, los más conservadores. El PCP mantuvo sus vínculos y compartió sus estrategias políticas con el Gobierno cubano, pero era evidente que en ese momento el peso recayó principalmente en los militares, quienes fueron los principales responsables en el contacto con las FAR. En ese momento, los ejércitos de Cuba y Portugal eran de los pocos en el mundo, junto al de Perú[63] -con el que también se establecieron buenas relaciones-, que mantenían una posición plenamente soberanista y contraria a la injerencia por parte de otras potencias, tal como hacía Estados Unidos.
Sin embargo, el sector moderado se fue haciendo cada vez más fuerte, en buena medida, porque sus vínculos con los gobiernos de los países occidentales se iban afirmando a vez que la Unión Soviética optaba desligarse del proceso portugués. A esto se añadía un nuevo factor: Cuba contaba con pocos apoyos en el Primer Mundo, y también existían diferencias con varios Estados del Tercer Mundo. Portugal buscaba expandir y fortalecer sus relaciones con todo el planeta de manera equilibrada y, por ello, el sector moderado del MFA optó por no establecer vínculos demasiado sólidos con La Habana, pues cabe recordar que era la década en la que posiblemente Fidel estuvo más fuertemente alineado con la Unión Soviética. Tampoco el modelo cubano fue verdaderamente contemplado como un ejemplo a seguir por la mayoría de la dirigencia del país. Desde un punto de vista pragmático, era necesario preservar las cuantiosas ayudas económicas que llegaban a Portugal desde las distintas potencias occidentales. De no haber formado parte de este bloque, y situarse más próximo de La Habana o Moscú, es posible que los recursos hubieran ido en el sentido contrario, como hacía Cuba con sus aliados en África.
El hecho de que tres importantes oficiales que participaron el intento de golpe del 25 de noviembre de 1975 se refugiaran en Cuba y no a la Unión Soviética, o algún país de su órbita, implica que se ideó un complejo operativo secreto en el que participaron tanto los servicios de inteligencia como su cuerpo diplomático, lo cual genera varias especulaciones que únicamente podrían ser corroboradas mediante consulta de archivo o testimonios. Se trata de un hecho de suma importancia, pues si Cuba mantenía buenas relaciones con el MFA, llama la atención que las pusiera en riesgo dando refugio a tres importantes oficiales que estaban siendo buscados por la justicia militar portuguesa. Hasta la fecha nadie ha hablado del papel de Cuba durante los últimos meses del PREC, pero no por ello se puede descartar que existiera una comunicación fluida entre La Habana y algunos dirigentes del sector más revolucionario de las fuerzas armadas, incluso más cercana que la que podría existir con la Unión Soviética o países de su órbita, y de la que evidentemente no estaba al corriente el conjunto del Gobierno portugués. Si esto fuera cierto, confirmaría que la política exterior cubana hacia Portugal, como ocurrió con Angola en los primeros meses, se mantuvo al margen de las directrices de Moscú.
7. Fuentes y referencias bibliográficas
Arribó a Cuba delegación militar de Portugal. (29 de noviembre de 1975). Granma, p. 5.
Alcántara Janeiro, A. (2019). Fulgencio Batista (1901-1973): Cuba a través del personaje. [Tesis de Doctorado, Universidad de Santiago de Compostela]. http://hdl.handle.net/10347/20737
Almada Contreiras, C. de (2021). Rosa Coutinho – Prisioneiro na República do Congo. As descolonizações de África. O Assassínio de Lumumba. Mobutu e a CIA. Angola – 1961. Edições Colibri.
Almada e Santos, A. (2014). A Organização das Nações Unidas e a questão colonial Portuguesa: 1961-1970 [Tesis de Doctorado, Universidade Nova de Lisboa]. https://run.unl.pt/handle/10362/13087
Anderson, J. (12 de Agosto de 1975). Portugal: The Cuban connection. The Washington Post.
Antunes, J. F. (1981). O segredo do 25 de Novembro. Publicações Europa-América
Capelo, S. (7 de noviembre de 2019). A fabulosa história do capitão de Fidel preso pelo Estado Novo. Sábado. Recuperado el 01/08/2024 de https://www.sabado.pt/portugal/detalhe/a-fabulosa-historia-do-capitao-de-fidel-preso-pelo-estado-novo
Castanheira, J. y Brandão de Brito, J. M. (2020). “Olhe que não, olhe que não!”: os dois debates televisivos de 1975 entre Mário Soares e Álvaro Cunhal. Tinta da China.
Castanheira, J. y Cruz, V. (2011). A filha rebelde. A vida aventurosa da filha do último director da PIDE. Circulo Leitores e Temas e Debates.
Castro, P. J. (7 de diciembre de 2016). Portugal/Cuba: O “terrível segredo” e a carta mais difícil de escrever. Sábado. https://www.sabado.pt/vida/detalhe/portugalcuba-o-terrivel-segredo-e-a-carta-mais-dificil-de-escrever
Castro, C., Blank, T. y Sichel, D. (2022). Comandante Pedro Pires: memórias da luta anticolonial em Guiné-Bissau e da construção da República de Cabo Verde. Editora FGV.
Correia da Silva, G. (24 de abril de 2014). Otelo aconselhou Fidel Castro a avançar rumo a Angola. Deutsche Welle. https://www.dw.com/pt-002/otelo-aconselhou-fidel-castro-a-avan%C3%A7ar-rumo-a-angola/a-17507318
Costa, C. (2015). Estrutura político-repressiva no Brasil e em Portugal: DOPS e PIDE (1945-1974). Iberoamérica Social: revista-red de estudios sociales (V), 67-81.
Cunhal, Á. (2016). A Verdade e a Mentira na Revolução de Abril (A Contra-Revolução Confessa-se). Editorial «Avante!»
Duarte de Jesus, J. (2006). Casablanca o inicio do isolamento portugués. Memórias diplomáticas: Marrocos 1961-1963. Gradiva.
Fernandes Fafe, J. (2008). Fidel. Círculo de Leitores / Temas e Debates.
Fernandes Fafe, J. (2003). Annie - Uma Portuguesa na Revolução Cubana. Publicações Dom Quixote.
Ferreira Gomes, N. E. (2014). A Política de Portugal para a Ibero-América, a partir de 1991. [Tesis de Doctorado, Universidade Nova de Lisboa]. https://run.unl.pt/handle/10362/12339
Fuente, R. de la y Nenow, D. (2018). Un día más con vida [película]. Platige Image.
Futscher Pereira, B. (2022). OrgulhosamenteSÓS. A diplomacia em guerra (1962-1974). Publicações Dom Quixote.
Futscher Pereira, B. (2017). Crepúsculo do Colonialismo. A diplomacia do Estado Novo (1949-1961). Publicações Dom Quixote.
García Márquez, G. (22 de enero de 1977). Los cubanos en Angola (I): Operación Carlota. Triunfo, (Año XXXI, 730), 19-23.
García Márquez, G. (29 de enero de 1977). Operación Carlota (2): Victoria en Angola, Triunfo, (Año XXXI, 731), 27-31.
Gleijeses, P. (2002). Conflicting missions. Havana, Washington and Africa, 1959-1976. The University of North Carolina Press.
Gleijeses, P. (2013). Visions of Freedom. Havana, Washington, Pretoria, and the struggle for Southern Africa, 1976-1991. University of North Carolina Press.
Harmer, T. (2011). Allende’s Chile and the Inter-American Cold War. The University of North Carolina Press.
Jackson, S. F. (1995). China’s Third World foreign policy: The case of Angola and Mozambique, 1961–93. The China Quarterly, 142, 388–422. https://doi.org/10.1017/S0305741000034986
Kiriakou, H. y André, B. J. C. (2020). Cuban policy and African politics: Congo-Brazzaville and Angola, 1963-1977. En G. Bonacci, A. Delmas y K. Argyriadis (Eds.), Cuba and Africa (1959-1994). Writing an alternative Atlantic history (pp. 50-67). Wits University Press.
Laranjeiro, C. (2024). Cuba e a luta de libertaçao na Guiné-Bissau. En J. Neves, R. Lopes y V. Barros (Eds.), O mundo de Amílcar Cabral (pp. 99-109). Fora de Jogo.
Laranjeiro, C. (2019). The Cuban Revolution and the liberation struggle in Guinea-Bissau: Images, imaginings, expectations and experiences. The International History Review, 42(6), 1319–1338. https://doi.org/10.1080/07075332.2019.1706185
Louçã, A. (2024). Uma ingerência discreta. A Alemanha Federal e a Revolução dos Cravos. Edições Parsifal.
Louçã, A. (2016). Varela Gomes: “que outros triunfem onde nós fomos vencidos”. Edições Parsifal.
Mabeko-Tali, J. M. (2019). Guerrilhase Lutas Sociais. O MPLA Perante Si Próprio (1960-1977). Mercado de Letras Editores.
Matos Ferreira A. S. de (2015). LutaArmada em Portugal (1970-1974) [Tesis de Doctorado, Universidade Nova de Lisboa]. https://run.unl.pt/handle/10362/16326
Marques, A. (2015). Segredosda Descolonização de Angola. Publicações Dom Quixote.
Marinho, L. (19 de octubre de 1995). Otelo e Fidel Castro: a conversa secreta, Visão, (135). https://sites.google.com/site/pequenashistorietas/personalidades/otelo-s-de-carvalho
Matos, J. y Barroso, L. (2020). Nos meandros da guerra. O Estado novo e a África do Sul na defensa da Guiné. Caleidoscópio.
Matos, J. y Matos e Lemos, M. (2020). Ataque a Conakry. Histórica de um Golpe Falhado. Fronteira Docaos editores.
Milhazes, J. (2013). «Golpe Nito Alves» e outros momentos da história de Angola vistos do Kremlin. Alêtheia Editores.
Morales Aguilera, F. J. (2024). Miradas hispanoportuguesas sobre la vía chilena al socialismo (1970-1973). Instituto Diplomático /MNE/ Casa da América Latina.
Moura, P. (2012). Otelo - O Revolucionário. Publicações Dom Quixote.
Narciso, R. (2000). ARA. Accão Revolucionária Armada. A histórica secreta do braço armado do PCP. Publicações Dom Quixote.
Neves, J. y Pires Martins, L. (2024). Cabral Ka Mori. Catálogo de «Amílcar Cabral, uma exposição». Tinta da China.
O ministro cubano Raul Roa foi recebido pelo Presidente Spínola e pelo Primeiro-Ministro (10 de septiembre de1974). O Século, p. 2.
Oramas Olivia, O. (2022). Encrucijadas de un archivo diplomático. Volúmen I. Els Arbres de Fahrenheit / Espai Marx.
Oramas Olivia, O. (2012). AmilcarCabral. Un précurseur d l’independance africaine. Éditions Indigo & Côté Femmes.
Péres Cabrera, R. (2020). La historia cubana en África. S/E.
Rafael, A. (31 de septiembre de 2005). Otelo em Cuba a pedido do PCP. Diário de Noticias. https://www.dn.pt/arquivo/2005/interior/amp/otelo-em-cuba-a-pedido-do-pcp-618100.html
Rezola, M. I. (2012). Melo Antunes, Uma Biografia Política. Ancora Editora.
Ribeiro, R. (2014). The meaning of internationalism when the Cubans ‘‘exporting’’ the revolution or becoming ‘‘the good colonizers’’? Outre-mers, 384-385, 267 286. https://doi.org/10.3406/outre.2014.5125
Risquet, J. (2006). El segundo frente del Che en el Congo. Historia del batallón Patricio Lumumba. Casa Editora Abril.
Selva Yero, C. (10 de septiembre de 1974). Entrevistase Roa con el general António de Spínola, presidente de Portugal. Granma, p. 1.
Sánchez Cervelló, J. (1997). La Revolución de los Claveles en Portugal. Arco Libros.
Sánchez Cervelló, J. (1993). A revolução portuguesa e a sua influência na transição espanhola (1961-1976). Assirio & Alvim.
Saraiva da Cunha, A. F. (2015). Os Comunistas Portugueses no Exílio (1960-1974) [Tesis de Doctorado, Universidad Católica Portuguesa y Universidad de Évora] https://repositorio.ul.pt/handle/10451/23645
Schori, P. (1994). Escila y Caribdis. Olof Palme, la Guerra Fría y el poscomunismo. Fondo de Cultura Económica.
Silva, A. (2002). Conversas durante anos com José Fernandes Fafe. Geografía sentimental. Almedina.
Silva, G. da. (2014). QuatroEstações em Abril. Palimage Editores.
Silva P., Esteves F. y Moreira, V. (1978). Angola. Comandos especiais contra os cubanos. Braga Editora.
Telepneva, N. (2022). Cold War liberation. The Soviet Union and the collapse of the Portuguese empier in Africa, 1961-1975. The University of North Carolina Press.
Tíscar, M. J. (2018). A PIDE no Xadrez Africano. Angola, Zaire, Guiné, Moçambique (Conversas com o Inspetor Fragoso Allas). Edições Colibri.
Tíscar, M. J. (2014). A Contra-Revolução no 25 de Abril. Os “Relatórios António Graça” sobre o ELP e AGINTER PRESSE. Edições Colibri.
Varela, R. (2011). Históriado Partido Comunista Português na revolução dos cravos. Bertrand Editora.
Vieira, J. (2022). Mário Soares – Uma Vida. Révista Sabado.
Wagner, T. (2006). Portugal e a RDA durante a «Revolução dos Cravos». Relações Internacionais, 11 (Setembro), 79-89.
Westad, O. A. (2007). The global Cold War: Third World interventions and the making of our times. Cambridge University Press.
Xavier, L. (2010). Rui Patricio. A vida conta-se inteira. Círculo de Leitores e Temas e Debates.
Notas
Información adicional
Como citar este artículo: Camacho Padilla, F. (2024). La trascendencia de la guerra colonial y el golpe de Estado del 25 de abril de 1974 en las relaciones entre Cuba y Portugal (1959-1975). Relaciones Internacionales, 33(67), 199, https://doi.org/10.24215/23142766e199