Dossier

De septiembre a abril. El golpe militar de Chile y la Revolución de los Claveles portuguesa bajo la mirada de La Voz de Galicia

From September to April. The military coup in Chile and the Portuguese Carnation Revolution seen through the eyes of La Voz de Galicia [1]

Francisco Javier Morales Aguilera *
Universidad Autónoma de Madrid, España

Relaciones Internacionales

Universidad Nacional de La Plata, Argentina

ISSN: 1515-3371

ISSN-e: 2314-2766

Periodicidad: Semestral

vol. 33, núm. 67, 2024

revista@iri.edu.ar

Recepción: 05 agosto 2024

Aprobación: 25 noviembre 2024



DOI: https://doi.org/10.24215/23142766e200

Cómo citar este artículo: Morales Aguilera, F. J. (2024). De septiembre a abril. El golpe militar de Chile y la Revolución de los claveles portuguesa bajo la mirada de La Voz de Galicia. Relaciones Internacionales, 33(67), 200, https://doi.org/10.24215/23142766e200

Resumen: Este artículo examina los análisis y énfasis del periódico español La Voz de Galicia sobre el golpe militar de Chile en 1973 y la Revolución de los claveles portuguesa iniciada en abril de 1974. A través de una revisión sistemática de las ediciones correspondientes a esas coyunturas, el estudio muestra que el tema militar y el impacto de estos sucesos en el panorama internacional fueron los elementos de mayor relevancia en las páginas de este medio, aunque bajo enfoques distintos. Si en el caso de Chile, la acción de los militares fue entendida como el derrocamiento de un gobierno constitucional, con Portugal se destacó la crisis total del régimen salazarista como el contexto de fondo sobre el cual actuó el Ejército.

Palabras clave: Chile, Portugal, fuerzas armadas, prensa española.

Abstract: This article examines the analysis made and emphasis placed by the Spanish newspaper La Voz de Galicia on the 1973 military coup in Chile and the Portuguese Carnation Revolution that began in April 1974. Through a systematic review of the editions published during these two periods, the study shows that the military issue and the impact of these events on the international scene were the most relevant elements on the pages of this newspaper, though treated different. Whilst in Chile’s case, military action was understood as the overthrow of a constitutional government, in Portugal’s case it was the acute crisis of the Salazarist regime that was highlighted as the background context in which the Army acted.

Keywords: Chile, Portugal, armed forces, Spanish press.

1. Introducción

Los medios de comunicación de masas, y en particular la prensa escrita, han estado en el centro del quehacer público no sólo como testigos y cronistas del acontecer diario, sino también como actores protagónicos. Numerosos casos dan cuenta de esa participación, sobre todo a lo largo del siglo XX cuando la idea de un cuarto poder, que refería la importancia de la prensa como difusora de ideas y herramienta crítica del accionar político (Galan-Gamero, 2014: 154), constituía un tópico compartido y asimilado por numerosos actores. Su relevancia dentro de este contexto ha dado lugar a diversas investigaciones. En algunos estudios, por ejemplo, se ha tomado nota respecto a su incidencia en la conformación de imaginarios y prácticas sociales específicas, así como su importancia para la construcción de ciertos discursos, sobre todo aquellos de naturaleza hegemónica (Piñuel y Gaitán, 2010). Desde la disciplina histórica, los medios de comunicación han sido entendidos como actores que poseen una impronta particular, en diálogo directo con las grandes transformaciones sociales y los avances técnicos del mundo contemporáneo (Rueda, Galán y Rubio, 2014).

Bajo estas coordenadas, las temáticas y medios de comunicación posibles de ser analizados dentro del amplio marco temporal que fue el siglo XX son casi infinitas. Por ello, se hace necesario acotar el análisis a actores y fenómenos más específicos, como los que aborda el presente artículo. En este caso se estudia la mirada del periódico español La Voz de Galicia sobre dos coyunturas relevantes del marco internacional ocurridas en la primera mitad de los años setenta: el golpe militar de Chile en septiembre de 1973 y la denominada Revolución de los Claveles portuguesa iniciada en abril de 1974.

Como se sabe, ambos acontecimientos tuvieron una repercusión tanto local como a nivel global. En el caso chileno, el golpe de Estado significó en su punto más inmediato el derrocamiento del gobierno de la Unidad Popular (UP), proyecto que proponía un modelo de transición al socialismo bajo los marcos de la democracia liberal. Desde un ángulo más amplio, las imágenes del palacio presidencial en llamas y la posterior muerte de Salvador Allende impactaron fuertemente a la opinión pública internacional, marcando a toda una generación que había apoyado, aun a la distancia, al líder socialista chileno. Adicionalmente, la intervención militar también implicó el cierre de un largo ciclo social y político, abierto en los años treinta, durante el cual se habían realizado, como destaca Alfredo Riquelme, importantes transformaciones a la estructura económica y política del país bajo el imperio de la Constitución de 1925 (2012: 154). En virtud de lo anterior, el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 constituyó el cierre de una etapa histórica para el país sudamericano, donde un sistema institucional que había avanzado hacia una mayor democratización, y un modelo de orientación socialista que había alcanzado limpiamente el poder, quedaron cancelados.

En Portugal, la revolución iniciada en 1974 también fue un punto de inflexión relevante, aunque en este caso los militares del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA) derrocaron a una de las dictaduras más longevas que todavía existían en Europa. Lo que llegaba a su fin era el Estado Novo que Antonio de Oliveira Salazar había fundado en la década del treinta, al alero de las corrientes antiliberales presentes en Europa por aquel entonces. Se iniciaba así un proceso de democratización y libertades que para varias generaciones de portugueses era sencillamente desconocido. En su dimensión internacional, la Revolución de los claveles tuvo como una de sus principales consecuencias abrir el camino a la independencia de sus colonias ultramarinas en África, las cuales se encontraban inmersas en un conflicto bélico con el país atlántico desde inicios de los años sesenta. Los sucesos del 25 de abril de 1974 acabaron, en fin, por sellar el destino de un larguísimo gobierno dictatorial, así como el problema colonial que se arrastraba desde hacía más de una década.

Visto en perspectiva global, ambas coyunturas tuvieron una importante repercusión. Bajo el marco de la guerra fría, los sucesos acontecidos en Chile significaron, por ejemplo para un actor clave como fue Estados Unidos, alejar la amenaza de un gobierno socialista desde su zona de hegemonía. Por su parte, el caso portugués también fue relevante para Washington. En efecto, la colaboración que recibía Norteamérica de parte del país atlántico ―a través de sus territorios insulares que servían para la instalación de bases militares dada su adscripción como miembro de la OTAN― podía verse en entredicho con la instauración de un gobierno revolucionario tras los sucesos de abril. De allí que la Casa Blanca mirara con atención estos sucesos, llegando en algún momento a calificar la situación como preocupante e inestable. Considerando estas perspectivas, era evidente que los eventos ocurridos en estos dos países tuvieron un carácter de globalidad que los posicionó rápidamente en un lugar destacado.

El periódico español La Voz de Galicia es el otro vértice de este trabajo. Se trata de un periódico generalista fundado en 1882 en la ciudad de A Coruña por Juan Fernández Latorre, José Martínez y Antonio Prieto. Actualmente está dentro de los cinco medios más leídos del país con casi 370 mil lectores diarios (La Voz de Galicia, 2023), siendo el principal periódico, por tamaño y lectoría, de la comunidad autónoma de Galicia. A lo largo de las décadas fue incrementando progresivamente su tiraje, pasando desde los 20 mil ejemplares en la década del veinte hasta los cerca de 60 mil en los años setenta. Dos décadas después, sobrepasaba los 100 mil ejemplares diarios (La Voz de Galicia, 2017). Se ha indicado que la orientación ideológica de este periódico tiende hacia una derecha de corte más bien conservador, aunque en su libro de estilo, el mismo medio señalaba que se trata de un diario independiente, defensor del Estado de derecho y de los intereses de Galicia integrada “sólidamente” en una España que es parte, a su vez, de Europa (2022: 14).

La importancia de este medio para los objetivos del presente artículo radica en el seguimiento y cobertura que hizo sobre las dos coyunturas indicadas al inicio: septiembre de 1973, para el caso del golpe militar en Chile, y abril de 1974 respecto al inicio de la Revolución de los claveles. Preliminarmente podría pensarse que un periódico regional, alejado de los grandes centros cosmopolitas, no daría importancia al ámbito internacional dentro de sus páginas. Sin embargo, este medio dio una amplia cobertura a los principales temas del mundo, dedicando varias crónicas, portadas y columnas de opinión al respecto. Bajo este contexto, el golpe militar chileno y los sucesos de Portugal fueron abordados con detalle por La Voz de Galicia. ¿Por qué un diario de estas características fijó su atención en los grandes problemas mundiales? Podría especularse con el hecho de que Galicia es una comunidad que desde muy temprano se vinculó al exterior por medio de distintos procesos migratorios, lo cual la conectaba a diversas zonas del planeta. Tanto en el siglo XIX como a lo largo del XX la población gallega migró, por distintas razones, dentro del continente europeo y otros territorios más alejados (Cagiao, 2013). En virtud de ello, los lazos familiares y el quehacer diario de esta población recibieron la impronta de un contacto permanente con el mundo exterior. De hecho, las noticias relativas a países como Suiza, Francia o Argentina ―que poseían un número importantes de inmigrantes gallegos― aparecían con bastante regularidad en las páginas de este medio.

Unido a lo anterior cabría indicar una razón de carácter sociopolítico relativa a los medios de comunicación en España. A mediados de los años sesenta, el régimen franquista aprobó una nueva ley de prensa, la cual no obstante algunas limitaciones, permitió abrir el espacio comunicacional del país ibérico gracias a un nuevo marco jurídico (Carrillo, 2001: 6-9). De esta forma, los medios disfrutaron paulatinamente de una autonomía mayor, pasando a cubrir nuevos casos y abordando temáticas que antes habrían sido vetados por la censura del régimen. Así, los problemas del denominado Tercer Mundo, las luchas anticoloniales y las experiencias políticas de distinto signo ideológico fueron integradas en los análisis de la prensa española sin mayores problemas. Lo que décadas atrás habría sido muy difícil de publicar en España, dada la rigidez conservadora del franquismo, ahora desfilaba por numerosos medios de prensa, incluidos por supuesto aquellos de la oposición cuya existencia el gobierno toleraba. Visto en su conjunto, las tempranas conexiones de la población gallega con el exterior unido a las modificaciones que en materia de medios de comunicación se establecieron permiten entender la importancia que La Voz de Galicia le asignó al ámbito internacional. Todo esto, por cierto, se daba en un contexto de cambio epocal y transformaciones aceleradas como fueron los años sesenta y parte de los setenta. Se trataba, pues, de una etapa rica en discursos rupturistas, con una multiplicidad de actores cuyas ideas y acciones circulaban con profusión por el mundo entero. Resultaba sencillamente imposible no tomar nota de lo que ocurría en el mundo por aquel entonces.

En lo que concierne a La Voz de Galicia, además de los libros conmemorativos que se han editado para fechas especiales (Santalla y Fernández, 2022), algunos estudios han indagado en el posicionamiento de este periódico en los años de la guerra civil (Román, García y García, 2021). También existen indagaciones sobre su relación con las redes sociales (López, Rodríguez y Soengas, 2015), la publicidad impresa en sus páginas (Feijoo y Fernández, 2014) y alguna tesis de doctorado que explora el discurso cultural de este periódico en los años 80 y 90 del siglo XX (González, 2018). Como se puede apreciar, faltan estudios que indaguen en la mirada de este periódico sobre algunos eventos globales del siglo pasado, ya sea de aquellos circunscritos a actores o países en específico como a regiones o dinámicas políticas más amplias. El presente artículo es una aportación que avanza precisamente en esa dirección.

Para la realización de este estudio se revisaron las ediciones diarias de La Voz de Galicia correspondientes a los meses de septiembre de 1973, para el caso chileno, y abril y mayo de 1974 para el caso portugués. Adicionalmente, se revisaron algunas ediciones específicas, como aquellas de marzo de 1974 que abordaron la sublevación de una unidad del ejército en Caldas da Rainha, al norte de Lisboa, y que fue un hito clave para entender los hechos posteriores del 25 de abril. La selección de noticias, crónicas y columnas sobre las coyunturas señaladas se hizo en base a su extensión y contenido llegando a recopilarse un número cercano a las setenta informaciones para ambos países, predominando aquellas que se referían a los sucesos de Portugal. Este trabajo de recopilación se hizo en la hemeroteca de la Biblioteca Xeral de la Universidade de Santiago de Compostela que conserva de forma digital un completo fondo documental de este periódico.

De la revisión y análisis que se hizo se pueden identificar varias líneas de análisis de La Voz de Galicia sobre los casos chileno y portugués. Respecto al golpe militar de 1973 los primeros énfasis trataron de dilucidar las circunstancias en que había muerto el presidente Salvador Allende, una figura que, como se recordará, era ampliamente admirada en el viejo continente. Enseguida se dio cobertura al tema de los militares y cómo estos habían decantado la situación en un contexto de máxima polarización y conflictividad. También se dio cuenta de forma muy clara la conexión que existía entre Estados Unidos y el derrocamiento del gobierno, apuntando diversas notas y crónicas en esa dirección. Desde las tribunas de opinión, se observó una mirada transversal que reconocía las particularidades del modelo de socialismo propugnado por Allende, así como la existencia de factores externos que complotaron en su contra. Respecto a Portugal, este periódico centró su atención en el tema de los militares, tanto para referir las tensiones internas que se vivían en el seno de las fuerzas armadas como también para destacar el éxito que supuso echar abajo una dictadura de casi cuarenta años en el poder. No obstante la perdurabilidad del Estado Novo, las crónicas y columnas de opinión destacaron la crisis interna que corroía al régimen dirigido por Marcello Caetano y que tenía en la guerra colonial que libraba el país atlántico una de sus expresiones más significativas. El periódico gallego también refirió el impacto internacional de este hecho, destacando las reacciones de países como Estados Unidos y Gran Bretaña.

En cuanto a su estructura, el presente artículo se divide en dos secciones que analizan por separado las coyunturas críticas de septiembre de 1973 y abril de 1974. Las conclusiones hacen un balance general de la indagatoria, enfatizando en aquellos elementos que recorrieron de forma transversal el análisis de lo sucedido tanto en Sudamérica como en la península ibérica.

2. El golpe militar en Chile

Desde los primeros días de septiembre de 1973, Chile fue una referencia casi diaria en las rotativas de La Voz de Galicia. La crisis social y política que atravesaba el país sudamericano abría la opción, cada vez más cierta, a que una salida de facto pusiera término anticipado al gobierno socialista.

Cabe precisar en todo caso, que los tres años de gobierno de la UP habían desfilado con periodicidad a través de las páginas de este medio. La coyuntura electoral del 4 de septiembre de 1970, por ejemplo, fue destacada por su importancia a nivel nacional y regional, remarcando la tranquilidad vivida en esa jornada, así como las declaraciones del propio Salvador Allende en orden a perseguir una revolución democrática y popular (La Voz de Galicia, 4/9/1970: 10). En este marco, el homicidio en el mes de octubre del comandante en jefe del Ejército, René Schneider, pocos días antes de que Allende fuera ratificado por el Congreso Pleno, fue caracterizado como una maniobra que buscaba provocar al Ejército evitando así la asunción del candidato de izquierda a la primera magistratura (La Voz de Galicia, 24/10/1970: 16).

Respecto a otras coyunturas, La Voz de Galicia manifestó su preocupación por el nivel de polarización y conflictividad que se vivía en este país. Ello fue advertido sobre todo desde finales de 1971, cuando ya era evidente la conformación de dos bloques antagónicos ―oposición y gobierno― que pugnaban por alcanzar objetivos estratégicos distintos. En el contexto del denominado “paro de octubre” (una huelga gremial de honda repercusión efectuada en el segundo semestre de 1972) el periódico gallego llamó la atención por el agravamiento de la situación en virtud de la paralización productiva y comercial en que se iba sumiendo Chile (La Voz de Galicia, 17/10/1972: 15). Meses más tardes, esta preocupación se volvió a manifestar en el contexto del denominado Tanquetazo, una sublevación de un regimiento de blindados ocurrida a finales de junio de 1973. La operación, cuyo propósito era incitar al resto de las fuerzas armadas para que se sumaran a un golpe en contra de Allende, fue rápidamente bloqueada por la acción del comandante en jefe del Ejército, Carlos Prats, como precisamente destacó La Voz de Galicia en varias notas y crónicas sobre esa jornada (La Voz de Galicia, 30/6/1973: 16). Visto en perspectiva, la coyuntura del tanquetazo fue un primer ensayo de los militares que complotaban en contra del gobierno, cuyo éxito, de momento, no se había alcanzado. Sin embargo, conforme cambiara el cuadro político y los mandos uniformados leales al presidente Allende fueran alejados de sus puestos, las probabilidades de una operación plenamente exitosa serían mayores.

Este cuadro fue el que finalmente se concretó en septiembre de 1973 en Chile. Para entonces la crisis social y política parecía terminal; con un ejecutivo acosado en distintos frentes institucionales y una movilización social en plena ebullición, tensionada, además, por una ola de atentados terroristas que no cejaban en sus propósitos de desestabilización. A lo anterior se sumó el retiro de algunos altos oficiales que, como Prats en el Ejército o Raúl Montero en la Armada, habrían podido sostener todavía la lealtad de sus instituciones al gobierno. En virtud de estos elementos, la continuidad de la vía chilena al socialismo era sencillamente imposible, pues ningún factor relevante del cuadro social y político jugaba a su favor. Así se llegó a la mañana del 11 de septiembre de 1973.

Las informaciones de La Voz de Galicia sobre esa jornada se articularon sobre la base de tres grandes temas. El primero de ellos, se concentró en la figura del expresidente Salvador Allende y las circunstancias que rodearon su muerte. El titular principal de la edición del 12 de septiembre conjeturaba, en efecto, respecto a la posibilidad de que el primer mandatario se hubiera disparado en la boca para acabar con su vida, evitando así entregarse a las fuerzas militares. En su interior, esta misma edición hacía un perfil humano y político del primer mandatario, destacando en sus ideales democráticos y su rechazo a las maniobras golpistas que buscaban acabar con el gobierno (La Voz de Galicia, 12/9/1973: 15). Al día siguiente, se recogieron algunos testimonios de actores españoles que reconocían las virtudes políticas de Allende, como fue el caso de Enrique Tierno Galván [2] quien destacó que el sacrificio del primer mandatario era un símbolo de su honestidad y de los principios que estuvo dispuesto a defender (La Voz de Galicia, 13/9/1973: 15).

A nivel de columnistas, Luis Caparrós señaló que la figura de Allende admitía muchas lecturas, pero que en su opinión se trataba de un líder honesto que había sido víctima de los extremismos. Asimismo, Caparrós destacó la capacidad del primer mandatario por evitar la guerra civil no entregando armas al pueblo y alejándose de ese planteamiento maximalista en torno al tema del poder (La Voz de Galicia, 13/9/1973: 19). Otra columna, publicada en esta misma edición del 13 de septiembre, destacaba que en virtud del desenlace acaecido quedaba demostrado que Allende no había jugado ninguna carta demagógica, sino todo lo contrario. En efecto, se remarcaba cómo el líder socialista chileno había sido fiel a sus principios democráticos, abriendo la puerta del diálogo, incorporando al Ejército en tareas de gobierno y defendiendo siempre la constitución. Por último, se destacaba que la figura del presidente se transformaría muy pronto en un mito; en el de un hombre que asumió con gallardía los deberes del gobierno y de la política (La Voz de Galicia, 13/9/1973: 18).

Como se puede apreciar, el golpe militar del 11 de septiembre puso como primer protagonista en La Voz de Galicia al expresidente Salvador Allende. El énfasis transversal que se observó, tanto en las crónicas como en las tribunas de opinión de este medio, guardó relación con el perfil democrático y consecuente que tenía el fallecido primer mandatario. En este sentido, la capacidad por dirigir un complejo proceso social y político que buscaba alcanzar el socialismo dentro del marco institucional asomó como una característica relevante en Allende, y que en buena medida trascendería su muerte. Dentro de estas coordenadas, el líder chileno aparecía también como un hombre que pudiendo haber decantado una situación de violencia a gran escala, abriendo por ejemplo el camino de la guerra civil, prefirió la inmolación personal. Todo lo anterior marcaba, pues, una diferencia importante respecto a otros líderes y personalidades del concierto latinoamericano.

El segundo tema que abordó La Voz de Galicia sobre esta coyuntura estuvo referido al papel de las fuerzas armadas y los efectos de la operación militar con que se derrocó al gobierno de la UP. En la edición del 12 de septiembre se identificaba al ala conservadora del Ejército como la tendencia que, no pudiendo resistir la tentación, se había sumado al golpe de Estado. Sin embargo, se recalcaba que había sido la Armada la institución que primero inició la sublevación (La Voz de Galicia, 12/9/1973: 16). En medio de informaciones no confirmadas respecto a la suerte del primer mandatario, las crónicas daban a entender que la situación no estaba del todo controlada por los militares.

Este último aspecto copó, a partir de los días siguientes, un número significativo de notas y crónicas de distinta extensión. Así, por ejemplo, diversas informaciones dieron a conocer la existencia de focos de resistencia en distintos puntos de la capital, lo que hacía pensar que la sublevación militar no había logrado derrotar completamente a los partidarios del gobierno de Allende. Se creía que en sectores industriales, campus universitarios y barrios populares del gran Santiago se encontraban atrincherados contingentes armados de izquierda que presentaban, 48 horas después del golpe, una inusitada resistencia a los militares golpistas. La Voz de Galicia reprodujo, en este sentido, sendas notas que comentaban la existencia de choques armados en la capital, así como operaciones de limpieza de parte del Ejército en contra de tiradores que todavía se encontraban apostados en las azoteas de algunos edificios (La Voz de Galicia, 13/9/1973: 17).

En razón de estas informaciones, se podría pensar que el golpe militar chileno fue duramente resistido en la capital, o al menos que contó con cierta oposición de parte de las huestes de izquierda parapetadas en lugares estratégicos de la ciudad. Sin embargo, las fuerzas militares lograron hacerse con el control total del territorio nacional gracias a una acción coordinada entre las cuatro ramas uniformadas. Al finalizar la jornada del 11 de septiembre, era evidente que el golpe en contra de la UP había triunfado con éxito y casi sin oposición. Es cierto que hubo algunos enfrentamientos menores en ciertas zonas de la capital, pero ello en ningún caso puso en jaque la contundencia y capacidad de fuego de las fuerzas armadas [3].

Con el paso de los días, La Voz de Galicia comenzó a reproducir con mayor atención las declaraciones y comunicados que emanaban desde la Junta Militar chilena. Especial hincapié se hizo con aquellos documentos que tenían que ver con los cambios que comenzaban a adoptar las nuevas autoridades. En la edición del domingo 16 de septiembre, por ejemplo, se destacaba que ya no había punto de retorno en lo sucedido en el país, ya que los militares controlaban con firmeza el territorio y todas las instituciones del Estado (La Voz de Galicia, 16/9/1973: 18). En relación a aquellas dinámicas propias de periodo democrático anterior, como era el funcionamiento del parlamento y la actuación de los partidos políticos, los militares declararon que se procedería a su cancelación (La Voz de Galicia, 16/9/1973: 18). Visto en perspectiva, la acción y protagonismo de las fuerzas armadas en esta coyuntura fue evolucionando conforme pasaban los días. Si en un primer momento las informaciones del periódico gallego hicieron notar la existencia de una resistencia armada en distintos puntos de la capital, luego el panorama cambio significativamente destacando entonces que el movimiento militar había triunfado exitosamente.

El columnista Santiago Téllez realizó, en este contexto, un análisis de la experiencia socialista chilena destacando el tema de los militares como uno de los factores clave dentro del proceso político de esos años. A su juicio, el presidente Allende actuó con prudencia al evitar formalizar un ejército paralelo que pusiera en entredicho la legitimidad y capacidad operativa de las fuerzas regulares. El primer mandatario, apuntaba Téllez, sabía que su proyecto de socialismo democrático no podría ser viable sin el concurso de los militares, pero tampoco lo sería en contra de ellos (La Voz de Galicia, 16/9/1973). De modo implícito se daba entender que las fuerzas armadas constituían un factor relevante del proceso político chileno, sobre todo en un contexto de posturas y discursos maximalistas que reforzaban la idea de un poder popular autónomo actuando por encima de todas las instituciones.

El tercer tema que abordó La Voz de Galicia estuvo referido al papel e injerencia de los Estados Unidos en el golpe de Estado. En las primeras notas referidas a esta coyuntura aparecieron diversas informaciones que establecieron dicha conexión. Así, por ejemplo, en la edición del 12 de septiembre se comentaba que el derrocamiento del mandatario chileno constituía un triunfo para la política exterior del presidente Nixon, aunque, según la nota, nadie se atrevía a reconocerlo públicamente en Washington (La Voz de Galicia, 12/9/1973: 15). Al día siguiente, una información recogía las declaraciones extraoficiales de un portavoz del Departamento de Estado quien señalaba que los Estados Unidos no tenían ninguna relación ni injerencia en los recientes sucesos acaecidos en el país austral. De hecho, este funcionario recordaba que, no obstante las pérdidas que habían sufrido algunos capitales norteamericanos producto de la ola de nacionalizaciones que se advino con el gobierno de Allende, se descartaba cualquier participación de Washington en el golpe (La Voz de Galicia, 13/9/1973: 18).

El pronunciamiento anterior se enmarcaba ciertamente dentro de lo que habían sido unas complejas relaciones entre Chile y el país del norte. En efecto, la llegada de Allende a la presidencia significó un duro golpe para la política exterior norteamericana, pues en plena guerra fría un país ubicado dentro de su área de hegemonía comenzaba a ensayar un proyecto de transición al socialismo. Además de la natural repercusión de este hecho, ello significaba que, en términos prácticos, el país sudamericano estrecharía sus lazos diplomáticos y comerciales con todo el campo socialista, haciendo todavía más tirantes las relaciones con Washington. Bajo este contexto, y como comprobaría en 1975 un informe del Senado norteamericano, los Estados Unidos intervinieron abiertamente en la elección presidencial de 1970 a objeto de alejar la posibilidad de triunfo del candidato de izquierda (Corvalán, 2011). Cuando ello no fue posible dados los resultados del día 4 de septiembre, se intentó incidir en la elección del congreso pleno que debía elegir de entre las dos primeras mayorías: Allende y Alessandri. En paralelo a esta última tarea, Estados Unidos proveyó del material necesario para que un grupo de extrema derecha secuestrara al comandante en jefe del Ejército, René Schneider, generando de este modo un cuadro de desestabilización política que haría inviable la asunción de Allende a la primera magistratura.

Como se puede advertir, Washington intervino desde muy temprano en la política chilena a efecto de torcer la voluntad popular que las urnas habían consagrado en septiembre de 1970, y que luego ratificaría el congreso nacional. Pero tras el fracaso de los objetivos norteamericanos con relación a esta coyuntura, la Casa Blanca ordenó seguir una política de hostigamiento y acoso en distintos planos hacia el gobierno socialista, como fue en materia económica con la cancelación de créditos y otros beneficios. Adicionalmente, se financió a diversos actores de la oposición a Allende como medios de comunicación, gremios empresariales y movimientos políticos a fin de que estos contribuyeran a crear una situación generalizada de caos y polarización. A todas luces, la intervención norteamericana en Chile era una cuestión evidente hacia 1973. Por lo demás, si a lo largo de estos años se había hecho nítida la participación directa de Estados Unidos en diversos conflictos a lo largo del mundo (Cuba, República Dominicana, Vietnam) resultaba poco creíble que sus autoridades y funcionarios declarasen que nada tenían que ver con lo sucedido en el país sudamericano.

En este contexto, se produjo lo que La Voz de Galicia denominó como una ola de antinorteamericanismo en distintos puntos de Hispanoamérica. Se trataba de una serie de manifestaciones realizadas en lugares como Caracas o Ciudad de México y que tuvieron por objeto rechazar el derrocamiento del gobierno de Allende y condenar el papel desempeñado por Estados Unidos en estos hechos (La Voz de Galicia, 14/9/1973: 17). En una de las crónicas se señalaba incluso que en la capital de Honduras un artefacto explosivo había sacudido las dependencias de la embajada norteamericana rompiendo algunas ventanas del edificio (La Voz de Galicia, 14/9/1973: 17). A pesar de estas incidencias, y de las informaciones que señalaban que la Cámara de Representantes iniciaría una investigación sobre el papel de Washington en los sucesos de Chile (La Voz de Galicia, 14/9/1973: 17), un portavoz de la Casa Blanca insistió en que el presidente Nixon no estuvo al tanto del golpe militar sino hasta cuando éste se produjo (La Voz de Galicia, 14/9/1973: 17). Con ello se desacreditaba cualquier participación directa del mandatario y su círculo próximo en los eventos que decantaron el derrocamiento de Allende.

3. La Revolución de los claveles en Portugal

A lo largo del proceso político que abrió la puerta a la revolución en Portugal, y que significó el fin de la dictadura salazarista, La Voz de Galicia identificó dos tópicos que también habían sido consignados para el caso de Chile. Se trató del papel de los militares y el rol de los Estados Unidos en esta coyuntura. Claro está que, en el caso del país atlántico, el contenido de estos temas tenía una significación distinta. El tema de los militares, por ejemplo, se visualizaba en orden a que su actuación en abril de 1974 no implicó poner término a un gobierno constitucional y democrático, sino por el contrario derrocar una dictadura que había conculcado derechos fundamentales por casi cuarenta años. Además, el rol de los militares fue clave para acelerar el fin de la guerra ultramarina que Portugal mantenía con sus colonias africanas. Visto en perspectiva, y considerando la propia terminología que los militares utilizaron para conceptualizar su actuación el 25 de abril, se trataba de un “viraje histórico” en la trayectoria institucional portuguesa.

Respecto a Estados Unidos, su papel fue muy distinto al desarrollado en Chile. Cabe recordar que Portugal era miembro de la OTAN desde 1949 por lo que durante largos años, y al alero de una dictadura que ofrecía una impronta marcadamente anticomunista, este país fue un aliado importante para Washington (Tíscar, 2022). Estos aspectos mostraban, pues, un cuadro de relaciones bilaterales muy distinto al que existía entre Estados Unidos y Chile en esos mismos años. Sin embargo, con el inicio de la Revolución de los claveles, la preocupación para la Casa Blanca fue que Portugal transitara hacia un cuadro de desestabilización que abriera la puerta a que un gobierno de izquierdas se hiciera con el poder. Ello significaría, desde luego, redefinir los términos de la colaboración portuguesa dentro de la alianza atlántica y su papel en el concierto europeo.

En base a lo anterior, la mirada de La Voz de Galicia sobre estos dos tópicos guardó bastantes diferencias respecto a cómo se habían abordado para el caso chileno. Cabría destacar también que para el periódico gallego Portugal representaba, tanto en términos geográficos como culturales, una región más próxima, por lo que las referencias que se hicieron de la coyuntura del 25 de abril abordaron con bastante detalle numerosos aspectos de esa cercanía. En efecto, varias crónicas de este medio se hicieron desde la frontera que separa a ambos territorios, siendo una perspectiva bastante novedosa que no se observó en todos los medios de la prensa escrita española.

A los temas ya referidos sobre el papel de los militares y la preocupación norteamericana, habría que agregar, además, un énfasis en torno a la crisis interna de la dictadura portuguesa, la cual se veía agravada por la cruenta guerra colonial que aún tenía lugar en África. La incapacidad de las autoridades lusas para buscar una salida negociada al conflicto, así como la dificultad por legitimar internacionalmente las acciones militares, fueron elementos indicativos de lo que se identificó como un estado de decadencia del régimen. Se trataba en definitiva de una crisis estructural del Estado Novo que no había sido capaz de evolucionar y adaptarse a los nuevos tiempos, según indicaron algunos columnistas.

El punto de origen que comenzó a articular los elementos antes referidos, hasta desembocar en los hechos del 25 de abril, estuvo en la sublevación de un regimiento de infantería en Caldas da Rainha el día 16 de marzo. La operación, digitada por militares cercanos al MFA, buscaba el apoyo de otras unidades a efecto de provocar una reacción en cadena en contra del régimen. Sin embargo, al cabo de unas horas, la sublevación fracasó iniciándose una purga interna dentro del Ejército. La crónica de Manuel Leguineche, enviado especial de La Voz de Galicia en Lisboa, señalaba que movimientos similares de tropas se habían observado en los últimos días en unidades apostadas en otras zonas del norte de Portugal como Chaves, Viseu, Lamero y Leiria. Lo que esta situación mostraba, a juicio de Leguineche, era que una parte significativa del Ejército solidarizaba con la figura del general Antonio Spínola (La Voz de Galicia, 17/3/1974: 34). Este militar, que recientemente había sido apartado de la primera línea de mando, alcanzó cierta notoriedad gracias a un libro de su autoría titulado Portugal y el futuro. En dicho texto se hacía un descarnado análisis de la guerra colonial portuguesa y de la ausencia de una política militar coherente en el país atlántico. En base a estos antecedentes, un sector importante del Ejército, sobre todo aquél que sufría los rigores de la guerra, sintió una natural inclinación hacia la figura de Spínola y su postura crítica del conflicto, aunque cabe precisar que este general no compartía necesariamente el ideario del MFA situándose inclusive en posiciones contrarias a las de esta agrupación. Con todo, los movimientos que se estaban produciendo en el mundo castrense portugués daban cuenta de una fractura importante entre sus miembros, siendo el eje articulador de la crisis el tema colonial. Dentro de este contexto se debe situar la sublevación ocurrida en Caldas da Rainha.

En otra crónica, Leguineche comentaba que la situación en el cuartel militar de Caldas era de absoluta normalidad y que las tropas militares que habían rodeado la base insurrecta comenzaban a replegarse paulatinamente. Con todo, el columnista también advertía que este escenario podía estar dando cuenta de una cuestión más de fondo dentro del régimen y que se refería a la descomposición general por la que atravesaba el Ejército portugués, afanado en una “lucha estéril” en ultramar (La Voz de Galicia, 17/3/1974: 35). Por cierto, que el puntal que sostenía este conflicto en África era el poder ejecutivo, cuya cabeza visible, Marcello Caetano, había sido muy claro en afirmar que nunca accedería a abandonar las provincias. El rol del país atlántico, según el jefe de gobierno, era velar por la consolidación de una sociedad multirracial, por lo que no negociaría con aquellos que sostenían una guerrilla inútil y cruel (La Voz de Galicia, 17/3/1974: 52).

La sublevación en Caldas da Rainha también alertó tempranamente a los Estados Unidos. Como se apuntó en su momento, la preocupación de esta potencia era que el descontento existente en Portugal abriera la puerta a una crisis política que acabara con el régimen salazarista. Ello significaría, eventualmente, redefinir los términos de la relación bilateral entre ambos países, lo cual podría traducirse, entre otras cosas, en que Estados Unidos ya no dispondría de las Islas Azores como base militar de apoyo en la zona del Atlántico norte. En una breve nota publicada a mediados de marzo, La Voz de Galicia señalaba que Washington seguía de cerca los sucesos portugueses ya que este país era un aliado tradicional de los norteamericanos. La información recordaba, de hecho, que en el marco de la guerra árabe-israelí de 1973 Portugal fue la única nación europea que permitió a los aviones americanos repostar combustible en su trayecto hacia Medio Oriente (La Voz de Galicia, 17/3/1974: 52).

La coyuntura militar de mediados de marzo en Portugal fue clave entonces por varias razones. En primer término, ella puso el tema del descontento militar en la primera línea de la discusión pública, situación que no se materializaba como un reclamo en voz baja ni tramitado por canales administrativos. Había sido una sublevación de tropas que, en caso de haber tenido éxito a través del respaldo de otras unidades castrenses, hubiera significado una rebelión de grandes dimensiones. Desde un punto de vista más amplio, era evidente que el descontento en las filas uniformadas obedecía a un problema estructural anclado al tema de la guerra ultramarina en África. Lejos de avanzar en una solución, las autoridades civiles se empeñaron por aplicar una política de purgas y cambios internos dentro de la oficialidad y suboficialidad del Ejército, sin contar con que la naturaleza orgánica del MFA ya era el de un movimiento transversal dentro los institutos armados. Adicionalmente, el ejecutivo portugués afirmó que no se negociaría el retiro desde las colonias africanas, lo que alargaría todavía más el conflicto, así como sus costos materiales y humanos.

Bajo el contexto antes descrito, que mostraban un conjunto de tensiones no resueltas con unas fuerzas armadas inquietas por el rumbo que tomaba el país, se llegó a la coyuntura del 25 de abril de 1974. Las primeras informaciones de La Voz de Galicia destacaron el triunfo de un movimiento militar que en cuestión de horas logró sacar a Marcello Caetano del poder, dominando completamente la situación en todo el territorio. La crónica del 26 de abril destacaba que a través de proclamas transmitidas por la radio, el MFA, principal protagonista de la sublevación declaraba que pronto llegaría “la hora de la libertad”. Asimismo, los militares destacaban que no era su propósito verter sangre innecesariamente, pero que actuarían con firmeza frente a cualquier provocación (La Voz de Galicia, 26/4/1974: 19). En estas primeras referencias del periódico gallego se dejó constancia que no existía claridad sobre la participación de otras ramas de las fuerzas armadas en la sublevación, aunque luego se corroboró, tomando como fuente a medios portugueses, que tanto la Marina como la Fuerza Aérea sí se habían sumado a la operación (La Voz de Galicia, 26/4/1974: 21).

Las informaciones consignadas en esta misma edición del 26 de abril también señalaron el rápido traspaso de poder que hubo entre Marcello Caetano y el general Spínola (La Voz de Galicia, 26/4/1974: 20). Este último, se recordará, había emergido como una figura destacada para los militares críticos con la política colonial debido a su posicionamiento público en favor de una solución al tema ultramarino. Su libro, Portugal y el futuro, fue descrito por el periódico gallego como un verdadero catalizador para el conflicto ya que planteaba la imposibilidad de que el país atlántico pudiera, por medios militares, obtener una victoria en África (La Voz de Galicia, 26/4/1974: 27). Esto significaba, pues, distanciarse de la política oficial del régimen que insistía en mantener abierto el conflicto independiente de su costo material y humano. Se trataba de visiones contrapuestas que mostraban la falta de cohesión interna respecto a un tema relevante. En la coyuntura del 25 de abril, Spínola se transformaría, pues, en el personaje clave al ser el nombre de consenso dentro de los sublevados para llenar el vacío que dejaban las autoridades depuestas. Desde de ese momento, el general se pondría a la cabeza de una Junta de Salvación Nacional integrada por otros seis miembros, todos pertenecientes a las fuerzas armadas.

Como se puede apreciar, la primera aproximación de La Voz de Galicia sobre los hechos del 25 de abril en Portugal se articuló sobre la base de dos énfasis principales. El primero de ellos refería la rapidez y contundencia con que la sublevación militar había logrado derrocar al régimen, situación producida, además, en un contexto de relativa calma, sin grandes enfrentamientos ni hechos de violencia relevantes. El segundo énfasis fue una continuación natural del primero, y en él se destacó la rápida transición de poder de unas autoridades a otras. En efecto, la entrega de la jefatura de gobierno por parte de Marcello Caetano al general Antonio Spínola se hizo sin mayores problemas, aunque en medio de la efervescencia y cierta tensión que aún recorría las calles de Lisboa en la tarde del 25 de abril [4].

Lo que ambas situaciones estaban describiendo fue un aspecto que muy pronto comenzaría a destacar La Voz de Galicia. Este se refería a la fragilidad de la dictadura salazarista para hacer frente a una sublevación militar, la cual, se recordará, era el síntoma de un malestar que se arrastraba desde hacía tiempo en el país y que había tenido en los hechos de Caldas da Rainha una de sus primeras manifestaciones. A decir verdad, se estaba en presencia del colapso final de un régimen que no había sido capaz de dar una solución al conflicto ultramarino, ni tampoco adaptarse a la nueva realidad social y política que imponía el mundo contemporáneo. En este nuevo escenario, la insistencia por mantener una guerra de tintes coloniales en medio de un clima favorable a las luchas del denominado Tercer Mundo auguraba un estado de aislamiento y críticas internacionales permanentes. Mirado desde este punto de vista, la acción uniformada del 25 de abril fue exitosa ya que se enfrentaba a un Estado anquilosado, cuyas estructuras no se habían modernizado ni tampoco podían ofrecer una respuesta armada de cierta envergadura a la sublevación de los militares.

Varios de estos elementos, que describían una crisis integral del régimen salazarista, pasaron a engrosar distintas crónicas y tribunas de opinión en el periódico gallego. En una columna publicada el 26 de abril se comentaba que la situación de Portugal llamaba la atención de varios medios de comunicación de la península ibérica, algunos de los cuales, como el caso de la revista Mundo, habían publicado sendos reportajes sobre este país. El denominador común de estos trabajos era dar cuenta de una situación de alta complejidad, tanto en territorio nacional como en las provincias de ultramar, lo que daba cuenta en definitiva de un fracaso total del régimen portugués. En una línea similar se ubicaba una nota que recogía el parecer de la prensa madrileña respecto a estos sucesos. La gran mayoría de estos medios, según La Voz de Galicia, describían la inmovilidad de las autoridades lusas en esta coyuntura, así como un desgaste general del sistema, situación que, por cierto, las guerrillas africanas no habían hecho más que poner en evidencia (La Voz de Galicia, 27/4/1974: 30).

La ausencia de una política coherente respecto a la guerra colonial, que apuntara derechamente a conseguir la paz y evitar el desgarro humano y material, también fue un elemento que daba cuenta de la decadencia del régimen. El mismo día de la sublevación, los militares del MFA acusaron al gobierno de Caetano de no haber definido, concreta y objetivamente, una política de paz en Ultramar (La Voz de Galicia, 26/4/1974: 20). Ello significaba alargar artificialmente un conflicto sin un horizonte estratégico claro, haciendo recaer en los hombros de los militares que luchaban en África las consecuencias más perjudiciales. Un oficial entrevistado por el periodista Manuel Leguineche señaló, en efecto, que el Ejército no podía seguir sufriendo las “deficiencias político-administrativas” del régimen, involucrándose en tareas que no les correspondían dada la irresponsabilidad de las autoridades lusas (La Voz de Galicia, 27/4/1974: 28).

La columna de Santiago Téllez, publicada el 28 de abril, fue una buena síntesis de los elementos que orbitaban en torno a la crisis general existente en Portugal. A su juicio, la degradación económica, política y militar del régimen venía observándose desde hacía meses en el país atlántico, cuyas autoridades, ocupadas en el tema de ultramar, no supieron abordar adecuadamente. Así, por ejemplo, ante los problemas económicos de inflación y bajos sueldos, el ejecutivo se empeñó en seguir financiado una guerra “costosísima y agotadora” cuyo sacrificio recaía en los militares y el pueblo. Internacionalmente, añadía el columnista, Portugal se iba quedando cada vez más aislado producto de las condenas a su política colonialista que se aprobaban en la ONU. Por todo lo anterior, sentenciaba Téllez, las nuevas autoridades resultantes de la sublevación del 25 de abril deberían hacer frente a una compleja herencia dejada por el salazarismo, caracterizada por la pobreza y el vacío político (La Voz de Galicia, 28/4/1974).

Además de las temáticas antes descritas, que reflejaban de modo transversal la crisis sistémica del Estado Novo, hubo otros tópicos que se abordaron en torno a la coyuntura de abril. Uno de ellos se refería a la situación de las propias colonias portuguesas en África. Ya en su edición del 26 de abril, La Voz de Galicia señalaba que en algunos de estos territorios existía preocupación y sorpresa por los acontecimientos que ocurrían en la metrópoli, en especial en Mozambique. Sin embargo, la información que llegaba a esta zona era todavía escasa por lo que se desconocían detalles del levantamiento militar. Ante esta situación, el gobierno de Angola, otro de los territorios pertenecientes a Portugal, reiteró que su obligación era mantener la tranquilidad y el orden a la espera de mayores novedades (La Voz de Galicia, 26/4/1974: 21). Días más tarde, se sabría de algunos hechos significativos ocurridos en estos territorios, como la liberación de medio millar de prisioneros políticos en Mozambique por orden directa de la Junta de Salvación Nacional. Y aunque todavía no se había realizado un pronunciamiento respecto a la política oficial de las nuevas autoridades sobre el futuro de las colonias, algunos movimientos guerrilleros como el Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO) declararon expresamente que no aceptarían menos que la independencia completa de sus territorios (La Voz de Galicia, 2/5/1974: 34).

Desde un ángulo continental, se informaba que la situación en Portugal era vista con preocupación en Gran Bretaña, dados los intereses territoriales y económicos de este país en esa zona de África. La crónica señalaba que después de la ola de insurrecciones nacionalistas iniciada en la década anterior, un cambio a nivel gubernamental en Lisboa podría significar el inicio de una segunda fase de conflictos en estos territorios, afectando directamente al imperio británico. Ello sería particularmente relevante respecto a Rhodesia y Sudáfrica territorios que compartían frontera con algunas colonias portuguesas y que en caso de retirada de las tropas lusas éstas quedarían a merced de las tropas guerrilleras (La Voz de Galicia, 26/4/1974: 21).

Por último, una preocupación a nivel geopolítico manifestó Estados Unidos sobre los eventos del 25 de abril. Como se indicó al inicio de este apartado, el país del norte miró con reservas lo sucedido en la península ibérica ya que, entre otras cosas, Portugal formaba parte de la OTAN por lo que un cambio estructural en el régimen luso podría redefinir en el corto plazo esta adscripción. Un portavoz del Departamento de Estado norteamericano indicó que Washington seguía de cerca la situación del país atlántico, la cual se calificaba, de momento, como “inestable”. Al mismo tiempo, el funcionario estadounidense confirmó que se había constituido un grupo especial de trabajo para analizar lo acontecido (La Voz de Galicia, 26/4/1974: 21).

Como se puede apreciar, el impacto del naciente proceso revolucionario portugués, que en menos de 24 horas había desarticulado al gobierno salazarista de Marcello Caetano, tuvo un énfasis marcadamente transnacional. No eran solamente sus territorios de ultramar los que se veían afectados por un proceso que desembocaría, con seguridad, en la desarticulación de la institucionalidad colonial, sino también territorios fronterizos dependientes de otras potencias europeas, como fue el caso de Gran Bretaña. Por su parte, Estados Unidos también miró con preocupación los hechos del 25 de abril de 1974 dado el cuadro de inestabilidad e incertidumbre en que podía quedar sumido el país ibérico.

4. Conclusiones

Los eventos ocurridos entre septiembre de 1973, con el golpe militar en Chile, y abril de 1974, con el inicio de la denominada Revolución de los claveles portuguesa, se situaron rápidamente como hitos de carácter global. Su importancia, en efecto, radicó no solo en lo que significarían para su propia historia nacional, sino también por la lectura que se hizo a nivel internacional en virtud de sus conexiones a dicha esfera. La vía chilena al socialismo había despertado importantes cuotas de admiración y esperanza en el mundo occidental, debido a la posibilidad de concretar un modelo de socialismo plural y democrático. Su dramático derrocamiento fue seguido, también desde el exterior, por una oleada de solidaridad con el pueblo chileno, al tiempo que se mantenía vivo el recuerdo del expresidente Allende. La revolución portuguesa iniciada a partir del 25 de abril de 1974 significó, al contrario que el caso chileno, poner fin a una larguísima dictadura que, además de conculcar derechos y libertades fundamentales, había arrastrado al país a una cruenta guerra con sus colonias africanas. El derrumbe del Estado Novo salazarista abriría la puerta a un proceso inédito de democratización, redefiniendo su relación con los territorios ultramarinos e impactando positivamente en el escenario europeo.

El periódico La Voz de Galicia fue un medio que cubrió con especial atención estas dos coyunturas. A lo largo de este estudio se ha visto cómo a través de sus páginas las noticias, crónicas y columnas de opinión mostraron distintos énfasis sobre lo sucedido en Chile y en Portugal. Aunque se trata de un periódico regional, situado en los márgenes de los medios escritos europeos más cosmopolitas, su atención por el plano internacional fue constante, llegando a publicar, incluso en su portada, numerosas noticias ocurridas en el mundo. Dentro de la cobertura que este periódico realizó sobre las coyunturas críticas de 1973 y 1974 se puede constatar que algunos temas fueron transversales en el abordaje de ambos episodios.

Así, el factor militar fue el tópico más representativo y presente en los análisis de este medio para referir estos casos. Se trataba, pues, de un actor clave que gracias a su participación en la primera línea política contribuyó a modificar el destino de estos dos países. En el caso de Chile, las fuerzas armadas derrocaron un gobierno constitucional que, no obstante las dificultades por las que atravesaba, aun contaba con la legitimidad de su mandato. Aunque al principio el periódico gallego señaló la existencia de una posible resistencia armada al golpe, al cabo de unos días esa realidad desapareció, reafirmándose la idea de que se trataba de una acción bien organizada que daría forma a un gobierno militar de larga duración. Aquí se destacó también el hecho de que habían sido las cuatro ramas de las fuerzas armadas las que intervinieron en el derrocamiento del gobierno de Allende, no observándose actuaciones unilaterales o aisladas.

En el caso de Portugal, el énfasis para referir el tema militar estuvo dado por la incertidumbre que existió, en un primer momento, respecto a que la sublevación del 25 de abril fuese completamente exitosa y pudiera proyectarse a largo plazo. En ello incidía el hecho de que esta operación había sido materializada exclusivamente por el Ejército, no observándose la participación de otras ramas de las Fuerzas Armadas. Eso se produjo horas después, cuando la deposición del gobierno de Caetano ya estaba asegurada. Respecto a la trascendencia de estos hechos, La Voz de Galicia destacó que los militares habían procedido a derrocar a una administración representativa de un régimen en descomposición, es decir un sistema que en sus fundamentos económicos, políticos y sociales evidenciaba una crisis terminal. Este tópico resultaba interesante, además, porque fue destacado únicamente en el caso de Portugal, pero no en el del país sudamericano. Aunque el periódico gallego no desconoció los problemas existentes en el Chile de Allende, aquellos no revelaban preliminarmente una crisis integral de su institucionalidad política, como sí se hacía evidente en el país ibérico. En virtud de lo anterior, los militares de ambos países operaron sobre escenarios distintos, razón por la cual sus objetivos estratégicos fueron igualmente diferentes. En el caso chileno, se destacó el hecho de que se derrocaba un proyecto de socialismo democrático, el cual, debido a su implementación y oposición que llegó a generar, produjo una espiral de polarización y enfrentamiento. En Portugal, se trataba de un “viraje histórico” en su trayectoria como nación debido a que las autoridades del Estado Novo, junto con sentar las bases de una larga dictadura, habían arrastrado al país a una cruenta guerra colonial cuyos sacrificios los asumían los militares y la sociedad civil.

Desde el punto de vista internacional, el periódico gallego ubicó rápidamente estos dos hechos dentro del marco de tensiones y conflictos propios de ese momento. De este modo, Chile fue un escenario donde se disputaron cuestiones relevantes de la guerra fría, como era la lucha entre socialismo y capitalismo. Aunque existía por supuesto una dimensión doméstica del conflicto, su conexión a una dinámica de mayor envergadura era evidente. Allí asoma, por ejemplo, el papel de Estados Unidos, cuyo protagonismo en la coyuntura de septiembre de 1973 fue rápidamente advertida por La Voz de Galicia, sobre todo en lo que respecta a su intervención dentro del país sudamericano.

Portugal se conectaba también al escenario bipolar de la guerra fría, sobre todo gracias a una particularidad que no existía en el caso de Chile y que tenía que ver con el tema de la descolonización. La guerra ultramarina ubicó al país atlántico en medio de una marea de cuestionamientos por sostener un conflicto ampliamente repudiado a nivel global, y en donde las ideas de liberación y autodeterminación de los pueblos eran causa común en distintos puntos del orbe. En este sentido, la coyuntura de abril significó avizorar una pronta salida para este conflicto, lo cual, en todo caso, envolvía cierta complejidad. En efecto, ante el muy probable retiro de las tropas portuguesas de África, no existía claridad sobre qué grupos y autoridades quedarían a cargo de los territorios coloniales, muchos de los cuales eran fronterizos con zonas que estaban bajo administración de otras potencias europeas. Desde este punto de vista, el temor era que se pudiera producir una sublevación a escala regional que acabara con el dominio neocolonial que aún perduraba. Y para Estados Unidos, como bien enfatizara el periódico gallego, la preocupación era que los hechos del 25 de abril contribuyeran a redefinir, bajo otras condiciones, los términos de la colaboración portuguesa con la OTAN. En otras palabras, si en la intimidad de los salones de la Casa Blanca se brindó con satisfacción por el golpe militar chileno, los hechos ocurridos en Portugal siete meses después despertaron no poca preocupación y escepticismo.

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Notas

1 Este artículo se enmarca en la ejecución del proyecto posdoctoral CA4/RSUE/2022-00156, modalidad Margarita Salas, financiado por el Ministerio de Universidades de España, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, y la Universidad Autónoma de Madrid.
2 Intelectual y político español de amplia trayectoria académica e institucional. Fue miembro del Partido Socialista Obrero Español. Diputado en Cortes por Madrid y alcalde de esta misma ciudad entre 1979 y 1986.
3 Un caso que se suele referir al respecto es el ocurrido en la población La Legua. Se trata de una zona residencial rodeada de numerosas industrias que en la época de la UP se caracterizó por la movilización y significativo apoyo al gobierno de Salvador Allende. El 11 de septiembre por la mañana diversos grupos de izquierda, algunos de los cuales se encontraban armados, se refugiaron en este sector con el objetivo de resistir el golpe militar. Hay testimonios que recuerdan un enfrentamiento cruento entre trabajadores y fuerzas policiales, llegando incluso a la destrucción de un vehículo uniformado (Garcés y Leiva 2005).
4 Al calor de este contexto, comenzarían a circular muy pronto las informaciones respecto a la liberación de presos políticos y el retorno de algunos exiliados que llevaban varios años en el destierro (La Voz de Galicia 28/4/1974: 1; La Voz de Galicia 1/5/1974: 30).

Notas de autor

* Doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). Actualmente es investigador posdoctoral de esta misma institución bajo la modalidad Margarita Salas.

Información adicional

Cómo citar este artículo: Morales Aguilera, F. J. (2024). De septiembre a abril. El golpe militar de Chile y la Revolución de los claveles portuguesa bajo la mirada de La Voz de Galicia. Relaciones Internacionales, 33(67), 200, https://doi.org/10.24215/23142766e200

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