Lenguaje pedagógico, filosofía e investigación: Relación con la construcción de pensamiento y cultura académica en contabilidad
Pedagogical Language, Philosophy and Research: Relationship with the construction of Thought and Academic Culture in Accounting.
Lenguaje pedagógico, filosofía e investigación: Relación con la construcción de pensamiento y cultura académica en contabilidad
LÚMINA, núm. 13, 2012
Universidad de Manizales
Resumen:
El artículo presenta una descripción de la relevancia del lenguaje pedagógico contable, que permite determinar la interacción entre las diferentes disciplinas filosóficas, con el fin de que los sujetos de la educación contable puedan interactuar y construir una expresión didáctica para el oficio docente en los programas de contabilidad. Se aborda la formación gnoseológica y epistemológica tanto del educador como del educando, desde tres ejes de análisis: la investigación y su importancia en el diseño curricular, la relevancia que toma la educación en ciencias y humanidades, y la cimentación de una verdadera cultura académica para la disciplina contable.
Palabras clave: Criterio cognoscitivo, pedagogía contable, disciplina contable, lenguaje pedagógico, cultura académica.
Abstract:
This paper gives a description of the relevance of the Accounting Pedagogical Language that allows us to determine the interaction between different philosophical disciplines, so that the users of Accounting Education may interact and build a didactical expression for the job of the teacher in Accounting Schools. Gnoseological and epistemological instruction, both at the teacher´s side and at the student’s side are considered from three perspectives of analysis: research and its importance in curriculum design, the relevance of education on sciences and humanities, and establishing a foundation for a true academic culture of the Accounting Discipline.
Keywords: Cognoscitive criterion, Accounting Pedagogy, Accounting Discipline, Pedagogical Language, Academic Culture.
Introducción
La discusión nacional e internacional sobre las diferentes fórmulas para enseñar contabilidad ha sido latente y continua, prácticamente, desde el momento cuando se agregó la contabilidad como programa universitario, situación que no ha generado una verdadera evolución pedagógica en la contabilidad y que no ha reflejado el esfuerzo de muchos contables preocupados por el desarrollo vocacional, epistemológico, deontológico y social de la profesión y de la disciplina.
La academia contable se encuentra fragmentada por las diferentes versiones que se tienen, acerca del concepto actual de contabilidad, lo que posee su origen donde, de manera directa o indirecta, los docentes de los diferentes programas de Contaduría, están inmersos en una discusión epistemológica que consideran tan ajena como el oficio investigativo al que están expuestos en el adelanto de su servicio a la universidad, entendiendo el alma mater como eje fundamental en el desarrollo del conocimiento humano, situación que posee una explicación racional en el hecho descrito por Gómez (2006, p. 40), quien especifica que los oficios de profesor contable en Colombia son desarrollados por profesionales de la Contaduría, mas no por académicos de la contabilidad.
Este trabajo busca presentar una línea argumentativa sobre la importancia que tiene para el desarrollo de la contabilidad, el impulso de un proceso de concientización sobre la estrecha relación que posee el conocimiento contable con el proceso educativo y la formación humanística, así como el valor que conserva el proceso de retroalimentación del raciocinio pedagógico, elementos fundamentales para la construcción de cosmovisiones y didácticas que permitan interpretar los diversos contextos en busca de mejores elementos de juicio y ejes problematizadores, fundamentales para la solución de las complicaciones humanísticas y la re-significación del conocimiento como eje fundamental del desarrollo.
Pedagogía contable y cognición docente: entre educar para la vida e instruir para la labor
A menudo, los estudiantes de Contaduría Pública expresan una indisposición hacia la forma como los educadores pretenden difundir los saberes. Es más, muchos docentes expresan que es menester del educando buscar los elementos de juicio para entender a plenitud la terminología utilizada, situación, cuyo caballo de batalla, es el modelo de competencias que, aunque en esencia no pretende reducir las responsabilidades del docente, sí ha permitido un olvido del oficio pedagógico-didáctico y la responsabilidad social de quien educa. Este problema, ha asentido la existencia de un fenómeno de servilismo universitario, generador de las corrientes técnicas e instrumentalistas del conocimiento que en la actualidad han permeado el currículo y la actividad docente, al punto de limitar el desarrollo de las ciencias, a expensas de una visión de adhesión organizacional de los saberes, tal como lo asegura el profesor Quijano (2002, p. 65):
“La reforma curricular contable, bajo el esquema de competencias, a pesar de contar con referentes de importancia y con algunas pautas institucionales, corre el riesgo de ahondar en el desarrollo de habilidades operativas que requiere el ya frágil mundo del trabajo, sin avances en las capacidades para acceder a diversas manifestaciones del conocimiento, de la vida pública y de la cotidianidad”.
Esta situación, ha generado un entorpecimiento del proceso evolutivo del lenguaje utilizado en la enseñanza de la contabilidad, su teoría, praxis, métodos y perfeccionamiento; en este proceso histórico, es notorio que la educación profesional ha terminado reducida a una tecnificación donde no existen maestros sobre el quehacer profesional y el devenir social, existen profesores y encargados de la instrucción técnica y la vida práctica.
Relevancia del lenguaje pedagógico contable
En la búsqueda que la academia ha realizado sobre las herramientas que garanticen el progreso del conocimiento contable, se desarrolló un conjunto de limitaciones argumentales, toda vez que las manifestaciones críticas con relación al conocimiento propio de la disciplina y su historia, no poseen un proceso de difusión apropiado ni dentro, ni fuera del alma mater. Al contrarrestar esto con las funciones del lenguaje en relación con conocimiento humano, encontramos serias falencias en el plano de la educación contable; para uno de los principales precursores de la inmersión del lenguaje matemático en la lógica filosófica (desde el realismo y el positivismo como postura filosófica), Bertrand Russell (1983, p. 69-75) el lenguaje es la herramienta esencial para hacer afirmaciones, transmitir información, expresar emociones, influenciar la conducta ajena, dar órdenes, formular preguntas, socializar el conocimiento, entre otras diversas funciones de la expresión humana. De esta aseveración, se puede inferir, que en el oficio de la enseñanza, el educador debe concebir una serie de disertaciones que le permitan regular la relación entre el conocimiento y los educandos, para dar cumplimiento al currículo y desarrollar la labor que, institucionalmente, se le ha encomendado; de ahí, que la principal función del lenguaje pedagógico sea construir una serie de expresiones que le faciliten al docente interiorizar el conocimiento en el estudiante y concientizarlo de la importancia de las nociones adquiridas.
Para esto, el docente debe poseer una herramienta lingüística que toma vital importancia para una disciplina en construcción académica como la contabilidad, la semántica, la cual, permite relacionar elementos lingüísticos como las oraciones, los objetos, las propiedades y los hechos (Muñoz, 2006). El lenguaje pedagógico, enmarcado en una semántica facilitadora del entendimiento didáctico de la contabilidad y los conceptos, permite al docente generar un proceso de razonamiento crítico en el estudiante, lo que suscita una necesidad de opinar sobre el conocimiento adquirido e impactar teóricamente el desarrollo de la disciplina, para proceder a socializar las conclusiones preliminares y, si fuera del caso, iniciar un proceso investigativo.
Este efecto en el estudiante tiene su génesis en la evolución del lenguaje pedagógico, ya que, en la actualidad, la academia contable se ejerce bajo la presión objetivismo necesario para la práctica, que muchas veces omite el entendimiento subjetivista del quehacer contable y que requiere la construcción de un lenguaje cognitivo1 y una semántica del mismo tipo para la transmisión de los saberes.
Irrupción de las disciplinas filosóficas en la educación contable
La cognición de quien educa es un faro orientador para quien navega por el amplio océano del discernimiento, por lo que la máxima expresión del servicio docente se instituye, una vez que se une la naturaleza práctica del conocimiento y su constitución teórica en desarrollo, logrando un entendimiento didáctico de los saberes. Esta máxima, divulgada a través de un lenguaje cognitivo usado por el docente, libera las opiniones del cumplimiento de la filosofía de la educación.
Para la construcción de un lenguaje cognitivo se debe entender el aporte que las diferentes disciplinas filosóficas hacen a la enseñanza de los diferentes conceptos y su aplicación a la realidad. De esta manera, las diferentes disciplinas filosóficas proveen una serie de elementos que mejoran, instituyen y facilitan el desarrollo de la disciplina contable y su lenguaje pedagógico, sin dejar de lado la importancia que tienen en el cumplimiento de las funciones primordiales del oficio pragmático de la profesión contable, enmarcada en las decisiones organizacionales, los procesos de valoración del activo, el sostenimiento del capital, la renta y el control organizacional, entre muchos otros campos
El proceso de elaboración de un lenguaje pedagógico debe poseer criterios tanto disciplinales como profesionales2, aunque la contabilidad, desde un punto de vista pedagógico, se debe entender como disciplina, debido a que se requiere una especulación que facilite el raciocinio crítico, el análisis y el proceso de la investigación como fundamento de la formación contable, es decir, se observa desde esta orientación teórica y académica, una contabilidad en constante problematización y construcción, con base en un conocimiento tecnológico y teórico (Gómez, 2006, p. 45).
Abordando la clasificación de las disciplinas filosóficas hecha por Escobar (1988, p. 20-21), se entienden por formalizados los problemas del discurso educativo contable y se sientan las bases para la construcción de la filosofía de la contabilidad, por lo que las disciplinas filosóficas tanto teóricas como prácticas, son parte importante del uso del lenguaje dentro de las aulas universitarias.
Las disciplinas teóricas como la teoría del conocimiento, la lógica y la filosofía del conocimiento, incentivan la creación de nuevos campos de conocimiento y constituyen nuevas formas de ver el saber contable moderno. El docente se alimenta de la teoría filosófica ya que ésta le provee coherencia discursiva, entendimiento histórico de los saberes y lo estimula a incentivar en los estudiantes la investigación. Por su parte, la filosofía práctica como intrínseca en la ética, la axiología, la estética, la filosofía del derecho, la filosofía social y política, la filosofía de la educación y la filosofía de la religión, dotan al educador de las herramientas para lograr las verificaciones de las teorías y hacen que los programas de educación se cimenten en la realidad social y faciliten al estudiante una experiencia profesional menos traumática.
Esta subsistencia filosófica del lenguaje y el léxico docente, demuestran la interdisciplinariedad del conocimiento contable y, más importante aún, corroboran que la academia contable está al servicio de la sociedad y de la profesión contable, de la misma manera, que la Contaduría y su oficio público provee las comprobaciones que requiere la investigación científica en contabilidad. Ante el lenguaje cognitivo aplicado a la educación contable y a la filosofía de la contabilidad, no existe diferencia entre el enfoque académico y el enfoque profesional del conocimiento contable, son procesos complementarios que constituyen el objeto de investigación y el medio de comprobación y verificación de las hipótesis y las críticas planteadas en los procesos de investigación e indagación.
Formación gnoseológica y epistemológica
Para lograr la construcción de un lenguaje cognitivo pedagógico adherible a la academia contable, se requiere un entendimiento gnoseológico y epistemológico3 de lo que se está enseñando, situación a la que es ajena la contabilidad y que se agrava más en casos como el colombiano, donde se presenta una comodidad al aceptar la visión técnica de la contabilidad, a expensas de un olvido de la visión disciplinal del conocimiento contable y la visión ética del deber ser contable, permitiendo una supeditación del oficio contable ante el cálculo fiscal.
El desarrollo y consolidación de un verdadero saber pedagógico en la universidad contable, parte de un proceso incluyente donde el ejemplo docente sea primordial en el desarrollo de la vida universitaria, lo que formaría una generación de estudiantes más receptivos hacia al conocimiento científico y la naturaleza social de los saberes sobre los que se están formando, principio que en la actualidad cobra vital importancia dada la actitud del educando, como lo manifiesta Giraldo (2006, p. 205), existe en el ahora de la educación contable una “indiferencia hacia el pensamiento reflexivo y filosófico, hacia la teoría como expresión del conocimiento científico”, falencia complementada con una irrisoria búsqueda del conocimiento por parte del educador, ya que como lo detallan Escobar y Lobo, citados por Gómez (2006, p. 45) “el profesor debe estudiar e investigar permanentemente, pues el conocimiento y su rol no se enfocan, principalmente, en la experiencia o en la posesión de la información, sino en la razón y en la contrastación con la realidad”.
El docente, en muchas ocasiones, afronta las clases como un proceso de propagación de conceptos que no comprende en términos gnoseológicos, como lo declara Zambrano citado por Mendoza (2006, p. 194): “el docente actúa sobre la base de la trasmisión del conocimiento y en la antesala del encuentro no se pregunta por la importancia y transcendencia de los saberes”. Esta situación genera un proceso de rezago epistemológico y pragmático de la disciplina contable debido a que, ni la investigación por parte del docente es consecuente con las exigencias que hace a los estudiantes, ni la aplicación técnica del conocimiento que entrega es concordante con las necesidades del mercado laboral y el contexto social. Es por esto, que se requiere una contextualización tanto de las teorías, como del quehacer pedagógico, ya que en la actualidad el proceso educativo genera una serie de prácticas artificiales y cosméticas que deterioran el proceso de formación (Carr, 1995).
La investigación como herramienta educativa y fundamento curricular
Las continuas discusiones en torno al conocimiento, la educación, la práctica y el desarrollo sociológico de la contabilidad deben, en primera instancia, generar un impacto sobre la estructura curricular, la importancia de la conducta ejemplarizante en la enseñanza de la investigación y, por supuesto, la formación integral y continua del docente, temas que en la actualidad toman vital importancia como lo describen Cardona y Zapata (2006, p. 218) con relación en los problemas curriculares de la contabilidad: “Un aspecto trascendental lo constituye el pretendido eje curricular: La investigación. En el investigar, radica la debilidad del ser docente. La gran mayoría de los profesores no investigamos, ni sobre el objeto de conocimiento disciplinal, ni hacemos de nuestro que hacer didáctico y pedagógico un objeto de investigación”. El abordar la interacción que posee la epistemología contable, la investigación y la pedagogía es un imperativo esencial para comprender de manera teórica lo que a diario viven los profesores y los estudiantes en los andares empíricos de una clase de contabilidad.
A lo largo del desarrollo de la labor pedagógica contable, subyace una divergencia entre la realidad del oficio contable en su dimensión técnica, la aplicación de la teoría contable y las metodologías de contabilización utilizadas en las organizaciones.
La estructuración de un lenguaje pedagógico promotor del reconocimiento de la naturaleza epistemológica e investigativa de la contabilidad requiere de un proceso de concientización disciplinal por parte del educador, debido a que la elaboración de las herramientas didácticas no puede poseer una naturaleza humanísticamente vacía, ni teóricamente confusa. El ser docente, profesa una sensibilidad hacia el conocimiento y su desarrollo, genera y constituye motivaciones con el fin de que las prácticas profesionales, tanto del docente como del estudiante, instituyan una fuente de saberes disciplinares, un punto de partida para la investigación y una garantía de cambio trascendente (Agudelo, 2006, p. 164). Particularidad que, en la actualidad, requiera de una indagación científica invasiva en los modelos educativos de la contabilidad, que parta del docente y se refleje en el actuar del estudiante, como lo describe Mendoza (2006, p. 198) “los docentes universitarios, al estar en la universidad, deben permitir la inserción de la pregunta en su pedagogía, así, se da paso a una de las funciones esenciales de la Universidad, la investigación. La Universidad es el espacio donde convergen los saberes, donde se desarrollan, no es un centro de capacitación”.
La creación de un razonamiento crítico en el educador constituye la esencia de la evolución del conocimiento en cualquier disciplina actual, para Martínez (2002, p. 147-148):
“La transformación del docente como administrador de unos saberes disciplinarios, a través de una cronología y de unos programas que repite consuetudinariamente, en un pensador, en un intelectual en un sujeto capaz de la búsqueda de múltiples relaciones con el conocimiento, con las ciencias, con el lenguaje, sólo será posible a partir del establecimiento de lo que significa el saber pedagógico y su correlato con las peculiaridades concretas de la práctica académica”.
El ejercicio pedagógico ligado al rigor de la investigación, constituyen las dos características esenciales de un docente con criterio cognitivo; por esta razón, el desarrollo conceptual del académico contable en gnoseología y epistemología lo dotan de herramientas indispensables para lograr la cúspide en su servicio a la academia y a la formación de pensadores sociales. En esta búsqueda, el docente debe evitar una de las mayores dificultades de la academia contable, caer en el verbalismo y las líneas argumentales triviales (García Duque, 2009, p.111).
Humanidades y pedagogía
La construcción de un criterio cognoscitivo docente posee un requerimiento esencial para que su utilización genere un impacto veraz en el actuar de los futuros profesionales: La inclusión de las humanidades en la labor pedagógica. Es de vital importancia que el educador forme con base en los cánones de las ciencias sociales y humanas al futuro Contador Público, nutra su lenguaje con lo enseñado por las disciplinas tanto fácticas como formales y se apoye en éstas, para lograr una concomitancia entre el oficio pedagógico y el contexto.
La inclusión de las humanidades en el proceso educativo fortalece la capacidad para generar procesos investigativos y ayuda a la creación de una real estructura moral profesional que facilite la actuación del contable, como lo sostiene Rojas (2006, p. 343):
“Obviando cualquier idealización sobre el progreso ético y moral de los hombres, creemos que la formación en ciencias sociales y humanas contribuye a que el futuro profesional elabore proyectos estratégicos de investigación y de administración que partan del absoluto respeto de la dignidad humana y de los ecosistemas (...), la incorporación de las ciencias sociales y humanas en un programa de Contaduría Pública, permite que el estudiante conozca, por un lado, que la modernidad fundó los derechos del hombre y las normas morales y legales que castigan sus desacatamientos.”
Los aportes de la filosofía y las humanidades a la enseñanza de la contabilidad son elementales para el desarrollo científico y social de la profesión, ya que los docentes adquieren una serie de herramientas que les permiten relacionarse con los estudiantes en términos de la “respetabilidad académica”4, sentar las bases de la humanización en los futuros educadores y establecer la plataforma sobre la que se desarrollará la investigación y se logrará un avance disciplinal en la contabilidad.
En el lenguaje utilizado por el docente, en su capacidad para comunicar la naturaleza social del conocimiento contable y la evolución epistemológica de la misma, radica la verdadera esencia de la transversalidad del currículo, ya que como lo denota Cano (2008, p. 84): “la formación que ha recibido el Contador Público a lo largo de los años, gira en torno a la figura que inspira el docente, como factor primordial del proceso de la comunicación del cono- cimiento, haciéndolo eje fundamental e indispensable para el cambio en la educación”. Por esta razón, el acto de educar no sólo puede enfocarse en instruir para una labor socialmente necesaria, debe plantear las reacciones éticas, disciplinales y pragmáticamente aprobadas a circunstancias ante las cuales el profesional actual incurre como un sujeto inerme debido a que “la contabilidad todavía es enseñada como habilidad técnica, más que como una disciplina intelectual. En las distintas áreas del saber contable se utilizan pobres metodologías que poco a poco menoscaban el estatus del contador que se forma” (Cardona y Zapata, 2006, p.41).
Toda disciplina u oficio posee una naturaleza y una función social, por esta razón, no se hace necesario obligar al estudiante a relacionarse con temas que no son de su interés para que adquiera conciencia de la naturaleza epistemológica y humanística del conocimiento que adquirió (Bunge, 1972), esta responsabilidad pesa sobre el acto moral docente5, su actualización constante, su capacidad investigativa y los métodos de enseñanza que considera didácticos y eficaces, es decir, la comunicación de las humanidades y la cientificidad del conocimiento contable dependen del criterio cognoscitivo docente.
En este sentido, Restrepo (2006, p. 184) describe que:
“La labor del docente universitario se tendrá que comprometer, además, con la formación en lo ético y formación de valores y ampliar visiones, puntos de vista para, de esta manera, formar ciudadanos críticos y reflexivos, dejando a un lado la enseñanza rígidamente memorística, con el fin de favorecer la producción de aprendizajes significativos para lo cual, es preciso, desde los conocimientos previos del aprendiz, (estudiante), que haya, además, coherencia en la estructura interna del material y secuencia lógica en los procesos, contenidos comprensibles, y el reconocimiento de la aplicabilidad de lo aprendido”.
El progreso de la academia contable, posee relación directa con la socialización del actuar de los profesionales y el reconocimiento de la importancia de su objetividad social, es trascendental que el estudiante adquiera conciencia de la importancia del conocimiento contable y del desempeño moral para la sociedad a la que sirve, lo que para la universidad contable representaría una construcción de raíces gnoseológicas y epistemológicas, ya que “la incorporación de las ciencias sociales y humanas a un programa de contaduría se fundamenta en tanto que proveen a los futuros profesionales, si ellos desean, de una capacidad racional para investigar y construir teorías, técnicas y procedimientos que humanicen cada vez más las relaciones hombre-hombre, hombre-naturaleza” (Rojas, 2006, p. 334).
Construcción de cultura académica en contabilidad
La integración de los saberes sociales en la formación de cualquier disciplina demuestra la necesidad de construir una cultura académica que provee una disposición continua de conocimiento y facilite el entendimiento histórico y la funcionalidad epistemológica y gnoseológica de la disciplina. La universidad contable, construida con base en un lenguaje cognitivo, requiere un proceso de culturización interna que modifique para bien, el medio externo a la academia contable, es decir, el actuar profesional, para esto, el primer proceso de contextualización de los saberes contables se debe dar en la propia academia ya que como lo asevera Loaiza (2009, p. 156), es necesario “liberar el lenguaje de la representación clásica, de las limitaciones lógicas impuestas por una verdad o por un significado de lo que se dice, y acercarlo más hacia la vida, que entre el lenguaje y la vida exista un lazo, un compromiso”.
Esta estructuración lingüística posee un objetivo primordial: la fraternidad académica entre los sujetos universitarios y el reconocimiento social de la profesión, una vez configurado este proceso de armonización se inicia un procedimiento de formalización de la cultura académica contable, que gracias a la interacción regulada de los elementos desarrolla un conocimiento de los tres macrocomponentes conceptuales de cualquier disciplina: la gnoseología, la historia y la epistemología, los cuales, en su interrelación, generan herramientas disciplinales mediante las que se resuelven las dificultades del oficio y el desarrollo de la disciplina.
De esta manera, se construye un conjunto de saberes disciplinales de naturaleza progresiva que, gracias al reconocimiento de su origen y a la constante reconstrucción de memoria histórica, conciben sistemas científicos de investigación, para Escobar (1988) el objeto de estudio de la filosofía es la “cultura humana”, por tanto, la cultura contable6 y, en especial, su elemento académico constituyen el factum de la filosofía de la contabilidad, elemento esencial en la construcción de la naturaleza científica del conocimiento contable.
La cultura académica contable se puede definir como la ligazón entre el objeto de estudio de la disciplina y los sujetos de la academia contable, de cuya relación se genera la construcción de las herramientas epistemológicas y se conceptualiza la gnoseología del conocimiento útil para el desarrollo técnico pero evolutivo y vanguardista en el mismo aspecto. Esta percepción, posee dimensiones éticas, organizacionales y, por supuesto, pedagógicas.
En este proceso de construcción cultural, el docente alcanza una vital importancia, ya que adquiere una valoración de sujeto persuasivo, se transforma en el punto de asociación entre el contexto social, el desarrollo disciplinal y el desempeño profesional, su función primordial no es difundir los procesos, es desarrollar los medios para contextualizar los saberes, es por esto, que el docente es el arquitecto de la cultura académica en contabilidad, es el encargado de que el nuevo profesional de la contabilidad emprenda el reto de reformar el saber contable “para dar transparencia a su fe pública y ser así, un digno garante de responsabilidad social” (Suárez, 2001-2, p. 142).
Esta percepción de responsabilidad social como fin de la formación profesional y referente de la actividad educativa del Contador Público, aleja de la cultura contable la visión de servidor técnico de que es objeto el profesional actualmente; no pretende hacer útil al Contador ante las organizaciones, reclama que éste sea “integral, crítico, reflexivo, altamente calificado y reconocido en todos los ámbitos como una persona útil a la sociedad, habilitado para ejercer responsablemente su profesión” (Restrepo, 2006, p. 183), el Contador, a ojos de la cultura académica, no es responsable del registro, es deontológicamente consciente de su relevancia social, es responsable de interpretar “las necesidades cambiantes del mundo contemporáneo y el acto pedagógico de su formación” (Suárez, 2009-2, p. 160), es consciente éticamente de la revelación plena y epistémicamente conocedor de la esencia económica sobre la forma jurídica.
La cultura requiere una constante evaluación, por lo que es necesario que las prácticas pedagógicas se interrelacionen y se retroalimenten permanentemente (Restrepo, 2006, p. 183), por lo antes expuesto, la cultura contable, la percepción disciplinal de la contabilidad y la integración de las humanidades en la educación, poseen como norte lo descrito por Suárez (2009-2, p. 160): “Formar un contador competente implica formarlo como pensador social mediante la integración armónica pedagógica”.
Una instigación a modo de conclusión
El proceso de construcción del lenguaje cognitivo educativo está exhibido al discernimiento formador de la memoria contable, por lo que es necesario que el educador entienda que su actividad está expuesta a la enseñanza de la historia y atada a una discusión epistémica.
Mucho antes de la era digital y la sociedad del conocimiento, Leibniz aseguraba que “No es admisible que los estudiosos y científicos, en lugar de elaborar y confrontar nuevas técnicas, pierdan su tiempo como esclavos en las fatigas del cálculo, que podía ser confiado a cualquiera, si se pudiera utilizar máquinas para ello”. (Citado por Suárez, 2001-1, p. 159).
La universidad contable debe promover una revolución interna, un proceso de retroalimentación donde el docente tome una “posición de humildad frente al saber, pues aunque se demandan ciertas habilidades y ciertos conocimientos del docente, él debe ser consciente de los imperfectos de su saber” (Mendoza, 2006, p. 199), la fidelidad ante el conocimiento es un requerimiento para la actividad profesional socialmente responsable, va más allá de la estructura curricular o de la disposición científica del educando. El docente respetable es el arquetipo del estudiante respetuoso y del profesional responsable.
Además, el académico contable debe entender que como lo atesta Suárez (2001-1, p. 154) “el respeto de la profesión contable puede dignificarse aún más, mediante su acceso a una lógica de autenticidad, reconocimiento y credibilidad en las esferas de las ciencias sociales”, en el oficio investigativo reposa la respetabilidad de la contabilidad y, es el docente, si los directivos lo permiten y la sociedad lo facilita (a través de los dirigentes y las instituciones), el encargado de incentivar y desarrollar la indagación científica como pilar de la vida estudiantil universitaria, aprovechando que en nuestro país como señala García Duque (2009, p. 113): “Hay un entusiasmo notable por hacer epistemología contable. Si se aprovecha de manera adecuada, puede representar una oportunidad para avanzar en la consolidación de una epistemología contable original y propia”.
Las falencias en la construcción de cultura académica en todas las aristas, es un problema coyuntural generado por la indolencia social hacia el desarrollo del conocimiento científico cuyo objetivo es dignificar al hombre, mas no servir al capital, situación que, en términos contables, se adolece más, dada la permanencia del patrimonialismo en la contabilidad y los sistemas de formación, tal como lo expresa López de Sa (1994), citado por el profesor Martínez Pino (2009, p. 203), el génesis de estas dificultades radica en la permanencia del patrimonialismo y la conveniencia que el sistema capitalista y la economía industrial han visto en abordar esta postura; en relación con esto, el profesor brasilero expresa:
El patrimonialismo continúa como una corriente viva, avanzando cada vez más profundamente, presentando obras de raro valor científico y filosófico en muchos países del mundo. Los “fenómenos patrimoniales”, o sea, todo lo que acontece con la riqueza hacendal, continúa siendo objeto central de estudio de las mejores obras de nuestro tiempo y la propia parte instrumental, formal, escritural, prosigue siendo normalizada dentro de una óptica nítidamente patrimonialista.
En la actualidad, se practica una contabilidad patrimonialista y, por ende, se responde a las necesidades de conservación del patrimonio con una instrucción patrimonialista y utilitaria, aún sabiendo que el contexto clama por un cambio de visión de la universidad contable, toda vez, que los problemas de interpretación en los mercados y las falencias en las estructuras financieras de las organizaciones requieren de criterio crítico e interpretativo y un celo por las necesidades sociales y no por los requerimientos de legitimidad de las organizaciones. Es necesario que las instituciones educativas colaboren en el desarrollo de marcos conceptuales para las contabilidades emergentes a la par que construyen de forma conjunta una verdadera interpretación contextual de la contabilidad y, por ende, una verdadera cosmovisión para la disciplina contable.
No sólo se requieren procesos regulativos tendientes a la normalización, se necesita de una perspectiva de humanidad en un acto humano como es la contabilidad y es indispensable establecer las bases de la crítica social contable y la reconstrucción histórica de la disciplina, desde perspectivas positivas o hermenéuticas, heterodoxas u ortodoxas, clásicas o vanguardistas.
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TUA, Jorge. (1988). Evolución del concepto de contabilidad a través de sus definiciones. En: Revista Contaduría. No. 13. Entrega: Septiembre de 1988.
VERGARA LARA, Gabriel. (2001). Ética sociedad y educación. Armenia, Colombia. Editorial Kinesis, p. 109-124.
Notas
La relación entre estas dos disciplinas filosóficas de orden teórico forjan las bases del discurso pedagógico, gracias a que el conocimiento teórico de una disciplina provee las herramientas para enseñar tanto su complejidad pragmática como teórica.
Para Suárez (2001-1, p. 142), el “reconocimiento del otro, presupone la responsabilidad académica”. Una vez la contabilidad aborde una respetabilidad académica como eje fundamental de las relaciones se logrará un mayor impacto por parte del lenguaje cognitivo, ya que el educando adquiere un entendimiento moral y social de su profesión, vela por el cumplimiento de la fe pública y busca un real desarrollo disciplinal, dando cumplimiento a su labor pragmática pero generando un proceso de discernimiento moral en relación con los actos propios y ajenos, es decir, se crea una inteligencia ética contable.