La aparición de un nuevo libro es siempre una celebración de la palabra y de la idea, y en el caso particular de Geografía de las memorias un aporte enriquecedor a la investigación literaria. En un mundo devastado por una crisis endémica, que socava a la sociedad, donde la utopía degradó en distopía, donde la guerra, el hambre, la peste y la muerte asolan a la humanidad, el hombre halla cobijo en la memoria para recrear un pasado, muchas veces ilusorio, que lo proteja de un presente ominoso. El libro de Diana Salem trabaja este componente esencial del sujeto contemporáneo. Un recorrido presuroso por los paratextos epigráficos que se engarzan en cada uno de los apartados muestra los varios pensamientos sobre el tema, incentivan el pensamiento y guían la lectura.

Abren el texto los versos de Zoraida González Arrili: «Solo trato de entender / a los fantasmas de mi memoria / con sus propios silencios / y olvidar el ladrido de los hombres, / sin amor y sin odios». A estas reflexiones continúan las de Esquilo: «La memoria es la madre de toda sabiduría”, y otras de no menor valía como la del filósofo italiano Norberto Bobbio: “Y el pasado revive en la memoria. El gran patrimonio del viejo está en el maravilloso mundo de la memoria, fuente inagotable de reflexiones sobre nosotros (…). El repliegue hacia el pasado nace de la conciencia de que se ha llegado al final del viaje». Pero, centrémonos en el trabajo de Salem, quien a través de diferentes enfoques despliega líneas dinámicas de pensamiento para entender cómo y por qué se narra una vida.

La autora recorre un abundante y actualizado acervo bibliográfico, a partir del cual dialoga con críticos destacados como Philippe Lejeune, Georges Gusdorf, Jean Starobinski, Paul de Man, Jacques Derrida, Umberto Eco, Astrid Erll, Aleida Assmann, Birgit Neumann y Antonio Damasio, entre otros. Salem explora los conceptos de tiempo, ficción, cultura e identidad, apoyándose en los teóricos citados y trabaja en profundidad el concepto de memoria a la luz de los nuevos paradigmas. Comparte y rebate opiniones extrayendo pensamientos medulares que utilizará para construir su propio andamiaje especulativo. Acuerda con el enfoque interdisciplinario, los recientes aportes de la neurociencia y los ritmos neurobiológicos de la conciencia, para ahondar en el tema. Al abordar la autobiografía asiente en que el yo autobiográfico es necesariamente ficticio y el impulso que lo domina encierra una especie de conciencia autorreflexiva.

También la propuesta incluye otros modelos de escritura autorreferencial como el diario y la epístola. La investigadora se ocupa además, en esta primera parte teórica, de la autoficción, a la que otorga significativa relevancia y en la cual es timonel experta, y de la automedialidad, esto es diferentes prácticas del lenguaje, escritas o no, como la fotografía, la pintura, los museos, los medios audiovisuales, el manga, el cómic, los medios digitales, el blog y el ‘whastsapp’, vinculados con enfoques interdisciplinarios, y otras expresiones alternativas como el teatro y el cine, que explotan la subjetividad desde otros ámbitos

Entre los diversos puntos de interés que presenta el ensayo sobresale el titulado «Algunos textos inclasificables», en el que se presentan: El libro de Aurora, de Aurora Bernárdez; Verde Agua, de Marisa Madieri: Todos éramos hijos, de María Rosa Lojo, Bautismo de la memoria, de Daniel Del Percio; El vespertillo de las parcas, de Arturo Carrera; y La joven Parca, de Paul Valéry. Diana Salem cala hondo en la espesura de los textos y en el análisis exhibe su habilidad de investigadora consumada.

Asimismo, se ocupa del «falso» diario de Daniel Pennac, Diario del cuerpo, y la novela-diario de Rosa Montero La ridícula idea de no volver a verte, en que se une el relato autobiográfico con el diario. La escritora española comparte la opinión de Roland Barthes para quien toda autobiografía es ficcional y toda ficción autobiográfica.

Al examinar el género epistolar, Salem se centra en la correspondencia de Héctor Bianciotti y hace girar el rastreo principalmente en las Cartas a un amigo sacerdote, de las cuales realiza un enjundioso análisis.

La hibridez genérica y el proceso de ficcionalización de los Cuadernos de Lanzarote son materia de estudio para indagar la modalidad autorreferencial de Saramago. El ejercicio autorreferencial de los Cuadernos, al participar de diversos textos, conforma una red de intercambios textuales.

Por último, la autora se ubica para su investigación en el teatro de Juan Mayorga. Del dramaturgo español estudia dos obras relacionadas con la ‘Shoah’: Himmelweg y El cartógrafo, de las que comenta la recreación del pasado durante la dolorosa persecución racial. Es este escenario, en este teatro de la memoria -como tituló Leonardo Sciascia a una de sus narraciones-, en la que muestra una lúcida reflexión sobre la identidad y los engaños del recuerdo, Mayorga recupera los hechos pretéritos y los lee a la luz del desvío ético.

Geografía de las memorias. Ficciones auto/biográficas muestra una pluralidad de expresiones del yo, pero de todos los temas presentados, como lo indica el título, se exhibe el hilo conductor la memoria, que va enhebrando todas las singularidades discursivas detalladas. Como escribe Salem en el Epílogo:

Tanto la representación de la memoria cuanto el planteo acerca del modo en que el recuerdo aparece y por consiguiente, de qué manera se construye la identidad en los textos literarios se sitúan ligados a la experiencia subjetiva del tiempo y constituyen un laboratorio del que surgirán, en el futuro, nuevas y fecundas aproximaciones teóricas al universo ignoto de las memorias, relatos auto/biográficos o cualquier denominación que intente desentrañar el trabajo de desandar el camino hacia el trasfondo de uno mismo (Salem, 2022: 136).

Antonio Tabucchi define la memoria como una ‘falsaria formidable’, pues al reproducir recuerdos no lo hace de forma fiel, sino engañosa, por tal particularidad tiende lazos hacia la ficción. La memoria activa el recuerdo y este selecciona fragmentos del pasado que se espejan en la ficción de forma desdibujada o incierta y ello lleva a replantear las categorías de verdad y ficción como elementos concomitantes de las manifestaciones egográficas. Sus límites resultan con frecuencia tan endebles que en la actualidad se ha acuñado un neologismo para ampliar su campo semántico: la «posverdad» o mentira emotiva, una verdad que es parcial y que tiene una fuerte marca subjetiva, una distorsión deliberada en que los hechos objetivos son desviados por las emociones y las creencias personales. Como señalara Vargas Llosa la ficción expresa una curiosa verdad que solo puede manifestarse encubierta, disfrazada de lo que no es. La ficción enriquece la existencia de los hombres, la completa y, transitoriamente, los compensa de esa trágica condición que es la muerte. El relato de una vida satisfaría, en parte, su anhelo de eternidad.

El abarcador ensayo de Diana Salem presenta multiplicidad de ejes que el pulso firme de la autora calibra con destreza, así se relevan diferentes tipos de la escritura auto/bio/ficcional, conformando un holgado corpus por medio del cual se activa el análisis pormenorizado. Por lo tanto, el texto se constituye en bibliografía de consulta para quienes se interesen en el tema, por su trabajo sistemático, su claridad expositiva y su abarcadora visión conceptual. Un texto de goce, para recordar a Barthes, que invita al lector a abandonar su área de confort y reflexionar sobre la tan debatida y actual cuestión de las manifestaciones egográficas, pues se trata de una problemática abierta, de un ‘work in progress’ de la crítica, en que todo planteo, definición o conclusión resultan momentáneos, tal es su sinuoso movimiento ondulatorio.

Referencias:

Salem, Diana B. (2022). Geografía de las memorias. Ficciones auto/biográficas. Buenos Aires: Editorial Biblos.

Notas de autor