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Foro historias locales. La historia de Maldonado y su región
Es posible identificar seis momentos al analizar las producciones escritas que se han propuesto reconstruir las historias locales de Maldonado y su región desde el escenario local. Un primer momento, entre 1889 y 1921, se inicia con un abordaje cuantitativo del territorio,[1] prosiguiendo luego con textos producidos por inspectores de primaria,[2] en particular Julián O. Miranda.[3] [4]
El segundo momento se inicia con Maldonado en el siglo XVIII,[5] de Atilio Cassinelli,[6] el primero que cita fuentes documentales. Su trabajo fue premiado en un certamen municipal, quizá el primer intento por estimular la investigación histórica local. Fue publicado por la Revista Histórica del Museo Histórico Nacional, publicación que estimuló la realización y difusión de investigaciones locales. En ella Carlos Seijo publicó un trabajo sobre el pasado indígena,[7] más otro sobre la iglesia colonial de San Carlos en la Revista de la Sociedad Amigos de la Arqueología.[8] En esta se publicaron textos relacionados a la industria cerámica y las fortificaciones de Maldonado.[9] [10]
Entre 1929 y 1938 se publicaron varios textos referidos a Maldonado,[11] dos sobre el pasado carolino,[12] más un estudio de la arquitectura colonial fernandina.[13] Este período se cierra con la publicación de las investigaciones de Caillet-Bois, historiador argentino que cita profusa documentación, principalmente del Archivo General de la Nación de Argentina.[14]
La publicación del libro Maldonado y su región del historiador Carlos Seijo marcó un hito en la historiografía local, renovando la concepción temporal y espacial, con una mirada superadora de la historia fernandina por una visión plural, en clave de territorios interrelacionados. Un estudio interdisciplinario que releva importantes archivos e incluye una profusa bibliografía. Este pintor e ilustrador, fotógrafo, periodista, coleccionista, arqueólogo e historiador, escrutó el territorio con ojos nuevos, demostró un marcado interés científico por el pasado y resignificó el valor y la relación de Maldonado con su historia, procurando su conservación y recuperación.[15] En la actualidad un equipo del Instituto Uruguayo Argentino (IUA) trabaja en la reedición de este libro.[16]
Entre 1945 y 1957, coincidiendo con la conmemoración del proceso fundacional de Maldonado,[17] se publicaron relevantes aportes bibliográficos,[18] en especial de Francisco Mazzoni.[19] Este profesor y director del liceo de Maldonado introdujo la historia local en las aulas, renovó la visión del pasado fernandino y erigió un importante museo,[20] transformándose en un tenaz defensor del patrimonio local. Por entonces comienza a publicar Florencia Fajardo Terán, quien efectuó relevantes aportes al estudio del pasado, agregó cientificidad estudiando la historia local de manera documentada y profundizando el análisis regional.[21]
Un cuarto momento, entre 1965 y 1988, se inicia con Barreda Laos,[22] un historiador peruano que propone una periodización innovadora del pasado local. Mientras prosigue la fecunda producción bibliográfica de Fajardo,[23] se inicia la de otra historiadora clave: María Amelia Díaz de Guerra. Maestra, estudiante de la Facultad de Humanidades y docente de historia en secundaria, sus investigaciones renovaron temas y metodologías enriqueciendo la relación de Maldonado con su pasado,[24] erigiéndose en una referente ineludible. En el año 1968 aparece La Ballena de Papel,[25] una revista cultural que se editó hasta 1972,[26] que tuvo a Díaz de Guerra como una de sus protagonistas y marcó una nueva etapa en la historiografía local. Este período concluye con Historia de Maldonado de Díaz de Guerra, fundamental aporte bibliográfico en clave interdisciplinar y regional.
Un quinto momento, desde la década de los '90 hasta principios del año 2000, abarca una variada producción bibliográfica con nuevos asuntos de investigación.[27] Fernando Cairo inicia en ese período su producción bibliográfica, destacándose la aparición de la editorial Torre del Vigía.
Diversos han sido los asuntos de investigación abordados por autores locales, con variado rigor académico según los casos, cuya revisión parcial nos revela esa pluralidad. La historia reciente ―en particular la última dictadura en San Carlos y Maldonado―,[28] libros de fotografías,[29] reediciones o recopilaciones de autores locales,[30] el lenguaje en clave local,[31] la masonería y su llegada al territorio,[32] el patrimonio rural e industrial de Maldonado, son algunos de los nuevos tópicos.
También encontramos producciones sobre San Carlos y la región,[33] la historia de Punta del Este y su consolidación como balneario,[34] memorias de habitantes y personalidades del balneario puntaesteño,[35] [36] arte y artistas en Maldonado,[37] aportes a la historia de los partidos,[38] investigaciones con enfoque de género,[39] pesquisas sobre la historia de Maldonado en general,[40] historias de determinados territorios en particular,[41] abordaje de figuras históricas,[42] la novela histórica,[43] más recientes investigaciones sobre la esclavitud en Maldonado,[44] entre otros. Muchas de estas publicaciones han abordado tópicos inéditos, inexplorados o analizados de forma tangencial, lo que supone un avance en el conocimiento de nuestras historias locales. Integrar esas investigaciones, sistematizarlas, difundirlas y ponerlas en manos del mayor número, poner en diálogo a esos investigadores y fortalecer un trabajo en red y colaborativo, son acciones imprescindibles.
La investigación sobre construcciones subterráneas de Maldonado,[45] se ha constituido en un relevante aporte al conocimiento de un polémico tópico en que memoria e historia confrontan. También desde la sociedad civil parten acciones tendientes a promover y difundir investigaciones sobre historia local. Se destaca la reciente creación del Instituto María Díaz de Guerra.
En los últimos años se advierten esfuerzos en la educación formal tendientes a profundizar el vínculo entre las aulas y la historiografía local, promoviendo y desarrollando habilidades de investigación en las generaciones jóvenes vinculadas a las historias locales.[46] Se aprecian innovaciones en esa dirección que incorporan a la investigación la producción audiovisual y la valorización patrimonial de sitios claves de las ciudades.[47]
Se verifica un resurgimiento del interés por las historias locales en los medios digitales. Al igual que en otros sitios han surgido, en particular en la red social Facebook, grupos que se han constituido en verdaderos repositorios de memorias y fuentes primarias, en particular fotografías y documentos.[48] Otra iniciativa relevante ha sido promovida por el mencionado IUA, creando en 2015 un Banco de Historias Locales virtual. Documentos, fotografías, audiovisuales y otros, muchos aportados directamente por familias de la zona, se encuentran allí publicados, es un repositorio de memorias que ha crecido considerablemente en pocos años.[49]
En el primer número de La Ballena de Papel (01/06/1968) se indicaba que era su propósito la difusión cultural y social de lo que acontecía en Maldonado, procurando el contacto con otras localidades del «interior», luchando contra «innumerables obstáculos» en especial «el aislamiento», con énfasis en los «aspectos diferentes de nuestro pasado que permanecen a la espera de un toque de atención». Se proponía «contribuir a la difusión de valores del interior del país», ayudando «a la interpretación de la realidad nacional». Toda una declaración sobre el estado de situación y los desafíos de aquellos años. Los diversos territorios de Maldonado, ahora escrutados por los historiadores y las voces que de ellos surgían, los esfuerzos por apartarse de una interpretación excesivamente montevideana, las inéditas transformaciones que acontecían en el territorio debido al despegue de Punta del Este como balneario internacional o la propia realidad histórica (el grueso de las producciones bibliográficas de los autores mencionados se ubican desde la década de 1940 en adelante) son algunos factores que debemos tener presente, pues condicionaron aquella producción.
En la actualidad persisten esos desafíos. En primer lugar, la propia construcción histórica de un país unitario y fuertemente centrado en Montevideo. Aún se emplea la categoría «interior» para referir a todo aquello que no es Montevideo, sin advertir la heterogeneidad de esos territorios. Lo que denominamos historia nacional muchas veces es historia montevideana con pretensiones de abarcar a todo el país. El desconocimiento de la heterogeneidad territorial vale también para Maldonado y su región, pues en general se difunden historias centradas en sus principales ciudades (Punta del Este, Maldonado, San Carlos), pero no en otras localidades del departamento ni en su medio rural. Contribuye al desconocimiento señalado la falta de difusión y apoyo a las producciones procedentes de los diferentes territorios de Maldonado y la desconexión existente entre ellas. Ver a Maldonado y su región sigue siendo un desafío. Incluso al pensar la ciudad es necesario reparar en su heterogeneidad en clave barrial, de clases sociales, origen étnico, género, etc.
Los investigadores actuales debemos desplazarnos a Montevideo para acceder a los archivos, consultar prensa periódica, entrevistar a informantes calificados, tomar cursos, etc. Esa fuerte concentración del acervo cultural supone un desincentivo, si bien en los últimos años se aprecian esfuerzos para digitalizar y poner a disposición en internet publicaciones periódicas o libros de autores,[50] aún queda mucho por hacer. En relación con los archivos, supuso un paso relevante la creación y puesta en funcionamiento del Centro de Documentación Histórica de Maldonado, localizado en la capital departamental, bajo el impulso de Díaz de Guerra. Sin embargo, ese espacio debe continuar consolidándose y creciendo, incluso en clave territorial.
El ejercicio de investigar y producir sobre el escenario local es parte de un proceso de búsqueda de identidad y en ocasiones es concebido como una lucha ante la «amenaza» de fuerzas externas que la asedian. La visión histórica excesivamente montevideana o los procesos de aculturación impuestos por fuerzas globales, determinan en ocasiones una profunda reacción localista cerrada a la mirada de esos escenarios globales o nacionales.
Debe considerarse también que la tarea a la que referimos requiere la acción de instituciones terciarias del medio contribuyendo a la producción de nuevo conocimiento y la profesionalización. Maldonado, donde era bajo el porcentaje de población con formación terciaria, ha logrado una paulatina reversión de esa realidad desde la segunda mitad de los años noventa.[51]
Otro escollo constituye la falta de apoyos económicos e institucionales para acometer la tarea de investigar y publicar. Los costos que insume desplazarse a Montevideo o que deben afrontarse para publicar un trabajo de investigación, son muchas veces obstáculos insuperables. Han efectuado una contribución trascendente para superar esa realidad los Fondos Concursables para la Cultura (Ministerio de Educación y Cultura), al igual que en su momento los fondos ProCultura o el actual Fondo de Incentivo Cultural de la Intendencia de Maldonado. ◊