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Visibilidad femenina en el diseño industrial. Un panorama general entre el siglo XIX y principios del XX y algunas ideas desde el contexto mexicano
Feminine visibility in industrial design. A general overview between the 19th and early 20th centuries, and some ideas from the Mexican context
A&P continuidad, vol. 12, núm. 22, pp. 11-22, 2025
Universidad Nacional de Rosario

Temas Libres

A&P continuidad
Universidad Nacional de Rosario, Argentina
ISSN: 2362-6089
ISSN-e: 2362-6097
Periodicidad: Semestral
vol. 12, núm. 22, 2025

Recepción: 17 abril 2024

Aprobación: 16 diciembre 2024


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

CÓMO CITAR: Ferruzca Navarro, M. V. (2025). Visibilidad femenina en el diseño industrial. Un panorama general entre el siglo XIX y principios del XX y algunas ideas desde el contexto mexicano. A&P Continuidad, 12(22), doi: https://doi.org/10.35305/23626097v12i22.469

Resumen: La concepción del diseño industrial ha evolucionado significativamente, pasando de un funcionalismo utilitario en el siglo XIX a perspectivas más inclusivas en el presente. Sin embargo, su historia ha invisibilizado las contribuciones de las mujeres. Desde esta perspectiva, el feminismo, con sus distintas olas, se presenta como un marco para cuestionar y visibilizar estas aportaciones. Este trabajo se sitúa en un contexto global, con especial énfasis en México. Constituye un primer ejercicio exploratorio para analizar la relación entre diseño industrial, feminismo y contexto mexicano, proponiendo una narrativa más equitativa y útil para la docencia e investigación.

Palabras clave: inclusión, género, feminismo, mujeres, diseño industrial.

Abstract: The concept of industrial design has evolved significantly, from utilitarian functionalism in the 19th century to more inclusive present perspectives. However, its history has often overlooked women's contributions. From this view, feminism, through its various waves, is introduced as a framework to analyze and highlight these contributions. This study -which is situated within the globalization context- focuses on the pre-industrialization period up to the Bauhaus, with a special emphasis on Mexico. It explores the intersections between industrial design, feminist movements, and the local context providing a more equitable and useful narrative for teaching and researching.

Keywords: inclusion, gender, feminism, women, industrial design.

Introducción

Durante el último siglo, el diseño industrial ha evolucionado y se ha adaptado a los contextos históricos de cada época. Mientras algunos autores ubican su surgimiento en la Revolución Industrial (Salinas, 1992; Bürdek, 1994; Torrent y Marín, 2005), otros lo sitúan en el siglo XX (Vial, 2010). Esta disciplina ha transitado desde un enfoque funcionalista hacia perspectivas más inclusivas y sistémicas. Sin embargo, las contribuciones de las mujeres al diseño han sido escasamente documentadas, lo que plantea preguntas fundamentales: ¿dónde estaban las mujeres durante su desarrollo?, ¿cómo se relaciona el diseño industrial con el movimiento feminista?, y ¿qué sucedía en México en ese contexto?

El feminismo, con más de dos siglos de historia (Márquez Padorno, 2022), cuestiona las estructuras patriarcales y aboga por una sociedad más equitativa (Villaroel, 2007, p. 65). Sus diferentes olas ofrecen un marco crítico para analizar la evolución del diseño industrial, y situar este análisis en México, con su historia y diversidad cultural, permite explorar cómo las dinámicas globales y locales han moldeado los roles de las mujeres en la disciplina (González Lezama, 2015).

Este artículo explora la interrelación histórica entre el diseño industrial, los distintos momentos del feminismo y el contexto mexicano. Aunque se centra en el periodo entre la pre-industrialización y la aparición de la Bauhaus, aborda también la evolución de estos temas en una perspectiva de larga duración. Este recorte temporal no busca limitar el análisis, sino destacar un periodo clave en la consolidación de los tres ejes temáticos que estructuran este estudio. La extensión temporal hasta el presente se utiliza para enmarcar la evolución de estos ejes en una perspectiva de larga duración, mientras que el énfasis en el recorte propuesto se desarrolla con mayor profundidad en los apartados pertinentes. Este análisis busca entender cómo estas transformaciones paralelas interactuaron e impactaron la concepción de los objetos diseñados, así como los roles y aportaciones de las mujeres a la disciplina.

El artículo se organiza en cinco apartados. El primero –Diseño industrial y olas del feminismo– analiza la evolución del diseño industrial en relación con las distintas olas feministas, estableciendo un marco conceptual. El segundo apartado –Reflexiones sobre las aportaciones de las mujeres al diseño industrial– visibiliza las contribuciones femeninas durante el siglo XIX y principios del XX, tradicionalmente ignoradas.

El contexto mexicano, el tercer apartado, examina los factores sociales, políticos y culturales que influyeron en la participación femenina en el diseño en México en ese mismo periodo. El cuarto apartado –Reflexiones en relación con el cruce entre el desarrollo histórico del diseño industrial y el feminismo– presenta los hallazgos clave del estudio. Aquí se analizan las intersecciones entre teoría y práctica, y se incluye una tabla que resume los posibles impactos de las distintas olas del feminismo en la participación de las mujeres dentro del diseño industrial. Este espacio destaca los aspectos más relevantes del análisis y propone nuevas perspectivas sobre el tema.

Finalmente, en las conclusiones se subraya la relevancia de este análisis exploratorio para la comprensión histórica y teórica del diseño industrial desde una perspectiva feminista y sugiere líneas de investigación futura.

Diseño industrial y las olas del feminismo

Aunque este estudio se centra en un marco temporal delimitado entre finales del siglo XIX y principios del XX, este apartado amplía la perspectiva para analizar cómo las olas del feminismo y los paradigmas del diseño industrial se entrelazan en un contexto histórico más amplio, principalmente en Europa y México.

El diseño industrial ha evolucionado bajo la influencia de los avances humanos y las percepciones predominantes de cada época (Rodríguez, 1989). A la par, el feminismo, como movimiento social y político que lucha por la igualdad de género, ha enfrentado distintos desafíos históricos. Esta reflexión considera la representación de roles de género en la teoría y práctica del diseño industrial.

Se presenta una visión general de la evolución del diseño industrial (Fig. 1) con el objetivo de analizar las contribuciones de las mujeres y evaluar la influencia del discurso patriarcal en esta disciplina.


Figura 1
Paradigmas del diseño industrial y olas del feminismo.
Fuente: Elaboración propia.

Debido a la complejidad de los momentos históricos que han marcado el desarrollo del diseño industrial y el feminismo, se utilizó la propuesta de Márquez Padorno (2022) sobre la periodización de las olas del feminismo, a la que se sumaron los paradigmas del diseño industrial de Rodríguez (1989; 1995) y otros sugeridos por el autor del presente artículo. Este enfoque permite ubicar las circunstancias feministas que han influido en el diseño industrial. Asimismo, para la elaboración de esta figura se consideró la estructura desarrollada por Ceschin y Gaziulusoy (2016) en relación con la evolución del diseño para la sustentabilidad.

A partir de esta representación, surgen dos dimensiones clave. Por un lado, la dimensión reduccionista/expansionista, que muestra cómo el diseño industrial ha pasado de una definición limitada en el siglo XIX y principios del XX a una visión más amplia hacia finales del siglo XX, reflejando un cambio en los paradigmas teóricos (Vial, 2015, p. 8). En el feminismo, los movimientos también han ido incorporando más aspectos a su reflexión. Place (2023) destaca cómo el diseño material reproduce estructuras de poder, sugiriendo repensar los objetos desde una perspectiva inclusiva.

Por otro lado, la dimensión invisibilidad/visibilidad evidencia cómo la lucha por la igualdad de género ha transitado a una mayor presencia en el debate público, lo que ha facilitado el apoyo social hacia la equidad de género.

La figura destaca seis olas del feminismo y su impacto en los derechos de las mujeres y el diseño industrial, principalmente en el contexto europeo y estadounidense, aunque con influencias y desarrollos en otras regiones. La ola cero (previa a 1848) corresponde al feminismo ilustrado, que defendía la igualdad con base en la razón. Olympe de Gouges, autora de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1789), es una figura central de esta etapa, que antecede al primer manifiesto feminista, la Declaración de Seneca Falls (1848). Esta ola inicial resalta las primeras contribuciones femeninas al diseño de productos, como la orfebrería, costura y moda (Márquez Padorno, 2022).

La primera ola (1848-1968), conocida como la de las sufragistas, priorizó el derecho al voto, el acceso a la educación universitaria y la capacitación intelectual. Además, buscó igualdad para mujeres blancas y derechos para otras razas. Torres (2017) señala que la transición entre los siglos XIX y XX fue crucial para que las mujeres conquistaran ciudadanía social y civil, dejando atrás la exclusión en espacios clave.

En el ámbito del diseño, este periodo es significativo porque surgen principalmente en Europa las primeras escuelas accesibles para mujeres interesadas en las artes y los oficios. El crecimiento de la industria y los eventos como las guerras mundiales obligaron a integrar a las mujeres, de manera gradual, en actividades industriales.

La segunda ola (1968-1992), conocida como la de los derechos civiles, desafió las normas de género y promovió la emancipación económica y social de las mujeres. Aunque la Segunda Guerra Mundial introdujo el arquetipo de la mujer trabajadora, posteriormente se impulsó su regreso al hogar. Paralelamente, la lucha por los derechos civiles continuó, especialmente entre afroamericanos que exigían igualdad.

Una figura clave fue Betty Friedan, cuya obra La mística femenina (1963) denunció la opresión de género y dio inicio al movimiento de liberación femenina (National Women's History Museum, 2021). Hacia el final de esta etapa, surgieron reflexiones sobre la teoría y práctica del diseño, principalmente en el mundo anglosajón (Garone, 2003).

La tercera ola (1992-2013) se centró en la multiculturalidad y la diversidad, rechazando el universalismo de la ola anterior. Kimberlé Crenshaw introdujo la teoría de la interseccionalidad (1989), que analiza cómo raza, género y clase interactúan en las experiencias individuales.

El feminismo de esta etapa se expresó en manifestaciones artísticas como la música, la literatura y el arte. Destacó el movimiento Guerrilla Girls (Fig. 2), que denunció la opresión en las artes visuales a través de carteles y medios visuales (Tate, 2018). En literatura, Judith Butler argumentó que el género es una construcción social, performativa y sujeta a análisis desde diversas perspectivas.


Figura 2.
Guerrila Girls en la Bienal de Arte de Venecia.
Fuente: Dalbéra, 2005

La cuarta ola, centrada en la lucha contra la violencia sexual, es considerada breve y sin consenso sobre sus límites temporales. Márquez Padorno (2022) la ubica entre 2013 y 2020, con una interrupción por la pandemia de COVID-19. Cobo (2019) destaca su alcance global, naturaleza intergeneracional y el uso de espacios digitales como herramientas de difusión y organización. Varela (2020) sugiere que podría dar paso a una quinta ola.

En el diseño, Flesler (2015) investigó la relación entre los estudios de género y el diseño tipográfico en plataformas digitales, subrayando su papel para visibilizar problemáticas de género en espacios virtuales.

Una forma de entender la evolución del diseño industrial es a través de la propuesta de Rodríguez (1989; 1995), que inicia con la etapa de pre-industrialización, antes de 1912. Este periodo marca la transición entre la producción artesanal e industrial, estableciendo las bases del diseño moderno antes de que se formalizara en la Bauhaus.

Rodríguez identifica cinco paradigmas teóricos que guían el desarrollo del diseño industrial. El primero, de 1912 a 1932, tiene su origen en la Bauhaus, un movimiento que integró arte, tecnología y funcionalidad, definiendo las bases teóricas y prácticas del diseño industrial y enfocándose en la producción en masa para satisfacer las necesidades de la sociedad industrializada. La relación entre diseño e industria promovida por la Bauhaus fue clave para la profesionalización del diseño.

El segundo paradigma, entre 1932 y 1950, consolida el diseño como profesión funcionalista, adoptando el lema “la forma sigue a la función”. Influenciado por la producción en masa y la Segunda Guerra Mundial, este periodo destacó avances en diseño, aunque las mujeres enfrentaron barreras en espacios técnicos y creativos.

De 1950 a 1960, el diseño industrial adopta un enfoque más sistémico y metódico, marcando el tercer paradigma, en el que el método científico se introduce para los procesos creativos, consolidando al diseño como una actividad técnica y analítica. Las soluciones de diseño se orientaron hacia la eficiencia y funcionalidad, adaptándose a los avances tecnológicos y las transformaciones de la posguerra.

El cuarto paradigma, de 1960 a 1982, introduce una dimensión social al diseño, con una reflexión crítica sobre el consumismo y la proliferación de productos desechables. Esto llevó a los diseñadores a priorizar la sostenibilidad y la ética en sus trabajos, transformando la práctica del diseño.

Entre 1982 y 2000, la globalización impulsa el quinto paradigma. Los diseñadores enfrentan el reto de adaptarse a mercados interconectados, donde la diversidad cultural exige productos funcionales y atractivos para distintos contextos. La competencia global motiva la innovación, diferenciación y eficiencia como claves para destacar en un mercado saturado.

La propuesta original de Rodríguez se amplía con dos paradigmas adicionales. El sexto, de 2000 a 2015, se define por la revolución tecnológica impulsada por la computación e internet, con conceptos como diseño de servicios y experiencia de usuario (UX), que transformaron los enfoques del diseño hacia la interacción y la personalización, integrando tecnologías como el modelado 3D y plataformas en línea.

Desde 2015, el séptimo paradigma del diseño industrial aborda la complejidad global, enfocándose en sostenibilidad, globalización y problemas sistémicos. Integrando diversas disciplinas, prioriza el impacto ambiental, social y ético a lo largo del ciclo de vida de los productos, promoviendo el diseño circular, la regeneración y la resiliencia para enfrentar el cambio climático y fomentar un consumo sostenible.

Este esquema actualizado ofrece una visión integral de la evolución del diseño industrial, reflejando su adaptación a las transformaciones tecnológicas, sociales y culturales.

Reflexiones sobre las aportaciones de las mujeres al desarrollo del diseño industrial (siglo XIX, principios del XX)

Este análisis tiene como objetivo identificar eventos y figuras clave que ejemplifiquen las contribuciones de las mujeres en el diseño industrial. Aunque su participación laboral en este campo no comienza en este periodo, en los siglos XVIII y XIX, mujeres inglesas como Rebecca Emes, Welthian Goodyear, Ellen Dare y Elizabeth Haslewood destacaron en oficios como la orfebrería y la moda, influyendo en un concepto amplio del diseño (Scott, 1993; Valuations, 2022).

A pesar de que el feminismo aún no estaba formalizado, algunos objetos de diseño de la época reflejan las luchas de las mujeres por acceder a espacios tradicionalmente masculinos. El Bote Pap de Rebecca Emes no solo sobresale por su funcionalidad, sino que también simboliza el potencial de las mujeres como creadoras. Esta obra y otras de su autoría muestran el equilibrio entre lo tradicional y lo moderno de su tiempo (Fig. 3).


Figura 3.
Bote Pap (Emes, 1817).
Fuente: Wellcome Library, London. Licencia CC BY 4.0 http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/

Esta etapa preindustrial del diseño se enmarca en la ola cero del feminismo, donde el término trabajo de aguja (needlework) describía las actividades de las mujeres. Aunque hoy pueda parecer controvertido, en el siglo XVII este término reflejaba tanto el rol doméstico de la mujer como normas culturales y económicas, además de ser una forma de expresión artística que mostraba su creatividad y oficio. Sin embargo, esta visión no se aplicaba a todas las mujeres (Anika, 2018).

A mediados del siglo XIX, aunque predominaba una visión patriarcal de la mujer sumisa, comenzaron a producirse cambios en los empleos femeninos, pasando del trabajo doméstico al sector servicios, dando origen al concepto de trabajos de cuello blanco (Scott, 1993). A partir de 1850, las mujeres fueron excluidas de organizaciones sindicales y gremios relacionados con las artes y oficios (Medina-Vicent, 2017), lo que limitó su reconocimiento en el diseño de productos. A pesar de ello, figuras como Florence Kohler, de Estados Unidos, y May Morris, inglesa e hija de William Morris, destacaron en este campo, aunque Morris no recibió el crédito adecuado por sus contribuciones (Cooper, 2023). Un ejemplo emblemático de estas dinámicas es Clara Driscoll, responsable de las icónicas lámparas Tiffany, que combinan arte y funcionalidad, representando un estilo art nouveau y demostrando la participación de las mujeres en los estudios de diseño de la época (Fig. 4).


Figura 4.
Lámpara Tiffany (Driscoll, 1905).
Fuente: Jim Heaphy. Licencia CC h CC BY-SA 3.0 https://creativecommons.org/licenses/by-sa/3.0/deed.es

A finales del siglo XIX y principios del XX, se vivió una transición que buscaba ennoblecer la relación entre el arte, la industria y el trabajo manual, marcando el primer paradigma del diseño industrial. La participación femenina en el diseño era limitada, pero el deseo de generar oportunidades económicas y desafiar los roles de género tradicionales llevó a las mujeres a crear espacios que influyeron en el desarrollo del diseño industrial, gráfico y la arquitectura.

En Alemania, ante la negativa de integrar a las mujeres en el Gremio de Trabajadores del Arte, se fundó en 1907 el Gremio de Mujeres de las Artes y se organizaron exposiciones a través de la Asociación del Empleo de Mujeres (Thomas, 2015). Estos eventos fueron fundamentales para el movimiento alemán de diseño y arquitectura, el Werkbund, que promovió una reforma social. A pesar de los obstáculos, las mujeres contribuyeron significativamente al Werkbund, influyendo no solo en el diseño y la arquitectura, sino también en las discusiones sobre la reforma del vestuario, buscando mayor funcionalidad y libertad de movimiento. Esto inspiró a arquitectos como Hermann Muthesius y Henry van de Velde a considerar la reforma del vestuario como un modelo de diseño (Stratigakos, 2003, p. 502).

Este periodo consolidó conceptos de diseño que perduran hoy, como la funcionalidad y la ergonomía. Mujeres como Anna Muthesius, Lilly Reich y Oppler-Legband, responsables del diseño del pabellón La Casa de las Mujeres para la exposición del Werkbund, ayudaron a aumentar el reconocimiento del papel de las mujeres en el diseño y la arquitectura. Sin embargo, el acceso limitado a la educación para mujeres fue una demanda clave de la primera ola del feminismo. En la Bauhaus, las mujeres enfrentaron estereotipos de género y barreras en el proceso de ingreso, la elección de talleres y la escasa participación femenina como docentes (Moisset, 2020, p. 168; Johnson, 2020, p. 56). Este fue el contexto en el que las mujeres se desarrollaron durante el primer paradigma del diseño industrial (1912-1932).

El contexto mexicano

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, mientras Europa experimentaba un auge económico e industrial, México vivía una realidad diferente (Gaytán, 2009, p. 86). La cultura patriarcal prevaleció, dificultando avances hacia la igualdad de género, y los recursos se concentraron en los conflictos bélicos, limitando el impulso de iniciativas a favor de los derechos de las mujeres. La desigualdad social caracterizó gran parte del México del siglo XIX, reflejando la complejidad de una nación en construcción (Pérez e Illades, 1998, p. 77). Sin embargo, a mediados del siglo XIX comenzaron a surgir esfuerzos por promover la igualdad, como el Congreso Constituyente de 1856, donde algunos liberales abogaron por el reconocimiento del papel de las mujeres en la sociedad y su contribución durante la Guerra de Reforma (Galeana, 2015, p. 12).

La participación económica de las mujeres en el México del siglo XIX ha sido poco estudiada (Pérez, 2003, p. 80). Sus principales actividades incluían servicios, trabajos artesanales, comercio y labores del hogar. Hacia mediados del siglo XIX, las mujeres representaban el segundo grupo con mayor participación en actividades artesanales en la Ciudad de México, aunque en menor proporción que los hombres (p. 87).

En el ámbito artesanal, predominaban labores como la textilería, el cuero y la cerámica, sectores clave en el contexto económico y cultural de la época. Sin embargo, las mujeres no se beneficiaron plenamente de las iniciativas educativas del periodo. Ejemplo de ello son la Escuela de Artes (1843), la Escuela Industrial de Artes y Oficios (1856) y la Escuela Nacional de Artes y Oficios para Hombres (1867), alineadas con iniciativas europeas y la lucha feminista por el acceso a la educación (Villeda, 2022, p. 22; Pérez, 2021, p. 811).

En 1871, durante la presidencia de Benito Juárez, se creó la Escuela de Artes y Oficios para Mujeres con el objetivo de preparar a las mujeres para integrarse a la actividad productiva mediante formación especializada (Márquez, 1992). Alineada con los principios de la primera ola feminista, esta institución buscaba fortalecer sus capacidades intelectuales y facilitar su incorporación a actividades industriales. Los cursos ofrecidos incluían fotografía, talla en madera, platería, dibujo natural, geometría y modelado en yeso, materias que sentaron las bases de contenidos actuales en escuelas de diseño industrial.

El desarrollo del diseño industrial en México estuvo influenciado por los contextos sociales y económicos de la época. Durante el siglo XIX, la falta de infraestructura y recursos limitaba el impulso del diseño, aunque la producción artesanal se mantuvo como un componente clave de la identidad cultural nacional (Álvarez y Comisarenco, 2008).

En el Porfiriato, comenzaron a sentarse las bases del diseño industrial mexicano, con la apertura de centros industriales que impulsaron la incorporación de mujeres a la producción fabril, siguiendo tendencias globales (Rodríguez, 2023). Sin embargo, las desigualdades sociales llevaron a la Revolución Mexicana de 1910, en la que la participación femenina fue crucial, con mujeres desempeñando roles en la guerra y contribuyendo al cambio social.

Mientras tanto, la Bauhaus se establecía en Alemania, marcando un contraste con el desarrollo del diseño en México. La formalización del diseño en México comenzó en 1961 con la fundación de la Escuela de Diseño y Artesanías (EDA), aunque ya se habían dado pasos importantes en los años previos, como el Taller de Integración Plástica (1949) y el Taller de Artesanos Carlos M. Lazo (1952), los cuales buscaban integrar el diseño artesanal a la industria nacional.

En este contexto, destaca la figura de Clara Porset, una diseñadora cubana exiliada en México desde 1936, quien desempeñó un papel crucial en la configuración del perfil profesional del diseño en el país. En la exposición El arte en la vida diaria (1952), Porset recomendó al gobierno mexicano integrar el diseño a la industria y establecer escuelas especializadas para fomentar su desarrollo (Rodríguez, 1982; Reyes, 2021).

La participación de las mujeres en esta etapa inicial del diseño fue fundamental para consolidar un ideal nacionalista que, según Reyes (2021), buscaba dotar a las actividades artesanales de una función democrática y social. Este ideal consistía en integrar las artes y oficios en la vida cotidiana, acercando el diseño al pueblo. Además, fomentaba la integración de técnicas artesanales como un elemento importante del sistema productivo, al mismo tiempo que incorporaba elementos visuales del arte popular para dar forma a una industria con una identidad nacional distintiva.

Para terminar esta sección, se presenta la figura 5 con el fin de contextualizar la situación de México en relación con la evolución de los paradigmas del diseño industrial y del movimiento feminista. En ella se señalan algunos eventos históricos que han influido en el desarrollo histórico de este país. Por ejemplo, se señalan las diferentes intervenciones que nos han llevado a la guerra, el Congreso Constituyente de 1857 en donde se busca reconocer el papel de la mujer en la historia de México, la creación de la primera Escuela de Artes y Oficios para Mujeres en 1871, así como la realización del 1er. Congreso Feminista en México en la segunda década del siglo XX.


Figura 5.
Diseño industrial, olas del feminismo y el contexto mexicano.
Fuente: Elaboración propia.

Reflexiones en relación con el cruce entre el desarrollo histórico del diseño industrial y el feminismo

El análisis histórico del diseño industrial en relación con el feminismo revela una influencia mutua que permite visibilizar las aportaciones de las mujeres a esta disciplina y comprender cómo ambos procesos han evolucionado en paralelo. Sin embargo, establecer una periodización precisa resulta complejo debido a la superposición entre los momentos de cambio en ambas historias.

Los cambios paradigmáticos en el diseño industrial han coincidido con hitos clave del feminismo. Por ejemplo, el tercer y cuarto paradigma del diseño industrial emergieron durante la transición entre la primera y segunda ola feminista, marcada por la lucha por derechos civiles y laborales. Este periodo reflejó los primeros intentos de las mujeres por participar en sectores como el diseño, enfrentando barreras significativas.

Asimismo, los paradigmas cuarto y quinto coincidieron con la tercera ola feminista, caracterizada por la diversidad y la interseccionalidad. Este enfoque enriqueció tanto los debates feministas como las prácticas de diseño, que adoptaron perspectivas más amplias y críticas hacia las necesidades sociales.

En las últimas décadas, los paradigmas sexto y séptimo se han desarrollado junto con un feminismo global que integra debates sobre sostenibilidad, equidad de género y tecnologías emergentes. Estas intersecciones han resaltado la necesidad de incorporar dimensiones sociales y éticas al diseño, estableciendo vínculos profundos entre los objetivos feministas y los principios del diseño industrial contemporáneo.

Además, la aceleración en los cambios paradigmáticos del diseño industrial se ha concentrado especialmente desde la segunda mitad del siglo XX, influida por revoluciones tecnológicas como la eléctrica (producción en masa), la informática (TIC) y la digitalización (internet de las cosas). De forma similar, el feminismo ha evolucionado rápidamente en los últimos cincuenta años, coincidiendo con la transformación del diseño industrial y reflejando un cambio social y tecnológico continuo (Vial, 2015).

A continuación, la figura 6 presenta una descripción breve de los logros de cada una de las olas del feminismo y su posible impacto en el diseño industrial.


Figura 6.
Olas del feminismo en el contexto del diseño industrial.
Fuente: Elaboración propia.

Conclusiones

A partir de este análisis, que entrelaza la evolución de los paradigmas del diseño industrial y el movimiento feminista, se concluye que, desde inicios del siglo XX, ambos han experimentado transformaciones aceleradas impulsadas por cambios sociales y tecnológicos. Actualmente, la complejidad es central tanto en el diseño industrial como en los retos del feminismo, evidenciando que los problemas de diseño y las inequidades sociales no pueden resolverse desde perspectivas funcionalistas o simplistas. En este sentido, el diseño industrial, como disciplina transformadora, tiene la responsabilidad de alinear su enseñanza y práctica con los objetivos feministas para contribuir a una sociedad más equitativa.

La interacción entre el diseño industrial y el feminismo refleja un ciclo de retroalimentación que ha impactado profundamente en sus respectivas evoluciones. Mientras que el diseño ha adoptado enfoques más inclusivos y sostenibles, el feminismo ha abierto espacios para las mujeres en campos tradicionalmente dominados por hombres, evidenciando cómo ambos fenómenos responden al contexto social de cada época.

Las aportaciones de las mujeres al diseño industrial, especialmente en los siglos XIX y XX, han sido invisibilizadas por estereotipos de género y barreras patriarcales. Sin embargo, algunas mujeres de este periodo realizaron contribuciones significativas a través de actividades artísticas y teóricas que formaron parte de la cultura material y sentaron las bases de disciplinas como la arquitectura y el diseño industrial. Ejemplos como el Werkbund y la Bauhaus muestran tanto las dificultades como las aportaciones de las mujeres en el desarrollo del diseño.

En el caso de México, las mujeres artesanas del siglo XIX desempeñaron un papel clave en la preservación de una identidad nacional, reflejada en los productos del diseño contemporáneo. Sin embargo, el contexto social y económico del país ralentizó tanto el desarrollo industrial como los avances en equidad de género, lo que limitó la visibilización de sus contribuciones en comparación con otros países.

En términos generales, el desarrollo del diseño industrial y la evolución del feminismo han estado influenciados por las circunstancias sociales de cada época, siendo México un caso emblemático de cómo la cultura patriarcal afectó la producción y el reconocimiento de las mujeres en ambos campos. Este artículo constituye una narrativa alternativa que visibiliza estas relaciones históricas y sugiere la necesidad de profundizar en el análisis desde una perspectiva de género.

Como exploración inicial, este trabajo establece un marco general que articula las olas del feminismo, los paradigmas del diseño industrial y el contexto mexicano, centrándose en el periodo comprendido entre finales del siglo XIX y principios del XX. Aunque no aborda exhaustivamente todos los aspectos, aporta una base para futuras investigaciones que profundicen en estas interrelaciones históricas.

En el futuro, será necesario ampliar el análisis hasta la actualidad, integrando perspectivas de expertos en historia para lograr una comprensión más precisa de los fenómenos sociales y su impacto en el diseño industrial y el feminismo. Este enfoque permitirá enriquecer tanto la investigación como la enseñanza en el campo del diseño, promoviendo una narrativa más equitativa e inclusiva.

Agradecimientos

Agradezco al Dr. José Silvestre Revueltas Valle por sus observaciones, que me impulsaron a explorar desde una nueva perspectiva las contribuciones de las mujeres al diseño industrial en la historia industrial y tecnológica de distintos países.

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Notas de autor

(*) Marco Vinicio Ferruzca Navarro. Diseñador Industrial. Profesor de Tiempo Completo en la División de Ciencias y Artes para el Diseño de la Universidad Autónoma Metropolitana en la Ciudad de México. Doctor por la Universidad Politécnica de Cataluña, España. Académico enfocado en el análisis y reflexión sobre temas de disrupción en el diseño. Miembro del Sistema Nacional de Investigación (Nivel II) del CONAHCYT.

Roles de autoría: 1. Administración del proyecto; 3. Análisis formal; 4. Conceptualización; 5. Curaduría de datos; 6. Escritura - revisión y edición; 7. Investigación; 8. Metodología; 9. Recursos; 10. Redacción - borrador original; 11. Software; 12. Supervisión; 13. Validación; 14. Visualización

https://orcid.org/0000-0003-2415-586X

mvfn@azc.uam.mx

Información adicional

CÓMO CITAR: Ferruzca Navarro, M. V. (2025). Visibilidad femenina en el diseño industrial. Un panorama general entre el siglo XIX y principios del XX y algunas ideas desde el contexto mexicano. A&P Continuidad, 12(22), doi: https://doi.org/10.35305/23626097v12i22.469

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