Dossier temático
Recepción: 03 julio 2024
Aprobación: 08 octubre 2024
CÓMO CITAR: Esteves, M. J. (2024). Arquitectura industrial y ruralidad: teoría y práctica en un taller de diseño arquitectónico. A&P Continuidad, 11(21), doi: https://doi.org/10.35305/23626097v11i21.482
Resumen: Se presenta una experiencia docente desarrollada en 2023 en la Escuela de Arquitectura y Diseño de Latinoamérica y el Caribe (Isthmus), de la ciudad de Panamá que vincula a la arquitectura industrial y el territorio rural, a partir de reflexiones teóricas sobre problemáticas actuales y su relación con la disciplina arquitectónica, aplicadas en un taller de diseño. El ejercicio propone trabajar en dos escalas de análisis articuladas entre sí. La primera asociada al territorio, el paisaje y la importancia de lo rural, donde el turismo podría convertirse en aliado para la valorización y disfrute de lo agrícola. La segunda escala involucra a la arquitectura industrial, que se presenta como una estrategia formativa en cuanto a la importancia de la funcionalidad y la dimensión técnica y constructiva del edificio. Mediante el enfoque del Aprendizaje Basado en Problemas se promueve el aprendizaje activo. Los resultados muestran aciertos y problemáticas de la experiencia, que pueden ser aprovechados para nuevas instancias, así como para revisar la forma en que se enseña y plantea la arquitectura en relación con su contexto.
Palabras clave: enseñanza de la arquitectura, paisaje cultural, áreas rurales, diseño arquitectónico.
Abstract: A teaching experience developed in 2023 by the Escuela de Arquitectura y Diseño de Latinoamérica y el Caribe (Isthmus), located in Panamá, is presented. It links industrial architecture to rural territory, and it is based on theoretical reflections on current issues and their relation to the architectural discipline which are applied in a design workshop. The proposal is to work through two interrelated scales of analysis. The first one is connected to the territory, the landscape, and the importance of rural areas, where tourism could become an ally in the appreciation and enjoyment of agriculture spaces. The second scale involves industrial architecture introduced as an educational strategy emphasizing the importance of functionality and the technical and constructive dimensions of the building. Using the Problem-Based Learning approach, active learning is encouraged. The results show the successes and challenges of the experience which can be leveraged for future instances as well as for reviewing how architecture is taught and conceptualized in relation to its context.
Keywords: architecture teaching, cultural landscape, rural areas, building design.
Introducción
Se presenta una experiencia docente realizada en 2023 en un taller de diseño arquitectónico en el marco de la carrera de Licenciatura en Arquitectura de la Escuela de Arquitectura y Diseño de Latinoamérica y el Caribe (Isthmus), Ciudad de Panamá. Se trata de un taller de tipo vertical, que por su ubicación a mitad de la carrera funciona como ejercicio de transición entre los cursos introductorios y formativos de los primeros años, con aquellos que apuntan a una mirada profesional y que se desarrollan en el último ciclo. Estos talleres de transición tienen como objetivo que los alumnos comprendan la incidencia del programa arquitectónico en el proceso de diseño, la importancia de dar respuesta a las exigencias del lugar en cuanto a variables naturales y culturales, el manejo de la interrelación espacial, circulación, jerarquías y reforzar la dimensión técnica y constructiva como aspectos fundamentales del proyecto, así como fortalecer el concepto de identidad de la edificación. Estos talleres de diseño son cursos que sintetizan y hacia los cuales confluyen las formaciones que se reciben en las demás áreas de la carrera.
El taller se realizó de forma presencial en la sede de la Escuela en Panamá y tuvo una duración de dos semanas, con una cantidad de diez estudiantes. Durante este tiempo, los alumnos se dedicaron exclusivamente a su desarrollo, permitiéndoles concentrarse en esta actividad sin distracciones. Aunque el taller se presentó como un ejercicio de diseño arquitectónico, el tema y la metodología elegidos respondieron a la perspectiva del autor de este texto sobre la importancia de lo teórico como herramienta de diseño; a su vez, motivó la reflexión sobre problemáticas territoriales actuales, a las que se pueden aportar soluciones desde la disciplina arquitectónica con el diseño que se proponga. En este contexto, el problema central en que se apoyó el ejercicio a resolver fue la expansión acelerada de las ciudades hacia la periferia agrícola, aunque no se centró en una propuesta urbanística en sí, sino en reconocer la importancia de lo rural y sus actividades, considerando las relaciones entre el edificio y el paisaje como elementos que son fundamentales de resolver atendiendo a una problemática mayor y procurando que los resultados obtenidos puedan aportar desde la escala arquitectónica hacia el territorio. Esta expansión acelerada produce varios problemas, como son la migración de población hacia los centros urbanos con la pérdida de puestos de trabajo en actividades propias del campo. A su vez, en los territorios donde lo urbano crece de forma desmedida genera una fragmentación de los usos del suelo, que afecta tanto la cohesión territorial como la viabilidad de los sistemas productivos rurales, poniendo en riesgo la soberanía alimentaria (Morett Sánchez y Cosío Ruiz, 2023; Rodríguez Tarducci, Cortizo, y Frediani, 2021; Suazo Pereda y Cárdenas Piñero, 2021). El incremento del valor de la tierra rural en proximidad a las ciudades hace que su uso para desarrollos inmobiliarios resulte más rentable que para la producción de alimentos, lo que provoca el abandono o transformación de las actividades agrícolas históricas.
Una de las propuestas que plantean diversas instituciones y autores frente a la pérdida de espacios productivos agrícolas es el desarrollo de la agricultura urbana y periurbana (Clavijo Palacios y Cuvi, 2017; FAO, 2022; Olivera y Zavaleta, 2020). Esta práctica, integrada a los sistemas urbanos, motiva a la población a organizarse para la producción de alimentos, encontrando buenos resultados en varios países y, sin dudas, es un aporte sustancial para mejorar las condiciones sociales, económicas y ecológicas al interior de las ciudades. Sin embargo, existe una contradicción entre el incentivo de estas prácticas mientras se descuidan políticas para rescatar y valorizar las áreas rurales próximas a las ciudades para evitar su pérdida o degradación. El debate, por lo tanto, debe centrarse en el rol de las áreas productivas que hoy se encuentran amenazadas por el crecimiento urbano acelerado y la especulación inmobiliaria. Otra propuesta que se destaca para otorgar mayor importancia a lo rural se vincula con el turismo como actividad complementaria. Si se gestiona de manera adecuada, el turismo podría otorgar mayor relevancia a las dinámicas locales, promoviendo la valorización del territorio y ofreciendo alternativas económicas para la conservación de lo agrícola, reforzando el vínculo entre las actividades rurales y la identidad local (Galmarini, 2020; Organización Mundial del Turismo, 2020).
A su vez, las actividades rurales y el diseño de edificios industriales son temas que suelen quedar relegados en la formación arquitectónica, centrada en mayor medida en el aspecto edilicio, al interior de la trama urbana consolidada. En términos históricos, la formación arquitectónica asocia en mayor medida a lo industrial con lo urbano, con referencias académicas a las fábricas de finales del siglo XIX o principios del XX, muchas de las cuales incidieron en el poblamiento de las ciudades al ser atractores de mano de obra. Pero, también existe una arquitectura industrial vinculada a los territorios rurales y es aquí donde se pone el foco, atendiendo a que no es un espacio vacío a la espera de la urbanización, sino que se trata de territorios con actividades existentes. Se coincide con Joaquín Sobrino Simal cuando expresa que “la arquitectura industrial, salvo en aquellos edificios que han tenido el reconocimiento de monumento histórico, realmente no ha tenido cabida en los planes de estudio referidos a la historia del arte o de la arquitectura y cuando aparece siempre es en relación con edificios que se han asociado a los grandes estilos (gótico, renacimiento o barroco) y, más recientemente, con el movimiento moderno” (2010, p. 33).
El objetivo de este trabajo es exponer los procesos y resultados del ejercicio llevado a cabo en el taller antes mencionado, que fue realizado con el método del Aprendizaje Basado en Problemas (en adelante ABP) como una estrategia de enseñanza-aprendizaje que toma problemas reales como punto de partida para la adquisición e integración de nuevos conocimientos, a partir de buscar soluciones (Barrows, 1986; Morales Bueno y Landa Fitzgerald, 2004). En este sentido, el problema inicial sirvió para reflexionar y dialogar sobre temas vinculados a la arquitectura y al territorio rural y sus transformaciones. El objeto a diseñar consistió en una bodega boutique de 700m2 aproximadamente, que combinaba usos industriales y turísticos en áreas rurales próximas a lo urbano. A su vez, el terreno para desarrollar el proyecto estuvo situado en la provincia de Mendoza, Argentina, por ser una de las áreas productivas vitivinícolas más relevantes a nivel mundial (Girini, 2017; Mannino, 2021), aunque actualmente los usos urbanos se expanden de forma acelerada y dispersa sobre suelos productivos históricos. Este problema tiene el agravante de que Mendoza se emplaza dentro de la diagonal árida sudamericana, con escasas precipitaciones, clima árido y gran amplitud térmica diaria y anual. Con lo cual, el desarrollo agrícola es limitado a las áreas que son regadas mediante la canalización histórica del agua de los ríos, conformando tres oasis principales que actualmente ocupan solo el 4,5% del territorio provincial. El restante 95,5% son tierras secas no irrigadas con escasa o nula disponibilidad de agua superficial y fuertes procesos de desertificación, con predominio de actividades de subsistencia (Abraham, Rubio, Rubio, y Soria, 2017) (Fig. 1). En los escasos 4,5% de superficie que ocupan los oasis, los usos urbanos avanzan de forma indiscriminada sobre los mejores suelos para la producción de alimentos.
Ubicación de Mendoza en el contexto sudamericano y su organización territorial en oasis de riego.
Fuente: Elaboración propia en base a datos SIG de la Secretaría de Ambiente y Ordenamiento Territorial, 2019.Al trabajar en un territorio por fuera de Panamá, los estudiantes tuvieron que entrar en contacto con las características naturales y culturales de Mendoza que son muy diferentes a lo que conocen y dialogan cotidianamente y, de esta manera, revisar y ajustar variables teóricas proyectuales. Panamá, a diferencia de Mendoza, posee clima tropical, caracterizado por temperaturas y humedad elevada durante todo el año, con precipitaciones frecuentes y abundantes.
El ejercicio sienta las bases para trabajar en dos escalas de análisis articuladas entre sí: la primera vinculada al territorio, el paisaje y la importancia de lo rural, donde el turismo podría convertirse en aliado para la valorización y disfrute de lo agrícola. La segunda escala es la arquitectura industrial, que se presenta como una estrategia formativa en dos aspectos. El primero se refiere a la funcionalidad de la obra, en este caso, para satisfacer la demanda de alimentos o productos, una función que pocas veces presenta variabilidad para asegurar el correcto proceso de elaboración. El segundo aspecto se centra en la dimensión técnica y constructiva, considerando estructuras de grandes luces y la interrelación de actividades y circulaciones entre espacios y personas.
Algunas herramientas teóricas y pedagógicas
La arquitectura industrial experimentó un desarrollo significativo tras la revolución industrial, hecho que permitió la producción en serie y a gran escala. Esto fue posible gracias a la incorporación de nuevos materiales constructivos que facilitaron su desarrollo y adecuación a las necesidades de mayor espacio e iluminación y la disposición de grandes maquinarias y operarios. Previo a ello, se trataba de estructuras más artesanales y condicionadas a los materiales disponibles en cada sitio, diseñada específicamente para cumplir con requisitos operativos, maximizar la eficiencia y minimizar los costos. Estos edificios estaban destinados a satisfacer necesidades vinculadas a la fabricación, almacenamiento y circulación de bienes materiales en diversos campos, como la energía, manufactura, logística, minería, producción de alimentos, entre otros.
En las últimas décadas, se advierte una tendencia hacia la integración de aspectos estéticos junto con los funcionales al interior de lo industrial. Esto ha sido impulsado en gran parte por el turismo como actividad complementaria, que ha influido tanto en la construcción de nuevos edificios como en la refuncionalización de los ya existentes (Aguilar Civera, 2007; de la Cruz López y Del Caño Gochi, 2010). Así, han pasado a tomar relevancia estética componentes de este tipo de arquitectura, como las tuberías a la vista, vigas y columnas expuestas, el uso de materiales de fácil montaje y mantenimiento, pisos desgastados, entre otros. En otros casos, la estética edilicia está dada por su relación con el paisaje donde se encuentra, más aún cuando se trata de paisajes rurales históricos que son simbólicos y representativos de las regiones (Álvarez Areces, 2010). La necesidad de mejorar la eficiencia energética ha llevado a repensar las formas en las cuales se construye y las estrategias y tecnología que podrían desplegarse para reducir el impacto del edificio en el medio y en los procesos productivos.
El turismo, bien gestionado, es una actividad en la cual se apoyan muchos gobiernos e instituciones para alcanzar el desarrollo local. Lo rural puede ofrecer productos singulares derivados del paisaje, gastronomía, conocimientos tradicionales, entre otros y que podrían ayudar al sostenimiento y potenciación del campo en sus dimensiones sociales, económicas y ecológicas. El turismo ya no se asocia exclusivamente al disfrute de grandes empresas o monumentos históricos, sino que ha comenzado a prestar atención a sitios y actividades relevantes a escala local y de proximidad (Galmarini, 2020; Scalise, 2012). El turismo rural puede promover la valorización de la identidad cultural y la educación con concientización ambiental y sobre la producción de alimentos. Asimismo, puede incentivar la construcción o mejoras en la infraestructura y servicios de áreas rurales, mejorando la calidad de vida de la población.
Diversas disciplinas están repensando sus alcances y contenidos hacia los territorios rurales, ya que hoy “lo rural no equivale exclusivamente a lo agrario, que lo agrario no representa solo a las producciones agrícolas y ganaderas y que las vinculaciones entre la ciudad y el campo se intensifican paulatinamente” (Tadeo, 2010). Ya no se trata de un territorio aislado, atrasado culturalmente, despoblado y como antítesis de lo urbano, sino que nuevos enfoques le asignan mayor importancia en tanto es el pilar fundamental del que se nutre la humanidad (Pérez, 2004). Así, se busca mejorar las articulaciones entre lo urbano y lo rural, donde aparecen algunas experiencias prácticas y teóricas, como puede ser la figura del parque agrario para la protección de un territorio productivo específico, o propuestas más acotadas como el proyecto “de la huerta a la mesa”, que busca conectar a los agricultores locales directamente con los consumidores, eliminando intermediarios, mejorando las relaciones entre ambos y el consumo de productos locales, evitando su traslado desde otras partes del globo (Esteves, 2022; Muñoz Bello, 2023; Pantoja, Granados Ortiz e Izquierdo, 2011; Yacamán Ochoa, 2018).
El método de Aprendizaje Basado en Problemas se fundamenta en una serie de características clave: es un método centrado en el alumno, quien se convierte en protagonista de su propia formación, identificando lo que necesita para resolver un determinado problema. En este enfoque, el docente actúa como consultor o facilitador del aprendizaje, lo que Morales Bueno y Landa Fitzgerald (2004) denominan “tutor”, quien no proporciona directamente las respuestas, sino que platea guías y preguntas a los estudiantes para que se cuestionen y encuentren por sí mismos la mejor forma de abordar el problema, fomentando el pensamiento crítico y la búsqueda autónoma de información. Así, el aprendizaje se personaliza, permitiendo que el alumno desarrolle sus áreas de interés específicas.
El ABP se distingue por su enfoque en el trabajo con grupos reducidos, por la necesidad de un seguimiento continuo por parte del tutor, quien evalúa cómo cada estudiante está abordando el problema y cuáles son las posibles soluciones. Es importante tener en cuenta que cada alumno puede proponer soluciones diferentes, lo que enriquece el proceso de aprendizaje grupal. El ABP se define como un proceso constructivo más que receptivo, no se trata de memorizar conceptos sino de aplicar la metacognición, es decir, la capacidad de reflexionar sobre los propios procesos de pensamiento y aprendizaje. Los estudiantes deben preguntarse: ¿qué voy a hacer?, ¿cómo desarrollaré el proyecto?, ¿dónde conviene ubicar el edificio para dialogar con la mayor cantidad de variables naturales y culturales?, ¿qué tipo de estructura y materiales quiero utilizar y cómo se vincula con el diseño y la funcionalidad?, ¿cómo quiero que se vincule mi proyecto con el paisaje circundante?, entre otros aspectos. Si bien son preguntas que siempre tienen que generarse durante el proceso del diseño, desde el enfoque ABP se pretende que las respuestas estén fundamentadas en lo que han investigado y en aspectos teóricos de la arquitectura, donde el tutor puede brindar algunas pistas para guiar los procesos de aprendizaje.
Finalmente, este método no se centra exclusivamente en el proceso de aprendizaje individual, sino en fomentar el diálogo permanente entre los estudiantes. Esto les facilita observar cómo sus compañeros están enfrenando el desarrollo del proyecto y, a partir de esa observación, reconsiderar sus propios métodos, realizar ajustes o confirmar que su enfoque es adecuado y presenta potencialidades. Esto se enriquece aún más en el contexto de un taller vertical, donde conviven estudiantes con diferentes niveles de aptitud y experiencia, facilitando el intercambio de conocimientos y permitiendo que el aprendizaje se torne, en cierta medida, colaborativo.
Un aspecto central del ABP es el diseño del problema, que debe captar el interés de los estudiantes para que el autoaprendizaje sea efectivo y tiene que relacionarse con los objetivos del curso y con situaciones de la vida real o procesos actuales que, en el caso de la arquitectura y el urbanismo y para esta experiencia en particular, se traduce en fenómenos que ocurren en el territorio.
Resultados de la experiencia
El taller inició con el planteamiento del problema, destacando la importancia y las características de los territorios rurales, así como la percepción actual de la actividad agrícola y sus transformaciones, especialmente en relación con la expansión urbana dispersa y acelerada. A esto se sumaron reflexiones en el aula sobre las recientes protestas suscitadas hace pocos años tanto en Mendoza (en 2019) como en Panamá (en 2023) por el rechazo a la minería como actividad productiva que se suele presentar como muy rentable en términos económicos, pero que si no está bien gestionada puede afectar de forma irreversible el entorno natural e incluso social. En este escenario, si la minería no se desarrolla, lo rural como actividad productiva tiene el potencial de ganar mayor relevancia y protagonismo.
Posteriormente, el docente impartió una serie de clases teóricas en el aula para dar a conocer la realidad ambiental y cultural de Mendoza. Esto sentó las bases para vincular al problema con la escala local y que los estudiantes tuvieran un conocimiento inicial para que luego continuaran buscando datos e información sobre Mendoza y la industria vitivinícola, motivando la investigación en diversos sitios y portales de internet. Las clases iniciaron describiendo las características naturales propias del sitio y con un breve abordaje histórico para explicar la organización del territorio en oasis de riego y la problemática que actualmente sucede con la expansión urbana hacia la periferia agrícola. Luego, se expuso la importancia de la industria vitivinícola como una de las actividades productivas centrales de la provincia, que tuvo su auge a finales del siglo XIX y que hoy está asociada mayormente a capitales internacionales (Bórmida, 2016; Girini, 2017; Lacoste, 2019; Moretti, 2008). De esta manera, se generó la aproximación a las variables ambientales y culturales-históricas que inciden en la toma de decisiones, principalmente a instancias del anteproyecto. Según la metodología propuesta, (Tedeschi, 1984), las variables ambientales trabajadas fueron: el clima (temperatura, precipitaciones, humedad, asoleamiento y viento), el terreno (composición y forma) y la vegetación (tipo de hoja, forma de la copa, escala y adaptación al clima). Entre las variables culturales-históricas asociado a lo rural se tuvieron en cuenta al tipo de actividades productivas, aspectos históricos más relevantes, y los valores paisajísticos locales.
Al finalizar estas clases, cada alumno revisó antecedentes edilicios sobre la arquitectura industrial en general y asociada a la vitivinicultura en particular, prestando atención a las características morfológicas, espaciales, técnicas (materiales y estructuras) y su relación con el paisaje. La vitivinicultura, por su anclaje histórico y cultural en Latinoamérica, posee grandes referentes locales en cuanto al diseño actual de bodegas, muchos de ellos reconocidos y premiados a escala internacional. Esto enriquece la mirada regional en el análisis de antecedentes, que muchas veces quedan eclipsados por estudios internacionales de firma. Entre los antecedentes estudiados se destacaron el uso de materiales locales, las articulaciones con el paisaje, el uso de estrategias bioclimáticas, el trabajo con experiencias sensoriales, entre otros (Blanco, Andrade y Montero, 2003; Bórmida, 2016; Cruz, 2003; Ganem, Barea, Balter, Montiel Zamorano y Andreoni Trentacoste, 2016; Girini, 2017; Navarrete, 2015).
Una vez alcanzada esta macrovisión sobre el problema y las características generales de Mendoza y la vitivinicultura, se dictó una última clase en el aula, que tuvo como objetivo explicar los procesos a los cuales es sometida la uva para convertirse en vino, donde cada uno de estos procesos cuenta con salas y maquinaria específica (Concha y Toro, 2024). También se explicaron en esta última clase las relaciones que hay que considerar entre los diferentes espacios que tiene una bodega y los recorridos necesarios para que los operarios y el personal de la bodega puedan trasladarse por la misma de forma segura y eficiente, así como las áreas específicas para el turismo enológico. Finalmente, se presentó el terreno a trabajar y su ubicación junto con los principales elementos estructurantes, tomando en consideración lo indicado por Lynch (1998): sendas, nodos, hitos y bordes. Se analizó el sitio según la presencia y localización de rutas, canales de riego, orientaciones, visuales desde y hacia el terreno, líneas de árboles, entre otros. El terreno alcanzaba las 15 hectáreas y tenía la particularidad de que un sector destacaba por su escasa pendiente, mientras que otro tenía lomadas, a fin de motivar procesos de reflexión sobre dónde colocar el edificio y sus beneficios y dificultades estéticas y técnicas (Fig. 2).
Ubicación del terreno en el contexto provincial, su entorno periurbano y perfil de elevación.
Fuente: Elaboración propia en base a datos SIG de la Secretaría de Ambiente y Ordenamiento Territorial, 2019 y Google Earth.Como se indicaba en la introducción, la propuesta pedagógica implicó diseñar una bodega boutique, que posee un tamaño reducido en comparación con grandes industrias vitivinícolas y que elabora una menor producción de vino, pero de mayor calidad, destacando su relación directa con el enoturismo y articulando gastronomía y cultura en un ambiente productivo (Gili Tomlienovich, 2010). De esta manera, se aseguró que, en las dos semanas de duración del taller, los alumnos alcanzaran una resolución morfológica, funcional y paisajística concreta sobre el edificio a diseñar. La inclusión de actividades turísticas generó una mayor complejidad en el proyecto, debido a que el turista no puede acceder físicamente a ciertos sectores del edificio productivo, a la vez que algunas actividades de la producción no debían mezclarse con lo turístico, lo que implicó pensar en recorridos a veces a la par y a veces separados, aunque todos vinculados de alguna manera (sea física o espacialmente).
A través de acciones como apoyar, enterrar o elevar el edificio, se comenzó a analizar cómo integrarlo en el paisaje y definir estrategias de vinculación. Entre estas estrategias destacan la unión o mímesis con el entorno, una relación armónica o, en contraste, una contraposición que resalte su presencia en el contexto (McHarg, 2000; Tedeschi, 1984). A esto se sumó que la totalidad del terreno tenía que estar cultivado con viñedos, permitiendo jugar con diferentes tipos de aproximaciones al edificio, de acuerdo con las sensaciones que se quieren generar en el observador (Ching, 1998). Las decisiones que tomaban los estudiantes en el proceso de diseño tenían que estar siempre justificadas, para motivar el pensamiento crítico y la discusión con pares y el docente.
Como se indicó en el apartado anterior, la resolución estructural es una parte central del desafío. No es posible pensar a la arquitectura industrial separada de su estructura, apareciendo algunas estrategias como la modulación que, a la vez, suponen pensar en la estética final del edificio. La estructura se acompaña por una determinada materialidad, quedando a disposición de los alumnos elegir materiales y justificar su uso, sea por eficiencia en la construcción, valores culturales, alguna estética en particular, entre otros. Un aspecto central del taller fue la puesta en común en el aula de los avances de cada estudiante al menos cada tres días. Si bien el enfoque ABP sugiere mayormente el trabajo en grupos, el taller se realizó de forma individual y la presentación de los avances jugó este papel de lo grupal para argumentar aciertos y dificultades y su discusión al interior del aula. Cada alumno expuso sus avances en relación con las formas de platear su proyecto y de aproximarse al paisaje y a la resolución edilicia, donde se cuestionaban y defendían las decisiones de diseño. Es importante aclarar que se priorizó lo individual sobre lo grupal para que cada estudiante valorizara la problemática expuesta en la introducción de acuerdo con sus propias experiencias, además de tomar conciencia del propio aprendizaje y forzar el pensamiento crítico, acciones que en el trabajo en grupo suelen diluirse. Este proceso de aprendizaje individual generaba consultas permanentes hacia el docente, quien debió orientarlos a evaluar o repensar críticamente las decisiones de diseño, apoyándose en las variables ambientales y culturales presentadas en las primeras clases teóricas.
En cuanto a los resultados alcanzados hasta el momento con la experiencia, se destacan aspectos positivos interesantes que se detallan a continuación. Lo rural, por su contexto de aislamiento propició una mayor soltura en la elección de las formas edilicias que se exploraron. Mientras algunos estudiantes tomaron posturas más rígidas y abstractas, otros optaron por configuraciones más blandas, así como la compacidad o dispersión del proyecto (Fig. 3). También sobresalieron diferencias en la ubicación del edificio al interior del terreno y las formas en que dialogaron con en el paisaje agrícola y la estética y sensaciones que trabajaron. Esto permitió que durante todo el proceso de diseño pudieran revisar antecedentes de arquitectura que tuvieran las características formales o técnicas que habían elegido trabajar y aprender de ello. Uno de los beneficios de este taller dictado de forma presencial es que la Escuela cuenta con una biblioteca bien equipada, lo que se traduce en que los alumnos pueden consultar libros de forma permanente, los cuales eran llevados al aula durante las dos semanas.
Diferentes propuestas edilicias: formas, nivel de compacidad y adaptación a la pendiente del terreno.
Autores: 1- Lilianne Cohen, 2- Ricardo González, 3- Vickmar Lamela, 4- Susana Rubio.Uno de los principales desafíos del ejercicio fue entender que la funcionalidad era un aspecto clave al momento de diseñar y que muchas decisiones estaban vinculadas inexorablemente a ello. Así, las idas y vueltas en el proceso para organizar recorridos, circulaciones, accesos diferenciales se volvieron una experiencia formativa, al igual que la estructura, que destacó como parte de la propuesta arquitectónica que no se podía soslayar. Por el clima árido de Mendoza, el proyecto tenía que incorporar protecciones solares en el edificio y en el paisaje (pérgolas, parasoles, arbolado, espacios de sombra, entre otros). En varios casos, estas protecciones eran parte de la estructura y estética final del edificio. Una de las particularidades de las bodegas como edificio industrial, es entender que la cava para el almacenamiento del vino debe estar enterrada para aprovechar la inercia térmica del suelo y alcanzar condiciones óptimas de humedad y temperatura. Esto facilitó trabajar con este concepto de inercia térmica asociado a lo bioclimático y que los alumnos lo comprendieran en un ejercicio en concreto. Quienes optaron por no trabajar con la cava enterrada, debieron explicar y justificar cómo alcanzar las condiciones ambientales necesarias. En algunos casos, aparecieron propuestas basadas en el uso de masa térmica y la disminución de aberturas hacia el exterior. Esto último implicó repensar los diferentes espacios en cuanto a las aperturas hacia el paisaje. A su vez, contar con un espacio enterrado como la cava, sin aberturas hacia el exterior, provocó reflexiones sobre cómo resolver la estética interior y las sensaciones que se producían en el observador.
Dentro de las dificultades que se encontraron, se destacó la amplitud de la escala territorial, que generó problemas en su manejo. Varios de los estudiantes quedaron atónitos cuando descubrieron que, por las dimensiones de la bodega, se ocupaba solo un mínimo porcentaje del terreno, entonces allí se propiciaron procesos de reflexión para entender que el resto no es terreno vacío, sino que tiene una función (la agrícola) y como esa función podía estar asociada a visuales, recorridos y experiencias sensoriales, las cuales podían ser un aliado para complementar con el diseño arquitectónico. En este punto, las relaciones escalares entre edificio y contexto fueron interesantes de trabajar y explorar.
Otra de las problemáticas fue la falta de vinculaciones del edificio con el paisaje cuando se elaboraban esquemas, planos y/o maquetas. Predominó en la mayoría de los alumnos una tendencia a enfocarse en la resolución formal del edificio, dejando de lado su relación con el contexto (incluso cuando ya habían reflexionado sobre esto). Esta situación se evidenció también al elaborar gráficos 3D: se centraban mayormente en la resolución edilicia y, por ende, se perdía gran parte de las reflexiones trabajadas durante el taller y la posibilidad de mostrar las articulaciones con el paisaje. Justamente, esta problemática da cuenta de la necesidad en la formación académica de pensar al edificio como parte de un sistema dentro del territorio. Incluso, llamaba la atención que esta relación entre objeto y contexto muchas veces era dejada de lado por las limitaciones de los softwares que utilizaban, tanto por la memoria interna que necesitaban los programas para funcionar correctamente como por sus propias limitaciones en el manejo. Al trabajar con el docente en esquemas y gráficos a mano, los estudiantes se encontraban nuevamente con métodos convencionales como el dibujo, que descubrían como un aliado para mostrar el proyecto en relación con el paisaje y sus características.
Finalmente, la actividad de cierre del taller consistió en la entrega y exposición oral de los trabajos. Los estudiantes explicaron sus proyectos y justificaron las acciones de diseño. Esta última actividad fue central en cuanto el aprendizaje: no solo estuvo asociada a su formación personal y a lo que ellos habían realizado, sino que también implicó observar cómo sus compañeros habían resuelto el mismo ejercicio, pero alcanzando resultados formales, funcionales y estéticos muchas veces diferentes.
Conclusiones
El ejercicio integró variables teóricas e históricas que incidieron en el proyecto arquitectónico, partiendo de problemáticas actuales y su relación con posibles aportes desde lo proyectual. El trabajo en una localidad con clima y características culturales diferentes a su lugar de origen ayudó a reforzar la importancia de manejar variables teóricas naturales y culturales, como un método que puede ser utilizado de forma permanente para el estudio de los territorios previo al desarrollo del proyecto y para justificar decisiones de diseño.
El abordaje de la arquitectura industrial como ejercicio se presentó como estratégico para vincular a la arquitectura con el paisaje, reforzando la importancia de la revisión permanente entre el objeto a diseñar y su contexto. A esto se sumó el rol de los factores funcionales como complementarios a los estéticos y a la estructura como parte fundamental del proyecto arquitectónico. El uso del método ABP resultó adecuado en cuanto se trató de un taller vertical con un grupo reducido de alumnos que les facilitó explorar aspectos formales, espaciales y paisajísticos que fueran de su interés, siempre en relación con el problema central que se planteó al inicio.
Atender a lo rural y sus dinámicas motivó procesos de reflexión sobre la problemática expresada en la introducción, atendiendo a que la arquitectura es una disciplina que incide directamente en la sustentabilidad al interior de la ciudad, pero también en otros territorios, como los rurales, que no son espacios vacíos a la espera de la urbanización. En este punto, se utilizaron diferentes escalas de análisis para desarrollar el proyecto, ya que no se trataba de un terreno entre medianeras, sino de mayor amplitud, lo que generó desafíos de adaptación a esa escala territorial. Lo rural se presentó como diferente pero complementario al paisaje urbano, contribuyendo a examinar y profundizar en las relaciones objeto-contexto. Quedaría pendiente combinar este ejercicio con alguna industria propia del Caribe, que permitiera asignar mayor importancia a los procesos productivos locales, así como continuar profundizando en herramientas teóricas que ayuden a potenciar las articulaciones entre el edificio y su contexto.
Agradecimientos
A la Escuela de Arquitectura y Diseño de Latinoamérica y el Caribe (Isthmus), Clayton, Panamá, por la invitación y el valioso espacio brindado para desarrollar el ejercicio aquí expuesto.
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Notas de autor
Roles de autoría: 1. Administración del proyecto; 4. Conceptualización; 6. Escritura - revisión y edición; 7. Investigación; 8. Metodología; 10. Redacción - borrador original; 14. Visualización
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Información adicional
CÓMO CITAR: Esteves, M. J. (2024). Arquitectura industrial y ruralidad: teoría y práctica en un taller de diseño arquitectónico. A&P Continuidad, 11(21), doi: https://doi.org/10.35305/23626097v11i21.482
Enlace alternativo
https://www.ayp.fapyd.unr.edu.ar/index.php/ayp/article/view/482 (html)