Secciones
Referencias
Resumen
Servicios
Descargas
HTML
ePub
PDF
Buscar
Fuente


Desigualdades de género, precarización laboral y estereotipos. Atravesar la pandemia como periodista en una redacción tradicional
GENDER INEQUALITIES, JOB INSECURITY AND STEREOTYPES. GOING THROUGH THE PANDEMIC AS A JOURNALIST IN A TRADITIONAL NEWSROOM
Intersecciones en Comunicación, vol. 1, núm. 16, 2022
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires

Artículos

Intersecciones en Comunicación
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, Argentina
ISSN: 1515-2332
ISSN-e: 2250-4184
Periodicidad: Semestral
vol. 1, núm. 16, 2022

Recepción: 15 Abril 2022

Aprobación: 10 Junio 2022

Esta obra está bajo una licencia Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial Compartir Igual 4.0 Internacional

Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional.

Resumen: Entre los resultados, observamos que La Nación, uno de los medios más importantes y tradicionales de Argentina, presenta en su cúpula directiva y en la redacción periodística una organización desigual en todas las dimensiones analizadas, en tanto los hombres ocupan los puestos de mayor jerarquía y las mujeres son relegadas en la base piramidal y en secciones consideradas “blandas”, como son espectáculo o sociedad. La brecha también se encuentra en los salarios y en las condiciones laborales más precarias e inestables, acentuadas por el escenario de aislamiento en pandemia, el cual resultó en “doble jornada” para las trabajadoras de prensa (madres), ante la prescripción del trabajo remoto sin organización social del cuidado por parte de la empresa. A su vez, el trabajo de campo permitió observar cómo se reproducen en el ámbito laboral prejuicios y estereotipos por razones de sexo.

Desde los estudios de género y feministas, entendemos que el orden patriarcal impone relaciones de poder signadas por la inferioridad de las mujeres frente a los hombres, y define una organización social basada en las diferencias sexo-genéricas que incluye desde la división del trabajo hasta las construcciones de sentido en torno a problemáticas y necesidades sociales.

Palabras clave: Género, Desigualdades, Procesos de Trabajo, Encuadres, Periodistas.

Abstract: :

GENDER INEQUALITIES, JOB INSECURITY AND STEREOTYPES. GOING THROUGH THE PANDEMIC AS A JOURNALIST IN A TRADITIONAL NEWSROOM. The article proposes an analysis of the conditions of inequality, in which women journalists carry out their work and productive routines in the newsroom of the newspaper La Nación, from a gender perspective, and in the context of isolation due to the Covid-19 pandemic. In turn, in a complementary manner, a quantitative study of the journalistic frames around the Voluntary Interruption of Pregnancy (IVE), during the month of December 2020, was added. This articulation allowed us to understand, in a more comprehensive way, how the organizational structure of a medium and its production conditions leave traces in the selection, ranking and news treatment of a key issue in the struggle for the expansion of gender rights.

Among the results, we observe that La Nación, one of the most important and traditional media outlets in Argentina, presents an unequal organization in all the dimensions analyzed in its leadership and in the journalistic newsroom, while men occupy the highest-ranking positions and women are relegated to the base of the pyramid and to sections considered “soft or feminist”. The gap is also found in wages and in more precarious and unstable working conditions, accentuated by the pandemic isolation scenario, which resulted in a "double shift" for press workers (mothers), due to the prescription of remote work without social organization of care by the company. In turn, the field work allowed us to observe how prejudices and stereotypes based on gender are reproduced in the workplace.

From gender and feminist studies, we understand that the patriarchal order imposes power relations marked by the inferiority of women compared to men, and defines a social organization based on sex-gender differences that includes everything from the division of labor to the constructions of meaning around problems and social needs.

Keywords: Gender, Inequalities, Work Processes, Frames, Journalists.

Introducción

El género como categoría analítica ha cobrado protagonismo en las investigaciones sociales de los últimos años. Desde que Simone de Beauvoir cuestionó en 1949 el carácter cultural que determina los roles sociales y las conductas asignadas a mujeres y hombres desde una mirada de supremacía masculina, la categoría política del género se volvió central para la lucha feminista de finales de la década de 1960 y principios de 1970. Desde entonces, “ha servido para desnaturalizar lo que significaba ser mujer, concebida como “lo otro” en relación con el paradigma masculino y explicar que las desigualdades entre los sexos no era una cuestión natural sino social e histórica” (Curiel, 2014, s/n). Se trata de un enfoque analítico para reflexionar sobre las desigualdades de poder en la sociedad (Sagot, 2008).

Desde esa mirada, los movimientos feministas han buscado deslegitimar las tramas de significación que perpetúan el orden social establecido (Curiel, 2002) de corte machista y han promovido distintas prácticas políticas tendientes a reducir o eliminar las inequidades entre los géneros. Sin embargo, las desigualdades entre varones y mujeres siguen siendo moneda corriente y las violencias asociadas a ellas prevalecen en distintos ámbitos.

Específicamente en el sector periodístico, las inequidades se observan tanto en los registros de mujeres en el trabajo formal, como en los escasos puestos de liderazgos que ocupan, las secciones a las que son asignadas y las diferencias de salarios que perciben. A ello se suman las violencias asociadas con el ámbito privado, en el que desarrollan la mayor parte de las tareas domésticas y de cuidado, como partes obligatorias de un trabajo invisible, no remunerado y “obligatorio” por su condición de ser mujer.

En ese sentido, el estudio que sigue presenta un análisis de las condiciones de trabajo en la redacción de La Nación, desde una perspectiva de género y feminista, y en el contexto de aislamiento por la pandemia de Covid-19. A su vez, de manera complementaria, expone un estudio cuantitativo de los encuadres periodísticos sobre la Ley 27.610, de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), sancionada en diciembre de 2020, entendiendo a ésta como un evento crítico redefinitorio[i] (Pride, 1995), y su debate como uno de los acontecimientos políticos y feministas más importantes desde el retorno de la democracia en la Argentina. Los hallazgos del estudio dan cuenta de una estructura organizativa que mantiene los rasgos de una cultura androcéntrica-patriarcal en una redacción periodística, y de trayectorias dentro del medio que se perciben como más inseguras, flexibles y abiertas en las mujeres periodistas que en sus pares varones. En relación a la organización productiva, los testimonios coinciden en una afectación ante la prescripción de trabajo remoto, en medio de la crisis sanitaria por Covid-19. Ello repercutió, especialmente, en las mujeres con hijos e hijas a cargo. Los testimonios permitieron registrar los reclamos más relevantes y recurrentes entre las periodistas: la brecha salarial entre hombres y mujeres, las dificultades para compatibilizar vida familiar y laboral, una naturalización de discursos sexistas y discriminatorios hacia el interior de la redacción y la presencia de estereotipos de género y mecanismos invisibles de violencia.

Entre los resultados del análisis de contenido se destaca que, del total de las noticias analizadas, sólo el 20,5% se publicó con la firma de mujeres. Asimismo, en el 33,6% de los casos se observó una atribución de responsabilidad negativa con encuadres que enfatizaron estereotipos en las mujeres y la condena a los y las funcionarios/as que apoyaban a la ley y a las activistas, es decir, presentaron a estos actores sociales como responsables de una situación problemática y a la norma como un peligro para la sociedad. Por último, se observó que únicamente en el 1,3% de las notas la responsabilidad se vinculó al sistema u orden patriarcal como el causante de postergar el derecho legal de las personas gestantes.

Apuntes sobre el caso: La Nación, “tribuna de doctrina”

La Nación es uno de los medios más tradicionales y consolidados de la Argentina. Fundado en 1870 por el expresidente Bartolomé Mitre, es el segundo diario más antiguo que circula en el mercado argentino y uno de los pioneros en lanzar su sitio web en 1995. Conservador a nivel político-ideológico desde sus orígenes, La Nación se jactaba desde sus páginas, durante la década de 1880, de corresponder al grupo político de más larga tradición en la corta vida de la República (Alonso, 2007). Durante décadas, el diario de tamaño “sábana” formó parte de la llamada “prensa seria” (Alonso, 2007; Sidicaro, 1993), y se autodefinió desde el primer día como “tribuna de doctrina”. Aún hoy puede leerse ese slogan en sus editoriales.

A lo largo de su historia, las editoriales de La Nación pasaron de la ferviente defensa de las instituciones y la democracia al apoyo explícito a gobiernos de facto, como ocurrió durante la última dictadura militar (1976-1983). Según el estudio de Sidicaro “a pesar de los cambios que pueden observarse en relación con las posiciones que asume La Nación […] su interlocutor, en todos los casos, es el poder, en tanto el diario se constituye como un “actor político – intelectual” (1993, pp. 520-521). Esos interlocutores definidos por el diario se congregan en el pensamiento de la elite, al dar voz a los sectores de las clases dominantes, los grandes empresarios, la Sociedad Rural Argentina y la Unión Industrial Argentina, la iglesia católica y las fuerzas armadas (Di Stefano y Pereira, 2015).

Hasta 1980 la gestión de medios latinoamericanos tuvo una impronta familiar, patriarcal y artesanal, y La Nación encajó en esa fisonomía. En las últimas tres décadas, en cambio, “acompañando el proceso de reconversión de la información en un recurso económico cardinal en la estructura de las sociedades, la gestión de los medios se ha profesionalizado y sofisticado mediante la incorporación de las estrategias de management” (Becerra y Mastrini, 2001, p. 17). En ese escenario, la conducción del diario no dudó “en producir los corrimientos adecuados para pelear el liderazgo” (Luchessi, 2009, p. 102). En las últimas décadas, se expandió hasta convertirse en un conglomerado de medios de propiedad privada (Boczkowski, 2010), con una presencia significativa en los sectores de periódicos, revistas, Internet y una señal de televisión digital, LN+, que se lanzó en 2016, apalancada por el gobierno de Cambiemos al posibilitar su inclusión obligada en la grilla de los cableoperadores (Becerra, 2019), y con un fuerte impulso de la pauta oficial, a pesar del bajo rating de la señal que promedió en su primer lustro.

La caída en las ventas de periódicos y la disminución de ingresos publicitarios han afectado profundamente al sector de las industrias culturales (Calcagno, 2019), y La Nación no ha sido la excepción: entre marzo de 2019 y marzo de 2020 perdió un 20% de sus lectores. Con la pandemia, la empresa dejó de auditar su producto en papel, por lo cual el último dato del Instituto Verificador de Circulaciones (IVC) data del mes en que se anunció el aislamiento por la crisis sanitaria, con 81.408 ejemplares de lunes a domingo. Vale destacar que entre 2003 y 2018 ya había perdido un 35% de ventas (Becerra, 2018).

En enero de 2019, la empresa cerró la planta de impresión y despidió a sus setenta operarios. También redujo la redacción periodística: la plantilla disminuyó en un 20%, entre retiros y despidos directos. Sólo entre 2016 y 2018, La Nación fue el medio gráfico y comercial que más periodistas despidió (210), detrás de Clarin/Agea (con 453 despidos), según datos de SiPreBA. Por otro lado, la empresa abrió en 2021 un centenar de retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas.

Sin intención de profundizar en este artículo sobre el contexto histórico y actual de La Nación, sí interesa destacar que la elección del caso se vincula con las características del medio, como un actor político privilegiado que en la construcción de sus discursos define situaciones problemáticas y atribuye responsabilidades (Ingrassia, 2020), pero también como parte de un ecosistema mediático convulsionado: en el último lustro, La Nación protagonizó fuertes cambios en su composición empresarial, en el achicamiento de su staff y en los procesos de organización productiva y del trabajo en su redacción (Retegui, 2017 y 2020), y cambios en sus productos. En ese escenario, el medio apostó al negocio audiovisual y digital: la web de La Nación se mantiene en el segundo puesto de los sitios de noticias más visitados en Argentina[ii]. Por otro lado, la elección de concentrarnos en el contenido publicado en la web se vincula con la migración de los consumos de noticias hacia lo digital, tanto a través de plataformas de redes sociales como sitios web ( Mitchelstein, Andelsman y Boczkowski, 2019).

Marco teórico. Condiciones materiales de trabajo y rutinas productivas

En la dinámica interna de las redacciones son centrales las rutinas productivas, entendidas -desde la mirada de los estudios de Newsmaking- como procesos organizacionales que permiten analizar las noticias como un producto social, “manufacturado” ( Fishman, 1980; Gans, 1979; Schlensinger, 1978; Sigal, 1973; Tuchman, 1983), en sus diferentes fases de producción (recolección de la información, selección y edición).

Las primeras dos fases (recolección y selección de información) consisten en decidir qué acontecimientos tendrán espacio como noticias, lo que implica dejar de lado otros eventos. En ese punto, son importantes las fuentes consultadas y los criterios de noticiabilidad; es decir, los criterios por los cuales los medios transforman los acontecimientos en temas de interés para la sociedad (Wolf, 1987; Martini, 2000). En la fase de edición es crucial la determinación de la jerarquía que cada hecho adquiere en la cobertura y el encuadre con el cual la historia será presentada; dónde se pondrá mayor énfasis y qué fuentes serán mencionadas, es decir, efectivamente citadas[iii].

En el proceso de producción del diario las economías de tiempo son esenciales, por tratarse de un modelo de edición continua, con formas de sumisión del trabajo bien diferenciadas para poder cumplir con los plazos de producción (Zallo, 1988). En la prensa online, esas economías de tiempo son aún más estrechas porque hay una altísima rotación del ciclo productivo (desaparece la hora del cierre). Así, es necesario dotar de contenido nuevo de manera constante y eso afecta la organización laboral al interior de la redacción.

En la actualidad, la literatura internacional sobre rutinas y procesos de trabajo en las redacciones incorpora las consecuencias del uso intensivo de sistemas de métricas y lógica algorítmica, como un factor condicionante en los modos en que se selecciona y se edita información (Anderson, 2011; Bunce, 2017; Ferrer-Conill; 2017; Lee y Tandoc, 2019; Suenzo, Boczkowski, y Mitchelstein, 2020; Zamith, 2018), e incluso como criterio de evaluación de productividad de periodistas (Retegui, 2020).

Además de los aspectos propios de las rutinas productivas, debe considerarse el rol que desempeñan las y los profesionales, sus criterios individuales y valores personales, como también los intereses y pautas de las instituciones mediáticas, y del resto de los actores políticos con los cuales interactúan y una serie de pautas culturales propias de la labor ( Hänggli, 2012). Todos estos factores dan cuenta de las condiciones materiales en las cuales desarrollan su trabajo las periodistas, al mismo tiempo que influyen en los hechos que se seleccionan y en el tipo de tratamiento que se les da, así como en aquello que omiten a la hora de elaborar las noticias.

Framing: las definiciones de un mundo posible

En línea con los postulados del Newsmaking que reaccionan frente a las premisas de la objetividad periodística y que sostienen la idea de definición de los acontecimientos noticiosos como construcciones sociales, la teoría del Framing o encuadre pondera la importancia de los procesos individuales y colectivos de definición de la situación. Por tanto, permite comprender que no hay realidades ontológicas sino definiciones de sentido sociales y colectivas que son el resultado de distintas disputas que tienen lugar en la arena pública (Ingrassia, 2020). Así, la realidad social es una construcción de carácter dialéctico, dinámico e interactivo. En palabras de Reese (2001), “el encuadre se ocupa de la manera en que los intereses, los comunicadores, las fuentes y la cultura se combinan para producir formas coherentes de entender el mundo, que se desarrollan utilizando todos los recursos simbólicos verbales y visuales disponibles” (p.5. Traducción propia). Desde esta óptica, los marcos son principios organizativos que tienen una estructura profunda e implícita, lo que sugiere suposiciones y reglas que están fuertemente arraigadas en la cultura y que dotan de sentido al mundo social. A la vez, presentan estructuras superficiales más manifiestas, que pueden analizarse a partir de la presencia o exclusión de la información. Ambas deben tenerse en cuenta para obtener una imagen completa del encuadre. En un sentido similar, Entman (1993) apunta que los encuadres noticiosos son construcciones latentes que emergen a partir de la confluencia de una serie de indicadores manifiestos. Por ello, destaca la importancia de reflexionar sobre los modos en que se agrupan los elementos de encuadre (frame elements) en los textos noticiosos en tanto se conciben como huellas que dan cuenta de las acciones específicas del tratamiento periodístico. Así, los encuadres definen problemas y determinan agentes causales, a la vez que atribuyen responsabilidades con específicos juicios morales que diferencian lo que debe considerarse bueno de lo que debe entenderse como malo. Además, sugieren un tipo de tratamiento y con ello pueden predecir los efectos más probables o exponer una propuesta de solución para el problema tal como ha sido definido.

El género como enfoque analítico para interpretar las desigualdades de poder

Desde nuestra mirada, las premisas sobre rutinas productivas y encuadres de sentido necesitan triangularse con una mirada particular que permita analizar al objeto de estudio propuesto: la del género como categoría analítica. Se trata de una categoría de lucha política (Haraway, 1995) que apunta a desnaturalizar lo que significa ser mujer bajo una lógica que sostiene la supremacía masculina (Curiel, 2014). En esa línea, el género es un enfoque analítico que permite interpretar las desigualdades de poder (Sagot, 2008) en un mundo masculino signado por su poder.

En esa línea, resulta necesario considerar “la especificidad que nos cabe en tanto latinoamericanas” (Ciriza, 2015) por cuanto las diferencias de raza, clase, etnia, sexo y género entre las mujeres son producidas por “sistemas estructurales de dominación que han terminado definiendo y organizando el mundo y la vida social dentro de la cual están las mujeres, que las colocan en espacios a menudo antagónicos que hacen sumamente difícil cualquier intento de reconciliar sus intereses” (Espinosa Miñoso, 2014, en Ciriza, 2015, p.91). Este tema es clave para reflexionar sobre los feminismos como “una práctica de transgresión o resistencia ante los dispositivos y reglas patriarcales, heterosexistas, racistas y capitalistas” que se han articulado de diversas maneras en las experiencias de mujeres y disidentes sexuales en sus contextos históricos y sociales (Ciriza, 2015, p.94). Así, sobresale la necesidad de deslegitimar las tramas de significación que naturalizan el orden social establecido por el patriarcado - entendido como un sistema de opresión de las mujeres- en todas las dimensiones que sostiene la supremacía masculina en general, y los estereotipos, en particular.

Los estereotipos de la lógica patriarcal

La postura de Maffía (2008) resulta esclarecedora para reflexionar sobre las lógicas machistas que continúa perpetrando la opresión de las mujeres. La autora explica que existen pares dicotómicos, exhaustivos y excluyentes, que históricamente han dominado el pensamiento occidental y que son los que dominan también nuestra manera de analizar la realidad en esferas separadas: objetivo/subjetivo, universal/particular, racional/emocional, abstracto/concreto, público/privado, hechos/valores, mente/cuerpo, literal/metafórico. Se trata de “conceptos antagónicos culturales” (Maffía, 2008). El problema con esta construcción dicotómica y sexualizada es que se traduce en estereotipos que legitiman socialmente las cualidades propias de lo femenino y lo masculino. A la vez, existe una jerarquización de ese par. Es decir, lo objetivo, asociado históricamente a lo masculino, es más valioso que lo subjetivo, y lo mismo sucede con conceptos como lo público frente a lo privado, y lo racional frente a lo emocional. Al jerarquizar el par de conceptos, entonces, estamos reforzando la jerarquización entre los sexos, porque el par está sexualizado.

El concepto de “estereotipo” fue acuñado por Walter Lippmann, en 1922, para referirse a aquellas imágenes mentales que mediatizan la relación con el propio entorno, e incluye a las representaciones y esquemas culturales preexistentes que asumen la función de filtro del mundo real que en sí mismo resulta inabarcable y fugaz. Esa fugacidad impone la necesidad de vincular a otro desde alguna generalidad: cada persona advierte en la otra un rasgo que considera conocido y completa la información por medio de estereotipos que posee en su mente. Sus ideas junto a las de Maffía resultan útiles a la hora de pensar en los sentidos que se imponen desde distintos centros de poder a fin de reforzar opiniones públicas que sostienen las inequidades entre los géneros. En ese sentido, la cosmovisión de género que domina en las redacciones es la masculina, y esta proporciona todo el sustrato ideológico que después los profesionales verterán en sus prácticas cotidianas (Gallego Ayala, 2003).

Las inequidades micro y macro sociales

La especificidad de las inequidades entre los géneros se concibe como un núcleo en el que se entrecruzan especificidades históricas, económicas, políticas y culturales (Sagot Rodríguez, 2017). Se trata de un sistema social profundamente desigual que se manifiesta tanto a nivel micro, con las violencias físicas, psíquicas, emocionales y económicas que padecen las mujeres en sus contextos privados, como a nivel macro, a partir de las opresiones económicas, sexistas y laborales que enfrentan a nivel estructural. Sobre este último punto, las feministas de los `80 instalaron el término “techo de cristal” (glass ceiling) “para denominar a las barreras “invisibles” – pues son sutiles y difíciles de constatar – que dificultan el acceso de las mujeres a los puestos de mayor poder, prestigio o salario, en cualquier ámbito laboral y en cualquier país” (Guil Bozal, 2008, p.213). En tanto metáfora, el concepto expone la violencia simbólica que padecen las mujeres en el mundo del trabajo. Según alerta ONU Mujeres, en el ámbito del periodismo “el progreso está prácticamente detenido si se considera la igualdad entre hombres y mujeres en el ámbito de los medios de comunicación” (ONU Mujeres, 2020).

En ese terreno, sobresale la necesidad de consolidar áreas que en materia de género resignifiquen las condiciones desiguales en las que se desarrollan los procesos de trabajo en los medios y redefinan los encuadres periodísticos que legitiman el orden simbólico patriarcal. En Argentina, en el campo de estudio de la comunicación, diversos trabajos dan cuenta de la cultura masculinizada de las redacciones (Amado, 2017; Fopea, 2018; Laudano, 2010; Rovetto, 2017; Rovetto y Figueroa, 2018, 2019; Retegui, 2018). A su vez, otras investigaciones muestran avances superficiales, nunca sustanciosos, respecto a los tratamientos noticiosos respetuosos de los derechos de las mujeres (Ingrassia y Retegui, 2022; Ingrassia y Weidmann, 2020), y cuya imagen resulta, en su mayoría, estereotipada (Chaher y Santoro, 2014; Laudano, 2010).

Estrategia metodológica

A partir de la triangulación de nociones clave y de algunas de las técnicas específicas del Newsmaking y del Framing, realizamos 13 entrevistas en profundidad a periodistas y responsables de secciones de La Nación y, de modo complementario, elaboramos un análisis de contenido de las notas publicadas por ese medio, respecto a un tema clave en el marco de los reclamos por la ampliación de derechos de género y que sentó precedentes[iv] en Latinoamérica a partir de las acciones concretas de los movimientos feministas argentinos: el aborto legal, seguro y gratuito.

Las entrevistas semiestructuradas las efectuamos durante la segunda mitad de 2020 y enero 2021. Todas fueron realizadas y grabadas mediante videollamadas, teniendo en cuenta el escenario de pandemia por Covid-19 y las restricciones de movilidad implementadas como políticas sanitarias, con un promedio de duración de 90 minutos. Tres periodistas fueron consultadas en dos oportunidades, antes y post sanción de la IVE. Optamos por el anonimato para preservar sus fuentes laborales y relaciones al interior del medio; en ese sentido, aunque consideramos importante para los objetivos de este artículo el tipo de trabajo y, especialmente, las áreas/secciones, decidimos no identificar esos puntos para no exponer a las entrevistadas. En cambio, el rol profesional de nuestras fuentes lo expondremos como redactora, editora (mando medio) y directora.

Orientamos las preguntas en tres grandes bloques y en relación a las nociones teóricas desde los estudios de rutinas productivas, del Framing y de los estudios de género. Por un lado, indagamos sobre la estructura jerárquica, la organización de áreas, la división de tareas y la toma de decisiones en la redacción. Esa información se comparó con los datos difundidos por el propio medio, que mencionaremos más adelante. También pusimos el foco en las experiencias de las entrevistadas en torno a situaciones de inequidades por género, y en cómo las afectó la pandemia en sus condiciones laborales y, en particular, su vínculo vida personal/profesional. Además, preguntamos por la percepción que tuvieron las trabajadoras de prensa en relación a la selección, elaboración y publicación de las noticias referidas al proyecto del aborto que publicó La Nación durante el mes de diciembre de 2020. A modo de ejemplo, incorporamos algunas preguntas abiertas, que formaron parte del cuestionario, según los tres bloques mencionados:

1. ¿Cómo es la estructura organizacional del medio? ¿Hay editoras y secretarias de redacción? ¿En qué áreas o secciones temáticas están a cargo?

2. Contanos sobre las economías de tiempo en tu sector laboral y ¿en qué medida te afectó el trabajo remoto por el contexto de Covid-19 y la organización que llevó adelante el medio y tu sección? ¿Encontraste situaciones de inequidad entre periodistas varones y mujeres al interior de la redacción? ¿Existen prejuicios y estereotipos por razón de sexo en tu ámbito laboral? ¿Alguna vez viviste situaciones de violencia de género?

3. ¿Cómo considerás que La Nación cubrió el periodo de tratamiento del proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE)? ¿Hubo lineamientos de la cúpula editorial o tus superiores al momento de hacer las coberturas, en el enfoque, las fuentes a utilizar o en cualquier otra fase productiva de la nota?

Por otra parte, realizamos un análisis de contenido de las 229 notas publicadas durante diciembre de 2020 por La Nación, en tanto se considera la técnica que permite describir las variables manifiestas y latentes de los encuadres noticiosos respecto a las definiciones del problema, las causas que a él se vinculan, las atribuciones de responsabilidad y las propuestas de solución que se presentan en los frames periodísticos. Desde este enfoque, las noticias son puntos de vista que se ofrecen sobre un mismo tema con una evaluación moral particular (Matthes, 2012) y el análisis de contenido permite comprender los datos como fenómenos simbólicos (Krippendorff, 1990). Esta instancia prevé un abordaje deductivo con una matriz que fue diseñada a partir de un proceso inductivo previo en el que se realizaron distintos hallazgos para el diseño final de la herramienta que incluye 14 variables, con sus respectivas dimensiones e indicadores. El instrumento triangula las nociones de Entman (1993) sobre los elementos de encuadre, con los estudios feministas sobre las tramas de significación que legitiman y naturalizan el orden patriarcal (De Beauvoir, 1949; Haraway, 1995; Curiel, 2014; Sagot, 2008; Maffía, 2008) en las definiciones de los problemas sociales (Blumer, 1968; Pride, 1995).

En ese sentido, nuestras variables cuantitativas quedaron definidas como: Autoría; Definición del problema; Diagnóstico sobre IVE; Causas asociadas al problema; Atribución de responsabilidad; Tipo de Responsabilidad atribuida; Pronóstico/Propuesta de Solución; Motivación/Énfasis de la nota; Trivialización; Polarización; Énfasis en el disenso interno/marginalización; Menosprecio por los números/menosprecio por la efectividad del movimiento; Dicotomías asociadas al rol de la mujer; Estereotipos de género presentes en la nota. Además, se analizaron las estrategias discursivas empleadas en los relatos para plasmar visiones específicas sobre los eventos.

Análisis. Las mujeres y el ascenso en los procesos de trabajo

En el sector periodístico de La Nación (incluyendo staff de revistas y señal de televisión LN+) la estructura es piramidal: en la base y en los mandos medios, la cantidad de mujeres y varones es similar, pero a medida que se asciende en los cargos de toma de decisión la presencia femenina es cada vez menor, como lo demuestran los últimos datos publicados por el propio medio bajo el título “Diversidad en la Redacción”[v] (Gráfico 1)


1
Diversidad en la Redacción
Elaboración propia en base a datos de Lanacion.com

Según los datos de la empresa, el staff se compone por 367 personas. De ese total, hay un 44,7% de mujeres en la base y 55,3% de varones en mandos medios. Más amplia es la distancia en los cargos gerenciales, sólo 7 de 18 son ocupados por mujeres. Respecto a la división por edades, las mujeres son mayoría únicamente en la franja más joven (hasta 30 años), con una diferencia de 40 a 10. Es de destacar que no se publicó información de otras identidades de géneros.

Ahora bien, ¿qué lugares ocupan las mujeres en La Nación? Aquellas cifras no visibilizan la posición real de las periodistas. Nuestro trabajo de campo discute el enfoque que brinda la empresa (“Diversidad en la redacción”), pues son las mujeres quienes menos personas tienen a cargo y el cupo femenino en espacios de poder es representativo en áreas históricamente consideradas “femeninas”: directoras editoriales en Revistas o dirección de Arte son cargos comandados por mujeres en La Nación, al momento del estudio, y que figuran como cargos gerenciales, pero considerados “blandos” en la organización productiva y de trabajo en una redacción periodística.

Las mujeres con cargos altos están en las revistas. Revistas es un negocio residual para La Nación, no es factor de poder, de influencia. A las revistas las tienen como negocio porque aumenta su cartera de publicaciones, pero no mueve la aguja. Cuando vas al diario, los puestos altos son para varones. Es tan sencillo como ver quiénes son los columnistas del diario; hoy por hoy tratan de poner una mujer con esfuerzo, casi como el cupo de poner una mujer como fuente (directora en Revistas, comunicación personal, 17 de noviembre de 2020).

En ese punto, tal como ocurre en otros sectores mediáticos, se da una “falsa feminización” (Soriano et al., 2005), en tanto hay una mayor inserción de mujeres en el periodismo, pero su presencia en el trabajo se caracteriza por una alta tasa de abandonos, sus puestos en las empresas son de escasa responsabilidad, tienen mayor presencia en los sectores considerados periféricos y sus trayectorias profesionales están marcadas por desplazamientos hacia espacios profesionales menos visibles, pero más compatibles con la vida privada. Una de las entrevistadas manifestó: “le vendría muy bien al diario que haya una secretaria de redacción mujer. Hasta que no ocurra, implícitamente termina siendo un techo de cristal”.

¿Cómo es la organización de trabajo en una redacción periodística? Sin ánimo de profundizar en la organización diaria, estudiada ampliamente en trabajos de corte etnográficos, vale mencionar brevemente que el proceso de producción de noticias se inicia con la presentación de un tema propuesto por parte del redactor o redactora a partir del sumario y las decisiones de planificación de la agenda del día. En el transcurso de las fases del proceso de producción, la estructura piramidal de los medios determina que quienes ocupan la cima editorial (secretarios de redacción, pro-secretarios, secretario general y directivos) tengan la última palabra sobre qué se publica, qué se omite, el enfoque y espacio que se le dará a una nota. Tal como observamos en el apartado anterior, esa élite directiva en La Nación es asumida por hombres.

Dos de las entrevistadas no asocian ese escenario a una cuestión de discriminación sexo-genérica en su ambiente laboral. Así, una de las editoras, que se inició como redactora y lleva más de 30 años en La Nación, sostiene lo siguiente:

Entiendo toda la movida del género, pero no lo vivo como una lucha, ni me he sentido postergada. No me abrazo profundamente a este tipo de luchas. Cuando empecé en Télam era la única mujer en turno mañana [...] y, para preservarme decidí no derivar nunca una conversación que se pudiera malinterpretar y tratar de mantener una vestimenta acorde a mi edad; quería que me juzgaran por si era capaz de hacer periodismo o no. Cuando entré a La Nación hice lo mismo. A mí siempre me juzgaron por mi calidad de trabajo, y yo también a mis pares (editora, comunicación personal, 21 de septiembre de 2020)

La entrevistada observa la lucha por la paridad de género desde una posición individualista. Más aún, alude a la forma “correcta” de vestirse y hablar como mecanismo sensato, desde su perspectiva, para desenvolverse en un ambiente masculinizado, sin incluir los patrones existentes y estructurales que conforman el techo de cristal en la promoción profesional de las mujeres.

Otra de las entrevistadas indica que “la mujer tiene que llegar por sus propios medios. No cualquier mujer está preparada para ser editora de política, o para dirigir un diario; eso no se puede imponer. Tiene que salir de la vocación”. Sin embargo, la misma periodista se pregunta, “¿Cómo fomentarla?” Equiparando las cargas domésticas y la brecha salarial”, agrega. La redactora pone el acento de su queja en “la falta de legislación” en cuanto a los trabajos de cuidados y a “una cuestión generacional”, y no así en la estructura organizacional de la empresa y la cultura profesional.

El trabajo remoto y la “doble jornada”

“El periodismo es como un casino, sabés a qué hora entras, pero no sabés a qué hora vas a salir”, admitió una de las redactoras entrevistadas (comunicación personal, 18 de febrero de 2021). Esa analogía que eligió la periodista atraviesa las rutinas del conjunto, pero en el periodismo en general, la dificultad de las mujeres para conciliar vida profesional y privada, es mayor en relación con sus colegas varones (Vega Montiel, 2014).

Un caso singular se da con el turno noche de la web. En esa franja, que inicia a las 20 y termina a la madrugada, el equipo se compone íntegramente por mujeres: la editora y tres redactoras. Ninguna tenía hijos al momento del trabajo de campo, característica percibida como necesaria para acceder a ese espacio, no como imposición contractual, sino por la propia organización del área. “Somos pocas y tenemos un horario particular, bastante pesado [...] Yo no tengo hijos, capaz que por eso me eligieron” (editora, comunicación personal, 2 de marzo de 2021). En la misma línea, otra fuente reconoció: “El día previo a casarme estaba sentada en la redacción” (editora, comunicación personal, 21 de septiembre de 2020). Así, la percepción de las entrevistadas es que los escalafones altos se logran a partir de resignaciones personales.

Los horarios absorbentes en el periodismo son condicionantes para el acceso a mayores puestos de decisión, en tanto todavía el peso de la carga doméstica en el hogar sigue recayendo en las mujeres, y ese escenario se acentuó durante la pandemia por Covid-19 (CEPAL, 2021). De todos modos, el reclamo desde adentro es la postura que tomó la gerencia, que no hizo más que ampliar la brecha en un escenario complejo como el que implicó el aislamiento y la crisis sanitaria. La siguiente cita da cuenta de ese escenario:

Hay limitaciones en la labor en la que los hombres tienen la vida más fácil en algún punto. Por ejemplo, acaba de cambiar el sistema de guardería de La Nación en medio de la pandemia. La Nación pagó siempre un concepto de guardería, que se va actualizando con las paritarias; ese importe siempre se le pagó a la trabajadora ¡mujer! Ahí ya hay una diferencia. Hace poco fui a tramitar el reintegro y me dijeron que acababa de cambiar la política y no aceptaban más niñeras, sino guarderías. Esta decisión la tomaron en medio de una pandemia y con todas las guarderías cerradas (redactora, comunicación personal, 22 de diciembre de 2020)

La empresa no sólo evitó medidas positivas para conciliar la vida laboral y privada (por ejemplo, reduciendo la jornada horaria en quienes tenían mayores cargas de cuidado sin reducir salario), sino que promovió políticas regresivas, en un contexto de crisis sanitaria y con todos los establecimientos educativos y de cuidado cerrados, sumado a las limitaciones para contar con el apoyo de redes familiares o el servicio de trabajo en casas particulares. Aquí, entendemos que en la organización social del cuidado confluyen distintos actores sociales que son responsables y tienen la potencialidad de incidir y modificar la distribución actual de esos cuidados: el Estado y las instituciones públicas, los sindicatos y las empresas.

Para las periodistas (madres) el llamado “home office”, durante la pandemia, resultó en “doble jornada”, donde lo que se puso de manifiesto fue una ruptura con la correspondencia dada entre cuidado y esfera privada:

A una colega que es mamá soltera le cambiaron los horarios con todo lo que implicó la pandemia y el teletrabajo. Como se “plantó” y reclamó por la hora de comida mientras trabajaba y cuidaba a su hijo, quedó “frizada”. ‘¿De qué se queja?, ella está en su casa’; esa fue la frase de compañeros que no se autoperciben machistas [editora, comunicación personal, 20 de diciembre de 2020]

Teniendo en cuenta que el trabajo periodístico fue uno de los sectores considerados esenciales durante el periodo de aislamiento por Covid-19 y, por lo tanto, exceptuados de la obligatoriedad del trabajo remoto, la decisión de implementar el trabajo a distancia para toda la redacción fue una alternativa para la empresa, pero una prescripción para sus periodistas.

Es necesario señalar que en Argentina no está normativizada la labor de los y las periodistas digitales, lo cual oscurece la situación de muchos y muchas profesionales que, aun estando en relación de dependencia con la empresa, realizan tareas por fuera de la jornada laboral sin remuneración. Tampoco el trabajo a distancia, en general, estaba legislado hasta que la situación de Covid-19 habilitó el debate y la aprobación en julio de 2020 de la Ley Nº 27.555 (Ley de Teletrabajo). De ese modo, puntos vinculados a la extensión de la jornada, el derecho a la desconexión, o derechos en torno a tareas de cuidados no estaban normados al momento del periodo analizado[vi].

Más allá de que aquí nos concentramos en lo que ocurrió en el staff estable de La Nación, destacamos la situación desigual de las periodistas colaboradoras. Así lo cuenta una entrevistada con responsabilidad directiva: “En pandemia quedó muy en evidencia la incompatibilidad de la maternidad y el trabajo en el hogar. Se reflejó en la productividad de las mujeres: entregaron las notas más tarde, me pidieron más tiempo, no enviaban los sumarios” (directora de sector Revistas, comunicación personal, 17 de noviembre de 2020).

Brecha salarial

Según los datos de la última encuesta realizada por el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SiPreBA, 2021), el 27,3% de las mujeres y disidencias respondió tener ingresos inferiores respecto a sus pares varones que realizan la misma tarea y ocho de cada diez consideraron que se trataba de una discriminación por cuestiones de género.

Teniendo en cuenta esas cifras, una de las preguntas realizadas para el presente estudio fue en torno a la brecha salarial entre hombres y mujeres. Todas las fuentes consultadas coincidieron en que la única manera de pelear un aumento de salario en La Nación es de modo individual y subiendo un escalafón. A su vez, las periodistas entrevistadas consideraron que “es muy probable” que los hombres ganen mejor, porque hay un sistema de ascenso no formalizado, tal como se desprende de esta cita:

Respecto a lo salarial, me pareció un salto muy bajo, de redactora a editora; se lo pregunté al anterior editor para tener referencia. No me quiso decir un número, pero su gesto fue de: te están jodiendo (sic) [...] no te sé decir el número, pero creo que había una brecha bastante importante [editora, comunicación personal, 2 de marzo de 2021]

En otras situaciones, en cambio, sí hubo diferencias salariales manifiestas:

Nos impusieron hacer drone y video, entonces pedíamos las capacitaciones y además recomposición salarial por la nueva tarea. Hicimos una suerte de “paro”, solo hacer fotos. Quienes impulsamos esto fuimos las dos mujeres; no sabemos si se filtró, pero al momento de darnos el porcentaje, la recomposición salarial ascendió, en el caso de los hombres, a un 16% y en el nuestro en un 12% [¿Se naturalizó?] se naturalizó dentro de nuestros propios compañeres, ¡perdón, compañeros!, ¡compañeros con o! [...] No es que el diario no nos podía pagar esa diferencia, es tan elaboradamente jodido, que era solo un 4% de diferencia. Era aleccionarnos a las mujeres (editora, comunicación personal, 20 de diciembre de 2020).

Esa situación que describe la entrevistada alude también a un patrón de vigilancia por parte de la empresa y a una respuesta punitiva hacia las mujeres que iniciaron un reclamo por mejores condiciones de trabajo. Es decir, quedan en evidencia los costos que pagan las trabajadoras en sus reivindicaciones, tal como profundizaremos en el próximo apartado.

Estereotipos y disciplinamiento. Ser visibles tiene sus costos

Si partimos de la premisa de que el patriarcado no es solamente la organización de status relativa a los miembros del grupo familiar de todas las culturas y épocas, sino la propia organización del campo simbólico (Segato, 2003), y que en esa estructura funciona un orden femenino-masculino, en el cual la posición en una de esas categorías determina relaciones de poder (Blazquez Graf, 2010), entonces se comprende de qué manera, “en la cultura profesional de los medios de comunicación se establecen clasificaciones sobre contenidos, perspectivas, habilidades, puestos, experiencias y valores que se normalizan a partir de una matriz dicotómica en el ejercicio de la profesión” (Rovetto y Figueroa, 2019, p. 2). Ese escenario es propicio para la naturalización de discursos sexistas y estereotipos de género: “Se abre un puesto en fotografía y mi jefe me dice: ‘mandame nombres de mujeres, pero que no sean conflictivas’” (editora, comunicación personal, 20 de diciembre de 2020).

Al mismo tiempo, como se mencionó al principio, hay ciertos lugares que parecieran estar asociados al mundo privado y, por lo tanto, a lo femenino; y al mundo público y, por ende, a lo masculino. Esa asimilación lleva a prejuicios tradicionales a cada género que perpetúan, por un lado, la discriminación en la organización laboral (“las únicas que no recibimos capacitación para usar el drone fuimos las mujeres”) y sesgos a través de estereotipos en los roles asignados:

Las redacciones funcionan por lo que vas proponiendo de temas, hay una agenda que se instala, y puede ser que un editor diga: “este tema relacionado con la maternidad, ¿quién de ustedes, chicas, lo agarra?” Pero nunca surgiría de un varón notas relacionadas sobre eso, además de que se consideran menores; esos estereotipos siguen vigentes. Incluso para las mujeres dentro de la redacción son conflictivas esas notas porque no te dejan plantearlas desde un lugar feminista. Siempre hay que encontrar una neutralidad, y esa neutralidad es en detrimento de los derechos de las mujeres (directora de Revistas, comunicación personal, 17 de noviembre de 2020).

Una situación muy mencionada y espontánea entre las entrevistadas se vincula con los “costos” que tienen que pagar las mujeres cuando llevan adelante un reclamo por sus derechos o cuestionan discursos sexistas y características estereotípicas:

En todo lo que sea un cuestionamiento del lugar que ocupamos las mujeres y de cómo las estamos nombrando, los pone en estado de amenaza. Eso hace que todo sea más difícil y para nosotras tenga costos altos. Luchar para que no haya misoginia en los títulos, por ejemplo; tenés que exponerte todo el tiempo y es una exposición individual (directora de Revistas, comunicación personal, 4 de enero de 2021);

Ahora estoy con la lucha de que siempre haya una voz femenina en las notas de opinión, porque siempre hay cuatro caras en la home y son siempre hombres. Todos los días les digo: hoy no tenemos ninguna mujer. “Y me responden [los secretarios de redacción]: bueno, no, no hay”. “¡Cómo que no hay!, les digo. ¡Busquemos mujeres!”. ¡Mirá, hoy hay dos mujeres!, me dicen con ironía. Siento que todos los días soy la piedra en el zapato [editora, comunicación personal, 2 de marzo 2021]

En otros casos estos “costos” derivan en disciplinamiento. Una de las entrevistas cuenta lo siguiente: “vi cómo a una periodista, que había tomado licencia por maternidad, al regresar le habían quitado funciones y habían desmantelado su equipo, restándole responsabilidades a su cargo” (redactora, comunicación personal, 29 de marzo de 2021). Hay una sanción normalizadora que tiene efecto sobre la subjetividad individual, pero fundamentalmente es un efecto disciplinador hacia el colectivo de mujeres.

Tratamientos noticiosos ¿El aborto es asunto de hombres?

Diversos estudios han dado muestra de la inequidad en la participación femenina como fuentes y voces especializadas en los medios de comunicación (Armstrong, 2004; Chaher y Santoro, 2014; Mitchelstein, Andelsman, y Boczkowski, 2019; Morris, 2016; Papí Galvez, 2008; Roverto y Figueroa, 2019; Zeldes y Fico, 2005, entre otros). En nuestro análisis de contenido predominaron las notas sobre aborto sin autoría, en primer lugar, y las firmadas por varones, en segundo término.

Por otro lado, en el análisis de las noticias con autoría masculina observamos que en el 47.7% de los casos se utilizaron como fuentes principales a uno o más varones y que sólo en el 11.1% del total las fuentes principales fueron mujeres. Allí, se invisibilizó a las mujeres en el tratamiento de un tema referido, precisamente, a los derechos de género y las voces acreditadas para opinar fueron las masculinas (Gráfico 2).


2
Gráfico

Autoría y fuentes

Elaboración propia

Cómo se define la agenda y qué fuentes de información utilizar fue un proceso complejo en relación al tema aborto para aquellas periodistas que propusieron abordarlo desde un enfoque feminista. Así lo expresan dos de las entrevistadas

Charlando con una compañera, que en calle cubrió una jornada en el congreso, me dijo que fue difícil informar con la ecuanimidad que le pedía el diario, poner en el mismo nivel a ambos grupos [verdes y celestes], cuando periodísticamente había un grupo que era mucho más relevante y mucho más masivo que era la onda verde. Pero desde el diario pedían otra cosa (editora, comunicación personal, 20 de diciembre de 2020);

Con mi editor acordamos que yo iba a hacer una nota del estilo “De unas locas sueltas a un grito popular verde. Cómo se gestó un reclamo popular por el aborto”. La empecé a hacer y al rato vino un pedido de altas esferas [risas], no sé de quién, pero mi editor me llamó para pedirme que en lugar de hacer esa nota me enfocara en las clínicas de salud, que son objetores de conciencia, que también era una nota de la lista, pero era contar sólo un lado de la historia (redactora, comunicación personal, 15 de enero de 2021).

Desde el análisis de contenido, observamos que en el 46,7% de las noticias publicadas sobre IVE, La Nación presentó marcos indefinidos en los que sobresale la intención de citar en igual medida a fuentes verdes y celestes. Entre las entrevistadas que reconocieron un compromiso con las temáticas de género, hubo malestar por cómo se encuadró el tema aborto en el proceso de producción y en los contenidos. “El día de la votación le pedí a mi jefe no hacer la cobertura porque sabía que iba a tener que hacer la foto más aséptica sobre la temática”. Eso le generaba “frustración”. En las coberturas anteriores, “ninguna de mis fotos fue tapa, siempre fueron fotos del drone”, agregó.

Por otro lado, es interesante ver cómo se presentaron a las mujeres como fuentes en el tema aborto. Lo que encontramos desde el análisis de contenido es que en la mayoría de los casos las mujeres son fuente para la polarización[vii]. Este recurso se observó en 129 noticias, es decir, en el 56.3% de los casos los tratamientos noticiosos apuntaron a balancear el peso entre el movimiento identificado con el color verde y el contramovimiento[viii] representado con el celeste. Así lo manifiesta una de las editoras: “el diario tenía esa bajada (de línea) de que fueran mitad y mitad para balancear. Si tenías una Ofelia (Fernández)[ix], tenías que poner una (Viviana) Canosa[x]” (editora, comunicación personal, 2 de marzo de 2021).

A su vez, la IVE fue valorada de manera injusta, dañina o peligrosa en el 30% del total analizado. Allí, se responsabilizó negativamente al gobierno por intentar sacar rédito político con el impulso de la ley y/o se destacó el peligro de una medida que, según las configuraciones de sentido que efectivamente quedaron plasmadas, buscaba atentar contra la sociedad por oponerse/poner en riesgo el derecho a la vida. Estas últimas fueron las que presentaron un mayor número de estereotipos de género, reduciendo a la mujer al rol de madre u objeto de procreación. Sin intención de agotar los ejemplos encontrados, nos permitimos incluir algunos titulares que dan cuenta de lo antes dicho. “Defender el derecho a la vida y proteger al más débil” (La Nación, 2 de diciembre de 2020); “No es un Derecho Humano que un humano decida sobre la vida de otro” (La Nación, 10 de diciembre de 2020); “A favor de la vida” (La Nación, 26 de diciembre de 2020); “Aborto: por qué la ley es extrema y no puede votarse”; “El silencio de los inocentes” (La Nación, 27 de diciembre de 2020).

En este punto es necesario señalar un tema que no fue abordado con profundidad y que, en todo caso, requiere de estudios futuros. Los sistemas de medición de audiencias, como mencionamos previamente, tienen cada vez más incidencia en las redacciones. En trabajos previos se demostró cuánto afecta la lógica algorítmica en los procesos de producción en La Nación ( Retegui, 2020). Así, el tema aborto no fue uno de los más consumido por los lectores de La Nación, según se desprende de las entrevistas a las editoras, y eso condicionó cuánto y cómo se abordó la temática, además del contrato de lectura[xi], como destaca una de las fuentes:

Para mí hay algo muy difícil en La Nación y es que el contrato de lectura ya es muy conservador. Por un lado tenés los lectores reactivos que te fulminan, después la mirada de los editores de: “ojo esto es muy feminazi”[xii], porque el feminismo es un subjetivema en La Nación, no es una palabra y a mí me han bajado títulos como ecofeminismo. Entonces tenés que hacer un equilibrio infernal, porque es muy difícil alinearse con la línea del diario que sigue siendo muy conservadora y reactiva y escribir en los tiempos que corren [...] El aborto fue un tema bastante limitado que tuvo que darse pero con muchas limitaciones. No es una agenda fácil. Es una agenda en conflicto todo el tiempo. Nos prohíben usar el lenguaje inclusivo[xiii]. Incluso algunos editores ni siquiera dejan que los entrevistados hablen lenguaje inclusivo, nos obligan a cambiarlo, y eso sí es un problema periodístico, porque esa persona no habla así. Es una batalla difícil (directora en Revistas, segunda comunicación personal, 5 de enero de 2021).

Esta cita final encierra varias cuestiones que atañen al quehacer y la cultura periodística. Entendemos que cobra más valor aún porque lo emite una periodista con cargo alto en el staff que se ve, habitualmente, condicionada al momento de armar la agenda temática y su enfoque. Ese escenario es, en nuestro caso de estudio, atravesado por desigualdades de género y las reglas de juego de un medio tradicional, históricamente conservador desde lo ideológico, que tienden a sostener los sentidos patriarcales e invisibilizar las demandas de las mujeres. Dentro y fuera de la redacción.

Palabras Finales

En este artículo partimos de comprender que los medios modelan y refuerzan directa o indirectamente las pautas culturales de las sociedades, al incluir o excluir determinados temas, visibilizar o invisibilizar reivindicaciones y problemáticas de derechos, y al representar y reproducir imágenes estereotipadas. En ese sentido, si se pretende combatir las desigualdades por razones de género, una de las primeras acciones a modificar es el comportamiento de los medios de comunicación (Abril, 1994). Y en este trabajo, lejos de ser una redacción periodística “diversa”, como el propio medio tituló en sus páginas, encontramos desigualdades sexo-genéricas en todas las dimensiones estudiada en la estructura organizativa y en el nivel de la producción, que incluye los contenidos que publica el medio. Entre los principales resultados figuran:

Segregación vertical y horizontal: hay una brecha en los espacios de toma de decisiones, en tanto los hombres son quienes lideran en cifras los puestos de jerarquía, mientras que en la base son mayoría las mujeres. La manera en que se constituyen los liderazgos en la redacción es androcéntrica y las aspiraciones a un puesto mayor siguen siendo para los varones. Por otro lado, las periodistas con cargos altos están al frente de ciertas áreas o secciones que tienen menos centralidad en la agenda mediática. Esto refuerza estereotipos de género: hay zonas masculinas (política, economía); y otras femeninas (sociedad, revistas). Según los testimonios, esa segregación horizontal se repite en la selección y en la elaboración de contenidos.

En otro nivel, encontramos dificultades para las periodistas al momento de conciliar vida privada y profesional, acentuadas durante el periodo de estudio, a partir del trabajo remoto en el contexto de pandemia por Covid-19. Esto no se vincula únicamente con las estrechas economías de tiempo en la cadena de producción mediática y una actividad que se percibe exigente tanto para hombres como para mujeres. También fue condicionante la nula política de organización social del cuidado: por un lado, no se redujo la carga horaria para quienes tenían hijos e hijas a cargo; por otro, hubo una decisión empresarial de retirar el compensatorio por guardería, en el momento de la “cuarentena”, cuando todos los establecimientos educativos y de cuidado se encontraban cerrados. Además, esta situación debe leerse en clave más panorámica: en Argentina existe una distribución inequitativa de las responsabilidades de cuidado, tanto en términos socioeconómicos como de género, que incide en el ámbito público.

Las mujeres tienen trayectorias laborales más inestables dentro del propio medio y subir en el escalafón se percibe a costa de resignar una vida familiar plena, como tener pareja o maternar. Según la opinión de varias entrevistadas, para los varones ser padre no modificaría su carrera y en promedio ganan mejores salarios que ellas por el mismo trabajo. Si bien en este artículo lo mencionamos como una percepción, en tanto “nadie sabe en esta empresa cuánto gana su colega”, sí observamos situaciones concretas que combinaron la brecha salarial por razones de género con un disciplinamiento individual y colectivo. Reclamar por la paridad tiene sus costos al interior de La Nación.

Si el estereotipo es el discurso consolidado y naturalizado, en los modos de vincularse en la redacción sobresalen los prejuicios y pre-conceptos en torno al trabajo de las mujeres y a la forma de nombrarlas. Así, el sentido repetido que impone la mirada androcéntrica es el de las periodistas “conflictivas”, “la piedra en el zapato”, toda vez que intentaron reclamar por sus derechos laborales o denunciar situaciones de discriminación y desigualdades de género. En casos concretos, pagaron costos por sus reclamos: ser “frizadas” en su puesto de trabajo o perder privilegios frente a sus pares varones.

De forma complementaria analizamos las noticias publicadas por La Nación sobre el debate por el proyecto de ley del aborto. La mirada particular que el medio ofreció recayó, mayoritariamente, en el refuerzo del orden patriarcal imperante, tanto por las notas que valoraron a la IVE de manera indefinida, cuanto por aquellas que la definieron como injusta, peligrosa o dañina. Así, La Nación invisibilizó la necesidad social de la ley, redujo la problemática a hechos individuales o aislados y ocultó el problema de índole estructural que atravesaban las personas gestantes en Argentina.

De igual manera, la cantidad de autorías y fuentes masculinas fue significativamente mayor a las femeninas. Esa decisión de otorgar voz a los varones para opinar sobre un tema vinculado a la salud reproductiva de otros géneros recae en el refuerzo de un entramado cultural de corte machista, que se sustenta en la desigualdad y perpetúa la jerarquía masculina.

Referencias Bibliográficas

Alonso, P. (2007). “Los lenguajes de oposición en la década de 1880. La Nación y El Nacional”, en Revista de Instituciones, Ideas y Mercados, Nº 46, pp 35-46. Disponible en: http://www.eseade.edu.ar/files/46_2_alonso.pdf

Amado, A. (2017). Las periodistas desde los estudios del periodismo: perfiles profesionales de las mujeres en los medios informativos, en Cuestiones de Género de la Igualdad y la Diferencia 12(12). DOI: 10.18002/cg.v0i12.4846

Anderson, C.W. (2011). “Between Creative and Quantified Audiences: Web Metrics and Changing Patterns of Newswork in Local US Newsrooms”. Journalism 12 (5): 550-566

Armstrong, C. L. (2004). “The influence of reporter gender on source selection in newspaper stories”. Journalism & Mass Communication Quarterly, 81(1), pp. 139-154

Becerra, M. (2018). “Euforia y depresión. El ocaso del gran diario argentino”. Letra P. Recovered from: https://www.letrap.com.ar/nota/2018-4-4-11-48-0-euforia-y-depresion-el-ocaso-del-gran-diario-argentino

Becerra, M. (2019). Pauta oficial: en campaña Macri gastó en seis meses lo mismo que en todo 2018, en Letra P. Disponible en:

Becerra, M. y Mastrini, G. (2001). “50 años de concentración de medios en América latina: del patriarcado artesanal a la valorización en escala”, en Quiros Fernández, F. y Sierra Caballero, F. (ed) Globalización, comunicación y democracia. Crítica de la economía política de la comunicación y la cultura. Sevilla: Comunicación Social, Ediciones y Publicaciones, pp. 179-208.

Blázquez Graf, N. (2010). Investigación feminista. Epistemología metodológica y representaciones sociales. México D. F: Universidad Nacional Autónoma de México.

Blumer, H. (1968). Symbolic Interaccionism. Perspective and Method. Englewood Cliffs, United States: Prentices Hall

Boczkowski, P. (2010). News at work: Imitation in an age of information abundance, Chicago: The University of Chicago Press.

Bunce, M. (2017). Management and resistance in the digital newsroom: Making news at the Reuters newswire. Journalism, 20(7), 1-16. Obtenido el 12 de marzo de 2020 de https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/1464884916688963?journalCode=joua

Calcagno, N. (2019). “El futuro ya llegó”. Info135 Recovered from: https://info135.com.ar/2019/05/04/por-natalia-calcagno-el-futuro-ya-llego/

CEPAL (2021). La autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad. Informe Especial COVID-19. Disponible en: https://www.cepal.org/es/publicaciones/46633-la-autonomia-economica-mujeres-la-recuperacion-sostenible-igualdad

Chaher, S. y Santoro, S. (2014). Las palabras tienen sexo II. Herramientas para un periodismo de género, Artemisa Comunicación Ediciones, Buenos Aires, 257 páginas.

Ciriza, A. (2015) Construir genealogías feministas desde el Sur: encrucijadas y tensiones. MILLCAYAC, II(3), 83-104.

Curiel, O. (2002). Identidades esencialistas o construcción de identidades políticas: el dilema de las feministas negras. Otras Miradas, .(2), 96-113. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=18320204

Curiel, O. (2014). Género, raza, sexualidad: debates contemporáneos. Colombia: Universidad del Rosario. Disponible en http://www. urosario. edu. co/urosario_files/1f/1f1d1951-0f7e-43ff-819f-dd05e5fed03c. pdf [28 de enero de 2015].

De Beauvoir, S. ([1949] 1981). El segundo sexo. Buenos Aires, Argentina: Siglo XX.

Di Stefano, M. y Pereira, M.C. (2015). Ideologías lingüísticas en el “Diálogo semanal con los lectores” del diario argentino La Nación, en Circula : revue d’idéologies linguistiques, N° 2. Disponible en: https://circula.recherche.usherbrooke.ca/2015-numero-2-fr/

Entman, R. M. (1993). Framing: Toward Clarification of a Fractured Paradigm. Journal of Communication, 43(4), 51–58.

Ferrer-Conill, R. (2017). Quantifying journalism? A study on the use of data and gamification to motivate journalists. Television & New Media, 18(8), 706-720. doi: 10.1177/1527476417697271.

Fishman, M. (1983). La fabricación de la noticia, Ediciones Tres Tiempos, Buenos Aires, 1983,

FOPEA (2018). Mujeres periodistas en Argentina. Disponible en: https://www.fopea.org/mujeresperiodistas/

Gallego Ayala, (2003). Producción informativa y transmisión de estereotipos de género en la prensa diaria, en Comunicación Sociedad, vol. 16 , N°2, pp 49-66. Disponible en:

Gans, H. (1979), Deciding What´s news. A study of CBS evenig news, NBC night news, Newsweek and time, New York, Panteón Books.

Gitlin, T. (2003). The whole world is watching: Mass media in the making and unmaking of the new left. Univ of California Press.

Guil Bozal, A. (2008). Mujeres y ciencia: techos de cristal, en EccoS Revista Científica, vol. 10, núm. 1, pp. 213-232. Disponible en: https://www.redalyc.org/pdf/715/71510111.pdf

Hänggli, R. (2012). Key Factors in Frame Building: How Strategic Political Actors Shape News Media Coverage. American Behavioral Scientist, 56(3), 300–317.

Haraway, D. J. (1995). Ciencia, cyborgs y mujeres: la reinvención de la naturaleza (Vol. 28). Universitat de València.

Ingrassia, P. (2020). La constitución de la violencia de género como problema público y los frames sobre aborto: revisión crítica de los principales antecedentes feministas y propuesta de análisis. Austral Comunicación, 9(2), 519-551. Recuperado de https://doi.org/10.26422/aucom.2020.0902.ing

Ingrassia, P., y Retegui, L. (2022). Las disputas de sentido sobre el aborto en Argentina durante 2020. InMediaciones de la Comunicación, 17(1), 189-217.

Ingrassia, P., y Weidmann, M. F. (2020). Las huellas del discurso patriarcal en la prensa gráfica sanjuanina. Propuesta de análisis para los discursos mediáticos sobre la mujer‖. Revista Mexicana de Opinión Pública, (28), 77-92.

Krippendorff, K. (1990). Metodología de análisis de contenido, teoría y Práctica. Buenos Aires, Argentina: Paidós.

Laudano, C. (2010). Mujeres y medios de comunicación: reflexiones feministas en torno a diferentes paradigmas de investigación, en S. Chaher y S. Santoro (comps.). Las palabras tienen sexo: Herramientas para un periodismo de género. Buenos Aires: Artemisa Comunicación, pp. 40-54. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.4025/pm.4025.pdf

Lee, E. J. & Tandoc, E. (2019). When News Meets the Audience: How Audience Feedback Online Affects News Production and Consumption. Human Communication Research, (43), 436-449

Lippmann, W. (1965). Public opinion. 1922. URL: http://infomotions. com/etexts/gutenberg/dirs/etext04/pbp nn10. htm.

Luchessi, L. (2009). Migrantes, pobres y excluidos. El rol de la prensa de un otro criminalizado. Tesis Doctoral en Ciencia Política. Universidad de Belgrano.

Maffía, D. (2008). Contra las dicotomías: feminismo y epistemología crítica. Buenos Aires.

Martini, S. (2000), Periodismo, noticia y noticiabilidad, Bogotá, Editorial Norma.

Matthes, J. (2012), Framing Politics: An Integrative Approach. American Behavioral Scientist, 56(3), 247-259, Sage Publications, p. 249.

Mitchelstein, E., Andelsman, V. & Boczkowski, P. (2019). “Joanne Public vs. Joe Public: News Sourcing and Gender Imbalance on Argentine Digital Media”. Digital Journalism, DOI: 10.1080/21670811.2019.1680301.

Morris, M. 2016. Gender of Sources Used in Major Canadian Media. Ottawa, Canada: Informed Opinions.

Papí Gálvez, N. (2008). El género entre bastidores. El caso de las periodistas de la Comunidad Valenciana. Alicante: Universidad de Alicante.

Pride, R. A. (1995). How Activists and Media Frame Social Problems: Critical Events Versus Performance Trends for Schools. Political Communication, 12(1), 5-26.

Reese, S. (2001). Framing public life: A bridging model for media research. In S. D. Reese, O. H. J. Gandy & A. E. Grant (Eds.), Framing public life (pp.7-31).

Retegui, L. (2017). Los procesos de organización del trabajo en la redacción de un diario. Un estudio a partir del diario La Nación, en el contexto digital (1995-2013). Tesis Doctoral. Universidad Nacional de Quilmes. Disponible en: https://www.academia.edu/38973349/RETEGUI_Tesis_Doctorado

Retegui, L. (2018). Mujeres periodistas en el Grupo Clarín. Apuntes sobre desigualdades de género, en Razón y Palabra, N° 103. Disponible en: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6951529

Retegui, L. (2020). Métricas y cuantificación del rendimiento individual de los periodistas: un estudio en el interior de una sala de redacción, en Austral Comunicación, vol. 9, número 1 (Junio de 2020): 45-67. I. DOI: https://doi.org/10.26422/aucom.2020.0901.ret

Rovetto, F. (2017). Igualdad de oportunidades y trabajo periodístico. Retos, retóricas y obstáculos, en Revista internacional de Comunicación y Desarrollo, 6, 35-46. DOI: http://dx.doi.org/10.15304/ricd.2.6.3976

Rovetto, F., y Figueroa, L. (2018). Perio-feminismo desde adentro. Desigualdades de género en los medios. Con X, (4), e022. https://doi.org/10.24215/24690333e022.

Rovetto, F., y Figueroa, L. (2019). La fuente de las desigualdades en las redacciones periodísticas: Voces Feministas contra la discriminación y la violencia de género en los medios, Universidad de Cádiz. Grupo de Investigación para la Educación en Medios de Comunicación; Hachetetepé; 18; 5-2019; 61-78.

Sagot, M. (2008). Estrategias para enfrentar la violencia contra las mujeres: reflexiones feministas desde América Latina. Athenea Digital. Revista de pensamiento e investigación social, (14), 215-228.

Sagot Rodríguez, M. (2017). Feminismos, pensamiento crítico y propuestas alternativas en América Latina. CLACSO.

Schlensinger, P. (1978), Putting “reality” together. BBC News, Londres, Constable.

Segato, R. L. (2003). Las estructuras elementales de la violencia: contrato y status en la etiología de la violencia (Vol. 334). Brasília: Universidade de Brasília, Departamento de Antropologia.

Sidicaro, R. (1993). La política mirada desde arriba. Las ideas del diario La Nación (1909-1989), Buenos Aires: Editorial Sudamericana.

Sigal, L. (1973), Reporters and Officials. The Organization and Politics of Newsmaking, Canadá: Heath and Company.

Soriano, J.; Cantón, M.J. y Díez, M. (2005). La pseudofeminización de la profesión periodística en España. Zer Revista de Estudios de Comunicación 10 (19) 35-52. Recuperado de http://www.ehu.eus/ojs/index.php/Zer/article/view/3838/3420

Suenzo, F., Boczkowski, P., & Mitchelstein, E. (2020). La crisis de la prensa escrita: una revisión bibliográfica para repensarla desde Latinoamérica. Cuadernos.info, (47), 1-25. https://doi.org/10.7764/cdi.47.1867

Tuchman, G. (1983) [1978], La producción de la noticia. Estudio sobre la construcción de la realidad, Barcelona, Editorial Gustavo Gili S.A.

Vega Montiel, A. (2014). Igualdad de género, poder y comunicación. Las mujeres en la propiedad, dirección y puestos de toma de decisión, en Revista de Estudios de Género. La Ventana, vol. 5, N° 40, pp. 186-212.

Wolf, M. (1987). La investigación de la comunicación de masas. Crítica y perspectivas, Barcelona, Editorial Paidós.

Zallo, R. (1988). Economía de la comunicación y la cultura, Madrid: Akal.

Zamith, R. (2018). Quantified Audiences in News Production. Digital Journalism, 6(4), 418-435.

Zeldes, G., Frederick, F. & Arvind, D. (2007). “Race and Gender: An Analysis of the Sources and Reporters in Local Television Coverage of the 2002 Michigan Gubernatorial Campaign.” Mass Communication and Society 10 (3): 345–363.

Notas

i] A pesar de que las demandas feministas por el derecho de las mujeres para ejercer con libertad la opción a maternar se inician en la década del ´70 en Argentina, el reclamo se transformó en asunto de interés público a partir del debate por la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo que acaparó la atención pública en 2018. Se trató de un evento crítico de restablecimiento, en términos de Pride (1995), o redefinitorio, en el que las activistas feministas instalaron mediante la prensa sus sentidos sobre los derechos de las personas gestantes a decidir sobre el propio cuerpo (Ingrassia & Retegui, 2022) o lograron la redefinición social sobre un tema específico.
ii] Al cierre de este artículo, Infobae se consolidaba en el primer puesto de los sitios de noticias más visitados, seguido por La Nación, Clarín y Página/12.

https://www.totalmedios.com/nota/45843/ranking-de-sitios-de-noticias-infobae-estira-la-diferencia-y-la-nacion-se-consolida-en-el-segundo-lugar

iii] Desde los estudios del emisor se distinguen las fuentes consultadas de aquellas mencionadas o citadas por cuanto no necesariamente las fuentes utilizadas aparecen mencionadas en los textos (Rodrigo Alsina, 1989). En tanto, el Framing permite comprender la manera en que los encuadres de los textos se estructuran a partir de ciertas palabras clave, fuentes de información e imágenes. Por ello distinguimos dos niveles de análisis: el de la producción, que deriva del estudio de la recolección de los datos, y el del contenido, que subyace al proceso de elaboración y remite al encuadre de los acontecimientos.
iv] El pañuelo verde fue elegido en 2003 por las integrantes de la Campaña Nacional por el derecho al Aborto durante el XVIII Encuentro de Mujeres en Rosario, Argentina. El fin fue resignificar el blanco de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y la elección del color se vincula a que el mismo no estaba relacionado con ninguna causa de índole político. Desde entonces, distintos países utilizan el mismo símbolo para reclamar por el derecho de las personas gestantes a decidir sobre su propio cuerpo.
v] Ver https://www.lanacion.com.ar/sociedad/diversidad-redaccion-nid2413327/
vi] Desde la Comisión Interna de Prensa de La Nación denunciaron que el trabajo remoto resultó en una clara oportunidad de la empresa de reducir costos a partir de la precarización laboral de sus trabajadores. Los siguientes tuits fueron publicados por @ComisionLN: “Desde el 20 de marzo S. A. La Nación se ahorra el gasto de comedor que sale de los bolsillos empobrecidos de sus empleados [...] Desde el 20 de marzo las y los trabajadores de S. A. La Nación pagamos de nuestros bolsillos los gastos de luz, internet, muchos y muchas usamos nuestros propios equipos (Comisión Interna de Prensa de La Nación, 30 de octubre de 2020).
vii] Alude a la modalidad de acentuar las contramanifestaciones y/o de balancear el peso entre el movimiento y el contramovimiento, y/o de presentar a las diferencias como equivalentes (Gitlin, 2003).
viii] La relación entre el movimiento y el contramovimiento es curvilínea, es decir, cuando aumenta el éxito de los movimientos para instalar o magnificar eventos críticos de manera efectiva, aumenta el crecimiento del contramovimiento que ve afectados sus intereses contrarios al del movimiento (Meyer y Staggenborg, 1996).
ix] Es una activista feminista, impulsora del derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratutio; ex dirigente estudiantil, y política argentina que desde 2019 se desempeña como legisladora de la Ciudad de Buenos Aires por el Frente de Todos.
x] Es periodista argentina; se ha pronunciado públicamente en contra de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo y a favor del contramovimiento identificado con el color celeste y la consigna “Salvemos las dos vidas”.
xi] Recordamos que, tal como afirma Eliseo Verón, la noción de contrato “pone el acento en las condiciones de construcción del vínculo que en el tiempo une a un medio con sus consumidores (...). Un medio debe administrar ese vínculo en el tiempo, mantenerlo y hacerlo evolucionar (...) El objetivo de este contrato (...) es construir y conservar el hábito de consumo” (Verón, 1985, p. 223).
xii] Remite a un neologismo peyorativo utilizado para referirse a las activistas feministas que se movilizaron por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito.
xiii] El lenguaje inclusivo y el no sexista son diferentes propuestas de modificación del lenguaje español que responden a una demanda de los movimientos feministas y del colectivo LGBTIQ+.


Buscar:
Ir a la Página
IR
Modelo de publicación sin fines de lucro para conservar la naturaleza académica y abierta de la comunicación científica
Visor de artículos científicos generados a partir de XML-JATS4R