El conocimiento Praxeológico de Pierre Bourdieu como propuesta teórica-metodológica para investigadores
Pierre Bourdieu´s Praxeology for Social Science Researchers
O saber praxeológico de Pierre Bourdieu como proposta teórico-metodológica para pesquisadores
Orbis Cognita
Universidad de Panamá, Panamá
ISSN-e: 2644-3813
Periodicidad: Semestral
vol. 7, núm. 1, 2023
Recepción: 15 Junio 2022
Aprobación: 22 Noviembre 2022
Publicación: 05 Enero 2023
Resumen: El presente trabajo explica la articulación de las principales categorías de la propuesta teórica-metodológica de Pierre Bourdieu, (el conocimiento praxeológico o teoría de la economía de las prácticas sociales). Estas categorías son: formas de capital, campo, habitus y agente. El objetivo es facilitar la utilización (crítica) de este enfoque teórico en futuros estudios que se propongan los investigadores que pertenecen al campo de las Ciencias Sociales.
Palabras clave: Pierre Bourdieu, capitales, campo, praxeología, habitus.
Abstract: This text explains the articulation of the main categories of Pierre Bourdieu. These are capital, field, habitus, and agent. The purpose is to facilitate the use of this theoretical approach in future studies proposed by researchers belonging to social science.
Keywords: Pierre Bourdieu, capital, field, praxeology, habitus.
Resumo: Este artigo explica a articulação das principais categorias da proposta teórico-metodológica de Pierre Bourdieu (conhecimento praxeológico ou Teoria da Economia das Práticas Sociais). Essas categorias são: formas de capital, campo, habitus e agente. O objetivo é facilitar o uso (crítico) dessa abordagem teórica em estudos futuros propostos por pesquisadores pertencentes ao campo das Ciências Sociais.
Palavras-chave: Pierre Bourdieu, capitais, campo, praxeologia, habitus.
Introducción
El conjunto de categorías, que conforman la propuesta teórica-metodológica de Pierre Bourdieu, intentan escapar de la falsa alternativa entre una perspectiva objetivista[1] y una perspectiva subjetivista[2]. También, de los binomios individuo/sociedad y sujeto/objeto, para apostar por el conocimiento praxeológico que
tiene por objeto no solamente el sistema de relaciones objetivas que construye el modo de conocimiento objetivista, sino las relaciones entre esas estructuras objetivas y las disposiciones estructuradas en las cuales ellas se actualizan y que tienden a reproducirlas, es decir, el doble proceso de interiorización de la exterioridad y de exteriorización de la interioridad (Bourdieu 2001, p.11).
De manera que la praxeología no es fenomenología ni física social, sino estructuralismo constructivista, que parte de lo racional a lo real (no a la inversa) y lo real es entendido de forma relacional. La teoría no es glosa ni exposición erudita, sino la guía o herramienta analítica de cualquier investigación científica.
El conocimiento praxeológico
Para Pierre Bourdieu la sociedad está conformada por estructuras con doble vida. En la primera es el orden de la distribución “de los recursos materiales y de los modos de apropiación de los bienes y valores socialmente escasos (especies de capital, en el lenguaje técnico de Bourdieu)” (Bourdieu y Wacquant 1995, p.18). En la segunda es el orden “bajo la forma de sistemas de clasificación, de esquemas mentales y corporales que fungen como matriz simbólica de las actividades prácticas, conductas, pensamientos, sentimientos y juicios de los agentes sociales” (Bourdieu y Wacquant 1995, p.18).
Siguiendo esta visión de mundo, el conocimiento praxeológico, propuesto por Bourdieu, emplea aprehender -desde afuera- ese primer orden con independencia de los criterios de los agentes que están condicionados por esta estructura. Esto mediante el uso de herramientas como las estadísticas, la descripción etnográfica o la modelización formal. Pero también el segundo orden, que está compuesto por la visión y las interpretaciones que tienen los agentes de la realidad social; misma que es considerada como “obra contingente e incesante de actores sociales competentes que construyen de continuo su mundo social a través de las ingeniosas prácticas organizadas de la vida cotidiana” (Bourdieu y Wacquant 1995, p.19).
La praxeología social (heredera de los enfoques estructuralistas y constructivistas), en un primer momento, construye la distribución de los recursos materiales “socialmente eficientes que definen las coerciones externas limitativas de las interacciones y representaciones” (Bourdieu y Wacquant 1995, p.20). En el segundo momento “reintroduce la experiencia inmediata de los agentes, con objeto de explicar las categorías de percepción y apreciación (disposiciones) que estructuran desde adentro sus acciones y representaciones (tomas de posición)” (Bourdieu y Wacquant 1995, p.20).
De esto modo la praxeología social se diferencia del objetivismo reduccionista que “sólo puede producir un sucedáneo de sujeto y representar a los individuos o grupos como soportes pasivos de fuerzas que se articulan mecánicamente con arreglo a una lógica que le es propia” (Bourdieu y Wacquant 1995, p.19). Justamente porque descarta las experiencias de los agentes y anula su posibilidad de agenciar.
Por el otro, se diferencia de la fenomenología social que concibe a las estructuras sociales “como el producto de una mera agregación de estrategias y actos de clasificaciones individuales, como lo hace Garfinkel (1967), pero también Blumer (1969), Berger y Luckman (1966) y el primer Goffman” (Bourdieu y Wacquant 1995, p.19). En fin, la sociedad para Bourdieu es estructura, pero también representación y voluntad. Por tanto, la sociología, en su tarea de revelar las estructuras subyacentes y los mecanismos que reproducen éstas, debe proceder con una doble lectura de la realidad. Esto es que tenga un enfoque en las estructuras y en el agenciamiento. Sin embargo, desde la praxeología propuesta por Bourdieu, la prioridad epistemológica se centra en
la ruptura objetivista en relación con la comprensión subjetivista. La aplicación del primer principio durkheimiano del método sociológico, a saber, el rechazo sistemático de las prenociones debe anteceder al análisis de la aprehensión práctica del mundo desde el punto de vista subjetivo (Bourdieu y Wacquant 1995, p.20).
Debido a que la visiones que puedan tener los agentes están correlacionadas con las posiciones que ocupen éstos dentro de un campo específico.
Formas de capital
Primeramente, para Cerón Martínez (2019), Pierre Bourdieu, tomó prestada la noción de capital de Marx, para hacer uso de la lógica general de ésta, en “los aspectos informacionales (desarrollados en la noción de “capital cultural”), [en] los de adscripción a un grupo social específico (a los que denominó “capital social”) y a los socioculturales de orden simbólico (propuestos en el “capital simbólico”)” (p.313). Es decir, agregó a la lógica de acumulación de la noción de capital tres dimensiones más de la económica empleada por Marx, pero con relativa autonomía entre las cuatro dimensiones. Para algunos críticos del reduccionismo económico, como Cerón Martínez, la propuesta de Bourdieu es un aporte que supera los dados por Marx. Pero esta discusión no formó parte del presente trabajo ni considero que Bourdieu lo haya creído de esta manera. De modo, que se pasará directamente a explicar qué son las formas de capital y cómo se expresan en el mundo real.
Sin embargo, se advierte de antemano, para evitar confusiones, que el desarrollo de estas categorías no tiene ningún orden. Se pudo haber iniciado con las categorías de campos o habitus, pero se ha preferido partir con formas de capital, no porque Bourdieu lo haya señalado de esta manera, sino por razones puramente de preferencias y de ajuste a la comprensión que se ha adquirido del estudio de esta propuesta teórica-metodológica. Lo importante es dejar plasmado de manera inteligible la articulación entre estas categorías para su efectiva aplicación en los estudios que se proponga el lector.
¿Qué son las formas de capital?
Las formas de capital son relaciones sociales objetivas y continuas que no son perceptibles por el sentido común. Estas relaciones resultan, en la práctica, en poderes o fuerza eficaz sobre los bienes limitados disponibles en un campo. Por lo tanto, son útiles y necesarios para participar en el juego -conflictivo- que se libra en la dinámica del campo. Una de sus particularidades es que son finitos (tanto por su alcance como por su acumulación en pocas manos), al igual que los bienes, lo que provoca que también sean codiciados por los agentes participantes del campo. Otra segunda característica es que en circunstancias “pueden sobrevalorarse o devaluarse con el paso del tiempo” (Cerón, 2019, p.313). Su valor dependerá de lo que esté en juego dentro del espacio.
Una tercera característica, es que dependen “de la mayor o menor cuantía de los costes de transformación, que constituyen una condición previa para su aparición efectiva” (Bourdieu 2001, p.135). Esto es la conversión que pueda tomar un poder en otro tipo de poder. Por ejemplo, el capital económico puede tomar forma en mercancía dinero para institucionalizarse u objetivarse en bienes culturales. Del mismo modo, el capital cultural en ciertas condiciones puede convertirse en capital económico. Supongamos el descubrimiento de una nueva vacuna. Este avance científico podría institucionalizarse en forma de derechos de propiedad intelectual y éste, a su vez, podría ser convertido en capital económico. De la misma manera, el capital social también es convertible en capital cultural o económico. En síntesis, todos los poderes son convertibles en otro tipo de poder y presuponen la inversión de otros poderes.
Los estudiantes universitarios invierten capital económico y tiempo para acumular capital cultural durante y al término de una carrera universitaria. Durante su vida universitaria se vincula a organizaciones académicas (como los centros e institutos de investigación) para aumentar su capital cultural y/o tecnológico, en primera instancia, pero de paso aumenta su capital social dentro de su campo disciplinar. A los que más tarde podría sacarle rédito.
Una cuarta particularidad es que la distribución de estos poderes configura la propia estructura del campo. De manera tal, que éstos ordenan, posicionan y jerarquizan a los agentes participantes de un campo. Su acumulación y variedad garantizan el grado de éxito de las prácticas[3] de los agentes dentro del campo, como ocurre en el proceso de apropiación tecnológica. En ese sentido, se señala que, a mayor grado de acumulación y variedad de capitales, útiles, en un campo específico, mayores posibilidades de éxitos dentro del mismo o de lograr posiciones de dominación. Es decir, mayores posibilidades de apropiarse de los bienes en todas sus formas.
Pero además de configurar la estructura de un espacio social o campo, estos diferentes tipos de poderes condicionan las estructuras subjetivas de los agentes, en tanto, que las construye y son al mismo tiempo “un principio fundamental de las regularidades internas del mundo social” (Bourdieu, 2001, p.131). De modo, que la posición que ocupa un agente en un campo conlleva propiedades de posición que son incorporadas a través de las estructuras subjetivas, haciendo coincidir la posición social con la aptitud natural. Esto es el doble proceso de interiorización de la exterioridad y de exteriorización de la interioridad. Dicho así, las propiedades de posición no son naturales ni biológicas como suele considerar el sentido común. Ellas son condiciones sociales que, según Sánchez de Horcajo (en Bourdieu, 2001), “deben su adquisición o su reconocimiento a la posición que ocupan en el espacio social y que son legitimadas precisamente a través del discurso de su naturalidad” (p.16).
¿Cómo se expresan las formas de capital en el mundo real?
Todas las formas de capital se manifiestan en el mundo real en sentido estratégico-instrumental. Ellas condicionan el desempeño de los agentes dentro del campo (espacios en conflicto permanente). Además, son la condición de entrada al campo e institucionalmente son mecanismos de diferenciación. Para García (en Bourdieu, 2001), todas las formas de capital que son objeto de lucha, en un campo, pueden definirse como “los diferentes recursos que se producen y negocian en el campo y cuyas especies, por eso mismo, varían en función de las distintas actividades (juegos o luchas) de los diversos campos”. Agrega que “todos esos recursos o especies de "energía de la física social" pueden presentarse de tres formas distintas, dependiendo del campo en el que se funciona: como capital económico, como capital cultural y como capital social” (p.17).
Como capital económico
Se expresa en ingreso, patrimonio económico o/y capacidad de consumo de cada uno de los agentes (o de su núcleo familiar primario) que de forma estratégico-instrumental utilizan para sacar provecho en un campo o en los diversos campos en los que participen. Por ejemplo: para dedicarse a tiempo completo -o no- al estudio y/o adquirir bienes culturales o tecnológicos (útiles en la carrera universitaria) o para sostener su capital social por medio del intercambio.
Como capital cultural
Son relaciones sociales objetivas que pueden expresarse en tres estados posibles: incorporado, objetivado e institucionalizado.
Capital cultural incorporado
El incorporado resulta en forma de “disposiciones duraderas del organismo” (Bourdieu, 2001, p.136). Estos son: la capacidad, la técnica o los talentos que devienen de una inversión de capital cultural acumulado y probablemente de capital económico y/o de capital social. Para la apropiación de este capital se requiere una inversión de tiempo y debe ser dada personalmente por el agente-inversor. En este último sentido, se excluye el principio de delegación y supone un proceso de interiorización, que dado éste, se transforma en habitus. Esto es una conversión del “tener” al “ser”.
Este tipo de capital no trata de una posesión sino de una parte integrante del propio organismo. Esto significa que “no puede ser transmitido instantáneamente mediante donación, herencia, compraventa o intercambio (a diferencia del dinero, los derechos de propiedad o incluso los títulos nobiliarios)” (Bourdieu, 2001, p.40). En todo momento exige tiempo, una transmisión social y un proceso de interiorización. El capital cultural incorporado, al estar ligado al organismo del agente, muere cuando su portador pierde la memoria o la vida. Dado que éste depende de las capacidades de apropiación del agente y, por ende, no puede ir más allá de éstas.
El capital cultural incorporado suele ser confundido con competencia o autoridad (capital simbólico). Esto se debe al desconocimiento -de los investigadores- de la naturaleza del capital cultural. Lo que otorga a un agente una mejor posición en la estructura de un campo es justamente el capital cultural incorporado, entre otros, y no el simbólico (autoridad, prestigio, competencia) que éste le proporcione al agente.
Por ejemplo, en una escuela de sociología, los estudiantes, que mayores conocimientos tengan de teorías sociológicas, de epistemología de la ciencia y a su vez de estadísticas, es muy posible que tengan mayores probabilidades de obtener mejores calificaciones y mayores éxitos en sus investigaciones. Diferenciándose así de aquellos que no tengan este capital cultural. Por consecuencia lograrían mejores posiciones en el índice académico de su escuela y de la facultad. Estas mejores posiciones -a su vez- le permitirían gozar de beneficios y cierto status/privilegios (capital simbólico), sobre el resto ubicados en posiciones inferiores, “y de imponer reglas de juego tan favorables para el capital y para su reproducción como sea posible” (Bourdieu 2001, p.142).
Capital cultural objetivado
El valor de un capital proviene de su utilidad y su escasez en un espacio social determinado. Pero éste, como podría ser un libro o varios de éstos, sólo tiene valor o toma la categoría de capital en relación con el capital incorporado de un agente en el marco de un campo específico. Por ejemplo, un estudiante de química podría ser propietario de un librero completo de libros de cocina o de arquitectura espacial y haberlos leídos y comprendidos perfectamente, pero esto no haría de este librero un capital cultural, ya que en su campo disciplinar, estos libros, no tiene ningún valor para la comunidad de agentes que conforman ese campo. Sería un capital cultural objetivado inactivo y no efectivo.
Sin embargo, si el mismo estudiante es propietario de una serie de libros de otro campo disciplinar, pero éste ha sabido apropiarse de ellos de forma adaptada y creativa en su campo disciplinar y la utiliza -como herramienta- para su desempeño en la lucha con sus pares, entonces si podemos confirmar de un capital cultural objetivado activo y efectivo.
No se puede perder de vista que “el capital cultural se manifiesta en estado objetivado como un todo autónomo y coherente que, con ser producto de la acción histórica, obedece leyes propias que escapan a la voluntad individual” (Bourdieu 2001, p.145). En ese sentido, no se puede reducir al capital cultural objetivado en capital cultural incorporado de un agente. El capital cultural puede ser apropiado de manera simbólica, en tanto presupone un capital incorporado, y materialmente, en tanto presupone un capital económico.
Capital cultural institucionalizado
El capital cultural institucionalizado es un mecanismo que objetiva un proceso de interiorización de un conocimiento/técnica/talento socialmente dado. De esta manera evita que los agentes estén permanentemente demostrando sus capitales culturales incorporados. Así podemos “ver claramente la magia creadora ligada a este poder institucionalizado, un poder de inducir a las personas a ver y a creer algo o, en una palabra, a reconocer algo” (Bourdieu 2001, p. 147). A diferencia de un agente autodidacta, que no lo acompaña esta magia, está obligado a demostrar su capital cultural en cada ocasión.
Este capital al ser objetivado es autónomo y obedece a leyes ajenas al agente, pero no sólo eso, es también independiente del capital cultural interiorizado que pueda tener un agente en un momento determinado. En ese sentido, el capital cultural institucionalizado no puede garantizar que todo lo que supone que deba saber un agente lo sepa. Por ejemplo, un agente puede saber enteramente -y más- de lo que certifica un título de licenciatura en Física de una universidad prestigiosa o menos de lo que supuestamente garantiza.
El reconocimiento que una institución le imprime a un certificado permite que pueda ser intercambiable con otro capital como el económico. Esto es “mediante la fijación del valor dinerario preciso para la obtención de un determinado título académico” (Bourdieu, 2001, p.147). Dado que un certificado académico es capital económico transformado en capital cultural y, posiblemente, en capital simbólico si se trata de un espacio donde son valorados los conocimientos que certifica tal título.
Como capital social
Este capital “es la suma de los recursos, actuales o potenciales, correspondiente a un individuo o grupo, en virtud de que éstos poseen una red duradera de relaciones, conocimientos y reconocimientos mutuos más o menos institucionalizados” (Bourdieu y Wacquant 1995, p.82) y se expresa como una suma de capitales y poderes que una red permite movilizar. El indicador de reconocimiento, que todo capital social implica entre los integrantes de una red, son las cosas (materiales o simbólicas) intercambiadas, y a la vez, estos intercambios son los límites de esas relaciones sociales. Por ejemplo, en una comunidad científica donde se intercambie nuevos conocimientos -por medio de artículos científicos, libros o nuevos equipos tecnológicos- no puede existir otro tipo de intercambio, ya que ese es el mínimo intercambiable en el grupo, por ende, ese sería el límite de las relaciones sociales.
El reconocimiento mutuo -entre los agentes- depende de la homogeneidad entre ellos. Esto es que las relaciones sociales sólo se mantienen si cuentan con capital cultural y económico similares. Por ejemplo, para formar parte de un equipo de investigación de biología, como mínimo, se necesita ser estudiante de alguna de las ramas de esta ciencia o haber demostrado capacidades y actitudes para la investigación rigurosa en ese campo. No menos. El capital social es estratégico-instrumental, en tanto, que por medio de las relaciones sociales que lo compone se logra alcanzar provecho o beneficio. Esto puede ser de manera consciente o inconsciente[4].
Estas relaciones existen y solamente pueden mantenerse por medio del intercambio material y/o simbólico[5]. Ellas pueden institucionalizarse por medio de una nombre o símbolo compartido que la identifiquen. No son naturales, ni basta con que sean establecidas. Precisan de un esfuerzo continuo de actos de institucionalización. En ese sentido, es la propia dinámica de intercambio lo que sostiene al entramado de relaciones. El capital social de un individuo es igual a la sumatoria de todas las formas de capital que tenga su red de conexión. Así el capital social ejerce un efecto multiplicador sobre el resto de las formas de capital disponible. Esto señala que el capital social no es independiente al capital económico, cultural y simbólico ni se limita a la cantidad de relaciones sociales. Este capital exige una inversión -al igual que el cultural- de tiempo, energía y capital económico. Este último de forma directa o indirecta.
¿Cómo se pueden conocer las formas de capital activos de un campo específico?
La apropiación de un capital, que puede considerarse falsamente como una práctica individual, no se entendería si el estudio se centrara exclusivamente en el realismo de la estructura. No es suficiente fijarse en los capitales activos ni en el centralismo del realismo de la acción, es decir, en donde las intenciones son el criterio de interpretación de dicha apropiación. Por tanto, el análisis de las formas de capital es inseparable
del análisis de la génesis en el seno de los individuos biológicos de estructuras mentales que son por una parte el producto de la incorporación de las estructuras sociales y del análisis de la génesis de esas mismas estructuras sociales: el espacio social, y los grupos que en él se distribuyen, son el producto de luchas históricas en las cuales los agentes se implican en función de su posición en el espacio social y de las estructuras mentales a través de las cuales aprehenden ese espacio (Bourdieu 2001, p.12)
Los agentes participantes de un campo no están determinados mecánicamente por las estructuras externas a ellos, es decir por las formas de capital, ni operan libremente. Sus prácticas individuales sólo tienen sentido en virtud de las relaciones que mantienen con las prácticas de otros agentes participantes del campo. Cada una de las prácticas tiene una función dentro del sistema de relaciones. Además, ellas son consecuentes con la posición que se ocupa dentro del espacio social. Sin embargo, para lograr conocer las formas de capital específicos que operan dentro del campo se debe conocer, con antesala, al campo propiamente. Esto nos generó otras preguntas por responder: ¿Qué es un campo?, ¿cómo se expresan en el mundo real? y ¿cómo se puede conocer el campo en estudio?
¿Qué es un campo?
El campo es un entramado de relaciones sociales objetivas y continuas que configuran un sistema de posiciones sociales o de diferenciaciones sociales. Esas posiciones sociales son la estructura del campo y “se definen objetivamente en su existencia y en las determinaciones que imponen a sus ocupantes” (Bourdieu y Wacquant 1995, p.64). La estructura de un campo es un estado transitorio “de la relación de fuerzas entre los agentes o las instituciones que intervienen en la lucha” (Bourdieu 1990, p.136).
Las relaciones sociales objetivas que configuran a un campo devienen en poderes específicos, o capital apropiado, que orientan las estrategias de los agentes[6] dentro del mismo. Sin embargo, esos poderes específicos son independientes a la población que encierra el campo. Esto no indica que los agentes sean meras ilusiones, sino “que se constituyen como tales y actúan en el campo siempre que poseen las propiedades necesarias para ser efectivos, para producir efectos, en ese campo” (Bourdieu 2001, p.15).
Un campo es una construcción analítica[7] que sólo puede ser definible históricamente. Para su construcción, el investigador, debe buscar qué es lo que ha estado y permanece en juego o en disputa, como también “los intereses específicos, que son irreductibles a lo que se encuentra en juego en otros campos o a sus intereses propios” (Bourdieu 1990, p.136). Para ello se necesita adoptar un modo de pensamiento relacional. Mismo que permite conocer a lo real como un entramado de relaciones constantes que son invisibles al sentido común, por tanto, eclipsadas por la experiencia sensitiva ordinaria y por las prácticas de los individuos.
El principal fundamento de todo campo, si admitimos con Strawson y Bourdieu, es la recíproca externalidad de los objetos que encierra. Es decir, el doble proceso de interiorización de la exterioridad y de exteriorización de la interioridad.
El juego y la lucha en los campos
Para Pierre Bourdieu las sociedades a las que asistimos, altamente diferenciadas, no son una totalidad única integrada por funciones sistemáticas, más bien un conjunto de esferas de juego con relativa autonomía entre ellas.
Al igual que los lebensordnungen de Weber, los “órdenes de vida” económico, político, religioso, estético e intelectual en los que se divide la vida social en las sociedades avanzadas, cada campo prescribe sus valores particulares y posee sus propios principios regulatorios (Bourdieu y Wacquant 1995, p.24).
Campo, espacio social y esferas de juego son sinónimos dentro de la “teoría de la economía de las prácticas sociales”. Si estudiaremos a la educación pública superior como un campo, ésta sería entendida como una esfera de juego en la que se disputan formas de capital que se producen y reproducen dentro de ésta, en la que también prescribe sus valores particulares (educación pública, humanística, científica, laica) y posee sus propios principios regulatorios (de ingreso, permanencia y egreso; los estatutos universitarios). Mismos valores y principios que definen los límites de la educación pública universitaria, en donde estudiantes, y docentes por otro lado, luchan acorde a la posición que ocupen, ya sea para cambiar, reconfigurar o conservar la estructura vigente.
Del mismo modo como en un torneo de fútbol. Todo juego implica competencia entre los que luchan por ganar el título de campeón. Todos los participantes compiten bajo el mismo reglamento establecido y los valores compartidos (fairplay). La estructura estaría dada por la tabla de posiciones de los equipos que luchan por obtener mejores posiciones o mantener la existente. Mientras el capital específico sería el deportivo y el simbólico que otorga el reconocimiento de ocupar un lugar en el podio o en aquellas otras que permiten participar en otras competencias internacionales.
Siguiendo esta analogía, todo campo, posee dos propiedades esenciales, la primera, es que todo campo es un sistema estructurado de fuerzas objetivas capaz de imponerse a todo que decida participar en él.
Cualquier campo refracta las fuerzas externas en función de su estructura interna, la cual explica por qué los efectos generados dentro de los campos no son ni la mera suma de acciones anárquicas, ni el resultado integrado de una intención concertada, aunque a veces tenga toda la apariencia de serlo: "la estructura del juego, y no un simple efecto de agregación mecánica, es lo que fundamenta la trascendencia, revelada por los casos de inversión de las intenciones, del efecto objetivo y colectivo de las acciones acumuladas" (Bourdieu y Wacquant 1995, p.24).
La segunda es que todo campo es un espacio de conflictos y competición. En la que todos los participantes luchan por monopolizar el capital específico que se produce en él.
Conforme progresan estas luchas, la forma y las divisiones mismas del campo se convierten en una postura central en la medida en que modificar la distribución y el peso relativo de las formas de capital equivale a modificar la estructura del campo. Ello confiere a cualquier campo un dinamismo y una maleabilidad históricas que escapan al rígido determinismo del estructuralismo clásico (Bourdieu y Wacquant 1995, p.24).
¿Cómo se expresa un campo en el mundo real?
El campo se expresa como una estructura de posiciones sociales o un sistema de diferenciaciones sociales. Cada una de las posiciones -que estructuran un campo- se definen históricamente en su existencia y en las determinaciones que imponen a sus ocupantes, ya sea agentes o instituciones, por su situación actual y potencial en la estructura de distribución de las diferentes especies de poder (o de capital) -cuya posesión condiciona el acceso a los provechos específicos que están en juego en el campo- y, de paso, por sus relaciones objetivas con otras posiciones (dominación, subordinación, homología [intermedias, neutrales]...) (Bourdieu y Wacquant 1995, p.64).
El valor de las posiciones sociales viene dado por la distancia social entre los agentes y no por sí misma. Justamente porque son los agentes quienes se apropian de los capitales específicos que están en juego dentro del espacio particular. Los agentes que ocupan las posiciones más próximas entre sí tendrán mayores probabilidades de tener factores condicionantes parecidos, e inversamente, los agentes con posiciones más distantes entre sí tendrán menos probabilidades de tener factores condicionantes semejantes. De manera, que lo agentes con posiciones más próximas en un campo tendrán mayores probabilidades de tener disposiciones e intereses semejantes, y así de producir prácticas y representaciones de una especie similar. Aquéllos que ocupan las mismas posiciones tienen todas las posibilidades de tener los mismos habitus, al menos hasta el punto de que las trayectorias que los han llevado hasta estas posiciones son ellas mismas similares (Bourdieu, 2001, p.108).
A esto Erving Goffman le llama el “sentido de la posición de uno”. Mantener más afinidades con unos que con otros son estrategias inconscientes. De hecho, explica Bourdieu (2001), que las
“distancias sociales están inscritas en el cuerpo. De donde se sigue que las distancias objetivas tienden a reproducirse ellas mismas en la experiencia subjetiva de distancia, lejanía en el espacio que es asociada a una forma de aversión o una falta de comprensión, mientras la proximidad es vivida como una forma más o menos inconsciente de complicidad. Este sentido de la posición de uno es a la vez un sentido del lugar de los otros, y, junto con las afinidades del habitus experimentado en forma de atracción o repulsión personal, se encuentra en el origen de todos los procesos de cooptación, amistad, amor, asociación, etc., y de este modo proporciona el principio de todas las alianzas y conexiones duraderas, incluidas las relaciones legalmente sancionadas (p. 109).
Si seguimos con el ejemplo del sistema educativo superior público, que se planteó el subtítulo pasado, los estudiantes universitarios de un mismo campo disciplinar, con igual o parecido volumen y variedad de formas de capital, deben estar agrupados en las mismas posiciones de la estructura del campo y tener, no solamente el mismo volumen y variedad de capital tecnológico, sino que deben compartir parecidas estrategias de apropiación, como también las mismas percepciones sobre la relevancia, o no, de los capitales en juego y apropiados para el desarrollo de su vida profesional.
¿Cómo se puede conocer un campo?
En una primera instancia, se analiza el desarrollo histórico del campo en estudio en relación con el conjunto de los otros campos que conforman el gran universo social (o cosmos). Esto se realiza para conocer su posición dentro del universo social. Sin embargo, el objetivo trata de precisar cuáles han sido los poderes que han estado activo dentro del campo (microcosmos). En otros términos, se analiza el desarrollo histórico del campo en relación con el resto de la sociedad, para conocer su peso en ella, es decir su poder en la sociedad, y detectar -en ese desarrollo- los poderes (o formas de capital) que han estado activamente en juego, para que los propietarios de éstos puedan aprovecharse o monopolizar los beneficios disponibles en el campo específico en estudio. Esto es la parte del análisis diacrónico de la estructura de distribución de poderes del campo.
En una segunda, que corresponde al análisis sincrónico, “es menester establecer la estructura objetiva de las relaciones entre las posiciones ocupadas por los agentes o las instituciones que compiten dentro del campo en cuestión” (Bourdieu 1995, p.70). Esto se realiza para conocer las formas de capital que detentan los agentes. La distribución de estas formas de capital configura la estructura actual del campo.
En una tercera, y última instancia, se analiza el habitus o los diferentes sistemas de disposiciones que adquirieron los agentes, mediante la interiorización de un tipo determinado de condiciones: económicas, culturales, sociales, políticas y/o tecnológicas (las activas). Esto se realiza para conocer su percepción o sentimientos en cuanto el uso y dominio de los capitales en juego dentro del campo.
¿Qué es el habitus?
Son estructuras subjetivas, duraderas, transferibles, estructuradas y estructurantes. Subjetivas porque son internas, forman parte del organismo. Duraderas porque permanecen en el largo tiempo de vida del organismo o mientras no haya pérdida de la memoria (esto implica habitus primarios[8] y secundarios[9]). Transferibles porque se puede transferir una práctica de un campo a otro o de una circunstancia a otra. Estructuradas porque son constitutivas de un tipo particular de entorno (no son arbitrarias, pero si pueden ser heterodoxas) y estructurantes porque generan “prácticas y representaciones que pueden ser objetivamente "reguladas" y "regulares" sin ser en nada el producto de obediencia a reglas, objetivamente adaptadas a su finalidad sin suponer la mirada consciente de los fines” (Bourdieu 2001, p.25). Es decir, no implica un acto de reflexión, pero tampoco es el inconsciente[10], de hecho, en el habitus queda una forma de consciencia parcial discontinua que acompaña a las prácticas. En definitiva, es un producto social y, a la vez, un productor social ajustado al campo y a la posición que ocupen los agentes en el sistema, “en virtud de la lógica de funcionamiento de ese sistema y de la acción pedagógica que ejerce sobre sus agentes" (Accardo 1991, p.88).
El habitus está constituido por múltiples experiencias que coexisten a lo largo de la trayectoria de un agente. Sin embargo, como se ha señalado, se expresan de acuerdo con su posición y al campo en que se encuentre el agente. Tampoco puede ser considerado como una estructura fija, al contrario, es una estructura que se reestructura en la misma manera en que su entorno sufre de reingenierías. En este sentido, el habitus es dinámico. Además, de todo lo planteado, también puede ser entendido como una manera de ser, un estado habitual, una predisposición o una inclinación que incluye elementos cognitivos y afectivos. Por tanto, está regulado por los entornos físicos (las condiciones materiales de existencia y la clase) y afectivos (la familia y los amigos).
En definitiva, la noción de habitus, como señalaba Bourdieu (y Wacquant 1995), es una posición teórica que escapa “tanto de la filosofía del sujeto, pero sin sacrificar al agente, como de la filosofía de la estructura, pero sin renunciar a tener en cuenta los efectos que ella ejerce sobre el agente y a través de él” (p.83).
¿Cómo se expresa el habitus en el mundo real?
Se expresa mediante regularidades de prácticas o estrategias, de percepciones, de expresiones, de conductas, de gustos, de modos o de maneras (de hablar y andar) ajustados al campo, a la trayectoria y al volumen y variedad de formas de capital que posea un agente, por tanto, a su posición en la estructura social. Por ejemplo, el comportamiento de un estudiante de física no es igual dentro de un espacio académico que en una reunión familiar. Tampoco es igual el comportamiento de un estudiante de primer ingreso a la de un estudiante en tesis dentro del mismo campo universitario compartido.
Las palabras que emplea, un estudiante, y las formas de dirigirse a sus pares o profesores son muy distintas a las formas que emplea con sus primos y abuelos. También los temas de conversación y afectos varían de manera sustancial. Del mismo modo, las estrategias empleadas por apropiarse de un capital en otro espacio, distinto al académico, son distintas. Esto se debe a que las regularidades de las prácticas están ajustadas el campo en que se encuentre el agente situado, su trayectoria y de sus capitales.
Las consideraciones de los agentes sobre las formas de capital en juego son fundamentales para la apropiación. Un estudiante que no tiene interés en el capital tecnológico tendrá menos probabilidades de apropiarse de la tecnología. El proceso de apropiación no sólo está condicionado al campo, a los capitales, la trayectoria, que son previos, también lo está por el interés del agente. De hecho, el interés como las estrategias que emplean los estudiantes para apropiarse del capital tecnológico dentro de un campo universitario corresponde a su posición dentro de éste, por tanto, a la variedad y volumen de capital que posea.
¿Cómo se puede conocer el habitus?
La trayectoria de los agentes dentro un campo puede ser capturada por la propia selección de la población. Todos los agentes seleccionados de un mismo grado académico o con la misma cantidad de créditos (para dar un ejemplo). Esto supone que no debiese haber trayectorias muy distintas entre la población. Aunque es posible encontrarse entre la población, agentes con volúmenes y variedades disímiles de capitales. Esto es una preocupación metodológica por resolver. Se indaga a los agentes acerca de sus percepciones, sentimientos, ideas, prácticas empleadas, etc., sobre las formas de capital en juego. Los agentes con parecidos formas y volumen de capital debiesen tener rasgos similares (esto de forma hipotética).
El ajuste previo del habitus a las condiciones objetivas es sólo un caso particular (sin duda el más frecuente), y hay que cuidarse de universalizar inconscientemente el modelo de la relación casi circular de reproducción casi perfecta que nunca se aplica a cabalidad sino en el caso extremo donde las condiciones de producción del habitus y las condiciones de su funcionamiento son idénticas u homotéticas (Bourdieu y Wacquant 1995, p.90).
¿Qué son los agentes?
Los agentes son los que están habilitados para participar en el juego de un campo específico. Pero estos participan en la medida que exista un interés por el mismo. Sin esta condición no es posible la participación. Para Bourdieu (y Wacquant 1995) “los agentes sociales sólo obedecen a la regla en la medida en que el interés que tengan en obedecerla supere al que tengan en desobedecerla” (p.79). Pero el interés que moviliza a un agente, a participar, es específico y resultado del funcionamiento de un campo históricamente delimitado. En ese sentido,
el interés es una arbitrariedad histórica, una construcción histórica que sólo puede conocerse mediante el análisis histórico, ex post, a través de la observación empírica, y que puede ser deducido a priori de una concepción ficticia y a todas luces etnocéntrica del "Hombre"” (Bourdieu y Wacquant 1995, p.80).
Este interés, al que Bourdieu denomina como illusio, no sólo se antepone al desinterés, también a la indiferencia. Cada campo genera un interés particular. Por lo tanto, existen tantos intereses como campos. En un campo universitario prevalece un interés generalizado por la apropiación del capital cultural que éste genera y reproduce. Este mismo interés es el que permite la existencia de este campo, de lo contrario, se diluiría. Todo interés está condicionado a la posición que se ocupe en un campo específico y de la trayectoria del agente dentro del mismo. Por ejemplo, es muy probable que los estudiantes con mejores posiciones en la estructura universitaria están más adheridos a la estructura del campo. Es decir, tienen más internalizados al campo y a sus reglas.
La segunda particularidad del agente, condicionada ésta a la primera, es su inversión en el campo. Un agente, interesado en participar en el juego de un campo, invierte tiempo y capitales dentro de éste. Esta segunda se entiende como
la propensión para actuar que nace de la relación entre un campo y un sistema de disposiciones ajustadas a dicho campo, un significado del juego y de sus apuestas, que implican, al mismo tiempo, una inclinación y una aptitud para participar en el juego, estando ambas social e históricamente constituidas y no universalmente dadas (Bourdieu y Wacquant 1995, p.81).
Dada la imbricada relación entre habitus y campo, suele entenderse al agente como un autómata. Sin embargo, no lo es. Tampoco actúa libremente, ni mediante cálculo racional. Es sobre todo un constructor de realidad social, pero condicionado por ésta, por la posición que ocupe y su trayectoria. Tal como señalaría Bourdieu (y Wacquant 1995), en sus aclaraciones teóricas, “las acciones humanas no son reacciones instantáneas a estímulos y la más insignificante "reacción" de una persona ante otra persona está preñada de toda la historia de ambas, así como de su relación” (p.85).
¿Cómo se expresan los agentes en el mundo real?
Se expresa mediante los impactos que genera dentro de un campo específico. Esto es la facultad de poder modificar o conservar las reglas del juego. Esto también incluye la posibilidad de apropiarse de los capitales disponibles. Un estudiante universitario se expresa en su pulseo por apropiarse o monopolizar los capitales que están en juego dentro del campo universitario. Al término de cada semestre hay un índice académico que refleja, en buena parte, la lucha entre los estudiantes por la apropiación del capital cultural y tecnológico. Estos impactos que generan los agentes no son resultados de cálculos racionalizados ni tampoco producto de la inconsciencia, más bien de una parcial y discontinua consciencia que acompaña sus prácticas dentro del campo.
¿Cómo se conocen los agentes de un campo?
Por medio de un registro, en el caso de las instituciones formales, y en aquellos espacios informales por medio de la observación.
Conclusión
El conocimiento praxeológico de Pierre Bourdieu exige la aplicación de una metodología mixta. Aquella que combine métodos cuantitativos y cualitativos según demande los objetivos formulados para responder la pregunta de investigación. El primero de estos métodos será utilizado cuando se apunte hacia lo estructural. El segundo cuando el interés está puesto en profundizar o comprender la capacidad de agenciamiento de los agentes.
Toda puesta en marcha bajo este enfoque requiere de una exhaustiva revisión histórica del campo donde se sitúa en tiempo y espacio la investigación. Otro elemento fundamental es conocer las fronteras del campo, es decir, hasta donde tiene poder o influencia los capitales que se generan y se disputan a lo interno de éste.
Por último, me gustaría agregar que, desde este enfoque, la realidad social, es un conjunto de relaciones constantes. Los agentes son clasificados y clasificadores, pero lo hacen a partir de su posición en la estructura social. El investigador está separado del objeto en el momento que construye la estructura, bien fundamentada. Sin embargo, su subjetividad está presente en la propia construcción.
Referencia bibliográfica
Accardo, A. (1991). lnitiation a la sociología: l’illusionnisme social une lectura de Bourdieu. Bourdeux, France: Le Mascaret.
Bourdieu, P. (1990). Cultura y poder. DF, México: Grijalbo.
Bourdieu, P. y Wacquant, L. (1995). Respuestas por una antropología reflexiva. D.F., México: Grijalbo.
Bourdieu, P. (2001). Poder, derecho y clases sociales. Bilbao, España: Editorial desclée de brouwer, S.A., 2000.
Cerón, A. (2019). Habitus, campo y capital. Lecciones teóricas y metodológicas de un sociólogo bearnés. Cinta de Moebio, No. 66, 310-320.
Notas