Artículos de divulgación

Dignidad y Libertad en la Antigua Grecia: Qué nos dicen los poemas homéricos y la filosofía clásica

Dignity and Freedom in Ancient Greece: What the Homeric Poems and the Classical Philosophy Say to Us

Julián Lanusse
Universidad Nacional de La Plata, Argentina

Dignidad y Libertad en la Antigua Grecia: Qué nos dicen los poemas homéricos y la filosofía clásica

Dios y el Hombre, vol. 3, núm. 1, 2019

Universidad Nacional de La Plata

Recepción: 22 Abril 2019

Aprobación: 10 Junio 2019

Publicación: 16 Junio 2019

Resumen: El objetivo del presente artículo es observar cómo aparece el concepto de dignidad humana, en relación a cómo se concibe la libertad, en la Antigua Grecia teniendo como base las dos composiciones más importantes de ese momento histórico, estas son, La Ilíada y La Odisea del aedo Homero. También se analiza que papel cumple el gobierno en relación con el valor absoluto de cada individuo y como se entremezcla el culto.

Palabras clave: Dignidad, Libertad, Destino, Subordinación, Valor.

Abstract: The objective of this article is to observe how (in relation to how freedom is conceived, the concept of human dignity appears in ancient Greece based on the two most important compositions of that historical moment. These are: The Iliad and The Odyssey of Homer. It is also analyzed what role the government fulfills in relation to the absolute value of each individual and how the cult is intermingled.

Keywords: Dignity, Freedom, Destiny, Subordination, Value.

Introducción

Si rastreamos la etimología del términopersona, esta nos conduce directamente a los teatros griegos. Como en estos la voz de los personajes no era lo suficientemente potente como para llegar a ser escuchada por todos los espectadores, los personajes usaban una máscara (en latín persona) que hacia resonar (en latín personare) su voz. Además, estas mascaras representaban el carácter triste o alegre que el personaje teatral llevaba. El hombre celebraba estos eventos no a solas, sino socialmente y para esto no le alcanzaba su propio rostro así que sedisfrazaba buscando en el mundo vegetal y animal distintas formas, figuras y colores. En este hecho cultural tiene origen la palabra persona como ser enmascarado (Lobato, 1990).

Sin embargo, los antiguos ignoraron el concepto de persona como lo concebimos actualmente y por eso es que, hasta la llegada del cristianismo, no había una palabra que exprese el valor absoluto del individuo en cuanto tal. Por ejemplo en su tarea de definir la realidad de la dignidad humana, los Padres de la Iglesia no pudieron encontrar en la filosofía que los precedió, esta es la de la cultura clásica, una palabra que remita a este concepto.

El valor que se encuentra en la Antigua Grecia, es un valor dependiente del grupo social al que la persona pertenecía. La dignidad de la persona estaba ligada al puesto que cada persona ocupaba, lo que le concedía un carácter fluctuante ya que solamente la persona eradigna en tanto y en cuanto ocupaba esa posición. Es por eso que en los poemas homéricos se pueden observar dos tipos de humanidades: Una baja y vil, representada por el hombre ordinario y vulgar, y otra noble, gloriosa y esforzada (Trueba, s.f.). Estos dos tipos humanos opuestos quedan representados en la discusión entre Tersites y Odiseo que se relata en el Canto II de La Ilíada, dejando ver también que el uso de la palabra no era un derecho de todos y por eso, el hombre ordinario quedaba relegado a su acceso. Con respecto a esto, Trueba (s.f.) afirma que esa humanidad era “indigna de respeto y de ser escuchada, fea y ridícula”.

En definitiva, se puede plantear que, como afirma Carmona (2015) “para los griegos la libertad ahora era de algunos hombres; sin embargo, no todavía de todos en tanto hombres”.

En síntesis, la Antigua Grecia se caracteriza por ser una sociedad competitiva donde cada persona luchara contra sus “rivales” por la propia gloria personal. Vernant (1991) plantea que “la identidad del individuo coincide con su valoración social, desde la burla al aplauso, desde el desprecio a la admiración”.

El hombre en las obras homéricas

Para lograr comprender mejor el pensamiento de la Antigua Grecia es necesario valerse de las fuentes más importantes de la historia temprana de esta cultura clásica: La Ilíada y la Odisea. Estos dos grandes poemas homéricos nos trasladan a un tiempo cercano al 1200 a. C, donde podemos ubicar la famosa Guerra de Troya.

A través de estas dos composiciones del aedo1 Homero, podemos obtener más información acerca de la realidad cultural, política y social de ese tiempo. En otras palabras, podemos acercarnos al pensamiento de esta cultura clásica ya que los relatos y las leyendas mitológicas van a tener un fuerte impacto en la visión que los griegos tenían del hombre.

La Ilíada

Pero no solamente el hombre carecía de valor a la vista de su grupo social sino que también, a la vista de los dioses2 , este se encontraba totalmente subordinado a ellos, es decir, que no poseía un valor absoluto ni una libertad propia.

Esto se observa claramente en la doctrina pagana que tiene como poder absoluto y orientador de la vida humana al destino, también llamado fatalidad. Como ejemplo, se puede citar una escena de La Ilíada, de Homero, en la cual Agamenón, líder de los aqueos, le quita una cautiva a Aquiles, que la había tomado como botín. Este, envuelto en rabia, se retira de la batalla y se lleva a los suyos consigo ocasionando que el ejército, ahora conducido incompetentemente por Agamenón, casi sea destruido. En este contexto, el líder de los aqueos le responde un discurso a Odiseo justificando su accionar diciendo: “Pero Zeus Cronida, que lleva la égida, me envía penas, enredándome en inútiles disputas y riñas”. En definitiva, Agamenón se excusa explicando que se vio enredado en la pelea con Aquiles porque los dioses le enviaron esa pena, haciendo recaer en ellos la causa de las disputas.

En este punto donde el líder aqueo le atribuye a los dioses, específicamente a Zeus, la causa del mal que atraviesa, se puede observar como el hombre, para la doctrina pagana, aparece como víctima de sus acciones y no como responsable de ellas. Lo que guía, en última instancia, la decisión de Agamenón de apartar a Aquiles de la Guerra es el destino. Por eso mismo, el hombre va a estar determinado por la fatalidad y va a carecer de la responsabilidad de sus acciones. Vernant (1991) afirma que “los hombres dependen de la divinidad, sin su consentimiento nada puede realizarse aquí abajo”.

Actualmente, a la luz de la Revelación Divina y el Magisterio de la Iglesia, el destino es definido como el conjunto de circunstancias reales que cargan sobre la vida de cada persona, por ejemplo nacer en una determinada época, en una determinada familia, gozar de salud, etc. Pero a diferencia de la concepción pagana, se va plantear que este cumulo de circunstancias no determinan al hombre sino que este hace uso, en todo momento, de su libertad.

La Odisea

Otro ejemplo sobre la relación entre el hombre y los dioses en la Antigua Grecia lo tenemos en el arduo y extenso retorno a Ítaca que Odiseo protagoniza en La Odisea. En la historia del protagonista del poema, se pone en evidencia cómo las deidades determinan a los hombres sin dejarles a estos oportunidad para usar su libertad. Es por esto que Odiseo, a pesar de que lleve a cabo sus mejores esfuerzos, no podrá volver a Ítaca hasta que los dioses así lo decidan. Así se lo advertía la ninfa Calipso a Odiseo: “Pero, si tu inteligencia conociese los males que habrás de padecer fatalmente antes de llegar a tu patria, te quedarías conmigo, custodiando esta mirada, y serias inmortal”.

De este modo, el héroe Odiseo que tanto había hecho en la Guerra de Troya y quería volver a su isla con su esposa Penélope y su hijo Telémaco, se veía privado de esto por haber ofendido a Poseidón luego de herir a su hijo Polifemo. Luego de esta escena, donde con mucha inteligencia Odiseo logra escapar del ciclope, Poseidón va a imposibilitar su regreso a casa y el héroe ya no tiene nada más que hacer ya que estaba determinado a atravesar diversos males en su retorno. Es por eso que Eolo le dice estas palabras cuando, por segunda vez, Odiseo se dirige a Eolia a pedirle que le conceda la bolsa con los vientos favorables que los tripulantes ciegamente habían abierto:

¡Vete de aquí! ¡Abandona nuestra isla al instante, pues eres el más despreciable de entre todos los hombres vivientes! No puedo recibir o ayudar en su partida a alguien que es odiado por los dioses benditos, y tú eres odiado por los dioses. ¡Fuera!

El culto y la polis

A diferencia de la actualidad, en la Antigua Grecia no había un ámbito religioso que involucre instituciones, dogmas y mandamientos. De hecho, como explica Veggeti (1991), “en la cultura griega no existía un equivalente para el término religión”. El termino adecuado sería el de culto ya que da cuenta de lo que verdaderamente implicaba la fe en la Antigua Grecia. Este culto va a estar íntimamente ligado a la vida social y se va a desarrollar en el centro de ella siendo muy importante para que la persona adquiera valor, y planteando una síntesis a la dicotomía entre credulidad y escepticismo.

A su vez, el gobierno juega un papel importante dentro de la sociedad ya que aquel que, deshonrado, se ve excluido y expulsado de su grupo pasa inmediatamente a no tener dignidad, a no valer nada.

Ejemplificando esto, Vernant expone:

Quien ha perdido su timé3 se encuentra - como vemos en el caso de Aquiles ofendido por Agamenón - errante, sin patria ni raíces, como un exiliado despreciable, como algo nulo, por usar los mismos términos del héroe (Ilíada, 1,293 y 9,648); como diríamos hoy, un hombre así no existe, no es nadie(Vernant et al., 1991, pp. 28).

Credulidad y escepticismo

La fe en la Antigua Grecia, al no venir de una revelación positiva, no posee dogmas ni un conocimiento teológico o divino de carácter doctrinal. Es por eso que, esta fe, no se encuentra en el plano intelectual y el hombre griego no va a estar enfrentado a la dicotomía entre creer y no creer.

Esto se debe principalmente a que el culto griego está ligado a la vida cívica, es por eso que se puede honrar a los dioses, siguiendo la más sólidas tradiciones, teniendo una credulidad extrema como el supersticioso ridiculizado por Teofrasto o mostrar un prudente escepticismo como Protágoras, que sostenía que los dioses no existían, y Critias, que afirmaba que las divinidades eran un invento para someter al hombre (Vernant, 1991). Esto puede llegar a parecer una hipocresía, pero no hay que entender esta incredulidad en un sentido actual y cristiano, sino más bien hay que comprender que excluirse de las formas de culto imperantes equivalía a colocarse en el margen y no valer ante la mirada de la sociedad. El hombre que se separa de la sociedad producto de no acordar con la religión cívica, deja de ser lo que es y se encuentra marginado socialmente. Este es el caso de algunos movimientos sectarios como por ejemplo el orfismo4

De hecho, en la Antigua Grecia, se trataba de idiota a todo aquel que se preocupaba solamente de sí mismo y no prestaba atención a los asuntos políticos y públicos. Como es evidente, dicho términotenía una acepción diferente al sentido actual de la palabra.En este adjetivo encontramos la raíz en idios, que en griego significaba “lo privado, lo particular, lo personal”

Hombre y polis

A pesar de que haya pasado un largo tiempo desde los acontecimientos narrados por homero y el surgimiento de las polis (aproximadamente a lo largo de los siglos VII y VI a.C.), todavía no todos los hombres eran reconocidos con un valor y una libertad intrínseca.

La democracia en Grecia contemplaba tres estamentos claramente delimitados: Por un lado los esclavos, por otro los extranjeros y por último los ciudadanos. No es inocente la nominación del tercer estamentos ya que solo los pertenecientes a él iban a ejercer su ciudadanía verdaderamente, como afirma Carmona (2015) estos últimos eran los “miembros reales de la polis”. Pero además, un requisito para ser ciudadano era tener tiempo libre, aspecto que choca contra la visión moderna donde los hombres andamos privados del tiempo libre. También, de una forma puntual y especial, solo los “varones adultos, hijos de padre y madre ateniense, libres de nacimiento y propietarios” (Saavedra, 2007) ejercían sus funciones como tales.

Con respecto a los otros dos estamentos, los extranjeros tenían prohibido el ejercicio de la vida política y la ciudad, y los esclavos, además de que estaban subordinados totalmente a sus amos, eran el fundamento de la democracia ateniense ya que permitió al noble tener tiempo libre para desarrollar una educación integra. En palabras de Jaeger:

La educación, considerada como la formación de la personalidad humana mediante el consejo constante y la dirección espiritual, es una característica típica de la nobleza de todos los tiempos y pueblos. Sólo esta clase puede aspirar a la formación de la personalidad humana en su totalidad (Jaeger, 1980, p. 35).

Conclusión

Se puede observar que en ninguno de los diversos aspectos que la Antigua Grecia nos presenta, aparece un término que dé cuenta del valor del individuo en cuanto tal, independientemente a toda mirada y situación social. Es por eso que el hombre se va encontrar en una relación de subordinación frente a los dioses donde, como afirma Saavedra (2007), son ellos los que “determinan por diversos medios los destinos humanos” dejando a los hombres sin libertad ni responsabilidad sobre sus actos. Es por esto que los dioses están tan presentes en el mundo hasta el punto tal de que sus caprichos y rivalidades sean las causas de los males que atraviesa una persona, por ejemplo Odiseo en su largo y desafortunado regreso a Ítaca.

En cuanto al plano social, se observa como el lugar que ocupa cada persona es sumamente importante y es el que le otorga un valor determinado. Así, los esclavos van a estar sometidos ante sus amos mientras que los ciudadanos van a tener el derecho a practicar la vida política.

Por último, se puede ver como un ideal buscado en la Antigua Grecia es el de perpetuar en la memoria de los otros. Por eso es tan preciada la vida gloriosa de los hombres para dejar su huella en el recuerdo de los demás hombres ya que la verdadera muerte es el olvido, el silencio, la indignidad y la ausencia de renombre (Vernant, 2001). De este modo, el propio héroe Aquiles en La Ilíada va a decir: “No, no puedo concebir morir sin lucha y sin gloria, sin realizar siquiera alguna hazaña cuyo relato sea conocido por los hombres del mañana”.

Referencias

Carmona, L.A. (2015). Humanismo en la antigua Grecia. Revista de Antropología y Sociología: Virajes, 17 (1), 45-55. http://www.vip.uncaldas.edu.co/virajes/downloads/Virajes17(1)_3.pdf

Homero, trad. en 1927. La Ilíadahttp://www.traduccionliteraria.org/biblib/H/H102.pdf

Homero, trad. en 1927. La Odiseahttp://www.traduccionliteraria.org/biblib/H/H102.pdf

Jaeger, W. (1980). Paideia: los ideales de la cultura griega. Ciudad de México, México: Fondo de Cultura Económica.

Lobato, A. (1990). La dignidad del hombre en Santo Tomas de Aquino. Carthaginensia: Revista de estudios e investigación (VI)9 . España, Murcia

Saavedra, J. (2007). Las ideas sobre el hombre en la Grecia Antigua. Revista de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Militar Nueva Granada, (XV)2.

Trueba, C. (s.f.) Algunos antecedentes de la noción de dignidad humana en la poesía y en la filosofía griegas. Universidad Nacional Metropolitana, Iztapalapa, México. https://asociamecdotmx.files.wordpress.com/2016/02/ii_01_trueba_dignidad.pdf

Vegetti, M. (1991). El hombre griego (pp. 291-320). Roma, Italia: Alianza Editorial. https://www.losapuntesdefilosofia.files.wordpress.com/2018/05/elhombre-griego-by-jean-pierre-vernant.pdf

Vernant, J. (1991). El hombre griego (pp. 9-31). Roma, Italia: Alianza Editorial. https://losapuntesdefilosofia.files.wordpress.com/2018/05/el-hombregriego-by-jean-pierre-vernant.pdf

Vernant, J. (2001) El individuo, la muerte y el amor. Barcelona: Paidós

Notas

1 Los aedos eran poetas de la Antigua Grecia que cantaban y recitaban la leyenda de los dioses y de los héroes mitológicos.
2 Las divinidades de los antiguos griegos no poseen los mismos rasgos que definen nuestro concepto de divinidad ya que “Ni son eternas, ni perfectas, ni omniscientes, ni omnipotentes, no han creado al mundo pero han nacido en él y de él” (Vernant, 1991, p.15).
3 Termino griego que hace referencia a la dignidad, el honor y la estima de una persona
4 Corriente religiosa que apareció en Grecia entre los siglos VII y VI a.C. y que supuso un enfrentamiento con el culto tradicional. Está inspirada en los escritos de Orfeo y conlleva una nueva concepción del ser humano y del destino.
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