Tema Central

El macrismo y las instituciones: la exacerbación del discurso en la iniciativa política individual como lógica de construcción de legitimidad y producción de subjetividad

Federico Pellagatti
Facultad de Trabajo Social. Universidad Nacional de La Plata, Argentina
Clara Weber Suardiaz
Facultad de Trabajo Social. UNLP / Carrera de Trabajo Social. UNLu, Argentina

El macrismo y las instituciones: la exacerbación del discurso en la iniciativa política individual como lógica de construcción de legitimidad y producción de subjetividad

Escenarios. Revista de Trabajo Social y Ciencias Sociales, núm. 27, 2018

Universidad Nacional de La Plata

Recepción: 06 Julio 2017

Aprobación: 13 Julio 2017

Resumen: El siguiente trabajo se aboca a indagar la relación entre la construcción discursiva del macrismo y las instituciones. Fundamentalmente, cómo la construcción de un discurso político individualista y meritocrático logra articular perfectamente con los postulados del neoliberalismo, en tanto productor de subjetividad. El Estado manejado como Estado Empresa, resitúa a la clase dominante como clase dirigente transformando las formas de hacer política. Este nuevo escenario, nos obliga a pensar en la manera que se construye la hegemonía política y las posibilidades de debatir y dar pelea al avance del neoconservadurismo.

Palabras clave: Macrismo, Instituciones, Subjetividad, Estado.

Abstract: In this article we will present the inquiry the relationship between the discursive construction of macrismo and institutions. Fundamentally, how the construction of an individualist and meritocratic political discourse manages to articulate perfectly with the postulates of neoliberalism, as a producer of subjectivity. The State managed as a Business restores the dominant class as a ruling class, transforming the ways of doing politics. This new scenario, forces us to think about the way political hegemony is built and the possibilities of debating and fighting the advance of neoconservatism.

Keywords: Macrismo , institutions, subjectivity, State.

Introducción: la revolución de la alegría, el emblema de la alegría y nada que festejar



"Qué sé yo qué pasó, si yo hice sociedades o no, si lo hice en algún lugar o no. Son cosas mías de mi vida privada.” (Presidente Macri)i

El macrismo no es una reedición de los 90. Es algo parecido.

Sin lugar a dudas es un proceso de similares características en cuanto matriz económica y política en tanto rol del Estado como mediador y regulador.

Las mayores diferencias residen en las características de la clase gobernante, el contexto precedente tanto local como internacional, y centralmente la utilización del discurso ya no sólo como un hecho propagandístico, sino también como lo trascendente en sí, lo que da consistencia al lazo social y la producción de subjetividad.

A diferencia de los 90, las clases dominantes no tienen un mediador con arraigo en la trayectoria política partidaria, sino que encuentran como expresión de gobierno a un pura sangre, a un conspicuo integrante, fidedigna expresión de la minoría más rica de nuestro país. No es un político emulando un discurso tergiversado y confuso en relación al rol del Estado, y a las posibles formas de encarar las salidas de las crisis. El gobierno no es una representación de las clases dominantes. No son mediadores. Son ellos mismos. Lo que significa una experiencia inédita en nuestra historia política, y lo que conlleva algunas cuestiones generales difíciles de comprender, y otras particularmente muy importantes de atender.

Hay dos elementos, entre otros, que nos parecen centrales destacar.

El primeroes el proceso por el cual las clases dominantes se convierten en clase dirigente. Si bien el escenario de los 90 estuvo atravesado por una lógica de exacerbación del individuo, del presente como medida unidimensional y unívoca de la trascendencia individual, las operaciones de los aparatos ideológicos operaban en la construcción de subjetividad, en la reafirmación de determinados imaginarios y significaciones sociales que en lo concerniente al universo de la política, planteaban distancias que permitían precisamente diferenciarse en un otro. Al efecto del ejercicio político, en ese sentido, las clases dominantes expresaron su voluntad en gobiernos que de alguna manera, y quizás con mayor o menor organicidad, operaron de mediadores, como la estricta mediación de intereses en los distintos planos en que la acumulación capitalista necesita garantizar.

En ese sentido la figura de la mediación opera como una forma acorde al universo en demanda. La mediación es necesaria porque las expresiones dominantes no consiguen hacer pie en tanto comprensión y empatía por parte de otro en función de un interés puntual. La evolución en clase dirigente sin mediación, siendo ellos mismos los mediadores, nos revela un proceso que viabilizó la posibilidad, ya no como condición sino como escenario de ejercicio de la iniciativa social y política, de una forma de Gobierno y de Estado, que empatizó en el sentido común de la crítica política.

Esta ausencia de mediación como la conocíamos, o nueva lógica de mediación, es el segundo elemento a tener en cuenta.

¿Cómo maneja el Estado un gobierno? Frente al sentido común, como construcción histórica situada y atravesada por un sinfín de variables, las respuestas no solo pueden ser variadas sino que, entre complejas y esquivas, las afirmaciones pueden referirse a abstracciones, absurdos y otros pareceres. Ya la separación entre Estado y Gobierno puede parecer una cuestión sin resolver. Esa pregunta puede inhabilitar respuestas dado que dicha separación es un ejercicio teórico. Un parámetro conceptual donde el sentido común busca su fisura pero no puede forzar una respuesta más que por una justificación autosustentable.

En relación a la pregunta de cómo un patrón maneja su empresa, los matices podrían alinearse en un puñado de afirmaciones que se conectarán entre sí fácilmente. La separación entre empresa y patrón, siempre en la lógica del sentido común, no es necesaria para la respuesta. Si bien es posible un ejercicio conceptual de discernimiento de un concepto sobre otro, no es excluyente al momento de lograr una coherencia mínima entre pregunta y respuesta, en un tramo de relativa sencillez para esbozar una afirmación. Ahora bien, ante la separación entre Estado y gobierno emergen otras complejidades.

En este sentido, no es novedoso que los referentes de la economía liberal pensaran al Estado como una Empresa. En una construcción discursiva en relación a un necesario ahorro, la impronta de la Empresa es explícita y sencilla en cuanto la respuesta que ofrece. Si bien esto tiene un anclaje en el imaginario social, como concepción de dinámica económica de un Estado, hay una cantidad de resortes orgánicos e inherentes al proceso social que no permiten avanzar en un proceso de ajuste sin violencia institucional, entendida esta como la disposición de los aparatos políticos del Estado en relación al objetivo.

El quid de la cuestión, en tanto conquista, es que el grupo dirigente imprime la misma construcción discursiva y reflexiva, para el resto de los planos donde el conflicto se gesta, donde se piensa la contradicción que pueda escapar a la invisibilización. Un estadista de trayectoria política, según nuestra propia historia, apostaría a un sin sabor necesario de sobrellevar de manera colectiva, no sin antes calcular lo conflictivo y costoso que puede resultar dicha implementación. Pero un grupo dominante, devenido en dirigente, va a pensar al ministro de trabajo como un gerente de recursos humanos, al ministro de educación como un gerente de capacitación, al ministro de economía como contador que piensa en los números de la empresa. No estamos ante un presidente que calcule el conflicto y el costo político, como estadista.

Y aquí el otro elemento a destacar. La clase dirigente se transforma en un cuerpo orgánico, no quizás por lo programático de la coyuntura/etapa histórica, sino más bien por un paradigma en común: no son mediadores de la clase dominantes. Son la clase dominante.

Este elemento orgánico, vital para comprender al macrismo como una transversalidad ideológica y pragmática, empatiza fidedignamente con el imaginario social de triunfo, belleza y plenitud del modelo liberal empresarial argentino. Y en esta fuerza orgánica y transversal permite saltear la condición material como un emergente, como una contingencia inherente al proceso de rectificación de los procesos fundantes de un país próspero. En palabras de Lewkowicz:

“Entonces, todo se juega en la victoria precaria de una ficción. Esto puede ser pura distinción conceptual, y hasta doctrinaria. Y lo sería si no se inscribiera en ningún campo práctico. Prefiero creer que arraiga en un campo operativo, y que el arraigo es fuerte. Más que fuerte, quiere ser el corazón del argumento. Porque en ausencia de sustancia capaz de hacer de un pueblo un pueblo, la única consistencia es discursiva. Y precisamente las ficciones son esta consistencia discursiva de un lazo precario, instituido, que sin embargo se habita como verdadero y hasta espontáneamente como sustancial cuando todavía no ha mostrado su hilacha –o, si prefieren, su real o su imposible-” (2004, p. 26).

A partir del planteo del autor, podemos comprender que el clima de época es proclive a la exacerbación de ciertos patrones de conductas, no sólo las referidas a las angustias que se transitan por padecer el miedo como mecanismo de control, donde cualquier chivo expiatorio sirve para descargar lo acumulado, sino que además este clima de época es el principal punto de atención donde la clase gobernante, además de ser la vocera, es la que ofrece parámetros a la iniciativa del sentido común para poder expandirse a límites insospechados. Incluso tomando por sorpresa cualquier análisis, dado que la mayor proyección que demuestra tener el gobierno es sobre una puesta en escena sin fin y sin tiempo, con el solo esmero de justificar los medios para un fin que es una ficción a punto de estar agotadaii.

Los últimos 30 años de historia política fueron abordados por entidades discursivas que nombraban lo central de sus programas de gobierno a partir de categorías más o menos empáticas con un supuesto sentido común: el sentido común de la democracia como mejor forma de gobierno, la reforma del Estado porque es ineficiente, el ajuste como receta de salvación moral e integral de la Nación, etc. Si bien no hacemos referencia a un gobierno en particular o a un ente discursivo delimitado en tiempo y lugar, si podríamos identificar a cada período concreto qué organización discursiva le corresponde. Pero aquí la aclaración, es en relación a la subjetividad como dinámica, de no pensarla de maneras dicotómica, ni como análisis estanco. No predomina una en detrimento de otra. Cobran mayor o menor relevancia, subyacen y laten en la retaguardia del pánico generalizado a la incertidumbre. No emerge ni por generación espontánea, ni de manera ingenua. Son el resultado de un conjunto de iniciativas vinculadas a la construcción de un discurso como explicación totalizante de la realidad que los sujetos atraviesan.

No hay un resultado final sobre las ficciones verdaderas o ficticias en situación, activas o agotadas. No son concluyentes ni culminantes. Se ordenan y jerarquizan como resultado de una compleja correlación de distintos campos de acción, de fuerza, subjetividades en disputa; y operan de manera previsible, pero no por eso menos sorprendente.

El Estado como forma política versus el Estado como forma empresarial



“Eso es lo que hicimos, ese crecimiento invisible sucedió. Es como cuando empezamos un edificio: en el pozo no se ve lo que estamos haciendo, pero esa base existe, está y sobre ella se construye el resto. Esto es lo que está sucediendo, los argentinos empezamos a ver los frutos de eso. Y cada transformación está hecha sobre bases firmes y va a durar para toda la vida"iii

Resulta fundamental para comprender la lógica de las transformaciones en las instituciones, entender las características del Estado actual. Lewkowicz (2004) ya lo adelantaba al describir la transformación del Estado-Nación en Técnico-Administrativo, que implica la conversión simultánea del tipo subjetivo, otrora propio de la modernidad, la figura del ciudadano hacia la figura del consumidor, adquiriendo el estatus central en una sociedad de mercado-consumo. De esta manera, el agotamiento del Estado-Nación no implica que sus instituciones no existan o pierdan materialidad, sino que funcionan desprendidas de las significaciones que le otorgaban sentido. En tiempos de modernidad sólida, el Estado-Nación constituía el vector, a través de sus instituciones, capaz de anudar sentido y generar lazo social. En tiempos de macrismo, por el énfasis que se pone en este Estado Técnico Administrativo, podemos llamarlo Estado Empresarial.

En el Estado Empresarial se construye un escenario donde la correlación de fuerzas desaparece en favor de la gestión tecnocrática, donde el pueblo que construye las perspectivas de izquierda se fragmenta e individualiza, en forma de familias, vecinos, ciudadanos (Arkonada y Klachko, 2016).

Esta conformación refuerza las lógicas individuales y va en detrimento de una lógica de derechos. Como plantean Kessler y Merklen lo que se hace presente es:

“…una reorientación institucional. Allí donde los sectores populares tienen necesidad de un mundo más estable, allí donde necesitan una jerarquización de los riesgos que parecen multiplicarse y acechar de todos lados y al mismo tiempo, las políticas institucionales persiguen simplemente la distribución de recursos y la provisión de herramientas para que cada quien pueda presentarse mejor pertrechado para el combate” (2013, p. 16).

Esta reorientación permite en términos de prácticas de gobierno avanzar en la planificación fragmentada, la toma de decisiones en detrimento de derechos conseguidos y a pesar de los reclamos y protestas colectivas, tensar al máximo los recortes sociales, dejando un piso mínimo de reivindicaciones. Basta ver las decisiones respecto a las tarifas de los servicios públicos, los recortes en las pensiones sociales, reconfiguración en el ANSES, PAMI, en educación, el 2x1a genocidas, por mencionar algunas, que si bien han ofrecidos resistencias populares, avanzan en su implementación.

El neoliberalismo como proyecto cultural y político: la dimensión política del individualismo y la meritocracia

Frente a la crisis estructural actual que atraviesa el capitalismo, se han puesto en cuestión los postulados neoliberales como forma de progreso económico. No obstante, tal como lo plantea Puello-Socarrás (2013) el neoliberalismo continúa buscando nuevas formas, sin alterar su identidad ideológica. Esta búsqueda ha propiciado la emergencia de discursividades novedosas y alternativas y una reconfiguración al interior del neoliberalismo heterodoxo e híbrido, respecto de su ideario original. El autor mencionado, enfatiza que el neoliberalismo no se limita a un programa económico o de políticas.Sino que hay que analizarlo desde un punto de vista estratégico y táctico, ya que implica, ante todo, un Proyecto económico-político de clase el cual se expresa a través de una estrategia de acumulación. Sólo posteriormente el neoliberalismo se materializa en programas de políticas y las mismas serán heterogéneas a lo largo de los distintos periodos históricos. Sin embargo, a pesar de sus diferencias de configuración, los postulados que permanecen inmutables son: una sociedad de Mercado y que las dinámicas públicas y las tensiones y conflictos societales deben ser sancionados y considerados unívocamente bajo una óptica individualista en el mercado.

En este sentido para que una forma de pensamiento se convierta en dominante tiene que presentarse un aparato conceptual que sea atractivo para nuestras intuiciones, valores y deseos, de esta manera se introduce en el sentido común de las poblaciones y se asume como algo dado y no cuestionable (Harvey, 2015).

El proyecto del neoliberalismo tiene raíces ideológicas que se adentran a principios del siglo XX, pero específicamente en nuestro país (y en Latinoamérica) esto fue posible a partir de las sangrientas dictaduras que se llevaron adelante y que posibilitaron establecer los cimientos de esta ideología. Desde su comienzo la neoliberalización tuvo como objetivo lograr la restauración del poder de clase.

Si bien el autor mencionado plantea la crisis y el fracaso de los postulados teóricos iniciales del neoliberalismo para lograr la acumulación del capital, enfatiza lo siguiente:

“Esto no impedirá que continúe desplegándose como una retórica adecuada para apoyar la restauración/creación del poder de clase en la elite” (2015, p. 207).

Los antecedentes que van dando forma al neoliberalismo como expresión de época, sienta los precedentes para la comprensión subjetiva de lo dado. No incursiona de manera invasiva ni disruptiva. No propone cosas extrañas e incomprensibles para los sujetos de una sociedad. Se comporta como un proceso empático para que las condiciones de naturalización y aceptación sean viables. No nos referimos a que el neoliberalismo construye hegemonía. En todo caso es necesario pensar que la hegemonía es la lógica constitutiva de la política, y cuando las clases dominantes se convierten en clases dirigentes, las mediaciones institucionales, necesarias para las lógica fundante del neoliberalismo, cobran relativa irrelevancia. Esto es porque en su forma de presentarse ante la sociedad, las condiciones dadas para la asimilación subjetiva y material del nuevo momento histórico, las expresiones dominantes no hacen uso de los mediadores. La tradición de los partidos políticos en Argentina parece agotarse en una retórica circunscripta al Gobierno como forma óptima e imperfecta de la democracia, haciendo uso de algunos elementos hegemónicos para constituirse como opción real. Y ese proceso se sintetiza en las instituciones representativas, tanto de la política como de la política pública. El caso del macrismo es paradigmático en este punto.Es el antecedente certero para poder obviar las instituciones del Estado como mediadoras de la sociedad, como expresiones estables y previsibles de la vida cotidiana.

En este punto el macrismo se corre del escenario institucional, ya sea como mediación para determinadas prácticas formales o como reguladoras de un todo, el macrismo se desviste de esa figura. Por esa misma razón es que el Presidente (como instituido/instituyente) puede públicamente referirse, por ejemplo al caso de gatillo fácil, como ciudadano y no como presidente iv.

Esto es clave para la construcción de subjetividad en tiempos de neoconservadurismo. La CEOcracia puede permitirse obviar estas mediaciones, necesarias para la altísima complejidad y heterogeneidad de nuestra sociedad, porque ahora la lógica constitutiva de la práctica política oficial está dada por una epistemología para la empresa, como la racionalidad final de una estructura simple empresaria, donde la acumulación es ajena a cualquier concepción distributiva o redistributiva, y el conflicto de lo que ello se desprenda es algo inherente a la incomprensión de esta complejidad irresuelta, por la cual el gobierno, en pleno ejercicio hegemónico fundante, no ve costosa la represión a las contingencias de su propio modelo.

Deliberadamente cuando la mediación institucional se quiebra, no solo cambia el escenario, esto es indicador de que las reglas de juego cambiaron no al momento de su asunción, sino en un largo peregrinar silencioso e invisible que se termina por cristalizar como forma de aproximación a la realidad. Como plantea Varela G:

"El macrismo crea realidad. En su aparente torpeza, en su aparente estupidez, crea realidad. No refleja lo que es, no oculta lo que es. Crea, inventa, produce. No en paralelo a otra cosa. Crea un sistema hecho con palabras, con significantes vacíos, con deslizamientos, con gestos específicos” (2017, p. 3).

De ahí se desprende la profunda eficacia del discurso meritocrático: no es un concepto desconocido para la sociedad, porque en verdad cualquier empresa o emprendimiento, de mayor o menor despliegue estructural y económico, se funda en una lógica de esfuerzo y mérito individual, y esto es conocido por todos. Pero la cuestión es que a diferencia de la política de Estado, el discurso meritocrático como elemento de una parte, se expresa como un todo, como la totalidad subjetivizante de los que en otra época apelaban a la mediación y a los mediadores para cumplir sus metas de acumulacion en sentido amplio. Hoy son expresión dirigente, son la estructura real de control de todo el espectro social. No se trata de un problema de formas. En verdad esto no es un problema.

Y he ahí el principio de perplejidad para poder digerir tamaña situación.

La lógica del blanco sobre negro



“Eso demuestra que Argentina tiene por donde la mires atractividades, oportunidades” (Presidente Macri)v

Como plantean Arkonada y Klachko (2016) hay que reconocerle a la nueva derecha latinoamericana haber conseguido resignificar la idea del cambio, con las que ganaron las elecciones.

“Esta resignificación podemos visualizarla en un Macri convertido en un gigantesco significante vacío, donde caben, más que las demandas insatisfechas de las mayorías sociales- (...) las aspiraciones y anhelos de las nuevas clases medias, a las que se suman el descontento por la inflación, el cepo cambiario y la fatiga cultural por el liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner” (2016, p. 233).

Y en este sentido, la derrota en sí misma no es una cuestión asfixiante. En términos históricos, dialécticos y relacionales, valga la redundancia, las derrotas como las victorias son de carácter provisorio. La novedad y dificultad aparece cuando la derrota se da en un escenario de polarización.

La polarización como principio rector de la subjetividad imperante, en el sentido de profundizar dos concepciones contrapuestas y antagónicas, no sólo opera en la dinámica de la oposición sustancial, sino que además, restringe los límites para los matices. Acorta la brecha por el lado de los extremos. La polarización no es necesariamente un elemento de división en partes iguales. Sino que es una propuesta taxativa en todo sentido, donde quien opta estar por alguna concepción, implica que niega la contraria. Esto elimina deliberadamente los matices, opera sobre el ordenamiento necesario y urgente de la idea de futuro, transita en su implementación las necesarias formas para eliminar las contradicciones secundarias, y permite la pertenencia solamente por el todo. El aceptar uno de los postulados de las concepciones en juego es aceptarlo en su totalidad, sin matices. El consenso sobre una parte se convierte en el consenso con el todo. Del mismo modo que no acordar con una parte de los polos, es no acordar con el todo y automáticamente, al no haber zonas medias, es comulgar con el todo contrario. Al no habilitar zonas intermedias para el anclaje subjetivo y representacional de los sujetos, la polarización funciona como un mecanismo defensivo, garantía de una retaguardia para quien domina el escenario con su iniciativa, pero en términos institucionales esta forma de presentar la mirada del mundo opera no en cristalización de política pública, sino como el habilitante para una mirada particular y singular del sujeto, que en el marco de una institución funciona como un todo.

En todo caso el ejercicio no es comprender la complejidad sino poder dilucidar la complejidad en la idea totalizante que conlleve la simplicidad de lo dicotómico. Es decir, al planteo de blanco sobre negro, necesitamos comprender el mecanismo por el cuál logran simplificar a blanco negro procesos históricos complejos. He ahí su capacidad de iniciativa.

En este sentido nos parece que el macrismo no presenta una polarización estrictamente en el plano electoral y de la macropolítica. Presenta una polarización en la forma de comprender el mundo de la vida cotidiana, de una condición individual exacerbada por el capital político que le transfiere al individuo, transformadolo en actor disperso y disgregado de todo. Siendo la parte, se lo habilita a pensar y sentirse el todo, con lo que eso conlleva, representa y significa.

Instituciones y exacerbación de la política individual



“Estoy acá (en Tucumán) tratando de pensar y sentir lo que sentirían ellos en ese momento. Claramente deberían tener angustia de tomar la decisión, querido Rey, de separarse de España” (Presidente Macri. discurso bicentenario Independencia Argentina)vi

Merklen (Castel et al, 2013) plantea que es a partir de la década de 1980 cuando se articulan distintas dinámicas de individuación, que imprimen sobre las personas fuertes exigencias institucionales de individuación. Lo que provoca en las instituciones una exigencia de mayor libertad individual y consideración personal que tiene su contrapartida en nuevas formas de control social. La meritocracia no solo hace alusión a la condición de éxito individual, sino también a la responsabilidad del fracaso. Pero éxito y fracaso no sólo en cuanto a expectativas sobre una empresa o emprendimiento, sino también, y centralmente, en relación al sujeto como parte de un todo. La meritocracia necesariamente se constituye desde un sujeto disgregado, donde el lazo consigo mismo es la parte medular de su iniciativa. Esto habilita a no reclamar nada a nadie, ni al Estado, ni a la Política Pública, ni a las instituciones que se transitan.

El mérito individual como constituyente de una subjetividad basada en el autoéxito implica un autocontrol, se expresa como el emergente de la hegemonía constitutiva de una lógica de mercado, no disputándose la mediación del Estado y del Gobierno, sino siendo la expresión gobernante con las variables principales, de acumulacion y subjetivacion, bajo control.

Por ejemplo en el trabajo se flexibilizan sus patrones y su derrotero pareciera recaer sobre trayectorias biográficas, implicando una reducción de los horizontes temporales y un aumento de la incertidumbre. Del lado de las instituciones (políticas sociales, justicia, Estado) requiere que las personas sean responsables de sus trayectorias biográficas. Una vez entendido esto, el Estado y su Gobierno, pueden hacerse a un lado sin mayores explicaciones, mediaciones o consecuencias.

Esto significa que estamos en presencia de una profunda transformación de la forma de relación entre Estado y sociedad. En donde las instituciones tienen como objetivo una intervención sobre el otro, con el propósito de transformar a cada sujeto en individuo con valores de autonomía, responsabilidad y seguro de sí mismo ante los riesgos. (Castel et al, 2013)

Las instituciones, según los postulados del neoliberalismo, estarían en esta lógica, para que no se restrinjan los límites de la libertad individual, para asistir a beneficiarios y no a titulares de derecho. Lógicas institucionales que se naturalizan y articulan a las directrices del Estado Empresa.

Esto requiere para aquellos que trabajamos en instituciones públicas hacer un esfuerzo para identificar estas lógicas y dar una batalla ardua para comenzar a desmontar estos mecanismos o al menos ponerlos en cuestión.

Producción de Subjetividad en el neoliberalismo



“...Y con el precio que tiene, éste lugar me conviene gente fina, delincuente. Algunos ya diputados y brindo por nosotros los tarados que les pagamos Antes pelo, ahora Gente antes lucha ahora circo antes pan, ahora clonazepán.” (A. Calamaro)

La exacerbación individualista del discurso macrista logra ser exitoso al articularse a la propuesta neoliberal de producir subjetividad. La misma se asienta en la capacidad de producir subjetividades que se configuran según un paradigma empresarial, competitivo y gerencial de la propia existencia (Alemán, 2016).

“Ya no se trata de la clásica alienación, esa parte extrañada de uno mismo, ahora el neoliberalismo se propone fabricar un hombre nuevo, sin legados simbólicos, sin historias por descifrar, sin interrogantes por lo singular e incurable que habita en cada uno” (2016, p. 17).

Su éxito asegurado radica en una perfecta imbricación con el sentido común sumado al mecanismo que menciona Merklen de una exigencia de individuación que recorre las instituciones y la vida social, enfatizando que:

“Las políticas del individuo se centran hoy en la producción del sujeto individual e intentan comprometer a toda persona para que se asuma como un sujeto al mismo tiempo activo y responsable” (Castel, R et al, 2013, p. 46).

Alemán J. (2017) menciona que la lógica capitalista organiza la producción de subjetividad por las lógicas del poder, que asume distintas figuras, por ejemplo: las producciones del emprendedor, vivir la propia vida como si fuera una empresa, la valorización de la propia individualidad, las ideas/prácticas sobre autoayuda y autoestima, la producción de un sujeto que está sometido a los imperativos de felicidad, a la exposición de la propia vida y toda la industria de consumo que se organiza alrededor de estas características. Varela, G, plantea que el macrismo convierte todo en slogan:

“Un conjunto acotado de conceptos que se definen entre sí: Felicidad es el cambio; no volvamos para atrás es lo que el vecino quiere; el vecino es todos los argentinos que quieren la felicidad; el equipo es todos juntos, se puede, vecino y vecino, los argentinos, la felicidad. Nosotros, cambiemos, se puede. El vocabulario es circular y tautológico. Y muy eficaz” (2017, p. 3).

Una cuestión para subrayar es que el Discurso Capitalista/ Neoliberal, no acepta regulación alguna, funciona como un Todo, no existe nada que lo regule por fuera, no tiene vacío. En ese sentido, el neoliberalismo es la primera formación histórica que toca la propia constitución del sujeto y que quiere colonizarlo, forjando la idea que no hay posibilidades de construir una alternativa, que no hay intersticios por donde pueda asentarse otro tipo de vida social.

El neoliberalismo es el intento de construir, sobre la aniquilación del sujeto moderno (el crítico, el revolucionario y el marxista), un individuo autista y consumidor indiferente a la dimensión constitutivamente política de la existencia. La subjetividad se volvió importante para el neoliberalismo. La necesidad de comprender este mecanismo, nos permite entender el éxito electoral y en la vida cotidiana de los actuales gobiernos de derecha. Así lo menciona García Linera:

“En un país hay dominación porque hay naturalización, hay legitimación de las relaciones de dominación, de abuso y de autoridad; hay dominación porque se naturaliza el abuso, porque naturaliza sufrimiento, porque se naturaliza la injusticia” (2016).

Hoy las redes, los medios de comunicación son el espacio de debate donde la gente construye su sentido común. Y el sentido común que genera el neoliberalismo es el que permite la tolerancia de los sujetos hacia los gobiernos, incluso cuando estos toman medidas que van en contra de sus intereses. El macrismo tal como lo plantea Varela G. (2017) tomando los postulados del neoliberalismo nos propone una manera de ser.

García Linera frente a esto nos propone el trabajo intelectual de desmontamiento de esos anclajes, la lucha cultural por un nuevo sentido común. La lógica del capital, nos propone el emprendedurismo, que gestionemos nuestras propias vidas,es un lógica que se asienta en la producción de subjetividad, la clave entonces es apostar a aquello que no sea producido por la lógica del capital, a los intersticios, al desmontamiento de lo que se nos presenta como natural e inevitable, a recuperar las preguntas y no tanto las certezas, a recuperar la heterogeneidad que pretenden invisibilizar.

Conjeturas analíticas: menos certezas, incertidumbre, preguntas lúcidas.



“¿Y con qué fin toda esta dialéctica en historia? ¿para qué ir al paraíso estando muerto? ¿para que buscar la gloria estando vivo? ¡Si la gloria está muy lejos de este huerto!” Loquero

La vieja pregunta: ¿Que hacer frente a la perplejidad política del momento actual? Lo que está en juego es el estar más atentos a dejarse interpelar, de una manera ética y políticamente significativa, proceso incómodo para nuestras vidas, pero que permite abrir una serie de preguntas aún por explorar. Son momentos de pesimismo político, de carácter apabullante, categórico y sin embargo eso no nos sume en la impotencia. De hecho se pone en juego las dos caras de los procesos políticos: el límite y la posibilidad. Tras el desastre reiniciamos. Nos queda la tarea de ser un poco indóciles, de acción y pensamiento. No solo no dejarse determinar por lo dado, sino preguntarse por la legitimidad de las determinaciones, para así imaginar nuevos proyectos, menos injustos, más colectivos. El no querer seguir siendo gobernados por el “Sí se puede.”[vii], y plantear que hay cuestiones que “No se pueden”, de modo que las preguntas apunten a la imaginación política.

La subjetividad propuesta por el capitalismo, nos empuja a adoptar consignas –de cualquier extracción política, izquierda, derecha- ya que frente al dogma difícilmente tengamos que pensar. Es por eso que planteamos la necesidad de analizar, debatir y significar una nueva lógica de construcción de institucionalidad que contemple como fundamental su implicancia en la producción de subjetividades. Y quienes, centralmente tienen competencias y herramientas para la práctica cotidiana, es escenarios exclusivamente institucionales, es la intervención profesional de los Trabajadores Sociales.

Algunas metáforas sobre la piedra y la arena, la que utilizaba Ignacio Lewkowicz en Pensar sin Estado, para graficar la perplejidad, cobran inusitada vigencia. Casi premonitoria. El modelo ideal ceo/meritocrático puesto en marcha demuestra una contundente eficacia, retroalimentandose ante nuestra impávida mirada, superando los límites de lo que es posible razonar. El modelo que se instala en la región, va más allá de lo que podemos dimensionar, incluso en clave de perplejidad. Cambiaron las reglas de juego, cambiaron el escenario, cambiaron los actores. Mutaron y se perfeccionaron. La lógica de acumulación en sentido estricto encuentra su conspicuo representante.

Podemos permitirnos hacernos las mismas preguntas incluso a sabiendas de no llegar a una respuesta siquiera. La idea de una respuesta concluyente queda ya como lejana aspiración.

El siglo corto de Eric Hobsbawmviii fue escenario de procesos masivos de distintas características. El fin de dicho siglo coincide con el emblemático “fin de la historia”. Que muy probablemente parezca un triunfo indiscutido. Y que en todo caso la actual coyuntura fetichiza dicho fin con la máxima de naturalizarlo, pero sin lograr invisibilizar resistencias activas, procesos colectivos, que se adecuan al nuevo momento que transitamos. Es imposible pensar una victoria definitiva de estos postulados, porque si así lo creyéramos, este artículo no tendría ningún sentido. Ni siquiera a modo de epitafio. Existe una herencia del siglo XX que se socializa, al mismo tiempo que la meritocracia, y se hace un lugar en los sujetos. Queda impregnada en una memoria colectiva que funciona como límite al modelo CEOcrático pero no por mera defensa de la vida, sino también por el deseo y las aspiraciones de un proyecto de sociedad justa.

Referencias

-Alemán, J. (2016) Horizontes neoliberales en la subjetividad. Ed. Grama. Buenos Aires.

Alemán, J. (2017) Hegemonía y poder neoliberal en Lacan Cotidiano N° 520. Recuperado el 20 de marzo de 2018, disponible en: http://www.eol.org.ar/la_escuela/Destacados/Lacan-Quotidien/LC-cero-520.pdf

García Linera, Álvaro. (2016) Conferencia Central de Álvaro García Linera Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia.. En el III Foro Latinoamericano de Trabajo Social: " Igualdad y desigualdad social de América latina: generando debates en trabajo Social en relación con otras ciencias del campo social " realizado en La Plata los días 24, 25 y 26 de Agosto de 2016. FTS/UNLP. Recuperado el 28 de marzo de 2018, Disponible en:http://www.trabajosocial.unlp.edu.ar/articulo/2016/9/8/iii_foro_latinoamericano__conferencia_central_de_alvaro_garcia_linera_vicepresidente_del_estado_plurinacional_de_bolivia

-Harvey David (2015) Breve historia del neoliberalismo. Ed Akal. Bs.As.

-Klachko, P y Arkonada K (2016) Desde Abajo, desde arriba. De la resistencia a los gobiernos populares: escenarios y horizontes de cambio de época en América Latina. Ed. Prometeo. Bs.As.

-Lewkowicz, I.(2004) Pensar sin Estado.La subjetividad en la era de la fluidez. Ed. Paidos. Bs.As.

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Notas

[1] Lic. en Trabajo Social. Extensionista. Docente-Investigador de la Facultad de Trabajo Social UNLP.fedricopellagatti@yahoo.com.ar
[2] Magister y Lic. en Trabajo Social. Extensionista. Docente-Investigadora de la Facultad de Trabajo Social UNLP y de la carrera de Trabajo Social de la UNLu..clarawebers@yahoo.com.ar
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