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Conservadurismo y gestión estatal de la fuerza de trabajo. Apuntes sobre la lógica del merecimiento la política social macrista
Escenarios. Revista de Trabajo Social y Ciencias Sociales, núm. 27, 2018
Universidad Nacional de La Plata

Tema Central


Recepción: 17 Julio 2017

Aprobación: 20 Agosto 2017

Resumen: El trabajo aborda las características que adquiere la lógica de merecimiento en la gestión estatal de la reproducción de la fuerza de trabajo en el gobierno de Mauricio Macri. Inicialmente se recuperan los elementos centrales que definen al merecimiento como componente de la lógica conservadora de intervención sobre la cuestión social, mientras que, posteriormente, se indagan sus expresiones contemporáneas en los discursos y lineamientos oficiales, donde centralmente se abordan las particularidades que adquieren las políticas destinadas a atender la problemática del desempleo/subempleo. El abordaje llevado a cabo, sobre la base de análisis documental, incluye, en primer lugar, el análisis de los discursos de la campaña electoral presidencial de Mauricio Macri, en las cuestiones vinculadas a la problemática del desempleo/subempleo y la sistematización y análisis de decretos de creación y documentos y fuentes periodísticas vinculadas a los programas de empleo inaugurados por este gobierno, centralmente las experiencias Hacemos Futuro y Empalme.

Palabras clave: Macrismo , Política Social, Conservadurismo, Merecimiento.

Abstract: This work approaches the characteristics acquired by the logic of merit in the state management of the reproduction of the labor force in the government of Mauricio Macri. Initially, the central elements that define merit are recovered as a component of the conservative logic of intervention on the social question, while, later, its contemporary expressions are investigated based on official speeches and guidelines, where the analysis is centralized in the particularities acquired by the policies that address the problem of unemployment / underemployment. The approach carried out, on the basis of documentary analysis, includes, first of all, the analysis of the speeches of Mauricio Macri's presidential election campaign, on issues related to the problem of unemployment/underemployment and the systematization and analysis of creation decrees, documents and journalistic sources linked to the employment programs inaugurated by this government, centrally the experiences of “Hacemos Futuro” and “Empalme”.

Keywords: Macrismo, Social Policy, Conservatism, Merit.

Introducción

En diciembre de 2015, producto de los resultados electorales, Mauricio Macri asumió la presidencia argentina, interrumpiendo más de una década de gobierno peronista. Asimismo, también producto de los resultados electorales, la Alianza Cambiemos se instaló en el gobierno en distintas provincias del país, destacándose el triunfo de María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires. Así, junto a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el macrismo se consolidó como fuerza gobernante en las principales jurisdicciones del país.

En este marco, el presente texto pretende aportar a la reflexión sobre las principales tendencias en las lógicas y racionalidades presentes en las políticas llevadas a cabo en este período, haciendo especial énfasis en la intervención estatal orientada al abordaje de la problemática del desempleo/subempleo. En tal sentido, sobre la base de la irrupción de una racionalidad conservadora se destaca el fortalecimiento de la lógica del merecimiento como elemento aglutinador de discursos y políticas públicas.

A partir de lo anterior, se sistematizan los principales elementos constitutivos de la lógica del merecimiento, recuperando tendencias generales en discursos y políticas públicas que permiten aprehender su significado socio-histórico y sus implicancias como fundamento de la intervención estatal sobre la “cuestión social”. Posteriormente, se avanza en la identificación de sus particularidades en la retórica e intervención estatal desarrollada por el macrismo, para lo cual se consideran discursos y programas vinculados a la problemática del desempleo/subempleo. Para ello, en primer lugar, se analizan los discursos de la campaña electoral presidencial de Mauricio Macri, en las cuestiones vinculadas a la problemática del desempleo/subempleo y, posteriormente, se consideran los decretos de creación y documentos y fuentes periodísticas vinculadas a los programas de empleo inaugurados por este gobierno, centralmente las experiencias Hacemos Futuro y Empalme.

Conservadurismo y gestión estatal de la reproducción de la fuerza de trabajo: aproximación al significado socio-histórico de la lógica del merecimiento

Reflexionar sobre las implicancias conservadoras en la gestión estatal de la reproducción de la fuerza de trabajo implica aprehender su racionalidad a la hora de pensar e intervenir sobre las distintas expresiones de la “cuestión social”. En tal sentido, se recuperan los planteos de Netto (2000), quien afirmar que el pensamiento conservador, si bien parte de ubicar el orden burgués como final de la historia, considera que la sociedad no es perfecta y que, por lo tanto, es necesario reformarla. Esta aparente contradicción es saldada cuando se ubican los límites de ese reformismo en la propia sociabilidad capitalista y las reformas se asocian a cuestiones técnico-manipulativas y administrativas. Así, “cuestión social” es una categoría que, en sus orígenes, objetiva el pensamiento conservador, pues remite a la aprehensión de problemas sociales desvinculados de la procesualidad socio-histórica propia del modo de producción capitalista.

Como corolario de esta racionalidad, continúa el pensador brasileño, el abordaje de la “cuestión social” propuesto por el pensamiento conservador, sea en su vertiente positivista o católica, asocia un doble movimiento que articula naturalización y moralización. Así, mientras la primera tendencia plantea la existencia de un orden social jerárquico natural, donde la coexistencia de ricos y pobres en la sociedad capitalista aparece como algo dado e inmodificable, la moralización sostiene la necesidad de una intervención orientada a instalar valores que reduzcan la conflictividad. Como plantea Barroco (2004), el pensamiento conservador trata de garantizar la reproducción de un sistema moral que asegure el ‘orden’.

Ahora bien, teniendo en cuenta estas determinaciones generales, resulta necesario caracterizar las particularidades que adquiere la aprehensión la “cuestión social” en los mecanismos de gestión estatal de la fuerza de trabajo, donde las tendencias generales identificadas por Netto (2002), asociadas a su fragmentación y psicologización y, en estrecha relación, su atención privada sobre la base de la articulación de la inducción comportamental y del disciplinamiento psicosocial, se expresan en formas de clasificar la pobreza sobre la lógica del merecimiento.

En tal sentido, el intento analítico que se realiza está orientado a reconstruir la racionalidad que marca la expresión del pensamiento conservador en el campo de las políticas sociales y/o asistenciales, lo cual significa aprehender los fundamentos ideo-políticos que sustentan sus visiones de mundo en general y de los sujetos involucrados en las distintas expresiones de la “cuestión social” en particular; donde la figura del pobre merecedor o pobre vergonzante aparece como elemento que actúa de síntesis de la racionalidad conservadora en términos de gestión estatal de la reproducción de la fuerza de trabajo.

En términos generales, la figura del pobre merecedor da cuenta de aquel sujeto susceptible de ser ayudado frente a una determinada situación de pobreza. El significado social e histórico de dicha categoría, es decir qué particularidades debe o debería tener un sujeto para ser considerado pobre merecedor, presenta diferencias a partir de la correlación de fuerzas fundamentales, evidenciando los avances o retrocesos de la clase trabajadora en las conquistas de reivindicaciones históricas y su institucionalización, o no, como derechos sociales.

Desde distintas ópticas y haciendo énfasis en distintos procesos, los trabajos de Marx (2009), Castel (1997), Donzelot (2008) y Federici (2015), entre otros, permiten recuperar los fundamentos y lógicas históricamente configuradas en torno a la definición de los sectores de la población a los que la sociedad debe ‘ayudar’ en el capitalismo naciente, sea que esa ayuda sea mediante la caridad y la limosna, el encierro en hospitales o cárceles o el trabajo forzado. En este proceso histórico, se reconoce que las leyes de pobres inglesas (Poor Laws), marcan una referencia ineludible, en tanto que sobre su base se instituyen o legitiman social y políticamente medidas disciplinarias sobre los pobresi.

La crueldad en la génesis de la configuración de la figura del merecimiento se pone en evidencia en las prácticas de coerción y represión instauradas frente al aumento del número de mendigos y vagabundos, dentro de las cuales se incluía desde el trabajo forzado, el castigo físico hasta quitarle la vida al acusado de “delincuente voluntario”. Al respecto, Marx (2009) sintetiza como la legislación terrorista, los tormentos y hierros candentes fueron sustanciales para instaurar el sistema del trabajo asalariado.

Posteriormente, la señalización de los pobres merecedores pasó a constituirse en una forma de diferenciación, ahora en la ropa y ya no en el cuerpo, donde centralmente la preocupación estaba dada por la necesidad de identificar a aquellos que eran incapaces de trabajar. Hindle (2004) plantea que la credencialización de los pobres constituyó un cambio de la política orientado a impedir la limosna casual y disuadir a los mendigos. La "vergüenza de la insignia", haciendo alusión a las marcas que los pobres dependientes debían llevar en su vestimenta, estaba destinada tanto a cultivar el sentimiento de vergüenza entre los pobres, como así también indicar la dependencia y el reconocimiento del derecho a mendigar.

Así, la pobreza aparece estrechamente vinculada a las causas que impiden la inserción de las personas en el mercado de trabajo, donde algunas pasan a constituirse en causas legítimas y otras no. De una u otra manera, las causas de la pobreza se buscan y se encuentran en los sujetos que la sufren, en errores deliberados, hábitos viciosos, inadecuados principios morales y otras deficiencias individuales y/o familiares; hábitos, valores y prácticas que consideran a la pobreza como un mundo cerrado, “heredada por el vicio” y, por ende, autoperpetuante de dependencia.

De este modo, afirma Moffitt (2015), el desempleo no es explicado por las transformaciones productivas que implican disminución de la demanda de trabajadores, sino en la carencia de esfuerzo. En esta lógica, la estigmatización y el tratamiento punitivo de los pobres proporcionan incentivos poderosos al trabajo, cualesquiera que sean los salarios y condiciones. Por ello, el énfasis en el trabajo en los programas de asistencia social aumenta sistemáticamente, agregando requisitos de trabajo a varios programas, como así también la intervención orientada a incrementar el “capital humano” de los pobres, mediante la educación y la capacitación, bajo la lógica desarrollar capacidades y habilidades que serán útiles para la inserción futura en el mercado de trabajo (Tenti Fanfani, 1991).

En Argentina, por su parte, durante el siglo XIX, la Sociedad de Beneficencia instaura una estrategia sistemática de moralización de los sectores pobres, donde se destacan los llamados “premios a la virtud”, donde se reconocía a los ‘virtuosos’ de la pobreza, es decir a aquellos que, por ejemplo, demostraban humildad, desinterés, amor conyugal, como así también a las familias vergonzantes, a quienes demostraban amor al trabajo, a la mujer más sufrida y pobre, entre otros. En este proceso, la prioridad estaba en las niñas y mujeres, pues educar e instruir a la madre se tornaba el horizonte necesario para garantizar ciudadanos con buenas virtudes (Tenti Fanfani, 1989).

En el marco de la expansión de las políticas sociales, mediando el siglo XX, se reconoce que el desarrollo de los derechos sociales estuvo ligado a la constitución de la categoría de los trabajadores, favoreciendo el desarrollo de una asistencia social residual orientada a atender a quienes se encontraban imposibilitados de incorporarse al mercado de trabajo (Grassi, Hintze y Neufeld, 1994). Esta lógica fue interpelada en el marco de la configuración del Estado neoliberal-conservador, en el cual las transformaciones en el mercado de trabajo significaron profundas alteraciones en la estructura social argentina. En este contexto, la articulación de un proceso de reformas estatales y productivas que instalan un régimen de acumulación flexible que alteró las formas de organización del trabajo (Harvey, 2008), con el recorte del gasto social, la privatización y la focalización del gasto social público en programas selectivos contra la pobreza (Laurell, 1999, Grassi, 2003), explican que la lógica del merecimiento se consolide mediante la fiscalización de la pobreza y, en su interior, de la extrema pobrezaii.

Así, con amplios sectores de la población económicamente activa expulsados del mercado de trabajo, la configuración histórica del sistema de políticas sociales argentino, basado en una fuerte concentración de atención en el trabajador ocupado y una atención residual al trabajador desocupado, es trastocado y la definición de criterios de elegibilidad pasan a ubicarse prioritariamente en las condiciones o no de pobreza del sujeto y/o la familia.

Sobre la base de esta reconstrucción, puede observarse cómo la configuración de la gestión estatal de la fuerza de trabajo se nutre necesariamente de la clasificación de los sujetos legítimamente habilitados para la asistencia pública. Sea por argumentos basados en las imposibilidades del Estado de atender a toda la población pobre o aquellos que remiten a la “preocupación” por generar sujetos dependientes y, por ende, una carga para la sociedad, históricamente la política social construye criterios de selectividad y elegibilidad.

La reactualización conservadora en la Argentina macrista: Discursos y políticas en torno a la problemática del desempleo/subempleo

Producto de la puesta en marcha del régimen de acumulación flexible a escala planetaria, la problemática del desempleo/subempleo se ha constituido en una constante en la realidad regional y argentina. Además, las transformaciones acaecidas en el mundo del trabajo han complejizado el panorama, donde ingresan a escena los procesos de precarización y flexibilidad laboral, donde la informalidad se torna un elemento central de la agenda pública.

En consecuencia, la problemática del desempleo/subempleo se ha intensificado y se expresa en un conjunto heterogéneo de situaciones que trascienden los índices tradicionales de mediciones del desempleo. En tal sentido, en nuestro país se observa que, si bien en términos porcentuales el desempleo desarrolla un proceso de baja, se destaca la intensificación de la flexibilidad, subcontratación, desregulación y tercerización laboral y, consecuentemente, una dualización de la fuerza de trabajo en la cual coexiste un núcleo con mayor o menor protección laboral con una amplia mayoría de la población trabajadora en condiciones precarias (Pérez Sáinz, 2016).

Este panorama, aquí apenas enunciado, exige la sistemática gestión estatal para la reproducción de la fuerza de trabajo (Torrado, 2003), donde se articulan complejos mecanismos utilizados para sufragar el costo de reproducción de la fuerza de trabajo. Se incluyen aquí el conjunto de políticas demográficas, sociales y laborales que inciden en el nivel de vida y la reproducción de la clase trabajadora y que, al mismo tiempo, tienen un papel decisivo en la regulación del mercado de trabajo (Cortés y Marshall, 1991). En este marco, particularmente interesa indagar en torno a los componentes asociados a la reconstitución de la fuerza de trabajo activa en períodos de inactividad, específicamente en desempleo.

Recuperando estos elementos, en la continuidad del trabajo se avanza en la identificación y análisis de las implicancias de la lógica del merecimiento en la gestión estatal de la reproducción de la fuerza de trabajo en el gobierno macrista, haciendo especial énfasis en los discursos y políticas sociales orientadas a intervenir en la relación de los/as ciudadanos/as y el mercado de trabajo. En tal sentido, se trabaja sobre algunos interrogantes que orientaron la reflexión, tales como: ¿Cuáles son las expresiones de la lógica del merecimiento en los fundamentos de la política social orientada a intervenir en la problemática del desempleo y subempleo? ¿Cómo se configura el proceso de responsabilización del individuo atravesado por tales problemáticas? ¿Cómo se resuelve la tensión derecho/merecimiento en las estrategias se ponen en práctica para atender dichas problemáticas? Para responder a estos interrogantes, metodológicamente se avanza con dos estrategias complementarias, sobre la base de análisis documental. En primer lugar, se analizan los discursos de la campaña electoral presidencial de Mauricio Macri, en las cuestiones vinculadas a la problemática del desempleo/subempleo y, posteriormente, se analizan los decretos de creación y documentos y fuentes periodísticas vinculadas a los programas de empleo inaugurados por este gobierno, centralmente las experiencias Hacemos Futuro y Empalme.

Merecimiento e individualización de la problemática del desempleo en el relato macristaiii

La llegada de Mauricio Macri a la presidencia argentina abre un nuevo ciclo político que tiene como elemento distinto ser el resultado de un proceso eleccionario democrático, cuestión inédita para los sectores conservadores argentinos. Por ello, esta particularidad exige una aproximación teórico-metodológica que permita aprehender y reconstruir los fundamentos de la base de sustentación político-ideológica que llevaron a la mayoría de los/as argentinos/as a optar por “el cambio”, el cual, según el propio relato macrista sería una necesidad histórica frente a la situación económica, social, política, cultural e ideológica que se atravesaba luego de más de diez años de gestión kirchnerista. Así, con más o menos correlato con la realidad, el ‘relato’ macrista supo construir un conjunto de proposiciones centrales que fueron la base de declaraciones orgánico-partidarias, como así también de los/as referentes del espacio político y que, mediante complejos proceso de generalización discursiva, se constituyeron en axiomas explicativos de la mayoría de los procesos sociales que caracterizaban y caracterizan la sociedad argentina.

Uno de los ejes destacados en la propuesta de “cambio” macrista está asociado al reconocimiento de la participación, del esfuerzo personal y del merecimiento, donde uno de los recursos estratégicos fundamentales de la retórica macrista en el proceso de campaña electoral estuvo asociado a la recuperación de historias particulares ‘con nombre y apellido’, de hombres y mujeres que tenían para contar sus preocupaciones, sean personales o comunitarias, y las acciones y esfuerzos llevados a cabo para ‘salir adelante’. Generalmente estos encuentros eran realizados en las viviendas de los/as ‘vecinos/as’ de distintos barrios y ciudades argentinas, y luego, a través de mecanismos de generalización, sus padecimientos, sus posiciones y sus esperanzas eran puestas en agenda como la posición de ‘una mayoría’ de la población en permanente crecimiento a favor del cambio político.

Esta lógica recupera la noción de mayoría silenciosa, concepto que remite a un consenso en la sociedad con respecto a las políticas gubernamentales apelando a una clase obrera, visualizada como patriótica, conservadora, anti-intelectual, cristiana y defensora de la ley y el orden (Nider, 2013), utilizado por primera vez durante el gobierno de Richard Nixon para apelar a una aceptación en la sociedad de sus políticas basada en la indiferencia o en la no expresión de opiniones contrarias, retomado en los procesos neoconservadores de Reagan y Tatcher, y en la actualidad por gobiernos ideológicamente cercanos al de Mauricio Macri como el de Mariano Rajoy en España. Es decir, toma como sujeto de su política un ciudadano individualizado, desmovilizado y aislado, fuertemente influenciable por los discursos meritocráticos y promovedores de la disociación entre la vida cotidiana, economía, historia y procesos colectivos, que surge con la crisis de los modelos de participación colectivos (sindicatos, partidos políticos, etc.) del Siglo XX a partir de la década del ‘80, y que será el prototipo de subjetividad incentivada por el capitalismo en su fase flexible.

Así, participación, esfuerzo personal y merecimiento articulan la lógica del relato macrista en relación a interpelar a la ciudadanía como parte del futuro del país. Permanentemente se enfatiza que “el cambio empieza por uno” por lo cual, “todos, desde nuestro lugar, podemos marcar la diferencia”. Así, se sostiene que frente a la crisis económica, política, cultural y social que atravesaría el país, “llegó la hora de que nosotros seamos los protagonistas de nuestro propio futuro” donde “la oportunidad está en nosotros mismos. En nuestra creatividad, en nuestras ideas, en nuestro conocimiento, en todo aquello que emprendamos”.

Haciendo alusión a las trayectorias y experiencias individuales de la “gente común” que “quiere salir adelante”, se plantea que las mismas “son historias que nos hablan del empuje, de las ganas de crecer, de las ilusiones de nuestra gente. Esa es nuestra mayor riqueza. Eso es lo que nos confirma que se puede. Con dificultades y todo, los argentinos siempre seguimos adelante, y eso es lo que tiene que impulsarnos a confiar en nosotros mismos”.

En consonancia con el imperativo de hacerse cargo de la situación que atraviesa el país, se avanza en los planteos vinculados a las implicancias de las situaciones de empleo/desempleo y el papel de los planes sociales. Así, mientras que se reforzaba permanentemente la continuidad de los mismos, en caso de llegar a la gestión presidencial, se instala un discurso que asocia la recepción de los planes sociales a la no valoración de las capacidades y habilidades de las personas.

Partiendo de afirmar que el “subsidio es algo muy necesario en el momento de emergencia para la gente”, se sostiene que “pasada una década, que hayamos condenado a un montón de gente a que el único vínculo de una sociedad sea ese plan, que nunca nadie le haya tocado la puerta y le haya dicho: 'mirá, es por acá, esa luz es tu vida, que es la reinserción laboral, que vos vuelvas a pertenecer a una sociedad que se desarrolla, que es un país que avanza, que para nosotros es importante el trabajo y queremos que vos te incorpores de vuelta al trabajo. Eso es lo que queremos nosotros: que nadie pierda un plan, pero que ese plan se convierta naturalmente en una oportunidad de trabajo”.

Por ello, se afirmaba que el “emprendedorismo es una herramienta que genera oportunidades” pues “en todo el país, en cada provincia, en cada pueblo, hay personas abiertas, con talento, con sueños, que están preparadas para trabajar para mejorar su vida”. Para justificar estas posturas nuevamente se utilizó el recurso de trasladar los planteos a la voz de las personas, pues se agrega, por ejemplo: “La gente me dice: “Gracias por el plan, pero yo quiero hacer algo, que alguien me necesite, que no me puedan decir que yo no sirvo para nada, en donde me levanto todas las mañanas y que no haya nadie que me esté esperando”. En igual manera, se sostiene que “a los lugares que visito, la gente misma me dice: “Gracias por el plan, pero yo también quiero existir, yo también quiero pertenecer. Quiero levantarme a la mañana y que alguien me necesite, que haya un lugar en donde yo sea importante y mi trabajo cuente”.

Se puede observar que el eje de la retórica macrista está puesto en una nueva reconstrucción del “pobre vergonzante” sobre la base de la recuperación de la noción conservadora de que las políticas sociales de transferencia de recursos generan un sector poblacional subsidiario y pasivo, que por esas mismas políticas ha entrado en un circuito en el cual se reproduce su misma condición sin posibilidad de “rehabilitarse”. El trabajo aparece asociado a mandatos morales estrechamente vinculados a la cultura del trabajo y a la dignificación de la persona, llegando, en extremo, a asociar la percepción de una política asistencial como significante de inexistencia social. Este proceso de dignificación de la persona tiene como correlato discursivo la revalorización de elementos como el amor al trabajo, el esfuerzo y la necesidad de pertenecer para no constituirse en una carga para la sociedad.

La correlación de esta lógica argumentativa con la gestión de política social en el macrismo tiene, en principio, dos implicancias centrales que serán desarrolladas a continuación: por un lado, el trabajo es visto como integrador social, donde no será desde la noción de derecho sino desde la obligación al mismo como condición, ya no para salir de la pobreza, sino para recuperar la dignidad perdida con las políticas sociales y, por el otro, el Estado aparece fomentando la inserción laboral a través del mercado como principal mecanismo y de un ejército de reserva capacitado y disciplinado para competir en un mercado a la baja. La expresión en las políticas de empleo y trabajo se puede entender a partir de dos programas que serán bandera de la actual gestión gubernamental, Hacemos Futuro, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social y Plan Empalme del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social

La racionalidad conservadora en las políticas de atención al desempleo

En la Argentina la configuración de la política social orientada a intervenir sistemáticamente en la problemática del desempleo y/o subempleo presenta una importante trayectoria, destacándose su desarrollo con la evolución de las tasas de desempleo, subempleo y precarización laboral. En tal sentido, tomando como referencia la intervención estatal en el período anterior a la gestión de Mauricio Macri en la presidencia de la Nación, se destaca una permanente articulación entre las acciones desarrolladas por los ministerios de Desarrollo Socialiv y de Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Socialv; acciones que serán la base de la política macrista en esta área en el marco de un complejo proceso de continuidad y ruptura.

En tal sentido, se torna importante mencionar que la primera iniciativa llevada a cabo por el gobierno macrista en torno a esta problemática del desempleo se expresa en el acuerdo firmado con la cadena de comidas rápidas McDonald's, en donde se preveía la inserción de jóvenes en el mercado laboral, con salarios de $4.500 mensuales por jornadas de seis horas de trabajo. En tal oportunidad el titular de la cartera laboral, Jorge Triaca afirmaba que a partir de este programa habrá jóvenes que “puedan encontrar lo que nosotros queremos reconstruir en la Argentina: la cultura del trabajo, con movilidad social ascendente, que creemos que es un valor que tenemos que rescatar para los argentinos”vi.

Se comienza a fortalecer, de este modo, una lógica gubernamental de atención a la problemática del desempleo/subempleo, que articula dos componentes esenciales: la transferencias de recursos al sector privado, en tanto el Estado cubre total o parcialmente parte del salario de los/as trabajadores/as y, en estrecha articulación, la responsabilización de los individuos afectados por la problemática.

La transferencia de recursos al sector privado tiene como principal expresión la propuesta del “Programa Empalme”, el cual es creado mediante el Decreto N° 304 en mayo de 2017. En dicha norma se establece que las personas desocupadas incluidas en programas nacionalesvii que accedan a un empleo bajo relación de dependencia en el sector privado, podrán percibir, o continuar percibiendo, una ayuda económica mensual a cargo del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. Esta denominada ayuda económica, agrega el decreto, tiene el carácter de subsidio al empleo y puede ser contabilizada por los empleadores como parte de su remuneración laboral neta mensual.

Esta propuesta se plantea como la estrategia gubernamental para generar empleo genuino a través de la inserción laboral y se establece con una duración máxima de 24 meses. Al respecto, la información institucional suministrada en el sitio web oficial del programaviii plantea que durante ese período la persona cobra además de la ayuda económica, el resto del sueldo previsto por la empresa e incluye cobertura de seguridad social, vacaciones y aguinaldo, etc. Operativamente, por su parte, se prevé una logística con la participación de las Oficinas de Empleo emplazadas en distintas ciudades del país o un sistema individualizado de carga de curriculum vitae en el sitio web del programa, donde además las personas podrán postularse y hacer seguimiento de su trayectoria. Esta última iniciativa, es denominada, según fuentes periodísticas, por los propios agentes estatales como el "tinder del empleo", en tanto permitirá unir oferta y demanda en el mercado de trabajoix.

Resulta oportuno resaltar la lógica discursiva que encubre esta propuesta donde, bajo el argumento de generar oportunidades de empleo para todos los argentinos, se afirma que se quiere “ir pasando de una lógica de asistencialismo de algunos programas a la empleabilidad. Este proyecto va en esa dirección, en el trabajo que está realizando el gobierno para facilitar el acceso al empleo y generar más oportunidades”x.

En esta línea, adquiere centralidad para comprender los fundamentos de la propuesta gubernamental, el discurso llevado a cabo por Mauricio Macri el 1 de mayo de 2017, en el acto por el día del trabajador junto a las organizaciones que en ese entonces conducía el dirigente rural Gerónimo "Momo" Venegas. Al respecto, Macri hace una caracterización del trabajo como uno de los elementos sustanciales que otorga dignidad a las personas y que las hace parte de la comunidad en la cual están insertas. En sus palabras, el trabajo “es de la cosas más importantes que nos pasan en la vida, el trabajo nos hace ser quienes somos, el trabajo nos ayuda a crecer, nos ayuda a conocer a otros, a hacer amigos, nos ayuda a progresar, nos da dignidad, nos levanta la autoestima, nos permite elegir, nos permite dar un ejemplo a nuestros hijos de lo que hacemos todos los días, nos permite sentir que hacemos un aporte a ese país que queremos”.

En alusión al Programa Empalme, hace referencia a las personas que quedaron “excluidas” posteriormente a la crisis del 2001 y que necesitaron, en alusión a la política asistencial, “de una mano del Estado” pero, recalca, ésta debía ser una transición hacia el empleo genuino. Sin embargo, sostiene, “pasaron muchos años y todos ellos siguen en la misma situación, y sus hijos ven que sus padres y sus abuelos nunca han podido trabajar. Entonces qué decimos: que todos aquellos que tengan unos de esos planes puedan entrar a trabajar sin perder plata; y cuál es la ventaja: que las empresas pueden incluir ese plan que paga el gobierno dentro de su salario y facilita que los puedan tomar”: Cierra la alusión a esta propuesta afirmando que “estamos hablando de cientos de miles de argentinos que de esa manera les abrimos una puerta para que vuelvan a ser parte, porque los necesitamos”xi.

La puesta en práctica del Programa Empalme merece, en principio algunas observaciones iniciales que serán profundizadas al considerar la experiencia Hacemos Futuro. En principio, está sustentado por la racionalidad que individualiza el proceso de inserción de las personas en el mercado de trabajo, en tanto está destinado centralmente a beneficiarios/as de programas estatales que, en algunos casos, tenían una lógica colectiva y/o comunitaria. En estrecha relación, la proposición que asimila al trabajo genuino como ser parte de la sociedad tiene como necesario correlato la asociación de la percepción de una prestación social como indicador de estar afuera, al margen de la sociedad, sujetos que, según la retórica macrista, nada tendrían para aportar a la comunidad.

En segundo lugar, en este proceso de individualización su lógica refuerza uno de los pilares básicos del merecimiento como fundamento de la gestión estatal de la reproducción de la fuerza de trabajo, aquel que sostiene que la inserción o no de las personas en el mundo del trabajo se encuentra directamente asociado a dimensiones de la cultura personal. La idea de trabajo genuino que se plantea como el horizonte de la política estatal aparece asociada a la falta de habilidades y/o capacidad de las personas para insertarse en el mercado de trabajo, el cual, además, se lo presenta idealmente como capaz de absorber a toda la población desocupada “empalmable”.

Así, en tercer lugar, esta propuesta fortalece, tal como se mencionó, un ideario de mercado de trabajo con capacidad de absorber la mano de obra desocupada. En consecuencia, el escaso impacto de la propuesta no se asocia a la capacidad productiva de las empresas, sino a los miedos de los empresarios de sumarse a la propuesta. La problemática del desempleo/subempleo pasa a ser entonces una cuestión de subjetividades de los sujetos involucrados y no una expresión del modelo económico vigente.

En clara articulación con esta racionalidad, se configura una lógica gubernamental orientada a la formación de recursos humanos y a la capacitación de la población excluida del mercado de trabajo formal, siendo paradigmática la propuesta del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, “Hacemos Futuro”. Este programa surge como unificación de iniciativas clave de este ministerio como lo eran Argentina Trabaja, Ellas Hacen y Desde el Barrio, pero reemplazando la lógica preexistente de éstos, orientados a la creación, refuerzo y capacitación de empleo en sus formas asociativas, colectivas o familiares, hacia “empoderar a las personas en situación de vulnerabilidad social, promoviendo su progresiva autonomía económica y potenciando sus posibilidades de inserción laboral e integración social”xii. Como contraprestación presentará dos líneas, por un lado la educación formal obligatoria y por otro la formación integral, orientada hacia cursos de oficios, capacitaciones en herramientas digitales, economía social y emprendedurismo, temáticas socio-comunitarias, salud, arte y deporte e intervenciones socio-urbanasxiii.

El énfasis otorgado a la capacitación y formación orientada hacia las necesidades del mercado laboral y productivo, rompe con el esquema del empleo autogestionado y se orienta hacia la capacitación autogestionada, sobre la base, como afirman funcionarios del gobierno, de un cambio de paradigma donde “de unidades productivas que hacen sillas y mesas (entre otras cosas), pasamos a uno focalizado en brindar autonomía a la persona”xiv. Como resultado de esta lógica, ya no se buscará la creación de iniciativas productivas desde los usuarios de las políticas sociales, sino que se les brindará una serie de opciones para que elijan individualmente su capacitación incrementando así su empleabilidad; en palabras de la Ministra Carolina Stanley “queremos que quienes no terminaron la secundaria puedan acceder a los distintos mecanismos que hay para hacerlo y que, eventualmente, elijan con mayor claridad cómo se quieren capacitar y formar”xv.

En este punto, se puede observar uno de los fundamentos de la racionalidad conservadora en las políticas sociales, la ruptura con la lógica colectiva y comunitaria, para pasar a la individualización y personalización de las políticas sociales, es decir que ya no habrá un sujeto que pueda abordar la problemática de trabajo en conjunto con otros en situaciones similares y asistidos técnica y financieramente por el Estado, sino que la resolución de la misma será en los términos que impone el mercado de competencia, esfuerzo individual y empleabilidad. Se refuerza así la lógica del merecimiento, lo que decanta en la situación de pobreza como un resultado de carencia de herramientas, pero a su vez de voluntad para satisfacer las demandas del sector productivo formal, pues como afirma Stanley “la educación y el trabajo son los dos pilares elementales para que una persona pueda salir de la pobreza a partir de su propio esfuerzo”.

Los mecanismos disciplinadores del ejército de reserva representado por los usuarios de las políticas sociales afectados por el desempleo y subempleo, se expresan en este programa por una doble vía, por un lado, la contraprestación al subsidio económico implicando capacitación y terminalidad educativa, es decir como condición para percibir asistencia económica se debe incrementar la empleabilidad y, por otro lado, se instala un mecanismo más sutil, librando a estos sujetos a las fuerzas del mercado de trabajo, acoplando la experiencia de Hacemos Futuro a la lógica del mercado de individualización, competencia y esfuerzo para acceder a un trabajo. En síntesis, este programa funciona como formador de una mano de obra preparada y disciplinada.

Consideraciones finales

Los ejes argumentativos que se han desarrollado en las páginas precedentes procuraron sintetizar un conjunto de reflexiones en torno a la gestión estatal de la reproducción de la fuerza de trabajo en el gobierno de Mauricio Macri, particularizando en el análisis de la retórica e intervención en torno a la problemática del desempleo/subempleo. En tal sentido, se visualizan algunos ejes que permiten afirmar la vigencia y reactualización de la lógica del merecimiento como sustento político-ideológico.

En términos generales, se destaca el énfasis de una concepción de trabajo asociada a la capacitación para una mejor inserción laboral según las necesidades del mercado. Así, paulatinamente se avanza en una residualización de las políticas de empleo subvencionado, y se instalan dos lógicas de inserción laboral complementarias, por un lado el emprendedurismo, con su noción conservadora e irracionalista, y por el otro la capacitación para la inserción en el mercado laboral, reforzando la visión utópica acerca de que la formación de los usuarios de políticas sociales les permitirá emplearse más fácilmente, disociando esta visión de un análisis real de los movimientos del mercado laboral y la capacidad de absorción de trabajadores por parte de la estructura productiva actual.

La política estatal refuerza, de este modo, la idea de incentivo al trabajo, desconsiderando niveles de salario y condiciones de empleo, en articulación con una intervención sistemática a fortalecer el “capital humano” sea mediante la puesta en prácticas de instancias de capacitación o el incentivo a la autogestión formativa para desarrollar habilidades necesarias para la inserción en el mercado de trabajo.

El pensamiento conservador se expresa no solamente como un pensamiento de matriz capitalista, sino que sirve a los propósitos mismos de reproducción del capital. Para esta lógica, la superación del desempleo requiere romper los mecanismos individuales que reproducen la dependencia y la pobreza, por lo cual el eje se ubica en el esfuerzo personal para la superación de las condiciones económicas adversas. La pobreza, en consecuencia, se explica desde y hacia la individualidad, configurada, además, de una manera dependiente por políticas sociales asistenciales que no permitieron la generación de una autonomía por parte de los sujetos para superar sus limitaciones económicas y sociales.

Se instala, entonces, el ideario que refuerza a la voluntad individual y emprendedora como capaz de superar los condicionantes estructurales, en sintonía con la idealización del mercado como ordenador de la sociedad en todos sus niveles. Así, la lógica conservadora refuerza una racionalidad que articula el ideario de desarrollo personal y empoderamiento con una retórica orientada a la generación de un consenso activo por parte de los sectores trabajadores pauperizados para que acepten que su lugar en la división social del trabajo está definido por su propia voluntad y capacidad.

Referencias

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Notas

i Para una revisión de las Poor Laws, sus prácticas y modalidades diferenciales, ver Aguirre y Lo Vuolo, 2011.
ii Sobre las particularidades de la política social durante el neoliberalismo en Argentina, además del mencionado trabajo de Grassi, ver: Lo Vuolo, 1993 y Barbeito y Lo Vuolo, 1998.
iii La totalidad de las referencias al relato macrista hace referencia a los discursos y noticias publicadas en el sitio oficial del Partido PRO, disponible en http://www.pro.com.ar Acceso: 01/06/2016.
iv Se destaca la propuesta del Plan de Desarrollo Local y Economía Social “Manos a la Obra”, el cual, creado mediante la Resolución del Ministerio de Desarrollo Social Nº 1375/04, estaba destinado a personas, familias o grupos de personas desocupadas o subocupadas. Posteriormente, en la continuidad del gobierno kirchnerista, en el marco de la racionalidad impulsada por la propuesta Argentina Trabaja se impulsan, además de los microcréditos, herramientas como el monotributo social, los talleres familiares, las cooperativas de trabajo, proyectos productivos socio-comunitarios, entre otras.
v Aquí aparecen experiencias como el Seguro de Capacitación y Empleo, el Programa de Inserción Laboral (PIL), el Programa de Inserción Laboral autoempleo, el Programa Jóvenes con más y mejor trabajo, la propuesta Recuperación productiva (Repro), entre otras.
vii La resolución N° 487-E/2017 menciona que podrán acceder a dicha propuesta, por ejemplo, quienes se encuentren participando en experiencias como el Programa Jóvenes con más y mejor Trabajo, Seguro de Capacitación y Empleo, Programa Prestaciones por Desempleo, Programa Promover la Igualdad de Oportunidades de Empleo, Programa de Transición al Salario Social Complementario, Programa de Respaldo a Estudiantes Argentinos (Progresar); Programa Ingreso Social con Trabajo, Programa Ellas Hacen, Programa Argentina Trabaja, entre otros.


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